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Capítulo 7: El Ayuno del Ramadán
Si has ido alguna vez al cine a ver una película tú solo, una película que te ha gustado muchísimo, sabrás lo difícil que es explicar la película a tus amigos de manera que les resulte irresistible. Por mucho que les expliques y vuelvas a explicar la historia, incluso aunque fuera repitiendo frases que están en el guión, ello no podrá hacer que la película cobre vida para tus amigos del mismo modo que la sentiste tú. Podrás hablarles de los actores, de los parajes del rodaje y de los efectos especiales, pero de ninguna manera podrás hacerles sentir la emoción que sentiste con la película. Hablar sobre el Ramadán se parece un poco a esto. Para el observador ocasional, se trata de un mes en el cual los musulmanes abandonan el alimento y la bebida durante las horas de luz del día. "Debe de ser horrible", piensan, "algo así como llevar una dieta extrema durante un mes". Para el musulmán, es como una película que sus amigos no han visto. Ninguna palabra puede transmitir de manera adecuada la alegría que un musulmán siente durante el Ramadán. Para ellos, es como juntar la Navidad, el Año Nuevo, el Día de Acción de Gracias y un cumpleaños, todos en uno. Es el mes sagrado cuya llegada han anhelado todo el año. Es un secreto que sólo los musulmanes pueden compartir, y sus bendiciones son indescriptibles. El cuarto pilar del Islam, ayunar durante el mes de Ramadán, refuerza al creyente musulmán y profundiza su fe. Al responder a la voluntad de Al∙lâh, el musulmán disciplina su cuerpo, piensa en aquellos que son menos afortunados que él y renueva los principios y la práctica de su propia fe. Vamos a otro panorama diferente con el objetivo de establecer otra comparación. Imagina que tu madre no ha venido a verte hace más de un año. En el mundo árabe esto sería impensable, pero en Occidente no es algo imposible. Imagina que la última vez que vino de visita, justo antes marcharse, se le ocurrió hacer ciertos comentarios sobre la limpieza de tu casa de modo que, aunque realmente estaba muy limpia, eso te hizo sentir como si vivieras en un lugar vergonzoso. Esta vez, te has esforzado en hacer que la casa esté muy bien. Suelos y alfombras han sido barridos y aspirados; las ventanas y puertas, lavadas; todas las superficies, pulidas y libres de polvo, y toda la ropa de casa, lavada y planchada una y otra vez. No se trata simplemente de la limpieza de la primavera, sino de una completa renovación de la casa, para preparar la llegada de tu madre. La comparación se acaba aquí, ya que Ramadán consiste en prepararse, no sólo para la visita de un miembro de la familia, por muy amada y apreciada que la madre pueda ser, sino para permanecer limpios y correctos en presencia del mismo Dios. En Ramadán, el musulmán trata de poner orden a su casa espiritual, centrándose en todas aquellas cosas que había prometido durante el año anterior, haciendo esfuerzos suplementarios para ser un buen musulmán. Hemos dicho que el Islam significa vivir cada día en presencia de Al∙lâh[1], por lo que Ramadán ayuda a cada musulmán a volver a ser como había deseado. El mismo deseo de ser mejor, que Ramadán se encarga de inculcar, ayuda al musulmán a ser mejor. El ayuno del musulmán no es para perder peso o para hacer penitencia, sino que se realiza sólo por Al·lâh. Al∙lâh ha prescrito el ayuno. El musulmán responde prontamente a este mandato. Nuestra comparación de limpiar la casa ha sido más bien trivial. El objetivo del ayuno durante Ramadán es mucho más importante que conseguir la complacencia de otro ser humano, por muy querido que sea para nosotros. Sin embargo, si hubiéramos limpiado bien a fondo nuestra casa para la llegada de nuestra madre, estaríamos justificadamente orgullosos de sus comentarios cuando ella viniese de visita, no pudiendo poner una sola pega al examinar el hogar. ¡Cuánto mayor