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Tras los pasos del Bien-amado

 

Episodio 4: la preparación divina del profeta,
que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él
.

 

 En El Nombre de Al·lâh, El Más compasivo, el Muy Misericordioso.

Que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre nuestro profeta Mohammad.

 Continuamos con la biografía (sira) de nuestro amado Profeta Mohammad y me gustaría empezar renovando nuestro agradecimiento a Al·lâh por ofrecernos tan preciados dones en Ramadán: el perdón y la salvación del fuego del infierno. 

Además, debemos apreciar el hecho de que Al·lâh nos ha permitido vivir la experiencia de este Ramadán y en concreto Lailat el Qadr (La noche del Gran Prestigio) mientras que otras personas han muerto antes de que incluso empezara. Estos dones exigen un hondo y sincero agradecimiento a Al•lâh de modo que volvamos a Al·lâh completamente sumisos.

Ciertamente, es un gran honor para nosotros el poder retransmitir los episodios este año desde este lugar. Nos encontramos a pocos pasos de la Mezquita del Profeta y sentimos que somos huéspedes en su casa.

Otra bendición más, que debo agradecer a Al·lâh, es tener una audiencia tan multicultural. Se encuentran hoy conmigo personas provenientes de varios países islámicos, entre los cuales hay profesores de universidades de Sudán, Egipto y Medina, así como también de Siria y Palestina.  Me hace sentir muy orgulloso el tener a estos nietos del Profeta asistiendo cada día.

Me han pasado una nota acerca del horario de difusión de estos episodios. Mucha gente ha pedido que se retransmitan por la tarde, porque les resulta muy difícil seguir el episodio en directo por la noche.  Por eso, gracias a Al·lâh, además de retransmitirse cada día a las 6:00 de la tarde para contentar al público de Estados Unidos, a partir de ahora también se retransmitirá diariamente desde el canal televisivo Iqra a las 3:45 de la tarde, horario local de Arabia Saudita (2:45 de la tarde, horario de El Cairo).

Vamos a empezar, pues, con el episodio de hoy, que tratará sobre la juventud del Profeta, su boda y las preparaciones divinas esenciales que permitirán que el profeta esté preparado para recibir el mensaje del Islam. En otras palabras, el final de este episodio coincidirá con el incidente de La Cueva Hirá.

A modo de introducción haremos un repaso rápido de los acontecimientos que influyeron en la vida del Profeta, que los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre él.

* Circunstancias sociales: Era huérfano, perdió a su madre y a su padre siendo muy pequeño (su padre murió antes de que él naciera).

Además, fue hijo único.  Este hecho le enseñó que esta vida mundanal es corta y temporal.

* Hogar: Fue criado en las casas de cinco personas:

1- La casa de su madre (al nacer).

2- Su primera amamantadora Halima As-Sa’adía, en el desierto (del nacimiento hasta

la edad  de dos años).

3- Su madre (de los dos a los seis años).

4- Su abuelo Abdul-Muttalib (de los seis a los ocho años, tras la muerte de su madre).

5- Su tío Abu-Taleb (cuando tenía ocho años, después de la

muerte de su abuelo). 

Esta movilidad continua le enseña la seriedad, la responsabilidad, la flexibilidad y la habilidad de adaptarse a nuevas situaciones.

* El trabajo: Trabajó como pastor entre las edades de 8 y 15 años.

Durante estos siete años, aprendió la paciencia y la habilidad de reunir a la gente. Después, trabajó en el comercio entre las edades de 15 y 35.  En esos veinte años, adquirió la habilidad de juzgar los diferentes caracteres de la gente.

* Situación económica: Aunque descendía de una de las familias árabes más honorables, era pobre. Esto le permitía relacionarse fácilmente con ambos: pobres y ricos.

* Participación en la sociedad: Tomó parte activamente en los acontecimientos sociales y políticos.  De los 15 a los 18 años, participó  en la Guerra de los Fuyyar con Quraysh, lo cual le enseñó el arte de la guerra. A los 18 años, formó parte de la Federación Tribal de los Fudul, que le enseñó el arte de la paz y la negociación.

