Aisha Bewley
Capítulo 1
La Mujer Erudita
Aisha, la mujer del Profeta, dijo, «¡Qué
espléndidas son las mujeres de los Ansar! Su modestia no les ha impedido dominar
el conocimiento del din».
No hay duda de que el Islam hace hincapié en
la importancia del conocimiento. Es célebre el dicho del Profeta, que Al-lâh lo
bendiga y le dé paz, «buscad el conocimiento, hasta en China». El Qur’án también
nos manda buscar el conocimiento. Al-lâh dice:
«Y di: ¡Señor!, Concédeme más conocimiento»
(20:114)
A lo largo del Qur’án se expresa la
importancia del conocimiento y sus consecuencias:
«pero sólo los que saben las comprenden»,
(29:43)
«Y dirán, "Si hubiéramos escuchado o
hubiéramos tenido juicio, no estaríamos entre la gente del Sair”.» (67:10)
La lista de aleyas sobre esta cuestión es
interminable. Sin conocimiento no tendrás temor de Al-lâh y no lo entenderás, y
por lo tanto, es probable que termines en el Fuego. Aquellos con conocimiento,
como dijo el Mensajero de Al-lâh, «son los herederos de los Profetas». Dijo
también: «La sabiduría añade honor al noble y eleva al esclavo haciéndolo
ascender al grado de los reyes», y además, «Un solo faquih es más temible para
shaytan que mil devotos». Porque el poseedor de conocimiento es capaz de
distinguir entre halal y haram, de ver los peligros y maniobras de shaytán y,
por tanto, evitar las trampas que éste pone.
El mandato de buscar el conocimiento está
dirigido tanto a los hombres como a las mujeres.
Aisha destacó por su gran sabiduría acerca del
din. El Profeta, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz, dijo a sus Compañeros:
«Tomad la mitad de vuestro din de Humayra' (Aisha)». Las informaciones que
tenemos de los Compañeros dan fe del enorme saber que poseía.
«Cada vez que nosotros, los Compañeros del
Profeta, encontrábamos cualquier dificultad ante un hadiz nos dirigíamos a
Aisha, quien a través de su explicación nos mostraba que lo conocía al detalle»,
dijo Abu Musa al-Ash'ari.
«Nunca vi a nadie más sabio que Aisha en el
aprendizaje del Qur’án, asuntos hereditarios, legitimidad e ilegitimidad, poesía
y literatura, historia árabe y genealogía», afirmó ‘Urwa Ubn az-Zubayr.
lbn al-Jawzi hizo mención en «La Crema de la
Crema» de Hisham ibn 'Urwa que 'Urwa dijo a Aisha: «¡Umm! No me sorprende que
sepas de poesía, ya que eres la hija de Abu Bakr, el más versado (en poesía),
pero me maravillo ante tu dominio de la medicina». Ella le dio una palmada en la
espalda y le dijo: «El Mensajero de Al-lâh, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz,
estaba enfermo y no cesaban de venir delegaciones de árabes de todos los lados.
Le recetaban remedios para su enfermedad y yo lo trataba. De ahí proviene mi
conocimiento».
«Aisha se encargaba de proclamar fatwa (dar
consejo legal) durante los califatos de Abu Bakr, de Umar, Uzman y demás hasta
su muerte».
Abu 'Abdullah al-Ghafiqi dice en su libro «La
sombra de la nube» a propósito de Aisha: «En ella se reunían la mayor parte de
las transmisiones y el fiqh más completo de entre aquellos que daban fatwa.
Acudían a ella personas, desde las tierras más recónditas por su conocimiento de
la Sunna y de aquello que es obligatorio. Recitaba la poesía de los árabes con
gran pureza. Era asombrosa en el tafsir (comentarios sobre el Qur’án),
elocuencia y poseía un amplio saber de medicina». Trasmitió su conocimiento a
por lo menos 77 hombres y 8 mujeres, de los cuales 14 (11 hombres y 3 mujeres)
eran sus parientes.
En «Comentario del Camino de Muhammad» an-Nabulisi
escribe lo siguiente: «Nada puede decirse de una mujer que se implique en
cualquier aspecto de la búsqueda de conocimiento y en su enseñanza. Aisha solía
estudiar las ciencias y aclaraba temas oscuros a hombres excepcionales. También
corregía a un grupo de Compañeros en numerosos hadices. El grupo estaba
compuesto por 'Umar y su hijo, Abu Hurayra, lbn 'Abbas, 'Uzman ibn 'Affan, 'Ali
ibn Abi Talib, lbn az-Zubayr, Zayd, Abu'd-Darda', Abu Sa'id, al-Bara', Fatima
bint Qays entre otros».
«Jamás he encontrado a nadie con tanto saber
sobre lo que es halal y sobre lo que es haram, cultura general, poesía y
medicina como Aisha» dijo 'Urwa. «He visto a los Compañeros consultar a Aisha
sobre problemas hereditarios» (Al-Hakim), dijo Masruq.
Esto no sólo ocurría con Aisha. También era el
caso del resto de las mujeres del Profeta y las Compañeras como Umm Sulaym, Umm
ad-Darda', Fatima bint Qays, al-Adawiyya, y otras mujeres que vinieron después.
Tanto estas mujeres, como los hombres solían enseñar a la gente. Este hecho se
confirma en los libros de Hadiz, de historia y en las colecciones biográficas
(Tabaqat).
El Profeta deseaba ver a las mujeres tan bien
educadas como a los hombres en el Islam. El siguiente ejemplo es una muestra de
que las mujeres pueden recibir enseñanza de los hombres: el Profeta mandó a 'Umar
ibn al-Khattab para que informara a las mujeres del Ansar sobre las bases de
Islam. En Kitab at-Tabaqat al-Kabir de lbn Sa'd, Umm 'Atiyya relata que cuando
el Mensajero de Al-lâh llegó a Medina ordenó a las mujeres del Ansar que se
reunieran en una casa; a continuación envió a Umar ibn al-Khattab para que les
trasmitiera las enseñanzas del Islam.
La colección de hadices de Al-Bujari incluye
un capítulo dedicado al Imam, que advertía y enseñaba a las mujeres. En él
menciona a lbn 'Abbas cuando narra que el Profeta salió con Bilal.«El Profeta
pensó que no le habían oído bien, así que dio unos consejos a las mujeres». Ad-Dimamini
afirmó que «ésta es la razón de la presencia de las mujeres en las reuniones y
asambleas, a condición de que estén libres de la tentación».
Ahora mencionaremos brevemente a algunas
mujeres que destacaron en este campo:
Asma' bint Abu Bakr, la hermana de Aisha
Según el Isaba, Umar solía preguntar a Asma
bint Abu Bakr sobre la interpretación de sueños, ya que ella enseñaba acerca de
éste y otros asuntos. Al-Qastallani (1:295) dice lo siguiente con respecto a
Asma', en su capítulo sobre la limpieza de sangre del Sahih: «conocía la ciencia
de la interpretación de sueños. lbn Sirin la aprendió de lbn al-Musayyab, éste
la aprendió de Asma', que a su vez la había aprendido de su padre». En esta
cadena de transmisión, vemos que lbn al-Musayyab recibió la enseñanza de Asma'.
Umm ad-Darda'
Al-Qastallani también mencionó que Awn ibn
Abdul-lâh dijo: «Umm ad-Darda' estaba con nosotros un día y relatamos un hadiz
en su presencia. Después le preguntamos si la habíamos aburrido y ella contestó:
«No me habéis aburrido. Vine en busca de adoración a Medina y no he encontrado
nada más agradable para mí que el recuerdo mutuo del conocimiento» o dijo «el
recordarse mutuamente el fiqh».
Numerosas mujeres destacaron en ello desde el
comienzo. Tomemos el caso de esta mujer: «Ibn 'Abdu’-l-Barr mencionó que Umar
ibn al-Khattab ordenó: «No permitáis que la dote de las mujeres supere las
cuarenta awqiya, aunque sea la hija de alguien con parientes paternos, es decir,
Zayd ibn al-Husayn al-Harithi. Si superase esta cantidad, entregaré el excedente
al tesoro público». Una mujer alta y de nariz ancha se levantó desde el grupo de
las mujeres y le dijo: «No es así», «¿Por qué?» dijo él, «porque Al-lâh dice
“una vez que le hayas entregado una gran dote, no cojas nada de la misma”».
(4:20). A lo que Umar respondió: «La mujer tiene razón y el hombre no».
En la siguiente generación también
encontraremos a mujeres excepcionales:
Amra bint Abdu'r-Rahman
Cercana a Aisha, solía dar su opinión sobre
aspectos legales a la generación que siguió a la de los Compañeros. Fue la
experta más destacada sobre las transmisiones de Aisha. Su opinión anulaba las
de otras autoridades. lbn Sa'd se refiere a ella como una alima o erudita. En el
«Muwatta» de Imam Malik, se la considera como la autoridad principal en tres
asuntos legales: la prohibición de desenterrar tumbas, la prohibición de vender
fruta no madura, y el efecto de las malas cosechas en la venta de productos
agrícolas. En una ocasión, revocó la decisión de su sobrino que había ordenado
cortar la mano de un hombre acusado de robar anillos de hierro. Esto nos muestra
que su opinión y autoridad eran aceptadas en asuntos que iban desde los negocios
hasta los castigos, hudud. Malik la toma como su precedente legal, que le aclara
detalles sobre el hayy. A través de estos ejemplos vemos un saber que se
extendía a todos los campos del fiqh.
Umm Waraqa
Recitaba el Qur’án y se piensa que ayudó a
'Umar a reunir todos los textos que componen el Qur’án.
Hafsa bint Sirin
Hermana del famoso Tabi', Muhammad ibn Sirin.
A los doce años había memorizado el Qur’án y sus conocimientos eran tales que su
hermano le preguntaba cómo leer sus partes difíciles u oscuras. Cada noche leía
la mitad del Qur’án; oraba y ayunaba constantemente. Era considerada más
inteligente que sus contemporáneos, al-Hasan al-Basri y su hermano lbn Sirin.
Murió después de 100/718, cuando tenía 70 o 90 años. Se la recuerda como
tradicionalista, jurista y sufi.
Antes de seguir con un análisis más en detalle
sobre la transmisión del conocimiento, mencionaremos a algunas mujeres
excepcionales y sabias que destacaron por su papel en la transmisión de este.
Transmisión que ha perdurado a lo largo de los siglos. En general, en el mundo
musulmán al principio de la Edad Media no existía prohibición alguna para que
las mujeres estudiaran, sino al contrario, el Islam animaba a ello. Como
consecuencia, muchas mujeres se dieron a conocer como estudiosas religiosas,
escritoras, poetas, doctoras y profesoras por derecho propio.
Nafisa bint al-Hasan (?-208/824)
Descendiente de 'Ali; su autoridad en la
ciencia del Hadiz fue tal que, Imam ash-Shafi'i, cuando estaba en la cúspide de
su fama en Egipto, se sentó en su círculo en al-Fustat. Imam ash-Shafi'í dejó
escrito en su testamento que pararan su féretro delante de su casa, de camino
hacia el cementerio.
Karima bint Ahmad al-Marwaziyya
Vivió cien años y murió en La Meca a mediados
del siglo V o VI. Era la autoridad principal sobre los escritos de al-Bujari
debido a la excelencia de sus fuentes.
Shuhda bint Abi Nasr Ahmad al-Ibari
(?574/11.78)
Estuvo considerada como una de las grandes
eruditas de su época. Conocida como al-Katiba (la escritora) y Fakhr an-Nisa'
(Gloria de las Mujeres), enseñaba los textos de al-Bujari y otros más, a un gran
número de estudiantes. Daba conferencias públicas en una de las principales
mezquitas de Bagdad sobre temas diversos.
Zaynab bint ash-Sha'ri (?-615/1218)
Solía reunirse y recibir iyazas de varios
estudiosos. lbn Khallikan recibió un iyaza de ella.
'A’isha bint Muhammad ibn
'Abdu’l-Hadi
No había muchos hombres que igualaran su
posición en la transmisión del hadiz. Nació en Damasco a principios del siglo
VIII/XIV y a los 4 años se la llevó ante Abu'lAbbas Ahmad ibn al-Hajjar, un
destacado muhaddiz o erudito en el Hadiz. Aprendió de él dos pequeñas
recopilaciones. Más tarde estudió la recopilación Sahih de Muslim con
'Abdul-lâh. ibn Hasan y otros, y la Sira de lbn Hisham. Reunió iyazas de
distintos eruditos en Aleppo, Hama, Nablus y Heron, y se convirtió en una
persona buscada por los sabios que viajaban. Fue maestra de lbn Hajar. El
historiador Ibn al-‘Imad la llamó la «muhaddiza de Damasco» y afirmó que su
transmisión era la más fiable de su tiempo.
Hubo otras mujeres que también adquirieron
renombre en la transmisión del Hadiz, como Jadiya bint Ibrahim ibn Ishaq
ad-Dimashqiya, que murió en 80311400-140. A su muerte era la única autoridad
para al-Qasim ibn 'Asakir. También estaban Maryani bint Ahmad (?-805/1402-3) y
Fatima bint Khalil (?838/1434), a ambas les compusieron mashyakas (lista de
aquellas personas con autoridad para trasmitir un hadiz). lbn Hajar tuvo entre
sus maestros a Fátima. Vemos, por tanto, que las mujeres participaban
activamente en la transmisión viva del conocimiento.
Umm Hani Maryam (778-871/1376-1466)
Su abuelo la llevó a escuchar al menos a diez
profesores de La Meca y El Cairo y recibió iyazas de otros doce profesores.
Memorizó el Qur’án y estudió los seis libros de la tradición casi en su
totalidad, especialmente al-Bujari y una versión abreviada del fiqh. Tuvo cuatro
hijos, y cada uno de ellos se especializó en una de las cuatro escuelas del
fiqh. Se nombró a su segundo marido como administrador del waqf (fundación
benéfica) de su abuelo. Cuando éste murió, Umm heredó la responsabilidad de la
administración y haciendo uso de ella adquirió una propiedad de gran extensión.
Ante esta decisión, algunos miembros de su familia pusieron en duda la validez
de su transacción así como su competencia para llevarla a cabo. Finalmente su
acción fue justificada y se ratificó la capacidad de las mujeres para
administrar grandes propiedades waqf
Adh-Dhahabi refería de lo recogido a través de
tres mujeres como mínimo y as-Safádi (?-764/1362) recibió iyazas de al menos
ocho mujeres. lbn Hajar tuvo cincuenta y dos profesoras y mencionó a doce que
eran musnida (transmisoras de una colección de tradiciones). Entre los 172
profesores de As-Subki (?-771/1370) diecinueve eran mujeres. Mientras que fueron
treinta y tres las mujeres que formaban parte de las 130 fuentes del Hadiz de
As-Suyuti.
