La
Shahada
(Testimonio
De Fe)
Las condiciones del testimonio de fe
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LA SHAHADA (La Doble Declaración de Fe)
El Primero de los Cinco Pilares del Islam es una frase es repetida a lo largo
y ancho del planeta por 1.400 millones de personas cinco veces al día, como
poco. Declaración que nos complace invitarle a que pronuncie, pues dicen de ella
los sufíes que las palabras que la componen están grabadas en cada célula del
cuerpo del ser humano. Escúchese pronunciando estas palabras, hágalo en voz
audible. Diga:
Ash hadu, (atestiguo)
an la (que no hay) ilaha (dios)
il-la (excepto) Allah.
Wa ash hadu (y atestiguo)
an-na (que) Muhammad, Rasulullah
(Muhammad es el Mensajero de Allah).
Esta es la frase que resuena en el Universo. Antes de amanecer y antes de que
el sol se ponga todas las aves de la Tierra la declaman. La música que creemos
escuchar en una noche clara procedente de las estrellas suspendidas en el
firmamento está compuesta con las notas de esta Declaración. El continuo ir y
venir de las olas a lo largo de todas las costas del planeta la escribe y la
borra en la arena una y otra vez. Los rumores nocturnos que escapan de los
bosques y las selvas, el agua de la cascada que cae desde lo alto y se rompe
contra el suelo, el aullido del solitario lobo encaramado en una roca y el
llanto, el profundo llanto de la ballena, proclaman lo mismo:
Ash hadu an la ilaha il-la Allah,
Wa ash hadu an-na Muhammad Rasulullah.
Los puntos contenidos es esta declaración son:
La Creencia en Allah: creer que Allah es Uno, que es Único, que es el Señor
Absoluto, que no ha engendrado ni ha sido engendrado, y que no hay nada ni nadie
que se Le asemeje.
La Creencia en Sus Ángeles: Los Ángeles: criaturas creadas de pura luz que
alaban a Allah continuamente, porque de hecho para eso han sido creados;
legiones de innumerables y obedientes servidores de Allah con tareas específicas
en relación con los seres humanos, por ejemplo la de escribir nuestras acciones.
Los dos nobles ángeles que nos acompañan y que escriben nuestros actos, están
descritos de manera precisa en el Corán. Nada tienen que ver con la fantasía
infantil cristiana del "ángel de la guarda". Su tarea, hasta que llegue el día
de la muerte, es dar cuenta por escrito de todo lo que hacemos. Otros son
"ángeles rudos, severos, que no desobeden a Allah en lo que les ordena". Los
ángeles están constituídos en jerarquías; a su cabeza se sitúan los arcángeles,
Yibril (Gabriel), el mensajero entre Allah y los profetas; Málik, el ángel de la
muerte; Mikail; Israfil, el encargado de soplar la Trompeta el Última Día. El
conocimiento de los ángeles, sus formas, nombres, características, atribuciones
y poderes, constituye una rama del saber dentro del Islam.
Creencia en los Genios: Criaturas invisibles a nuestros ojos, creadas de puro
fuego y que forman comunidades como las de los humanos. Entre ellos los hay
musulmanes y los hay incrédulos. Pueden ser vistos en determinadas
circunstancias, al igual que los ángeles. Los que entre ellos son kuffar están
relacionados con todo lo que conocemos como "magia negra", aunque propiamente
hablando no existe tal cosa como la "magia blanca". Pueden atravesar paredes y
tienen la capacidad de volar. Están detrás de todo fenómeno "paranormal" y de
toda casa "encantada". Suelen habitar en lugares sucios y abandonados. Se
desenvuelven en una dimensión paralela a la nuestra pero que es invisible al ojo
físico. Un detalle muy interesante es que el Profeta Muhammad, sobre él la paz,
ha sido el único Mensajero enviado por Allah tanto para los seres humanos como
para los genios. La primera vez que el Profeta vio a Yibril en la Cueva de Hira
pensó que estaba siendo objeto de un hechizo. Esa duda le atormentaba y se lo
confesó a su primera esposa, Jadiya. Ella, con el fin de descubrir si Yibril era
un genio o un ángel, le pidió al Profeta que le avisara en cuanto éste
apareciera de nuevo. "¿Está ahora aquí?, preguntó Jadiya. Sí, respondió él.
Entonces ella comenzó a desvestir sus partes íntimas. ¿Esta ahora aquí? Le
preguntó. No, ha desaparecido. Entonces ella le dijo: esa es la prueba. Es un
ángel sin duda alguna. Si fuera un genio habría permanecido mirándome".
La palabra árabe que designa a los genios es yinn, pl. yunún. Algunas de las
enfermedades mentales que en Occidente se relacionan con la psiquiatría en el
Islam son atribuídas a los genios. Un genio puede tomar posesión de una persona
y manifestarse a través de ella, dando así lugar a síntomas de locura. Por medio
de determinadas fórmulas, compuestas casi siempre con aleyas o suras del Corán,
o utilizando amuletos, que pueden ser cualquier objeto, se puede liberar al
enfermo de una enfermedad "psíquica", que no es otra cosa más que un caso de
posesión por genios. En árabe al loco se le dice: maynun, o poseído por los
genios. Palabra que no hay que confundir con maÿdub, o lo que en el lenguaje
técnico del Sufismo quiere decir, loco por Allah o, loco en Allah. El maÿdub
literariamente más famoso en la historia del Islam es Maÿnun, el protagonista
del conocido relato sufí "Layla y Maÿnun".
Creencia en Sus Libros: Definiremos estos "libros" como un conjunto de
prescripciones o parámetros de conducta individual y social: el cómo hacer las
cosas. Por ejemplo: el comercio, la política, la justicia, la adoración, la
guerra, el matrimonio, la economía... Los códigos legales siempre han existido.