* Educación: Era analfabeto, lo cual constituye un milagro en sí mismo ya que demostró ser el mejor maestro de la humanidad de todos los tiempos. A pesar de no haber estudiado, adquirió muchísima experiencia en sus relaciones con la sociedad y su interacción con la gente que le rodeaba.  Esto enseña a los jóvenes que deben ser sociales y que nunca deben aislarse de la sociedad porque esta interacción social es esencial para formar el carácter.  El Profeta no adquirió su experiencia gracias a un milagro de una noche; sino que estaba establecido que obtuviera estas experiencias gradualmente a través de los años.  Por eso, aconsejo a todos los jóvenes que participen en diferentes compromisos sociales y políticos.  No necesitamos ni jóvenes irresponsables ni jóvenes que usan la religión como excusa para mantenerse aislados de la sociedad.  Necesitamos jóvenes sociables que puedan construir y desarrollar nuestras sociedades para evitar el error de la generación anterior que no participó en la vida pública. ¿Por qué no colaboramos con un orfanato u otra institución benéfica?  Este tipo de trabajo producirá  la juventud madura que necesitamos.

Pero volvamos a la biografía de nuestro Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él.  A la edad de 25 años, todavía necesitaba otro tipo de experiencias que le permitiesen llegar a ser profeta del mundo entero. Como todavía no había viajado, necesitaba viajar y tener contacto con otras naciones para aprender cómo tratar

con todo tipo de gente, en vez de estar restringido a la tribu de Quraysh.  Esto me da pie a resaltar la importancia de viajar a otros países porque la experiencia que uno gana en un año de viaje es equiparable a la que ganaría en 20 años viviendo en el mismo sitio.

Anteriormente, nuestro Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, había estado trabajando para Khadiya Bint-Joayled conduciendo su caravana hacia El Sham (hoy día Siria, Palestina, Líbano y Jordania) y,  en dirección contraria, hacia El Yemen. Estos viajes eran necesarios para ponerle en contacto con los dos imperios más grandes de la época: el Romano y el Persa. ¿Comprendéis ahora como tuvo lugar su formación?

Por eso, cuando su tío Abu Taleb le sugirió que trabajara para Khadiya, él aceptó sin reparo ya que desde siempre había sentido un gran respeto hacia las mujeres. Por eso, no sintió ninguna vergüenza de trabajar para una mujer o tratar con ella desde el punto de vista profesional.  Esto enseña a nuestros jóvenes que no deben avergonzarse de tratar con mujeres cuando haya una razón estricta para ello y siempre que mantengan mutuo respeto.  Esto es diferente de inventar excusas como algunos jóvenes hacen hoy en día.

Fijaos que Khadiya no era una mujer ordinaria; era una mujer de negocios con mucho éxito que se había quedado viuda por segunda vez y tenía casi 40 años de edad en esa época.  Por eso, cuando Abu Taleb le propuso que Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, trabajara para ella, aceptó y lo probó dejándole una caravana pequeña y enviando con él a uno de sus fieles sirvientes, Maysara, para que le informase acerca de las habilidades y la honradez de Muhammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él.

Después de acompañarle en tres viajes al Yemen, Maysara volvió a Khadiya diciéndole que él nunca había visto a nadie tan honesto, fidedigno y trabajador como Mohammad. Esto enseña a nuestros jóvenes el valor del trabajo duro. A veces, me siento desilusionado cuando veo a algunos jóvenes a quienes gustaría conseguir muchas cosas en la vida pero no están dispuestos a trabajar duro. De hecho, es vergonzoso que un hombre joven trabaje dos o tres horas al día solamente y luego afirme que ama a Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre él, que pasaba largas horas en el trabajo cada día.

