(¿Qué es el Islam?
- Los pilares de la Fe - Los actos de adoración - El Islam: modo de vida.)
En el nombre de
Al·lâh([1]),
el Todo Misericordioso, el Muy Misericordioso
Las alabanzas son
para Al·lâh, Señor de los mundos y los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre Su
mensajero (SAAWS)
[2]
Primero:
¿Qué es el Islam?
El
Islam consiste en someterse a la voluntad de Al·lâh -Enaltecido Sea- y seguir Su
Ley. Todo elemento o fenómeno existente en este universo, a excepción del ser
humano, se somete de modo espontáneo a las Leyes establecidas por Al·lâh. Es
decir que dichos elementos y fenómenos obedecen a Al·lâh y funcionan en
consonancia con sus leyes. Y ese es el verdadero significado del Islam. La
palabra "Islam" en árabe deriva de la raíz "Salama", de la cual provienen las
palabras paz, pureza, sometimiento y acatamiento.
A diferencia del
resto de criaturas, el ser humano se caracteriza por el uso de la inteligencia y
del libre albedrío. Por eso, el Islam le pide al ser humano, una vez convencido
por juicio propio y tras haber elegido voluntariamente, que siga la Guía de
Al·lâh, que se someta a sus órdenes y que, en definitiva, abrace esta religión.
Así, el hecho de
seguir la Guía divina y cumplir las órdenes de Al·lâh es lo que mejor garantiza
al ser humano su seguridad y equilibrio personal.
El Islam es la
esencia de todos los mensajes divinos enviados por Al·lâh a los hijos de Adán
por medio de todos sus profetas y mensajeros. El Islam es mismo mensaje que
descendió a Abraham (Ibrâhîm), a Moisés (Mûsâ), a Jesús (‘Isâ) y a Mohammad
(SAAWS) y ha venido, en su forma definitiva revelada al último de los
mensajeros, Mohammad, para perfeccionar, complementar y dar por
finalizados todos los mensajes precedentes.
"Al·lâh" es el
término de Majestad para designar a Dios. Significa en lengua árabe "El Dios" y
más en concreto "El Dios Único y Eterno, el Creador del universo, el que Manda
sobre quienes mandan, el Supremo Soberano, el Más Misericordioso y el Muy
Compasivo". Ésta es la acepción que del vocablo entienden todas las personas de
habla árabe, incluyendo a judíos y cristianos.
Segundo: Los
pilares de la Fe
1/ El musulmán
cree en El Dios, Uno y Único, El Inmensamente Sublime, El Eterno, El Más Grande,
El Omnipotente, el Más Compasivo y El Muy Misericordioso, El Creador y El
Sustentador de sus criaturas.
Al·lâh no tiene
padre ni madre, ni hijos, ni hijas. No ha engendrado, ni ha sido engendrado. No
hay nada que se Le pueda comparar. Es el Señor de toda la humanidad, sin ser
exclusivo de una secta, género o raza determinados.
Al·lâh, con Su
Grandeza y Sublimidad, se halla muy cerca de todo creyente que Le teme y Le
recuerda continuamente. De este modo, Al·lâh atiende a sus ruegos y le ayuda
cuando se lo pide. Al·lâh ama a quien Le ama, les perdona los pecados y concede
a sus siervos los dones de Paz, Satisfacción, Guía y Triunfo.
Al·lâh es El
Sustentador, El Generoso, el Autosuficiente, El que Enriquece, El Indulgente, El
Más Perdonador, El Muy Paciente, El Muy Agradecido, El Señor Absoluto, El que
oculta los defectos y pecados de sus siervos, El que juzga, La Fuente de Paz. En
Al-Qor´ân (El Corán) vienen citadas otras muchas cualidades de Al·lâh,
Enaltecido Sea.
Al·lâh dotó al ser
humano de razón, para que entienda y se percate de lo que le rodea. Le dotó
asimismo de espíritu y conciencia a fin de que halle el bien y la verdad.
Además, creó en él sentimiento y sensibilidad para que sea cariñoso. Si
pretendiéramos enumerar los dones que Al·lâh nos ha otorgado, nos veríamos
incapaces de hacerlo, ya que son innumerables.
En cambio, a pesar
de todos los dones que nos otorga y Su misericordia con nosotros, Al·lâh no nos
necesita porque es El Auto-Suficiente, El que está por encima de toda
Supremacía. Lo único que nos pide es que le conozcamos como es debido y,
consecuentemente, le amemos y guardemos sus preceptos de modo que todo ello
redunde en beneficio nuestro.