Era en el campo del Hadiz, que precisa una
memorización muy rigurosa, donde más destacaban las mujeres. El fiqh, en cambio,
centrado en el debate y la discusión sobre temas concretos de derecho, contaba
con la participación de menor número de damas. No obstante, las mujeres también
podían actuar como muftíes o faqihs. Durante el siglo IV/X, vemos en Bagdad a
dos mujeres que pronunciaban fatwas: Umm 'Isa bint Ibrahim (?- 328/939) y Amat
al-Wahid (?-377-987), hija del juez shafi'í Abu 'Abdul-lâh al-Husayn
al-Muhamili.
Fátima de Samarcanda vivió en Aleppo en el
siglo VI/XII y despuntó por su sabiduría en el fiqh. Hacía correcciones en las
sentencias que dictaba su marido.
En el siglo VII/XIII, destacaron por su
conocimiento de la ley: una faqiha cuyo nombre era 'Ayn as'h-Shams bint Ahmad de
Isfalian (?-610/1213) y una zahida dedicada al derecho llamada Umm al-Baqa'
Khadija bint al-Hasan (?-631/1243).
lbn Hajar sólo menciona a dos mujeres por su
dominio del fiqh: Umm Zaynab Fatima bint al-Abbas (?-714/1314) de Bagdad, poeta
mística y predicadora que conocía la ley islámica a fondo, y Umm al-'Izz Nudar
bint Ahmad (702-730/1302-1329), otra predicadora, también alabada por lbn
Taymiyya por su entendimiento del fiqh.
As-Sakhawi nombra a numerosas mujeres
estudiosas, entre las cuales cita a dos conocedoras del fiqh: 'A’isha bint 'Ali
(761-840/1359-1436) (también llamada Umm 'Abdul-lâh, Umm al- Fadl, y Sitt
al-'Ayish), erudita hanbalí del Cairo. Recibió iyazas de varios maestros sirios
y egipcios, leía el Qur’án y estudió caligrafía, historia, costumbres, poesía y
derecho. Dos de sus estudiantes fueron lbn Hajar al-'Asqalani y al-Maqrizi. Las
fuentes recuerdan y subrayan su comprensión e inteligencia.
Durante el siglo X/XVI destacaron tres mujeres
por su conocimiento del fiqh. Una de ellas recibió una iyaza que le permitía
actuar como una faqiha. La sheija sufí de Damasco ‘A’isha al-Ba 'uniyya bint
Yusuf (?-922/1516), autora de varios libros sobre tasawwuf; se trasladó a El
Cairo donde solía enseñar y aconsejar sobre asuntos legales. También hay que
mencionar a Jadiya bint Muhammad al-Bayluni (?- 930/1523) que siguió, en Aleppo,
la escuela hanafí (a pesar de que su padre y sus hermanos eran shafi’íes). Lo
que nos indica que su conocimiento no provenía de la familia.
Más tarde, en el siglo XII/XVIII, Zubayda bint
As‘ad (?- 1194/1780), hija y hermana de los principales fuqaha del Imperio
Otomano, fue destacada poeta en persa y turco.
No encontramos demasiadas mujeres implicadas
en el campo del usul al-fiqh (metodología legal), ni tampoco en el del kalam
(teología). Aunque hay algunas que despuntan en ello como Zaynab at-Tukhiyya (d.
894/1388), hija de 'Ali ibn Muhammad ad-Diruti al-Mahalli. De joven memorizó el
Qur’án y le enseñaron los libros clave de la madhhab shafi’í. Tras su matrimonio
continuó estudiando la ciencia del Hadiz: de al-Bujari y Muslim.
El desarrollo de la erudición también se daba
en el oeste, Marruecos y Mauritania, y más al sur. En un libro sobre la mezquita
Qarawlyyin en Fez, su autor, el Dr. 'Abdu' l-Hadi at-Tazi, dice lo siguiente:
«Tomó parte en su fundación una de las damas
sobresalientes de Fez, Fatima bint Muhammad al-Fihri, que destacaba sobre las
otras mujeres cultas. En la historia de Marruecos se distinguen muchas mujeres
por su erudición: al-Amira Tamima, hermana de 'Ali ibn Yusuf, que vivía en la
zona de la mezquita Qarawiyyin; Jayrana al-Fasiyya que hacía una labor
importante al difundir el credo asharita entre las mujeres de Fez; y la poeta
Sara bint Ahmad ibn ' Uzman (750 d.Hé.). Se decía que Ibn Salmun (741 d.Hé.)
alardeaba de haber recibido su iyaza. Solía intercambiar poesía con Ibn Rashid
al-Fihri. También estaban Umm al-Banin al-'Ubudiyya, faqiha y muftí, y su
hermana Fátima; ambas pertenecían a una familia de hombres y mujeres de
renombre. Por último señalaremos también a la muftí Umm al-Banin. Todas ellas
asistían a las clases de sheij al-'Abdusi (848 d.Hé.). Y solían continuar sus
estudios en una sesión especial. La Qarawiyyin disponía de espacios que
facilitaban la asistencia de las mujeres para escuchar directamente a los
grandes sheijs al mismo tiempo que lo hacían los estudiantes masculinos».
Maryam, la hermana de Fátima construyó la
mezquita de al-Andalus en Fez. Más tarde ésta se convirtió en una filial de la
mezquita de Qarawiyyin y llegó a ser un centro de enseñanza. A principios del
siglo IV después de la Héjira, al-'Aliyya, hija de sheij at-Tayyib ibn Kiran,
solía enseñar en esta escuela sobre varios temas, a través de una cortina. Las
mujeres asistían a sus clases después de la oración de 'asr y los hombres antes
de la oración de dhuhr.
En el sur de Marruecos y en Mauritania
encontramos a las siguientes mujeres cultas y sufies: Fátima bint Muhammad al-Hilaliyya,
Khadija bint Imam Muhammad al- 'Atiq ash-Shanqiti, y Rabi'a bint Shaykh Muhammad
al-Hadrami, la nieta de sheij Ma'al-'Aynayn ash-Shanqiti (706/1307-?).
Maryam, hija de sheij 'Uthman dan Fodio,
compuso diversos poemas en Fulfulde (Nigeria), además de un comentario sobre el
compendio legal Mukhtasar de sheij Kalil, también en Fulfulde. Su hija Asma', de
igual modo,
fue conocida por haber desarrollado un método
de enseñanza que mencionaremos más adelante.
Claro que, también había mujeres implicadas en
áreas de conocimiento no religiosas. lbn an-Nadim menciona, a varias mujeres
gramáticas. El poeta abasí, Abu Nuwas, recitaba poemas compuestos por cincuenta
poetisas. Hay un libro sobre medicina escrito por una dama india llamada Rusa y
otro, sobre alquimia, escrito por una egipcia. 'Ijliyya bint al- 'Ijli trabajaba
en la corte de Sayf ad-Dawla (333-357/944-967) haciendo astrolabios. Thana,
esclava del tutor de uno de los hijos del califa abasí, al-Mansur, solía ser
enviada al calígrafo más importante de aquella época, Ishaq ibn Hammad, para ser
formada en este arte. Probablemente habrá muchas más expertas en otros campos,
pero lo que estamos tratando aquí, principalmente, se refiere al conocimiento
del din.
Capítulo 2
La mujer y el sistema educativo
Para una mujer es obligatorio adquirir un
conocimiento completo de sus obligaciones religiosas, como el salat (oración),
el saum (ayuno de Ramadán),el zakat (impuesto) y el hayy (peregrinación), además
de otras aspectos sociales como el comercio y los negocios. Si el mando no es
capaz de proporcionar este conocimiento, la mujer, bajo la ley islámica, tiene
la obligación de buscar este conocimiento. El famoso sheij nigenano, sheij Uzman
dan Fodio, dice lo siguiente en Irshad al-Ijwan:
«Si él le niega el permiso, ella podrá ir en
esta búsqueda sin su permiso y no tendrá ninguna culpa, ni incurrirá en ninguna
falta por ello. El gobernante deberá obligar al marido a permitir que su mujer
se eduque, igual que le debería obligar a que la mantenga; no obstante el
conocimiento es superior al mantenimiento, sin duda alguna».
En Nur al-Albab, afirmó que los estudiosos que
se opusieran a la educación de las mujeres eran hipócritas «demonios entre los
hombres»
«¡Cómo pueden dejar a sus mujeres, hijas y
sirvientas en la oscuridad de la ignorancia y del error, mientras enseñan a sus
estudiantes día y noche! No persiguen más que fines egoístas; enseñan a sus
estudiantes sólo para exhibirse y por orgullo. Esto es un gran error».
Y añadía que enseñar a los estudiantes es
voluntario, mientras que enseñar a la familia propia es obligatorio. En el mismo
libro decía lo siguiente:
«¡Mujeres musulmanas!. No escuchéis a aquellos
que están equivocados y que hacen equivocarse a los otros; a aquellos que tratan
de engañaros pidiéndoos que obedezcáis a vuestros maridos sin pediros antes que
obedezcáis a Al-lâh y a su Mensajero. Dicen que la felicidad de una mujer reside
en obedecer a su marido; lo dicen sólo para satisfacer fines egoístas y para
saciar sus deseos a través de vosotras. Os obligan a hacer cosas que ni Al-lâh,
ni su Mensajero os han impuesto, como cocinar, lavar ropa, y cosas similares,
sin embargo no os exigen que llevéis a cabo las tareas reales que Al-lâh y su
Mensajero os han impuesto».
Sheij Dan Fodio, en su libro al-Irshad,
también expone que las mujeres deberían exigir su derecho a la educación. Tanto
las mujeres como los hombres han sido creados con el único objeto de servir a
Al-lâh y ello no se puede conseguir sin una educación verdadera:
«Si la mujer exige al marido sus derechos
sobre asuntos religiosos y le plantea que le eduque en la religión o le permita
buscar esa educación en otra parte; por ley, si el caso se llevará al
gobernador, éste tendría que obligar al marido a dar permiso a la mujer, igual
que si ella le estuviera exigiendo derechos mundanos, ya que los derechos
religiosos son superiores y prioritarios».
El sheij formula la siguiente pregunta en
al-Irshad:
«según la ley indica, las mujeres deberían ir
en busca del conocimiento que sus maridos no pueden ofrecerles; ¿qué ocurre
cuando un estudioso va a enseñar sobre Islam en un lugar que no se puede dividir
en dos zonas para el público, sabiendo que las mujeres acudirán? “Debería
permitir que mujeres y hombres asistieran a su enseñanza; pero previniendo que
se entremezclen en su presencia y si eso ocurre debería poner a un lado a los
hombres y a otro a las mujeres”».
El derecho que tienen, por lo tanto, las
mujeres a recibir la educación de sus maridos o si no, a buscarla en otra parte,
está reconocido por todos los eruditos. Uno de los primeros estudiosos de la
escuela maliquí llamado lbn al-Hajj, un crítico severo del comportamiento
demasiado liberal de las mujeres de El Cairo en aquel momento, escribió:
«Si una mujer exige el derecho a tener una
educación religiosa y lleva el caso a un juez, su petición estará justificada
porque tiene derecho a que el marido la enseñe o a acudir a otra parte para
adquirir esta instrucción. El juez tendrá que obligar al marido a cumplir está
exigencia, igual que lo haría con sus derechos no religiosos, ya que sus
derechos religiosos son los más importantes».
Ahora pasaremos a hablar brevemente del
sistema educativo en Islam. El sistema educativo tradicional islámico era
informal: la transmisión del conocimiento dependía de una relación personal con
el maestro, que frecuentemente se basaba en el pago de una cantidad. Los
estudiantes una vez instruidos recibían una iyaza, una certificación otorgada
por un maestro que acreditaba al estudiante para enseñar una materia en concreto
o trasmitir un libro o una colección de tradiciones específicas.
La madrasa formalizó en cierta manera el
proceso, pero a su vez, abrió puertas a que más gente estudiara. Antes de los
siglos V/XI, las mezquitas eran los principales lugares para la enseñanza. Los
maestros eran pagados por los estudiantes, por el gobernador o por algún
benefactor. La madrasa Nizamiyya que se estableció en Bagdad en 459/1067,
ofrecía sueldos a los profesores; los estudiantes también recibían algún dinero
y, en ocasiones, alojamiento. Con ello se favorecía a los estudiantes, al
aligerar la carga económica que suponía el estudio.
Durante el periodo mameluco hubo un gran
número de mujeres benefactoras de las madrasas. Datan de esta misma época al
menos cinco madrasas establecidas por damas en El Cairo, mientras que en Damasco
fundaron siete. A veces era la mujer quien hacía el papel de supervisora
administrativa de estas instituciones. Era frecuente la existencia de
condiciones que aseguraran la dirección de la madrasa llevada a cabo por
mujeres.
Además de dedicarse a la creación de
instituciones educativas, tomaban parte activamente en el aprendizaje. Según
comenta lbn al-Hajj, era frecuente que las mujeres se reunieran con los hombres
en las mezquitas para oír a los sheijs la lectura de libros en voz alta. Y
añadía:
«Veamos lo que hacen las mujeres cuando los
hombres se reúnen con un sheij para escuchar la lectura de libros. Ellas acuden
a escuchar estas lecturas; los hombres se sientan a un lado, y las mujeres en
otro situado frente a ellos. En ocasiones, incluso alguna se entusiasma con la
situación; otra se levanta, se vuelve a sentar y grita en voz alta».
Era tan habitual la intervención de las
mujeres en la educación, que as-Sakhawi dijo lo siguiente sobre una de ellas,
«Si tenemos en cuenta que su familia es conocida por ser culta, no dudo que ella
haya obtenido iyazas». De esta manera, reconocía que las mujeres de su tiempo
eran cultas. De las 1.075 mujeres que aparecen en ad-Daw’ al-Lami’, un
diccionario biográfico del siglo IX/XV cuyo autor es as-Sakhawi, 411 aparecen
mencionadas en la lista por logros educativos: por memorizar el Corán, por haber
estudiado con algún erudito o por haber recibido alguna iyaza. Muchas de las
citas son demasiado breves como para dar detalles. As-Sakhawi también menciona a
hombres que recibieron iyazas de mujeres eruditas. El mismo dice haber estudiado
o recibido iyazas de 68 mujeres.
Durante aquella época no eran necesarios unos
espacios separados para la enseñanza. Los historiadores refieren, que en El
Cairo de los mamelucos había chicas cuyos padres o hermanos las llevaban a
clases a una madrasa. EL camino más común por el que accedían las mujeres al
aprendizaje, era recibiendo las enseñanzas de parientes masculinos bien
formados.
Por otra parte algunas casas particulares
estaban destinadas exclusivamente a la enseñanza de mujeres. Se recuerda a una
dama bien educada del siglo XV, cuya familia tradicionalmente se dedicaba a la
instrucción religiosa de las mujeres «Su casa era un lugar de reunión para
viudas o divorciadas, y se formaba a las chicas jóvenes»
En el año 684/1286 se fundó la institución
Ribat al-Baghdadiyya por una de las hijas de Baibars, un sultán mameluco, y hubo
muchas más. También en las residencias se ofrecía educación. En ellas las
mujeres de edad, las divorciadas o las viudas sin cobijo tenían un lugar para
vivir hasta su muerte o hasta un nuevo matrimonio. La sheija que se ocupaba de
administrar la institución, también enseñaba regularmente el fiqh a las
residentes.