Cada cultura ha conocido sus leyes, su propio concepto del bien y del mal, su
forma de gobierno, los aspectos que regulan las relaciones humanas. Conocemos
muchos libros. Unos han sido escritos por el hombre. Otros, para el hombre.
Pueblos enteros han guiado sus vidas, libremente, de acuerdo a uno de ellos dos:
Los libros creados y escritos por la mano del hombre y los libros revelados a
los Profetas.
Un libro revelado no es otra cosa más que un Mensaje del Señor de los Mundos
a Sus criaturas. El mensaje incumbe a todos pero sólo lo reciben directamente
los Mensajeros. Primero fueron revelaciones llegadas al corazón de estos hombres
("Tablas", en el caso de Moisés o "Salmos", en el de David). Después fueron
escritas y reunidas en libros. Desde Adán, que recibió "Palabras" de su Señor,
hasta Muhammad, sobre el que descendió el Corán, ha habido libros. Los más
conocidos hoy en día en Occidente están agrupados bajo el nombre común de
Biblia. La tergiversación y reescritura de que han sido objeto estos últimos
también forma parte de la historia. También es historia que no existen versiones
en la forma original hebrea o aramea de los Evangelios y que los dogmas más
relevantes como el de la trinidad, la crucifixión de Jesús o su divinidad, son
añadiduras, es decir invenciones, aparecidas por primera vez en la 3.ª edición
del Nuevo Testamento, hecha por Erasmo de Rotterdam. El creador de estos dogmas
e innovaciones de los textos bíblicos así como de toda la Cristología, fue Pablo
de Tarso, una persona que no llegó a conocer en vida a Jesús.
El musulmán cree en todos los Libros de Allah, siendo el Corán el último de
ellos. Para entender lo que es el Corán, debemos desechar la idea de un libro
que cae del cielo levantando una nube de polvo al estrellarse sobre la arena del
desierto de Arabia.
A la edad de cuarenta años, la noche veintisiete del mes de Ramadán, en la
Cueva de Hira, donde el Profeta se retiraba cada año durante dicho mes, que está
situada en la Montaña de la Luz (majestuosa montaña cercana a la ciudad árabe de
La Meca) y por vez primera en su vida, una voz (la del arcángel Gabriel, Yibril)
le ordena al Profeta que lea. ¡No sé leer!, responde. ¡Lee! vuelve a ordenarle
la voz. ¡No sé leer!, responde él. La voz le dice de nuevo ¡Lee, en el Nombre de
tu Señor que ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo". De este modo, y a lo
largo de veintitrés años, los versículos del Corán, aislados o en grupos, según
las circunstancias históricas y las necesidades de la nueva comunidad de
musulmanes que se va formando en torno al Profeta, van teniendo cabida en el
corazón de Muhammad, que los memoriza al instante y los repite ante sus
Compañeros que los memorizan también.
Tanto los hombres como el Libro nos han legado su contenido íntegro, ni una
coma de más, ni un punto de menos. Quince siglos después de que tuviera lugar
ese acontecimiento, el texto del Corán se mantiene fiel al del principio e
inalterado. Esto ya de por sí es uno de sus milagros. Algunos de los nombres con
los que es conocido el Corán, son: "Noble", "la Cura", "Glorioso", "Generoso",
"Luz".
El Corán es la Palabra increada de Allah. El Corán es un instrumento para
descifrar esta existencia y es una luz para quien busque iluminación. Recitarlo
produce un efecto en quien lo hace, y escucharlo también. La educación islámica
tradicional comienza por memorizarlo entero. Hombres y mujeres lo han memorizado
a lo largo de la historia. Son los huffad, los "protectores", los
"memorizadores", los "registradores" del Corán. Su memorización y estudio son la
base y el fundamento de todas las ciencias conocidas. El Corán es una narración
atemporal que habla al hombre y a la mujer y les recuerda quiénes son en
realidad. Si sus preceptos se llevan a la práctica individual y socialmente, nos
eleva y nos hace descubrir que poseemos una luminosa realidad interna y
posibilita el establecimiento de un tipo de sociedad cuya prioridad absoluta es
la instauración de la justicia social. Todas las claves para entender la
existencia, las de la creación en sí y la nuestra propia, están en el Corán. La
única manera de comprender lo que es este Libro es leerlo y, por encima de todo,
llevarlo a la práctica.
Creencia en Sus Profetas. Hemos situado a Adán, sobre él la paz, en el primer
peldaño de esta larga relación de profetas. Es el primero; Muhammad, el último.
Célebres reyes, como Sulaiman; afamados guerreros, como Alejandro; austeros
ascetas, como Jesús, hijo de María, fueron profetas. El musulmán no hace
distinción entre ninguno de ellos. Todos recibieron un mensaje que debían
comunicar y así lo hicieron. Hubo quien los creyó, hubo quien los desmintió. El
último y definitivo mensaje profético del Señor de los Mundos a la humanidad se
contiene en la frase: "No hay más dios que Allah, Muhammad es el Mensajero de
Allah". La ilaha il-la Allah, Muhammad Rasulullah.
Para el musulmán, el más amado de ellos es Muhammad, porque es su profeta.
