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Capítulo 9:

Jardines de Delicia

 

Entonces, ¿qué hay de los Jardines de Delicia prometidos en el título del libro? ¿Dónde pueden encontrarse? La respuesta es simple: en el Paraíso. El musulmán ha estado anhelándolos toda su vida. Pero, antes de comenzar a hablar de ellos, tenemos que desviarnos y volver una vez más a las ajetreadas calles de El Cairo.

Darb Al-Ahmar, una calle desperdigada que tiene talleres centenarios, mezquitas y las que en otro tiempo fueron magníficas casas otomanas, se encuentra justo a las afueras de la puerta sur de la ciudad, Bâb Zuweyla. Las murallas de la ciudad han quedado tan invadidas por los edificios circundantes, que sólo las aprecias cuando están justo delante de ti. En la Edad Media, El Cairo sobrepasó sus murallas debido al crecimiento demográfico que experimentó su población. Comerciantes y príncipes tuvieron que construir entonces sus casas y palacios más allá de los muros de la ciudad. Y eligieron esta calle, Darb Al-Ahmar (la Calle Roja), porque daba a la Ciudadela de El Cairo, la sólida fortaleza construida por Salâh Ad-Dîn (Saladino) para mantener su dominio sobre la ciudad y protegerla de cualquier amenaza de los ejércitos de las Cruzadas.

Si nos sentamos en una cafetería hoy en día, bebiendo a sorbos el té a la menta y mirando el mundo pasar, casi podemos ver a los ministros del Sultán salir por la puerta de la ciudad en busca de la primera constatación de la nueva luna, que anuncia el principio del Ramadán. Podríamos ver hasta al propio Sultán, precedido de una magnífica procesión, montando a caballo a lo largo de esta calle, comenzando su peregrinación anual a La Meca. Si él no pudiera ir en persona, veríamos pasar en su lugar copias encuadernadas del Noble Corán en viaje oficial.

A lo largo de esta calle, el espacio para edificar era muy limitado, así que arquitectos y constructores fueron muy ingeniosos en la manera en que consiguieron concebir una mezquita con entrada desde la calle, y aún así lograr que enfocara directamente a La Meca. Es a esta mezquita hacia donde nos ha conducido la divagación: La mezquita de Al-Maridâni. Construida en 1339, apenas ofrece pista alguna acerca de lo que contiene de puertas a dentro.

Los susurros y los requerimientos para bajar la voz, así como las reverencias que prevalecen en muchas iglesias barrocas, no se dan en una mezquita. Las señoras de guantes y sombreros emplumados no tienen cabida aquí. La razón es que una mezquita no es sólo un lugar para el rezo. También es un lugar de aprendizaje, un lugar de reunión y de descanso. Es bastante habitual ver a un grupo de amigos charlando silenciosamente, a otro grupo escuchando a un profesor que les habla del Corán, y un tercer grupo simplemente dormido en el suelo. Esta última actividad parece extraña y, de alguna manera, irreverente para aquellos que están acostumbrados a las iglesias. ¡Jamás se incita a la gente a tirarse por los suelos e ir a dormir a una iglesia! Sin embargo, la mezquita es un lugar donde se puede descansar del calor del día.