2/ El musulmán
cree en todos los profetas y mensajeros enviados por Al·lâh, sin excepción
alguna y sin que prefiera a ninguno en especial. Todos los profetas y mensajeros
enviados por Al·lâh son hombres selectos que recibieron la revelación y el
mensaje de Al·lâh para guiar a la gente por el camino del Bien.
El Corán menciona
a veinticinco de esos profetas y mensajeros y nos informa de que hubo muchos
más.
Entre los profetas
y mensajeros que menciona Al-Qor´ân (El Corán) hallamos a: Noé (Nûh),
Abraham (Ibrâhîm), Ismael (Ismâ’îl), Isaac (Ishâq), Moisés (Mûsâ), Jesús
(‘Isâ) y Mohammad. Todos y cada uno de ellos hicieron llegar el mismo
mensaje del Islam revelado por Al·lâh para que todos los habitantes del planeta
se sometan a Su voluntad y cumplan Sus órdenes.
3/ El musulmán
cree en todas y cada una de las Escrituras divinas tal como aparecieron en su
versión original y completa, que fueron reveladas para guiar a la gente hacia el
camino recto. En este sentido, El Corán hizo referencia a las Escrituras
reveladas a Abraham, Moisés, David, Jesús y Mohammad.
De todas las
Escrituras reveladas previamente a El Corán no se conserva ninguna versión
original, pues algunas se perdieron, y otras fueron ocultadas adrede. Esto fue
debido, por una parte, a las discrepancias que surgieron entre los seguidores
del Cristianismo y del Judaísmo en los siglos inmediatamente posteriores a la
revelación, y por otra, porque se dejaron llevar por sus caprichos.
Hasta el día de
hoy, el único Libro divino que se ha conservado intacto e íntegro es Al-Qor´ân
(El Corán). Ningún erudito, sea musulmán o no, discute ni pone en duda que Al
Qor´ân que podemos leer hoy en día es exactamente el mismo de hace catorce
siglos, y que todos los musulmanes lo repiten sin que haya una diferencia de una
palabra, ni siquiera de una sola letra.
Al·lâh, que hizo
descender Al-Qor´ân, prometió preservarlo. Así, está protegido de cualquier
adulteración, pérdida u omisión.
4/ El musulmán
cree en los ángeles de Al·lâh, que son seres extraordinarios que Al·lâh creó a
partir de la luz. Los ángeles no necesitan comer, beber ni dormir. Están exentos
de placeres corporales o intereses materiales.
Los ángeles están
sujetos a la obediencia a Al·lâh en todo momento. Cada uno de ellos tiene una
función determinada.
Las personas no
pueden ver a los ángeles debido a la limitación de nuestros sentidos. Solamente
con los sentidos no podemos percibir todo lo que nos rodea. Así, nuestros ojos
únicamente ven en una extensión de rayos que va de los rojos a los violetas -no
vemos ni los infla-rojos ni los ultra-violetas, al igual que ocurre con el oído
y con otros sentidos.
5/ El musulmán
cree en el Día de la Retribución. Cree en que el mundo terrenal que conocemos se
acabará en un tiempo delimitado y que los muertos serán resucitados para
someterse al Juicio último y justo.
Todo lo que surge
de la persona, ya sean palabras o hechos, pensamientos o intenciones se le
contabiliza y será juzgado teniéndolo en cuenta el Día del Levantamiento, en que
cada uno de nosotros encontrará su libro extendido. Aquél cuyo libro esté
radiante por el bien será retribuido con la mejor recompensa y Al·lâh lo
recibirá con el mejor de los recibimientos en Su Paraíso. Por el contrario,
aquellos cuyos libros estén repletos de maldad recibirán el justo castigo y
serán arrojados al Infierno.
La realidad del
Paraíso y el Infierno únicamente la conoce Al·lâh, Ensalzado Sea, que los
describió en una sura de Al-Qor´ân, de modo que los acerca a la mente de las
personas.
Quien de nosotros
piense que en esta vida no recibe la justa recompensa, ni la justicia ni la
valoración que se merece por lo que hace de bien, puede estar completamente
seguro de que obtendrá la recompensa más completa y un noble elogio el Día de la
Retribución.