Esto ocurría en un ambiente urbano y
sofisticado como existía en El Cairo. Pero también había otros métodos de
enseñanza en los ámbitos rurales. La hija de ‘Uthman dan Fodio, Asma’, difundió
una manera de impartir la enseñanza que ha continuado vigente hasta nuestros
días. Elegía a mujeres maduras, sabias, inteligentes y de carácter responsable
para que dirigieran los grupos de mujeres en las aldeas, y daba a cada líder de
grupo un símbolo de autoridad. Así acudían, en grupos sin escolta a la capital
Sokoto, donde Asma las recibía y les ayudaba a resolver sus problemas. Les hacía
aprender poemas llenos de contenido; ellas los memorizaban y volvían al pueblo a
enseñarlos. Los poemas eran fáciles de recordar, desarrollaban la memoria y
trasmitían el conocimiento. A Asma la siguió su hermanastra Maryam en esta
tarea. El califa solía pedirle consejo acerca de los asuntos de Kano. Su
influencia perduró hasta la llegada de lo británicos.
Jean Boyd, describe en 1404/1984 a la Modibo
de Kware (Hajara), la tataranieta de Sheij ‘Uthman, nacida alrededor de
1318/1901. Se casó a los doce años con el hijo del gobernador de Kasarawa y
continuó su educación bajo la dirección de dos maestros (un hombre y una mujer).
Hablaba árabe y hausa, y poseía una colección de libros y manuscritos. Nombraba
a las líderes de los grupos y les ponía un turbante como distintivo. Cada aldea
de Kware tenía alumnos. Solían venir a visitarle desde muy lejos. En el mes de
marzo de 1984, Boyd vio llegar a un grupo de nueve, que traían cereales para
darlos como sadaqa (limosna). Ella solía ofrecer consejo y resolvía las
desavenencias y malentendidos. Por la noche las mujeres se acercaban a
escucharla recitar Corán, mientras que durante el día enseñaba a niños y a
niñas.
Nos preguntamos, ¿Qué ha ocurrido? Al final
del periodo mameluco había numerosas mujeres cultas que tenían iyazas y
enseñaban. Sin embargo en el siglo XIX casi no se encuentran. Algo sucedió
durante este periodo. Falta un estudio a fondo de este momento, tal y como
mencionamos en el prólogo. Personalmente, creo que la influencia europea jugó un
papel importante en ello, quizás también fuera un proceso de infiltración
cultural como ha ocurrido con el hinduismo en el Subcontinente indio. De todos
modos convendría investigarlo y observar las diferencias existentes en el
Subcontinente indio antes y después de 1857, cuando el gobierno de los mogoles
llegó a su fin. Es probable que la inseguridad, causada por la colonización,
fuera un motivo, tal y como lo fue el resentimiento provocado por la actitud
despreciativa de los colonialistas. Sin duda, el cambio fue menos aparente en
zonas como Mauritania y el norte de Nigeria, donde la influencia europea era
menor, y quizás hoy se puedan encontrar a mujeres que conocen el Muwatta del
Imam Malik de memoria.
Como hemos visto, no existe ningún fundamento
para argumentar que la educación esté prohibida para las mujeres en el din. Sino
al contrario, es obligatorio, tanto para las mujeres como para los hombres, el
saber por completo las obligaciones del din. Aunque mucho nos tememos que más de
un hombre dejen también de cumplir con esta obligación.
Además de la necesidad obvia de satisfacer las
exigencias religiosas individuales, existen otras razones prácticas para que
esto sea una obligación. Son las mujeres las primeras que educan a los niños,
como indica el proverbio «la madre es la madrasa». Lo mismo viene a decir el
proverbio inglés «la mano que mece la cuna domina el mundo». ¡Cómo podría una
madre ignorante de los fundamentos del din transmitirlos a sus hijos! Las
sesiones de cuatro horas en la mezquita (experiencia que a menudo resulta ser
negativa para los niños) tampoco van a suplir esa carencia. Las madres, al dar
su conocimiento a los niños, forman a los individuos que, a su vez, constituirán
la sociedad y su estructura económica, social y política. En otras palabras,
ella es la responsable de las células que componen la sociedad. ¿Recibirán éstas
el conocimiento o la ignorancia del din?
En este contexto es donde mejor se puede
entender la siguiente frase del Profeta, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz, «El
paraíso se encuentra a los pies de la madre». Este hadiz se refiere también al
recién nacido, recién llegado del jardín, quien si no es educado para ser
musulmán, se convertirá más tarde en un judío o cristiano o en adorador del
fuego.
Hoy en día la obligación de trasmitir el
conocimiento del din adquiere particular importancia. El Profeta, que Al-lâh lo
bendiga y le dé paz, dijo, «Una de las señales de la Hora Final será la
desaparición del conocimiento y el establecimiento de la ignorancia ... »
(Bujari). Sin duda, es lo que está ocurriendo hoy en día. La vida y el entorno
social se orientan cada vez más hacia valores no musulmanes, incluso en los
países musulmanes. Por eso, si los niños no reciben la educación y el ejemplo en
casa y desde pequeños, tendrán que empezar de cero, y en la mayoría de los casos
no tendrán ni tiempo para hacerlo.
Es imprescindible que, como a los hombres, se
les dé también a las mujeres un lugar en el aprendizaje y la enseñanza. Primero
hay que quererlo; si se quiere, hay que luchar para conseguirlo, porque la
sociedad moderna tiende a dejarlo a un lado; una vez obtenido, hay que
trasmitirlo.
Como ya hemos visto, durante los últimos 300
años, las mujeres participaban activamente en la transmisión del conocimiento, a
veces incluso estudiaban con hombres o les enseñaban en otros casos. Esta
práctica, de alguna manera, se ha perdido en la actualidad y es necesario
recuperarla.
Para finalizar y, haciendo referencia a la
posición del conocimiento, Abu’d-Darda’ relató que el mensajero de Al-lâh dijo:
«Al-lâh facilitará el camino al Jardín a
cualquiera que tome el camino en busca de conocimiento. Los ángeles extienden
sus alas con placer sobre lo que el buscador hace. Todos, tanto en el cielo como
en la tierra, piden misericordia para el que tiene conocimiento, incluidos los
peces que viven bajo el agua. La superioridad del hombre de conocimiento sobre
el hombre de devoción, es equivalente a la superioridad de la luna sobre los
otros planetas. La gente de conocimiento son los herederos de los Profetas. Los
Profetas no legan ni dinares, ni dirhams, legan conocimiento. Quien lo tome,
habrá tomado una amplia porción» (Abu Dawud y at-Tirmidhi)
Esto se aplica a las mujeres y a los hombres
por igual.
Cuando llega el momento de la acción, si el
saber es incompleto no ocasionará una acción eficaz. La acción beneficiosa, como
veremos en el siguiente capítulo, sólo nace de un conocimiento bien fundado
Islam: El Poder De Las Mujeres
Aisha Bewley
Capítulo 3
La mujer política
Es en el Corán donde encontramos el primer
ejemplo de una mujer con una responsabilidad política: Bilqis, la reina de
Sabah. El Corán habla favorablemente de la reina de Sabah y también menciona la
manera en la que consultaba a sus consejeros, quienes acataron su decisión sobre
cómo tratar la amenaza de invasión del ejército del profeta Suleyman. (Corán
27:32-35):
«Dijo ella: ¡Consejo de nobles! Dadme un
dictamen sobre mi caso, no tomaré ninguna decisión hasta que os pronunciéis.
Dijeron: Nosotros tenemos fuerza y también un
ejército poderoso, pero tuya es la decisión, mira pues lo que vas a ordenar.
Dijo: Cuando los reyes invaden una ciudad la
devastan y humillan hasta a sus habitantes más poderosos.
Así es como actúan.
Voy a enviarles un regalo y esperaré lo que
traigan de vuelta los mensajeros».
Vemos que poseía claramente mejor juicio y
discernimiento que sus consejeros. En primer lugar, acuerda enviar un presente a
Suleyman para probarle y averiguar de este modo si es un rey mundano o un
Profeta; lo que ilustra sobre su manera de enjuiciar y su sabiduría en tales
asuntos.
Más tarde, cuando visita a Suleyman y se
encuentra delante de su propio trono, que había sido desplazado desde su palacio
y disimulado, dice acerca de él, «Es muy similar». No se apresura a hacer
juicios precipitados. Es comedida en sus valoraciones y cuidadosa en sus
juicios. Cuando tiene la verdad clara frente a ella, actúa inmediatamente y con
decisión, tal y como corresponde a un buen gobernante.
Finalmente confiesa la verdad:
«Oh señor, he sido injusta conmigo misma, pero
me someto, junto con Suleyman, al Señor de los mundos».
Los comentaristas afirman que Suleyman la
confirmó como dirigente de su reino, así que no encontramos ninguna objeción en
el Corán a que una mujer actúe como gobernante.
A continuación miraremos la intervención
política de las mujeres durante la vida del Profeta y la de sus Compañeros. La
primera muestra que encontramos se produce a raíz del «Acto de acatamiento de
Aqaba», donde los habitantes de Medina acordaron proteger y apoyar al Profeta.
La conclusión de este tratado crucial tuvo consecuencias militares, económicas y
políticas muy importantes para Medina. Hubo dos mujeres que participaron en
estos acontecimientos. Según el Tabaqat de Ibn Sa’d:
«Durante la noche en que se acordó el
compromiso de Aqaba, los hombres estrecharon la mano del Profeta de Al-lâh, que
Al-lâh le bendiga y le dé paz. Al-‘Abbas ibn ‘Abdu’l-Muttalib estrechó la mano
del Profeta. Umm Mani’ y yo permanecíamos allí. Entonces, mi marido, ‘Arafa Ibn
‘Amr dijo en voz alta, “Mensajero de Al-lâh, estas dos mujeres están aquí con
nosotros para jurarte lealtad”. A lo que el Mensajero de Al-lâh respondió,
“Acepto su lealtad de las misma manera que la acepté de ti, pero no estrecho la
mano de las mujeres". Dijo Umm ‘Umara Nusayba».
Una área importante de participación de las
mujeres era la de la guerra y la actividad militar. Desde los tiempos
pre-islámicos, las mujeres habían tomado parte en los enfrentamientos tribales
y, más tarde, al hacerse musulmanas, continuaron luchando junto al Profeta
Muhammad, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz. Muchos casos lo documentan; tanto
cuando realizaban labores auxiliares, como cuando participaban en el ámbito de
la lucha directa. Algunas mujeres como Layla al-Ghifariyya, solían traer agua y
curar a los heridos en la batallas. Otras, como Safiyya bint ‘Abdul Muttalib y
Nusayba, lucharon y mataron al enemigo para protegerse a sí mismas y al Profeta.
Incluso se destacaron aquellas, como Umm Dahhak bint Mas’ud en la batalla de
Jaybar, que recibieron el botín igual que lo recibían los hombres, una vez
terminada la lucha.
Al-Bujari y Ahmad ibn Hanbal informaron que
ar-Rubayyi bint Mu'awwidh dijo: «Solíamos participar en las batallas con el
Profeta de Al-lâh. Traíamos agua para los luchadores, les servíamos y llevábamos
a los muertos a Medina».
Según Muslim, lbn Majah y Ahmad ibn Hanbal,
Umin 'Atiyya al-Ansariyya dijo: «Acompañé al Mensajero de Al-lâh siete veces,
hacía guardia en el campamento, cocinaba, trataba a los heridos y cuidaba a los
enfermos».
«Las mujeres solían ir con el Mensajero de
Al-lâh. en los ataques del ejército para así servir a los luchadores», dice
Malik en al-‘Utibiyya.
Az-Zuhri dijo: «Las mujeres solían estar
presentes en las batallas, daban agua a los luchadores y cuidaban de los
heridos».
Ibn Mardawiyya informa en su tafsir que
Mu’adha al-Ghifariyya dijo: «Solía estar cerca del Mensajero de Al-lâh, que Al-lâh
lo bendiga y le dé paz. Lo acompañé en algunos viajes en los que me ocupaba de
atender a los enfermos y curar a los heridos».
En el Tabaqat de Ibn Sa'd se encuentra
recogida la biografía de Umm Sinan, que decía:
«Cuando el Profeta quería ir a Jaybar, fui
donde él y le dije, "Mensajero de Al-lâh, déjame ir contigo para traer el agua y
cuidar de los enfermos y de los heridos, en caso de que haya alguno. Vigilaré
las alforjas." A lo que el Mensajero de Al-lâh respondió, "Tienes la bendición
de Al-lâh para ir. Hay algunas de tus compañeras que también me han hablado y
les he dado permiso, algunas de ellas son de tu gente. Si lo deseas vete con tu
gente o si lo prefieres ven con nosotros." A lo que le respondí, "Con vosotros".
Y él dijo, "En ese caso estarás con Umm Salama, mi esposa". Ella dijo, "Estuve
con ella”».
Ku'ayba bint Da'ud al-Aslamiyya cuidaba de los
enfermos y los heridos. Cuando Sa’d ibn Mu’ah fue herido en el Día del Foso, lo
llevaron junto a ella para que lo atendiera. Ella le trató las heridas hasta que
murió. Estuvo en Jaybar con el Profeta y éste le asignó la parte de un hombre.
Umm Ayman estuvo presente en Uhud y también en
Jaybar haciendo la misma labor.
En el «Libro de las Expediciones», al-Bujari
tiene varios capítulos donde se refiere a la participación de las mujeres en las
guerras. Así se destacan el capítulo del yihad de las mujeres, el capítulo de la
participación de las mujeres en las batallas marítimas; el del hombre que lleva
a la guerra a una de sus mujeres y no a la otra; el de las mujeres que van a
expediciones y luchan junto a los hombres y finalmente el que describe a la
gente trayendo a los muertos y heridos del campo de batalla. En éste último
recoge la narración de Anas el día de la batalla de Uhud, cuando los seguidores
del Profeta fueron derrotados,
«Vi a Aisha y a Umm Sulaym con los vestidos
recogidos. Podía ver sus tobillos. Llevaban los odres de agua a la espalda. Más
tarde volvieron y los llenaron de nuevo. Y luego los vaciaron en las bocas de la
gente».
Veamos ahora a aquellas que intervenían en el
combate directo. El día de Uhud, las mujeres se encontraban en la fortaleza de
Hassan ibn Thabit cuando un judío se acercó a la fortaleza a espiar. Safiyya
bint ‘Abdul-Muttalib, la tía del Profeta y hermana de Hamza, dijo a Hassan que
bajara a matarlo. Él estaba de alguna manera indeciso, entonces ella no esperó,
tomó un vara larga, descendió resueltamente y abriendo la puerta con sigilo lo
mató. (Tabaqat, lbn Sa'd). Más tarde salió afuera con una lanza y la blandió
ante los rostros de la gente.