La mezquita de Al-Maridâni proporciona frescura y descanso del ajetreo de la calle. La actividad, el polvo, el discurrir ajetreado de la vida en Darb Al-Ahmar van en contraste absoluto con la tranquilidad que hay dentro de la mezquita. De alguna manera, la mezquita refleja la diferencia que existe entre la realidad áspera de la vida en este mundo y el descanso que se nos ha prometido en la vida venidera. Del polvo del camino entramos a un jardín. Los árboles y los arbustos proporcionan sombra y refugio del sol. Puede oírse el chorrito del agua, refrescando el espíritu antes de ser utilizado para limpiar el cuerpo. Resulta una sorpresa respecto a la vida de la calle. Alrededor de ese jardín, hay una serie de intricados biombos de enrejado de madera conocidos como mashrabiya, que recortan la luz directa del sol en el área del rezo. Los ventanucos a lo alto de las paredes han sido fabricados en modelos coloridos con piezas de cristal, para filtrar la luz y mantener una atmósfera serena, fresca y sombreada. El olor de los árboles ofrece un intervalo de bienvenida respecto a los olores ásperos de la calle. Todo esto se encuentra aquí, en este jardín que tantos musulmanes han frecuentado durante siglos para hacer sus rezos en la mezquita y descansar un rato del trabajo para contemplar la belleza de la naturaleza. Flores, sombra, arbustos, agua… Todo les recuerda otra cosa. La frescura y la calma les recuerda a otro jardín, un jardín con ríos que fluyen bajo su suelo, en el que se les concederá hasta el deseo más insignificante: es el jardín del Paraíso.

Aunque el Corán es universal y no conoce límites de lugar ni de tiempo, sin embargo fue revelado a Mohammad (SAAWS) [1], que los Rezos y la Paz de Al·lâh[2] sean sobre él, en el desierto áspero de Arabia, a una gente acostumbrada a la sed y al calor abrasador. Qué hermoso para ellos, entonces, oír una descripción de lo que la vida será para ellos en el Paraíso:

[ Y a los que creen y practican las acciones de bien, les haremos entrar en jardines por cuyo suelo corren los ríos; allí serán inmortales para siempre, tendrán esposas puras y les pondremos al amparo de una apacible umbría.] TSQ [3] (Noble Corán 4: 57)

Hemos dicho ya que es imposible para la mente humana concebir como es Al∙lâh. Cuanto más creemos que entendemos como es Él, más podemos estar seguros de que Él no se parece a eso que imaginábamos. Dios está más allá de nuestro entendimiento. De un modo similar, no podemos concebir el Paraíso. Es tan diferente de la tierra que nuestro idioma nos falla, no tenemos palabras para describirlo. A los musulmanes se les da una imagen del Paraíso en el Noble Corán que es realmente hermosa. No tienen ninguna otra imagen más que la que Al∙lâh Único les ha dado.

Justo antes de su muerte, el Profeta Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al∙lâh sean sobre él, estiró su mano como intentando alcanzar algo. “Vi el Paraíso” dijo, “y extendí la mano para coger un racimo de sus uvas. Si lo hubiera tomado, habríais comido del mismo mientras durase el mundo”. Para los musulmanes, la imagen del Paraíso es realmente deleitable, y esto corresponde directamente con lo que los corazones anhelan y con lo que los cuerpos cansados desean. El Paraíso es lo que todos los corazones han deseado. Es realmente un Jardín de Delicias.

En este Jardín, nadie estará cansado nunca. Cada uno podrá comer y beber sin sentirse lleno en ningún momento. Todos se reclinarán en un canapé. Nadie sentirá dolor ni tendrá falta de nada. En este Jardín del Paraíso, los habitantes estarán todos vestidos con ropa de seda verde y llevarán puestas pulseras de oro y perlas puras. El calor nunca les tocará y nunca se cansarán:

[Hay ríos de agua de inalterable olor, ríos de leche siempre del mismo sabor, ríos de vino, dulzor para los que beban, y ríos de miel pura.
En él tendrán toda clase de frutos y perdón de su Señor.
]
(Noble Corán 47: 15)

Es importante recordar cómo los musulmanes consideran la vida de este mundo, para que entendamos totalmente su creencia en la otra vida. Basta con imaginarnos a un muchacho que se sienta en el borde del camino en Darb Al-Ahmar, a la espera de abrillantar zapatos. Ha desayunado poco y el sol es abrasador, sin embargo su cara muestra una sonrisa y tiene un saludo alegre para aquellos que pasan. Cuando le preguntas cómo está, contesta: "Alhamdu lil·lâh" (Gracias a Dios). El Paraíso y el Infierno son tan verdaderos para él como la nariz de su cara. El Paraíso no es pura fantasía imaginaria, es verdadero. El infierno no es una caricatura de todo lo que es malo, para él se trata de un lugar verdadero donde la gente será castigada toda la eternidad.