Del mismo modo,
aunque a simple vista nos parezca que algunas personas que cometen pecados y que
llevan a cabo acciones viles, distraídos de Al·lâh y de Su mensaje, consiguen
todo tipo de placeres y satisfacciones mundanales, triunfan y obtienen un gran
reconocimiento, irremediablemente tendrán que someterse al juicio justo e
implacable que tendrá lugar el Día de la Retribución.
El Único que
conoce la cita de La Hora (El Día del Juicio Final) es Al·lâh, y nadie más que
Él.
6/ El musulmán
cree en el destino, en que todo sucede por decreto divino.
El decreto divino,
el destino (qadâ´ wa qadar), viene dado por el conocimiento eterno
de Al·lâh y Su capacidad de evaluar y hacer que Su voluntad se cumpla.
Verdaderamente, Al·lâh no ha creado el Universo vanamente, ni lo ha dejado
abandonado o descuidado.
Al·lâh es
Sapientísimo, Justo y Muy Amable. Todo lo que Él ha decretado para nosotros es
bueno, aunque a veces no llegamos a entender la razón de algo que nos ha
predestinado.
Debemos confiar
plenamente en Al·lâh y aceptar todo lo que decida hacer con nosotros ya que
nuestro entendimiento es limitado y nuestro pensamiento no traspasa la propia
visión de las cosas. En cambio, el saber de Al·lâh es ilimitado y Su sabiduría
abarca el universo en su totalidad.
El ser humano debe
pensar, planear y organizar sus asuntos mundanos con razonamiento y, después,
debe dejar el asunto en manos de Al·lâh. Y si la vida no le va como desearía, su
fe no debe tambalear, ni debe permitir que le invadan las obsesiones ni la
preocupación destructiva.
7/ El musulmán
cree en que el objetivo de esta vida es adorar y venerar a Al·lâh.
En el Islam,
"adoración" no significa dedicación completa al recogimiento y a la meditación,
ni se trata de una mera realización de ritos. Antes al contrario, adorar a
Al·lâh es precisamente llevar una vida conforme a Su Ley y no apartarse de ella.
Adorar a Al·lâh es
conocerLe, amarLe, obedecerLe y cumplir Su Ley día a día. Es, igualmente, vivir
en Su camino, buscando concienzudamente dónde está el bien y evitando el mal,
cumpliendo con nuestros deberes hacia Él, hacia nosotros mismos y hacia las
demás personas en tanto que hermanos nuestros.
8/ El musulmán
cree que Al·lâh ha privilegiado al ser humano con respecto al resto de las
criaturas que conocemos.
Dicho privilegio
consiste en que le ha dotado de unas capacidades mentales y unas tendencias
espirituales así como de numerosas habilidades prácticas y talentos.
El hombre no es un
ser maldito desde su nacimiento hasta su muerte sino, al contrario, un ente
honrado por Al·lâh y capaz de obrar buena y noblemente.
9/ El musulmán
cree que todo ser humano nace con una disposición natural para aceptar el Islam.
Al·lâh ha dotado a todas las personas de una predisposición espiritual y mental
para ser un musulmán bueno.
Todo ser humano
nace como Al·lâh quiere y dispone para él.
10/ El musulmán
cree en que cualquier ser humano nace libre de cualquier pecado. Después, cuando
alcanza la madurez (en la pubertad) y se vuelve consciente y juicioso,
automáticamente se hace responsable de todos sus actos e intenciones. El ser
humano no tiene culpa de ningún pecado mientras no lo haya cometido.
En el Islam no
existe ningún pecado por herencia, ni lo que se conoce como pecado
original. Es cierto que nuestro padre Âdam (Adán) cometió el primer pecado,
pero pidió perdón a Al·lâh y Él le perdonó.
11/ El musulmán
cree en que debe procurar su propia salvación guiándose por la Ley de Al·lâh.
Nadie puede ser
intermediario entre la persona y su Creador. La salvación sólo se consigue
mediante la fe y las buenas acciones, a través de la creencia y la práctica. Por
consiguiente, la fe sin buenas acciones que la corroboren no tiene ningún valor
y viceversa, las buenas acciones no sirven para nada si no van acompañadas de la
fe.
12/ El musulmán
cree en que Al·lâh nunca castiga a nadie sin haberle señalado de antemano el
camino correcto.
En cuanto a los
que no saben nada sobre el Islam, ni nunca han tenido la posibilidad de conocer
esta religión, no son responsables de estar alejados de ella.