Muslim menciona que según Anas, Umm Sulaym
tenía un puñal atado con una correa a la cintura en la Batalla de Hunayn y que
declaró: «Lo traigo conmigo por si alguno de los idólatras se me acerca, así le
abriré el estómago con ella».
«Oí al Mensajero de Al-lâh decir, "En la
Batalla de Uhud cada vez que me volvía a la derecha o a la izquierda la veía
luchando junto a mí."». Dijo Tmar refiriéndose a Nusayba al-Ansariyya.
Nusayba estuvo presente en el juramento de
Aqaba, Uhud, al-Hudaybiyya, Jaybar, el cumplimiento de Umra (1), Hunayn y la
Batalla de Yamama, en la que le cortaron la mano. Luchaba con una espada y con
un arco. En cada una de las batallas de Uhud y de Yamama recibió unas doce o
trece heridas. Durante el enfrentamiento de Uhud, en el que Nusayba luchaba en
defensa del Profeta, cuando sólo quedaba un puñado de gente con él, éste se dio
cuenta de que ella no tenía escudo y vio a un hombre con escudo que se retiraba.
Entonces dijo al hombre,
«Entrega tu escudo a quien todavía está
luchando» y señaló a Nusayba. Luego el Profeta indicó a Nusayba al hombre que
había herido a su hijo; ésta le golpeó en la pierna y cayó al suelo. Ella contó,
que el Mensajero de Al-lâh sonreía tanto que podía ver sus dientes. Cuando
hirieron gravemente a Nusayba en el cuello, el Profeta llamó al hijo de ésta y
le dijo: «¡Mira a tu madre! ¡Venda su herida! ¡Qué Al-lâh bendiga a la gente de
vuestra casa!. La resistencia de tu madre es mejor que la de muchos otros».Y
ella le pidió que rogara a Al-lâh si podrían ser sus compañeros en el jardín, y
el Profeta lo hizo».
Nusayba describía así la batalla:
«Los jinetes nos hicieron lo que es propio de
ellos. Si hubieran ido a pie, como nosotros íbamos, los habríamos derrotado, si
Al-lâh lo hubiera querido. En el momento que un hombre a caballo me atacaba, yo
me protegía de su espada con el escudo y golpeaba las articulaciones de su
caballo; así conseguía que cayera hacia atrás».
Cuando el Profeta regresó a Medina, no volvió
a casa hasta que tuvo noticias de ella.
Mientras Abu Bakr ejercía de califa y los
musulmanes se estaban preparando para luchar contra Musaylima, el falso Profeta
en Yamama, Nusayba pidió permiso a Abu Bakr para unirse a la expedición.
«Sabernos que vales para la guerra, así que, en el nombre de Al-lâh, únete a
ellos».Tras la batalla, Jalid ibn al-Walid le curó con aceite caliente la herida
que le dejó la mano amputada.
En la Batalla de Siffin, Hind, la esposa de
Abu Sufayn y la madre de Mu'awiya, dirigió a las mujeres contra los bizantinos
cuando los musulmanes rompieron filas. Hay muchos más ejemplos como estos.
La presencia habitual de las mujeres en la
lucha, nos explica que la participación de Aisha en la Batalla del Camello (2)
no fuera inusual. Sin embargo es en esta ocasión donde surgen críticas a la
participación de las mujeres en los actos bélicos. Hay que tener en cuenta, que
los datos sobre esta batalla fueron recogidos 150 años después de que sucediera.
Parece bastante probable, por tanto, que se produjeran modificaciones de acuerdo
con las actitudes y las versiones partidistas de los hechos, con la intención de
justificar sus posiciones respecto a aquel desgraciado suceso. La observación
cuidadosa de los datos y los detalles de aquella batalla, nos muestra que no
había objeción a la presencia de Aisha en el terreno militar en aquel momento.
Se afirma, que Ali dijo al finalizar el episodio, «Si una mujer pudiera ser
califa, Aisha lo habría sido» (Identificación del hombre de Ibn 'Abdus-Salam.)
Un año después de la Batalla del Camello, en
la Batalla de Siffin, hubo mujeres luchando tanto entre los partidarios de Ali
como entre los de Mu'awiya. (Iqd al-Farid).
Durante las conquistas de Iraq, se produjo un
incidente al atacar al-Mughira ibn Shu'ba a la gente de Maysan, mientras las
mujeres estaban en el campamento base. Una de ellas temía que el ejército
enemigo fuera demasiado fuerte para el ejército musulmán. Así que ideó un plan
para hacer creer al enemigo que habían recibido ayuda. Las mujeres hicieron
banderas de sus pañuelos y, bajo su dirección, marcharon cantando poemas por la
victoria de Islam. Cuando llegaron al campo de batalla, el enemigo creyó que
habían llegado los refuerzos y se retiró.
No existe un veredicto coránico acerca del
lugar de las mujeres en el campo de batalla, ya sea en la línea militar o en la
retaguardia, sin embargo, ni el Profeta ni sus Compañeros se opusieron a su
presencia, e incluso les dieron permiso para que se unieran a la lucha. Esto
incrementa el acuerdo de su legitimidad.
En otras áreas de la vida pública encontramos
además a mujeres encargándose de funciones importantes. Destacó como muhtasib
(inspector de mercado), Samra' bint Nuhayk al-Asadiyya. Según al-Isti'ab, ella
se presentó al Profeta y solía ir a los mercados ordenando los intercambios y
comportamientos justos y prohibiendo los abusos. Solía impedir los actos
incorrectos con un látigo que llevaba siempre con ella.
Ash-Shifa bint 'Abdullah desarrolló sus
cualidades en la medicina y se relacionó con la administración, donde, tuvo una
presencia importante a principios de la lustona musulmana. Su nombre real era
Layla. Ash-Shifa, significa curar y es un título que deriva de su profesión como
curadora. Se convirtió al Islam antes de la Héjira, y fue una de las primeras en
emigrar de La Meca a Medina. Practicaba varios tipos de medicina y enseñó a
escribir a Hafsa, la mujer del Profeta, y a otras más. El Mensajero de Al-lâh
solía visitarla y le dio el derecho a una casa en Medina. La estima que el
Mensajero de Al-lâh le tenía influyó en los califas siguientes. Umar solía tener
muy en cuenta su opinión y tenía tal respeto por su competencia, carácter y
juicio que la nombró funcionaria, o waliah, de la administración del mercado.
Posiblemente, éste sea el primer caso en el que una mujer ocupaba un puesto en
la administración pública, y supuso, sin duda, un precedente.
Antes de pasar a otro periodo de la historia,
hay que mencionar la controvertida cuestión en tomo al hadiz encontrado en lbn
Hanbal y que se ha citado frecuentemente: «La gente que confía el poder a una
mujer, no prosperará». Este es un hadiz aislado, que no se ha encontrado en las
colecciones Sahih y fue pronunciado en relación con el gobierno de los
Sasánidas. (Boranduxt, 630-631). No existe ningún hadiz que establezca un juicio
(hukm) en la Shari’a. Algunos creen que se falseó después de la Batalla del
Camello para denigrar a Aisha. Sin embargo, no hemos encontrado datos de que se
utilizara para censurar a las mujeres que ocupaban cargos en el poder antes de
esa época. Al-lâhu a'lam.
Si dirigimos la mirada a otro ámbito de la
política, el de las mujeres como jueces, encontraremos interpretaciones
diversas. Al-Tabari dijo que las mujeres podían ser nombradas para ocupar una
posición judicial y decidir sobre todos los asuntos. Sin embargo, Abu Hanifa las
excluye de tomar decisiones de peso que impliquen castigos hadd y qisas
(represalia); otros juristas afirman que las mujeres no pueden bajo ningún
concepto actuar como jueces. También se dice que Abu Hanifa afirmaba, que sólo
podrían actuar en casos en los que su testimonio fuera aceptado. En un libro
sobre el fiqh hanafí del siglo VI, al-Marghinan, se establece que una mujer
puede actuar como juez en todos los procesos, salvo en los que traten castigos
hudud. Según me dijeron, el jurista maliquí lbn Rush adoptó la misma posición
que Abu Hanifa.
Durante el mandato de los abasíes, Shaghad, la
madre de al-Muqtadir bilah, cuando actuó como regente de su hijo, estableció un
juzgado y nombró a una mujer como responsable. El primer día nadie fue. Así que
la mujer elegida para el puesto llamó al famoso cadí Abu'I-Hasan, quien afirmó
que era correcto que una mujer estuviera a cargo del juzgado, entonces la gente
comenzó a ir al juzgado.
Notas:
(1) La Umra que el Profeta realizó el año
después que los Quraishitas le impidieran la realización de Uumbra.
(2) La batalla del Camello. Uno de los
incidentes principales de la 1ª guerra civil (fitna), en la cual las fuerzas de
Ali derrotaron a los partidarios de Aisha, Talha y az-Zubayr en el
enfrentamiento que se produjo a las afueras de Basra en el año 36/656.
Capítulo 4
El liderazgo de las
mujeres
A lo largo de la historia del Islam muchas
mujeres han ocupado cargos de importancia y de liderazgo, pero además, existen
numerosos casos de mujeres gobernantes que adquirían el poder tras la muerte de
sus maridos o que regían en su ausencia. Esto ocurría especialmente entre las
dinastías nacidas en Asia Central: los selyúcidas, los mogoles, los mamelucos,
los primeros otomanos etc. De los ejemplos que citaré a continuación, el más
famoso es el de Shajar ad-Durr.
Shajar ad-Durr. La sultana que fue una
dirigente soberana. Se le ha considerado, en ocasiones, la fundadora del poder
de los mamelucos egipcios. Ayyubib Malik as-Salih fue su marido y cuando él
murió, ella se hizo con el mando de Egipto, ayudada por Fakhr ad-Din Yusuf en un
principio. Durante la séptima cruzada encabezada por Luis IX de Francia, dirigió
la resistencia, organizó las defensas y capturó al monarca francés. A cambio de
su liberación, Luis IX le cedió Damietta y le dio un rescate de 400.000 dinares.
Cuando su heredero, al-Mu'azzam, murió, los mamelucos se reunieron y acordaron
nombrarla soberana. Ella emitía todos los edictos, excepto los del ejército,
cuyo poder se otorgó a Aybak. Recibió el juramento de fidelidad el 10 de Safar
648/14 de Mayo de 1250. El Imam pronunciaba el jutba en su nombre, y las monedas
se acuñaban en nombre de «La Reina de los Musulmanes». Más tarde se casó con
Aybak y abdicó.
Shaghab. La madre de al-Muqtadir, mencionado
anteriormente, gobernó el imperio abasí durante un tiempo. Celebraba audiencias
públicas en las cuales se presentaban demandas y se arbitraban sobre asuntos
criminales. Los gobernadores provinciales y los jueces le comunicaban los hechos
y ella emitía los edictos.
Radiya. Gobernó en Delhi, años antes de que
Shajar ad-Durr gobernara Egipto. Sucedió a su padre, el sultán Shanis ad-Din
Iltutmish, en el año 634/1236. Ejerció una autoridad completa e incluso dirigió
el ejército en la batallas, hasta que fue sustituida por uno de sus hermanos.
Firishita, un historiador indio del siglo XVI, dice lo siguiente.
«La Princesa estaba dotada de todas las
cualidades que se requieren del rey más capacitado. Sus acciones fueron
examinadas estrictamente sin que se encontrara en ella ningún fallo, excepto que
era una mujer. Durante el mandato de su padre, solía intervenir en los asuntos
de gobierno, apoyada por su padre que veía en ella un gran talento para la
política. En una ocasión la nombró regente durante su ausencia. Cuando los
emires le preguntaron porque había nombrado a su hija en lugar de algunos de sus
hijos, respondió que sus hijos se dedicaban al vino, a las mujeres, al juego y a
la adulación; y por esas razones el gobierno era una carga demasiado pesada para
ellos. Añadió, que Radiya, aunque era mujer, tenía cabeza y corazón de hombre y
era mejor que veinte de sus hijos».
En el año 884/1479, el cronista del último
periodo mameluco en Egipto, lbn 'Iyas redactó el siguiente obituario para la
princesa Jawand Zaynab, que fue la única esposa del sultán Inal (gobernó del
857-65 hasta 1453-61):
«Tenía el rango de las princesas más nobles.
Su prestigio, durante el reinado de su marido, era tan grande que administraba
los asuntos del Estado, y ejercía gran influencia sobre los nombramientos y las
destituciones. Fue muy respetada y poseyó una fortuna considerable... mantuvo su
honor y su posición hasta que murió a los ochenta años. Sin duda, estuvo entre
las personalidades más notables de su tiempo.»
(P.122, Carl
F. Petry, «Class Solidarity verses Gender Gain».)
Ghaziyya (d.655/1257).
Una de las hijas del sultán ayubí, que contrajo matrimonio con el
príncipe Hama. Tras la muerte de su padre gobernó en nombre de su hijo.
Adh-Dhahabi la describe piadosa y modesta.
Baghdad Jatun bint an-Nuwan Chuban (d.
736/1335). Gobernó durante los mamelucos como ministra, solía cabalgar en los
desfiles con una espada colgada de la cintura y también emitía veredictos
legales. Se dice que su sobrina, Dilshadh (d. 752/1351), la esposa preferida del
gobernador de Bagdad, gobernó Iraq.
Tandu bint Husayn (d. 822/1419). Tras el
asesinato de su marido en 814/1411, posiblemente a instigación de ella, Tandu
bint Husayn gobernó Bagdad. Su gobierno se reconocía en el jutba del viernes y
se acuñaban monedas en su nombre. Cuando invadieron Bagdad, se retiró al sur de
Iraq.
Turkan Jatun (487/1094). Descendiente de
Afrasyab, tenía 10.000 jinetes a su servicio. Tras la muerte de Malikshah,
dirigió los asuntos de Estado y se puso al frente de las tropas en la batalla.
La llamaron «la Señora de lsfahan».
Safiyya Jatun (581-640/1167-1242). Hija del
gobernador ayubí de Aleppo, al-Malik al- 'Adil, administró el Estado en nombre
de su nieto durante seis años, hasta su muerte. Se la recuerda por haber
restablecido la justicia y la compasión en su reinado, y sobre todo por haber
eliminado impuestos injustos.
Las mujeres no gobernaron únicamente bajo las
dinastías del centro de Asia y de Turquía. Recordemos, por ejemplo, a Arwa bint
Ahmad (d. 532/1136) que dirigió el Yemen durante los Fatimíes. Aún se la
recuerda con afecto. Trasladó la capital de San'a a Jibla; de esta manera cambió
la dedicación que el país prestaba a las armas hacia la agricultura.
En Marruecos sobresalió Zaynab an-Nafzawlya,
la esposa del gobernador de los almorávides, cuyos dominios se extendían desde
el norte de África hasta España. Fue descrita como al-qà’ima bi mukkihi, aquella
que está encargada del dominio de su marido. Las fuentes afirman que tenía una
autoridad completa sobre las competencias del Estado.
