En El Nombre
de Al·lâh,
El Más compasivo, el Muy Misericordioso, Señor del
Universo,
Y que los
Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre Su mensajero Mohammad
(SAAWS)
Este
episodio es el penúltimo. En verdad separarse de narrar
la biografía del Profeta va a resultar muy difícil. Y lo
he dicho muchas veces, imaginen cuánto es duro alejarse
de la ciudad del Profeta (SAAWS), para los que vuelven a
sus países. Pero lo podemos compensar únicamente
siguiendo sus pasos y obrar como él hasta el día en que
le encontraremos en el Paraíso, si Al·lâh (SWT)
Quiere.
Antes de
comenzar el episodio de hoy, tengo dos observaciones. La
primera: hay mucha gente que piensa que después de la
noche del 27 de Ramadán, todo se acaba y agradecen a
Al·lâh porque el mes ha terminado. Entonces empiezan a
relajarse, y piensan que todo ha terminado como ha
acabado la oración de Tarâwîh. Pero yo os
digo que nadie sabe cuándo nuestro Señor nos Abre las
puertas de Su misericordia, así que las últimas noches
del Ramadán o sus últimos momentos podrían ser los
momentos del perdón.
Es posibles
que tú llevas todo el mes de Ramadán invocando a Al·lâh
tocando las puertas de su Misericordia, pero puede que
sólo se te abran el último día antes de la llamada de la
oración de Al Maghreb (a la puesta del sol).
Nadie sabe cuándo será. Entonces no paras de hacerlo,
sigue invocando a Al·lâh. Preguntad a los dueños de
empresas y a los empleados que trabajan el mes entero
¿Cuándo cobran su salario? Sólo lo reciben al final del
mes. Así pasa con el empleado que trabaja muy bien
durante todo el mes, pero si en los últimos dos días
empieza a actuar con pereza, el resultado será
descontarle del salario. Quien quiere alcanzar el perdón
y la misericordia de Al·lâh tiene que trabajar hasta el
último momento. ¿Quién sabe? Puede que uno o una de los
que nos están escuchando ahora, deciden esforzarse hoy,
mañana y pasado mañana, y así superarán a los que
empezaron a esforzarse desde el comienzo del mes de
Ramadán, pero que se han relajado al final del mes.
¡Oh hermanos!
Tened que esforzaros sin perder ni un solo minuto porque
los próximos minutos serán de misericordia. Aunque
termine la noche del 27, nosotros trabajaremos y nos
esforzaremos hasta el último día, con la esperanza de
que Al·lâh, si Quiere, nos Proteja y Perdone en los
próximos días.
La segunda observación:
mucha gente dice que el programa es de 30 episodios que
pasarán durante los 30 días del Ramadán. Casi la
totalidad de esa gente ha seguido la mayoría de los
episodios, cuyos significados eran muy profundos. Por
eso temen haber perdido alguna que otra lección en estos
episodios. De hecho, yo os aseguro que si Al·lâh Quiere,
a partir del primer martes después de Ramadán volveremos
a emitir todos los episodios por su gran importancia, y
por ser un tesoro, no por la persona que los ha
presentado sino porque es la biografía del Profeta –que
los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él- que merece
ser repetida, repasada e inculcada en las mentes. Así
que la vamos a transmitir cada semana más de una vez.
Entonces cada episodio pasará durante una semana, no
sólo un día. Con lo que puedes vivirlo, entenderlo y
llevar a cabo las lecciones que sacas de cada uno cada
semana. Serán emitidos en el canal vía satélite Iqra´
en los antiguos horarios, o sea, el martes a las 21h, y
serán repetidos el miércoles y el viernes. Así podemos
concentrarnos en sus significados; y también si Al·lâh
Quiere, van a salir unos videos, cintas y libros, todos
traducidos al inglés y francés.
El episodio está compuesto de tres partes:
1- El período
posterior a la conquista de la Meca y lo que hizo el
Profeta durante este período que sólo duró 19 días.
2- La batalla
de Hunayn
3- La batalla
de Tabûk
Existen
varios sucesos, por eso acabaremos en la batalla de
Tabûk y mañana hablaremos de la peregrinación de
despedida y la muerte del Profeta -que los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre él.
En los
anteriores episodios, siempre os decía al final que
mañana habrá una sorpresa, como en los episodios de la
caverna de Hirâ’ y de Zur. Otras veces os
decía que el episodio de mañana será muy bonito, como la
conquista de la Meca. Pero hoy os digo que el episodio
de mañana será el más duro, que Al·lâh nos Ayude mañana,
no obstante estará lleno de significados importantes, y
por eso os digo: "¡Tenéis que verlo!, no por ser el
episodio más duro, sino que va a tener significados
importantes como de amor, confianza y la fuerte unión
con el Profeta de Al·lâh (SAAWS)."
Nuestro
objeto mañana no será de ponernos tristes, sino el de
lograr una relación muy fuerte con nuestro Profeta
incluso en los momentos de su muerte.
Empezaremos con lo que hizo el Profeta en la Meca tras
su conquista.
El Mensajero
de Al·lâh (SAAWS) entró en la Meca en el mes de Ramadán
del año 8 de la hégira. No tenía una casa ahí, ya que su
primo, ‘Uqayl Bnu Abî Lahab, se había apoderado de la
suya en su ausencia y la vendió, por eso el Profeta se
alojó en una tienda durante 19 días.
Quiero
insistir en este significado: el Profeta no quiere tomar
por la fuerza la casa de uno de sus enemigos derrotados.
Esta biografía no está dirigida únicamente a los
musulmanes, sino al mundo entero para que saque
lecciones de ella.
El
comportamiento del Profeta (que los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él) con sus enemigos:
¿Cómo trató
el Mensajero de Al·lâh -SAAWS- a sus enemigos de la
Meca, los jefes que le habían combatido, que habían roto
sus compromisos con él y que habían matado a sus
mejores amigos y personas que más quería?
Empezaremos
por ‘Ikrima Ibn Abî Ÿahl que estaba seguro de que el
Profeta (SAAWS) le iba a matar en cuanto le detenga.