El Día del Juicio Final es verdadero. Durante aquel día, todos los hombres y mujeres serán recompensados con el Paraíso por el bien que han hecho; o bien serán arrojados al infierno debido a sus malas acciones. Nuestro muchacho ha realizado sus rezos, y es amable y generoso con lo poco que tiene. ¿Por qué debería tener envidia de un hombre que posee un gran coche? El coche del hombre no le salvará si sus hechos son malos o si descuida sus rezos. Nuestro tiempo en la tierra es corto. Al∙lâh nos pone a prueba para ver como respondemos a Su voluntad.

Este muchacho ha aprendido desde una edad temprana que está en la tierra con un objetivo definido y durante un tiempo fijo. Al∙lâh sabe todo lo que hará, y no hay nada que le pase en cualquier momento que no sea parte del plan de Al∙lâh. Él no tiene nada que temer ya que Al∙lâh le protege y Él nunca colocará una carga sobre él que no pueda llevar. Si ese niño por ejemplo experimenta realmente privación o sufrimiento en esta vida, tendrá que aguantarlo con paciencia porque el sufrimiento también es parte del plan misterioso de Al∙lâh. Las aflicciones y desgracias de la vida, cuando se aceptan con fe en Al∙lâh, traen sus propias bendiciones. No importa lo pobre que él sea en esta vida mientras le espere una futura vida gloriosa, si Al∙lâh así lo quiere, en el mundo venidero.

[Los jardines de 'Adn en los que entrarán; allí serán adornados con brazaletes de oro y perlas y vestirán de seda. Y dirán: Las alabanzas a Al∙lâh que nos ha quitado todo pesar, es verdad que Nuestro Señor es Perdonador, Agradecido. Quien ha hecho lícita para nosotros la Morada de la Permanencia, gracias a Su favor; en ella ni la fatiga ni la incapacidad nos afectará.] (Noble Corán 35: 33-35)

De un modo similar, este muchacho sabe que al igual que sus esfuerzos para ser bueno serán recompensados, todos aquellos que hacen el mal en este mundo serán castigados. Puede parecer que los caminos de los pecadores realmente prosperan aquí en la tierra, sin embargo los pecadores recibirán su merecido. Aquellos que ríen ahora en sus vidas maliciosas, llorarán para siempre en los fuegos del infierno.

Así como la descripción del Paraíso es hermosa, la descripción del infierno en el Corán es gráficamente horrorosa. Incluso en la tumba, la persona comenzará a experimentar el castigo que le corresponde. Las paredes de la tumba le oprimirán, aplastando su cuerpo. Los gusanos y los insectos le morderán en la tumba, y los ángeles le pincharán y golpearán con varas de hierro. Por una ventana, verá los horrores que le esperan: el fuego ardiente y el humo; el agua hirviente que le será dada para beber; la desesperación total. En cualquier momento de su vida, la persona tiene la posibilidad de arrepentirse y volver la espalda a sus pecados, retornando a Al∙lâh, Quién le esperará con Misericordia y Perdón. Sin embargo, una vez que la persona muere ya no se admite el arrepentimiento. Ya no puede compensar lo que ha hecho. Todos los musulmanes saben que podrían morir en cualquier momento, y rezan para que al morir sus labios pronuncien las palabras del Shahada: "Atestiguo que no hay más Dios que Al∙lâh, y atestiguo que Mohammad es el Mensajero de Al∙lâh".

Nuestro muchacho que permanece sentado al borde del camino en Darb Al-Ahmar sabe que el Día de Juicio Final será un día de justicia. A todos aquellos a quienes se les hayan arrebatado sus derechos, les serán devueltos. Aquellos que hayan sido víctimas tendrán derecho a la justicia de sus opresores. Incluso aquellos que eran crueles con los animales, serán pagados con la crueldad de los mismos animales.