será la alegría del musulmán al saber que la promesa de un Ramadán bien guardado es el perdón de los pecados de uno! Imaginémonos el barrio de Al-Hussein en El Cairo una vez más, aunque bien podríamos describir el centro antiguo de cualquier ciudad musulmana. Las horas de luz del día de Ramadán comienzan a palidecer, y se está acercando el momento del rezo del ocaso o puesta de sol (salâtu-l-magreb) y se rompe el ayuno. Las gargantas sedientas serán pronto colmadas con un trago de agua. Los hombres que han estado trabajando duro todo el día, bajo el sol y sin alimento desde el alba, tomarán pronto su primera comida. En el exterior de todas las cafeterías y restaurantes, se han colocado mesas adicionales para acomodar a la numerosa muchedumbre que comerá al mismo tiempo. En la plaza mayor, se han colocado largas filas de mesas y sillas, las mesas del Misericordioso, para los pobres, que vendrán y se hartarán de comer sin pagar. En todas partes, la gente está esperando. Están esperando la llamada al Rezo, que señalará el final del ayuno de ese día. Se encienden las radios para saber el momento de esta Llamada. Desde la gran ciudadela de El Cairo, construida por el propio Salâh Ad-Dîn, un cañón realiza un disparo para anunciar que el ayuno de ese día ha llegado a su fin. Cada mezquita comienza a proclamar Al·lâhu Akbar, Dios es Más Grande, y se da paso a la comida y a la bebida. El Profeta Mohammad SAAWS [2], que los Rezos y la Paz de Al∙lâh sean sobre él, solía romper el ayuno cada día, en primer lugar bebiendo a sorbos un poco de agua o leche, y luego comiendo unos dátiles untados en azúcar. Muchos musulmanes le imitan. En Ramadán, se hace evidente una sensación muy fuerte de hermandad entre todos los musulmanes. A aquel que esté sin un vaso de agua o un pedazo de pan, siempre se le da algo para romper el ayuno. La ruptura del ayuno, el desayuno, es un ritual que forma parte del Ramadán. El primer sorbo del agua, el primer bocado de pan, es acompañado por un rezo de gracias a Al∙lâh por el alimento y la bebida. El hecho de haber estado sin alimento ni bebida todo el día hace que aquellos que han estado ayunando intensamente sean conscientes de que hay mucha gente en el mundo cuyo ayuno no se terminará con el sonido de un cañón, ni con la Llamada al Rezo desde una mezquita. Mucha gente en este mundo morirá de hambre por no tener alimento ni agua que beber. Para los musulmanes, el mes de Ramadán es una época de agradecimiento a Al∙lâh por todas las bendiciones que Él les da cada día – no sólo el alimento y la bebida, sino también ropa, buena salud, trabajo, familia, amigos… Esto les ayuda igualmente a pensar en aquellos, sobre todo otros musulmanes, que necesitan la ayuda de los demás simplemente para sobrevivir. Volvamos ahora a aquella primera noche del Ramadán, Laylatu-l-Qadr, la Noche del Gran Prestigio, cuando el ángel Yibrîl reveló las primeras aleyas del Corán a Mohammad y cambió el curso de la historia humana. Los musulmanes recuerdan esa noche con gran solemnidad. Muchos pasan la noche entera en una mezquita, recitando el Corán y suplicando la Misericordia de Dios. Laylatu-l-Qadr les recuerda que Ramadán no es sólo el mes sagrado del ayuno, sino también el mes del Noble Corán. El profeta Mohammad una vez reveló a su hija Fátima que Yibrîl le visitaba cada Ramadán y recitaba el Corán con él. Durante todo el mes de Ramadán, se realizan unos rezos especiales después del rezo de la noche, que conllevan la recitación del Corán. Hacia el final del mes, se habrá acabado de recitar todo el Corán. Los musulmanes creen que durante el último Ramadán antes de que él muriera, el ángel Yibrîl recitó todo el Corán dos veces con Mohammad. Muchos musulmanes hacen un esfuerzo especial para asistir a estos rezos extra (Tarawiyh)) en el mes del Ramadán. Recitar el Noble Corán conlleva bendiciones especiales para los musulmanes, tantas que algunos