Huyó a Ÿedda para embarcarse hacia cualquier lugar. Su
mujer, que permaneció en la Meca, se acercó al Profeta (SAAWS)
y le dijo: “Mensajero de Al·lâh (SAAWS), ‘Ikrima es uno
de los nobles del país, ¿puede garantizarle su
seguridad? El Profeta, misericordioso, le contestó: “Sí,
se la garantizo”. La mujer se precipitó para alcanzar a
su marido cuando estuvo a punto de embarcarse y le
comunicó el perdón del Mensajero de Al·lâh (SAAWS), y
regresó con ella a la Meca. Al verle, el Profeta dijo a
sus compañeros: “‘Ikrima se convirtió al Islam y viene
hacia vosotros, no insultéis a su padre. Los insultos no
llegan a los muertos pero dañan a los vivos”.
‘Ikrima
vertió sus lágrimas ante el Mensajero quien se quitó su
capa y la puso sobre el suelo para invitarle a sentarse.
¡Qué bondad es ésta!, ¡veis cómo es la moral de quien
busca la reforma, el amor y la paz! El hombre le
preguntó al Mensajero: “¿a qué llamas Mohammad?, le
pregunta esto después de combatirlo durante 20 años, el
profeta le respondió: “llamo a reforzar los vínculos
familiares y por eso te hemos aceptado, a las buenas
virtudes morales, a rezar y al monoteísmo”. Entonces
‘Ikrima le dijo: “juro por Al·lâh que esto está bien” y
se convirtió al Islam y prometió al profeta gastar más
dinero y esfuerzo para el Islam de lo que gastaba antes
en contra suya. Murió como mártir en la batalla de Al
Yarmûk .
Otro ejemplo
es el de Safwân Ibn Umayya, hijo de Umayya Ibnu Jalaf,
quien torturaba a Bilâl y que se ausentó en el tratado
de Al Hodaybiyya. ‘Umair Ibn Wahb se
acercó al Profeta (SAAWS) para pedirle que perdone a
Umayya. El Profeta aceptó dándole su turbante como
garantía para que nadie le dañe. Al volver a la Medina,
Safwân se convirtió al Islam.
Hind Bintu
‘Otba, esposa de Abû Sufiyân, una de los peores enemigos
del Profeta –que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre
él- quien planeó el asesinato de Hamza, tío del
querido Profeta. Disfrazada con un velo que le cubría la
cara para no ser descubierta, entró con las mujeres para
prestar juramento de fidelidad al Mensajero de Al·lâh (SAAWS)
que les estaba dictando las cláusulas de dicho
juramento: “jurad no asociar a otro dios con Al·lâh, no
robar, ni fornicar…”
Al oírle
decir no asociar a nadie con Al·lâh dijo: “si los ídolos
tenían algún poder, nos habrían defendido hoy”. Al
segundo orden, dijo sin darse cuenta: “Abû Sufiyân es un
hombre tacaño, ¿Puedo tomar algo de su dinero sin que lo
note? El Mensajero de Al·lâh la reconoció y le preguntó:
¿Eres Hind Bintu ‘Otba? “Sí, ¿Me perdonas?”, contestó.
El Mensajero de Al·lâh le concedió el perdón y prosiguió
con las cláusulas del juramento. Cuando dijo: “No
fornicar”, Hind replicó de nuevo: “¿Una mujer libre
puede fornicar?”. Pues en la sociedad árabe, se sabe que
sólo las esclavas y las mujeres de baja categoría social
eran las que cometían este acto vil. El Profeta seguía:
“ni matéis a vuestros hijos” a lo que dijo la mujer:
“les hemos criado de pequeños y una vez mayores les
mataste en la batalla de Badr”. El Profeta sonrió y
nuestro señor ‘Omar empezó a reír muy fuerte hasta que
todas las mujeres le oyeron. Así, Hind abrazó el Islam.
El Mensajero
de Al·lâh preguntó por sus primos ‘Otba y ‘Otayba, hijos
de Abû Ÿahl, quienes estaban casados con las hijas el
Profeta, Roqayya y Umm Kulzûm, y les divorciaron para
fastidiarle. Al ‘Abbâs les trajo temblantes de miedo. Al
verlos, el Profeta les dijo: “Ruego a Al·lâh guiaros al
Islam, ¿Queréis convertiros?”. Entonces, pronunciaron
As·sahâda por temor. Tomándoles por la mano, el Profeta
se dirigió con ellos a la Ka’aba y se pegó ante el muro
de la casa sagrada llamado al moltazim, y
empezó a rogar a Al·lâh guiarles hacia la verdad. ‘Omar
que asistía a esta escena, dijo que había visto sus
rostros reluciéndose a medida que el Mensajero de Al·lâh
(SAAWS) invocaba a Al·lâh. El Profeta salió de al ka’aba
sonriendo y diciendo “doy las gracias a Al·lâh por
haberles Guiado al camino recto”.
El Mensajero
de Al·lâh había dado sus órdenes para matar a diez
personas autores de crímenes y traiciones. Dos de ellas
se habían refugiado en la casa de Umm Hâni’, hermana de
‘Alî. Rechazando el derecho a la protección de una
mujer, este último, que les había visto entrar a su
casa, pidió a su hermana que se los entregue para
matarles porque el profeta lo ordenó. Sin embargo, ella
se negó a ello diciendo que están bajo su protección. A
lo que respondió ‘Alî: “¿a caso las mujeres tienen
derecho de protección?”. La mujer rechazó entregárselos
hasta hablar con el Profeta (SAAWS) quien le dijo:
“Protegemos a quien proteges Umm Hâni’”. Veis como el
Profeta daba a la mujer todos sus derechos sociales
catorce siglos antes de que los gobiernos se jactasen de
conceder a la mujer el derecho a votar y a ser ministra.
Conceder la protección es una postura política, por lo
tanto la mujer tenía derechos políticos ante el Profeta
(SAAWS). ¡Os dais cuenta!, en aquel tiempo la mujer
participó en el juramento de fidelidad y esto es un
trabajo político, participó en la guerra que es un
trabajo militar y ahora está participando en otro
trabajo político, el de la protección, y el profeta lo
aceptó aunque era algo extraño para las mujeres.
Luego, El
Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de Al·lâh
sean sobre él- mandó a ‘Ozmân Ibnu Talha
para traerle las llaves de la Ka’aba que estaban bajo su
guardia. Pues antes de inmigrar a la Medina, el Profeta
(SAAWS) le había pedido entrar a la Ka’aba, para cumplir
la oración con la gente, pero éste rechazó. Entonces, el
Profeta le advirtió que llegará un día en que los tendrá
él y no se las dará, entonces ‘Ozmân le respondió que
prefiere la muerte antes de que llegue este día.
