En El Nombre 
						de Al·lâh, 
						El Más compasivo, el Muy Misericordioso, Señor del 
						Universo,
						
						
						Y que los 
						Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre Su mensajero Mohammad 
						(SAAWS) 
						
						
						Este 
						episodio es el penúltimo. En verdad separarse de narrar 
						la biografía del Profeta va a resultar muy difícil. Y lo 
						he dicho muchas veces, imaginen cuánto es duro alejarse 
						de la ciudad del Profeta (SAAWS), para los que vuelven a 
						sus países. Pero lo podemos compensar únicamente 
						siguiendo sus pasos y obrar como él hasta el día en que 
						le encontraremos en el Paraíso, si Al·lâh (SWT) 
						Quiere.
						
						
						Antes de 
						comenzar el episodio de hoy, tengo dos observaciones. La 
						primera: hay mucha gente que piensa que después de la 
						noche del 27 de Ramadán, todo se acaba y agradecen a 
						Al·lâh porque el mes ha terminado. Entonces empiezan a 
						relajarse, y piensan que todo ha terminado como ha 
						acabado la oración de Tarâwîh. Pero yo os 
						digo que nadie sabe cuándo nuestro Señor nos Abre las 
						puertas de Su misericordia, así que las últimas noches 
						del Ramadán o sus últimos momentos podrían ser los 
						momentos del perdón.
						
						
						Es posibles 
						que tú llevas todo el mes de Ramadán invocando a Al·lâh 
						tocando las puertas de su Misericordia, pero puede que 
						sólo se te abran el último día antes de la llamada de la 
						oración de Al Maghreb (a la puesta del sol). 
						Nadie sabe cuándo será. Entonces no paras de hacerlo, 
						sigue invocando a Al·lâh. Preguntad a los dueños de 
						empresas y a los empleados que trabajan el mes entero 
						¿Cuándo cobran su salario? Sólo lo reciben al final del 
						mes. Así pasa con el empleado que trabaja muy bien 
						durante todo el mes, pero si en los últimos dos días 
						empieza a actuar con pereza, el resultado será 
						descontarle del salario. Quien quiere alcanzar el perdón 
						y la misericordia de Al·lâh tiene que trabajar hasta el 
						último momento. ¿Quién sabe? Puede que uno o una de los 
						que nos están escuchando ahora, deciden esforzarse hoy, 
						mañana y pasado mañana, y así superarán a los que 
						empezaron a esforzarse desde el comienzo del mes de 
						Ramadán, pero que se han relajado al final del mes.
						
						
						¡Oh hermanos! 
						Tened que esforzaros sin perder ni un solo minuto porque 
						los próximos minutos serán de misericordia. Aunque 
						termine la noche del 27, nosotros trabajaremos y nos 
						esforzaremos hasta el último día, con la esperanza de 
						que Al·lâh, si Quiere, nos Proteja y Perdone en los 
						próximos días.
						
						
						La segunda observación: 
						mucha gente dice que el programa es de 30 episodios que 
						pasarán durante los 30 días del Ramadán. Casi la 
						totalidad de esa gente ha seguido la mayoría de los 
						episodios, cuyos significados eran muy profundos. Por 
						eso temen haber perdido alguna que otra lección en estos 
						episodios. De hecho, yo os aseguro que si Al·lâh Quiere, 
						a partir del primer martes después de Ramadán volveremos 
						a emitir todos los episodios por su gran importancia, y 
						por ser un tesoro, no por la persona que los ha 
						presentado sino porque es la biografía del Profeta –que 
						los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él- que merece 
						ser repetida, repasada e inculcada en las mentes. Así 
						que la vamos a transmitir cada semana más de una vez. 
						Entonces cada episodio pasará durante una semana, no 
						sólo un día. Con lo que puedes vivirlo, entenderlo y 
						llevar a cabo las lecciones que sacas de cada uno cada 
						semana. Serán emitidos en el canal vía satélite Iqra´ 
						en los antiguos horarios, o sea, el martes a las 21h, y 
						serán repetidos el miércoles y el viernes. Así podemos 
						concentrarnos en sus significados; y también si Al·lâh 
						Quiere, van a salir unos videos, cintas y libros, todos 
						traducidos al inglés y francés.
						 
						
						
						
						El episodio está compuesto de tres partes: 
						
						
						
						1- El período 
						posterior a la conquista de la Meca y lo que hizo el 
						Profeta durante este período que sólo duró 19 días.
						
						
						
						2- La batalla 
						de Hunayn 
						
						
						3- La batalla 
						de Tabûk
						
						
						Existen 
						varios sucesos, por eso acabaremos en la batalla de 
						Tabûk y mañana hablaremos de la peregrinación de 
						despedida y la muerte del Profeta -que los Rezos y la 
						Paz de Al·lâh sean sobre él. 
						
						
						En los 
						anteriores episodios, siempre os decía al final que 
						mañana habrá una sorpresa, como en los episodios de la 
						caverna de Hirâ’ y de Zur. Otras veces os 
						decía que el episodio de mañana será muy bonito, como la 
						conquista de la Meca. Pero hoy os digo que el episodio 
						de mañana será el más duro, que Al·lâh nos Ayude mañana, 
						no obstante estará lleno de significados importantes, y 
						por eso os digo: "¡Tenéis que verlo!, no por ser el 
						episodio más duro, sino que va a tener significados 
						importantes como de amor, confianza y la fuerte unión 
						con el Profeta de Al·lâh (SAAWS)."
						
						
						Nuestro 
						objeto mañana no será de ponernos tristes, sino el de 
						lograr una relación muy fuerte con nuestro Profeta 
						incluso en los momentos de su muerte.
						 
						
						
						
						Empezaremos con lo que hizo el Profeta en la Meca tras 
						su conquista. 
						
						
						El Mensajero 
						de Al·lâh (SAAWS) entró en la Meca en el mes de Ramadán 
						del año 8 de la hégira. No tenía una casa ahí, ya que su 
						primo, ‘Uqayl Bnu Abî Lahab, se había apoderado de la 
						suya en su ausencia y la vendió, por eso el Profeta se 
						alojó en una tienda durante 19 días.
						
						
						Quiero 
						insistir en este significado: el Profeta no quiere tomar 
						por la fuerza la casa de uno de sus enemigos derrotados. 
						Esta biografía no está dirigida únicamente a los 
						musulmanes, sino al mundo entero para que saque 
						lecciones de ella.
						 
						
						
						El 
						comportamiento del Profeta (que los Rezos y la Paz de 
						Al·lâh sean sobre él) con sus enemigos:
						
						
						¿Cómo trató 
						el Mensajero de Al·lâh -SAAWS- a sus enemigos de la 
						Meca, los jefes que le habían combatido, que habían roto
						sus compromisos con él y que habían matado a sus 
						mejores amigos y personas que más quería?
						