intentan recitar la toda la Revelación de Dios durante el Ramadán, para ser bendecidos de un modo especial. Es impresionante ver la cantidad de gente que asiste a los rezos de la noche y el Tarawiyh en la mezquita, que son favorecidos por la gran variedad de programas de televisión extra que compiten entre sí durante esta temporada festiva. Como el Islam está en el centro de las vidas de los musulmanes, este mes especialmente religioso tiene un lugar especial en sus corazones. Recuerda, no hay ninguna diferencia en el Islam entre religión y vida. No resulta nada extraño que un hombre diga a sus amigos que no podrá reunirse con ellos hasta que los rezos del Tarawiyh hayan terminado, exactamente igual que alguien en Estados Unidos diría a sus amigos que no puede reunirse con ellos hasta que termine el partido de béisbol. El Islam, para un hombre musulmán, es una religión que refuerza su masculinidad, al igual que refuerza la feminidad de la mujer. No hay ninguna vergüenza al conversar sobre estos temas. El cumplimiento de las obligaciones religiosas es considerado no sólo natural, sino admirable. Leamos en el Corán por qué Al∙lâh prescribe a los musulmanes el ayuno: [¡Creyentes! Se os ha prescrito el ayuno al igual que se les prescribió a los que os precedieron. ¡Ojalá tengáis temor (de Al∙lâh)!.] TSQ [3](Noble Corán 2:183) Así pues, lo que se pretende enseñar a los creyentes es el taqwa o el temor de no servir suficientemente a Al·lâh. El ayuno comienza al amanecer con el primer sonido de la Llamada al Rezo y se termina con la Llamada al Rezo en la puesta del sol. Durante este tiempo, a los musulmanes les está prohibido comer o beber o mantener relaciones sexuales con sus mujeres. Antes de que nadie prejuzgue, os diré que el Islam no tiene ningún problema con comer, beber o mantener relaciones sexuales dentro del marco del matrimonio, pero abstenerse de ellos es una forma de moderar los propios deseos. Esto enseña a comedirse en otras prácticas y a trabajar por Al∙lâh solo. Después del rezo de la puesta del sol, y durante toda la noche hasta el alba de la próxima mañana, no se ayuna y todas estas cosas vuelven a ser legales. Este ayuno de los musulmanes en Ramadán es completo. No consiste únicamente en dejar de comer dulces, ni en echar una moneda en la caja de las limosnas. Es un ayuno total. Fumar está considerado como una forma de comida o bebida, porque implica introducir algo en el cuerpo. No fumar durante Ramadán, entonces, es también parte del ayuno. Durante las horas de luz del día, el ayuno es completo, y se realiza solo por Al∙lâh. Al tiempo que ayuna, el musulmán también debe ser caritativo con su vecino, ya que criticar o incluso pensar mal de otros anularía el ayuno. El Corán continúa diciendo: [Así pues, quien de vosotros vea el mes, que ayune.](Noble Corán 2:185) Podría ser tentativo pensar en pasar las horas de ayuno durmiendo, para evitar sufrir los ásperos efectos del ayuno. Al contrario, los buenos musulmanes se esfuerzan aún más en su trabajo durante el Ramadán, empleándose a fondo para mostrar su sinceridad, no pronunciando una palabra de queja, aunque uno se encuentre cerca del agotamiento. El ejército egipcio lanzó un ataque sorpresa contra Israel en 1973 -para recobrar la Península del Sinaí- que tuvo lugar durante Ramadán. No sólo eso, sino que el ataque comenzó a las dos de la tarde, cuando el sol estaba en su punto alto y los soldados egipcios estaban sin alimento ni bebida desde el alba. El ataque tomó a los israelíes completamente por sorpresa, porque ellos no habían podido imaginar nunca que unas fuerzas armadas les atacaran mientras ayunaban. Tal es la convicción del musulmán sobre el ayuno del Ramadán: es total y se lleva a cabo por Al∙lâh. Por supuesto, los musulmanes no han sido la primera comunidad en ayunar. Otras religiones tienen ayuno y abstención de carne dentro de su práctica. En el Corán, Al∙lâh dice: “Se os ha prescrito el ayuno al igual que se les prescribió a los que os precedieron”. Se dice que el rey David ayunaba cada semana, aunque no sabemos exactamente como ayunaba. El profeta Ibrâhîm ayunaba, al igual que Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al∙lâh sean sobre él, que practicaba el ayuno incluso antes de que la Revelación del Corán hubiera comenzado. Así pues, debe haber algo inherente en el ayuno que ayuda a hombres y mujeres a centrar su mente y a hacer el bien. Comporta el dominio de sí mismo. Ayuda al creyente a vivir su día sabiendo que lo que hace es sólo para Dios. La diferencia entre cualquier ayuno anterior y el ayuno del Ramadán es que, como hemos dicho, el ayuno musulmán es completo. Se espera con ilusión durante todo el año, es emprendido con alegría y, cuando se acaba, da un sentimiento inmenso de satisfacción. El creyente siente anhelo de hacer el bien. Todo lo que ha hecho ha sido por Al∙lâh. El calendario islámico es lunar. No está basado en los movimientos del sol, sino en los ciclos de la luna. Por consiguiente, el año islámico, que da comienzo con la Hégira, tiene un cierto número de días menos que el calendario Gregoriano utilizado en Occidente, por lo que el año es ligeramente más corto. Esto significa, por ejemplo, que si Ramadán cae en un año a finales de diciembre, el próximo año comenzará a mediados de diciembre; y al año siguiente, a finales de noviembre, etcétera. Los musulmanes ven esto, no como un hecho interesante o un capricho del año Islámico, sino como un maravilloso modo de hacer que las bendiciones de Al∙lâh queden distribuidas de una manera justa a todas las personas. Esto significa que, a través de los años, Ramadán ocurrirá en diciembre o junio o abril o enero, extendiendo el ayuno por todas las temporadas en los diferentes hemisferios. Por ejemplo, Ramadán puede coincidir un año con el calor del agosto abrasador de Arabia Saudita, cuando las horas de luz del día van desde muy de madrugada hasta tarde por la noche, y en cambio otro año podría coincidir con una época en que hay muchas menos horas de luz, y así el número de horas de ayuno también será menor. La gente en Australia o en la Antártica o en el Sáhara o Alaska experimentará el Ramadán en su verano o su invierno, según cuando caiga ese año. Al∙lâh no pone una carga suplementaria a los creyentes debido al lugar en que viven. La severidad o la facilidad relativa del ayuno son distribuidas justamente a través del globo. Y sólo esto es correcto, dicen los musulmanes. El Islam es la religión natural de la humanidad. No conoce límites de tiempo o lugar. La Misericordia de Al∙lâh está disponible para todo aquel que la busque. Llevar a cabo el ayuno del Ramadán en un país que no es musulmán es muy diferente de hacerlo en un lugar donde los musulmanes te rodean por doquier. En los países musulmanes, los restaurantes y las cafeterías cierran durante las horas de luz del día. ¿Quién comería en ellos? Las escuelas y las oficinas a menudo se cierran temprano, permitiendo así a la gente llegar a casa a tiempo para la ruptura del ayuno (el desayuno en Ramadán o Iftâr). Muchos negocios cierran completamente durante este mes, ofreciendo a sus empleados un período de vacaciones que pueden utilizar para realizar la peregrinación menor ('omra). La televisión y la radio reforzarán el hecho de que es Ramadán emitiendo numerosos programas especiales. Sin embargo, en un país no musulmán no hay ninguna de estas cosas para apoyar al creyente. Hombres y mujeres musulmanes deben, también en este mes, cumplir con los mismos horarios de trabajo. Todos sus colegas comerán, beberán y fumarán durante el día. No se dará ninguna concesión en absoluto a su ayuno. Sin embargo, incluso allí se dará alguna que otra sorpresa para el creyente musulmán. Al cruzarse con otro hermano o hermana musulmán en el metro, existirá la posibilidad de un intercambio