Al pedirle
las llaves a ‘Ozmân, que ya se había convertido al
Islam, contestó que los tiene su madre y fue a traerlos.
Momentos después, el hombre regresó diciendo que su
madre se negó a dárselas. Entonces, el Profeta –que los
rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- envió a ‘Omar a
la madre de ‘Ozmân quien no tardó en entregarle las
llaves que escondía entre su ropa. Una vez las llaves en
sus manos, Al ‘Abbâs se acercó al Mensajero de Al·lâh (SAAWS)
y le murmuró: “dame las llaves para guardarlos,
Mensajero de Al·lâh, que será un gran honor para
nosotros”. “No –respondió el Profeta-, hoy es un día de
beneficencia y fidelidad”. ¿Fidelidad a qué? Pues,
existía un pacto en la época preislámica conforme al
cual se había concedido la guardia de las llaves de la
Ka’aba a los Banî Shayba, familia de ‘Ozmân. Así, el
Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de Al·lâh
sean sobre él- respetaba todos los juramentos y los
pactos que tenían buenos objetivos incluso aquellos
concluidos con los infieles. El Profeta entregó las
llaves a ‘Ozmân diciéndole que nadie podrá quitárselas
hasta el Día del Levantamiento, salvo un injusto. Hoy en
día, todavía las tienen sus descendientes, incluso
después de 1.400 años nadie quitó las llaves a los
descendientes de Banû Shayba porque temen ser injustos
como señaló el Profeta.
La batalla
de Hunayn:
Todavía en la
Meca, el Profeta se enteró de que las tribus de Hawâzin
y Zaqîf se preparaban para combatirle, reuniendo veinte
mil combatientes. Pensaban que si derrotaran a Mohammad
y a Qoraysh -ya debilitada- podrían dominar la península
árabe en su totalidad. Entonces, el Mensajero de Al·lâh
decidió salir a su encuentro con doce mil combatientes
(los diez mil con que vino desde La Medina y dos mil de
los nuevos musulmanes). Emprendió esta guerra a los
sesenta años de edad.
Nadie pueda
pretender que el Profeta hizo una guerra por el solo
placer de triunfar o de apoderarse de bienes ajenos.
Nunca fue injusto, nunca traicionó, nunca mintió, nunca
faltó a un juramento.
El Mensajero
de Al·lâh pidió a Safwân Ibn Umayya, comerciante de
armas, prestarle trescientos escudos. El hombre, recién
convertido al Islam, le preguntó que si se trataba de
una orden, porque estaba preocupado por su dinero. Pero
el Profeta le aseguró que los iba a devolver. Sin
embargo, al acabar la guerra, Safwân se negó a
recuperarlos porque era más creyente y no le importaba
mucho el dinero.
Hawâzin
decidió enfrentarse a los musulmanes en un lugar llamado
Hunayn, a tres días de marcha desde la Meca.
Acamparon allí en un valle por el cual las fuerzas de la
Meca estaban obligadas a pasar, y se escondieron detrás
de los árboles y las rocas. Siendo un comandante militar
de mérito, el Mensajero se dio cuenta de esta táctica y
pidió a sus compañeros averiguar si había alguna
emboscada en este valle. Pero parece que había cierta
inclinación entre los musulmanes que estaban seguros de
la victoria. El Corán describe su actitud en esta aleya
-que puede ser traducida por-: “Y en el día de Hunayn,
cuando os asombraba vuestro gran número y sin embargo no
os sirvió de nada”. (sura de At·tawba (El
Arrepentimiento), 25). Una lección para asimilar a lo
largo de la historia, igual que la de Uhud: si
faltéis al plan establecido, si paséis por alto las
causas materiales de la victoria, no la obtendréis,
aunque gocéis de la compañía del Mensajero de Al·lâh
–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-. No
debe sorprendernos hoy la decadencia que conoce nuestra
nación, las invocaciones a Al·lâh son insuficientes,
necesitamos acción, paciencia, sacrificios, persistencia
y fe en el Mensaje.
El ejército
musulmán que se dirigía al encuentro de Hawâzin
estaba encabezado por Jâled Ibn Al-Walîd acompañado por
mil caballeros. El Profeta (SAAWS), atento, les había
enseñado avanzar hacia el valle batallón por batallón y
no todos al mismo tiempo. Pues adivinaba la conspiración
aunque las noticias lo negaban.
Al llegar el
tercer batallón al valle, los combatientes de Hawâzin
salieron de sus escondites y atacaron a los musulmanes
con tanta fuerza que Jâled cayó herido y se desmayó. Los
Compañeros que antes de la batalla decían: “no
perderemos la guerra hoy porque combatimos con un número
enorme”, se encontraron atacados por todas partes.
Algunos intentaban subir el valle, otros descendían y,
en medio del desorden, marchaban unos sobre otros. El
Profeta -que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-
no acertaba en reunirlos. Estaba obligado a desvelar su
lugar para que la gente acuda a su encuentro, entonces
empezó a gritar alto: “soy el Profeta de veras, soy el
hijo de ‘Abdulmuttalib.” Viendo el estado del ejército,
el Mensajero (SAAWS) empezó a invocar a Al·lâh diciendo:
“Al·lâh, Haz que se cumpla Tu promesa, le ruego que nos
Concedas la victoria”. El primero en acudir a su
encuentro fue Al-‘Abbâs que tenía una voz muy fuerte.
Tomó las riendas de la camella del Profeta –que los
rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- y empezó a
gritar: “venid al Mensajero de Al·lâh”. Pero nadie vino.
El Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre
él- le dijo: “no es así ‘Abbâs, haz que se acuerden de
los días victoriosos. Diles: gente del juramento de al
‘aqaba, gente del juramento del Reduán, inmigrantes,
medinenses, compañeros que han memorizado la sura de Al-Baqara
(La Vaca).”
Me imagino
que el Profeta (SAAWS) llama hoy a la gente diciéndoles:
“vosotros que habéis asistido a mi biografía durante
treinta días, que habéis prestado juramento a Al·lâh
llorando para protagonizar un renacimiento en vuestro
país, ¿qué habéis hecho después de Ramadán?” Es el mismo
caso.
La gente
convocada por Al-‘Abbâs acudieron sin sus caballos que
estaban incapaces de guiar en medio de la muchedumbre.