Durante el transcurso de sus viajes en el
siglo catorce, lbn Battuta, describe su visita a las Islas Maldivas donde
gobernaba una dama, Jadiya bint 'Umar al-Bengali:
«Una de las cosas extrañas de esta isla es,
que una mujer, Jadiya, la gobierna. Su padre heredó la soberanía de su abuelo y
cuando él murió la heredó su hermano, que era menor de edad. Este fue destituido
y años más tarde lo mataron. De la familia real sólo quedaron Jadiya y sus dos
hermanas menores, así que Jadiya ocupó el trono».
Durante el siglo XVII, hubo varias mujeres que
heredaron el trono en Patani, Acheh y otros sultanatos del archipiélago de
Malasia.
Según señala Carl Petry, los historiadores de
los periodos ayubíes y mamelucos (566-922/1171-1517) están descubriendo un grado
de igualdad considerable entre los hombres y las mujeres de la clase dirigente
durante aquella época. Pero no está claro hasta que punto ocurría lo mismo en el
resto de la sociedad. Se conoce que en los awqaf, a menudo, elegían a las
mujeres para que administrasen la propiedad. Ellas actuaban como miembros del
consejo de administración o como gerentes de bastantes propiedades que
proporcionaban servicios públicos. Fueron varias las causas de aquella
situación, que dio lugar a personajes sobresalientes como las tres damas que
menciono a continuación:
Amina bint Isma’il Conocida también como Bint
al-Khazin (hija del tesorero). Cuando murió su padre, el cadí en jefe de los
safi'íes exigió su derecho a encargarse de las fundaciones que ya estaban bajo
la responsabilidad de Amina. Pero el sultán prefirió a Amina afirmando,«que él
actuaría según los principios legales y protegería las fundaciones de los
usureros». Amina administró tan prudentemente las propiedades y las fundaciones
legadas por su padre que, al morir, dejó beneficios considerables.
Mughud. Otra princesa muy respetada. Hija del
célebre cadí y secretario privado del sultán, Nasir addin lbn al-Barizi, se casó
con el sultán Jaqmaq. Previamente había estado casada con un cadí. Cuando su
marido, el sultán, murió, se instaló en la residencia de su yerno Atabak
(comandante supremo) Azbak. Éste veneraba tanto a su suegra que al morir su
mujer, la nombró tutora de su hijo, señora de la casa y administradora de su
propiedades, « Incluso de sus mujeres esclavas». También la nombró nazira
supervisora de los waqfs de su padre, hermano y de su antiguo marido. El
historiador as-Sayrafi elogió su generosidad, la madrasa fundada por ella y su
apoyo a los pobres en Jerusalén. A su funeral asistieron el sultán y la mayoría
de la corte real. Fue el sultán Qaitbay quien dirigió personalmente la oración
de su funeral y su cuerpo se enterró en el patio donde estaba la tumba de
ash-Safi'í.
Fatima bint ‘Ala’ ad-din
‘Ali. Fue la mujer del sultán Qaitbay. Según muestran los documentos, era
la tutora de su hermano y de su hermana. Se la designó como albacea
testamentario de la herencia de su padre, a pesar de tener un hermano. En el
momento de su muerte había hecho de los awqaf, que administraba, una de las
mayores fortunas del periodo mameluco del siglo IX/XV.
De las aproximadamente 1.000 escrituras de
constitución de los awqaf de aquel periodo, que se guardan en los archivos de El
Cairo y que fueron examinadas por Muhammad Amin, 283 están a nombre de una
mujer. Una de las escrituras corresponde a Tatarjan, la hija del Silandar
(portador de las armas reales) Taslitamur al-Husamai (Rajab 797/1395). Tatarjan
administraba una propiedad que incluía cientos de faddans (1 faddan = 4.200,8 m
cuadrados) en el Delta, seis casas en la ciudad, varios barcos y otras
propiedades en alquiler en el Cairo. Fue designada como única supervisora y
guardiana de la propiedad y de los intereses de su familia. Esto ocurría
bastante a menudo.
Turquía proporciona así misino muchos datos.
Cuando lbn Battuta visitó Bursa mientras el sultán Orhan estaba ausente, su
esposa Nilüfer Khan, lo recibió. Orhan era el hijo de Osman, donde procede el
nombre de la dinastía otomana. Ibn Battuta anotó que entre los turcos «las
mujeres disfrutaban de una posición más digna que la de los hombres».
Incluso durante el auge del sistema del harén
(adoptado del Bizantine gynaeceum), se dio un periodo de 150 años llamado «El
reinado de las mujeres», que comenzó con el gobierno de Roxelana, la mujer de
Suleyman el Magnífico, y terminó con la muerte de Turhan, la madre de Melimed
IV. No sólo intervenían en intrigas palaciegas, también participaban en los
asuntos del Estado. Algunas de las validas de los sultanes (madres de los
sultanes), solían mantener correspondencia con gobernantes extranjeros. Así
ocurría entre la reina Elizabeth y Valide Safiyye, madre de Mehmed III
(1595-1693). Se dice que detentó «casi el poder total para actuar como regente»
durante el imperio otomano, mientras su hijo estaba ausente dirigiendo campañas
bélicas. En una carta a la reina Elizabeth, Valide Safiyye asegura, que estaba
utilizando su influencia sobre su hijo en relación con las capitulaciones que se
habían negociado. Kosein Malipeyker fue regente en nombre de sus dos hijos,
Murad IV (16231640) e Ibrahim (1640-1648). Cuando su hijo Ibrahim fue
destituido, tenía tanto poder que continuó como regente, en nombre de su nieto
Mehmed IV, bajo el título de Buyuk Valide (Abuela).
A lo largo de estas páginas hemos visto
numerosos ejemplos de mujeres que en el pasado ocuparon puestos en la
administración y llevaron a cabo sus responsabilidades correctamente. En la
época de los mamelucos, obedecía a razones pragmáticas el que las mujeres
ocuparan estos puestos; una de las cuales era su mayor esperanza de vida, dada
la violencia engendrada por las luchas de poder entre los hombres. Sin embargo
cuando estos acuerdos fueron puestos en entredicho por las leyes, ellas fueron
confirmadas de nuevo. Hay que indicar además que el dominio de los awqaf, ya
mencionado, implicaba asimismo la dirección de las escuelas, colegios,
hospitales, etc. incluidos en ellos. Las damas, por lo demás, regían el
territorio mientras sus maridos estaban ausentes o en el caso de la minoría de
edad del heredero al trono. Fueron menos habituales los ejemplos, aunque también
los hubo, de soberanas con carácter permanente.
Resulta oportuno señalar que, mientras en
Occidente siempre se ha criticado la opresión de las mujeres por los musulmanes,
a la luz de estos hechos históricos observamos, que son los musulmanes quienes
han proporcionado más dirigentes femeninos que ningún otro grupo humano. Incluso
durante la historia reciente, en tres países musulmanes las mujeres han ocupado
puestos de liderazgo: Pakistán, Bangladesh y Turquía.
Seguidamente veamos algunos análisis sobre el
papel de la mujer en la situación política actual, basándose en la Sharî'a. En
primer lugar están las posturas de al-Ijwan al-Muslimin (Hermanos Musulmanes):
«Vamos a tratar ahora sobre el derecho de la
mujer al voto y a poder ser elegida como miembro de consejos representativos, a
ocupar un puesto en la administración pública o a trabajar como profesionales.
Primero me referiré a la mujer y a su derecho de elegir a miembros de consejos
representativos y órganos similares:
«Opinamos que no hay nada en la Shari'a que
prohíba a la mujer participar en estos asuntos.
Al-lâh dice: Los creyentes y las creyentes son
amigos aliados unos de otros, ordenan lo reconocido como bueno y prohíben lo
reprobable. (Surat at-Tawba, 9:71), y Él continúa diciendo: Para que de vosotros
Surja una comunidad que llame al bien, ordene lo reconocido e impida lo
reprobable. Estos son los que cosecharán el éxito. (Surat Al-Iniran, 3:104).
Esta aleya incluye una orden que da a la mujer
el derecho a imponer el bien y a prohibir el mal, una de las maneras de llevar a
cabo esta orden es a través del derecho a votar al consejo representativo en las
elecciones... »
En segundo lugar, me refiero a la posibilidad
de que las mujeres sean miembros de los consejos representativos y de órganos
similares. Tampoco en este aspecto existe nada en la Sharî'a que lo prohíba. Lo
citado anteriormente respecto al derecho de voto se puede aplicar también al
derecho de ser elegidas.
En tercer lugar, está el que las mujeres
ocupen un puesto en la administración pública: el único puesto que una mujer no
puede ocupar es el de la presidencia de un Estado.
Respecto a los cargos en el ámbito judicial,
los juristas difieren en sus opiniones. Algunos, como At-Tabari e lbn Hazm,
afirman que está permitido sin ninguna restricción. Sin embargo la mayoría de
los juristas lo prohíben tajantemente. Aunque hay algunos que lo permiten en
ciertos asuntos legales y lo prohíben en otros, Imam Abu Hanifa comparte esta
opinión. Mientras este asunto esté sometido a interpretación y consideración, es
posible elegir entre estas opiniones de acuerdo con los fundamentos de la
Sharî'a y llevar a cabo los intereses de los musulmanes, en general, mientras
sean gobernados por los principios de la Sharî'a y de acuerdo con las
condiciones de la sociedad. En lo que respecta a otros cargos públicos, la mujer
puede ocuparlos, ya que no hay nada en la Sharî'a que lo prohíba».
Los Ijwan ofrecen a las mujeres, por tanto, un
amplio campo de participación en el ámbito de la política, salvo en el de la
presidencia. Las opiniones de los Ijwan se mantienen todavía en el plano
teórico, ya que todavía no han llegado al gobierno. Así que terminaremos este
apartado de la mujer política con algo más palpable; veamos ahora la descripción
del papel de la mujer en la política proporcionada por Hasan at-Turabi de Sudán,
en una entrevista.
«Uno de los primeros objetivos del movimiento
por el renacimiento islámico de este país, fue el de la liberación de la mujer,
aunque no en los mismos términos occidentales de liberación, ya que ello habría
provocado una fitnah. Sin embargo si se hubiera retrasado el proceso de
liberación habría sido una tentación para muchos, que podría haber desembocado
en una ruptura con la religión, las costumbres y la tradición.
A pesar de constituir sólo una minoría,
hicimos una campaña abierta por lo derechos políticos de las mujeres en Sudán.
Por último ganamos la contienda y pronto las mujeres comenzaron a intervenir en
la vida social. Si hubieran paseado por las calles vestidas como las mujeres de
otros países árabes, habría habido un gran movimiento religioso y social contra
ese exhibicionismo, pero las mujeres iban vestidas con ropas mejores, incluso,
que el traje tradicional sudanés. Algunos intentaron alegar que la voz de una
mujer es un "aura", algo que no se debería oír. Sin embargo, cuando las damas
empezaron a hablar sobre el Corán y el Rasul (SAW), los hombres se dieron cuenta
de que su deber no consistía en fijarse en la apariencia de las mujeres sino en
asegurar que sus palabras seguían los preceptos del Islam. Poco a poco los
hombres fueron superando los complejos y celos que les producía ver a sus
mujeres, hijas y hermanas presentes en la vida pública».
Para concluir podemos decir que la percepción
que se tiene sobre el lugar de la mujer, sobre todo la de los medios de
comunicación, no tiene nada que ver ni con el din, ni con la realidad histórica.
Para entender el cambio que se ha ido produciendo en lo últimos trescientos
años, insistimos en la necesidad de hacer una investigación profunda y precisa
que tenga en cuenta varios factores antes de llegar a conclusiones sobre las
razones de esta transformación. Porque esta transformación no concuerda con el
papel que tenían las mujeres entre los Salaf. Sin duda alguna, el que las
mujeres asumieran puestos políticos destacados no era, de ningún modo,
universal. Era poco común que una mujer fuera jefe de Estado, pero no se
consideraba escandaloso.
En lo que respecta a otros ámbitos de la
administración, como los hospitales, fideicomisos, negocios, era habitual
encontrar a mujeres participando activamente; no hay tampoco nada en el din que
lo impida. Todos deseamos el cumplimiento del mismo objetivo: establecer el din
tal y como Al-lâh ordena en Surat at-Tawba (9:71-72), y para ello es conveniente
que las mujeres intervengan en estos espacios:
«Los creyentes y las creyentes son amigos
aliados unos de otros, ordenan lo reconocido como bueno y prohíben lo
reprobable, establecen el salat, entregan el zakat y obedecen a Al-lâh y a Su
mensajero. A esos Al-lâh les hará entrar en su misericordia; Al-lâh es poderoso,
Sabio.
Al-lâh ha prometido a los creyentes y a las
creyentes jardines por cuyo suelo corren ríos, donde serán inmortales; así como
las hermosas estancias en los jardines de Adan.
Pero la aceptación de Al-lâh es más
importante, ese es el inmenso triunfo».
Capítulo 5
La mujer espiritual
Este título es en cierto modo inapropiado, ya
que como seres espirituales, la mujer y el hombre, son iguales. Quizás esta
sección debería llamarse «El ser humano espiritual», porque la experiencia
espiritual de la mujer no es diferente a la del hombre. Al-lâh dice en el Corán:
«A quien haya obrado con rectitud sea varón o
hembra, siendo creyente, le haremos vivir una buena vida y le daremos la
recompensa que le corresponda por lo mejor que haya hecho». (16:97)
«Los creyentes y las creyentes son amigos unos
de otros, ordenan lo reconocido como bueno y prohíben lo reprobable, establecen
el salat, entregan el zakat y obedecen a Al-lâh y a Su mensajero. A ésos Al-lâh
les hará entrar en Su misericordia; es cierto que Al-lâh es Poderoso, Sabio».
(9:71)
«El día en que veas a los creyentes y a las
creyentes, y su luz mostrándose por delante de ellos y a su derecha: Hoy
vuestras buenas nuevas son jardines por cuyo suelo corren los ríos en los que
serán inmortales. Ese es el inmenso triunfo». (57:12)
Según está escrito en el Tabaqat de lbn Sa'd,
la mujer del Profeta, Umm Salama, hizo la siguiente observación al Profeta,
«Mensajero de Al-lâh, no se menciona a las mujeres». Como consecuencia, Al-lâh
reveló esta ayat :
«Es verdad que a los musulmanes y a las
musulmanas, a los creyentes y a las creyentes, a los obedientes y a las
obedientes, a los veraces y a las veraces, a los pacientes y a las pacientes, a
los humildes y a las humildes, a los que dan con franqueza y a las que dan con
sinceridad, a los que ayunan y a las que ayunan, a los que guardan sus partes
íntimas y a las que las guardan y a los que recuerdan mucho a Al-lâh y a las que
recuerdan; Al-lâh les ha preparado un perdón y una enorme recompensa». (33:35)
Lo espiritual es lo que sustenta y da sentido
a cualquier otra actividad humana. De modo que si queremos entender a fondo el
tema que estamos estudiando y si vamos a llevar a cabo una acción beneficiosa y
eficaz a la vez, tenemos que empezar por la dimensión espiritual. Sin una clara
conciencia del Creador, sin un entendimiento de la naturaleza ilusoria de este
mundo, tanto el individuo como la sociedad marcharán desequilibradamente. Por
que la gente tomará por realidad lo que es irreal, dará permanencia a o efímero
y autoridad a aquello que en realidad no la tiene. De este modo el ser humano no
será consciente de su misión verdadera en la existencia.
