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				Meditación Profunda 
  
 
  
que recuerdan a Dios de pie, 
sentados o echados,  
y que meditan en la creación de los 
cielos y de la tierra:  
“¡Señor! No has creado todo esto en 
vano. ¡Gloria a Ti!  
“¡Presérvanos del castigo del 
Fuego!”  
(Corán, 3:191) 
  
HARUN YAHYA
  
  
Fuente: www.harunyahya.com 
  
Primera Publicación en turco: 
Septiembre de 1999 - Estambul - Turquía. 
Primera Publicación en inglés: 
Abril de 2000 - Londres - Gran Bretaña. 
  
Traducción del inglés al español: 
Abu Dharr Manzolillo - Junio de 2003 - Buenos Aires - Argentina. 
  
AL LECTOR 
El motivo por el cual se dedica un 
capítulo especial al colapso de la teoría de la evolución es que ésta constituye 
la base de todas las filosofías antiespirituales. Que el darwinismo rechace el 
hecho de la creación, y por lo tanto la existencia de Dios, ha provocado que 
durante los últimos ciento cuarenta años mucha gente haya abandonado su fe o se 
vea invadida por la duda. Por lo tanto, se transforma en una obligación 
importante, relacionada muy estrechamente con el din (modo de vida 
islámico), mostrar que esta teoría es un engaño. Resulta imperativo que ese 
importante servicio sea puesto a disposición de todos. Posiblemente algunos de 
nuestros lectores puedan leer solamente uno de nuestros libros, de ahí que 
pensamos apropiado dedicar un capítulo al tema, aunque de manera resumida. 
Otro punto que tiene que ser 
enfatizado se refiere al contenido del libro. Las cuestiones relacionadas con la 
fe se tratan, en todas las obras del autor, a la luz de los versículos 
coránicos, y se invita a la gente a aprender de ellos y vivirlos. Todos esos 
temas referidos a los versículos de Dios se explican de una manera tal que no 
dejan ningún lugar a la duda o al cuestionamiento en el pensamiento del lector. 
El estilo empleado, llano, abierto 
y fluido, asegura que todos, de cualquier edad o grupo social, puedan comprender 
los escritos de Harun Yahya fácilmente. Esta manera lúcida y efectiva de los 
relatos los hace de rápida lectura. Incluso algunos que rechazan la 
espiritualidad con rigor son influenciados por la veracidad de los hechos a los 
que se hace referencia en los libros de Harun Yahya, y no pueden refutar sus 
contenidos. 
Este libro y todos los otros 
trabajos del autor pueden ser leídos por una persona sola o por grupos de 
estudio, para debatirlos. Esto último será más beneficioso gracias al 
intercambio de reflexiones y experiencias. 
Además, será un gran servicio al 
din contribuir a la presentación y lectura de este libro, el cual está 
escrito solamente para el agrado de Dios. Todos los escritos de Harun Yahya son 
muy convincentes. Por esta razón, uno de los métodos más efectivos de comunicar 
el din a otras personas, es impulsarlas a leerlos. 
ACERCA DEL AUTOR
El autor, quien escribe 
bajo el seudónimo de HARUN YAHYA, nació en Ankara en 1956. Completó sus estudios 
primario y secundario en esa ciudad y luego cursó Bellas Artes en la Universidad 
Mimar Sinan de Estambul y Filosofía en la Universidad de Estambul. A partir del 
decenio de 1980 ha publicado muchos libros sobre política, temas relacionados 
con la fe y con las ciencias. El haber escrito obras muy importantes que ponen 
al descubierto la impostura de los evolucionistas, la invalidez de sus 
suposiciones y la tenebrosa vinculación entre el darwinismo y las ideologías 
sanguinarias como el fascismo y el comunismo, lo han hecho una persona muy 
conocida. 
El seudónimo del autor está 
constituido por los nombres ‘Harun’ –Aarón-- y ‘Yahya’ –Juan--, en memoria de 
ambos Profetas, quienes lucharon contra la infidelidad. El sello sobre la 
cubierta de los libros tiene un carácter simbólico y está vinculado a sus 
contenidos: representa al Corán (la última escritura) y al Profeta Muhammad, el 
último de los profetas. El propósito que anima al autor, bajo la guía del Corán 
y de la sunnah (literalmente significa: costumbre, práctica, uso, 
tradición), es refutar cada uno de los pilares fundamentales de las ideologías 
ateas, al punto que quienes argumentan en contra de la religión se queden mudos, 
sin saber qué decir. El sello del último de los profetas, quién obtuvo la 
sabiduría en su más elevado nivel y la perfección moral, es usado por Harun 
Yahya como un signo de la intención que lo anima frente a los que repudian la 
creencia religiosa. 
Todos los trabajos del 
autor se centran en un objetivo: comunicar el mensaje del Corán, animar a pensar 
sobre las cuestiones básicas relacionadas con la fe (como la presencia de Dios, 
Dios Uno y el Más Allá) y poner al descubierto los fundamentos endebles de las 
ideologías pervertidas de los sistemas ateos. 
Los lectores que disfrutan 
de los escritos de Harun Yahya son muchos y están en todo el mundo: desde la 
India a USA, desde Inglaterra a Indonesia, desde Polonia a Bosnia, desde España 
a Brasil. Algunos de sus libros están disponibles en inglés, francés, alemán, 
castellano, italiano, portugués, urdú, árabe, albanés, ruso, serbo-croata 
(bosnio), polaco, malayo, uygur, turco e indonesio. 
Esos libros han servido 
como un instrumento para que muchas personas recuperen su fe en Dios y para que 
otras profundicen el discernimiento sobre su certidumbre religiosa. La lógica 
que poseen, junto a su fácil comprensión y bello estilo, dan a estos trabajos un 
toque de distinción que conmueve a cualquiera que los lea o estudie. Dado que 
sus planteos son inobjetables, los escritos se caracterizan por su efectividad 
inmediata, los resultados definidos y la imposibilidad de refutarlos. Es muy 
difícil que quienes los lean con atención puedan seguir defendiendo con 
sinceridad la filosofía materialista, el ateísmo o cualquier otra ideología o 
doctrina pervertida. Y aunque sigan en alguna de esas posiciones negativas, lo 
harán solamente por motivos sentimentales, puesto que el autor las destruye 
desde sus mismas raíces. Todos los movimientos que niegan la religión quedan 
desde ahora derrotados ideológicamente gracias al conjunto de trabajos escritos 
por Harun Yahya. 
No cabe ninguna duda de que 
las características de esos libros son el producto de la sabiduría y lucidez del 
Corán. El autor sólo intenta servir como un modesto medio en la búsqueda, por 
parte de la gente, del sendero recto de Dios. Con la publicación de estos 
trabajos no se persigue ningún beneficio material. 
Considerando lo dicho, 
quienes animan a otros a leerlos prestan un servicio muy importante, pues “abren 
los ojos” y guían para ser más devotos servidores de Dios. 
Asimismo, sería injusto 
perder el tiempo y energía difundiendo otras obras que confunden, conducen al 
caos ideológico y no sirven para remover las dudas del corazón de los 
individuos. 
Está claro que un libro que 
se dedica a hacer sobresalir la capacidad literaria del autor antes que apuntar 
a impedir que la gente pierda la fe religiosa, no podrá tener un gran efecto. 