						
						Empezaremos 
						por ‘Ikrima Ibn Abî Ÿahl que estaba seguro de que el 
						Profeta (SAAWS) le iba a matar en cuanto le detenga. 
						Huyó a Ÿedda para embarcarse hacia cualquier lugar. Su 
						mujer, que permaneció en la Meca, se acercó al Profeta (SAAWS) 
						y le dijo: “Mensajero de Al·lâh (SAAWS), ‘Ikrima es uno 
						de los nobles del país, ¿puede garantizarle su 
						seguridad? El Profeta, misericordioso, le contestó: “Sí, 
						se la garantizo”. La mujer se precipitó para alcanzar a 
						su marido cuando estuvo a punto de embarcarse y le 
						comunicó el perdón del Mensajero de Al·lâh (SAAWS), y 
						regresó con ella a la Meca. Al verle, el Profeta dijo a 
						sus compañeros: “‘Ikrima se convirtió al Islam y viene 
						hacia vosotros, no insultéis a su padre. Los insultos no 
						llegan a los muertos pero dañan a los vivos”. 
						
						
						
						‘Ikrima 
						vertió sus lágrimas ante el Mensajero quien se quitó su 
						capa y la puso sobre el suelo para invitarle a sentarse. 
						¡Qué bondad es ésta!, ¡veis cómo es la moral de quien 
						busca la reforma, el amor y la paz! El hombre le 
						preguntó al Mensajero: “¿a qué llamas Mohammad?, le 
						pregunta esto después de combatirlo durante 20 años, el 
						profeta le respondió: “llamo a reforzar los vínculos 
						familiares y por eso te hemos aceptado, a las buenas 
						virtudes morales, a rezar y al monoteísmo”. Entonces 
						‘Ikrima le dijo: “juro por Al·lâh que esto está bien” y 
						se convirtió al Islam y prometió al profeta gastar más 
						dinero y esfuerzo para el Islam de lo que gastaba antes 
						en contra suya. Murió como mártir en la batalla de Al 
						Yarmûk . 
						
						
						Otro ejemplo 
						es el de Safwân Ibn Umayya, hijo de Umayya Ibnu Jalaf, 
						quien torturaba a Bilâl y que se ausentó en el tratado 
						de Al Hodaybiyya. ‘Umair Ibn Wahb se 
						acercó al Profeta (SAAWS) para pedirle que perdone a 
						Umayya. El Profeta aceptó dándole su turbante como 
						garantía para que nadie le dañe. Al volver a la Medina, 
						Safwân se convirtió al Islam.
						
						
						Hind Bintu 
						‘Otba, esposa de Abû Sufiyân, una de los peores enemigos 
						del Profeta –que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre 
						él- quien planeó el asesinato de Hamza, tío del 
						querido Profeta. Disfrazada con un velo que le cubría la 
						cara para no ser descubierta, entró con las mujeres para 
						prestar juramento de fidelidad al Mensajero de Al·lâh (SAAWS) 
						que les estaba dictando las cláusulas de dicho 
						juramento: “jurad no asociar a otro dios con Al·lâh, no 
						robar, ni fornicar…”
						
						
						Al oírle 
						decir no asociar a nadie con Al·lâh dijo: “si los ídolos 
						tenían algún poder, nos habrían defendido hoy”. Al 
						segundo orden, dijo sin darse cuenta: “Abû Sufiyân es un 
						hombre tacaño, ¿Puedo tomar algo de su dinero sin que lo 
						note? El Mensajero de Al·lâh la reconoció y le preguntó: 
						¿Eres Hind Bintu ‘Otba? “Sí, ¿Me perdonas?”, contestó. 
						El Mensajero de Al·lâh le concedió el perdón y prosiguió 
						con las cláusulas del juramento. Cuando dijo: “No 
						fornicar”, Hind replicó de nuevo: “¿Una mujer libre 
						puede fornicar?”. Pues en la sociedad árabe, se sabe que 
						sólo las esclavas y las mujeres de baja categoría social 
						eran las que cometían este acto vil. El Profeta seguía: 
						“ni matéis a vuestros hijos” a lo que dijo la mujer: 
						“les hemos criado de pequeños y una vez mayores les 
						mataste en la batalla de Badr”. El Profeta sonrió y 
						nuestro señor ‘Omar empezó a reír muy fuerte hasta que 
						todas las mujeres le oyeron. Así, Hind abrazó el Islam.
						
						
						El Mensajero 
						de Al·lâh preguntó por sus primos ‘Otba y ‘Otayba, hijos 
						de Abû Ÿahl, quienes estaban casados con las hijas el 
						Profeta, Roqayya y Umm Kulzûm, y les divorciaron para 
						fastidiarle. Al ‘Abbâs les trajo temblantes de miedo. Al 
						verlos, el Profeta les dijo: “Ruego a Al·lâh guiaros al 
						Islam, ¿Queréis convertiros?”. Entonces, pronunciaron 
						As·sahâda por temor. Tomándoles por la mano, el Profeta 
						se dirigió con ellos a la Ka’aba y se pegó ante el muro 
						de la casa sagrada llamado al moltazim, y 
						empezó a rogar a Al·lâh guiarles hacia la verdad. ‘Omar 
						que asistía a esta escena, dijo que había visto sus 
						rostros reluciéndose a medida que el Mensajero de Al·lâh 
						(SAAWS) invocaba a Al·lâh. El Profeta salió de al ka’aba 
						sonriendo y diciendo “doy las gracias a Al·lâh por 
						haberles Guiado al camino recto”.
						
						
						El Mensajero 
						de Al·lâh había dado sus órdenes para matar a diez 
						personas autores de crímenes y traiciones. Dos de ellas 
						se habían refugiado en la casa de Umm Hâni’, hermana de 
						‘Alî. Rechazando el derecho a la protección de una 
						mujer, este último, que les había visto entrar a su 
						casa, pidió a su hermana que se los entregue para 
						matarles porque el profeta lo ordenó. Sin embargo, ella 
						se negó a ello diciendo que están bajo su protección. A 
						lo que respondió ‘Alî: “¿a caso las mujeres tienen 
						derecho de protección?”. La mujer rechazó entregárselos 
						hasta hablar con el Profeta (SAAWS) quien le dijo: 
						“Protegemos a quien proteges Umm Hâni’”. Veis como el 
						Profeta daba a la mujer todos sus derechos sociales 
						catorce siglos antes de que los gobiernos se jactasen de 
						conceder a la mujer el derecho a votar y a ser ministra. 
						Conceder la protección es una postura política, por lo 
						tanto la mujer tenía derechos políticos ante el Profeta 
						(SAAWS). ¡Os dais cuenta!, en aquel tiempo la mujer 
						participó en el juramento de fidelidad y esto es un 
						trabajo político, participó en la guerra que es un 
						trabajo militar y ahora está participando en otro 
						trabajo político, el de la protección, y el profeta lo 
						aceptó aunque era algo extraño para las mujeres.
						
						
						Luego, El 
						Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de Al·lâh 
						sean sobre él- mandó a ‘Ozmân Ibnu Talha 
						para traerle las llaves de la Ka’aba que estaban bajo su 
						guardia. Pues antes de inmigrar a la Medina, el Profeta 
						(SAAWS) le había pedido entrar a la Ka’aba, para cumplir 
						la oración con la gente, pero éste rechazó. Entonces, el 
						Profeta le advirtió que llegará un día en que los tendrá 
						él y no se las dará, entonces ‘Ozmân le respondió que 
						prefiere la muerte antes de que llegue este día.
						