¿Qué conocemos de Muhammad? Todo. Dónde y cuándo nació. Qué ocurrió en ese
momento. Su niñez, su juventud, su madurez. Cómo andaba, cómo comía, si se reía,
enfadaba o alegraba. Su actitud en la guerra y en la paz. Su generosidad, sus
nobles cualidades de carácter. Su constitución física, el color de su pelo, la
forma de sus manos... Todo. El profeta Muhammad, vive hoy, casi quince siglos
después de su muerte, en millones de pequeños o grandes gestos realizados como
él los realizó, por millones de musulmanes de todas las regiones de la Tierra,
que continúan amándole sin haberle conocido. Que Allah le bendiga y conceda paz,
pues cuando alguien, por muy humilde que fuese lo llamaba, él siempre
contestaba: a tu servicio. Así respondía incluso a su esclavo Zaid, el cual
manifestó que durante el tiempo que le estuvo sirviendo nunca recibió queja
alguna por parte del Profeta, el cual comía incluso con él y lo ayudaba en su
trabajo; también sabemos que él mismo se limpiaba y remendaba su ropa, limpiaba
su habitación y se encargaba personalmente del cuidado de su yegua y de su
camella.
La Creencia en el Decreto, ya sea éste dulce o amargo, bueno o malo. Supone
aceptar todo lo que llega como procedente de Allah: Frases como: "Tenía que
suceder así", o "no podía ser de otra manera", todos las entendemos pues en
algún momento en nuestra vida las hemos sentido en momentos determinados. Porque
ciertamente todo viene de Él. Aunque lo más acertado, o al menos lo que los
musulmanes practicamos, es atribuir a Allah lo correcto y lo incorrecto a
nosotros mismos. El Decreto o Destino supone una liberación para la persona
puesto que "Todo está escrito". Sin embargo y paradójicamente "Lo escribes tú
mismo". Las dos cosas son verdad, pero esto es imposible de entender con el
intelecto. Esto sólo puede ser comprendido con el corazón. Y no me refiero al
corazón de carne que late en nuestro pecho. El Decreto de todo lo existente,
desde la más microscópica criatura hasta la más enorme constelación, desde lo
más pequeño hasta lo más grande, está escrito desde antes de la creación de todo
lo existente en la Tabla Protegida (Al Lauh al-Mahfud) y únicamente es conocido
por Aquel que lo escribió por medio del Cálamo, por mucho que los supuestos
acientificos e ilógicos "tele-adivinos" de esta científica y lógica sociedad
pretendan tener acceso a este conocimiento.
Creencia en el Último Día. O lo que es lo mismo, que todo acabará un Día que
únicamente Allah conoce. Lo único que sabemos de este Día es que tendrá lugar un
viernes. Al Mensajero de Allah (sobre él la paz) le preguntaron sobre este Día y
respondió que solamente Allah lo conoce. Pero mencionó los Signos de su
cercanía. Entre ellos, que "la esclava daría a luz a su dueña" (seguramente se
refería a los nacimientos por encargo en un útero alquilado que ya están
teniendo lugar) pero Allah sabe más; que "veríamos a pastores descalzos,
compitiendo en la construcción de grandes edificios" (lo que también está
ocurriendo con los beduinos repentinamente ricos por el petróleo compitiendo por
levantar el edificio más alto).
"Gran aumento de la ignorancia" (hoy más que nunca nadie sabe ni quién es, ni
de dónde viene ni a dónde va), "escasez del conocimiento" (no podemos
confundirlo con la "información"), "extensión del adulterio y la fornicación"
(motivados entre otras razones por el represivo modelo de familia nuclear, en
oposición a la familia abierta donde tienen cabida cuatro esposas); "gobierno de
los niños" (en EE.UU. los padres son incapaces de tomar cualquier decisión
trascendental sin consultarla con un mocoso de siete años e incluso comienzan a
preguntar a los hijos el modelo de coche que van a comprar).
"Gran difusión de la usura" (lo que eufemísticamente llaman "préstamos" y que
consiste en hacer uso de una prerrogativa: "yo tengo el dinero y tú lo
necesitas", pero te doy 100 y tú me devuelves 125.
"Guerras civiles entre los musulmanes" (el vergonzoso espectáculo de la
Guerra de Iraq, durante la cual musulmanes egipcios, kuwaitíes o turcos de la
O.N.U. -no-musulmana- mataron y asesinaron a sus propios hermanos iraquíes), o
la sangrienta guerra civil que azota Argelia;
"Gran altura de las edificaciones" (las Torres Petronas, en Malasia),
sorprendentemente construídas por musulmanes que indudablemente deberían conocer
estos signos, pero que están llevando a cabo inevitablemente el Destino, etc. El
Último Día, puesto que Allah en el Corán nos informa que "toda alma probará la
muerte", escucharemos un primer sonido de la Trompeta soplada por Israfil, con
ese sonido todo lo vivo morirá. Después habrá un segundo toque de Trompeta y
todo lo que hasta ese momento estaba muerto, renacerá para comparecer el Último
Día ante el Rey.
Creencia en el Levantamiento de los cuerpos. Igual que Allah nos dio forma en
el útero de nuestra madre, también recompondrá nuestros cuerpos después de la
muerte para hacernos comparecer ante Él. Aquel que tiene el poder de crearnos de
un coágulo tiene el poder de recomponer todo aquello que la muerte hace
desaparecer, por mucho que esta creencia produzca indiferencia, cuando no risa,
entre los kuffar.
Creencia en el Juicio Final. Creemos los musulmanes en que ese Día Allah
juzgará a las naciones y a cada persona de acuerdo a sus actos. Si todo acaba
con la muerte, como quieren creer los no-creyentes, poco o nada importa la
manera de comportarte en esta vida. La incineración, práctica pagana por
excelencia, es el resumen de esta filosofía. Ante la evidencia de que este
Juicio ocurrirá y teniendo presente esta verdad, los musulmanes viven en su
continuo recuerdo. Pero no olvidamos una transmisión Qudsi del Profeta en la que
Allah, hablando a través de él, dice: "Aunque os presentáseis ante Mí con
acciones erróneas del tamaño de una montaña, os perdonaría, siempre que no Me
hayais asociado con nada ni con nadie". Es decir, siempre que no hayamos
atribuido fuerza o poder a otro que Él.