Es una obligación
para cualquier musulmán invitar a los demás al Islam tanto "de obra" (mediante
buenas acciones y comportamiento ejemplar) como "de palabra".
13/ El musulmán
cree en que su fe no será correcta ni completa si cree a ciegas sin tener
fundamento alguno en el que base su creencia.
El musulmán debe
fundar su fe en una convicción firme, carente de la menor duda o escepticismo.
El Islam defiende
la libertad de creencias, así pues nadie está obligado a abrazar ninguna
religión contra su voluntad. Prueba de ello es que hasta hoy en día siguen en
pie algunas de las más antiguas sinagogas e iglesias en todo el mundo islámico.
14/ El musulmán
cree en que Al-Qor´ân (El Corán) es la Palabra de Al·lâh, revelada al Profeta Mohammad
a través del arcángel Gabriel.
El Corán no fue
revelado de una vez sino gradualmente, en función de las circunstancias que se
daban. Y ello para contestar a los interrogantes que surgían, resolver los
problemas, zanjar las diferencias y guiar al hombre en todos los aspectos de su
vida hacia el camino de la verdad.
El Corán fue
revelado en árabe y sigue siendo hasta hoy día completo y correcto (en su
versión árabe) y millones de personas lo memorizan.
15/ El musulmán
cree y diferencia entre Al-Qor´ân y la tradición del Profeta Mohammad
(Sunna). Así, mientras que El Corán es la Palabra de Al·lâh, la función de
la tradición del Profeta (los dichos del mensajero, sus instrucciones y sus
acciones) consiste en la explicación y puesta en práctica de lo que viene en El
Corán.
El Corán y la
Sunna (tradición del Profeta Mohammad) son las principales fuentes de
conocimiento del Islam.
Tercero: Los actos
de adoración
Al·lâh decretó
para el musulmán cuatro actos de adoración que son la puesta en práctica de la
fe que profesa. Algunos han de realizarse diariamente, otros semanalmente, otros
mensualmente, otros anualmente, y el último como mínimo una vez en la vida, si
se tiene posibilidad de llevarlo a cabo.
Esos actos de
adoración son:
1- La oración.
2- El ayuno.
3- Azaque o
limosna obligatoria.
4- La
peregrinación a la Meca.
1/ La oración (As-Salâ(t)):
Rezar al Creador
diariamente es el mejor camino para formar en el ser humano una personalidad
equilibrada y conseguir un buen desarrollo afectivo.
Al·lâh no precisa
de nuestras oraciones, ya que está exento de toda índole de necesidad. El
beneficio de la oración recae en la propia persona. Rezar nos reporta a los
humanos beneficios ilimitados y tiene para nosotros un provecho inimaginable.
Durante la
oración, cada uno de los músculos del musulmán coinciden con su espíritu y su
mente en la adoración y glorificación de Al·lâh.
La oración
constituye el núcleo de la adoración.
Ningún otro
procedimiento supera ni iguala a la oración en el sentido de que reúne la
contemplación mental y la entrega espiritual, la sublimidad moral y la actividad
corporal, todo ello en un solo acto.
Establecer la
oración es una obligación para todo musulmán, hombre o mujer, que haya alcanzado
la edad de la razón y la pubertad. Tan sólo quedan exentas de esta obligación
las mujeres durante el periodo de menstruación y en el post-parto.
Los requisitos de
la oración:
Los requisitos de
la oración se resumen en: la ablución (wudû´), la purificación de la
vestimenta y del lugar donde se realiza la oración. Es menester también llevar
una prenda decente (que cubra las partes pudendas), tener la "intención"
(nîa) de rezar y dirigirse a la alquibla, que es la dirección de la Ka’aba
en la Meca.
Oraciones
obligatorias:
Las cinco
oraciones que se realizan cada día, la oración del viernes que se realiza hacia
el mediodía una vez a la semana y la oración por el difunto.
Oraciones de la
sunna fijas (confirmadas):
Son unas oraciones
extras, muy recomendables, que se realizan al lado de las obligatorias, además
de las oraciones de las dos Fiestas (‘Aidain): la Fiesta del fin de
Ramadán y la Fiesta del sacrificio del cordero.
Oraciones de
Nawâfel (voluntarias)
Son numerosas
oraciones realizadas de manera voluntaria durante el día o la noche.