Eran cientos Compañeros que, detrás de Sa‘d Ibn ‘Ubâda,
formaron un huracán alrededor del Profeta (SAAWS).
Viendo el grupo que se formaba, los demás que habían
huido empezaron a volver. El Profeta –que los rezos y la
paz de Al·lâh sean sobre él- combatía con valentía hasta
el punto de que su espada se rompió en su mano. ‘Alî,
que tenía 33 años, cuenta que él mismo y otros
compañeros se ponían detrás de él para sentirse
protegidos.
Se infiltró
entre la gente que rodeaban al Profeta (SAAWS) un nuevo
musulmán llamado Shayb, hijo de ‘Ozmân Ibn Talha,
quien escondía entre sus prendas a un puñal con la
intensión de matar al Profeta: “esta es la ocasión, hoy
se acabó la magia”, pensando que todo lo anterior fue
magia y hoy se acabó. Cuando estaba a punto de cometer
su crimen, el Mensajero (SAAWS) dio una vuelta hacia él
diciéndole: “Shayb, te deseo el bien y tú quieres el mal
para ti mismo.” El hombre quedó sacudido. El Profeta le
aconsejó pedir perdón a Al·lâh. Shayb cuenta: “en aquel
momento miraba en su cara y mi corazón empezó a sentir
amor por él hasta que le quise y dije “atestiguo que no
hay más Dios que Al·lâh y que eres Su Mensajero”.
Entonces el Profeta le preguntó: “¿Me defenderás?” “Sí”,
contestó. Y en seguida, comenzó a combatir con gran
valentía.
Los Ángeles descendieron
para consolidar a los Compañeros y fueron reveladas
estas aleyas -que pueden ser traducidas como sigue-:
“Al·lâh os Ha Ayudado en numerosas ocasiones.
Y en el día de Hunayn, cuando os asombraba
vuestro gran número y sin embargo no os sirvió de nada.
La tierra, a pesar de su amplitud, se os hizo estrecha y
luego, dando la espalda, os volvisteis. Y Al·lâh
Hizo Bajar Su sosiego sobre Su mensajero y los creyentes
e Hizo Bajar ejércitos que no veíais; y así Castigó a
los que no creían. Esa es la recompensa de los
incrédulos”.
TSQ:
-(Sura At·tawba (El
Arrepentimiento), Aleyas: 25 - 26).
Los
musulmanes triunfaron y derrotaron a Hawâzin y
tomaron grandes botines que nunca habían conseguido. El
Profeta (SAAWS) empezó a distribuirlos muy generosamente
a los recién convertidos y a Abû Sufyân que no pudo
llevar solo su parte. Pidió que alguien lo ayudara en
ello, pero el Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh
sean sobre él- se negó diciéndole que lo lleve por sí
solo ya que fue él quien lo quiso. Una lección sobre el
valor del dinero cuando es mucho, uno tiene que asumir
su responsabilidad.
Los
medinenses, que no recibieron nada, quedaron
sorprendidos. Pensaban que el Mensajero de Al·lâh (SAAWS)
se había olvidado de ellos al encontrar a su familia. Su
jefe Sa’d Bnu ‘Ibâda se dirigió al Profeta –que los
rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- y le dijo: “los
aliados dicen que el Profeta encontró a su familia y les
había olvidado.” Le respondió: “¿Y tú qué dices?” “digo
lo mismo que mi gente”, contestó Sa’d. ¡Veis la libertad
de expresión y cómo pudo este último decir esas palabras
al líder! El Profeta le dijo: “di a los medinenses que
vengan a verme solos y con ellos Abû Bakr”. Luego el
Mensajero (SAAWS) les dijo: “!A`nsâr (Aliados del
profeta)!, me he enterado de que decís que el Mensajero
de Al·lâh encontró a su familia y se olvidó de
nosotros.” Contestaron: “Sí, Mensajero de Al·lâh, lo
Habíamos dicho.” Entonces el Profeta dijo: “Medinenses,
¿No he llegado a vosotros cuando fuisteis desviados y
Al·lâh os Ha Guiado? ¿No he llegado a vosotros cuando
fuisteis enemigos y Al·lâh Unió vuestros corazones? ¿No
he llegado a vuestra tierra cuando fuisteis pobres y
Al·lâh os Ha Enriquecido?” Contestaron: “Toda la gracia
proviene de Al·lâh y de su Mensajero”.
El Profeta
–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- dijo:
“Medinenses, podréis haberme respondido.” Dijeron: “¿Y
que diríamos Mensajero de Al·lâh?” Entonces dijo:
“podríais haberme dicho, nos has llegado pobre y Al·lâh
te Enriqueció, expatriado y te habíamos alojado,
desmentido y te habíamos creído, oprimido y te habíamos
consolado.” Los A`nsâr (aliados) bajaron las cabezas y
dijeron: “Toda la gracia proviene de Al·lâh y de Su
Mensajero”. El Mensajero les dijo: “¿Tenéis
resentimiento en vuestros corazones a causa de algunas
vanidades de este mundo que con ellos he tratado de
atraer unos corazones recién convertidos al Islam y os
había dejado para vuestra fe? ¿No seréis satisfechos al
ver a la gente entrar a sus casas con camellos y ovejas,
y vosotros regresaréis con el Mensajero de Al·lâh (SAAWS)?
Juro por Al·lâh, si toda la gente emprenda un camino y
que los medinenses emprendan otro, yo seguiré el camino
de los medinenses. Al·lâh, Sé Misericordioso con los
medinenses, con sus hijos y con sus nietos”. Todos los
presentes lloraban hasta mojarse las barbas y dijeron:
“somos satisfechos e nuestro destino por tener al
Mensajero de Al·lâh (SAAWS)”.
En efecto, el
Mensajero volvió con ellos para la eternidad y para
hacer de La Medina la más prestigiosa de las ciudades
del mundo.
Preguntaré a
los presentes, queréis poseer los bienes de este mundo o
tener al Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de
Al·lâh sean sobre él-. Estamos en la misma situación y
la elección está siempre planteada.
Al final de
la batalla de Hunayn, el Mensajero preguntó por
Jâled y se enteró de que tiene fiebre a causa de sus
heridas. Fue a su encuentro y empezó a soplar en sus
propias manos y a pasarlos por encima de las heridas de
Jâled y le sonríe diciéndole: “levántate, eres una de
las espadas de Al·lâh.” Jâled cuenta que ha sido curado
enseguida.