Después, Maysara informó a Khadiya del éxito que Mohammad tenía, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, consiguiendo una ganancia honesta y cómo nunca se había postrado ante ningun ídolo, igual que ella misma, y cómo dijo a un cliente que nunca había adorado a Al-Lat y a El-Ozza [ídolos de dioses] . Esto despertó su curiosidad y quiso conocerlo mejor. Por ese motivo,  decidió confiar en él y enviarle con su caravana al gran viaje hacia Al-Sham.

En vez de tardar cinco o seis semanas en vender la mercancía, como era usual entre los comerciantes, Mohammad, que los Rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él, consiguió vender su mercancía incluso antes de llegar a su destino y se volvió con la ganancia.  Esto nos enseña que la gente religiosa, que tiene la responsabilidad de invitar a la gente a acercarse a Al·lâh, nunca debería confinarse en la mezquita, mientras que su vida mundanal es un fracaso.  Nuestro Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, tuvo más habilidad en el comercio que el famoso comerciante Abu Sufián, que en tan sólo dos o tres semanas vendía su mercancía en Al-Sham.

Este éxito gradual en todos los aspectos de la vida era necesario para refinar el carácter de Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, y no era un milagro.  De hecho, es muy posible que los jóvenes consigan este éxito si se comprometen a aprender y a trabajar duro.  Incluso tomando en consideración que Al•lâh confirió milagros a Muhammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, debemos tener presente que dichos milagros no interfirieron con la secuencia de los acontecimientos. En vez de eso, él mejoró gradualmente: primero, como un pastor de éxito, después, como un comerciante joven que demostró ser honesto y con la suficiente habilidad para salir airoso de las diferentes pruebas durante otro año entero; y finalmente, como un comerciante con mucho éxito y bien establecido.

La idea de adquirir el éxito gradualmente con el tiempo es un principio básico en el Islam y la Sunnah (la tradición del Profeta), lo cual debería enseñar a los jóvenes a tener paciencia mientras que trabajan duro para conseguir sus sueños.

Una vez que Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, había alcanzado dicho nivel de éxito en su vida profesional y había tratado con diferentes gentes y naciones, estuvo listo para dar el paso final de su preparación: formar una familia.  Era necesario que contrajese matrimonio y llevara una vida familiar con éxito para poder enseñar a los demás cómo hacer lo mismo.

¿Cómo empezó la idea de la boda?  Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, había mantenido una cara alegre y había demostrado tener flexibilidad en todos sus tratos, incluso durante los momentos de desacuerdo. Esta alegría es un requisito básico para tener éxito en el negocio, como Occidente comprendió más tarde. Como consecuencia, habiendo quedado profundamente impresionada por la incomparable amabilidad de Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre él, su honestidad y carácter alegre, Khadiya decidió dar el primer paso.

Khadiya había rechazado varias proposiciones de matrimonio que le habían hecho algunos de los hombres más influyentes de Quraysh, que habían sido atraídos por su belleza o su riqueza.  Esto continuó durante mucho tiempo hasta que Khadiya abrió su corazón a una de sus amigas, Nafisah Bint Al-Munabbih, y admitió su admiración hacia Mohammad (RP), y dio permiso a Nafisah para que hablara con él acerca de la boda.

En este punto, es necesario que analicemos la situación y nos preguntemos si es apropiado que una mujer inicie una proposición de boda.  Según este matrimonio ejemplar entre Khadiya y Mohammad (RP)… sí, una mujer puede tomar la iniciativa. Lo importante es cómo lo hace. En la actualidad, es realmente complicado llegar a casarse y las chicas deben vigilar de no hacer algo que las deshonre o que las haga parecer fáciles a los ojos de los posibles maridos. En lugar de eso, vamos a aprender de nuestra señora Khadiya, cómo planeó llevar a cabo su iniciativa.

Nafisah, que era una persona madura y elocuente, fue a ver a Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre él, y mantuvieron este diálogo:

Nafisah: Muhammad, ¿estás casado?

Muhammad;  No.

Nafisha:   ¿Por qué?