Y aún así, Al∙lâh, el Misericordioso y El Compasivo, también mostrará ternura y piedad. Hay una tradición, atribuida a Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al∙lâh sean sobre él, que habla de la tierna misericordia de Al∙lâh: Durante el día del juicio, cuando todo el mundo tenga en sus manos el registro escrito de sus acciones, cada persona escuchará su propio registro con cuidado. Cuando termine y todos sus hechos malos hayan sido leídos en voz alta, este hombre alzará su mano y dirá, delante de Al∙lâh, que algo había sido omitido, algo muy malo que él había hecho en su vida, pero que ha sido olvidado. Al∙lâh le dirá: “Silencio, no hay necesidad de mencionar esto. Sé los secretos de tu corazón. Déjalo en el olvido”.

Del mismo modo, otro hombre escuchará sus buenas acciones leídas en voz alta y, cuando las haya oído todas, escuchará que se mencionará otra acción más buena que él no realizó: la construcción de una mezquita por Al∙lâh. Alzará igualmente su mano y dirá, delante de Al∙lâh, que ha habido un error, ya que él no construyó una mezquita. Al∙lâh contestará al hombre que cada vez que rezó durante su vida en la tierra, con lágrimas en los ojos, jurando que si tuviera dinero construiría una mezquita por Al∙lâh, estaba registrado en el Libro como si realmente lo hubiera hecho. Al∙lâh es Misericordioso y Compasivo.

Los justos serán conducidos al Paraíso; y los malhechores, al fuego del Infierno.

[ Verás a los injustos aterrados a causa de lo que se ganaron; se les vendrá encima.
Y los que creyeron y practicaron las acciones de bien tendrán, en los vergeles de los Jardines, lo que quieran junto a su Señor. Ese es el gran favor.
]
(Noble Corán 42: 22)

Al entrar en la mezquita para tomar un momento de descanso del trabajo del día, lavarse y luego rezar, nuestro joven muchacho sabe que está destinado a la gloria, con tal de que se aferre a lo que es correcto y haga el bien. Los Cinco Pilares del Islam sostienen su fe, ofreciéndole una recompensa gloriosa por una vida bien vivida.

[ En él estarán recostados sobre lechos y no verán solana ni helada. Las sombras estarán sobre ellos, cercanas, y sus frutos bajarán sumisamente. Se circulará en torno a ellos con vasijas de plata y copas que serán cristal... Llevarán vestidos de raso verde y de brocado, irán adornados con brazaletes de plata y su Señor les dará de beber una bebida pura.] (Noble Corán 76: 13-15,21)

Entonces, nuestro joven muchacho –podríamos llamarlo 'Alî o Hassan o Mohammad– termina sus rezos y se va a la calle. Deja el frescor y la sombra de la mezquita, con su jardín de arbustos, flores y palmeras, y vuelve a su sitio al borde del camino. Esperará ganar suficiente dinero limpiando zapatos, no sólo para comprarse algo para comer más tarde, sino también para llevar el dinero a casa y dárselo a su madre. Él es joven, pero es el hombre de la casa y lo que lleva ayudará a alimentar a sus hermanos y hermanas. Incluso aunque nuestro muchacho no tiene nada de que jactarse en lo que respecta a honores o riqueza, todavía sonríe. El calor del día y el polvo de la calle no han hecho disminuir lo más mínimo su capacidad de sonreír. ¿Por qué? Como tantos millones de otros hermanos musulmanes, él es parte del secreto. Es como si él también hubiera visto una película que no es capaz de describir perfectamente con palabras. Nuestro muchacho es musulmán y esto le hace feliz. Está tan orgulloso de ello que, con una sonrisa, preguntará a los turistas extranjeros de qué religión son cuando se paren a conversar con él.