Creencia en la existencia del Jardín. Tiene siete niveles. No hay que esperar
a morir para experimentar el Jardín o el Fuego. Su saboreo comienza aquí, en la
tierra. Pero Allah ha dispuesto tras la muerte Jardínes para los creyentes y las
creyentes (no sólo para los musulmanes). Donde permanecerán en deleite y donde
por fin, serán inmortales. Lo mejor que se puede decir acerca del Jardín es que
sus moradores verán la Faz de Allah y disfrutarán de la compañía de los Profetas
y Mensajeros. Las descripciones del Jardín contenidas en el Corán hablan de un
"lugar con agradables sombras por donde corren los ríos" y de la existencia de
unas mujeres verdaderamente hermosas: las huríes. Cada uno de estos siete
Jardines tiene un nombre. El más elevado de ellos se llama Al-Firdaus.
Creencia en la existencia del Fuego. También tiene siete niveles. Como se ha
dicho antes, el Fuego comienza ya aquí. Pero es un lugar concreto donde
permanecerán eternamente castigados aquellos que se han negado a creer y han
desmentido el mensaje traído por los Profetas. Allah ha creado hombres y genios
para el Jardín y hombres y genios para el Fuego. Sin embargo tanto la entrada en
el Jardín como la entrada en el Fuego es una decisión que únicamente corresponde
a Allah en Su Sabiduría. Porque no podemos olvidar que en el Fuego también
entrarán musulmanes para pagar sus faltas graves. Pero damos gracias a Allah
pues los musulmanes contamos con la Intercesión del Profeta Muhammad, (Shafá'a),
intercesión que sólo a él, entre todos los Profetas, le ha sido concedida. Se
trata, después del Juicio, de una postración (saÿda) que el Profeta hará ante
Allah, y en la cual permanecerá hasta que el último integrante de su Comunidad
que haya tenido la desgracia de entrar en el Fuego salga de éste.
Todo lo mencionado hasta este punto completa el reluciente mosaico de la
Creencia o Iman dentro del Islam.
El Iman: aquello que se cree en el corazón y se declara con la lengua explica
la primera parte de la Doble Declaración de Fe,: o lo que es lo mismo, el
Primero de los Cinco Pilares del Islam: "No hay más dios que Allah". La segunda
parte de esta doble declaración se refiere a la práctica: "Muhámmad es el
Mensajero de Allah"
El lema del perfecto Iman es: "Ninguno de vosotros cree verdaderamente (tiene
Iman) hasta que no quiera para su hermano lo que quiere para sí mismo". También
al respecto del Decreto dijo algo el Profeta. Concretamente le dijo a Abul
Abbas: "¡Oh joven! Te voy a enseñar unas palabras. Guarda a Allah y Allah te
guardará. Guarda a Allah y lo encontrarás ante ti. Si pides algo pídeselo a Él y
si necesitas ayuda búscala en Allah. Y sabe que si todo un pueblo se reuniese
para beneficiarte en algo, no te beneficiarían excepto en lo que Allah ha
escrito para ti. Y si se reúne para perjudicarte en algo no te pejudicarán salvo
en aquello que Allah haya escrito para ti. Las plumas se han levantado y las
hojas se han secado".
«NO HAY MAS DIOS QUE DIOS»
MÉTODO DE VIDA
La sumisión
a Dios único es la mitad de la primera profesión de la creencia islámica; esta
profesión de fe consiste en creer que «no hay más dios que Dios». Mientras que
recibir a través del Apóstol de Dios -la paz sea con él- la forma de cumplir
esta sumisión es la segunda parte de esta profesión que es que «Muhammad es el
enviado mensajero de Dios». El auténtico creyente musulmán es el que plasma en
sí esta regla con sus dos partes, porque todo lo que viene después de ella, de
entre los componentes de la fe y los pilares del Islam no es más que un
resultado de la misma, ya que creer en los Ángeles de Dios, en sus libros, en
sus profetas, en el día del juicio final, en la predestinación, observar la
oración, azaque, ayuno, peregrinación, las reglas de los castigos, !o que está
permitido y lo que está prohibido y las relaciones, legislaciones y los
preceptos islámicos, todo esto se basa en la fe en la unidad divina por la que
el profeta se encargó, revelando la religión de Dios.
La sociedad
musulmana es la que refleja esta regla y lo que ello implica, sin esta regla y
sus requerimientos, la sociedad no puede ser considerada como musulmana. En
efecto, la profesión de que no hay más dios que Dios y que Muhammad es su
enviado mensajero, es la base de un método completo sobre el cual se levanta la
vida de la nación musulmana con todos sus detalles. Esta vida no puede existir
antes de que exista esta base además de que la vida no puede ser islámica si se
levanta sobre otra base que no sea ésta o en participación con otra u otras
bases ajenas,
« ...
Porque, el juicio solamente pertenece a Dios, quien ordenó que no adoréis sino a
El. Tal es la verdadera religión...». (Sura 12, aleya 40)
«Quien
obedece al Apóstol, obedece a Dios...». (Sura 4, aleya 80)
Este corto
resumen, preciso y decisivo, nos aclara determinados problemas fundamentales,
problemas que conciernen a la naturaleza y la acción realista de la religión
musulmana. Este resumen nos aclara:
- En primer
lugar sobre la determinación de la naturaleza de la sociedad musulmana.
- En
segundo lugar la delimitación del método de formación de la sociedad musulmana.
- la
tercera es el método que ha tomado el Islam en su enfrentamiento con las
sociedades incrédulas.
- La
cuarta, la determinación del método que ha seguido el Islam al enfrentarse a la
vida real de los seres humanos.