Horario de las
oraciones obligatorias:
- Oración del Faÿr (alba):
Su tiempo es desde el alba hasta antes de la salida del sol.
- Oración del
Dhohr (mediodía): Se realiza al medio día, cuando el sol está
en una posición vertical llegando a la mitad de su recorrido (relativo) con
dirección a poniente.
- Oración del
‘Asr (la tarde): Su cita es desde que termina el tiempo de la
oración del mediodía hasta la puesta del sol.
- Oración del
Maghreb (atardecer): Se realiza después de la puesta del sol cuando
desaparece el crepúsculo rojo en el horizonte occidental.
- Oración del
‘Aishâ´(´(la noche): Su cita es una vez terminado el tiempo de la
oración del atardecer hasta el alba.
Todas las
oraciones han de realizarse en su tiempo determinado a menos que se tenga una
disculpa razonable. Quien no realiza la oración obligada en su tiempo la tiene
que hacer lo más pronto posible.
La oración se
establece por medio de movimientos corporales que van acompañados de expresiones
precisas y recitación de aleyas o versículos de Al-Qor´ân (El Corán).
Además de las
oraciones obligatorias y las establecidas por la sunna, el musulmán debe
recordar a Dios (Al·lâh) en todo momento, expresándole agradecimiento y
gratitud por los dones que le ofrece y suplicando Su perdón e indulgencia en
todo momento. Todo buen musulmán aprovecha cualquier ocasión para recordar mucho
a Dios: el nacimiento de un hijo, la celebración de un matrimonio, al acostarse
o despertarse, al salir o volver a casa, al ir de viaje o llegar a una ciudad,
al ir al volante, antes de comer o beber, en el tiempo de la cosecha, al visitar
los cementerios o cuando está triste o enfermo.
2/ El ayuno (As-Saum):
Ayunar es
abstenerse totalmente de comer, beber, mantener relaciones sexuales y fumar
desde el alba hasta la puesta del sol. El ayuno es un rito islámico sin parangón
encaminado a educar al ser humano en la paciencia, el autentico amor y la
lealtad a Al·lâh, Enaltecido Sea.
El musulmán
aprende del ayuno, entre otras cosas: a tener un sentimiento creativo de
esperanza, ser leal, tener paciencia, ser altruista, ahorrar con moderación,
gastar de modo equilibrado, tener fuerza de voluntad, ser equilibrado y
juicioso, llevar una vida sana, la disciplina, tener espíritu de pertenencia a
la sociedad, de unidad y fraternidad.
El ayuno obligado:
Se guarda
anualmente a lo largo del mes de Ramadán, que es el noveno mes del calendario
islámico (año lunar).
El ayuno
recomendado:
Consiste en ayunar
los lunes y jueves de cada semana, así como los tres días que coinciden con la
mitad del mes islámico (13-14-15 de cada mes lunar); También se recomienda
ayunar seis días una vez terminado el mes de Ramadán y celebrado ‘Aîd El Fitr
y algunos días en los meses de Raÿab y Sha’abân, que preceden al mes de Ramadán.
Ayunar durante el
mes de Ramadán es obligatorio para todo musulmán o musulmana que ha llegado a la
edad adulta (en la pubertad), que poseen juicio y gozan de buena salud, y están
residentes, es decir, que no están de viaje.
Están exentas del
ayuno las mujeres durante la menstruación y el post-parto y durante el periodo
de lactancia, así como los viajeros y los enfermos.
3-/ Azaque (Az-zakâ(t)):
El azaque es adoración y una
especie de inversión espiritual.
El azaque
significa literalmente en árabe " purificación", eso es purificar los bienes. El
azaque consiste en que el musulmán pudiente pague una cantidad determinada -el
dos y medio por ciento anual- de la riqueza que exceda de sus propias
necesidades, ya sean bienes monetarios, agrícolas o ganaderos. Dicha cantidad se
reparte entre los más necesitados.
El azaque no sólo
purifica los bienes de la persona que lo paga, sino que purifica también su
corazón del egoísmo y la codicia. Igualmente purifica el corazón del que lo
recibe de la envidia, los celos, el rencor y el odio, que se sustituyen a su vez
por el afecto y las bendiciones hacia la persona que lo ha pagado.
El azaque encierra
asimismo un profundo valor humano, social y político. Libra, por ejemplo, a la
sociedad del conflicto de clases, de los sentimientos de envidia, rencor, de las
malas interpretaciones y de la corrupción.