Quienes dudan de que eso 
sea así, pueden ver fácilmente que el único objetivo que persiguen los libros de 
Harun Yahya es superar la incredulidad y diseminar los valores morales del 
Corán. El éxito e impacto de este servicio se manifiesta en la convicción que 
adquieren los lectores. 
Hay algo que debería 
tenerse en cuenta: la principal razón para que continúen la crueldad, los 
conflictos y los grandes atropellos que sufre la mayoría de la población, 
estriba en el dominio ideológico de la incredulidad. Dicha situación puede 
finalizar solamente con la derrota ideológica de la misma, haciendo conocer las 
maravillas de la creación y la moralidad coránica de modo que se viva según 
ésta. Teniendo en cuenta la situación del mundo de hoy día, que conduce a la 
gente a una espiral de violencia, corrupción y enfrentamientos, la tarea de 
moralización indicada debe hacerse con premura y de manera efectiva, pues de 
otro modo puede ser demasiado tarde. 
No es exagerado decir que 
el conjunto de escritos de Harun Yahya ha asumido esa tarea primordial. Si Dios 
quiere, estos libros serán un medio a través de los cuales los seres humanos del 
siglo veintiuno obtendrán la paz, la justicia y la felicidad prometidas en el 
Corán. 
Sus obras incluyen: Judaísmo y 
Masonería, Masonería Mundial, Terrorismo: El Ritual del Mal, Cábala y Masonería, 
El Nuevo Orden Masónico, Los Caballeros Templarios, El Islam Denuncia el 
Terrorismo, La 'Mano Secreta' en Bosnia, Los Kurdos la Carta Secreta de Israel, 
El Comunismo al Acecho, Fascismo: La Ideología Sangrienta del Darwinismo, Los 
Desastres Que Produjo el Darwinismo a la Humanidad (disponible versión en 
castellano), Entre Bastidores del Terrorismo, Entre Bastidores del Holocausto, 
La Política Opresiva de China Comunista y la Situación en Turkestán Oriental, 
Palestina: La Solución, Las Normas Eticas del Corán, El Invierno del Islam y la 
Primavera Esperada, Declaración de Fe (1, 2 y 3), Un Arma de Satanás: el 
Romanticismo, La Luz del Corán Destruyó el Satanismo, Los Ultimos Tiempos y Sus 
Signos en el Capítulo del Corán “La Vaca”, Signos del Ultimo Día y la Bestia de 
la Tierra, Realidades (1 y 2), El Mundo Occidental se Vuelve Hacia Dios, El 
Engaño del Evolucionismo (disponible versión en castellano), Respuestas Precisas 
a los Evolucionistas, Las Equivocaciones de los Evolucionistas, El Corán se 
Opone al Darwinismo, La Epoca de Oro, Pueblos Desaparecidos (disponible versión 
en castellano), El Arte del Color de Dios, La Verdad de la Vida en Este Mundo, 
Signos en los Cielos y en la Tierra Para las Personas de Entendimiento 
(disponible versión en castellano), El Profeta Moisés, El Profeta Yusuf, El 
Profeta Muhammad (BP), El Profeta Salomón, La Gloria Está por Todas Partes, La 
Importancia de las Evidencias de la Creación, La Pesadilla del Incrédulo, 
Conocimiento de la Verdad, La Eternidad Ya Ha Comenzado, La Eternidad y la 
Realidad del Destino, Materia: Otro Nombre de la Ilusión, El Hombrecito en la 
Torre, El Islam y la Filosofía del Karma, La Magia Negra del Darwinsimo, La 
Religión del Darwinismo, El Colapso de la Teoría de la Evolución en 20 
Preguntas, La Ingeniería de la Naturaleza, La Tecnología Copia a la Naturaleza, 
El Atolladero del Evolucionismo I (Enciclopédico), El Atolladero del 
Evolucionismo II (Enciclopédico), Dios es Conocido a Través de la Razón, El 
Corán Guía el Camino de la Ciencia, El Verdadero Origen de la Vida, Conciencia 
en la Célula, La Tecnología Imita a la Naturaleza, Una Retahíla de Milagros, La 
Creación del Universo (disponible versión en castellano), Los Milagros en el 
Corán, El Designio de la Naturaleza, Autosacrificio y Modelos Inteligentes de 
Comportamiento entre los Animales, ¡Chicos, Darwin Mentía!, El Fin del 
Darwinismo, Nunca Defienda la Ignorancia, El Milagro Verde: La Fotosíntesis, El 
Milagro del Atomo, El Milagro en la Célula, El Milagro del Sistema Inmune, El 
Milagro en el Ojo, El Milagro de la Creación en los Vegetales, El Milagro en la 
Araña, El Milagro en el Mosquito, El Milagro en la Abeja, El Milagro en la 
Hormiga, El Milagro de la Semilla, El Milagro en la Termita, El Milagro de la 
Hormona, El Milagro del Cuerpo Humano, El Milagro de la Creación del Ser Humano, 
El Milagro de la Proteína, El Milagro del Olfato y del Gusto, El Milagro del 
Micromundo, Los Secretos del ADN. 
Los libros para niños del autor 
son: Maravillas en la Creación de Dios, El Mundo de los Animales, La Gloria 
en los Cielos, Criaturas Asombrosas, Aprendamos Nuestro Islam, Los Milagros en 
Nuestros Cuerpos, El Mundo de Nuestras Amiguitas: Las Hormigas, Los Panales 
Perfectos de las Abejas, Constructores Hábiles de Diques: Los Castores. 
Otros 
trabajos del autor sobre temas coránicos incluyen: 
¿Nunca Pensaron Acerca de la Verdad?; Devotos de Dios; Abandono de la Sociedad 
de la Ignorancia; La Real Morada de los Creyentes, El Paraíso; Valores Morales 
en el Corán; Conocimiento del Corán; Index del Corán; La Emigración por la Causa 
de Dios; Referencia a los Hipócritas en el Corán; Los Secretos del Hipócrita; 
Los Nombres de Dios; La Comunicación del Mensaje y la Discusión en el Corán; 
Conceptos Básicos en el Corán; Respuestas Desde el Corán; Muerte, Resurrección, 
Infierno; La Lucha de los Mensajeros; El Enemigo Jurado del Ser Humano: Satanás; 
La Mayor Difamación, La Teoría de la Evolución; Idolatría, la Religión del 
Ignorante; La Arrogancia de Satanás; El Rezo en el Corán; La Importancia de la 
Consciencia en el Corán; El Día de la Resurrección; No Olvidar Nunca; Desprecio 
de los Dictámenes Coránicos; Abandono de la Sociedad de la Ignorancia; La 
Importancia de la Paciencia en el Corán; Conocimiento General a Partir del 
Corán; Rápida Adhesión a la Fe (partes 1, 2 y 3); Razonamiento Imperfecto del 
Incrédulo; La Fe Perfeccionada; Lo Que Dicen Nuestros Mensajeros; 
La Compasión de los Creyentes; El Temor a Dios; La Pesadilla del Incrédulo; El 
Profeta 'Isa (Jesucristo) Vendrá; Las Bellezas de la Vida Presentadas por el 
Corán; Un Conjunto de las Bellezas de Dios (partes 1, 2, 3 y 4), La Iniquidad 
Llamada "Burla"; El Secreto de la Prueba; La Verdadera Sabiduría Según el Corán; 
El Combate con la Religión de la Irreligión; La Escuela de Yusuf; La Alianza de 
Dios; La Difamación Contra los Musulmanes A lo Largo de la Historia; La 
Importancia de Seguir la Buena Palabra; ¿Por Qué Te Autoengañas?; El Islam: La 
Religión de la Tranquilidad; el Entusiasmo y el Vigor Según el Corán; El Ver el 
Bien en Todo; ¿Cómo Interpreta el Corán el Ignorante?; Algunos Secretos del 
Corán; El Valor de los Creyentes, Confiados en el Corán, La Justicia y la 
Tolerancia en el Corán, Pilares Fundamentales del Islam, Los Que Desatienden el 
Corán, El Corán Como Guía, Una Amenaza al Acecho: La Negligencia, La Sinceridad 
en el Corán, La Religión de las Personas Devotas, Los Procedimientos del 
Mentiroso Según el Corán. 
  