Esos son
los problemas esenciales que revisten un carácter de una importancia capital en
el camino del movimiento islámico en el pasado y en el presente.
La primera
característica de la naturaleza de la sociedad musulmana se apoya en el hecho de
que se somete, en todas las cosas, al único poder de Dios... Esta sumisión que
se traduce y se concretiza por el reconocimiento de la unidad divina y la
afirmación de que Muhammad es el enviado mensajero de Dios.
Esta
sumisión o adoración se traduce por otra parte, por el concepto de fe, las
reglas y deberes religiosos, así como las legislaciones jurídicas.
Ni que
decir tiene que no puede someterse únicamente a Dios único cuando no se cree en
la unidad de Dios -altísimo sea-.
Dios dijo:
«¡ No adoréis a dos dioses! ¡Ciertamente, El es un Dios único! ¡Temedme pues
sólo a mí!».
Y suyo es
cuanto existe en los cielos y en la tierra. A El sólo es debido la sumisión
absoluta. ¿Temeréis, acaso, a alguien que no sea Dios? (Sura 16, aleya 51, 52)
No es
siervo de Dios único solamente el que ofrece ritos religiosos a otros únicamente
o asociándolos a Dios único.
Diles:
«Ciertamente, mi oración, mis devociones, mi vida y mi muerte pertenece a Dios,
Creador del Universo.
Quien
carece de copartícipes. Tal ha sido ordenado y yo soy el primero de los
musulmanes.» (Sura 6, aleyas 162, 163)
No se puede
ser siervo de Dios solamente cuando se somete a otras legislaciones que no estén
decretadas por Dios y reveladas por medio de su enviado mensajero -la paz y la
bendición de Dios sean con él-
«¡Qué!
¿Tienen acaso copartícipes que les hayan instituido algo respecto a la religión,
que Dios no haya autorizado? ... ». (Sura 42, aleya 21)
« ...
Aceptad, pues lo que del trofeo os dé el Apóstol y absteneos de cuanto el os
prohíba ... ». (Sura 59, aleya 7)
La
sociedad musulmana era concebida así. Una sociedad que, por la fe de sus
miembros y su concepto, no adora más que a Dios, esta adoración se traduce en la
organización general y las legislaciones de esta sociedad...
Si
cualquier ápice de esta operación no se cumpliera, el Islam no habría cumplido
su misión, porque el primer principio del Islam es la creencia en «No hay más
dios que Dios y Muhammad su mensajero.»
Hemos
señalado anteriormente que la adoración a Dios se manifiesta en el concepto de
la fe. Es de utilidad, entonces, precisar el sentido de este concepto, que
consiste, para el intelecto humano, en recibir deliberadamente los preceptos de
la fe, a partir de la fuente divina, en adaptarse y en comprender el concepto de
la autenticidad divina, del Universo que envuelve al hombre en el concepto de lo
inconsciente, en el de la vida real e irreal al cual el hombre pertenece, y en
cierto modo a la realidad misma del hombre. Luego, el hombre, debe
necesariamente armonizar su concepto de la fe con los diferentes dones de estas
realidades. Los que ligan al hombre con Dios deben concretar la sumisión a Dios
único por una parte e ilustrar las relaciones del hombre con el universo, con
sus leyes, con los seres vivos y con los diferentes grupos de individuos del
género humano: por otra, la procedencia de estas diferentes relaciones deben ser
sacadas de la religión de Dios -altísimo sea- como nos lo ha trasmitido el
Enviado Mensajero de Dios en el cumplimiento de la única sumisión a Dios, de
modo que este concepto toca a todos los aspectos de la vida.
Si el
concepto de la Sociedad musulmana es así, vamos a ver como esta sociedad se
formó y el camino que ha tomado esta formación.
La sociedad
musulmana no puede constituirse más que con la formación de un grupo de gente
que decide consagrarse solamente a la sumisión total a Dios Único, tanto en la
fe y conceptos, en el culto y ritos como en la organización de su vida.
Toda la
vida de esta sociedad desea apoyarse en ésta leal y fiel sumisión, depurando su
conciencia de la creencia en una divinidad fuera de la de Dios, depurando sus
cultos de dirigirse más que a Dios y depurar sus legislaciones de recibir algo
que no sea de parte de Dios.
Entonces,
en este caso solamente, este grupo sería realmente musulmán, y la sociedad que
habría constituido sería musulmana también; sin este proceso cronológico ningún
miembro de dicho grupo sería realmente musulmán y su sociedad no podría ser
considerada como musulmana, porque la primera base en la que se basa el Islam y
la sociedad musulmana, es que la creencia en que «no hay más dios que Dios y
Muhammad es su Enviado mensajero», no sería garantizado en sus dos partes.
Es
necesario pues, antes de querer instaurar un régimen social islámico y una
sociedad musulmana que se basen en este régimen, actuar para liberar la
conciencia de los individuos de cualquier sumisión bajo todas las formas que
existan, salvo la de Dios. Es el conjunto de individuos liberados del dominio
de sus semejantes, los que constituyen la sociedad musulmana a la que se une
quien quiera vivir en esta sociedad con su fe, culto y legislación, que
representan la sumisión a Dios único. Dicho de otro modo, una sociedad que
simbolice la noción de «No hay más dios que Dios y Muhammad es su Enviado
mensajero».
Fue así
como se instituyó el primer grupo de musulmanes que dio origen a la primera
sociedad musulmana. Es de este modo como se formará todo grupo musulmán y como
se constituirá toda sociedad musulmana.