Todo musulmán o
musulmana ha de pagar al menos el 2,5% de azaque si sus bienes sobrepasan al
cabo del año el equivalente a 85 gramos de oro ( lo que equivale a 820 dólares
aproximadamente en el año 1997), sean dichos bienes ahorros monetarios o
mercancías.
El azaque es
aplicado a las riquezas netas, una vez hecha la deducción de gastos personales,
familiares, deudas pendientes, impuestos....etc.
Las personas
dignas de recibir azaque son: los pobres, los mendigos, los recién convertidos
al Islam, los presos musulmanes (el azaque aquí se paga como rescate) y los
deudores (aquellos que tienen pendiente una deuda). También reciben azaque los
que se encargan de recaudarlo, los que dedicaron su vida a la investigación, a
los estudios o a la difusión del Islam. Son merecedores del azaque también los
viajeros emigrantes que pasan necesidad.
Los impuestos
recaudados por los gobiernos no reemplazan en modo alguno la obligación de
azaque. El que paga el azaque no ha de buscar vanagloriarse con ello, recibir
agradecimientos o tener buena reputación, a menos que lo haga públicamente con
miras a incentivar al prójimo a imitarle.
4/ La
peregrinación (Al-Haÿÿ):
Todo musulmán o
musulmana que esté sano, mental y físicamente, y pudiente materialmente tiene la
obligación de peregrinar a la Meca, al menos una vez en su vida.
La peregrinación
es la mayor agrupación humana de fieles que tiene lugar anualmente y de manera
simultánea sobre la faz de la tierra (el número de peregrinos llegó a 2,5
millones en 1989).
La paz constituye
el lema de dicha agrupación: una paz con Al·lâh, consigo mismo, con los demás y
con todas las criaturas vivientes. Está terminentemente prohibido violar aquella
paz con cualquier tipo de agresión contra personas, seres vivos y hasta plantas.
En la Meca se
agrupan los musulmanes procedentes de diferentes partes del planeta para
responder a la llamada de Al·lâh. Todos acuden a la Meca glorificando sólo a
Al·lâh y a nadie más.
La peregrinación
es una agrupación que recuerda a la gran concentración de personas que tendrá
lugar el Día del Juicio Final, cuando todos los hombres se personarán iguales
ante Al·lâh.
La peregrinación
es también una conmemoración de los ritos celebrados por el Profeta Abraham (Ibrâhîm)
y su hijo mayor Ismael (Ismâ’îl) que fueron los primeros en peregrinar a la
Ka’aba, la primera casa de Al·lâh establecida sobre la faz de la tierra.
Es muy
recomendable hacer una visita a la Mezquita del Profeta Mohammad, en
Medina, aunque el hacerlo no es un requisito para que la peregrinación sea
correcta y completa.
Cuarto: El Islam:
modo de vida.
1- La vida moral.
2- La vida
espiritual.
3- La vida
personal.
4- La vida
familiar.
5- La vida social.
6- La vida
económica.
7- La vida
política.
8- La vida
internacional.
1/ La vida
moral en el Islam:
A lo largo de su
predicación, que duró veintitrés años, el Mensajero de Al·lâh fue un vivo modelo
humano del Islam. Sus enseñanzas bien detalladas en su tradición (Sunna)
constituyen asimismo un método íntegro que abarca todos los aspectos del
comportamiento moral.
El Islam enseña al
musulmán a ser leal, veraz, fiel, benévolo, humilde, cariñoso, justo, honesto,
afable y cumplidor.
Por otro lado el
Islam desaprueba cuantas cualidades contradicen las anteriores. Así desaprueba
la envidia, la hipocresía, la falsedad, la burla, el desenfreno, el chismorreo
la maledicencia y la altivez.
2/ La vida
espiritual en el Islam:
En el Islam, las
fuentes del saber radican en las pruebas claras y los argumentos contundentes a
los que se llega por medio de la experimentación o la experiencia, o ambas a la
vez.
El Sagrado Corán
incita a los musulmanes a adquirir el saber del universo en su extensión.
La creencia del
musulmán en Al·lâh se fundamenta en el conocimiento racional y la investigación
analítica, dejando abiertas las puertas de par en par para que se profundice en
todas las ramas del saber.
En el Islam no
existe ningún tipo de institución eclesiástica u organismo análogo, por lo cual
el saber no es privativo de unos sacerdotes o monjes.