INDICE 
 Introducción 
 Meditación Profunda 
¿En Qué Piensa la Gente 
Normalmente? 
¿Cuáles Son los Motivos 
Que Impiden Meditar? 
 Cosas Sobre las Que 
Es Necesario Meditar 
 Meditemos Sobre los 
Versículos del Corán 
  
¿Ha pensado 
alguna vez que usted no existía antes de ser concebido y luego vino al mundo, 
pasando a existir, simplemente, de la nada? 
¿Ha pensado 
alguna vez que esas flores coloridas y de buena fragancia que ve en su 
departamento todos los días provienen de un suelo sucio, oscuro? 
¿Ha pensado 
alguna vez en los mosquitos que nos molestan a la noche y agitan las alas tan 
velozmente que no las podemos ver? 
¿Ha pensado 
alguna vez en frutas como la banana, la sandía, el melón y la naranja, cuyas 
cáscaras cumplen el papel de envoltura de alta calidad para que mantengan su 
gusto y fragancia? 
¿Ha pensado 
alguna vez en que, mientras duerme, un terremoto repentino puede destruir su 
vivienda, su oficina o su ciudad hasta los cimientos y de ese modo perder todas 
sus pertenencias en pocos segundos? 
¿Ha pensado 
alguna vez en lo rápido que transcurre su vida y que en poco tiempo se 
convertirá en viejo y débil mientras va perdiendo la belleza, la salud y la 
fortaleza física día a día? 
¿Ha pensado 
alguna vez que un día encontrará ante usted los ángeles de la muerte enviados 
por Dios y que entonces deberá abandonar este mundo? 
Bien, ¿ha 
pensado alguna vez por qué la gente se liga tanto al mundo del que muy pronto 
partirá, cuando lo que en realidad y básicamente necesita es esforzarse por 
alcanzar lo que le favorecerá en la otra vida? 
Dios provee al 
ser humano con la facultad de pensar. No obstante, la mayoría de las personas no 
la usan como deberían. En realidad, la mayoría casi nunca piensan. 
Todos los seres 
humanos poseen una capacidad de reflexión de la que la mayoría es inconsciente. 
Al empezar a usarla se presentan hechos que hasta ese momento no se habían 
tenido en cuenta. Cuanto más se reflexiona más se desarrolla la capacidad de 
razonamiento. Esta posibilidad la tienen todos las personas. Hace falta darse 
cuenta de que es necesario reflexionar y luego esforzarse en tal sentido. 
El propósito de 
este libro es invitar a la gente a pensar “de la manera apropiada” y mostrarle 
la forma de hacerlo. Quienes no reflexionen permanecerán totalmente alejados de 
la verdad y conducirán su vida por el camino del autoengaño y el error. En 
consecuencia, no comprenderán el propósito que hay en la creación de nuestro 
planeta y la razón de ser de todo lo que existe en él. Dios ha creado todo con 
un propósito, como lo comunica el Corán: 
No hemos creado 
los cielos, la tierra y lo que entre ellos está por puro juego. No lo creamos 
sino con un fin, pero la mayoría no saben (Corán, 44:38-39). 
¿Os figurabais 
que os habíamos creado para pasar el rato y que no ibais a ser devueltos a 
Nosotros? (Corán, 23:115). 
Por lo tanto, 
cada persona necesita ponderar el propósito de la creación, primero en lo que le 
atañe a sí mismo y luego en relación con todo lo que ve en el mundo y todo lo 
que experimenta a lo largo de la vida. Quien no reflexiona comprenderá esto sólo 
después de morir, cuando rinda cuentas frente a Dios. Pero ya no le servirá de 
nada. Dios dice en el Corán que el día del Ajuste de Cuentas todos reflexionarán 
y verán la verdad: 
ese día se 
traerá el Infierno, ese día el hombre recordará; pero ¿de qué le servirá 
entonces el recordar? Y dirá: “¡OjAllah hubiera enviado por delante (buenas 
obras) para mi (otra) 
vida!” (Corán, 89:23-24). 
Dios nos da la 
posibilidad de que meditemos sobre la vida de este mundo y derivemos de ello las 
conclusiones correctas. Si lo hacemos, obtendremos un gran beneficio en el otra 
vida. Este es el motivo por el que Dios ha convocado a todos los seres humanos a 
través de Sus profetas y Libros a que reflexionen sobre su creación y la 
creación del universo: 
¿Es que no 
reflexionan en su interior? Dios no ha creado los cielos, la tierra y lo que 
entre ellos está sino con un fin y por un período determinado. Pero muchos 
hombres se niegan, sí, a creer en el encuentro de su Señor. (Corán, 30:8).
 
La mayoría de la 
gente cree que para “pensar en profundidad” hay que acomodarse en una sala 
vacía, aislarse de las demás personas y asuntos y colocar la cabeza entre las 
manos. Pero como eso les parece demasiado difícil, concluyen que se trata de una 
cualidad exclusiva de los “filósofos”. 
Sin embargo, 
como dijimos en la Introducción, Dios convoca a todos a meditar y dice 
que reveló el Corán para gente que reflexiona: Una Escritura que te hemos 
revelado, bendita, para que mediten en sus versículos y para que los dotados de 
intelecto ponderen sus signos y los tomen en cuenta (Corán, 38:29). 
Lo importante es que la actitud sincera del individuo mejore y profundice la 
capacidad de la meditación. 
Por otra parte, 
la gente que no invierte tiempo y esfuerzo en ese logro, continuará sumergida en 
un grave “descuido”. Este término connota con “negligencia”, “abandono”, 
“equivocación”, “indiferencia”, “desatención”. El estado de descuido de quienes 
no reflexionan es consecuencia de la desatención o despreocupación deliberada 
respecto al propósito de su creación y las realidades que enseña la religión. 
Ese es un curso de acción extremadamente peligroso que puede conducir al 
infierno. En consecuencia, Dios ha advertido a los individuos para que no se 
ubiquen entre los desatentos o descuidados: 
Invoca a tu 
Señor en tu interior, humilde y temerosamente, a media voz, mañana y tarde, y no 
seas de los despreocupados (Corán, 7:205). 
Prevénles 
contra el día de la Lamentación, cuando se decida la cosa. Y ellos, entre tanto, 
están despreocupados y no creen (Corán, 19:39). 
Dios se refiere 
en el Corán a la gente que reflexiona y se vuelve consciente de la verdad: es 
aquella que Le reverencia y obedece sumisamente. Dios dice que están en el error 
quienes sigan a sus padres como ciegos y sin mayor discernimiento. Si se les 
pregunta, dicen que son religiosos y creen en Dios. Pero como no razonan no 
rectifican sus conductas y no obedecen a Dios. En los versículos que siguen se 
expone la mentalidad de gente así: 
Di: “¿De quién 
es la tierra y quien en ella hay? Si es que lo sabéis...” 
Dirán: “De 
Dios”. Di: “¿Es que no os dejaréis amonestar?”. Di: “¿Quién es el Señor de los 
Siete Cielos, el Señor del Trono Augusto?”. Dirán: “Dios”. Di: “¿Y no Le tendrás
taqwa? 
(Taqwa: 
Conciencia o temor de Dios que inspira a la persona a estar en guardia frente a 
los errores y anhelar cumplir acciones que Le agraden) 
 
Di: “¿Quién 
tiene en Sus manos la realeza de todo, protegiendo sin que nadie pueda proteger 
contra El? Si es que lo sabéis...” Dirán: “Dios”. Di: “Y ¿cómo podéis estar tan 
sugestionados?”. Vinimos a ellos con la Verdad, pero mienten, sí. (Corán, 
23:84-90).
Dios dice en el 
versículo anterior, ¿cómo 
podéis estar tan sugestionados? 
El término “sugestionados” implica en 
el versículo un estado de torpeza que se apodera normalmente de las personas. La 
mente que no razona se encuentra entorpecida, con una visión enturbiada, no 
tiene en cuenta los hechos ante sus ojos y la facultad de comprensión se 
presenta debilitada. Se vuelve incapaz de comprender incluso una verdad 
sencilla. No puede ser consciente de los hechos extraordinarios que suceden 
frente a él. No advierte los intrincados detalles de los sucesos. La razón por 
la que generación tras generación de individuos llevan una vida desatenta 
durante miles de años y en general no reflexionan nunca, copiando todo como si 
fuese, simplemente, una “herencia cultural”, es en realidad ese embotamiento 
mental. 
Con un ejemplo 
podemos explicar una de las consecuencias de este hechizo. 
Por debajo de la 
superficie de la Tierra existe un “estrato en ebullición” llamado “magma”. La 
corteza del planeta es muy delgada, lo cual implica que esa masa incandescente 
está muy cerca de nosotros, bajo nuestros pies. Con el objeto de comprender 
mejor el espesor de la misma, podemos hacer una comparación: la relación de la 
corteza con el diámetro del planeta es la que existe entre la cáscara de la 
manzana y el diámetro de la fruta. 
Todos saben que 
ese estrato en ebullición debajo de la superficie posee una temperatura muy 
elevada, pero casi nadie se preocupa por ello, lo tiene en cuenta o se interroga 
respecto de su existencia. Eso se debe a que sus padres, hermanos, parientes, 
amigos, vecinos, periodistas, programas televisivos y profesores universitarios 
no se ocupan de ello tampoco. 
Vamos a intentar 
que el lector reflexione un poco sobre esto. Supongamos que una persona después 
de perder la memoria intenta saber qué tiene a su alrededor y entonces se lo 
pregunta a quien está en su entorno. Primero buscará saber en qué lugar se 
encuentra. ¿Qué pensaría si se le dice que por debajo del lugar en el que está 
parado existe una masa ígnea que en cualquier momento podría hacer brotar llamas 
en la superficie terrestre, como consecuencia de un terremoto o una erupción 
volcánica? 
Avancemos un 
poco más y supongamos que a dicha persona se le dijo que este mundo, 
simplemente, es un pequeño planeta flotando en un universo oscuro e infinito 
llamado “espacio”, en el que los peligros son mayores a los del substrato 
terrestre. Por ejemplo, los meteoritos, que pesan muchas toneladas, se mueven 
libremente por las amplitudes celestiales. Nada impide que en algún momento 
puedan alterar sus cursos debido a diversos motivos y entrar en colisión con la 
Tierra. 
Seguramente la 
persona a la que nos referimos tendrá permanentemente en cuenta la situación 
insegura en la que se encuentra y tratará de enterarse cómo se mueven los demás 
en ese medio tan crítico. Comprobará que en realidad es partícipe de un sistema 
perfectamente apropiado. 
El interior del 
planeta en el que vive entraña una gran amenaza. Pero la existencia de un 
equilibrio muy delicado impide que llegue a dañar a la gente, con la excepción 
de circunstancias extraordinarias. Quien comprende esto, sabe que la Tierra y 
todas las criaturas en ella continuarán subsistiendo de modo seguro sólo por 
voluntad de Dios, debido al equilibrio adecuado que El ha creado. 
Este es sólo un 
ejemplo de entre los millones o miles de millones sobre los que la gente 
necesita reflexionar. Otra anécdota nos ayudará a comprender cómo la desatención 
afecta la facultad de reflexión y limita la capacidad intelectual. 
Todos saben que 
la vida en este mundo se disipa y acaba rápidamente. Pero, no obstante, los 
individuos se comportan como si nunca abandonarán este mundo, como si nunca se 
morirán. En verdad, esta concepción es una especie de “hechizo” que pasa de 
generación en generación. El efecto de esta forma de pensar es tan fuerte, que 
al hablarse de la muerte la mayoría cambia de tema de inmediato por miedo a que 
se rompa el hechizo y haya que enfrentar la realidad. Quienes toda la vida se 
ocupan de comprar buenas casas, residencias de verano, automóviles y enviar a 
los hijos a buenos colegios, no quieren pensar que un día morirán y no podrán 
llevarse todas esas cosas con ellos. Pero en vez de empezar a hacer algo para la 
verdadera vida después de la muerte, prefieren no cavilar sobre el tema. 
Sin embargo, 
todos moriremos, más temprano o más tarde. Y después de muerto, créase o no, 
comenzará la vida eterna sin excepción. Que a esta existencia se la transcurra 
en el Paraíso o en el Infierno depende de lo que se haya hecho en la corta vida 
en este mundo. Aunque esta es la sencilla verdad, la única razón por la que la 
gente se comporta como si la muerte no existiese es ese hechizo que la atrapa 
debido a que no reflexionan. 
Los hechizados, 
inmersos en un estado de desatención, comprenderán la realidad al verla con sus 
ojos después de muertos. Dios comunica esto en el Corán: 
“Estas cosas te 
traían sin cuidado. Te hemos quitado el velo y, hoy, tu vista es penetrante” 
(Corán, 50:22). 
Como dice Dios 
en el versículo, la visión que aquí está empañada debido a la falta de 
reflexión, será “penetrante” cuando tenga que rendir cuenta en la otra vida. 
Es de señalar 
que la gente se autoimpone ese hechizo. Suponen que de ese modo vivirán 
relajados y tranquilos. Sin embargo, para cualquiera es muy fácil tomar la 
decisión de sacarse de encima ese embotamiento y empezar a vivir con una 
conciencia lúcida. Dios ha presentado la solución. Quienes reflexionan pueden 
disipar ese encantamiento mientras aún están en este mundo. Entonces pasarán a 
comprender que todo lo que ocurre tiene un propósito y un sentido medular o 
espiritual y que son capaces de aprehender la sapiencia existente en los 
acontecimientos que Dios genera a cada instante. 
  
Se Puede 
Reflexionar en Cualquier Lugar y Momento 
Para reflexionar 
no se requiere ningún momento, lugar o condición especial. Cualquiera puede 
meditar caminando en la calle, dirigiéndose a la oficina, conduciendo el 
automóvil, operando la computadora, participando de una reunión de amigos, 
viendo la TV o merendando. 
Por ejemplo, al 
conducir el automóvil es posible que nos crucemos con cientos de personas y 
entonces ponderemos muchas cosas. Podemos considerar las apariencias físicas de 
las mismas y sorprendernos, puesto que si bien comparten órganos básicos 
similares, como ojos, cejas, pestañas, manos, brazos piernas, bocas y narices, 
son todas distintas. Cavilando un poco más se llega a recordar lo siguiente: 
Dios ha creado miles de millones de personas a lo largo de miles de años, todas 
distintas entre sí. Por cierto, esto es parte de la evidencia de que Dios es un 
Creador superior y eficaz. 
El que observa a 
los demás yendo de un lado a otro, puede imaginarse distintas cosas. En una 
primera observación a cada uno se lo ve como un individuo “distinto”. Cada uno 
tiene su propio mundo, deseos, planes, gustos y forma de vida, cosas que lo 
hacen feliz o infeliz. No obstante, esas diferencias son engañosas. En general, 
todo ser humano nace, crece, va a la escuela, busca trabajo, trabaja, contrae 
matrimonio, tiene hijos, envejece, se convierte en abuelo/a y por último 
fallece. Desde este punto de vista no hay diferencias entre las vidas de las 
distintas personas. Que alguien viva en un barrio de Estambul o en una ciudad de 
México no modifica para nada la cuestión. Todos mueren en definitiva. 
Posiblemente dentro de un siglo ya no vivirá ninguna de esas personas con las 
que nos cruzamos. Quien se da cuenta de esto y sigue reflexionando se plantea 
los siguientes interrogantes: puesto que todos moriremos algún día, ¿por qué 
actuamos como si nunca nos fuéramos de este mundo? Si se sabe con certeza que 
algún día hay que morirse y lo lógico sería esforzarse por una buena vida 
después de la muerte, ¿por qué casi todos se comportan como si nunca finalizara 
la vida en este mundo? 
Quien medita así 
llega a una conclusión muy decisiva. 
La gran mayoría 
de la gente no piensa acerca de estas cuestiones. Si se les preguntase de 
improviso, “¿qué están pensando en este momento?”, se referirán seguramente a 
cosas totalmente triviales que nos les sirve prácticamente para nada. De todos 
modos, el ser humano es capaz de pensar permanentemente en “cosas 
significativas”, “sabias” e “importantes” desde que se despierta hasta que se va 
a dormir y derivar de ello conclusiones apropiadas. 
Dios nos informa 
en el Corán que los creyentes deben reflexionar y obtener decisiones 
beneficiosas de lo que medita: 
En la creación 
de los cielos y de la tierra y en la sucesión de la noche y el día hay, 
ciertamente, signos para los dotados de intelecto, que recuerdan a Dios de pie, 
sentados o echados, y que meditan en la creación de los cielos y de la tierra: 
“¡Señor! No has creado todo esto en vano. ¡Gloria a Ti! Presérvanos del castigo 
del Fuego” (Corán, 3:190-191). 
Como informa el 
versículo, los creyentes son personas reflexivas, capaces de ver el aspecto 
milagroso de la creación y el conocimiento, sapiencia y exaltada potestad de 
Dios.   
El 
Individuo Obtiene el Juicio Correcto Volviéndose a Dios 
Para que la 
meditación sea beneficiosa y conduzca a una conclusión correcta, hay que pensar 
siempre de manera positiva. Por ejemplo, si alguien se siente inferior 
físicamente porque envidia la buena presencia y elegancia de otra persona, cae 
en algo que Dios no aprueba. Por el contrario, quien anhela obtener la 
aprobación de Dios, considera que el ser apuesto y elegante es una manifestación 
de la creación perfecta de Dios, perfección que se la da a quien El quiere. 
Entonces le produce un gran deleite verla como una belleza creada por Dios y 
pide a El que en el más allá acreciente su hermosura. Y también pide para sí un 
esplendor auténtico en el otro mundo. Se da cuenta que la generalidad de los 
seres humanos han sido creados con imperfecciones porque es en este mundo donde 
se los prueba. Entonces anhela con mayor intensidad el Paraíso. Lo expresado es 
sólo un ejemplo de pensamiento noble y sincero. El ser humano se cruza a lo 
largo de la vida con muchos ejemplos como el dado par ver si se manifiesta 
convenientemente y con una forma de pensar que sea del agrado de Dios. 
El éxito en la 
prueba y una meditación favorable en el más allá dependen de las lecciones y 
advertencias que deduce de lo que reflexiona. Es por eso que resulta imperativo 
que el ser humano piense continuamente de manera correcta. Dice Dios en el 
Corán: 
El es Quien os 
muestra Sus signos, Quien hace bajar del cielo sustento. Pero no se deja 
amonestar sino quien vuelve a El arrepentido (Corán, 40:13). 
  