Veis cómo
esta gente quiere al Profeta –que los rezos y la paz de
Al·lâh sean sobre él-. ¿Lo queréis del mismo modo? La
aleya –que puede ser traducida así- dice: “Y sabed
que entre vosotros está el Mensajero de Al·lâh”
(sura Al-Hoÿorât (Los Aposentos Privados): 7) ¿Cómo está
entre nosotros? Está con su amor, sus invocaciones para
nosotros, sus grandes virtudes morales permanecidas como
ejemplo, el precioso tesoro de su biografía, su
misericordia, está con nosotros porque cada jueves
nuestras obras se exponen ante él, da las gracias a
Al·lâh por las buenas de entre ellas y suplica a Al·lâh
perdonarnos por las malas. Está con nosotros porque ha
dicho antes de que falleciera: “echo de menos a mis
hermanos”, sus compañeros respondieron: “¿nosotros?”, el
Profeta dijo: “vosotros sois mis compañeros, en cuanto a
mis hermanos, son los que vendrán después de que
falleciera y no me han visto”. La aleya –que puede ser
traducida como sigue lo resume todo: “Es verdad
que os ha llegado un Mensajero salido de vosotros
mismos; es penoso para él que sufráis algún mal, está
empeñado en vosotros y con los creyentes es benévolo y
compasivo.” (sura At·tawba (El Arrepentimiento):
128).
A finales del octavo año
de la hégira, el Mensajero de Al·lâh volvió a la Medina
y recibió a delegaciones procedentes de todas partes del
mundo para declarar su conversión al Islam. El Mensajero
era paciente y trató de comunicar su mensaje sin
traición ni rodeos. Así, la aleya vino a decirle: “Cuando
llegue la victoria de Al·lâh y la conquista, y veas a la
gente entrar por grupos en la adoración de Al·lâh.
Glorifica a tu Señor con Su alabanza y pídele perdón. Él
siempre Acepta a quien a Él se vuelve.” (sura
An·nasr
(La
Victoria), 1,2,3). Al revelarse estas aleyas lloró Abû
Bakr A·ssiddîq, ya que estas aleyas significan que el
mensaje está listo para las demás generaciones –para que
nos encarguemos nosotros de él-. El Profeta ya cumplió
con su deber.
La batalla de Tabûk:
Hacia el año
9 de la hégira, un año antes e la muerte del Mensajero
–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él. La
última batalla que llevó a cabo fue la de Tabûk, una
región situada a unos mil kilómetros de La Medina, en
las fronteras con Siria. Sus servicios de inteligencia
le informaron que los bizantinos y los ghasaníes se
preparaban para combatirle. Teniendo siempre el espíritu
de la iniciativa, dio sus órdenes para que todas las
tribus recién convertidas al Islam salieran con él a
Mu’ta. No hubo combate en esta batalla. Pero ¿Por qué se
produjo? Para ser una línea decisiva en la vida de cada
compañero y hacerle saber si estaba dispuesto a hacer
sacrificios para el Mensaje del Islam. Esta batalla fue
una de las más duras pruebas, fue una lección para ellos
y para nosotros también. Al·lâh Descendió toda una sura
llamada At·tawba (El Arrepentimiento) para distinguir
las personas que viven para Su Mensaje de los demás. La
batalla de Tabûk planteaba esta pregunta: “¿Viviréis
para el Mensaje después del Profeta (SAAWS)?” Y el
episodio de hoy plantea esta pregunta: “¿Viviréis para
el Mensaje después de Ramadán?”
Tabûk no era
una batalla militar sino una batalla en el interior de
cada uno con sí mismo. Era una dura prueba. En el mes de
agosto, en pleno desierto, transcurrían mil kilómetros
dejando atrás, en La Medina, los frutos que todavía no
se han recolectado, es decir, que debían partir sin
provisiones. Cada tres personas montaban en alternancia
sobre una bestia. El Mensajero (SAAWS) les instó a cada
uno llevar dos pares de calzados porque la marcha fue
larga. Por ello, esta batalla recibió también el nombre
de Al-‘Usra (el apuro), Al·lâh Dijo: “Al·lâh Ha
Vuelto al Profeta, a los inmigrantes y auxiliares
(medinenses) que siguieron en una hora de apuro”
(sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 117).
Os planteo la
siguiente pregunta: ¿Qué vamos a hacer después del
Ramadán, reanudaríamos nuestras buenas costumbres y
viviríamos para nosotros mismos? La batalla testificará
para nosotros el Día del Levantamiento igual como lo
hizo para los compañeros del Profeta.
Eran treinta
mil personas los que acompañaron al Mensajero de Al·lâh
–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- en esta
batalla. ¿Cuántos de entre vosotros se dedicarán al
renacimiento de la Umma (nación) después de Ramadán?
La batalla
tenía también otra ventaja, la de permitir a los
compañeros del Profeta vivir cerca del Mensajero de
Al·lâh (SAAWS) durante cincuenta días de hambre y sed
para poder transmitirnos su tradición.
El profeta se
dirigió a la gente diciéndoles: “desembolsad dinero para
equipar al ejército”. La mayoría eran pobres, entonces
‘Ozmân Ibnu ‘Affân dijo: “ofrezco mil camellos con su
comida y armas”, el profeta descendió de su almimbar
sonriendo a ‘Ozmân y dijo otra vez: “¿Quién quiere
desembolsar por Al·lâh?” ‘Ozmân se levantó de nuevo:
“ofrezco otros mil camellos con su comida y armas”. El
profeta dijo por tercera vez: “¿Quién puede equipar el
ejército de al ‘Usra?”, ‘Ozmân dijo: “ofrezco 300
camellos con su comida y armas”. ‘Abdur·rhmân Ibnu ‘Awf
ofreció 200 onzas de plata, ‘Omar ofreció 3000 dirhams y
el profeta le preguntó: “¿qué has dejado para tu
familia?”, “les dejé la mitad y te ofrecí la mitad”,
respondió. Abû Bakr ofreció todas sus reservas que eran
4000 dirhams y cuando el profeta le preguntó qué había
dejado a su familia, le respondió: “les dejé Al·lâh y Su
Mensajero”.