Todo musulmán
tiene la obligación de aprender el Islam para que lo practique en su vida
cotidiana.
3/ La vida
personal en el Islam:
El Islam subraya
la trascendencia de la purificación y el aseo para el ser humano, la comida
sana, la vestimenta decente, el comportamiento recto y las relaciones sexuales
honestas, mantenidas dentro de la institución matrimonial.
El Islam prohibió
al ser humano todo tipo de comida o bebida que se consideran dañinas para su
cuerpo. Así que está prohibido tomar alcohol y drogas análogas, carne de
animales muertos, animales no degollados debidamente, fieras, carne de cerdo y
sangre.
El Islam recomendó
asimismo preocuparse por las medidas sanitarias adoptadas en la conservación y
distribución de comida, por la limpieza de la boca y manos, por la moderación a
la hora de comer y demás recomendaciones sanitarias saludables.
4/ La vida
familiar:
La familia
constituye el cimiento de toda la sociedad entre cuyos miembros existen fuertes
lazos de parentesco y vínculos matrimoniales, y en la que se rechaza totalmente
las relaciones anómalas (la adopción, matrimonios entre homosexuales,
matrimonios experimentales... etc).
Al·lâh ha otorgado
a los padres, y especialmente a la madre, un sumo respeto aunque profesen otra
religión que no sea el Islam.
El Islam
estableció el matrimonio en tanto que un deber religioso que han de cumplir
cuantos se consideren capaces de asumir sus responsabilidades a este respecto.
Todo miembro de la familia tiene derechos y deberes.
El acta
matrimonial se considera inválida sin el previo, libre y pleno consentimiento de
los cónyuges.
En el marido recae
la total responsabilidad de cuidar a su esposa, aunque ésta sea adinerada, y no
tiene derecho alguno a inmiscuirse en asuntos relativos a sus propiedades.
El Islam permitió
la poligamia - cuatro mujeres como máximo- sólo en casos de especial necesidad,
supeditándola a la capacidad del marido de satisfacer todas y cada una de las
necesidades de sus mujeres y a medirlas por el mismo rasero, requisito que
resulta difícil de cumplir por la mayoría de los hombres.
No se recurre al
divorcio como última solución, hasta que se agoten todos los intentos de
reconciliación y mediación llevados a cabo por los familiares de ambas partes.
5/ La vida
social en el Islam:
Al·lâh ordenó a
todo individuo que preste la máxima ayuda y muestre la mayor benevolencia hacia
los miembros de su familia, parientes, sirvientes y vecinos.
En el Islam se
privilegia a los individuos única y exclusivamente en razón a su devoción o
temor de Al·lâh (taqwa) y sus buenos actos, y no atendiendo a su clase
social, color, linaje o pertenencias.
Todos los hijos de
Adán constituyen una sola familia, puesto que todos descienden del mismo padre y
de la misma madre y la humanidad en su totalidad es en realidad una y unitaria,
no sólo en lo tocante al linaje sino también a los motivos de su creación.
6/ La vida
económica en el Islam:
El ser humano ha
de procurarse el sustento por medios lícitos, lo cual no sólo constituye una
obligación sino también una gran virtud.
Todo lo que gana
el ser humano por medio de su trabajo es propiedad exclusiva suya, aunque ello
no quita que tenga obligaciones hacia la nación (Umma). Ésta, por su
parte, asume la responsabilidad de proteger a sus ciudadanos de la penuria.
El sistema
económico islámico no estriba únicamente en cálculos matemáticos concretos, sino
también en modales y principios. El azaque (Az-Zakâ(t) y la
limosna voluntaria (As-Sadaqa) constituyen la columna
vertebral de este sistema.
El ser humano
viene al mundo con una mano detrás y otra delante y de la misma manera se
despide de él, así que el auténtico dueño de todo lo que se halla en este mundo
es Al·lâh, mientras que el ser humano es un simple encargado de estos bienes.
Aunque el Islam no prohíbe los proyectos privados ni la propiedad privada,
niega, eso sí, el egoísmo y la codicia del capitalismo.
El Islam adopta un
camino intermedio y positivo entre el individuo y la sociedad, el ciudadano y el
Estado, el socialismo y el capitalismo y entre el capitalismo y el
espiritualismo.
El Islam
estableció una normativa bien detallada de tratos comerciales para garantizar
justicia entre el vendedor y el comprador.