Pasaremos, pues, a explorar el tasawwuf, la
ciencia que trata la dimensión espiritual en Islam. No podemos prescindir de la
dimensión espiritual, tantas veces rechazada en nuestra época. Al-lâh ordena, en
primer lugar, que el ser humano ADORE a Al-lâh y RECUERDE a Al-lâh y la Shari'a
es una consecuencia de esta orden inicial: la Shari'a muestra como adorar, cómo
establecer un nexo equilibrado entre la sociedad y el entorno, cómo entender el
Mensaje adecuadamente y cómo llevarlo a cabo. De manera que todas nuestras
acciones provienen de la orden inicial de adoración y recuerdo. Al-lâh dice:
«Yo no he creado a los genios y a los hombres
sino que para que Me adoren». (51:56)
y
«Dí: Es cierto que Al-lâh extravia a quien
quiere y guía hacia Él a quien a Él se vuelve. os que creen y tranquilizan sus
corazones por medio del recuerdo de Al-lâh. ¿Pues no es acaso con el recuerdo de
Al-lâh con lo que se tranquilizan los corazones?» (13:27-28)
Al-lâh previene a aquellos que descuidan el
recuerdo de Él:
«Y al que está ciego para el recuerdo del
Misericordioso le asignamos un demonio que se convierte en su compañero
inseparable.
Y éstos le apartan del camino mientras ellos
se creen guiados». (43:36-37).
Tanto la adoración como el dikr o recuerdo son
órdenes directas de Al-lâh. Una adoración externa e interna. La externa implica
obligaciones como la oración, el ayuno y el hajj, y prohíbe el robo, el
asesinato y el adulterio. La interna son las acciones que provienen del corazón,
que también contienen obligaciones y prohibiciones. Éstas, a su vez, están
divididas en dos categorías basadas en el conocido hadiz recogido por la
colección Sahih de Muslim:
«Un día que estábamos sentados con el
Mensajero de Al-lâh, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz, apareció ante nosotros
un hombre con ropa sumamente blanca y de pelo muy negro. No parecía que
estuviera viajando y ninguno de nosotros lo conocía. Se acercó y se sentó junto
al Profeta. Apoyó sus rodillas en las del Profeta y puso las palmas de sus manos
sobre sus piernas, luego dijo, "Oh Muhammad, háblame de Islam." El Mensajero de
Al-lâh, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz, le respondió, Islam es dar fe que no
hay más dios que Al-lâh y que Muhammad es el Mensajero de Al-lâh, es hacer la
oración, pagar el zakat, ayunar en Ramadán y peregrinar a la Casa si te es
posible." "Has dicho la verdad", dijo el hombre. Estábamos asombrados de cómo le
había preguntado y de que le dijera que había dicho la verdad.
"Entonces háblame de la creencia” añadió. Y
dijo el Profeta, "La creencia es creer en Al-lâh, en Sus ángeles, en Sus libros,
en Sus Mensajeros y en el último Día, y creer en el Decreto tanto en el bueno
como en el malo." El hombre volvió a decir, "Has dicho la verdad. Entonces
háblame de Ihsan.". "Es adorar a Al-lâh como si lo estuvieras viendo. Aunque tú
no lo veas, Él te está viendo" ».
Al terminar esta conversación el Profeta les
informó de que era Yibril (Gabriel) que había venido a enseñarles la religión
(din).
Por lo tanto, tenemos Imán la creencia en
Al-lâh y Sus ángeles, los Libros, los Mensajeros, el último Día y el Decreto,
que proporciona un trazado preciso y verdadero de un universo multi-dimensional
que incluye tanto el mundo espiritual como el físico.
Ihsan, después, consiste en purificar el
interior para llegar a conocerse uno a sí mismo, su posición en el cosmos y cómo
purificar esta posición. Algunos mandatos exigen ciertas cualidades interiores,
como la sinceridad (ijlas), la verdad (sidq) y la confianza en Al-lâh
(tawakkul); otros en cambio prohíben defectos como la hipocresía, el orgullo, la
envidia, el rencor, el alardear para impresionar a la gente. Estos aspectos
integran la disciplina interior, tan necesarios para ella como son las acciones
físicas para la externa. Al-lâh nos ha ordenado que cuidemos tanto lo interior
como lo exterior.
De hecho, lo interno es más importante que lo
externo, ya que el primero teje la base para el segundo. Las acciones nacen de
las intenciones, las cuales a su vez se forman con la conciencia y el
conocimiento. Por eso, el Profeta señaló a su Compañeros la importancia de
adiestrar el corazón. Dijo así, «Hay un trozo de carne en el cuerpo. Cuando está
en orden todo el cuerpo está en orden, cuando está corrupto, entonces todo el
cuerpo está corrupto. Ese pedazo de carne es el corazón». (Al-Bujari y Muslim).
También dijo, «Al-lâh no se fija en vuestros cuerpos, ni en vuestro aspecto,
sólo mira vuestros corazones ». (Muslim).
«El Día en, que ni la riqueza, ni los hijos
servirán de nada. Sólo quien venga a Al-lâh con un corazón limpio » dijo Al-lâh
(26:88-89).
La importancia del corazón es lo primordial.
La atención y preocupación del estado del corazón es una obligación individual
(fard 'ayn). Es una responsabilidad que todos y cada uno de nosotros debe
asumir.
«Lo que de verdad ha prohibido mi Señor son
las indecencias, tanto las externas como las que se ocultan». (7:33).
Existen muchos hadices que hablan de las
indecencias interiores, como son la envidia, el rencor, la hipocresía, etc.
¿Cuál es la manera de educar el corazón y
purificarlo de estos sentimientos nefastos? Islam tiene una técnica para llevar
a cabo esta purificación, llamada tasawwuf.
Al llegar aquí va a haber gente que al
escuchar la palabra sufismo o tassawwuf' tenga una reacción refleja y lo
critique directamente. Se debe a que últimamente el tasawwuf se ha visto atacado
por aquellos que se denominan a sí mismos «tradicionalistas » o «salafis»
(término prestado del pasado por Muhammad 'Abduh), pero que en realidad son
modernistas. Por eso es necesario establecer el lugar y la validez que tiene el
sufismo dentro del Islam. Las primeras tres generaciones de musulmanes de la
Umma, los verdaderos Salaf, estarían perplejos ante esta necesidad, pero, a
pesar de ello, reafirmamos que el sufismo es y siempre ha sido una parte
integrante del Islam.
En el ámbito de esta discusión, se cita a
menudo a lbn Tamiyya, porque los salafis wahhabíes en su afán por condenar el
sufismo, se han servido de su persona. Él era sufi y miembro de la tariqa
qadiria.
El sufismo tiene su precedente en el zuhd
islámico (desprendimiento o vivir sin lo innecesario) y en la escrupulosidad
(war’); con el tiempo estos dos aspectos se han desarrollado en lo que se llama
sufismo. Se dice, a menudo, que en los comienzos del Islam, el sufismo era una
realidad sin nombre, mientras que en lo últimos tiempos se ha convertido en un
nombre sin realidad. La predilección por el zuhd se basaba en el mandato del
Profeta. Sahl lbn Sa'id relató el siguiente hecho:
«Un hombre se acercó al mensajero de Al-lâh,
que Al-lâh lo bendiga y le dé paz), y le dijo: "Mensajero de Al-lâh, muéstrame
una acción que al llevarla a cabo haga que Al-lâh y la gente me quiera".
"Prescinde de lo innecesario en este mundo y Al-lâh te querrá. Prescinde de lo
que la gente tenga y la gente te querrá", dijo el Profeta». (Ibn Majah)
También dijo:
«Este mundo es desventurado y lo que contiene
es abominable, salvo el recuerdo de Al-lâh y lo que le agrada, un estudioso o su
alumno» (At-Tirmidhi y Ibn Majah)
Varios hadices y aleyas subrayan la
importancia de no aferrarse a este mundo. Se podrían citar muchos volúmenes
donde están recogidos. Esto es sufismo: seguir el camino que el Profeta, Al-lâh
lo bendiga y le dé paz, indica seguir. La definición que proporciona lbn
Taymiyya de tasawwuf en su libro Majmu'a Fatawa es la siguiente:
«Se ha discutido ampliamente sobre el uso de
la palabra tasawwuf. No sólo los imames y los sheyjs hablaron sobre tasawwuf,
también lo hicieron Ahmad ibn Hanbal, Abu Sulayman, ad-Darani, as-Saqati,
al-Juanyd, al- Baghdadi, al-Hasan, al-Basri, Ma 'ruf al-Karkhi, 'Abdu’l-Qadir
al-Yilani, al-Bistami y muchos otros. Los que practicaban esta ciencia
recibieron el nombre de sufíes».
«Los "sufiyya" y el "tasawwuf” han recibido
muchas críticas. Los han acusado de ser innovadores, de alejarse de la sunna,
pero en realidad se afanan por obedecer a Al-lâh, igual que otra gente de Al-lâh
se ha esforzado por obedecer a Al-lâh. Encontraréis entre ellos a los "más
adelantados en cercanía" con Al-lâh en virtud de sus esfuerzos. Otros forman
parte de los Compañeros de la Derecha (Sura Waqi'a) aunque sean más lentos en su
progreso. Ambos pueden ejercer ijtihad, y cuando lo hacen, pueden ser correctos
o no. Puede que alguna persona de cualquiera de los dos grupos cometa una falta
y se arrepienta. Este es el origen del tasawwuf, a partir del cual se ha
extendido».
Si se quiere negar el sufismo y lo que sea
remotamente «sufi», entonces habría que descartar las cuatro escuelas y un 75%
del conocimiento que hemos recibido de generaciones de estudiosos anteriores, ya
que la gente que nos lo ha trasmitido eran sufies o habían recibido su saber de
otros sufies. Un rechazo semejante es la consecuencia lógica de la dirección que
siguen muchos modernistas. Afirman, por ejemplo, que actualmente, en la época
moderna, no es necesario seguir un madhhab y de esta manera crean un quinto
madhhab, inexistente en tiempo de los Salaf originales.
Mencionaré brevemente a algunos de los
expertos más destacados del Islam, para ilustrar como el sufismo está enraizado
profundamente en la tierra musulmana.
Imam Abu Hanifa (d.150/767)
Ibn 'Abidin relata en ad-Durr al-Mukhtar que
lbn Abu Hanifa declaró: «Si no hubiera sido por dos años de mi vida, habría
fallecido» Ibim Abidin comenta: «Durante dos años acompañó a Ja'far as-Sadiq y
adquirió el conocimiento espiritual que lo convirtió en un gnóstico del
camino... Abu 'Ali Daqqaq recibió el camino de Abu al-Qasim al-Nasirabadi, éste
de ash-Shibili, éste de Sari al-Saqati, éste de al-Ma 'ruf al-Karji, éste de
Dawud at-Ta'i, y éste recibió su conocimiento interior y exterior del Imam Abu
Hanifa».
Imam Malik (d.179/95)
A través de la siguiente declaración, vemos
como Imam Malik impone específicamente a los estudiosos el deber de conocer el
tasawwuf: «Aquel que practica el tasawwuf sin aprender el fiqh corrompe su fe,
mientras que aquel que aprende el fiqh sin practicar el tasawwuf se corrompe a
sí mismo. Aquel que combina los dos toma el camino verdadero». ('Ali al-Adawi,
vol. 2, p 195.)
Imam ash-Shafi’i (d.204/820)
«Hay tres cosas en este mundo que me son
queridas: el rechazo de la afectación, tratar a la gente con amabilidad y seguir
el camino de la gente del tasawwuf», dijo Imam ash-Shafi. (Al- 'Ajluni, Kashf
al-khafa, 1:341)
Imam Ahmad ibn Hanbal (d.241/855)
Dijo a su hijo Abdul-lâh: «Hijo, debes
sentarte con la gente del tasawwuf, porque te proporcionarán conocimiento
constante, vigilancia, temor de Al-lâh, desprendimiento y gran resolución».
(Tanwir al-Qulub, p.405)
En Ghidha’ al-Albab Muliartimad ibn Ahmad
as-Saffarini al-Hanbali (d.1188) relata que Imam Ahmad dijo lo siguiente sobre
los sufíes: «No conozco a mejor gente que ellos». Y alguien le dijo: «Pero si
escuchan música y alcanzan estados de éxtasis». Y dijo él: «Dejadles disfrutar
una hora con Al-lâh» (as-Saffarini, Ghidha’ al-Albab, 120)
Asimismo se destacaron los siguientes eruditos
vinculados al sufismo:
Jalal ad-Din as-Suyuti
(d.911/1505)
As-Suyuti dijo en su libro sobre tasawwuf,
"Ta’yd al-Haqiqa: «El tasawwuf en sí es un conocimiento muy respetable. Explica
cómo seguir la Sunna del Profeta y dejar a un lado la innovación, cómo purificar
el ser... y someterse a Al-lâh verdaderamente... »
«He examinado los aspectos por los que los
imames de la Shari 'a han criticado a los sufíes, y aún no he visto a un sólo
sufi auténtico que sostenga esas posturas. Más bien son actitudes que mantienen
los innovadores y extremistas que se hacen llamar sufies, cuando en realidad no
lo son... » dijo As-Suyuti en su libro sobre el tasawwuf titulado Ta'yid
al-Haqiqa.
Imam an-Nawawi (d.676/1277)
Imam Nawawi fue un gran experto, maestro del
Hadiz y un jurista meticuloso y exacto de la escuela safi'í. Sus libros están
reconocidos por su autoridad en la metodología de la ley, en el comentario del
Corán y por el empleo del Hadiz. An-nawawi era sufí y escribió varios libros
sobre el tasawwuf.
lbn Taymiyya (d.728-1328)
La inclinación de lbn Taymiyya hacia el
sufismo y su respeto por el Shaykh 'Abdu-l-Qadir al-Yilani se puede ver en la
página cien de su comentario sobre Futuh al-Ghayb. El hecho de haber escrito un
comentario sobre dicho texto sufi demuestra que consideraba el tasawwuf esencial
en la vida de la comunidad islámica.
También se le conoce por su condena a Ibn
al-'Arabî. Sin embargo no condenó a la persona de Ibn al-'Arabî sino uno de sus
libros, Fusus al-Hikam, cuyos matices no entendía. En cambio, apreciaba
enormemente su obra principal, Futuhat al-Makkiyya, tal y como declaró en una
carta a al-Munayji (d.709/1309).
Podríamos seguir mencionando a estudiosos
sufies: lbn 'Abdin, lbn Hajar al-Haytami, 'Abdu’l-Ghani an-Nabulisi, as-SubkI,
al-Hakim at-Tirmidhi, at-Tabarani, al-Ghazali, al-Baybaqi, al-Baydawl, Ibn
Jaldun, lbn Qayyim al-Jawziyya, ash-Shatibi, etc.