Los pobres
también participaron con cebada, dátiles, etc. Los
hipócritas empezaron a decir que los ricos hacen
ostentación de su dinero y se burlaron de las donaciones
de los pobres que fueron pocas. Al·lâh los menciona en
esta aleya –que puede ser traducida como sigue-:
“Quienes hablan mal de los creyentes que dan
espontáneamente y de los que no cuentan sino con el
límite de su capacidad y se burlan de ellos, Al·lâh
Se Burlará a su vez de ellos y tendrán un castigo
doloroso.” (sura de At·tawba, (la Retractación),
79).
Una vez listo el ejército,
el Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre
él- dio sus órdenes para empezar la marcha y pidió a
‘Alî que permanezca en La Medina. Los hipócritas no
dejaron pasar esta ocasión para decir que el Profeta (SAAWS)
descartó a ‘Alî porque le encuentra pesado; entonces
este último cogió su espada y siguió al Profeta
pidiéndole que vaya con él y le contó lo que dicen en la
Medina. Entonces el Mensajero de Al·lâh le dijo: “te han
mentido ‘Alî, juro por Al·lâh que te dejé para cuidar de
mi familia, de la tuya y de la Medina. ¿No quieres ser
para mí como
Hârûn
(Aarón) para Mûsâ
(Moisés)? Sin embargo no habrá otro profeta después de
mí”; con ello, ‘Alî volvió a La Medina. Al enterarse de
la salida del ejército musulmán, las tropas romanas
retrocedieron por miedo a enfrentarles. ¿Entonces, para
qué sirve continuar el avance? Pues el arcángel Ÿibrîl
(Gabriel) lo recomendó para distinguir a los hipócritas
de los verídicos. Al·lâh, Enaltecido sea, Dijo: “Los
que se quedaron atrás (sin participar en la
batalla de Tabûk) se alegraron de haberse quedado en
casa en contra del Mensajero de Al·lâh. Les repugnaba
luchar por Al·lâh con sus personas,
riquezas y dijeron: No salgáis a la guerra con el calor.
Diles: El fuego del infierno es aún más caliente, si
entendieran. Así, que rían, pues, un poco. Ya llorarán y
mucho como retribución de lo que han cometido.”
(sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 81-82)
¡Por Dios que
las aleyas de la sura del Arrepentimiento duelen! Un
hipócrita llamado Alÿidd Ibnu Qays vino para pedir
permiso del Profeta (SAAWS) para quedarse en La Medina
por temor a ser seducido por las mujeres romanas. La
siguiente aleya revela que esta persona fue seducida
antes de tomar las sendas del Ÿihâd. Al·lâh, Enaltecido
sea, Dice: “Hay algunos de ellos que dicen:
exímenos de la guerra, no nos expongas a la tentación,
¿no han caído ellos ya?, pero el infierno rodeará a los
incrédulos”. Luego viene en otros versículos
dirigidos a los creyentes: “Di: Si preferís
vuestros padres, vuestros hijos varones, hermanos,
esposas, vuestra tribu, los bienes que habéis adquirido,
el negocio por cuya falta de beneficio teméis, las casas
que os satisfacen, a Al·lâh, a Su mensajero y a la lucha
en Su causa, esperad a que venga Al·lâh con Su
orden. Al·lâh no Guía al pueblo perverso”
(sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 24).
¿No estamos
asistiendo a la misma situación en el último siglo? Qué
es lo que nos va a pasar si optamos por los primeros:
debilidad, deterioración, problemas sociales y la lista
sigue larga. Al·lâh , Enaltecido sea, Dice en el noble
Corán –lo que puede ser traducido como sigue-:
“¡Creyentes! ¿Qué os pasa? ¿Por qué cuando se os dice:
Salid a luchar por la causa de Al·lâh, permanecéis
aferrados a la tierra? ¿Acaso os complace más la vida de
este mundo que la Última? ¿Qué es el breve disfrute de
esta vida comparado con la Última, sino bien poco? 39-
Si no salís a luchar, Él os Infligirá un doloroso
castigo. Hará que otro pueblo os sustituya, sin que
podéis causarle ningún daño. Al·lâh Es
Omnipotente.» (TSC, At-Tawba, (La
Retractación), 38-39).
“Salid a luchar por la
causa de Al·lâh”
no significa sólo hacer la
guerra sino también reformar y llevar la antorcha del
mensaje en cualquier circunstancia. Estas palabras
fueron reveladas un año antes de la muerte del Profeta
–que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-.
El ejército
llegó a Tabûk pero no hubo ninguna guerra. El Profeta (SAAWS)
ordenó a Jâled Ibn Al-Walîd traer a Okaydar, rey de una
tribu vecina a los romanos y le dijo que le encontrarás
cazando vacas. En efecto, Jâled salió para esta misión
encabezando a 400 caballeros. Permanecieron cerca de su
fortaleza tres días esperando su salida, y sucedió que
unas vacas salvajes vinieron para rozar su piel con las
murallas de la fortaleza. Okaydar que era un fanático de
la caza salió para cazarlos pese al campamento de los
musulmanes delante de la ciudad. Al abrir la puerta de
la fortaleza, las vacas huyeron en dirección de Jâled y
así pudo detener a Okaydar cuyo amor por la caza le
condujo a las manos de los musulmanes. Este último firmó
un pacto de paz con el Profeta –que los rezos y la paz
de Al·lâh sean sobre él- en virtud del cual se
comprometió a no entrar en guerra con el Mensajero de
Al·lâh. Además, regaló al Profeta (SAAWS) una magnífica
capa hecha de seda y oro. Los compañeros pobres
empezaron a contemplarla con admiración. El Profeta les
preguntó: “os gusta”. “Nunca hemos visto algo semejante”
le contestaron. Entonces el Profeta les contestó: “Juro
por Al·lâh que las servilletas de Sa’d Bnu Mo’âdh en el
Paraíso son mejores que ésta”. Para el Mensajero de
Al·lâh, el paraíso es mil veces mejor.
En el camino
de vuelta, ‘Abdul·lâh Dhi-l Biÿâdayn que volvía con
ellos era un joven de 23 años. Es de origen de una
ciudad llamada Mudhayna y fue el primero en abrazar el
Islam en ella a los 16 años. Su nombre, antes de
convertirse al Islam, fue ‘Abdu-l-‘uzzâ, fue uno
de los ricos de la ciudad y su tío le sustentaba porque
sus padres habían muerto. Durante la emigración de los
musulmanes a la Medina este último abrazó el Islam y lo
ocultó durante 3 años hasta que su tío lo abrace, pero
cuando tardó en ello se fue a su tío y le dijo: “has
tardado mucho tío, y ya no puedo seguir lejos el
profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él.