Los no musulmanes, por lo general, se sorprenden cuando sus vecinos musulmanes les preguntan de qué religión son. La gente del mundo occidental se ha acostumbrado a evitar la religión como tema de conversación. Hay que recordar que a muchos de ellos se les enseña que no se debe hablar de religión o política en la mesa. Esta evasión de la religión es ampliada entonces a los periódicos y a la pantalla de televisión, de modo que finalmente la religión ha acabado por convertirse en un tema tabú. Los únicos que hablan de religión son, por una parte, los extremistas y los fanáticos y, por otra, la gente que es decididamente extraña. Varios estudios de años recientes han revelado una decadencia de la creencia en Dios entre la gente del Reino Unido. Verdadero o no, lo cierto es que ha habido una decadencia en la adhesión a religiones organizadas o prácticas religiosas. Esto es aparente en cualquier servicio religioso. Los números bajan.

Sin embargo, algo pasó unos años atrás que demostró cómo todavía la gente está preocupada por los valores espirituales. Diana, la Princesa de Gales, murió en un accidente de coche en París. El mundo entero se quedó pasmado al oír las noticias. No es una exageración decir que los británicos quedaron traumatizados por el acontecimiento. Durante una semana entera la nación fue testigo de algo extraordinario. Miles de personas acudieron a Londres para dejar flores en las afueras del Palacio de Buckingham, la casa de la Reina británica, y en el Palacio Kensington, la casa de la Princesa. Hacia el final de la semana, el aroma de las flores resultaba irresistiblemente agradable. Durante una semana entera los presentadores de las noticias en la televisión se pusieron corbatas negras y aparecían con un fondo negro o púrpura en señal de duelo por la muerte de la princesa. Londres no había presenciado nada parecido durante años. El día del funeral, miles de personas se alinearon en el camino por el que tenía que pasar el cortejo fúnebre, o acudieron a parques públicos para seguir los acontecimientos del entierro a través de unas pantallas de televisión gigantes que habían sido instaladas para tal efecto. La Abadía de Westminster, durante siglos escenario de coronaciones innumerables, bodas reales y entierros oficiales, resonó en aplausos populares para la Princesa. Se escogió a un cantante de música pop para que cantara en honor de Diana, la Princesa de la Gente. Muchedumbres histéricas siguieron el cortejo fúnebre cuando el ataúd fue llevado a su lugar de descanso final.

¿Por qué nos hemos desviado para hablar de la Princesa Diana? ¿Qué tiene que ver esto con el Islam? Pues bien, lo que pasó durante aquella semana extraordinaria a finales del verano inglés de 1997, señaló algo mucho más significativo que la muerte de una princesa. Golpeó al pueblo británico con la pena. Hombres de negocios, visiblemente conmovidos, salieron de sus oficinas a la hora de comer para poner una sola rosa en memoria de la princesa. Millones de personas se pegaron a las pantallas de televisión. No es demasiado rebuscado sugerir que la gente se estaba lamentando de la muerte de la propia bondad. Lo que atestiguamos era un anhelo de valores, que durante mucho tiempo había estado escondido, profundamente dentro del alma humana. La gente rompió a llorar sin motivo, porque se había tocado una cuerda religiosa en sus corazones que había permanecido dormida durante años. En un mundo en el que la religión había sido apartada como algo irrelevante o excéntrico, la gente se vio confrontada de repente con preguntas espirituales: ¿Por qué estamos aquí en la tierra? ¿Por qué mueren los jóvenes buenos? ¿Qué tipo de Dios permite que el bueno sufra? ¿Acaso existe Dios?

Es ciertamente posible que en Occidente haya habido una decadencia en la práctica religiosa o en la creencia en la religión, pero el Islam nos dice que el corazón humano está hecho para Al∙lâh. Lo que toda aquella gente experimentó fue su más íntimo lamento de algo que se les había negado durante mucho tiempo. Recuerda: todos los caminos llevan a Dios.