La
sociedad musulmana se constituye, en efecto, por el abandono voluntario de la
gente a toda sumisión diferente a la de Dios, y por la meditada voluntad de
organizar la vida en esta base de sumisión. Es entonces cuando aparece una
sociedad nueva, desligada de la antigua sociedad incrédula y que es
diametralmente opuesta por su nueva creencia y por su nuevo concepto de la vida,
porque refleja la primera base de la religión musulmana que es: «No hay más dios
que Dios y Muhammad su Profeta».
La antigua
sociedad incrédula podía unirse o no, a la nueva sociedad musulmana, podría
también adoptar, por lo que a ella se refiere, una aptitud conciliadora o
beligerante, aunque la regla seguida hasta ahora, implicó que la incredulidad se
sublevara contra los precursores de la nueva sociedad desde su formación--tanto
cuando fue representada por individuos y grupos-- o sobre toda la sociedad
musulmana después de su formación efectiva, como fue el caso en la historia
llamamiento al Islam sin ninguna excepción desde Noé -la bendición de Dios sea
con él-, hasta Muhammad -que la paz y la bendición de Dios sean con él-.
Es
natural, que la nueva religión musulmana no pudo tomar forma y existir realmente
nada más que cuando alcanzó un nivel de fuerza que le permitía hacer frente a la
presión de la vieja sociedad incrédula, una fuerza de creencia y conceptos, una
fuerza de iniciativa y de refuerzos de sí misma, una fuerza de organización y
edificación social y todos los medios de fuerza por los cuales podría afrontar
la presión de la sociedad incrédula y vencerla, o al menos ¡resistirla!
¿Pero qué
es la sociedad incrédula? y ¿cuál es el método del Islam en su enfrentamiento
contra ella?
¡La
sociedad incrédula es toda sociedad que no es musulmana! Si tenemos precisión
objetiva, podemos decir: toda sociedad que no limita su sumisión a Dios único...
Esta sumisión es representada por el concepto de las creencias, por los ritos de
adoración y por las legislaciones jurídicas...
Por esta
calificación objetiva todas las sociedades que existen actualmente en la tierra
son englobadas en el cuadro de la sociedad incrédula.
Las
sociedades comunistas forman parte.... primeramente: por su negación de Dios
-altísimo sea- y negar su existencia, los marxistas llevan la causa de su
existencia al materialismo, y a la naturaleza. Atribuyen la eficacia de la vida
del hombre y su historia a la economía o a los medios de producción. Segundo:
por levantar un régimen de sumisión al partido que estima, ¡suponiendo que la
dirección colegial es una verdad! Resultando de este concepto y de este régimen,
el desdeño de la cualidades humanas. Considerando que las necesidades del hombre
son como las del animal, limitándose al sustento, bebida, vestido, alojamiento y
la satisfacción del sexo. Les prohíben la manifestación de las necesidades
espirituales del hombre que les diferencia del animal, en primer lugar por: fe
en Dios, la libertad de elegir y la libertad de expresión de los mismos. Han
abolido igualmente el derecho de expresar su libertad individual que es uno de
los principios particulares del hombre.
Esta
individualidad que está representada por la propiedad privada y el derecho de
elegir un trabajo, de poder ejercerlo, el derecho del espíritu a manifestarse
por medio del arte. Las distintas particularidades que diferencian al hombre del
animal o de la máquina son ignorados por el concepto y el régimen comunista que
rebajan frecuentemente al hombre del rango animal al de la máquina!
Las
sociedades idólatras son englobadas en este mismo cuadro, existen todavía en
India, Japón, Filipinas y en África. Estas sociedades forman parte del mundo de
la idolatría, en primer lugar: por el concepto de adorar a diferentes señores
que a Dios o adjudicándole a Dios la adoración de otras divinidades poniéndolos
a su nivel. Forman parte de este mismo cuadro, en segundo lugar, por el
cumplimiento de ritos religiosos en honor de estas diversas divinidades
adorándolos con veneración y fidelidad. En tercer lugar por establecer regímenes
y legislaciones que no tienen ninguna relación ni con Dios ni con sus leyes.
Sean estos regímenes y estas legislaciones inspiradas en los santuarios por los
adivinos, por los magos o de los senadores o de formaciones civiles laicas, que
poseen el poder de legislar sin tomar, no obstante, en consideración la
legislación divina. Ellos retienen el poder supremo en el nombre del pueblo o en
el nombre del partido o en el nombre, no importa de qué.
El poder
supremo no puede venir nada más que de Dios Único y este poder no se puede
ejercer nada más que por la vía que Dios ha trazado a los hombres por medio de
sus Enviados Mensajeros -que la paz sea con todos ellos-.
Las
sociedades judías y cristianas repartidas en los distintos rincones del mundo
forman parte, también, de esta sociedad por sus conceptos alterados de la fe que
niegan la unicidad divina, asociándole a Dios otros partidarios bajo cualquier
forma de la incredulidad. Sea bajo la adaptación de un hijo o bajo la forma de
la trinidad, imaginando a Dios bajo una forma que no está conforme con su
realidad o bien atribuyéndole lazos inexistentes con sus criaturas.