¿En Qué Piensa la Gente 
Normalmente? 
Como vimos 
antes, las personas no piensan como deberían y eso les impide desarrollar la 
facultad del entendimiento. Pero debe hacerse una aclaración. 
En todo momento 
se nos pasan cosas por la mente y casi nunca la tenemos en blanco, excepto en 
ciertos momentos al dormir. Con todo, muchos de esos pensamientos son 
improductivos, “fútiles” e “innecesarios”, no nos sirven para nada en la otra 
vida y no nos llevan a buen puerto. 
Si alguien hace 
la prueba de recordar lo que pensó durante todo el día y lo anota, verá que la 
mayoría de lo registrado son cosas insustanciales. Y si encuentra algo que le 
parece digno de elogio, es probable que después se dé cuenta de que estaba 
equivocado. Ello es así porque, en términos generales, las conclusiones que nos 
parecen correctas no sirven de nada en la otra vida. 
La gente no sólo 
gasta el tiempo en cosas triviales a lo largo de la vida, sino que procede de la 
misma manera con aquello que discurre mentalmente. Dios aconseja tener una gran 
fuerza de voluntad para no caer en las trivialidades: Bienaventurados los 
creyentes... que evitan el vaniloquio, (Corán, 23:1 y 3). Esto se aplica 
también a lo que uno medita. Eso se debe a que las ideas, a menos que las 
controlemos convenientemente, fluyen de modo permanente en la mente. Si no 
sabemos qué queremos, la mente salta de un tema frívolo a otro. Al dirigirnos a 
nuestro hogar podemos estar pensando lo que necesitamos comprar y en seguida 
recordar, repentinamente, lo que nos dijo un amigo hace bastante tiempo. Esa 
forma incontrolada de pensar puede mantenerse todo el día. 
Pero es algo 
posible de manejar. Todos tenemos la capacidad de cavilar sobre las cosas que 
mejorarán nuestra fe, nuestro intelecto, nuestra cortesía y lo que nos rodea. 
En este capítulo 
haremos mención al tipo de cosas sin importancia que se tiende a pensar. Y nos 
referiremos a esto porque si a los lectores de este libro les pasa por la cabeza 
algo similar, sabrán que la están ocupando con cosas inservibles. De ese modo 
podrán controlar el discernimiento y volcarlo a algo que sea realmente 
provechoso. 
  
Cuando una 
persona no logra controlar las ideas y orientarlas de manera provechosa, puede 
verse invadida por el temor, la angustia y la preocupación en función de cosas 
que podrían suceder pero que aún no acontecieron. 
Por ejemplo, el 
padre de un joven que debe dar un examen en la universidad podría suponer cuál 
sería el destino del hijo: “Si no se recibe no encontrará trabajo y no podrá 
ganar lo suficiente como para casarse. Pero si se casa no me imagino cómo hará 
frente a los gastos de la boda. Además, se habrá derrochado todo el dinero que 
gastó hasta ese momento para que estudie y la gente nos mirará con desdén. Para 
peor, ¿qué hago si el hijo de mi amigo se recibe y el mío no...?”. 
Esa forma de 
pensar errónea puede seguir desarrollándose, pero en realidad el hijo no ha 
rendido el examen aún. Es difícil resistir ese tipo de temores infundados a lo 
largo de la vida si se está alejado de la religión. Seguramente hay una razón 
que lleva a ello. En el Corán se dice que el motivo por el cual la gente no 
puede enfrentar esas ansiedades sin sentido reside en que se deja influenciar 
por los susurros de Satanás: 
(El Demonio ha 
dicho: “...) he de extraviarles, he de inspirarles vanos deseos...” (Corán, 
4:119). 
Como lo expresa 
el versículo, quien se deja invadir por ansiedades triviales siempre se 
encuentra predispuesto a los susurros de Satanás, pues olvida a Dios (se 
extravía) y no piensa con propiedad. En otras palabras, si el ser humano 
engañado por la vida mundanal no actúa como corresponde, valiéndose de su fuerza 
de voluntad, y se deja llevar por los acontecimientos vulgares de todos los 
días, queda bajo el completo control de Satanás. Uno de los principales patrones 
de comportamiento de Satanás es fomentar la ansiedad. Por lo tanto, todos los 
conceptos erróneos, pesimismo y ansiedades urdidos en la mente --como cuando 
alguien se plantea, “¡qué haré si tal cosa sucede!”--, tienen su origen en los 
susurros de Satanás. 
Dios nos enseña 
la forma de no caer en esa trampa. Nos dice en el Corán que cuando 
experimentemos una instigación perniciosa de Satanás deberíamos buscar refugio 
en El y recordarle: 
Cuando los 
que tienen taqwa (es 
decir, los que reverencian a Dios) sufren una aparición del Demonio, se dejan 
amonestar y ven claro. En cuanto a sus hermanos, en cambio, (los demonios) 
persisten en mantenerles descarriados (Corán, 7:201-202). 
Como se expresa 
en el versículo, quien reflexiona ve qué es lo correcto y no se deja arrastrar 
por Satanás a cualquier parte. 
Lo importante es 
saber que ese tipo de pensamiento que mueve al miedo no sirve para nada. Por el 
contrario, impide meditar sobre la realidad, reflexionar sobre temas importantes 
y, en consecuencia, purificar la mente de las concepciones inútiles. Sólo se 
puede meditar apropiadamente si se libera la mente de pensamientos ramplones, 
prosaicos. Esa es la manera de mantenerse “alejado de lo vano”, como ordena Dios 
en el Corán.
 