Te hago saber que testimonio que no hay más dios que
Al·lâh y que Mohammad es Su Mensajero”. Al oírle decir
esto, su tío se enfureció y le amenazó con prohibirle su
dinero. su sobrino le contestó “lleva lo que quieras,
juro por Al·lâh que no cambiaré al profeta con nada en
este mundo”, su tío le quitó también su ropa y quedó sin
nada. Encontró un saco tirado en el suelo, lo cortó en
dos y cubrió su cuerpo y llegó al profeta en este
estado. Al verle, el profeta le preguntó la razón por la
que estaba vestido de esta forma y le contó su historia.
El profeta se alegró mucho y le dijo: “tú no eres ‘abdu-l-‘uzzâ,
sino ‘Abdul·lâh Dhi-l Biyâdayn (de dos sacos).
En el camino
de vuelta de la batalla de Tabûk pidió al Profeta que
rogara a Al·lâh para morir como mártir. El Profeta (SAAWS)
le explicó que el martirio no está vinculado tan sólo
con el combate, porque una persona que sale por la causa
de Al·lâh y muere en el camino de fiebre es un mártir.
¿Sabéis que un estudiante que se dirige a su universidad
en busca de la satisfacción de Al·lâh, y que muere en
camino, tiene el mismo mérito que un mártir?
‘Abdul·lâh
Ibnu S·sarh cuenta que en una noche fría en el
camino de vuelta y mientras todo el mundi dormía, vio a
Abû Bakr y ‘Omar cogiendo una lámpara para el Profeta (SAAWS)
que cavaba con sus propias manos la tierra. Al verle se
indignó por la actitud de Abû Bakr y ‘Omar, y les dijo:
“¿Cómo podéis dejar al Profeta cavar con sus propias
manos y vosotros de pie mirándole”. El Profeta (SAAWS)
levantó su cara con sus ojos llenos de lágrimas y le
explicó que quería cavar con sus propias manos la tumba
de ‘Abdul·lâh Dhi-l Biÿâdayn quien falleció por la
fiebre. Luego, el Profeta se acostó unos ratos en la
tumba para que sea un lugar de descanso y misericordia
para él hasta el Día del Levantamiento. Antes de inhumar
el cadáver, el Profeta (SAAWS) abrazó muy fuerte el
cuerpo de ‘Abdul·lâh y lloró con amargura, luego le
enterró rogando a Al·lâh que Esté Satisfecho de él y
repitiendo que él está satisfecho de él. Era muy
cariñoso.
Al llegar el ejército a la
Medina, los hipócritas se precipitaron para presentar
sus sutiles pretextos al Profeta –que los Rezos y la Paz
de Al·lâh sean sobre él- en la mezquita. Entre las
personas que permanecieron en La Medina, había Ka’b Ibn
Mâlek, un compañero que no salió con el Profeta pero
tampoco es un hipócrita porque había participado en
batallas anteriores. La razón por la que Ka’b no salió
con el ejército era que aplazaba cada día los
preparativos para el día siguiente y cuando el ejército
empezó su marcha, se vio incapaz de seguirle. Al pasear
por las calles de La Medina, sólo encontraba a los
incapaces de combatir (por razones físicas), a los
hipócritas, a los niños o a hombres que estaban
encargados de algo, como era el caso de ‘Alî. Entonces,
empezó a pensar en alguna mentira, como hicieron los
hipócritas que pidieron el perdón del profeta, para no
suscitar su furia (SAAWS). Cuando llegó su turno para
presentarle sus excusas, decidió no decir más que la
verdad, igual que dos hombres que habían asistido a la
batalla de Badr: Hilâl Ibnu Umayya y Bnu Abî R-rabî’. Al
escucharles, el Profeta dio sus órdenes para que nadie
les hablara durante cincuenta días, un período igual que
el de la marcha del ejército. Eran los días más largos
de la vida de los tres hombres. Al·lâh, Enaltecido sea,
Dice –lo que puede ser traducido como sigue-: “Y
también lo hizo con los tres que se habían quedado atrás
y llegó un momento en que la tierra, a pesar de su
vastedad, se les resultó estrecha y sus propios
espíritus se angustiaron también, y creyeron que no
había más refugio contra Al·lâh que Él mismo. Luego se
volvió a ellos para que se arrepintieran. Es cierto que
Al·lâh es El muy Misericordioso, el más Compasivo.”
(sura
At·tawba
(El Arrepentimiento), 118).
Imaginad que
el Profeta esté enojado con alguien por haberse negado a
seguir su camino. Su enfado pesaría y dolaría al alma de
un creyente. Ka’b sufría tanto porque nadie le hablaba
en la ciudad hasta el punto de subir el muro de su
primo, que era su vecino y sólo les separaba ese muro, y
le dijo: “Abû Qatâda, ¿sabes que quiero a Al·lâh y a su
Mensajero? pero en vano ya que no le contestó. En este
momento, Ka’b empezó a llorar y llorar y mientras pasaba
por el zoco, un mensajero de los Gasaníes le transmitió
una invitación de su rey para incorporarse a él, puesto
que el Mensajero (SAAWS) le había marginado. Esta
invitación ofendió mucho a Ka’b, ya que sabía que la
marginación de los musulmanes suscitó las codicias de
los enemigos del Islam. Entonces quemó el mensaje. En el
cuarenta día, el Profeta (SAAWS) envió a un mensajero a
Ka’b para ordenarle que no se acerque a su mujer.
Entonces decidió enviarla a la casa de sus padres hasta
que se solucione el problema. La mujer de Hilâl Ibnu
Umayya se fue al Profeta y le pidió que le dejara
responder a las necesidades de su marido porque era un
anciano. El Profeta aceptó con la condición de que no se
acercara a ella. Ella respondió: “juro por Al·lâh que no
hace otra cosa más que llorar, hasta tal punto que temo
que pierde la vista”.
¿Sabréis
manteneros en el buen camino después de Ramadán? ¿Qué
habéis hecho para el Islam? ¿Cuántos años no habéis
seguido el camino del Profeta –que los rezos y la paz de
Al·lâh sean sobre él- para calcular cuantos años no se
fijaría en vosotros?