						
						
						Al pedirle 
						las llaves a ‘Ozmân, que ya se había convertido al 
						Islam, contestó que los tiene su madre y fue a traerlos. 
						Momentos después, el hombre regresó diciendo que su 
						madre se negó a dárselas. Entonces, el Profeta –que los 
						rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- envió a ‘Omar a 
						la madre de ‘Ozmân quien no tardó en entregarle las 
						llaves que escondía entre su ropa. Una vez las llaves en 
						sus manos, Al ‘Abbâs se acercó al Mensajero de Al·lâh (SAAWS) 
						y le murmuró: “dame las llaves para guardarlos, 
						Mensajero de Al·lâh, que será un gran honor para 
						nosotros”. “No –respondió el Profeta-, hoy es un día de 
						beneficencia y fidelidad”. ¿Fidelidad a qué? Pues, 
						existía un pacto en la época preislámica conforme al 
						cual se había concedido la guardia de las llaves de la 
						Ka’aba a los Banî Shayba, familia de ‘Ozmân. Así, el 
						Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de Al·lâh 
						sean sobre él- respetaba todos los juramentos y los 
						pactos que tenían buenos objetivos incluso aquellos 
						concluidos con los infieles. El Profeta entregó las 
						llaves a ‘Ozmân diciéndole que nadie podrá quitárselas 
						hasta el Día del Levantamiento, salvo un injusto. Hoy en 
						día, todavía las tienen sus descendientes, incluso 
						después de 1.400 años nadie quitó las llaves a los 
						descendientes de Banû Shayba porque temen ser injustos 
						como señaló el Profeta.
						 
						
						
						La batalla 
						de Hunayn:
						
						
						Todavía en la 
						Meca, el Profeta se enteró de que las tribus de Hawâzin 
						y Zaqîf se preparaban para combatirle, reuniendo veinte 
						mil combatientes. Pensaban que si derrotaran a Mohammad 
						y a Qoraysh -ya debilitada- podrían dominar la península 
						árabe en su totalidad. Entonces, el Mensajero de Al·lâh 
						decidió salir a su encuentro con doce mil combatientes 
						(los diez mil con que vino desde La Medina y dos mil de 
						los nuevos musulmanes). Emprendió esta guerra a los 
						sesenta años de edad. 
						
						
						Nadie pueda 
						pretender que el Profeta hizo una guerra por el solo 
						placer de triunfar o de apoderarse de bienes ajenos. 
						Nunca fue injusto, nunca traicionó, nunca mintió, nunca 
						faltó a un juramento. 
						
						
						El Mensajero 
						de Al·lâh pidió a Safwân Ibn Umayya, comerciante de 
						armas, prestarle trescientos escudos. El hombre, recién 
						convertido al Islam, le preguntó que si se trataba de 
						una orden, porque estaba preocupado por su dinero. Pero 
						el Profeta le aseguró que los iba a devolver. Sin 
						embargo, al acabar la guerra, Safwân se negó a 
						recuperarlos porque era más creyente y no le importaba 
						mucho el dinero.
						
						
						Hawâzin 
						decidió enfrentarse a los musulmanes en un lugar llamado
						Hunayn, a tres días de marcha desde la Meca. 
						Acamparon allí en un valle por el cual las fuerzas de la 
						Meca estaban obligadas a pasar, y se escondieron detrás 
						de los árboles y las rocas. Siendo un comandante militar 
						de mérito, el Mensajero se dio cuenta de esta táctica y 
						pidió a sus compañeros averiguar si había alguna 
						emboscada en este valle. Pero parece que había cierta 
						inclinación entre los musulmanes que estaban seguros de 
						la victoria. El Corán describe su actitud en esta aleya 
						-que puede ser traducida por-: “Y en el día de Hunayn, 
						cuando os asombraba vuestro gran número y sin embargo no 
						os sirvió de nada”. (sura de At·tawba (El 
						Arrepentimiento), 25). Una lección para asimilar a lo 
						largo de la historia, igual que la de Uhud: si 
						faltéis al plan establecido, si paséis por alto las 
						causas materiales de la victoria, no la obtendréis, 
						aunque gocéis de la compañía del Mensajero de Al·lâh 
						–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-. No 
						debe sorprendernos hoy la decadencia que conoce nuestra 
						nación, las invocaciones a Al·lâh son insuficientes, 
						necesitamos acción, paciencia, sacrificios, persistencia 
						y fe en el Mensaje. 
						
						
						El ejército 
						musulmán que se dirigía al encuentro de Hawâzin 
						estaba encabezado por Jâled Ibn Al-Walîd acompañado por 
						mil caballeros. El Profeta (SAAWS), atento, les había 
						enseñado avanzar hacia el valle batallón por batallón y 
						no todos al mismo tiempo. Pues adivinaba la conspiración 
						aunque las noticias lo negaban.
						
						
						Al llegar el 
						tercer batallón al valle, los combatientes de Hawâzin 
						salieron de sus escondites y atacaron a los musulmanes 
						con tanta fuerza que Jâled cayó herido y se desmayó. Los 
						Compañeros que antes de la batalla decían: “no 
						perderemos la guerra hoy porque combatimos con un número 
						enorme”, se encontraron atacados por todas partes. 
						Algunos intentaban subir el valle, otros descendían y, 
						en medio del desorden, marchaban unos sobre otros. El 
						Profeta -que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- 
						no acertaba en reunirlos. Estaba obligado a desvelar su 
						lugar para que la gente acuda a su encuentro, entonces 
						empezó a gritar alto: “soy el Profeta de veras, soy el 
						hijo de ‘Abdulmuttalib.” Viendo el estado del ejército, 
						el Mensajero (SAAWS) empezó a invocar a Al·lâh diciendo: 
						“Al·lâh, Haz que se cumpla Tu promesa, le ruego que nos 
						Concedas la victoria”. El primero en acudir a su 
						encuentro fue Al-‘Abbâs que tenía una voz muy fuerte. 
						Tomó las riendas de la camella del Profeta –que los 
						rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- y empezó a 
						gritar: “venid al Mensajero de Al·lâh”. Pero nadie vino. 
						El Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre 
						él- le dijo: “no es así ‘Abbâs, haz que se acuerden de 
						los días victoriosos. Diles: gente del juramento de al 
						‘aqaba, gente del juramento del Reduán, inmigrantes, 
						medinenses, compañeros que han memorizado la sura de Al-Baqara 
						(La Vaca).”
						
						
						Me imagino 
						que el Profeta (SAAWS) llama hoy a la gente diciéndoles: 
						“vosotros que habéis asistido a mi biografía durante 
						treinta días, que habéis prestado juramento a Al·lâh 
						llorando para protagonizar un renacimiento en vuestro 
						país, ¿qué habéis hecho después de Ramadán?” Es el mismo 
						caso. 
						