¿Cuáles Son los Motivos 
que Impiden Meditar? 
Son muchos los 
factores que obstaculizan la reflexión apropiada. Uno sólo de ellos, algunos o 
todos, pueden impedir discernir la verdad. Por lo tanto es necesario que cada 
persona identifique los factores que le afectan negativamente y se los saque de 
encima. De otro modo no será capaz de ver el verdadero rostro de la vida en este 
mundo, lo que podría causarle una gran pérdida en el otro mundo. 
Dios nos informa 
en el Corán sobre la situación de esa gente acostumbrada a pensar de manera 
superficial: 
Conocen lo 
externo de la vida de acá, pero no se preocupan por la otra vida. ¿Es que no 
reflexionan en su interior? Dios no ha creado los cielos, la tierra y lo que 
entre ellos está sino con un fin y por un período determinado. Pero muchos 
hombres se niegan, sí, a creer en el encuentro de su Señor (Corán, 30:7-8). 
 
Una de las cosas 
que más descarría a la gente es creer que la actitud correcta pasa por hacer lo 
que hace la “mayoría”. Uno tiende a pensar normalmente que lo correcto se 
aprende del entorno, en vez de buscar la verdad a través de la reflexión. 
Observamos que las cosas que a primera vista nos parecen extraordinarias, la 
mayoría de las personas las considera ordinarias y ni siquiera les prestan 
atención. En consecuencia, después de un tiempo, casi todos proceden así. 
Por ejemplo, 
gran parte del grupo que uno integra, no reconoce que algún día morirá. Ni 
siquiera dejan que alguien hable de eso, para que no se les recuerde la muerte. 
Entonces uno se plantea: “Dado que todos piensan de ese modo, no debe estar mal 
que me comporte de la misma manera”. Es así como se pasa a vivir sin recordar 
para nada la muerte. Pero si quienes nos rodean reverenciasen a Dios y se 
esforzaran como es debido para la buena vida en el más allá, lo más probable es 
que también nosotros actuaremos así. 
Veamos otro 
ejemplo. En la TV, periódicos y revistas, aparecen cientos de noticias sobre 
desastres, injusticias, opresiones, suicidios, homicidios, robos, estafas y 
deslealtades, a la vez que se hace conocer las necesidades de miles de personas 
todos los días. No obstante, mucha gente que ve o lee esas noticias, cambia de 
canal o da vuelta la página del periódico sin inmutarse. Casi nadie se pregunta 
porqué abunda ese tipo de información o qué se hizo o se piensa hacer con el 
objeto de remediar dichas situaciones tan feas y evitar que continúen 
sucediendo. De la misma manera, casi nadie cavila en lo que puede hacer por su 
cuenta respecto de esos problemas. La mayoría de las personas piensan que los 
responsables son “otros” y razonan así: “¿depende de mí la salvación del 
mundo?”. 
 
La indolencia es 
un factor que mantiene a la mayoría de la gente alejada del razonamiento. Debido 
a la indolencia mental se repite lo que se ha visto y aquello a lo que uno está 
acostumbrado. Si tomamos un ejemplo de todos los días, vemos que las amas de 
casa limpian el hogar de la misma manera que se lo vieron hacer a sus madres. 
Generalmente no piensan: “¿Cómo podría hacer para que la limpieza sea más 
práctica y mejor?”, ni ensayan métodos nuevos. Del mismo modo, cuando hay que 
reparar algo, se usa el mismo método aprendido desde la infancia. Normalmente se 
es remiso a la innovación y a prácticas más eficientes. La forma de hablar de la 
gente también cae en la general de la ley. Los miembros de cada profesión tienen 
un estilo de dicción particular. Imitan los estilos de sus respectivos colegas 
antes que buscar una manera de expresarse con más propiedad, mejor. 
La forma en que 
se resuelven los problemas también pone de manifiesto esa indolencia. Por 
ejemplo, el actual administrador de un edificio encara los inconvenientes del 
caso de la misma manera que lo hicieron los anteriores. Así procede también el 
intendente de una ciudad respecto a los problemas de tránsito. Muchas veces se 
es incapaz de encontrar soluciones porque no se recurre a otros criterios. 
Por cierto, las 
situaciones que se crean en cada caso de los ejemplos dados, son las que sufren 
las personas en la vida cotidiana. Pero hay cuestiones mucho más importantes que 
esas. Quienes no las tomen en cuenta y reflexionen, pueden llegar a sufrir 
graves pérdidas permanentes. Los motivos principales que llevan a esa situación 
es el no meditar acerca del propósito de la existencia, perder de vista que la 
muerte es inevitable y que en definitiva nos enfrentaremos con el Día del 
Reconocimiento después de morirnos. 
En el Corán Dios 
invita a la gente a reflexionar sobre estos temas cruciales: 
Esos son los que 
se han perdido a sí mismos. Se han esfumado sus invenciones... En verdad, en la 
otra vida serán los que más pierdan. Pero quienes crean, obren bien y se 
muestren humildes para con su Señor, esos morarán en el Jardín eternamente. 
Estas dos clases de personas son como uno ciego y sordo y otro que ve y oye. 
¿Son similares? ¿Es que no os dejaréis amonestar? (Corán, 11:21-24). 
¿Acaso Quien 
crea es como quien no crea? ¿Es que no os dejaréis amonestar? (Corán, 16:17). 
  
El Prejuicio de 
Creer Que “No es Bueno Pensar Mucho” 
En la sociedad 
prevalece la idea de que la meditación intensa no es buena. Se dice con bastante 
frecuencia que puede dañar la mente. Pero seguramente es un concepto 
supersticioso inventado por quienes están alejados de la religión. Lo que hay 
que hacer es meditar siempre y evitar poner la atención en cosas negativas así 
como en ciertos miedos y conceptos erróneos exagerados. 
Quienes no 
tienen una fe firme en Dios y en la otra vida no piensan en la benevolencia de 
Dios sino, por el contrario, especulan negativamente porque generalmente sus 
ideas les lleva a logros no completamente beneficiosos. Por ejemplo, se vuelven 
muy pesimistas porque piensan que la vida en este mundo es temporaria y que un 
día morirán. Algunos son conscientes de que vivir sin seguir los cánones 
establecidos por Dios les prepara la infelicidad en la otra vida. Otros se ven 
invadidos por el pesimismo porque creen que al morir desaparecen totalmente, no 
queda nada de ellos. 
Pero quien cree 
en Dios y en el más allá extrae conclusiones totalmente distintas al reflexionar 
sobre el hecho de que la vida en este mundo es pasajera. Antes que nada, se 
preocupa y esfuerza por su vida eterna y real en el otro mundo. Al saber que la 
existencia terrena se acaba más temprano o más tarde, no le entusiasma las 
pasiones o intereses mundanales. Se encuentra muy conforme con lo que logra de 
buena manera. No le molesta o incomoda nada de esta vida temporaria. Abriga 
siempre la esperanza de obtener una vida eterna agradable. Goza mucho de las 
bendiciones y atractivos propios de este mundo, al que Dios lo creó con una 
serie de limitaciones para probar a la gente. La persona inteligente piensa que 
en esta vida hay tanta belleza que resulta atrayente a pesar de esas 
limitaciones, por lo que le resulta inimaginable la hermosura del Paraíso. 
Espera ver en la otra vida “el original” de cada cosa encantadora vista aquí. Y 
todo eso lo concibe por medio de la meditación profunda. 
Por lo tanto, 
sería muy contraproducente inquietarse y negarse a reflexionar convenientemente 
“por temor a volverse pesimista si descubre la verdad” después de pensar con 
agudeza. Nada conduce al pesimismo a la persona que siempre mantiene su fe en 
Dios y un pensamiento favorable. 
  