Los judíos
dicen Uzair es el hijo de Dios; y los cristianos dicen: «El Mesías es hijo de
Dios»; tales son las palabras de sus bocas; remedan con ello las de sus
antepasados incrédulos. ¡Que Dios les maldiga! ¡Cómo se desvían! (Sura 9, aleya
30)
Son
blasfemos quienes dicen,: «Ciertamente, Dios es uno de la trinidad, cuando no
existe ningún dios más que Dios único. Si no desisten de cuanto dicen, un severo
castigo azotará a los incrédulos de entre ellos.» (Sura 5, aleya 73)
Los judíos
dicen: «La mano de Dios está trabada. ¡Que sus manos sean trabadas y sean
malditos por cuanto dicen! ¡Quía -Sus manos están abiertas. Prodiga a quien
quiere ... ». (Sura 5, aleya 64)
Los judíos
y los cristianos dicen: «¡Somos hijos de Dios y sus predilectos!» Diles: «¿Por
qué, entonces, os castiga por vuestros pecados? ¡Quía! -Sois solamente seres
humanos de cuanto ha creado...» (Sura 5, aleya 18)
Estas
sociedades forman también parte por sus ritos de adoración, ceremonias y
festividades, basados en los desviados y alterados conceptos... Asimismo por sus
regímenes y legislaciones que no se basan en la sumisión a Dios único, al no
admitir el derecho divino en la soberanía y no hacer depender la autoridad en la
legislación de Dios, sino que constituyen organizaciones de la gente que tiene
el derecho máximo de la soberanía que no puede ser más que de Dios -altísimo
sea-. Antiguamente les ha acusado Dios de la incredulidad, porque han autorizado
este derecho a los rabinos y sacerdotes para promulgar legislaciones por sí
mismos y que la gente acepte lo que aquellos legislan.
Tomaron por
señores a sus escribas y sus monjes en vez de Dios, así como el Mesías, hijo de
María; cuando no se les ordenó adorar sino a un solo Dios. ¡No hay más dios que
El! ¡Glorificado sea de cuanto le asocian! (Sura 9, aleya 31)
Pues la
gente no creía en la divinidad de los rabinos y sacerdotes, ni tampoco ofrecía
sus ritos de adoración para ellos, sino solamente reconocían el derecho de
soberanía para ellos, al aceptar lo que estos legislaban sin ningún permiso de
Dios, entonces esta gente merece más todavía la acusación de incrédulos al
otorgar a sus semejantes este derecho, sin ser rabinos ni sacerdotes.
Y
finalmente forman parte del mismo cuadro de la sociedad incrédula las sociedades
que pretenden ser musulmanas.
Estas
sociedades entran en el cuadro de la incredulidad no porque crean en la
divinidad de otros señores que Dios ni porque cumplen ritos de adoración en
honor de otros señores que Dios, sino más bien porque no se someten únicamente a
Dios, en su modo de vida, a pesar de su fe en la unidad divina. Atribuyendo los
atributos más ligados de Dios a otros seres que se someten también a otros
poderes que al de Dios y aceptan de estos poderes todo lo que rige sus
organizaciones, sus valores, sus juicios, sus costumbres, sus tradiciones y los
principios que constituyen su existencias.
Dios,
-altísimo sea- dice con motivo de los que tienen el poder:
« ...
Quienes no gobiernan según lo que Dios ha revelado, son incrédulos.» (Sura 5,
aleya, 44)
Y dice
también de los gobernadores:
¿No has
visto a quienes pretenden crear en lo que te fue revelado y en lo que fue
revelado antes que a ti, y desean ser juzgados por el seductor cuando les fue
ordenado negarlo? Pero Satanás quiere desviarles profundamente.
Y cuando se
les dice: «Venid a lo que Dios ha revelado, y al Apóstol, verás a los hipócritas
apartarse de ti, desdeñosamente.
¿Y cómo
estarán cuando les azote un infortunio, por lo que sus manos hayan hecho? Luego
vendrán a ti jurando por Dios «¡Sólo hemos ansiado el bien y la concordia!».
Estos son
quienes Dios conoce lo que encierran sus corazones. ¡Apártate de ellos,
exhortándoles, y diles a sus almas, penetrantes! -Jamás enviamos un Apóstol sino
para que sea obedecido como Dios manda. Si cuando pecaron, hubiesen recurrido a
ti y hubieran implorado el perdón de Dios, y que también el Apóstol hubiese
pedido perdón por ellos, entonces encontrarían a Dios remisorio
Misericordiosísimo.
¡Quía! ¡Por
tu Señor! -No creerán hasta que le tomen por juez de sus disensiones, y cuando
no hallen nada que objetar a lo que tú hayas sentenciado entonces, se someterán
a ti totalmente. (Sura 4, aleyas 60-65)
Dios
-altísimo sea-, ha calificado a los judíos y a los cristianos infieles, igual
que a los que pretenden ser musulmanes, ninguno tiene la fe en un Dios único,
sin imágenes ni otras representaciones materiales de la divinidad, porque no
creen en un Dios único, esto quiere decir apartarse del poder de Dios y salir de
su religión.
Algunas de
estas sociedades se declaran abiertamente laicas y no tienen, fundamentalmente,
ninguna relación con la religión; otros declaran también que respetan la
religión, pero no le conceden un sitio en su organización social; afirman no
reconocer al «Mundo invisible», y organizan su vida en la base del laicismo,
considerando que éste se opone al «Mundo Invisible».
Esto es una
pretensión incierta y presenta una aberración de ignorantes.
otras
sociedades atribuyen el poder práctico a otros, en vez de Dios e instituyen
legislaciones que atribuyen a Dios...
Todas estas
sociedades se parecen por el hecho de que no se consagran únicamente a la
sumisión de Dios único.... y encajan todas sin ninguna excepción en el cuadro de
las sociedades idólatras.
Si esto ha
quedado claro, entonces la posición del Islam, respecto a estas sociedades
incrédulas se especifica en una sola frase:
Niega
reconocer a todas estas sociedades como islámicas, así como su legitimidad.
El Islam no
mira los slogans, los lemas y las pancartas que llevan estas distintas
sociedades... Pues todos ellos coinciden en una misma realidad, que es que la
vida no se basa en la total sumisión a Dios único y es por eso por lo que
coincide con todas las otras sociedades en un mismo signo, el de la
incredulidad.