						
						La gente 
						convocada por Al-‘Abbâs acudieron sin sus caballos que 
						estaban incapaces de guiar en medio de la muchedumbre. 
						Eran cientos Compañeros que, detrás de Sa‘d Ibn ‘Ubâda, 
						formaron un huracán alrededor del Profeta (SAAWS). 
						Viendo el grupo que se formaba, los demás que habían 
						huido empezaron a volver. El Profeta –que los rezos y la 
						paz de Al·lâh sean sobre él- combatía con valentía hasta 
						el punto de que su espada se rompió en su mano. ‘Alî, 
						que tenía 33 años, cuenta que él mismo y otros 
						compañeros se ponían detrás de él para sentirse 
						protegidos.
						
						
						Se infiltró 
						entre la gente que rodeaban al Profeta (SAAWS) un nuevo 
						musulmán llamado Shayb, hijo de ‘Ozmân Ibn Talha, 
						quien escondía entre sus prendas a un puñal con la 
						intensión de matar al Profeta: “esta es la ocasión, hoy 
						se acabó la magia”, pensando que todo lo anterior fue 
						magia y hoy se acabó. Cuando estaba a punto de cometer 
						su crimen, el Mensajero (SAAWS) dio una vuelta hacia él 
						diciéndole: “Shayb, te deseo el bien y tú quieres el mal 
						para ti mismo.” El hombre quedó sacudido. El Profeta le 
						aconsejó pedir perdón a Al·lâh. Shayb cuenta: “en aquel 
						momento miraba en su cara y mi corazón empezó a sentir 
						amor por él hasta que le quise y dije “atestiguo que no 
						hay más Dios que Al·lâh y que eres Su Mensajero”. 
						Entonces el Profeta le preguntó: “¿Me defenderás?” “Sí”, 
						contestó. Y en seguida, comenzó a combatir con gran 
						valentía. 
						
						
						Los Ángeles descendieron 
						para consolidar a los Compañeros y fueron reveladas 
						estas aleyas -que pueden ser traducidas como sigue-: 
						“Al·lâh os Ha Ayudado en numerosas ocasiones.
						Y en el día de Hunayn, cuando os asombraba 
						vuestro gran número y sin embargo no os sirvió de nada. 
						La tierra, a pesar de su amplitud, se os hizo estrecha y 
						luego, dando la espalda, os volvisteis. Y Al·lâh 
						Hizo Bajar Su sosiego sobre Su mensajero y los creyentes 
						e Hizo Bajar ejércitos que no veíais; y así Castigó a 
						los que no creían. Esa es la recompensa de los 
						incrédulos”. 
						TSQ:
						
						-(Sura At·tawba (El 
						Arrepentimiento), Aleyas: 25 - 26).
						
						
						Los 
						musulmanes triunfaron y derrotaron a Hawâzin y 
						tomaron grandes botines que nunca habían conseguido. El 
						Profeta (SAAWS) empezó a distribuirlos muy generosamente 
						a los recién convertidos y a Abû Sufyân que no pudo 
						llevar solo su parte. Pidió que alguien lo ayudara en 
						ello, pero el Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh 
						sean sobre él- se negó diciéndole que lo lleve por sí 
						solo ya que fue él quien lo quiso. Una lección sobre el 
						valor del dinero cuando es mucho, uno tiene que asumir 
						su responsabilidad.
						
						
						Los 
						medinenses, que no recibieron nada, quedaron 
						sorprendidos. Pensaban que el Mensajero de Al·lâh (SAAWS) 
						se había olvidado de ellos al encontrar a su familia. Su 
						jefe Sa’d Bnu ‘Ibâda se dirigió al Profeta –que los 
						rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- y le dijo: “los 
						aliados dicen que el Profeta encontró a su familia y les 
						había olvidado.” Le respondió: “¿Y tú qué dices?” “digo 
						lo mismo que mi gente”, contestó Sa’d. ¡Veis la libertad 
						de expresión y cómo pudo este último decir esas palabras 
						al líder! El Profeta le dijo: “di a los medinenses que 
						vengan a verme solos y con ellos Abû Bakr”. Luego el 
						Mensajero (SAAWS) les dijo: “!A`nsâr (Aliados del 
						profeta)!, me he enterado de que decís que el Mensajero 
						de Al·lâh encontró a su familia y se olvidó de 
						nosotros.” Contestaron: “Sí, Mensajero de Al·lâh, lo 
						Habíamos dicho.” Entonces el Profeta dijo: “Medinenses, 
						¿No he llegado a vosotros cuando fuisteis desviados y 
						Al·lâh os Ha Guiado? ¿No he llegado a vosotros cuando 
						fuisteis enemigos y Al·lâh Unió vuestros corazones? ¿No 
						he llegado a vuestra tierra cuando fuisteis pobres y 
						Al·lâh os Ha Enriquecido?” Contestaron: “Toda la gracia 
						proviene de Al·lâh y de su Mensajero”. 
						
						
						
						El Profeta 
						–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- dijo: 
						“Medinenses, podréis haberme respondido.” Dijeron: “¿Y 
						que diríamos Mensajero de Al·lâh?” Entonces dijo: 
						“podríais haberme dicho, nos has llegado pobre y Al·lâh 
						te Enriqueció, expatriado y te habíamos alojado, 
						desmentido y te habíamos creído, oprimido y te habíamos 
						consolado.” Los A`nsâr (aliados) bajaron las cabezas y 
						dijeron: “Toda la gracia proviene de Al·lâh y de Su 
						Mensajero”. El Mensajero les dijo: “¿Tenéis 
						resentimiento en vuestros corazones a causa de algunas 
						vanidades de este mundo que con ellos he tratado de 
						atraer unos corazones recién convertidos al Islam y os 
						había dejado para vuestra fe? ¿No seréis satisfechos al 
						ver a la gente entrar a sus casas con camellos y ovejas, 
						y vosotros regresaréis con el Mensajero de Al·lâh (SAAWS)? 
						Juro por Al·lâh, si toda la gente emprenda un camino y 
						que los medinenses emprendan otro, yo seguiré el camino 
						de los medinenses. Al·lâh, Sé Misericordioso con los 
						medinenses, con sus hijos y con sus nietos”. Todos los 
						presentes lloraban hasta mojarse las barbas y dijeron: 
						“somos satisfechos e nuestro destino por tener al 
						Mensajero de Al·lâh (SAAWS)”. 
						
						
						En efecto, el 
						Mensajero volvió con ellos para la eternidad y para 
						hacer de La Medina la más prestigiosa de las ciudades 
						del mundo.
						
						
						Preguntaré a 
						los presentes, queréis poseer los bienes de este mundo o 
						tener al Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de 
						Al·lâh sean sobre él-. Estamos en la misma situación y 
						la elección está siempre planteada.
						
						
						Al final de 
						la batalla de Hunayn, el Mensajero preguntó por 
						Jâled y se enteró de que tiene fiebre a causa de sus 
						heridas. Fue a su encuentro y empezó a soplar en sus 
						propias manos y a pasarlos por encima de las heridas de 
						Jâled y le sonríe diciéndole: “levántate, eres una de 
						las espadas de Al·lâh.” Jâled cuenta que ha sido curado 
						enseguida.
						