de miradas, una mirada de reconocimiento, de tener un secreto compartido: ambos estamos ayunando por Al∙lâh. En tal situación, en tal país, el ayuno del Ramadán toma la dimensión añadida de hacer algo por Al∙lâh en una tierra de incrédulos. Esto da al musulmán un peculiar tipo de satisfacción y una recompensa especial. ¿Qué se siente durante el ayuno? ¿Cómo puede la gente soportar la rutina de su vida diaria durante un mes sin tomar ningún alimento ni bebida durante el día? El profeta Mohammad aconsejó que cada madrugada, antes del rezo del alba, se consumiese una comida ligera. Por eso, en la mayoría de las casas musulmanas la familia entera se despierta en lo que parece medianoche para sentarse a comer juntos. Esta comida, llamada suhûr, prepara a los miembros de familia para aguantar bien el día que está a punto de comenzar. Hay una encantadora tradición en El Cairo que se remonta a muchos siglos atrás, que habla de un hombre llamado el mesaharâty. Su trabajo consiste en ir por las calles en hora temprana, tocando un pequeño tambor y llamando a los creyentes para recordarles que tomen su suhûr antes de que el ayuno comience. Poco después de haber concluido el suhûr, se llamará al rezo del alba y comenzará el ayuno. El ayuno afecta a la gente de modo diferente. A unos les hace sentirse muy cansados, a otros les da dolor de cabeza, y otros sufren realmente la falta de agua, incluso más que la de alimento. Sin embargo, lo más importante es no dejar que la carencia de alimento y de bebida afecte negativamente en tus modales, ya que esto rompería tu ayuno. No habría ninguna necesidad de ayunar por Al∙lâh si fueras desagradable con aquellos que te rodean. Así, los musulmanes se comportan heroicamente en su esfuerzo por superar los efectos del ayuno, incluso muestran el doble de bondad hacia su vecino. El profeta Mohammad aconsejó que, durante el mes de Ramadán, los musulmanes fuesen aún más pacientes y humildes que en cualquier otra época, que tuvieran mucho cuidado con lo que unos decían de otros, y que debían intentar evitar los cotilleos y recelos. Además, debían ir a visitarse unos a otros y aumentar las buenas acciones. El mes de Ramadán es una época en que se refuerzan las relaciones sociales, sobre todo al anochecer cuando acaba el ayuno y los musulmanes hablan y se divierten juntos. Del mismo modo que es una época de rigurosa renovación espiritual, el Ramadán también es un período en el que se refuerza el sentido de la hermandad musulmana. Aquellos que han ayunado juntos por Al∙lâh, se reúnen al anochecer para relajarse y celebrar lo que han conseguido en el día. Da un verdadero sentimiento de satisfacción el hecho de haber completado otro día de ayuno con éxito. Todos hemos oído hablar de la palabra ÿihâd, que la televisión y los periódicos rápidamente traducen como “guerra santa” para el Islam, como si todos los musulmanes fueran fanáticos y estuvieran todos esperando el momento de hacerse volar por los aires en presencia de infieles. Hay dos tipos de ÿihâd: la ÿihâd menor consiste en luchar por la causa de Al∙lâh. Hay muchas reglas que regulan esta clase de ÿihâd, como mínimo debe ser reclamada por autoridades legítimas, no por cualquier persona de la calle. Sin embargo, hay también una ÿihad mayor, que es mucho más difícil de cumplir. Esta ÿihâd consiste en vivir la vida diaria esforzándose en todas las cosas y contra todas las predicciones para ser un buen musulmán. Esta ÿihâd mayor no atrae mucha cobertura de medios. Ser una persona buena, amable y religiosa no merece titulares de portada, pero eso es lo que Al∙lâh quiere de todos los musulmanes. Los días normales de Ramadán proporcionan una oportunidad perfecta para que el musulmán viva esta ÿihâd mayor, ya que el musulmán lucha contra sus propios sentidos para hacer todo que puede en el nombre de Al·lâh. Al principio de cada día, durante el mes de Ramadán, el musulmán debe