Muhammad: Con lo pobre que soy, ¿quién querría casarse conmigo?

Nafishah: Khadiya.

Muhammad: ¿Me aceptaría ella?

Nafisah: Hablaré con ella sobre el asunto. 

Dos días más tarde, Nafisah regresó para informarle de que Khadiya había aceptado la proposición de boda y de la buena opinión que tenía de él.

Aconsejo a las chicas que nunca hagan nada que les haga parecer fáciles o baratas a los ojos de los hombres, quienes cuando pierden su respeto hacia una mujer, nunca se casan con ella. Este aspecto no tiene tanto que ver con la religión como con la naturaleza humana, que siempre aprecia más lo que obtiene con dificultad. Por eso, el Islam estableció la ley acerca de la dote obligatoria y puso como condición esencial para consumar el matrimonio que el tutor de la chica (el padre, o en su falta un tío o un hermano mayor) apruebe dicho matrimonio. 

La dificultad que un hombre encuentra para conseguir a su mujer hace que cuando la consigue, la trate como una joya. Por el contrario, las chicas que aceptan el matrimonio orfi (no registrado legalmente) siempre son abandonadas al final.  ¡Observáis cómo la sirah trata  los temas sensibles de nuestra vida actual!

Volvamos a Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre él,  y Khadiya, cuyo matrimonio duró 25 años contra todas las expectativas.

*  Es verdad que Khadiya tenía 15 años más que Mohammad (RP),  sin embargo, el nivel de madurez de ambos caracteres, que es el factor principal que determina si un matrimonio tendrá éxito o no, era extraordinario.  La madurez ejemplar de Mohammad era bastante difícil de encontrar.  Khadiya era lo suficientemente madura como para no hacerle sentir inferior a ella.  Pero hay que tener en cuenta el grado de madurez de los caracteres envueltos, especialmente desde que los psicólogos afirman que una mujer madura más rápidamente que un hombre, lo cual puede crear desacuerdos en la pareja casada si son de la misma edad o si la mujer es mayor que el hombre.  Por eso, es preferible que el hombre sea un poco mayor que la mujer.

*  En cuanto al dinero, Khadiya era más rica que Mohammad, pero ese no era un problema ya que su posición social era parecida.  De hecho, Mohammad, que los Rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él, descendía de la familia más honorable de Quraysh.

*  El Islam no solamente se interesa por la semejanza del nivel religioso entre los futuros cónyuges, sino que también da importancia a la semejanza de la posición social. 

De todos modos, el esposo es el que debe llevar la responsabilidad económica de la familia.  Por eso, el famoso comerciante Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, que incluso se había asociado con otro comerciante llamado Al-Said Ibn Abi Al-Said, era el que cubría enteramente los gastos de la familia.  Esto no solamente refuta una afirmación hecha por algunos orientalistas de que se casó con Khadiya por su dinero, sino que también enseña a nuestras chicas y a sus tutores que examinen a sus pretendientes antes de casarse para asegurarse de su honradez, tal como hizo Khadiya.

Omar Ibn Al Khattab en una ocasión preguntó a un hombre si conocía a una persona en particular. El diálogo discurrió así:

El hombre: Sí, lo conozco.

Omar: ¿Has tenido con él algún trato en el que hubiera dinero de por medio?

El hombre: No.

Omar: Entonces, ¿puede que lo conozcas de verlo rezar y asintiendo con la cabeza?

El hombre: Sí.
 

Omar: Entonces, no lo conoces.

Por todas estas razones, el matrimonio de Mohammad con Jadiya tuvo éxito.  Duró 25 años: los primeros 15 años antes de la llamada profética, y los diez últimos, siendo ya profeta.  Además, tuvieron seis hijos: cuatro hijas (Zeinab, Roqayia, Omm Kulzom, Fatima) y dos hijos (Al-Qasem y Abdull·lâh). Esta fue una verdadera historia de amor, no como la de Romeo y Julieta, que nunca tuvieron la oportunidad de consumar su amor y ponerlo a prueba verdaderamente mediante el matrimonio. El amor de Mohammad y Khadiya fue puesto a prueba mediante el matrimonio y se mantuvo impecable con el paso del tiempo, y tengo dos pruebas:

1) Veinte años después de la muerte de Khadiya, durante el regreso victorioso a Meca y la toma del poder, el Profeta estaba muy ocupado tratando de muchos temas y con mucha gente.  Sin embargo, en cuanto vio a una mujer anciana que se le acercaba, se abrió paso hacia ella y pidió a todos que los dejaran solos y no los molestaran durante una hora. La gente lo vio extendiendo su capa en el suelo para que ella se sentara. Luego, observaron cómo hablaban y reían juntos, lo que les dejó llenos de curiosidad por saber quién era aquella mujer. Cuando regresó, nuestra señora Aisha le preguntó quién era aquella anciana. El diálogo transcurrió así:

Mohammad: Una amiga de Khadiya.

Aisha: ¿De qué hablábais?

Muhammad: Estábamos recordando los buenos tiempos junto a Khadiya.

Tras la muerte de Khadiya, y después de haberse casado con nuestra señora Aisha, cada vez que el Profeta oía que llamaban a la puerta de una manera similar a como lo hacía nuestra señora Khadiya, deseaba que fuese su hermana Hala, para poder así recordarla.

Este gran amor y la lealtad entre ambos duró 25 años, aunque vivió un acontecimiento muy difícil: la muerte de los dos hijos varones del profeta.  El Profeta aprendía una y otra vez que la vida es insignificante. A través de estos acontecimientos, Al·lâh enseñaba al Profeta que debía vivir por su objetivo, y no distraerse con los adornos de la vida.  Uno de ellos murió a la edad de tres años y el otro a la edad de cuatro, a la edad en que los padres son más próximos a sus hijos.  En 35 años, el Profeta había sentido la muerte de gente muy cercana a él: su padre, su madre, su abuelo y sus dos hijos.  Esto enseñaba al Profeta que la vida es corta e insignificante, y que no merece que por ella perdamos la otra vida.

Pero no tenemos que sufrir todos esos acontecimientos difíciles para comprender esto. No tenéis que perder a un ser querido para daros cuenta de que la vida vale poco.  "Realmente en el Mensajero tenéis un hermoso ejemplo para quien tenga esperanza en Al•lâh y en el Último Día y recuerde mucho a Al·lâh.” Sura de los Coligados, aleya 21. 

Vivid por vuestros objetivos, vivid por la causa de Al·lâh.  No viváis con el único objetivo de criar a vuestros hijos. Vosotros os moriréis o ellos se morirán.  No merece la pena.  Otra lección que aprendemos de la muerte de los hijos del Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, está dedicada a aquellos que han perdido  un hijo o  una hija.  A veces, Al·lâh toma una cosa de ti para darte algo mejor.  A veces, un hijo o una hija  está destinado a ir al infierno, pero cuando se mueren jóvenes, sus padres empiezan a hacer   buenas acciones por ellos, y el hijo va al Paraíso gracias a estos actos.

Ahora, el próximo paso para preparar al Profeta para su misión era demostrar su humanidad a todo el mundo, no solamente a los musulmanes. Esto es algo que los musulmanes deben aprender. Deben fijarse en cuan misericordioso era el Profeta con las personas que no eran musulmanas, antes de Islam. ¿El Profeta fue enviado a los musulmanes solamente, o a toda la humanidad?  Evidentemente, fue enviado a todo el mundo.  Por eso, el Profeta tenía que experimentar todo tipo de situaciones para enseñar a los demás cómo deben ser indulgentes con todos los seres humanos. Algunos musulmanes limitan su misericordia a los otros musulmanes, y así no actúan como lo hacía el profeta.

Analicemos la historia de Zaid Ibn Haretha. Este acontecimiento ocurrió antes de que Mohammad recibiera el Mensaje Divino.  Había una mujer llamada Sa’da Bent Ta’laba, que era la madre de nuestro señor Zaid. Cuando éste contaba ocho años, su madre lo cogió y se dirigían a otra aldea, cuando fue secuestrado y vendido en el mercado de Akadh como esclavo.  Un hombre llamado Hakim Ibn Hossam Ibn Khwayled, el sobrino de Khadiya, lo compró y se lo regaló a su tía Khadiya, que a su vez lo puso a disposición de nuestro señor Muhammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él.  El chico vivía con el Profeta mientras que sus padres lo buscaban. Entonces, un día, el padre se enteró de que su hijo vivía en la casa de Mohammad.

Empezó a ahorrar dinero para recuperar a su hijo.  Después, fue a ver a Mohammad y le pidió que aceptara el dinero a cambio de su hijo.  Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, le dijo que tenía una solución mejor, que era dejar que el hijo escogiera con quién quería quedarse. Si el hijo escogía al padre, entonces él podría llevárselo sin tener que pagarle nada a cambio, pero si escogía al Profeta, se quedaría con él. ¿Observáis qué misericordioso era?  El Profeta no era musulmán en aquella época; solamente estaba tratándolos con humanidad. Tampoco les dijo que se lo llevaran sin tener en cuenta el deseo de Zaid, por tanto también era misericordioso con el chico. Quería que él mismo escogiera lo que creía que era mejor para él. Zaid escogió quedarse con el Profeta.  Su padre le preguntó cómo podía escoger ser un esclavo en vez de vivir libre junto a sus padres.  Zaid respondió diciendo que el

Profeta tenía una misericordia que nunca antes había conocido y por eso no quería abandonarlo y no le importaba todo lo que podían ofrecerle. ¿Observáis qué misericordioso era el Profeta?.  La misericordia no es algo que debamos tener solamente con los musulmanes. Todos debemos aprender de esta situación.

El último paso para preparar al Profeta para su misión era examinar su capacidad de liderazgo.  Tenía que poder resolver los desacuerdos entre la gente y unirlos.  También era fundamental que antes del Islam, fuera reconocido como una persona de honor entre su gente.  Esto es esencial para que después, siendo ya profeta, quedase claro que los que no lo seguían no era debido a que no confiaban en su honradez, sino a causa de otros intereses que pudieran tener.

El Profeta ahora tenía 35 años de edad.  Quraysh (la tribu del Profeta) decidió reconstruir el Ka’aba.  La gente tenía miedo de derribar el Ka’aba para construirlo de nuevo, porque Abraha y su ejército habían sido aniquilados por tratar de derribarlo. Entonces, Al-Walíd Ibn AlMoghira, que era conocido por su valentía, dijo que lo haría.  Alegó que como ellos lo hacían por una buena causa, Al·lâh no les causaría ningún daño. Éste es un punto importante; Al·lâh acepta las intenciones buenas aún si no provienen de musulmanes. Entonces,  Al-Walíd empezó a derribar el Ka’aba, y los demás esperaron hasta el  día siguiente.  Cuando estuvieron seguros de que nada malo pasaba, todos empezaron a trabajar.

Quraysh dijo que para reconstruir el Ka’aba, debían asegurarse completamente de que todo el dinero usado provenía de un trabajo limpio y legal y no tenía un origen inmoral (como por ejemplo, que no hubiera sido robado). Éste es otro punto importante.  Las personas aún no siendo musulmanas sabían que Al·lâh no aceptaría el dinero con orígenes poco éticos.  Esto es algo que sabemos por nuestra fitra (la

sabiduría original que tiene todo ser humano). Entonces, ¿por qué lo ignoramos nosotros los musulmanes?  ¿Cómo pueden dar de comer unos musulmanes a sus hijos con un dinero que proviene del haram (pecado)?  Lo que crece mediante el dinero proveniente del haram está destinado al infierno.  ¿Cómo podéis hacer eso a vuestros hijos?