Pasados cincuenta días,
fueron reveladas las últimas aleyas de la sura del
Arrepentimiento –que puede ser traducida como sigue:
“(117) Al·lâh se Ha Vuelto en favor del Profeta, de
los que emigraron y de quienes les auxiliaron (los
medinenses), aquéllos que le siguieron en las horas
difíciles después de que los corazones de una parte de
ellos habían estado a punto de desviarse y Al·lâh se
Volvió a ellos... Es cierto que fue Clemente y
Compasivo. (118) Y también lo hizo con los
tres que se habían quedado atrás y llegó un momento en
que la tierra, a pesar de su vastedad, se les resultó
estrecha y sus propios espíritus se angustiaron también,
y creyeron que no había más refugio contra Al·lâh que Él
mismo. Luego se Volvió a ellos para que se
arrepintieran. Es cierto que Al·lâh Es El muy
Misericordioso, el Más Compasivo. ¡Vosotros que creéis!
Temed a Al·lâh y permaneced con los sinceros.”
(sura
At·tawba
(El Arrepentimiento), 117-118-119).
El versículo
llegó al Profeta en el último tercio de la noche, así
que él lo leyó en la oración del alba, sus compañeros
estaban rezando, y cuando lo escucharon se pusieron
contentos. ¡Mirad a la gente que escucha lo que dice el
Profeta! Se alejó de ellos por 50 días pero todavía le
querían.
Cualquier
sociedad con estas virtudes morales tiene que triunfar.
Después de que el Profeta terminó su oración, informó a
los compañeros que Al·lâh había perdonado a Ka’b Ibnu
Mâlek, la gente salió de la mezquita corriendo a las
casas de los tres, Ka’b dice: “Un hombre que había
rezado el alba en el techo de su casa, subió hasta la
montaña, y llamó: ¡Oh Sa’d Ibnu Mâlek, alégrate!”.
Entonces Sa’d dijo: “un hombre me está llamando por mi
nombre, y me prosterné agradeciendo a Al·lâh (o sea que
el profeta levantó el castigo). Otro hombre fue a ver a
Ka’b con su caballo, pero la voz del hombre era más
veloz que el caballo. Cuando llegó el hombre que me
llamó desde la montaña le dije: “Te juro que voy a
premiarte”. Y me quité mi vestido, el único que tenía, y
se lo di. Salí de prisa hacia la mezquita, la gente que
me encontraba en el camino, me saludaba y se felicitaba,
porque Al·lâh Aceptó mi arrepentimiento”.
Ka’b fue a
encontrar al Profeta quien, contento por su visita, le
invitó a sentarse cerca de él para informarle que Al·lâh
Está Satisfecho de él. Acordaos que es el día más feliz
de la vida de un ser humano, ¿y tú? ¿Cuál fue el día más
feliz de tu vida? ¿Al ser padre, o al recibir un
incentivo en el trabajo o cuando te has casado? El día
más feliz de tu vida es el día en que Al·lâh Acepte tu
arrepentimiento y Haga que sigas los pasos del bien
amado para servir al mensaje.
Ka’b reconoció que la
verdad es la que le salvó y prestó juramento para no
mentir más en su vida. Al·lâh, Enaltecido Sea, Dijo
respecto a los hipócritas -lo que puede ser traducido
como sigue-: “Si hubieran querido ir a la guerra,
se habrían preparado para ello. Pero a Al·lâh
no Ha Aprobado su marcha. Les Ha Infundido pereza y
se les Ha Dicho: ¡Quedaos con los que se quedan!”
(sura At·tawba (El
Arrepentimiento), 46).
Conclusión:
¿A qué tipo
de gente perteneces? ¿Eres una persona que lleva el
Mensaje del Islam y lo transmite? ¿De los que se
arrepientan y buscan el modo idóneo para servir el
Islam? ¿O de aquellos que Al·lâh Hizo perezosos para
permanecer con los demás? Siempre habrá tres categorías.
Vivid para el mensaje tras el mes de Ramadán: buscad la
reforma de la tierra y haced algo para el Islam.
-
Leed la
sura del Arrepentimiento, que te preguntará: ¿A qué
grupo perteneces? A los que protegen al Profeta, se
arrepientan y dicen: ¡Oh Señor! Trabajaré por Ti,
buscaré algo para servir al Islam, y reformaré la
tierra. O ¿eres de los que se quedaron con los
demás?
¡Oh
hermanos!, hay gente que sigue diciendo: “yo no voy a
hacer nada” hasta que Al·lâh les Dice: “No quiero nada
de vosotros”. Y hay gente que sigue llorando diciendo: ¡Oh
Señor!, Haz que haga algo, hasta que Al·lâh les Ayuda y
Haga que trabajen para Él. Hay gente creyente que sigue
trabajando en la reforma de esta tierra, y llevan el
mensaje del profeta hasta que lleguen a ser sus
compañeros en el Paraíso.
El episodio
de hoy se acabó. La lección es muy clara. Tienes que
vivir por el mensaje de Al·lâh después del Ramadán, y
debes ser portador del mensaje divino en esta vida.
Espero que
este episodio -aunque es muy difícil, lleno de detalles-
os ha transmitido la historia de Sa’d Ibnu Mâlek.
Intenta ponerte en su lugar.
Mañana tendrá
lugar el último episodio, el más delicado y el más
difícil. Es muy duro hablar de los últimos momentos
después 30 días de amor, ternura y delicadeza con el
profeta -que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre
él-, suplico Al·lâh, Bendito y Enaltecido sea, que
Acepte nuestras acciones y que Esté Satisfecho de
nosotros.
Al∙lâh=
significa Dios. Es
el Nombre Más Grande que ostenta el Único
Creador que posee todos los atributos propios de
la divinidad, tal como fue revelado en el Qor´ân.
(SAAWS):
Sal·la Al·lâhu Alayhi
Wa Sal·lam: Los Rezos y la Paz de
Al∙lâh
sean sobre él, que es explicada por los ulemas
como sigue:
Sal·la
Al·lâhu Alayhi:
significa que le cubra con su misericordia…El
motivo de traducirlo literalmente es porque
estas palabras son repetidas por los musulmanes
de todo el mundo, siguiendo el precepto divino
de decir esta expresión siempre que se mencione
al Profeta, en la llamada a la oración (Al Âdhân)
o en cualquier circunstancia, como veneración
concedida por Al·lâh a Su último Mensajero, que
ha sido enviado a toda la humanidad.
Wa sal·lam:
significa: y
derrame Su Paz sobre él.