Con esto no pretendo aprobar prácticas y
manifestaciones surgidas entre algunos que se hacen llamar sufies. Hablo del
sufismo encuadrado en el contexto del Libro y de la Sunna. Los sufies han
sufrido una condena general por parte de los modernistas, que vienen a decir que
nadie ha entendido el din correctamente desde los tiempos del Profeta y la
primera comunidad, excepto ellos mismos. Lo que implica, que todos han estado
equivocados menos ellos. As alHasan al-Basri (d.110/728) dijo:
«Han aparecido dos innovaciones en Islam: un
hombre de mal juicio que sostiene que el Jardín será una recompensa para
aquellos que le miren a los ojos directamente; y un hombre que ama el lujo y la
extravagancia y adora este mundo... Rechazadlos a los dos porque están
predestinados al Fuego».
Esta actitud es contraria a las instrucciones
que dio el Profeta, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz; él nos ordenó que
siguiéramos a la Comunidad, la Jama 'a. También dijo: «Uniros al consenso de los
musulmanes». ¿Y qué mejor consenso que el de estos sabios del pasado? Esa es,
sin duda alguna, la posición sufi. Ash-Shatibi (d.790/1388) el famoso faqih
maliquí, que trataba usul al-fiqh dijo:
«Su portavoz, maestro del camino y pilar del
grupo, Abu1 Qasim al-Qushayri, declaró que habían tomado el nombre de tasawwuf
para apartarse de la gente de la innovación. También mencionó que los musulmanes
más respetados después del Profeta no se dieron otro nombre que el de
Compañeros, ya que no hay mérito mayor que el de ser un Compañero. Así que a los
que les siguieron, les llamaron Seguidores. Más tarde la gente varió y
aparecieron grados diferenciados entre ellos. La élite de los que eran firmes en
la creencia, pasó a llamarse zuhhad y "adoradores". Después se manifestaron
innovaciones varias, y la élite de los que observaban sus obligaciones con
Al-lâh y evitaban el descuido de sus corazones, Ahl as-Sunna, se hizo única bajo
el nombre de tasawwuf.» (Ash-Shatibi, al-I'tisam)
Por lo tanto, ¿qué es sufismo? ¿Por qué se
considera tan esencial entre estos sabios? Según dijo lbn Taymiyya, implica la
purificación del ser y la búsqueda para adquirir lo que el Profeta llamó ihsan,
que es parte de ijlas, la sinceridad en la adoración de Al-lâh. La sinceridad
está en el corazón del din. Ijlas significa llevar a cabo las acciones
únicamente por Al-lâh y no por afán de obtener alguna recompensa o la buena
opinión de los demás. Al-lâh ordena que vivamos el din sinceramente, como se
puede ver en el Corán:
«Así pues invocad a Al-lâh ofreciéndole,
sinceros, sólo a Él la adoración, aunque les repugne a los incrédulos». (40:14)
lbn 'Ata'l-lâh dice en el Hikam: «Las acciones
son puramente formas de apoyo. Su aliento vital es la presencia del secreto de
la sinceridad en ellas».
Ibn 'Ajiba comenta lo siguiente sobre este
párrafo: «Todas las acciones son formas y figuras. Su aliento vital es la
sinceridad de la acción. Como puras formas no pueden existir sin el aliento
vital, porque están inertes y morirían. De la misma manera los actos del cuerpo
y del corazón sólo existen porque hay algo dentro de ellos. Si no serán
simplemente formas vacías sin valor». (Iqaz al-Himam, 1:25)
Por tanto el corazón ha de estar en sintonía
con los actos y ello precisa purificación. La ciencia que enseña la purificación
del corazón, de manera que incrementa la consciencia ante la presencia de Dios,
es el tasawwuf. Querer rechazar la base de esta ciencia es el deseo de separar
el espíritu del Islam de su cuerpo y de ignorar lhsan, el tercer pilar
mencionado en el hadiz de Yibril. De este modo significa, de hecho, el abandono
del Islam, tal y como lo practicaron los Salaf, a cambio de una nueva versión
que sea aceptable por aquellos que rechazan a Al-lâh y a Su Mensajero, que
Al-lâh lo bendiga y le dé Paz.
Si hay objeciones a términos utilizados por
los sufies como: Shari'a, tariqa, haqiqa o fana' o baqa', diremos que son
únicamente términos técnicos desarrollados por los especialistas en esta
ciencia, de la misma manera que los estudiosos, del Hadiz o de otras ciencias,
han desarrollado un cuerpo de lenguaje técnico para describir y explicar estas
ciencias. No conozco a nadie que defienda el desechar términos como sahih,
hasan, gharib, asbab an-nuzul, porque no se usaban en tiempos del Profeta, la
paz sea con él. Sería un sin sentido.
Además también se critican ciertos métodos de
dhikr, «porque no se hacían en la época del Profeta, ni en la de sus
Compañeros». Las necesidades nuevas que han aparecido entre los seres humanos
han desarrollado nuevas técnicas para responder a ellas. Tampoco existían
pistolas en tiempos del Profeta, ni aeroplanos, coches, trenes, electricidad, ni
cirugía con rayos láser o televisión.
Aunque no es este el lugar para una exposición
detallada de la ciencia del tassawwuf, voy a extender algo más mi comentario,
simplemente para procurar que no haya malentendidos.
Según Ahmad az Zarruq, el gran estudioso
maliquí, faquih y sufí:
«Los aspectos del sufismo, definidos,
delimitados y explicados, ascienden a un número de alrededor de doscientos.
Todos ellos equivalen y son facetas de la sinceridad al volverse hacia Al-lâh
Todopoderoso; Al-lâh sabe».
Continúa diciendo,
«No existe el tasawwuf si no se produce un
entendimiento del fiqh, puesto que los juicios externos de Al-lâh sólo pueden
ser conocidos a través del fiqh. No existe el fiqh sin el tasawwuf, puesto que
los actos sólo son válidos si son sinceros» (Qawa'id at-Tasawwuf)
Ash-Shar'ani dijo:
«El camino de los sufíes se basa en el Libro y
en la Sunna, y se basa en la conducta de los profetas y en la de los que actúan
correctamente. No se les critica a menos que difieran en algo que está claro en
el Corán, la Sunna o el consenso. Si no difieren, lo más que se puede decir
sobre sus actos es que responden a una comprensión dada a una persona musulmana.
Cualquiera que lo desee puede practicarlo o cualquiera lo puede abandonar. No
hay porque condenarlo excepto si se tiene una mala opinión de la gente o si se
les acusa de arrogancia ». (at- Tasawwuf al-Islami)
Hayy Jalifa dice en Hashf adh-Dhunum:
«La ciencia del tasawwuf puede ser llamada
también la ciencia de la Realidad. Es la ciencia del Camino (Tariqa), que es la
purificación de uno mismo de las cualidades inferiores y la purificación del
corazón de los deseos bajos. La ciencia de la Sharî’a sin la Realidad está vacía
y la ciencia de la Realidad sin la Sharî’a está vacía».
Ash-Sharani dice: «La ciencia del tasawwuf
señala un conocimiento que enciende los corazones de los awliya cuando iluminan
el Libro y la Sunna con sus acciones».
Sahl at-Tustari dice:
«Nuestros fundamentos son siete: agarrarse al
Libro de Al-lâh el Todopoderoso, seguir la Sunna de Su Mensajero, comer lo
halal, abstenerse de hacer daño, evitar las faltas, arrepentirse y satisfacer
los derechos de los demás».
Otro aspecto del sufismo que vamos a mencionar
es su relación estrecha con el Yihad y el da'wa. Históricamente son los sufíes
los que a menudo han emprendido el yihad frente a los no creyentes. No resulta
sorprendente la participación tan amplia de los sufíes en el yihad, dado que el
propósito del tasawwuf es la sinceridad en la dedicación a Al-lâh y la
sinceridad se dirige a la dedicación sin reservas a la causa de Al-lâh. Los
sufíes jugaron un papel decisivo extendiendo y defendiendo el din, porque su
objetivo es hacer realidad ihsan tal como lo describió el Profeta, que Al-lâh lo
bendiga y le dé paz: «Adorar a Al-lâh como si Lo estuvieras viendo. Si tú no Lo
ves, Él te ve». Ellos hacen verdaderas las palabras de Al-lâh el Todopoderoso:
«Di: Si vuestros padres, hijos, hermanos,
esposas, vuestro clan familiar, los bienes que habéis obtenido, el negocio cuya
falta de beneficio teméis, las viviendas que os satisfacen, os son más queridos
que Al-lâh, Su mensajero y la lucha en Su camino. Esperad a que llegue Su
orden... Al-lâh no guía a los que se apartan» (9:24)
Nada es más querido para ellos que Al-lâh y Su
Mensajero y hacer el yihad en el camino de Al-lâh. Durante la historia reciente,
fijémonos por un momento en los yihad-s importantes realizados contra los
incrédulos y los colonialistas; veremos, en general a los sufíes llevándolos a
cabo. No así a los modernistas, quienes, apoyados por el colonialismo y por los
banqueros, frecuentemente luchaban contra otros musulmanes. Muchos ejemplos
confirman esto que decimos. Veamos algunas muestras:
· Bosnia: El gran despertar del sufismo en
Bosnia ocurre tanto antes como durante la última guerra. A finales de los años
70 y a lo largo de los 80 los sufíes disfrutaron de un pequeño renacimiento, que
ha crecido después como resultado de la contienda armada. Numerosos sheijs de
las tariqas Naqshabandiyya y Qadiria de Europa oriental han intervenido
activamente revitalizando el espíritu del Islam y del yihad durante esta época.
· Daghestan: El sheij Shamil de la tariqa
Naqshbandiyya luchó contra los zaristas rusos en el Cáucaso durante 35 años.
Nunca fue derrotado.
· Chechenia: El sufismo es central para los
chechenos, y en realidad también lo es para los habitantes del norte del
Cáucaso, de las estepas turcomanas y del valle Ferghana en Asia central. Allá
donde los rusos hayan encontrado una resistencia popular y masiva, han sido las
tariqas sufíes quienes han organizado y dirigido la lucha. En los años 60 los
rusos descubrieron que las tariqas sufíes no habían desaparecido, a pesar de sus
intentos por suprimirlas; habían pasado a la clandestinidad y estaban
resurgiendo. Fueron también los Qadiria quienes convirtieron al Islam a los
habitantes de Ingushetia en 1870, un lugar que hasta aquel momento no había sido
influido por el Islam. «Entre 1877 y la revolución de 1917 casi toda la
población adulta de Chechenia-Ingushetia pertenecía a la tariqa Naqshabandiyya»,
dice una de las fuentes consultadas. Algo semejante ocurría en Daghestan.
· Nigeria. En Nigeria se produjo desde 1804
hasta 1808 el importante yihad dirigido por Uthman dan Fodio en contra de los
paganos y el establecimiento del califato de Sokoko. Uthman dan Fodio fue un
sheij de la tariqa Qadiría, autor de numerosos libros sobre sufismo.
· Argelia. Abdul-Qadir al Jaza’iri de la
tariqa Qadiría dirigió el yihad contra los franceses desde 1832 hasta 1847.
· China. Ma Hualong llevó a la orden
Naqshabandiyya y a otros musulmanes Hui a una rebelión abierta contra el
gobierno chino entre 1862 y 1876. Hualong fue ejecutado por los chinos en 1871.
El sufismo se hizo más secreto y disperso después de este enfrentamiento.
Actualmente 125.000 Hui siguen a la tariqa Naqshabandiyya en el noroeste de
China. Sería conveniente descubrir el grado de participación de los sufíes en la
corriente rebelde Uighur de la región de Xinjiang.
· Libia: La tariqa Sanusi, a la que pertenecía
Umar al-Mujtar, lideró la lucha contra los italianos. Fueron prohibidos en 1980
por Gadhafi, pero todavía juegan un papel importante en la oposición contra él.
También son significativos los esfuerzos del fundador de los Sanusiyya, Muhammad
'Ali as-Sanusi para consolidar al Islam como la religión del desierto libio
desde 1807 hasta 1859.
· Mauritania: Ma'al- 'Aynayn al-Qalqami, el
sheij sufí de la tariqa Qadiria luchó contra las incursiones de los franceses en
el norte de Mauritania y en el sur de Marruecos desde 1905 hasta 1909. También
hubo otros sufíes mauritanos comprometidos en la lucha.
· Senegal: Al-Hajj 'Umaar Tal, un sheij
Tiyani, lideró el yihad contra los franceses y los paganos en Guinea, Senegal, y
Mali, desde 1852 hasta 1864.
· Somalia: Muhammad 'Abdul-lâh as-Somali, un
sheij de la tariqa Shadhilía, dirigió la resistencia contra los británicos y los
italianos en su país desde 1899 hasta 1920. Fue unos de los movimientos de
resistencia de mayor duración y de más éxito en África, durante los siglo XIX y
XX, en buena medida gracias a la cohesión proporcionada por la tariqa.
· Sudán: Es conocido el movimiento de Muhammad
Ahmad ibn 'Abdul-lâh al-Mahdi en contra de los británicos durante los últimos
años del siglo XIX.
· Egipto: Al-Hajj Muhammad al-Ahrash de la
tariqa Darqawia luchó contra los franceses en Egipto en 1799.
El sufismo jugó también un papel importante en
la propagación del Islam a través del Subcontinente indio, Indonesia, Malasia y
el África subsahariana. A finales del siglo el sheij Uways al-Barawi ayudó a la
extensión del Islam desde la costa oriental africana hacia el interior y la
parte occidental. Bajo los otomanos, los Naqsabandiyya y los Qadiríes
establecieron el din en los Balcanes. Los sufíes, además, tomaron parte en la
difusión del Islam en el archipiélago malayo.
Volviendo al tema que estamos tratando, la
mujer espiritual, hay que señalar que el sufismo no se limita a los hombres,
sino que está abierto a las mujeres de la misma manera.
La primera figura femenina de importancia
dentro del tasawwuf fue Rabi'a al-Adawiyya (95-185/ 713/801). Lo que movía a
Rabi’a no era el miedo al infierno, ni el deseo por obtener el paraíso sino
únicamente el amor. «Al-lâh es Al-lâh », dijo, «por esto yo amo a Al-lâh... no
por la búsqueda de ningún regalo, sino por Él mismo». Al-Hasan al-Basri, su
contemporáneo refiere:
«Estuve toda una noche y todo un día hablando
con Rabi'a sobre el Camino y la Verdad, y nunca se me pasó por la cabeza la idea
de que yo era un hombre, ni a ella se le ocurrió que era una mujer; al final
cuando la miré, me sentí conmovido espiritualmente y vi a Rabi’a verdaderamente
sincera».
Existen relatos, tan hermosos como el
siguiente, sobre ella y sobre al-Hasan al-Basri. En una ocasión al-Hasan llegó,
arrojó su alfombra sobre el agua, se sentó encima y llamó a Rabi'a para
conversar con ella. Rabi'a lanzó la suya al aire, voló hacia ella, se sentó
arriba y le dijo, «Hasan, sube aquí donde la gente nos pueda ver mejor» Hasan
permaneció en silencio y entonces Rabi'a le dijo. «Hasan, lo que tú has hecho lo
puede hacer un pez... y lo que yo he hecho lo puede hacer una mosca. El trabajo
real está más allá de ambos».
En otra ocasión ella preguntó al sufí, Rabah
al-Qaysi, «¿Los días y las noches son largos para ti?», «¿Por qué deberían
serlo?» le respondió él. Ella le contestó: «Por tu anhelo por contemplar a
Al-lâh». Al oírle Rabah al-Qaysi permaneció en silencio y Rabi'a dijo: «La
respuesta para mí es, “sí”».
Un día de primavera cuando Rabi'a estaba en su
habitación una sirviente le llamó: «Ven fuera y mira lo que el Creador ha
hecho». Rabi'a le replicó: «Prefiero que entres tú y contemples al Creador. La
contemplación del Creador es lo que me ocupa y no me importa no contemplar lo
que Él ha creado».
A través de los siglos las mujeres han
participado constantemente dentro del tasawwuf a menudo menos visibles y más
silenciosas que los hombres, pero no menos activas. Muchos de los sheijs
conocidos tuvieron maestras, estudiantes y amigas que ejercieron gran influencia
sobre ellos.
Ibn al-Arabi (560-638/ 1165-1240) habló de las
temporadas pasadas con dos señoras mayores sufíes que ejercieron profunda
influencia en él: Shams de Marchena y Fátima de Córdoba. Al-Bistami (d.260/874)
tuvo gran consideración hacia Fátima de Nishapur (m. 22.3/838), de quien decía:
«No existía estación en el Camino de la que le
hablara que no hubiera cruzado ya». Una vez alguien preguntó al gran maestro
sufí egipcio Dhul'n-Nun al-Misri, «¿Quién crees que es el más alto entre los
sufíes?». Él le contestó, «Una mujer llamada Fátima de Nishapur, que está en
Meka, cuyas palabras muestran una comprensión profunda de los significados
internos del Corán». Dijo además. «Es una de las queridas por Al-lâh y mi
maestra». Abu Hafs al-Haddad (m. 264/878) discípulo de otra mujer antes de
conocer a Fátima de Nishapur, dijo, «He visto que el Todopoderoso concede
conocimiento y gnosis a quien le parece».
El Tabaqat al-Kudra de ash-Sharani tiene una
sección dedicada a la mujer, en la que menciona algunas sufíes que conoció. En
ella cita a: Mu'adha al-'Adawiya, que recibió la transmisión a través de Aisha;
hacía 600 rakats al día y después de la muerte de su marido nunca se acostó en
la cama; Rabi'a al-Adawiya que acabamos de mencionar hace poco; Majida
al-Qurashiyya que buscaba firmemente estar consciente de la realidad de la
muerte para no caer en el olvido; Misha bint Jafar as-Sadiq que estaba dominada
por la esperanza en la gracia de Al-lâh; la mujer de Rabah al-Qaysi, que
acostumbraba a rezar toda la noche y despertaba a su marido para la oración del
amanecer; Fatima an-Nisaburi, que también hemos mencionado; Rabi'a bint Isma'il
que dijo:
«No oigo el adhan sin recordar la llamada del
día de la resurrección. No veo la nieve sin recordar las páginas de los libros
[donde se escriben las acciones de la gente]. No siento el calor sin que
recuerde la reunión del último Día».
Nombra además a Umm Harum, que comía sólo pan,
rezaba toda la noche y despertaba a su marido antes del amanecer diciéndole:
«Despiértate, hombre. La noche se ha ido y
llega el día. La estrella de la asamblea más elevada se ha desvanecido, las
caravanas de los rectos han partido y tú has llegado demasiado tarde para
alcanzarlos».
Incluye también a Amatu’I-Jalil a la que
acudieron los sufíes de su tiempo para dilucidar en una polémica sobre la
definición de wilaya. Les dijo,
«Si alguien os dice que el wali de Al-lâh
tiene otra preocupación excepto Al-lâh, el Todopoderoso, llamadle mentiroso».
También está 'Abida bint Abl Kilab. Una vez
oyó decir a alguien,
«El temeroso de Al-lâh no alcanza verdadero
temor de Al-lâh hasta que no anhele otra cosa más que estar en la presencia de
Al-lâh»,
y se desmayó. También Hafira a'Abida, a quien
sus contemporáneos le pedían que suplicase por ellos.
Asimismo está la persa Sha'wana que lloraba
constantemente. Hombres y mujeres se reunían en torno a ella para oírle. Dijo:
«El que llora lo hace por lo que conoce de sí
mismo, por lo que ha hecho y por el viaje que está realizando».
Alguien observó lo siguiente:
«Desde que mis ojos se fijaron en Sha'wana,
nunca más he sentido inclinación hacia las cosas mundanas y nunca he subestimado
a ningún musulmán».
Y Amina ar-Ramliyya. Bishr ibn al-Hariz (m.
226/841), un sufí bien conocido, a visitarla. Bishr enfermó y ella le fue a ver.
Cuando estaba allí, Ahmad ibn Hambal llegó también para visitarle y pregunto a
Bishr ¿Quién es esta señora?" Es Amina ar-Ramliyya. Ha oído que estaba enfermo y
ha venido a verme". Ahmad ibn Hambal pidió a Bishr que le dijera a Amina
ar-Ramliyya que suplicase mucho por él.
Hay más, muchos más ejemplos a lo largo del
mundo islámico, como el caso de Fátima o Jahan-Ara, la hija preferida de Shah
Jahan, emperador mogol de la India (1592-1666). Fátima escribió un libro sobre
el tassawwuf llamado Risala-i Sahibiya.
Aisha de Damasco, una de las místicas
sobresalientes del siglo quince. Es célebre su comentario sobre el libro de
al-Ansari "Las estaciones del Camino" (Manazil as-Sa'irin) titulado Indicios
velados. Escribió también un diwan o colección de poemas. Ha habido y hay,
muchas otras sufíes, particularmente en Marruecos y en Mauritania.
Si avanzamos hacia ocasiones del mundo moderno
que muestran a las mujeres comprometidas con el sufismo y el yihad nos
detendremos en Argelia. Entre los Ait Isma'iI de los montes Jurjura de la Cabila
hubo varios ejemplos de liderazgo femenino dentro de las zawiyas sufíes,
particularmente dentro de la tariqa Rahmaniyya.
Cuando el sheij de la zawiya principal murió
en 1836-37, su viuda, Lalla Jadiya, se hizo con el liderazgo. Una década después
su hija mayor, Lalla Fátima, la esposa del nuevo shei¡ Rahmaniyya, surgió como
líder, al hacer frente al asalto de los franceses a los montes Jurjura, entre
los años 1856 y 1857. Lalla Fátima no sólo organizó la resistencia en contra del
ejército colonizador, sino que luchó al lado de los hombres. Vemos de nuevo una
prueba más de la vinculación entre sufismo y yihad.
Asimismo se destaca Lalla Zaynab bint
Muhammad, un caso bien documentado por Julia Clancy-Smith. Nació en al-Hamil
(Argelia), alrededor de 1850. Lugar donde tenía establecida la zawiya Rahmaniyya
sidi Muhammad Abi Qasin (1823-1897). La zawiya gozaba de prosperidad en aquel
tiempo; era tolerada por los franceses, dado que sidi Muhammad no intervenía en
la vida política. A la muerte de sidi Muhammad, en junio de 1897, los franceses
asumieron naturalmente, que la dirección la tomaría su sobrino, Muhammad bint
al-Hajj Muhammad, que estaba bien dispuesto hacia ellos. Sin embargo no habían
tenido en cuenta a la hija del sheij, Lalla Zaynab (1850/1904). Lalla Zainab se
hizo cargo de la dirección de la zawiya, asumió las responsabilidades de la
educación y del bienestar social, a pesar de la viva oposición de los agentes
del "Bureau arabe" en Bou Saada quienes respaldaban a su primo.
Durante los años anteriores, el centro había
proporcionado acogida a numerosas personas; a refugiados políticos procedentes
de la revuelta de sidi Auaa Sheij (oeste de Argelia en 1864), así como del
levantamiento 1871 en Muqrani (noroeste de Argelia). Probablemente Lalla Zaynab
logró conocer el funcionamiento del sistema colonial gracias a estos refugiados.
Así al hacerse cargo de la zawiya en 1897, estaba bien familiarizada con su
funcionamiento. Su padre además había tenido un cuidado especial de su educación
y siempre la había mantenido informada de las finanzas de la zawiya, que él
había centralizado. En 1877, Cuando ella tenía 20 años, el sheij hizo el
testamento para Zaynab y el resto de sus hijos. Zaynab fue la única que recibía
«la misma suma que sus hermanos varones». (3)
Cuando su primo intentó tomar el mando, Zaynab
cogió las llaves de todos los edificios y cofres y prohibió a los estudiantes y
a los empleados de la zawiya que obedecieran sus órdenes. El primo intentó
establecer una escuela paralela; pero después de todo un año sólo logró reunir a
30 estudiantes.
Resulta irónico que fuesen los oficiales
franceses de la localidad, los colonialistas, quienes se opusieran con mayor
virulencia a Lalla Zaynab porque era una mujer. Mientras tanto ella presentó una
reclamación contra estos oficiales ante las principales autoridades
colonizadoras en Argelia. Durante aquella época era gobernador general, Jules
Cambon, quien intentaba suavizar la hostilidad del régimen hacia las órdenes
sufíes. De esta manera Lalla Zainab frustró las medidas de la administración
colonial local. He aquí otra muestra de la relación entre tassawwuf y yihad.
Hemos recogido también una anécdota que
muestra la presencia del sufismo en la sociedad argelina a mediados del siglo
XIX. Una señora argelina presentó una demanda ante el «Bureau Arabe» oficial en
1849. Dado que los funcionarios tardaban en contestar, los amenazó con acudir a
su sheij, diciendo que era una sufí.
Para acabar unas palabras finales. El sufismo
ni es un «ismo», ni una «ología». No es una ideología. Es una ciencia. Si se
prefiere una etiqueta más moderna, se le podría llamar «sicología de la conducta
islámica». El tasawwuf significa poner en práctica la Sharî’a con las acciones y
la conducta convirtiéndola en parte de uno mismo hasta ser transformado por
ello. Se trata de lograr este cambio. La ciencia del tasawwuf es el medio para
obtener este fin, cuyo fruto secreto es la gnosis. Es incorporar al ser, una
atención viva por el tawhid, la unidad de Dios, que se debería llamar el nivel
celular. Al-lâh dice:
«Cierto que Al-lâh no cambia lo que una gente
tiene hasta que ellos no hayan cambiado lo que hay en sí mismos» (13:11)
En esto consiste la metamorfosis del yo, que
constituye la base para una profunda transformación de la sociedad y del
activismo verdadero. De ahí la conexión entre el yihad interior y el exterior.
Si por un lado el «yo» es lo peor y lo más
bajo de la existencia, al mismo tiempo es el espacio más sublime y magnífico
para obtener la sabiduría. Así lo expresa el famoso dicho atribuido a Yahia ibn
Ma’ad ar-Razi: «Quien se conoce a sí mismo conoce a su Señor». El conocimiento
de las faltas del yo es un medio para lograr la purificación, y la purificación
es un medio de reconocimiento y conocimiento del Creador del yo.
Se ha criticado al sufismo desde dos lugares.
Por un lado desde los orientalistas, quienes sostienen que algo tan profundo y
fértil como el tassawwuf no puede proceder de algo tan árido como es el Islam.
En otras palabras, su ataque proviene de un menosprecio arrogante del Islam, que
nace del deseo por tener una razón para justificar su rechazo a la verdad del
Islam.
El otro ataque parte del modernismo, que
aunque se reclama de la tradición, pertenece en realidad a una ideología
alimentada por los orientalistas y el colonialismo para debilitar a los
musulmanes. Es una doctrina que se apoya en la inseguridad y la ignorancia.
Puesto que se basa en la inseguridad y en la falta de conocimiento, es
intolerante y se cubre con argumentos retóricos y condenas que no permiten
edificar nada, más bien lo contrario.
Además de la limitación para darse cuenta de
que el curso que siguen debilita a los musulmanes en vez de fortalecerlos, lo
que realmente falta entre los movimientos modernistas es el resurgimiento de lo
interno, la vida espiritual que es el aliento vital del Islam. Para muchas
personas el Islam se ha convertido en algo parecido a unas estructuras modernas
de hormigón construidas cuidadosamente y adornadas con candelabros caros y
alfombras. Una prisión disfrazada, sin verdadera hermandad y sin afecto por los
otros musulmanes. Este escenario no ofrece un espacio que permita el
crecimiento.
Afortunadamente sí lo es desde otra
perspectiva. Vivir el Islam, incorporarlo a través de los musulmanes, tanto
hombres como mujeres, que llevan el conocimiento que está en los libros a la
existencia. Cuyas acciones se basan en sabiduría e intenciones claras. Creen en
Al-lâh, temen solamente a Al-lâh, establecen no sólo los 5 pilares, sino además
incorporan el vigor que proviene de la iluminación espiritual.
Es la gente que sinceramente está preocupada
con la purificación del corazón, quienes, inshal-lâh, transformarán la sociedad,
porque es esta metamorfosis del yo, la que produce la base para un cambio amplio
y profundo de la sociedad. Si el yo se oscurece, la sociedad sufre. Si el yo se
ilumina, la sociedad florece. Lo que es deseable es el poder de ambos, hombres y
mujeres a través del reconocimiento de que no existe poder, ni fuerza excepto la
que proviene de Al-lâh.
Se le pidió a Aby Yazid al-Bistami que
describiera al sufí y dijo:
«Es aquel que coge el Libro de Al-lâh con la
mano derecha y la Sunna con la mano izquierda, mira con uno de sus ojos al
Jardín y con el otro al Fuego; se envuelve a sí mismo con la envoltura de este
mundo y se cubre con la capa del otro mundo y entre ellos dice a su Señor: "a Tu
servicio, oh Al-lâh, a Tu servicio" ».
Sidi 'Ali al-Jamal:
«Aquel que necesita la prueba y busca la luz
con la vela es aquel que está en la oscuridad de la noche. Cuando el día
aparece, amanece y brilla, él no necesita ni lámpara, ni vela alguna».
Y nuestra oración final es:
Las alabanzas a Al-lâh, el Señor de los
mundos:
No existe poder, ni fuerza sino por Al-lâh,
el Todopoderoso, el Grande.
Sólo tengo ayuda de Al-lâh.
En Él confío y hacia Él me vuelvo para
renovarme.
Las alabanzas para Al-lâh por la bendición del
Islam
y esta bendición es suficiente.
Nota:
(3) Según la Sharî’a, una mujer tiene derecho
a la mitad de la herencia que su hermano varón.
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