En el Islam sólo
se consiguen ganancias por medio de la auténtica inversión de los recursos, del
trabajo, o de las ideas, ya que el dinero por sí solo no ofrece beneficios. Lo
que sustituye en el Islam al interés estable que se cobra por los depósitos
pecuniarios es la participación, cuyas normas dispuso el Islam en diversas
ocasiones.
El Islam anima a
ofrecer el buen préstamo (el préstamo libre de interés o contrapartida) para
ayudar a terceros.
7/ La vida
política:
En el Estado
islámico la soberanía es propiedad de Al·lâh y la gente está encargada de ella
para llevar a la práctica Su Ley.
El primordial
cometido de la comunidad musulmana es asentar las bases de la sociedad islámica
y comunicar el mensaje del Islam a toda la humanidad en todas partes del mundo.
Todo musulmán, dependiendo del puesto que ocupa y su capacidad, asume un papel
en ordenar hacer lo correcto y prohibir hacer lo reprobable.
El gobernante es
un mero responsable ejecutivo elegido por la gente para que se encargue de ella
conforme a la Ley divina. El papel del Estado se resume en establecer la
justicia y mantener la seguridad de todos los ciudadanos.
Es menester elegir
a los responsables y gobernantes de entre los ciudadanos más capacitados y
habilitados. Si los responsables defraudan la confianza de Al·lâh y las
esperanzas que en ellos depositan los ciudadanos se hace necesario cesarlos y
sustituirlos por otros mejores.
El Islam impuso
penas correspondientes a todos los delitos que atentan contra la seguridad del
individuo y de la sociedad. Entre otros delitos pueden citarse: el asesinato, el
terrorismo, el robo, la fornicación, la homosexualidad, el tomar alcohol y
drogas análogas y la calumnia.
En lo que se
refiere a los no musulmanes, deben dirigir sus asuntos particulares así como el
matrimonio, el divorcio, la comida o la herencia atendiendo ya sea a las
enseñanzas de su religión o conforme a la Ley islámica, si así lo desean.
Asimismo pueden
elegir entre pagar el azaque, que pagan todos los musulmanes, o pagar un
impuesto llamado "tributo" (ÿezia), a cambio del cual el Estado
islámico se promete velar por la protección, cuidado y plena libertad de
creencia de los no musulmanes.
8/ La vida
internacional en el Islam:
Todos los hombres
son hijos de Adán y son iguales en lo referente a su categoría humana y al
motivo de su creación.
Los musulmanes
respetan los intereses de los demás y su derecho a vivir y cuidan de sus bienes
y honor siempre y cuando no atenten contra los derechos de los musulmanes. El
Islam reprueba toda índole de violencia.
Yihad en
Islam significa prestar ayuda a los pueblos oprimidos e indefensos para que
recuperen su libertad y derechos legítimos y para que elijan convencidos y con
plena libertad su creencia y doctrina en la vida. El Islam no permite ni
permitió jamás obligar, chantajear o sobornar a nadie para que se convierta a la
religión islámica.
Lo que sucede es
lo contrario, ya que vemos que son los musulmanes quienes padecieron y siguen
padeciendo todo tipo de injusticias, presiones económicas y chantaje para que
dejen de ser musulmanes. Al-Andalus (España), Palestina, la India,
Birmania y Bosnia no son más que una gota en ese océano de crímenes cometidos en
el pasado y el presente contra los musulmanes. En cambio, las comunidades judías
y cristianas instaladas en las sociedades musulmanas, por ejemplo, disfrutan
siempre de su seguridad y plenos derechos.
Los musulmanes
recurren a la guerra cuando la seguridad del país se ve en peligro. Durante la
guerra se prohíbe contundentemente destrozar frutos y matar animales. Se prohíbe
igualmente matar a los no combatientes como las mujeres, los niños y los
ancianos.
Los tratados
internacionales deben ser respetados al pie de la letra, a no ser que la otra
parte empiece por transgredirlos. No es tolerable incumplir un pacto con el
objetivo de conseguir unos beneficios políticos o económicos transitorios.
________________
[1] Al∙lâh= significa
Dios. Es el Nombre Más Grande que ostenta el Único Creador que posee todos los
atributos propios de la divinidad, tal como fue revelado en el Qor´ân.
[2] (SAAWS): Sal·la
Al·lâhu Alayhi Wa Sal·lam: Los Rezos y la Paz de Al∙lâh
sean sobre él, que es explicada por los ulemas como sigue: