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Segundo califa 'Omar Ebnu Al-Jatâb Episodio "6"
Seguimos con la serie de 'Omar Ebnu Al-Jattâb (que Al∙lâh[1] esté complacido con él), nos estamos acercando al final, sólo nos quedan el episodio de hoy y el último en el que abordaremos el tema del asesinato de 'Omar. Siento temor y preocupación cada vez que nos acercamos del final de esta serie, temo no haber podido haceros llegar la idea, me pregunto si habéis llegado a formar una imagen clara de esta gran personalidad y si habéis llegado a amarla. En realidad a esto aspiro. En el episodio pasado hemos hablado de las tres cualidades del segundo Califa 'Omar Ebnu Al-Jattâb, con las que gobernó el mundo, se trata de la justicia, la misericordia y la fuerza. Asimismo hemos transmitido la opinión de Occidente, que piensa que es imposible que estas tres cualidades se reúnan en una sola persona, visto que es muy difícil que la justicia y la fuerza se unan, y si es el caso, la fuerza vencerá y la justicia se retirará. Ahora decimos a todo Occidente que estas tres características existieron entre los musulmanes en la época de 'Omar, el único que pudo reunir estas cualidades al mismo tiempo: la fuerza, la misericordia y la justicia en su más alta manifestación y expresión. Hoy hablaremos de sus virtudes morales y de su califato que abarcó la tierra de Al-Shâm: (Era formada por los actuales: Palestina, Siria, Jordania, y Líbano) Irak, Egipto, Asia, alcanzó Azerbaijana, y la península arábiga; todos estos países estaban bajo su poder, y todos se sometían a sus órdenes. Los reyes de la tierra lo temían y todo el mundo sabía que él era el hombre más poderoso y temido. Su califato duró diez años y sus órdenes eran debidamente obedecidas. En medio de este poder, grandeza y gloria, conoceremos las demás cualidades y virtudes morales de este hombre. La modestia y el ascetismo de 'Omar Ebnu Al-Jattâb (que Al·lâh esté complacido con él): Os narraré las historias de la Tradición que reflejan esta modestia. Un día, cuando 'Omar estaba andando con un grupo de los compañeros del profeta, de repente una mujer se dirigió hacia él y le dijo: "Ven 'Omar". Apacible, se dirigió hacia ella, y la mujer le dijo: "Recuerdas cuando jugabas antes con los chicos en la Meca y te llamaban 'Omayr (diminutivo de ‘Omar), cuando maduraste empezaron a llamarte 'Omar y ahora te llaman Príncipe de los creyentes, ten miedo de Al·lâh, hijo de Al-Jattâb, porque si no lo hagas Él te Torturará". Entonces los compañeros dijeron a la mujer: "¿Cómo puedes hablar así con el Príncipe de los creyentes?" Entonces 'Omar dijo: "¡¡Callaos!! ¡¡Callaos!! ¿Sabéis quién es esta mujer? Es Jaula Bentu Za'laba, la mujer cuya queja Al·lâh Oyó de lo alto de los siete cielos " Al·lâh Ha Escuchado las palabras de la que recurrió a ti para defenderse de su esposo y en su queja suplicaba a Al·lâh; y Al·lâh Escuchaba vuestra discusión" TSQ [2] , (La sura 58, Al-Muÿâdala, La Discusión, aleya 1). Juro por Al·lâh que si me detuviera allí para reprenderme durante un año entero no me hubiese movido de mi sitio. ¡Veis su modestia a pesar de todo lo que tenía! Otra situación. Una vez subió al púlpito y llamó: "Un rezo colectivo" (para señalar que hablará de algo muy importante y que será necesario que se reúne un gran número de musulmanes). Luego dijo: "Cuando era pequeño trabajaba de pastor para los habitantes de la Meca y para mis tías ancianas Mequinenses; llevaba las cabras, les daba de beber, las ordeñaba y limpiaba por debajo. A cambio, cobraba algunos dátiles que ponían entre mis manos. Si no os habéis enterado de que lo hacía, ya lo sabéis ahora". Luego bajó del púlpito. Entonces Alî Ibnu Abî Tâlib (que Al·lâh esté complacido con él) dijo: "Creo que sólo te has menospreciado Príncipe de los creyentes". 'Omar dijo: "Es exactamente lo que quería hacer, sentí orgullo por ser el Príncipe de los creyentes, entonces quise reprenderme y hacerme saber a mi verdadero valor". ¿Veis su modestia? ¿Quién podría hacer lo que hizo? Otra situación, Una vez dijo a la gente: "De ahora en adelante no dais a las mujeres más que 40 onzas en la dote". De repente oyó la voz de una mujer desde el fondo de la mezquita diciendo: "No tienes derecho a decir esto". 'Omar le preguntó: "¿Y porqué?" Le dijo: "No has oído Al∙lâh, Alabado y Enaltecido, sea que dice en Al-Qor´ân: "…..y so les habéis dado una gran dote, no toméis nada de ello. ¿Seréis capaces de hacerlo con falsedad y cometiendo un delito evidente?" 'Omar la miró y dijo: "Ha acertado la mujer cuando ‘Omar se ha equivocado". (TSQ: La sura 4, An·nisâ´, Las Mujeres, Aleya 20). Estoy narrando estas grandes situaciones por dos motivos: El primero es haceros sentir cierta pertenencia a estos grandes compañeros; y el segundo es seguir su ejemplo en cómo se reprendían -si sois de los que no lo admiten cuando se equivocan o los que no son capaces de pedir el perdón pensando que así se están menospreciando. Cuando 'Omar dijo "Ha acertado la mujer cuando ‘Omar se ha equivocado", la gente lo valoró mucho por su modestia y sobriedad. Una situación que demuestra su modestia y sobriedad. Mientras pasaba una vez bajo la casa de Al-'Abbâs, había un canalón de agua que filtraba goteos; entonces 'Omar quitó el canalón de su sitio. Al-'Abbâs bajó a ‘Omar y le dijo: "¿sabes lo que has hecho? ¿Sabes quién puso este canalón en este sitio? Es el Profeta (SAAWS) [3]. Si quieres hacerlo, pues adelante". Al-'Abbâs conocía la personalidad de 'Omar y sabía que no iba a aguantar lo que le dijo. Entonces 'Omar dijo: “Por Al·lâh, Al-'Abbâs, sube sobre mi espalda y colócalo de nuevo en su sitio”. Pero Al-'Abbâs se negó. 'Omar dijo: "Por Al·lâh, no soporto quitar con mis propias manos algo que el Profeta (los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él) había puesto". (¡Gente que cambiasteis la Tradición del Profeta sin sentir culpa! ¡Gente que dejasteis la Tradición del profeta! ¡Veis a ‘Omar!). 'Omar insistió y Al-'Abbâs subió sobre su espalda para recolocar el canalón en su sitio. ¡Observáis su ascetismo! Su criado Yarfa` cuenta: "conté más de veintiún remiendos en el atuendo de 'Omar, el Príncipe de los creyentes, entre ellos cuatro en el hombro". Cuentan que un día 'Omar tardó en llegar a la oración del viernes, y era él quien pronunciará el sermón del vienes y la gente estaba a su espera. Cuando llegó, subió al púlpito y les reiteró sus disculpas por el retraso, y les dijo: "Juro por Al·lâh que la única razón de mi retraso es que tengo un solo vestido que quería lavar y sólo lo hice hace unos instantes, por eso perdonadme por mi retraso". ¡Quien gobierna el mundo tiene un solo vestido! ¿Será porque no tenía dinero? No, tenía dinero, pero gastaba todo lo que ganaba para hacer vestir a los musulmanes, les prefería a sí mismo. Otro hecho extraordinario. Cuando enviaron de Yemen unas telas, que apenas bastaban para hacer una chilaba para cada ciudadano de la Medina, 'Omar los distribuyó todos entre la gente. La tela que le tocó a 'Omar no le bastaba para coser una chilaba ya que era alto y robusto. Un día, mientras estaba pronunciando un discurso, dando consejos y órdenes a la gente, de repente alguien le dijo: "No vamos a obedecerte ni seguiremos tus órdenes". 'Omar inquirió: "¿Porqué será?" El hombre le dijo: "Porque cuando llegaron las telas de Yemen, las has distribuido entre nosotros y te llevaste una tela más larga". Entonces contestó 'Omar: "Que Al·lâh te recompense por tu preocupación por los musulmanes. Hijo de 'Omar, dile de dónde he conseguido este tejido". Entonces ‘Abdul∙lâh Ebnu 'Omar (que Al·lâh esté complacido con él) le dijo: "He regalado mi tela a mi padre, como no le bastaba una sola le di la mía". El hombre dijo: "Ahora escuchamos tus consejos y te obedecemos, tú eres el príncipe de los creyentes". Una vez, mientras nuestro señor 'Omar andaba por las puertas de la Medina, había un chico que montaba un burro, cuando este último vio a 'Omar andando de pie en medio del desierto le dijo: "¡Príncipe de los creyentes, móntese y andaré yo!". 'Omar le dijo: "No, vamos a montar los dos". El chico dijo: "Monte adelante y yo montaré detrás". Entonces nuestro señor 'Omar le dijo: "¡Por Al·lâh no!, Tú montas adelante que es el sitio más blando y yo montaré detrás que es más duro". Luego, los dos entraron a la Medina y la gente les miraba sorprendida, preguntándose si la persona que montaba detrás del chico era su Príncipe. Sólo quise explicar los conceptos de modestia y sobriedad, porque cada uno de nosotros los necesita. ¿Quién está dispuesto a querer a los demás más que a sí mismo? Otra prueba de su gran modestia. Cuando pidió la mano de una mujer llamada Umm Îbân Binto 'Otba, y había también otro que pidió su mano que es Talha Ibnu ‘Ubaidil·lâh, ninguno de los dos estaba enterado de ello. Ella prefirió Talha a 'Omar aunque este último era entonces el Príncipe de los creyentes, y cuando le preguntaron sobre el motivo de este rechazo les dijo: "Porque éste – ‘Omar- es un hombre que ha vendido la vida mundanal y eligió, en cambio, la Otra Vida. Juro por Al∙lâh que cada vez que lo veo creo que ve a Al∙lâh con sus ojos antes de moverse. Yo no puedo vivir con él". Aquí tenemos que subrayar que la modestia no significa la humillación, tampoco significa que el musulmán tiene que ser débil o sumiso. 'Omar, a pesar de su modestia, gozaba de una gran fuerza y de un poder aplastante, tenemos que aclarar las cosas para que la gente no entienda su modestia como humildad. Recordamos una actitud de Shifâ´ Bento ‘Abdil·lâh cuando vio a unos hombres andando cabizbajos y llevando vestidos rotos, que parecen ser débiles y humildes, entonces preguntó: "¿Qué hacen aquellos hombres?" La gente le dijo: "Son devotos que adoran a Al·lâh de esta manera". Entonces se preguntó: "¡¿Estos son los devotos?! ¡Por Al·lâh!, he visto a 'Omar Ebnu Al-Jattâb quien cuando hablaba todo el mundo le escuchaba, si pegaba hacía daño, y cuando daba a la gente de comer todos quedaban saciados, ¡éste es el verdadero devoto!". Segundo: Al-‘Iffa o la castidad de ‘Omar: Hay muchas narraciones sobre la castidad de 'Omar Ebnu Al-Jattâb, que era la máxima manifestación y expresión de la probidad. Cuando César y Crosroes fueron vencidos por los musulmanes, éstos últimos trasladaron los grandes tesoros de Crosroes, el rey de los persas, desde Iraq hasta la Medina, luego los recopilaron en la gran mezquita de la Medina, sin dejarles bajo guardia a pesar de su gran cantidad y su valor. Cuando 'Omar fue a inspeccionar estos tesoros, encontró unas piezas y joyas muy pequeñas, lo que indica la confiabilidad de los musulmanes que trasladaron estos tesoros mientras tenían la oportunidad de llevarse cualquier pequeña joya. Entonces 'Omar dijo: "La gente que nos llevó estos tesoros es gente digna de confianza". Entonces nuestro señor ‘Alî Ibnu Abî Tâlib dijo sus famosas palabras: "Fuiste casto por eso actuaron con castidad, y si te hubieras entregado a la vida habrían hecho lo mismo". Cuentan de su probidad y piedad que un día 'Omar había decidido ofrecer donaciones de La Casa de Monedas de los musulmanes a todos los ancianos, niños o mujeres judíos y cristianos. (Imaginaos lo que pasó a los musulmanes cuando fueron masivamente expulsados de Al-Ándalus en comparación con la actitud de ‘Omar; y algunos para colmo dicen que esta religión fomenta el terrorismo). Un hombre cristiano estaba encargado de distribuir estas donaciones a los no musulmanes, cuando 'Omar se las dio para distribuirlas a los pobres y débiles, el hombre le regaló a 'Omar un manto bordado. Entonces 'Omar le dijo: "¿Este manto es de tu dinero o del dinero de los depositarios de la Escritura?" El hombre respondió: "No. Es de mi dinero". Entonces 'Omar volvió a preguntarle: "¿Es este de tu puro dinero?" El hombre dijo: "Sí" 'Omar le dijo: "Cuidado de que sea mezclado con otra cosa más". El hombre le dijo: "¡No por Al∙lâh!, sólo un hilo que venía con el dinero de las donaciones". 'Omar le dijo: "Por Al∙lâh, no me llevo este manto hasta que me enseñes dónde está el hilo para extraerlo". El hombre le enseñó el lugar del hilo y 'Omar a medida que extraía el hilo decía: "¡Señor mío! Límpielo de cualquier dinero que no sea lícito para 'Omar".
‘Abdul·lâh, el hijo de ‘Omar, tenía unos camellos que llevó Al-Hemâ, un sitio dedicado a la cría de los camellos de los musulmanes. Cuando 'Omar pasó por allí notó dos tipos de camellos, unos flacos y otros cebados, entonces preguntó: "¿De quién son estos camellos?" (Se refería a los cebados). Le dijeron: "De ‘Abdul·lâh Ebnu 'Omar". Preguntó: "¿Dónde está ‘Abdul·lâh?" Le llamaron, y cuando vino, 'Omar le apaleó con su bastoncito. ‘Abdul·lâh exclamó: "¿Por qué?" 'Omar le dijo: "Ellos privilegiaron a tus camellos por tu linaje y te honraron por mi posición. No, por Al·lâh, hijo del Califa, sólo tomarás tu capital, y quedará el rédito en la Casa de Moneda de los musulmanes". Luego llamó a los encargados del lugar de Al-Hema y les pegó con su bastoncito [apaleos de educación] diciendo: "Lo hicisteis por la posición de 'Omar Ebnu Al-Jattâb pero juro por Al·lâh que nunca permitiría que los camellos del hijo del Califa coman algo ilícito". 'Omar tenía la costumbre de distribuir las donaciones entre los musulmanes. Un día, dio a un joven cuyo padre había participado en la batalla de Uhud un importe de 4000 dirhams mientras dio a su propio hijo un importe de 3000 dirhams. Cuando le preguntaron sobre la causa de asignar más dinero a aquel joven que a su propio hijo, les dijo: "El padre de este joven mostró más resistencia y persistencia en la batalla de Uhud que el padre de ‘Abdul·lâh Ebnu 'Omar (refiriéndose a sí mismo)". Otra historia: 'Omar, después de haber castigado a un hombre con su bastoncito, descubrió luego que aquel hombre no se había equivocado. Entonces, fue a ver al hombre y le dio su bastoncito diciéndole: "Te ruego por Al·lâh que me castigues como te he castigado". El hombre le contestó: "No lo haré hoy". El hombre fue a su casa, y al levantarse al día siguiente encontró a 'Omar que había pasado la noche cerca de su casa, y al verle, le dijo: "¿No es hora de que me castigues?" El hombre contestó: "No lo haré hoy". 'Omar dijo: “Por Al·lâh, no he podido dormir esta noche; o te desquites de mí o me perdonas". (Vemos cómo era su temor de Al·lâh) El hombre le dijo: "Te perdono, Príncipe de los creyentes". Por su fuerte temor de Al·lâh lloraba mucho, y de tanto llorar tenía ojeras. En uno de sus recorridos nocturnos que efectuaba para enterarse de las situaciones de los musulmanes, escuchó la recitación de algunas aleyas de Al-Qor`ân: "Que el castigo de tu Señor ha de ocurrir y no habrá quien lo pueda impedir."TSQ La sura 52 de At·tûr o El Monte Sinaí, aleyas 7 y 8), se paró pero sus pies empezaron a temblar, se sentó al suelo y se echó a llorar. Lo llevaron a su casa. Narraron que durante un mes lo visitaban sin entender qué le ocurría. También narraron que cuando rezaba leyendo la sura de Yûsof, con la que le gustaba rezar la oración del amanecer [Al-Faÿr], precisamente al llegar a la aleya que describe lo que dijo el profeta Ya'qûb (Jacob), que la Paz sea con él,: "Yo sólo me lamento de mi dolor y de mi pena ante Al·lâh" [Sura 12, de Yûsof , aleya 86] no podía seguir con la oración de tanto llanto. Y cuentan también que "lloraba hasta que oíamos su llanto en la cuarta o la quinta fila de los orantes". Siempre preguntaba por todo lo relacionado con el temor de Al·lâh; iba a Ubayy Ebnu Abî Ka'b y le decía: "Por Al·lâh Ubayy háblame del temor de Al·lâh". Éste le contestó: "Príncipe de los creyentes, ¿si caminaras en un jardín lleno de espinas, qué harías? 'Omar respondió: "Me aplicaría y me dedicaría en cuerpo y alma para quitarlas". Ubaî le dijo: "pues así es el temor de Al·lâh, aplícate para obedecer a Al·lâh y esfuérzate para no desobedecerle". Luego, se encontraba con Abû Mûsâ Al-Ash'arî, conocido por su buena recitación de Al-Qor`ân, y le decía: "Hazme extrañar a Al·lâh (quiere decir recítame Al-Qor`ân para extrañar a Al·lâh). Así vemos cómo se dirigía a los compañeros preguntándoles sobre la obediencia de Al·lâh. Otra vez se dirigió a Ubayy y le preguntó: "¿cómo se quita el alma?". A lo que le respondió: "¡Príncipe de los creyentes!, si trajéramos una gran rama de árbol llena de espinas y la introdujéramos en la boca del ser humano, y cada rama y cada espina se colgara con sus venas, luego sacaaríamos la rama fuertemente, ¿Cómo sería el dolor?". 'Omar le dijo: "Cállate, ya lo entiendo, sé lo duro que sería quitar el alma". Observaos cuánto temor a Al·lâh tenía nuestro señor 'Omar. Dice 'Omar: "Por Al·lâh, si el cielo se quebrantara y viera al Paraíso y al Infierno con mis propios ojos, no creería en ellos más de lo que creo ahora". Podemos entender también de esas situaciones que 'Omar siempre rendía cuentas a sí mismo. En relación con ello, hay una narración muy bella. Relataron que el Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, había confiado todos sus secretos a uno de los compañeros (el guardián de los secretos del Profeta) llamado Hudhayfa Ebnu Al-Yamân y le había revelado las tentaciones y desgracias que tendrían lugar después de su muerte (del Profeta) hasta el Día del Levantamiento, además de revelarle los nombres de todos los hipócritas, para que cuando muere alguno de ellos no recen sobre él. 'Omar se encontró con Hudhayfa (que Al·lâh esté complacido con ambos) y le dijo: "Por Al·lâh dime ¿El Profeta me nombró entre los hipócritas?" Hudhayfa permaneció callado, porque el Profeta le había encomendado no mencionar ningún nombre de aquellos hipócritas. Entonces 'Omar dijo: "Hudhayfa, por Al·lâh, no te dejaré hasta que me digas si el Profeta me nombró entre los hipócritas". (¿Habrá quién esté relacionado con su religión y con Al·lâh tanto como 'Omar?). Hudhayfa contestó: "No, Príncipe de los creyentes. Juro por Al·lâh que no diré esto a nadie más". Observad el temor de Al·lâh … La preocupación de 'Omar por los musulmanes: Cuando estaba preparando este episodio, me pregunté si hay alguien que se preocupa por las condiciones y las situaciones de los musulmanes. Vais a quedar asombrados por el carácter de 'Omar al escuchar las narraciones que vienen al respecto. Hay un dicho del Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, (narrado por Muslim) que 'Omar lo tenía siempre por delante de sus ojos y que siempre repetía: "Cualquier hombre que se encargue de uno de los asuntos de los musulmanes y no se esfuerce y canse para ellos, no estará con ellos en el paraíso". Mirad su empeño y su preocupación por los asuntos de los musulmanes. 'Omar decía: "¿Cuándo duermo? Si lo hago por la noche perdería los derechos de mi Señor y si duermo por la mañana descuidaría los derechos de los súbditos". ¿Sabéis cómo dormía 'Omar? Dormía de una manera interrumpida, una hora por la noche, o media hora después del rezo del mediodía “Al- dhohr” o un cuarto de hora después del rezo del 'Asr, y así. Sí contábamos estos breves periodos, encontraríamos que no dormía más de un par de horas al día; no dormía hasta que no podía aguantar. Otra narración: Cuentan que había un hombre llamado Al-Ahnaf Ebnu Qays, un gran señor de Irak. Un día, 'Omar estaba en un establo, vigilando en persona la limpieza de los caballos y las cabras; mientras, la delegación de Irak estaba en camino, y entre ellos Al-Ahnaf Ebnu Qays. Se quedaron boquiabiertos al ver a 'Omar así; pero 'Omar dijo a Al-Ahnaf: "Quítate la ropa y vente a ayudar al príncipe de los creyentes, que aquellos son los camellos dedicados a la limosna". Un hombre de la delegación de Irak dijo a 'Omar sobrecogido: "Que Al·lâh te cubre con su misericordia, Príncipe de los creyentes, por qué no mandas a uno de los esclavos de la limosna para limpiarlas". A lo que respondió 'Omar: "¿y quién es más esclavo que Al-Ahnaf y yo? ¿a caso no sabes que si uno se encarga de los asuntos de los musulmanes será para ellos como el esclavo para su dueño?". ¡Observad esta situación! Es como si ‘Omar Ebnu Al Jattâb estuviese abrazando toda la nación y temiese que alguien cayera. Veamos la actitud de 'Omar con las esposas de los moÿâhidîn (luchadores) cuyos maridos estaban en los ejércitos que fueron enviados para conquistar la tierra de Al-Shâm e Irak. Cada viernes pasaba por sus casas, una por una, llamando a sus puertas diciéndoles: "Vuestros maridos están en el combate ¿necesitáis algo? Tengo miedo de que se os engañen en la compraventa, quien necesite cualquier cosa que me la escriba". ¿Sabéis qué hacía? le pedía a cada una de ellas escribir una lista de lo que necesitaba, y la que no sabía escribir, le pedía que enviara a una persona de su casa para que le comprase lo que ella necesitaba. Y así iba al mercado con un gran número de hijos de los combatientes y compraba los pedidos. Y si le preguntaba porqué no dejaba esta tarea para otra persona, contestaba: "cómo queréis que pierda la recompensa de Al-Ÿihad[4] ¿No os baste que no me habéis dejado salir para el combate? Dejadme conseguir la retribución de Al-Ÿihad".
Además cuentan que cuando le llegaba una comida deliciosa decía: "Por Al·lâh no comerán ni la familia de 'Omar ni los musulmanes, sino los hijos de los mártires". Luego pasaba por los hijos de los mártires y les daba de comer personalmente, luego les decía: "¿Estáis contentos? Por Al·lâh vuestros padres están ahora comiendo en el paraíso una comida mejor y más deliciosa que ésta". Cuidaba a los musulmanes hasta el punto que en una de sus veladas de supervisión pasó por una tienda, vio a un hombre sentado fuera y que parecía muy preocupado, y escuchó la voz de una mujer chillando desde el interior. 'Omar le preguntó: "¿Qué pasa?" El hombre (no sabiendo que aquél era 'Omar Ebnu Al-Jattâb) dijo: "Mi esposa está pariendo y no sé cómo ayudarla”. Entonces, 'Omar le dijo: "Tranquilo, no te preocupes", luego se dirigió con mucha prisa a ver a su esposa, Umm Kulzûm hija de ‘Alî Ebnu Abî Tâlib, y le dijo: "¿Quieres ganar una buena recompensa que te haga entrar al paraíso?" Le preguntó: "¿Cuál será?" Le dijo 'Omar: "Vente conmigo, una mujer está pariendo, podemos ganar los dos la retribución de Al·lâh si la ayudamos”. Entonces, se dirigieron a la tienda, su esposa entró y se quedó dentro ayudando a la mujer y 'Omar se sentó fuera con el esposo tranquilizándole (Notáis que 'Omar no dormía, o rezaba por la noche o daba vueltas para enterarse del estado de los musulmanes) y diciéndole: "Tranquilo, no es nada grave". Después, los dos oyeron la voz de Umm Kulzûm llamando: "Oh príncipe de los creyentes, dale la buena noticia a tu compañero, que su mujer dio luz a un niño". El hombre no podía creer lo que oyó, entonces 'Omar le dijo: "No te preocupes, soy tu hermano". ¡Veis su modestia! Una
vez, Talha Ebnu ‘Ubaydil·lâh le vio salir por la noche
y le siguió; cuenta La vieja me contestó: "Por Al·lâh no lo sé, es un hombre que viene desde hace diez años una noche a la semana, me limpia la casa, me compra lo que necesito, y saca la basura fuera de la casa, y cada vez que le pregunto: "¿Quién eres?" me dice: "un siervo de Al·lâh que te pide invocar a Al·lâh para él". ¿Vemos cómo cuidaba de los musulmanes y cómo les servía de día y de noche? Espero que podamos imitarlo y que cuidemos de los asuntos de los demás. Se interesaba por los jóvenes, por las esposas de los mártires y también por las madres de los creyentes (esposas del Profeta SAAWS). Una vez, cuando rezaba leyendo la sura 33 de Al-Ahzâb “Los Coaligados”, y llegó a la aleya 32 que dice: "¡Mujeres del Profeta! No sois como cualquier otra mujer; si tenéis temor (de Al·lâh ). Así pues no seáis suaves al hablar de manera que aquel en cuyo corazón hay una enfermedad pueda sentir deseo", cuentan que alzaba la voz cada vez que leía esta aleya, sabiendo que las habitaciones de las esposas del profeta estaban muy cerca de la mezquita; y cuando le preguntaron porqué lo hacía, contestaba: "Les recuerdo la promesa". Una vez, vio a un joven caminando de una manera afeminada por La Medina, (¡cuántos jóvenes de este tipo aparecen en nuestros días!) lo cogió y le dijo: "¿Estás enfermo?" El joven respondió: "No, príncipe de los creyentes". Entonces le apaleó con su bastoncito y le dijo: "Anda de una manera fuerte".
No dejaba a nadie. Estaba acostumbrado a ver a un hombre ciego venir a la mezquita para la oración de Al-Faÿr (el alba), cuando este último no vino, preguntó por él: "¿Dónde está aquél hombre ciego, por qué no viene a rezar? ¡Llamadle para que venga a verme!" Cuando el hombre vino, nuestro señor 'Omar le preguntó: "¿Por qué no vienes para rezar?" El hombre contestó: "No hay quien me conduzca". Entonces 'Omar dijo: "Por Al·lâh, no me gusta que un musulmán no asista al rezo del Alba. Encargaremos a un hombre que le pagara la Casa de la Moneda de los musulmanes para conducirte al rezo del Alba". Luego dijo al hombre: "Y tú, no olvides la Intención cuando vengas a la mezquita” (es decir que no se olvide de su principal intención al venir a la mezquita, que es la de rezar). En el año de la sequía y del hambre, invocaba a Al·lâh, Alabado y Enaltecido sea diciendo: "Oh, Señor mío, no Hagas que la nación de Mohammad padezca en mi califato". De tanta preocupación que tenía ‘Omar por los musulmanes, los compañeros invocaban a Al·lâh diciendo: " Oh, Señor nuestro, Haz que el hambre se acabe”. Cuentan que lo hacían por temor a que ‘Omar le ocurriese algún mal de tanta preocupación. Cuando se enteraba de que los mensajeros venían con las noticias del ejército, después de haber mandado a los combatientes a una misión, no aguantaba esperar, se dirigía a las puertas de La Medina y se sentaba esperando su llegada para saber las noticias de los combatientes. Después de un combate, vino un mensajero y encontró a un hombre sentado a la puerta de La Medina –que por supuesto era 'Omar- quien le preguntó: "¿Cuáles son las noticias del ejército?". El mensajero contestó: "Espera hasta que dé la noticia al príncipe de los creyentes". Éste entró a La Medina y 'Omar, siguiéndole, le decía: "Por Al·lâh dime" y el mensajero le decía: "El príncipe de los creyentes me mandó no decírselo a nadie excepto a él". Cuando llegaron a la mezquita 'Omar le dijo: "Yo soy el príncipe de los creyentes, cuéntame lo que ocurrió”. Entonces el mensajero dijo: "Triunfaron los musulmanes". 'Omar se prosternó agradeciendo a Al·lâh y diciendo: "Las alabanzas son para Al·lâh". Cuando se movía en La Medina, tenía con llevaba con él un camello cargado de agua, dátiles y pasas, si una persona se dirigía a él para preguntarle algo le decía: "Antes de preguntarme come o bebe primero". Otro ejemplo de su gran cuidado. Cada noche solía traer consigo un camello al mercado para recoger las cosas perdidas, hasta tal punto que los musulmanes, sabiendo el cuidado de ‘Omar, se decían cuando se perdía algo: "El príncipe de los creyentes lo traerá". Los viernes 'Omar iba al mercado con los camellos llevando todos los objetos recogidos del mercado y decía: "!Oh gente!, me cansáis cuando llevo vuestros objetos perdidos, por favor, cuidad de vuestras cosas". También entraba al lugar dónde ponían los camellos del azaque y decía: "Dadme un papel y un lápiz y contad conmigo: los camellos pequeños, de tal peso, los grandes camellos, de tal peso". ‘Alî Ebnu Abî Tâlib miró a ‘Ozmân Ebnu 'Affân y le dejo: "Escuchaste la aleya que dice: "…..nadie es mejor que él, fuerte y digno de confianza, para contratar sus servicios" [La sura 28 de Al-Qasas “Los Relatos”, aleya 26.] Éste es el fuerte, el digno de confianza". ¿Podemos vivir para el Islam como lo hizo 'Omar? Con eso concluimos este episodio. Nos veremos el próximo episodio que será el más importante porque tratará la muerte de ‘Omar Ebnu Al-Jattâb, que Al.lâh Esté Complacido con él. Que la Paz, la Misericordia y la Bendición de Al·lâh sean con vosotros. [1] Al∙lâh: significa Dios. Es el Nombre Más Grande que ostenta el Único Creador que posee todos los atributos propios de la divinidad, tal como fue revelado en el Qor´ân. [2] TSQ : Traducción de los Significados de Al Qor'ân “El Corán”. Es imposible transmitir exactamente los verdaderos significados que contienen las palabras de Al Qor'ân o imitar su elocuente retórica. Se han traducido los significados de Al Qor'ân y no se puede decir que sea una traducción de Al Qor'ân. Esta traducción nunca podrá reemplazar la lectura de Al Qor'ân en lengua árabe -la lengua en que fue revelado-. [3] (SAAWS): Sal·la Al·lâhu Alayhi Wa Sal·lam: Los Rezos y la Paz de Al∙lâh sean sobre él, que es explicada por los ulemas como sigue Sal·la Al·lâhu 'Alayhi: significa que le cubra con su misericordia…El motivo de traducirlo literalmente es porque estas palabras son repetidas por los musulmanes de todo el mundo, siguiendo el precepto divino de decir esta expresión siempre que se mencione al Profeta, en la llamada a la oración (Al Âdhân) o en cualquier circunstancia, como veneración concedida por Al·lâh a Su último Mensajero, que ha sido enviado a toda la humanidad. Wa sal·lam: significa: y derrame Su Paz sobre él.significa: y derrame Su Paz sobre él. [4] Ϋihâd es todo esfuerzo ejercido para conseguir la complacencia de Al∙lâh. Existen varios tipos del Ϋihâd, como el Ϋihâd con el dinero, Ϋihâd contra los pasiones del alma, o Ϋihâd con el alma, es decir luchando en la guerra por la causa de Al∙lâh .
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