Un tema importante hoy día es el tema de los derechos de autores.

Mucha gente viola la ley que los protege, destruyendo las oportunidades de los que hacen cosas nuevas para ganarse la vida con su trabajo.  Esto es muy dañino para todo el país, y destruye nuestras oportunidades de desarrollo.

Pero volvamos al Ka’aba.  Cada tribu reconstruía una parte del Ka’aba, porque consideraban un honor hacerlo.  Después de reconstruir el edificio, lo único que quedaba por hacer era colocar la piedra negra (que es una piedra del Paraíso) otra vez en su sitio.  Todas las tribus querían tener el honor de volver a colocar la piedra en su sitio, y no se ponían de acuerdo en quien lo haría.  El tema era tan delicado que una tribu dijo que declararían la guerra si no eran ellos los designados para hacerlo. Pasaron tres días y no se tomaba una determinación. Entonces, Al-Walíd sugirió que la primera persona que entrara por la puerta del lugar donde estaban reunidos, sin importar quien era, sería la encargada de solucionar el conflicto.

Entonces, el Profeta Mohammad entró en ese momento. Fijaos cómo Al·lâh hizo que fuera el Profeta la persona encargada de solucionar el problema. Éste es un punto importante también.  Los milagros no pasaban al Profeta en un modo que cambiara los acontecimientos, sino que Al·lâh preparaba las cosas para que él actuara.  Vosotros también, si trabajáis y os esforzáis en hacer bien vuestro trabajo, Al·lâh arreglará las cosas para que podáis resolver vuestros problemas.

Cuando el Profeta entró, todos ellos se alegraron y lo proclamaron como honesto y se pusieron de acuerdo en que él sería el juez que decidiría qué debían hacer. Esta proclamación tuvo lugar antes de que le fuera enviado el Mensaje Divino, lo que demuestra cómo la gente le honoraba con anterioridad.  Por eso, Al·lâh Dice: “Pero no es a ti a quien niegan los injustos, son los signos de Al·lâh lo que niegan”, Sura de Los Rebaños aleya 34.

La gente entonces preguntó al Profeta qué debían hacer.  El Profeta con prontitud pensó en una solución muy inteligente, característica típica de los líderes. Les pidió que extendieran una capa en el suelo. Entonces recogió la piedra negra y la colocó en la capa.  Después, pidió que un representante de cada tribu agarrara la capa, y todos ellos llevaron la piedra al Ka’aba, y él mismo la colocó en su lugar. Permitió que todos ellos se juntaran, lo cual les hizo sentir que todos ellos habían logrado algo.

El Profeta tuvo misericordia con las personas que no eran musulmanas aquel día cuando llevó la piedra negra para prevenir la guerra. Y tuvo misericordia con los musulmanes después, cuando durante el hayy,  no tocó la piedra, sino que sólo la señaló, de modo que la gente no luchara para tocarla durante el hayy.  De verdad, siento un gran amor en mi corazón por el Profeta Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre él.

Anas Ibn Malik dijo que el Profeta Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, entró en Medina un lunes y todo se iluminó con su presencia, lo cual indica que era agradable a todos.  Y murió en Medina un lunes y todo se oscureció. La gente entonces le preguntó qué quería. Dijo: "No quiero nada de este mundo.  Quiero encontrarme con él el Día del Juicio Final y decirle: “Tu criado Onays” (diminutivo cariñoso para Anas), y que él me acompañe al Paraíso."

Después de todo lo que le ocurrió, el Profeta Mohammad, que Los Rezos y La Paz de Al·lâh sean sobre él, estaba preparado para empezar a recibir el Mensaje Divino.

Estaba totalmente preparado para ello en todos los aspectos y el mundo estaba esperando que él empezara su misión de arreglar el mundo.  Eso es lo que el mundo necesita ahora también: gente que arregle lo que va mal.

 Fuente: www.amrkhaled.net

 

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