						
						Veis cómo 
						esta gente quiere al Profeta –que los rezos y la paz de 
						Al·lâh sean sobre él-. ¿Lo queréis del mismo modo? La 
						aleya –que puede ser traducida así- dice: “Y sabed 
						que entre vosotros está el Mensajero de Al·lâh” 
						(sura Al-Hoÿorât (Los Aposentos Privados): 7) ¿Cómo está 
						entre nosotros? Está con su amor, sus invocaciones para 
						nosotros, sus grandes virtudes morales permanecidas como 
						ejemplo, el precioso tesoro de su biografía, su 
						misericordia, está con nosotros porque cada jueves 
						nuestras obras se exponen ante él, da las gracias a 
						Al·lâh por las buenas de entre ellas y suplica a Al·lâh 
						perdonarnos por las malas. Está con nosotros porque ha 
						dicho antes de que falleciera: “echo de menos a mis 
						hermanos”, sus compañeros respondieron: “¿nosotros?”, el 
						Profeta dijo: “vosotros sois mis compañeros, en cuanto a 
						mis hermanos, son los que vendrán después de que 
						falleciera y no me han visto”. La aleya –que puede ser 
						traducida como sigue lo resume todo: “Es verdad 
						que os ha llegado un Mensajero salido de vosotros 
						mismos; es penoso para él que sufráis algún mal, está 
						empeñado en vosotros y con los creyentes es benévolo y 
						compasivo.” (sura At·tawba (El Arrepentimiento): 
						128). 
						
						
						A finales del octavo año 
						de la hégira, el Mensajero de Al·lâh volvió a la Medina 
						y recibió a delegaciones procedentes de todas partes del 
						mundo para declarar su conversión al Islam. El Mensajero 
						era paciente y trató de comunicar su mensaje sin 
						traición ni rodeos. Así, la aleya vino a decirle: “Cuando 
						llegue la victoria de Al·lâh y la conquista, y veas a la 
						gente entrar por grupos en la adoración de Al·lâh. 
						Glorifica a tu Señor con Su alabanza y pídele perdón. Él 
						siempre Acepta a quien a Él se vuelve.” (sura
						
						An·nasr 
						(La 
						Victoria), 1,2,3). Al revelarse estas aleyas lloró Abû 
						Bakr A·ssiddîq, ya que estas aleyas significan que el 
						mensaje está listo para las demás generaciones –para que 
						nos encarguemos nosotros de él-. El Profeta ya cumplió 
						con su deber. 
						 
						
						
						
						La batalla de Tabûk:
						
						
						Hacia el año 
						9 de la hégira, un año antes e la muerte del Mensajero 
						–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él. La 
						última batalla que llevó a cabo fue la de Tabûk, una 
						región situada a unos mil kilómetros de La Medina, en 
						las fronteras con Siria. Sus servicios de inteligencia 
						le informaron que los bizantinos y los ghasaníes se 
						preparaban para combatirle. Teniendo siempre el espíritu 
						de la iniciativa, dio sus órdenes para que todas las 
						tribus recién convertidas al Islam salieran con él a 
						Mu’ta. No hubo combate en esta batalla. Pero ¿Por qué se 
						produjo? Para ser una línea decisiva en la vida de cada 
						compañero y hacerle saber si estaba dispuesto a hacer 
						sacrificios para el Mensaje del Islam. Esta batalla fue 
						una de las más duras pruebas, fue una lección para ellos 
						y para nosotros también. Al·lâh Descendió toda una sura 
						llamada At·tawba (El Arrepentimiento) para distinguir 
						las personas que viven para Su Mensaje de los demás. La 
						batalla de Tabûk planteaba esta pregunta: “¿Viviréis 
						para el Mensaje después del Profeta (SAAWS)?” Y el 
						episodio de hoy plantea esta pregunta: “¿Viviréis para 
						el Mensaje después de Ramadán?”
						
						
						Tabûk no era 
						una batalla militar sino una batalla en el interior de 
						cada uno con sí mismo. Era una dura prueba. En el mes de 
						agosto, en pleno desierto, transcurrían mil kilómetros 
						dejando atrás, en La Medina, los frutos que todavía no 
						se han recolectado, es decir, que debían partir sin 
						provisiones. Cada tres personas montaban en alternancia 
						sobre una bestia. El Mensajero (SAAWS) les instó a cada 
						uno llevar dos pares de calzados porque la marcha fue 
						larga. Por ello, esta batalla recibió también el nombre 
						de Al-‘Usra (el apuro), Al·lâh Dijo: “Al·lâh Ha 
						Vuelto al Profeta, a los inmigrantes y auxiliares 
						(medinenses) que siguieron en una hora de apuro” 
						(sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 117).
						
						
						Os planteo la 
						siguiente pregunta: ¿Qué vamos a hacer después del 
						Ramadán, reanudaríamos nuestras buenas costumbres y 
						viviríamos para nosotros mismos? La batalla testificará 
						para nosotros el Día del Levantamiento igual como lo 
						hizo para los compañeros del Profeta.
						
						
						Eran treinta 
						mil personas los que acompañaron al Mensajero de Al·lâh 
						–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- en esta 
						batalla. ¿Cuántos de entre vosotros se dedicarán al 
						renacimiento de la Umma (nación) después de Ramadán?
						
						
						La batalla 
						tenía también otra ventaja, la de permitir a los 
						compañeros del Profeta vivir cerca del Mensajero de 
						Al·lâh (SAAWS) durante cincuenta días de hambre y sed 
						para poder transmitirnos su tradición. 
						
						
						
						El profeta se 
						dirigió a la gente diciéndoles: “desembolsad dinero para 
						equipar al ejército”. La mayoría eran pobres, entonces 
						‘Ozmân Ibnu ‘Affân dijo: “ofrezco mil camellos con su 
						comida y armas”, el profeta descendió de su almimbar 
						sonriendo a ‘Ozmân y dijo otra vez: “¿Quién quiere 
						desembolsar por Al·lâh?” ‘Ozmân se levantó de nuevo: 
						“ofrezco otros mil camellos con su comida y armas”. El 
						profeta dijo por tercera vez: “¿Quién puede equipar el 
						ejército de al ‘Usra?”, ‘Ozmân dijo: “ofrezco 300 
						camellos con su comida y armas”. ‘Abdur·rhmân Ibnu ‘Awf 
						ofreció 200 onzas de plata, ‘Omar ofreció 3000 dirhams y 
						el profeta le preguntó: “¿qué has dejado para tu 
						familia?”, “les dejé la mitad y te ofrecí la mitad”, 
						respondió. Abû Bakr ofreció todas sus reservas que eran 
						4000 dirhams y cuando el profeta le preguntó qué había 
						dejado a su familia, le respondió: “les dejé Al·lâh y Su 
						Mensajero”. 
						