declarar su intención de ayunar, dejando claro que ayuna por obediencia a Al∙lâh, en respuesta a Su orden y por amor a Él solo. ¿Entiendes ahora por qué Ramadán es un secreto que los musulmanes encuentran difícil de explicar, como si fuera una película de la que ellos han disfrutado, pero siendo incapaces de comunicar a otros cuánto disfrutaron de ella? El ramadán está en el corazón de la religión de un musulmán. El musulmán muestra a través de su propio cuerpo lo que está dispuesto a hacer por Al∙lâh, sintiendo el pellizco del hambre y la sed, y recordando por ello que es un musulmán, e invitado a heredar el Paraíso si vive según las órdenes de Al∙lâh. Así, el final de cada día de ayuno es seguido de alegría. Sólo tienes que volver al famoso barrio de Al-Hussein una vez más. Verás a la gente disfrutar de las luces y el ruido. Ya han comido su Iftâr en familia, han visitado a algunos amigos o parientes con dulces especiales, o con bebidas de fruta típicas del Ramadán. Además, han asistido a los rezos del Tarawiyh en su mezquita local y participan ahora de la diversión de las noches de Ramadán, escuchando música y el parloteo de numerosa gente feliz; son felices porque han salido exitosos una vez más del ayuno. La muchedumbre entera ha compartido su secreto; son musulmanes y han hecho lo que Al∙lâh les ha mandado hacer. La mayoría de nosotros, si somos sinceros, nunca seremos muy famosos en este mundo. La mayoría de nosotros no saldremos en la televisión ni en los periódicos. No se nos llamará a hacer gestas extraordinarias en nuestras vidas. No seremos los primeros en escalar una montaña o más veloces que nadie. Probablemente no adquiramos una riqueza enorme, ni recibamos prestigiosos premios… Sin embargo, cada persona está invitada a vivir su vida de la mejor manera que pueda. Un cartel de reclutamiento de Marines estadounidenses solía decir: “Sé lo mejor que puedas ser”. Para los musulmanes, el Islam invita a toda la gente a ser lo mejor que puede ser. El mes de Ramadán le da la oportunidad de hacer exactamente eso: dedicar sus días a Al∙lâh, ayunar en Su nombre, estudiando y recitando el Noble Corán, mostrando bondad a todos los que nos rodean. El mundo nos llama a adquirir más cosas a cualquier precio. Nos llama a enriquecernos y a pensar sólo en nosotros mismos. El mes de Ramadán, sin embargo, pide a los musulmanes que dejen lo que poseen por Al∙lâh, les enseña que la riqueza verdadera no tiene nada que ver con el dinero, y les incita a pensar en otros menos afortunados que ellos… El mundo nos recompensa con bienes materiales. En cuanto al musulmán, Ramadán le premia con el paraíso. [1] Al∙lâh: significa Dios. Es el Nombre Más Grande que ostenta el Único Creador que posee todos los atributos propios de la divinidad, tal como fue revelado en el Qor´ân. [2] (SAAWS): Sal·la Al·lâhu ‘Alayhi Wa Sal·lam: Los Rezos y la Paz de Al∙lâh sean sobre él, que es explicada por los ulemas como sigue:: Sal·la Al·lâhu Alayhi: significa que le cubra con Su Gloria y Su Misericordia…El motivo de traducirlo literalmente es porque estas palabras son repetidas por los musulmanes de todo el mundo, siguiendo el precepto divino de decir esta expresión siempre que se mencione al Profeta, en la llamada a la oración (Al Âdân) o en cualquier circunstancia, como veneración concedida por Al·lâh a Su último Mensajero, Mohammad, que ha sido enviado a toda la humanidad. Wa sal·lam: significa: y derrame Su Paz sobre él. [3] TSQ : Traducción de los Significados de Al Qor'ân. Es imposible transmitir exactamente los verdaderos significados que contienen las palabras de Al Qor'ân o imitar su elocuente retórica. Se han traducido los significados de Al Qor'ân y no se puede decir que sea una traducción de Al Qor'ân. Esta traducción nunca podrá reemplazar la lectura de Al Qor'ân en lengua árabe -la lengua en que fue revelado
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