Nuestro joven muchacho sabe la respuesta a todas aquellas preguntas que tienen que ver con el sentido de la vida. El Islam se lo ha enseñado. No hay ninguna diferencia para él entre religión y vida. Él no es, ni extraño, ni extremista, ni fanático. Él es simplemente un chico joven, absolutamente normal, que trata de ganarse el dinero suficiente para alimentarse a sí mismo y a su familia. ¿Rezar le convierte en fanático?, se pregunta. ¿Tratar de ayudar a otros menos afortunados que él lo hace extraño? ¿Soñar con hacer una vez en la vida una peregrinación a La Meca lo hace ser un extremista? A menudo tememos lo que no entendemos.

Actualmente, se tiene una idea muy equivocada de lo que es el Islam. Si nuestro único conocimiento del Islam proviene de titulares de noticias tergiversados, podemos estar seguros de vivir siempre temiendo algo que realmente no conocemos. Si comenzamos a ver el Islam con los ojos de los propios musulmanes, como es el caso de nuestro joven limpiabotas, empezaremos a entender como es en realidad esta religión.

Los musulmanes están realmente aturdidos por el hecho de que no sólo se tiene una idea falsa de su religión sino que además es vilipendiada como una religión de fanáticos. Nuestro joven muchacho, 'Alî o Hassan o Mohammad, sabe que el Islam es la religión de la paz. Siendo incomprendido por muchos que no son musulmanes, él continuará por la realidad áspera de la vida, dando lo mejor de sí para ser una persona buena. Varias veces por día, declarará su creencia en la unicidad de Al∙lâh, y en que Mohammad es Su Mensajero. Se apresurará a rezar cuando oiga Al∙lâhu Akbar desde la mezquita. Pagará el Zakât si alguna vez tiene bastante dinero para pagarlo, pero siempre pensará en aquellos que estén económicamente peor que él. Esperará con anhelo durante todo el año la llegada del mes de Ramadán, período en el cual ayunará prontamente, con todo su corazón y su alma, durante las horas de luz del día. Y el sueño de su vida será realizar la peregrinación a La Meca, en respuesta a la llamada de Al∙lâh.

Su esperanza y su súplica se basarán en que, cuando su tiempo en la tierra haya terminado, pueda volver la mirada y hallar una vida bien vivida. Habrá vivido el secreto, según los principios de Islam. Entonces, esperará oír estas palabras del Corán, como si Al∙lâh las pronunciara para él solo:

"¡Oh alma sosegada! Regresa a tu Señor, satisfecha y satisfactoria. Y entra con Mis siervos, entra en Mi Jardín". (Noble Corán 89: 27-30)


[1] (SAAWS): Sal·la Al·lâhu ‘Alayhi Wa Sal·lam: Los Rezos y la Paz de Al∙lâh sean sobre él, que es explicada por los ulemas como sigue::

Sal·la Al·lâhu Alayhi: significa que le cubra con Su Gloria y Su Misericordia…El motivo de traducirlo literalmente es porque estas palabras son repetidas por los musulmanes de todo el mundo, siguiendo el precepto divino de decir esta expresión siempre que se mencione al Profeta, en la llamada a la oración (Al Âdân) o en cualquier circunstancia, como veneración concedida por Al·lâh a Su último Mensajero, Mohammad, que ha sido enviado a toda la humanidad. Wa sal·lam: significa: y derrame Su Paz sobre él.

[2] Al∙lâh: significa Dios. Es el Nombre Más Grande que ostenta el Único Creador que posee todos los atributos propios de la divinidad, tal como fue revelado en el Qor´ân.

[3] TSQ : Traducción de los Significados de Al Qor'ân. Es imposible transmitir exactamente los verdaderos significados que contienen las palabras de Al Qor'ân o imitar su elocuente retórica. Se han traducido los significados de Al Qor'ân y no se puede decir que sea una traducción de Al Qor'ân. Esta traducción nunca podrá reemplazar la lectura de Al Qor'ân en lengua árabe -la lengua en que fue revelado

 

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