						
						Los pobres 
						también participaron con cebada, dátiles, etc. Los 
						hipócritas empezaron a decir que los ricos hacen 
						ostentación de su dinero y se burlaron de las donaciones 
						de los pobres que fueron pocas. Al·lâh los menciona en 
						esta aleya –que puede ser traducida como sigue-: 
						“Quienes hablan mal de los creyentes que dan 
						espontáneamente y de los que no cuentan sino con el 
						límite de su capacidad y se burlan de ellos, Al·lâh
						Se Burlará a su vez de ellos y tendrán un castigo 
						doloroso.” (sura de At·tawba, (la Retractación), 
						79).
						
						
						Una vez listo el ejército, 
						el Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre 
						él- dio sus órdenes para empezar la marcha y pidió a 
						‘Alî que permanezca en La Medina. Los hipócritas no 
						dejaron pasar esta ocasión para decir que el Profeta (SAAWS) 
						descartó a ‘Alî porque le encuentra pesado; entonces 
						este último cogió su espada y siguió al Profeta 
						pidiéndole que vaya con él y le contó lo que dicen en la 
						Medina. Entonces el Mensajero de Al·lâh le dijo: “te han 
						mentido ‘Alî, juro por Al·lâh que te dejé para cuidar de 
						mi familia, de la tuya y de la Medina. ¿No quieres ser 
						para mí como 
						Hârûn 
						(Aarón) para Mûsâ 
						(Moisés)? Sin embargo no habrá otro profeta después de 
						mí”; con ello, ‘Alî volvió a La Medina. Al enterarse de 
						la salida del ejército musulmán, las tropas romanas 
						retrocedieron por miedo a enfrentarles. ¿Entonces, para 
						qué sirve continuar el avance? Pues el arcángel Ÿibrîl 
						(Gabriel) lo recomendó para distinguir a los hipócritas 
						de los verídicos. Al·lâh, Enaltecido sea, Dijo: “Los 
						que se quedaron atrás (sin participar en la 
						batalla de Tabûk) se alegraron de haberse quedado en 
						casa en contra del Mensajero de Al·lâh. Les repugnaba 
						luchar por Al·lâh con sus personas, 
						riquezas y dijeron: No salgáis a la guerra con el calor.
						Diles: El fuego del infierno es aún más caliente, si 
						entendieran. Así, que rían, pues, un poco. Ya llorarán y 
						mucho como retribución de lo que han cometido.” 
						(sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 81-82)
						
						
						¡Por Dios que 
						las aleyas de la sura del Arrepentimiento duelen! Un 
						hipócrita llamado Alÿidd Ibnu Qays vino para pedir 
						permiso del Profeta (SAAWS) para quedarse en La Medina 
						por temor a ser seducido por las mujeres romanas. La 
						siguiente aleya revela que esta persona fue seducida 
						antes de tomar las sendas del Ÿihâd. Al·lâh, Enaltecido 
						sea, Dice: “Hay algunos de ellos que dicen: 
						exímenos de la guerra, no nos expongas a la tentación, 
						¿no han caído ellos ya?, pero el infierno rodeará a los 
						incrédulos”. Luego viene en otros versículos 
						dirigidos a los creyentes: “Di: Si preferís 
						vuestros padres, vuestros hijos varones, hermanos, 
						esposas, vuestra tribu, los bienes que habéis adquirido, 
						el negocio por cuya falta de beneficio teméis, las casas 
						que os satisfacen, a Al·lâh, a Su mensajero y a la lucha 
						en Su causa, esperad a que venga Al·lâh con Su 
						orden. Al·lâh no Guía al pueblo perverso”
						(sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 24). 
						
						
						
						¿No estamos 
						asistiendo a la misma situación en el último siglo? Qué 
						es lo que nos va a pasar si optamos por los primeros: 
						debilidad, deterioración, problemas sociales y la lista 
						sigue larga. Al·lâh , Enaltecido sea, Dice en el noble 
						Corán –lo que puede ser traducido como sigue-: 
						“¡Creyentes! ¿Qué os pasa? ¿Por qué cuando se os dice: 
						Salid a luchar por la causa de Al·lâh, permanecéis 
						aferrados a la tierra? ¿Acaso os complace más la vida de 
						este mundo que la Última? ¿Qué es el breve disfrute de 
						esta vida comparado con la Última, sino bien poco? 39- 
						Si no salís a luchar, Él os Infligirá un doloroso 
						castigo. Hará que otro pueblo os sustituya, sin que 
						podéis causarle ningún daño. Al·lâh Es 
						Omnipotente.» (TSC, At-Tawba, (La 
						Retractación), 38-39).
						
						
						“Salid a luchar por la 
						causa de Al·lâh”
						
						no significa sólo hacer la 
						guerra sino también reformar y llevar la antorcha del 
						mensaje en cualquier circunstancia. Estas palabras 
						fueron reveladas un año antes de la muerte del Profeta 
						–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-.
						
						
						El ejército 
						llegó a Tabûk pero no hubo ninguna guerra. El Profeta (SAAWS) 
						ordenó a Jâled Ibn Al-Walîd traer a Okaydar, rey de una 
						tribu vecina a los romanos y le dijo que le encontrarás 
						cazando vacas. En efecto, Jâled salió para esta misión 
						encabezando a 400 caballeros. Permanecieron cerca de su 
						fortaleza tres días esperando su salida, y sucedió que 
						unas vacas salvajes vinieron para rozar su piel con las 
						murallas de la fortaleza. Okaydar que era un fanático de 
						la caza salió para cazarlos pese al campamento de los 
						musulmanes delante de la ciudad. Al abrir la puerta de 
						la fortaleza, las vacas huyeron en dirección de Jâled y 
						así pudo detener a Okaydar cuyo amor por la caza le 
						condujo a las manos de los musulmanes. Este último firmó 
						un pacto de paz con el Profeta –que los rezos y la paz 
						de Al·lâh sean sobre él- en virtud del cual se 
						comprometió a no entrar en guerra con el Mensajero de 
						Al·lâh. Además, regaló al Profeta (SAAWS) una magnífica 
						capa hecha de seda y oro. Los compañeros pobres 
						empezaron a contemplarla con admiración. El Profeta les 
						preguntó: “os gusta”. “Nunca hemos visto algo semejante” 
						le contestaron. Entonces el Profeta les contestó: “Juro 
						por Al·lâh que las servilletas de Sa’d Bnu Mo’âdh en el 
						Paraíso son mejores que ésta”. Para el Mensajero de 
						Al·lâh, el paraíso es mil veces mejor.
						