Esto nos
conduce a la última cuestión que es el método del Islam en la resolución de toda
realidad humana. Fue útil referirnos a esta causa en el primer capítulo que
trata de «La naturaleza de la sociedad musulmana», así pues, todo el destino se
basa en la única sumisión a Dios, sin asociados.
La
delimitación de esta naturaleza, da una respuesta decisiva a la cuestión:
-¿Cuál es
el origen de la vida humana y sobre qué base esta vida se apoya? ¿Es la religión
de Dios y su método para la vida? ¿O es la realidad humana, sea cual fuere?
El Islam
da, en efecto, una respuesta decisiva a este problema, una respuesta neta y que
no supone ninguna duda...
El origen
al cual debe volver el conjunto de los problemas que tocan a la vida humana, es
sin duda alguna, la religión de Dios y su método en la vida. La creencia de que
-No hay más dios que Dios y que Muhammad es su Enviado Mensajero», que es el
primer pilar del Islam, no puede ser desempeñada y cumplida más que bajo este
fundamento. La sumisión a Dios único, recibiendo la forma de cumplir esta
sumisión de su Enviado mensajero, no puede ser realizada nada más que cuando se
reconoce este origen y se siga al pie de la letra sin la menor duda:
« ...
Aceptad, pues lo que del trofeo os dé el Apóstol y absteneos de cuanto él os
prohíba ... ». (Sura 59, aleya 7)
luego el
Islam pregunta a las gentes:
« ...
¿Sois, acaso, vosotros más sabios o lo es Dios?...». (Sura 2, aleya 140)
Y
contesta:
« ...
Porque Dios sabe y vosotros ignoráis.» (Sura 2, aleya 232)
« ... Y
sólo se os ha concedido una mínima parte del saber.» (Sura 17, aleya 85)
El que
conoce, crea y proporciona el sustento, también, es el único que puede gobernar,
y su religión, que es un método para la vida, debería ser el único origen de
ésta; en cuanto a la realidad de los demás humanos, sus teorías, y sus
inclinaciones tienden todas a empeorar y desviar y a edificarse sobre las
ciencias de los seres, que no saben o que no tienen más que algunos rudimentos
de la ciencia.
La religión
de Dios no es ambigua y su método en la vida no es vacilante. Es delimitada por
la segunda parte de la profecía que consiste en creer que Muhammad es el Enviado
mensajero de Dios; esta segunda parte está pues ligada a lo que había comunicado
el Profeta de la revelación (textos institucionales), Si hay un texto, entonces
será la ley y no cabe la investigación.
Pero si no
hay texto, entonces viene la actuación de la investigación según los fundamentos
establecidos en la misma ley de Dios y no según los deseos e inclinación.
«...Si
disputaseis por cualquier causa acudid a Dios y al Apóstol ... ». (Sura 4, aleya
59)
Tanto más
cuanto que los métodos instituidos para el estudio y la interpretación son
conocidos, y no son ni ambiguos ni vacilantes.
No es nada
posible a cualquiera atribuir a Dios una ley instituida por El mismo. El poder
supremo debe ser reconocido solamente a Dios, fuente de la cual emanan todos los
poderes. Estos poderes, no emanan ni del pueblo, ni del partido, ni de
cualquiera; se debe referir a la palabra de Dios (Corán) y al comportamiento de
su Profeta para conocer lo que Dios quiere; esto no es posible para los que se
atribuyen el poder en el nombre de Dios.
Europa ha
conocido este género de reino bajo el nombre de «Teocracia» o «El Poder
Sagrado»; esto no tiene ninguna relación con el Islam.
Ninguna
persona tiene el poder de comunicar la palabra de Dios excepto su Enviado
mensajero; hay textos precisos que delimitan las instituciones de Dios.
Es de
señalar que la palabra «la religión para la realidad» está mal comprendida y es
a menudo mal empleada también; porque está bien entendido, que la religión de
Dios es para la realidad, ¿pero cuál?
Esta es la
realidad que Crea esta religión misma, según su propio método aplicándose a la
naturaleza humana y realizando las reales necesidades humanas sin excepción,
necesidades que el creador impone, porque El sólo sabe.
«¡Cómo no
habría de conocerlas el Creador si es el revelador, omnisapiente!». (Sura 17,
aleya 14)
la religión
no afronta la realidad para justificarla y buscarle argumentos de orden
religioso que puedan servirle de slogans ocasionales, sino más bien para
examinar la realidad verificando lo que es aceptable y lo que debería ser
rechazado y a partir del conjunto de estos elementos hacer la realidad. Es en
todo esto, en lo que reside el significado que quiere probar que el Islam es la
religión de la realidad.
Se puede
aquí preguntar: ¿El interés de los seres no debería plasmar su realidad?
Y una vez
más nos referimos a una cuestión que pone el Islam, y a la cual responde por
«...Sois
acaso, vosotros más sabios, o lo es Dios?...». (Sura 2, aleya 140)
« ...
Porque Dios sabe y vosotros ignoráis.» (Sura 2, aleya 232)
En efecto,
el interés de los seres reside en lo que Dios ha instituido para ellos. Como El
lo ha revelado por medio de su Enviado mensajero... Si a veces parece a los
seres que su interés está en contradicción con lo que Dios ha instituido para
ellos, entonces no tienen, en primer lugar, en esta causa más que falsas
ilusiones.
«... ¡No
siguen sino sus propias conjeturas y las concupiscencias de sus almas a pesar de
haberles llegado la guía de su Señor! ¿Por ventura obtendrá el hombre cuanto
ambiciona? Pero, sólo a Dios pertenece la otra vida y la presente.» (Sura 53,
aleyas 23-25)
Son, en
segundo lugar, infieles los que pretenden que el interés está en contradicción
con lo que Dios ha instituido y quedan un solo instante en esta religión y entre
sus adeptos.
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