						
						En el camino 
						de vuelta, ‘Abdul·lâh Dhi-l Biÿâdayn que volvía con 
						ellos era un joven de 23 años. Es de origen de una 
						ciudad llamada Mudhayna y fue el primero en abrazar el 
						Islam en ella a los 16 años. Su nombre, antes de 
						convertirse al Islam, fue ‘Abdu-l-‘uzzâ, fue uno 
						de los ricos de la ciudad y su tío le sustentaba porque 
						sus padres habían muerto. Durante la emigración de los 
						musulmanes a la Medina este último abrazó el Islam y lo 
						ocultó durante 3 años hasta que su tío lo abrace, pero 
						cuando tardó en ello se fue a su tío y le dijo: “has 
						tardado mucho tío, y ya no puedo seguir lejos el 
						profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él. 
						Te hago saber que testimonio que no hay más dios que 
						Al·lâh y que Mohammad es Su Mensajero”. Al oírle decir 
						esto, su tío se enfureció y le amenazó con prohibirle su 
						dinero. su sobrino le contestó “lleva lo que quieras, 
						juro por Al·lâh que no cambiaré al profeta con nada en 
						este mundo”, su tío le quitó también su ropa y quedó sin 
						nada. Encontró un saco tirado en el suelo, lo cortó en 
						dos y cubrió su cuerpo y llegó al profeta en este 
						estado. Al verle, el profeta le preguntó la razón por la 
						que estaba vestido de esta forma y le contó su historia. 
						El profeta se alegró mucho y le dijo: “tú no eres ‘abdu-l-‘uzzâ, 
						sino ‘Abdul·lâh Dhi-l Biyâdayn (de dos sacos).
						
						
						En el camino 
						de vuelta de la batalla de Tabûk pidió al Profeta que 
						rogara a Al·lâh para morir como mártir. El Profeta (SAAWS) 
						le explicó que el martirio no está vinculado tan sólo 
						con el combate, porque una persona que sale por la causa 
						de Al·lâh y muere en el camino de fiebre es un mártir. 
						¿Sabéis que un estudiante que se dirige a su universidad 
						en busca de la satisfacción de Al·lâh, y que muere en 
						camino, tiene el mismo mérito que un mártir?
						
						
						‘Abdul·lâh 
						Ibnu S·sarh cuenta que en una noche fría en el 
						camino de vuelta y mientras todo el mundi dormía, vio a 
						Abû Bakr y ‘Omar cogiendo una lámpara para el Profeta (SAAWS) 
						que cavaba con sus propias manos la tierra. Al verle se 
						indignó por la actitud de Abû Bakr y ‘Omar, y les dijo: 
						“¿Cómo podéis dejar al Profeta cavar con sus propias 
						manos y vosotros de pie mirándole”. El Profeta (SAAWS) 
						levantó su cara con sus ojos llenos de lágrimas y le 
						explicó que quería cavar con sus propias manos la tumba 
						de ‘Abdul·lâh Dhi-l Biÿâdayn quien falleció por la 
						fiebre. Luego, el Profeta se acostó unos ratos en la 
						tumba para que sea un lugar de descanso y misericordia 
						para él hasta el Día del Levantamiento. Antes de inhumar 
						el cadáver, el Profeta (SAAWS) abrazó muy fuerte el 
						cuerpo de ‘Abdul·lâh y lloró con amargura, luego le 
						enterró rogando a Al·lâh que Esté Satisfecho de él y 
						repitiendo que él está satisfecho de él. Era muy 
						cariñoso.
						
						
						Al llegar el ejército a la 
						Medina, los hipócritas se precipitaron para presentar 
						sus sutiles pretextos al Profeta –que los Rezos y la Paz 
						de Al·lâh sean sobre él- en la mezquita. Entre las 
						personas que permanecieron en La Medina, había Ka’b Ibn 
						Mâlek, un compañero que no salió con el Profeta pero 
						tampoco es un hipócrita porque había participado en 
						batallas anteriores. La razón por la que Ka’b no salió 
						con el ejército era que aplazaba cada día los 
						preparativos para el día siguiente y cuando el ejército 
						empezó su marcha, se vio incapaz de seguirle. Al pasear 
						por las calles de La Medina, sólo encontraba a los 
						incapaces de combatir (por razones físicas), a los 
						hipócritas, a los niños o a hombres que estaban 
						encargados de algo, como era el caso de ‘Alî. Entonces, 
						empezó a pensar en alguna mentira, como hicieron los 
						hipócritas que pidieron el perdón del profeta, para no 
						suscitar su furia (SAAWS). Cuando llegó su turno para 
						presentarle sus excusas, decidió no decir más que la 
						verdad, igual que dos hombres que habían asistido a la 
						batalla de Badr: Hilâl Ibnu Umayya y Bnu Abî R-rabî’. Al 
						escucharles, el Profeta dio sus órdenes para que nadie 
						les hablara durante cincuenta días, un período igual que 
						el de la marcha del ejército. Eran los días más largos 
						de la vida de los tres hombres. Al·lâh, Enaltecido sea, 
						Dice –lo que puede ser traducido como sigue-: “Y 
						también lo hizo con los tres que se habían quedado atrás 
						y llegó un momento en que la tierra, a pesar de su 
						vastedad, se les resultó estrecha y sus propios 
						espíritus se angustiaron también, y creyeron que no 
						había más refugio contra Al·lâh que Él mismo. Luego se 
						volvió a ellos para que se arrepintieran. Es cierto que 
						Al·lâh es El muy Misericordioso, el más Compasivo.”
						
						(sura
						At·tawba 
						(El Arrepentimiento), 118).
						
						
						Imaginad que 
						el Profeta esté enojado con alguien por haberse negado a 
						seguir su camino. Su enfado pesaría y dolaría al alma de 
						un creyente. Ka’b sufría tanto porque nadie le hablaba 
						en la ciudad hasta el punto de subir el muro de su 
						primo, que era su vecino y sólo les separaba ese muro, y 
						le dijo: “Abû Qatâda, ¿sabes que quiero a Al·lâh y a su 
						Mensajero? pero en vano ya que no le contestó. En este 
						momento, Ka’b empezó a llorar y llorar y mientras pasaba 
						por el zoco, un mensajero de los Gasaníes le transmitió 
						una invitación de su rey para incorporarse a él, puesto 
						que el Mensajero (SAAWS) le había marginado. Esta 
						invitación ofendió mucho a Ka’b, ya que sabía que la 
						marginación de los musulmanes suscitó las codicias de 
						los enemigos del Islam. Entonces quemó el mensaje. En el 
						cuarenta día, el Profeta (SAAWS) envió a un mensajero a 
						Ka’b para ordenarle que no se acerque a su mujer. 
						Entonces decidió enviarla a la casa de sus padres hasta 
						que se solucione el problema. La mujer de Hilâl Ibnu 
						Umayya se fue al Profeta y le pidió que le dejara 
						responder a las necesidades de su marido porque era un 
						anciano. El Profeta aceptó con la condición de que no se 
						acercara a ella. Ella respondió: “juro por Al·lâh que no 
						hace otra cosa más que llorar, hasta tal punto que temo 
						que pierde la vista”.
						
						
						¿Sabréis 
						manteneros en el buen camino después de Ramadán? ¿Qué 
						habéis hecho para el Islam? ¿Cuántos años no habéis 
						seguido el camino del Profeta –que los rezos y la paz de 
						Al·lâh sean sobre él- para calcular cuantos años no se 
						fijaría en vosotros? 
						
						
						Pasados cincuenta días, 
						fueron reveladas las últimas aleyas de la sura del 
						Arrepentimiento –que puede ser traducida como sigue: 
						“(117) Al·lâh se Ha Vuelto en favor del Profeta, de 
						los que emigraron y de quienes les auxiliaron (los 
						medinenses), aquéllos que le siguieron en las horas 
						difíciles después de que los corazones de una parte de 
						ellos habían estado a punto de desviarse y Al·lâh se 
						Volvió a ellos... Es cierto que fue Clemente y 
						Compasivo. (118) Y también lo hizo con los 
						tres que se habían quedado atrás y llegó un momento en 
						que la tierra, a pesar de su vastedad, se les resultó 
						estrecha y sus propios espíritus se angustiaron también, 
						y creyeron que no había más refugio contra Al·lâh que Él 
						mismo. Luego se Volvió a ellos para que se 
						arrepintieran. Es cierto que Al·lâh Es El muy 
						Misericordioso, el Más Compasivo. ¡Vosotros que creéis! 
						Temed a Al·lâh y permaneced con los sinceros.”
						
						(sura
						At·tawba 
						(El Arrepentimiento), 117-118-119).
						
						
						
						El versículo 
						llegó al Profeta en el último tercio de la noche, así 
						que él lo leyó en la oración del alba, sus compañeros 
						estaban rezando, y cuando lo escucharon se pusieron 
						contentos. ¡Mirad a la gente que escucha lo que dice el 
						Profeta! Se alejó de ellos por 50 días pero todavía le 
						querían.
						
						
						Cualquier 
						sociedad con estas virtudes morales tiene que triunfar. 
						Después de que el Profeta terminó su oración, informó a 
						los compañeros que Al·lâh había perdonado a Ka’b Ibnu 
						Mâlek, la gente salió de la mezquita corriendo a las 
						casas de los tres, Ka’b dice: “Un hombre que había 
						rezado el alba en el techo de su casa, subió hasta la 
						montaña, y llamó: ¡Oh Sa’d Ibnu Mâlek, alégrate!”. 
						Entonces Sa’d dijo: “un hombre me está llamando por mi 
						nombre, y me prosterné agradeciendo a Al·lâh (o sea que 
						el profeta levantó el castigo). Otro hombre fue a ver a 
						Ka’b con su caballo, pero la voz del hombre era más 
						veloz que el caballo. Cuando llegó el hombre que me 
						llamó desde la montaña le dije: “Te juro que voy a 
						premiarte”. Y me quité mi vestido, el único que tenía, y 
						se lo di. Salí de prisa hacia la mezquita, la gente que 
						me encontraba en el camino, me saludaba y se felicitaba, 
						porque Al·lâh Aceptó mi arrepentimiento”.
						
						
						Ka’b fue a 
						encontrar al Profeta quien, contento por su visita, le 
						invitó a sentarse cerca de él para informarle que Al·lâh 
						Está Satisfecho de él. Acordaos que es el día más feliz 
						de la vida de un ser humano, ¿y tú? ¿Cuál fue el día más 
						feliz de tu vida? ¿Al ser padre, o al recibir un 
						incentivo en el trabajo o cuando te has casado? El día 
						más feliz de tu vida es el día en que Al·lâh Acepte tu 
						arrepentimiento y Haga que sigas los pasos del bien 
						amado para servir al mensaje.
						
						
						Ka’b reconoció que la 
						verdad es la que le salvó y prestó juramento para no 
						mentir más en su vida. Al·lâh, Enaltecido Sea, Dijo 
						respecto a los hipócritas -lo que puede ser traducido 
						como sigue-: “Si hubieran querido ir a la guerra, 
						se habrían preparado para ello. Pero a Al·lâh
						no Ha Aprobado su marcha. Les Ha Infundido pereza y 
						se les Ha Dicho: ¡Quedaos con los que se quedan!”
						
						(sura At·tawba (El 
						Arrepentimiento), 46).
						 
						
						
						
						Conclusión:
						
						
						¿A qué tipo 
						de gente perteneces? ¿Eres una persona que lleva el 
						Mensaje del Islam y lo transmite? ¿De los que se 
						arrepientan y buscan el modo idóneo para servir el 
						Islam? ¿O de aquellos que Al·lâh Hizo perezosos para 
						permanecer con los demás? Siempre habrá tres categorías. 
						Vivid para el mensaje tras el mes de Ramadán: buscad la 
						reforma de la tierra y haced algo para el Islam. 
						
						
							- 
							
							
							Leed la 
							sura del Arrepentimiento, que te preguntará: ¿A qué 
							grupo perteneces? A los que protegen al Profeta, se 
							arrepientan y dicen: ¡Oh Señor! Trabajaré por Ti, 
							buscaré algo para servir al Islam, y reformaré la 
							tierra. O ¿eres de los que se quedaron con los 
							demás?
							 
 
						
						
						¡Oh 
						hermanos!, hay gente que sigue diciendo: “yo no voy a 
						hacer nada” hasta que Al·lâh les Dice: “No quiero nada 
						de vosotros”. Y hay gente que sigue llorando diciendo: ¡Oh 
						Señor!, Haz que haga algo, hasta que Al·lâh les Ayuda y 
						Haga que trabajen para Él. Hay gente creyente que sigue 
						trabajando en la reforma de esta tierra, y llevan el 
						mensaje del profeta hasta que lleguen a ser sus 
						compañeros en el Paraíso.
						
						
						El episodio 
						de hoy se acabó. La lección es muy clara. Tienes que 
						vivir por el mensaje de Al·lâh después del Ramadán, y 
						debes ser portador del mensaje divino en esta vida.
						
						
						Espero que 
						este episodio -aunque es muy difícil, lleno de detalles- 
						os ha transmitido la historia de Sa’d Ibnu Mâlek. 
						Intenta ponerte en su lugar.
						
						
						Mañana tendrá 
						lugar el último episodio, el más delicado y el más 
						difícil. Es muy duro hablar de los últimos momentos 
						después 30 días de amor, ternura y delicadeza con el 
						profeta -que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre 
						él-, suplico Al·lâh, Bendito y Enaltecido sea, que 
						Acepte nuestras acciones y que Esté Satisfecho de 
						nosotros.
						
 
							
								
								
								
								
								
								Al∙lâh=
								
								
								significa Dios. Es 
								el Nombre Más Grande que ostenta el Único 
								Creador que posee todos los atributos propios de 
								la divinidad, tal como fue revelado en el Qor´ân.
 
							
								
								
								
								
								(SAAWS):
								Sal·la Al·lâhu Alayhi 
								Wa Sal·lam: Los Rezos y la Paz de
								Al∙lâh 
								sean sobre él, que es explicada por los ulemas 
								como sigue:
								
								
								Sal·la 
								Al·lâhu Alayhi: 
								significa que le cubra con su misericordia…El 
								motivo de traducirlo literalmente es porque 
								estas palabras son repetidas por los musulmanes 
								de todo el mundo, siguiendo el precepto divino 
								de decir esta expresión siempre que se mencione 
								al Profeta, en la llamada a la oración (Al Âdhân) 
								o en cualquier circunstancia, como veneración 
								concedida por Al·lâh a Su último Mensajero, que 
								ha sido enviado a toda la humanidad. 
								Wa sal·lam:
								
								significa: y 
								derrame Su Paz sobre él.