El no Meditar 
no Evita ni Anula las Responsabilidades 
La mayoría de la 
gente piensa que se pueden evadir distintas responsabilidades si no se 
reflexiona sobre ciertas cuestiones. Esta forma de actuar le puede reportar 
algunas beneficios ya que le mantendría apartada de algunas cosas. Pero cae en 
un gran engaño si piensa que de ese modo puede escapar a las responsabilidades 
que tiene ante su Señor. Esta idea es la razón principal para no meditar 
respecto de la vida y la muerte. Si lo hiciera y concluyese que hay una vida 
eterna después de la muerte, necesariamente tendría que esforzarse con todas sus 
energías para alcanzar una buena existencia en el otro mundo. Sin embargo, se 
autoengaña al suponer que al no pensar queda exceptuada de toda responsabilidad 
en ese plano. Es el propio ser humano el que se entrampa, pues si no alcanza la 
verdad en este mundo a través de la meditación, al morir comprenderá que no 
tiene forma de escapar del error: 
La agonía del 
moribundo traerá la Verdad: “¡Ahí tienes lo que rehuías!”. Se tocará la 
trompeta. Ese es el día de la Amenaza (Corán, 50:19-20). 
  
La Completa 
Falta de Meditación Debido a Que se Está  
Totalmente Sumergido en 
el Ajetreo Cotidiano 
La mayoría de 
las personas transcurren toda la vida de manera precipitada, acelerada. Al 
llegar a cierta edad se ponen a trabajar y a cuidar sus familias. A eso lo 
denominan “lucha por la vida”, se quejan de que no les queda tiempo para nada 
más y sostienen que el poco del que disponen no pueden perderlo en la 
meditación. Por lo tanto, de lo único que se ocupan es de algunas de esas cosas 
que las tiene inmersas en el torrente de lo cotidiano. Como consecuencia de ello 
se vuelven insensibles a todo lo que ocurre a su alrededor. 
Sin embargo, ese 
mero consumo de tiempo, persiguiendo fines mundanales corriendo de aquí para 
allá, no es lo que debería caracterizar al ser humano. Lo más importante es 
tener la capacidad de ver el rostro verdadero de este mundo y asumir una forma 
de vida en función de ello. Nadie tiene como único propósito ganar dinero, ir al 
trabajo, estudiar en la universidad o conseguir una vivienda. Seguramente son 
cosas que se pueden necesitar a lo largo de la vida. Así y todo, lo que se 
debería tener presente cuando se busca concretar algo de lo dicho, es que el 
propósito de nuestra existencia aquí es ser siervos de Dios, es decir, trabajar 
para Su agrado, por Su misericordia y el Paraíso. Todo lo demás que se haga sólo 
puede servir como “medios” que ayudan a obtener el puro y genuino propósito 
mencionado. Pero adoptar esos medios como fines en sí mismos es un engaño del 
que se vale Satanás para extraviar al ser humano. 
Quienes viven 
sin meditar adecuadamente, pueden equivocarse con gran facilidad y tomar los 
medios como objetivos finales. 
Podemos citar un 
ejemplo de la vida diaria. Indudablemente significa algo bueno producir cosas 
beneficiosas para la sociedad. Quien cree en Dios lo hace con fervor y espera Su 
premio en este mundo y en el más allá. Pero quien hace lo mismo sin recordar a 
Dios y solamente por los beneficios mundanales del caso --una buena posición 
social o el aprecio de los demás--, comete una equivocación. Ha hecho un uso 
inapropiado de algo que debería servirle para lograr el agrado de Dios. Se 
lamentará de ello cuando enfrente la realidad en el más allá. Dios se refiere en 
un versículo a los que se comportan de esa manera: 
Lo mismo les 
pasó a los que os precedieron. Eran más fuertes que vosotros, más ricos y tenían 
más hijos. Disfrutaron de su parte. Disfrutad vosotros también de vuestra parte, 
como vuestros antecesores disfrutaron de la suya. Habéis parloteado igual que 
ellos. Vanas fueron sus obras en la vida de acá y vanas lo serán en la otra. 
Esos son los que pierden (Corán, 9:69). 
  
El Ver Todo de Manera 
Rutinaria Lleva  
a Considerar 
Que la Reflexión no Hace Falta Para Nada 
Cuando las 
personas se encuentran con algo por primera vez, pueden llegar a considerarlo un 
suceso extraordinario y servirle de acicate para profundizar sobre su realidad. 
Pero después de cierto tiempo se desarrolla una resistencia habitual a esa forma 
de proceder, por lo que pierde su atractivo. Entonces, el objeto o suceso 
considerado extraordinario en un primer momento, se convierte en “común”, 
“vulgar”. 
Por ejemplo, a 
algunos futuros médicos les causa una gran impresión la primera vez que trabajan 
sobre un cadáver o se les muere un paciente. En consecuencia, meditan sobre ello 
intensamente. Puede ser que se enfrenten de improviso con el cuerpo inerme de 
una persona que hasta unos minutos antes estaba llena de vida, risueña, haciendo 
planes para el futuro, conversando, divirtiéndose, con los ojos chispeantes de 
vida. La primera vez que se coloca ante ellos un cadáver para la autopsia 
piensan en un montón de cosas: cómo se deteriora el cuerpo tan rápido, el olor 
repugnante que proviene del mismo, lo desagradable que resulta ese cabello que 
una vez fue tan atractivo al punto que no se lo quiere tocar. Después piensan 
que todos los cuerpos están compuestos de los mismos elementos y que todos 
encontraremos el mismo final, es decir, que todos seremos como ese cadáver que 
está allí. 
No obstante, al 
ver una y otra vez cadáveres, de extraños o de parientes, desarrollan un 
acostumbramiento a ciertas cosas. Empiezan a tratar a los fallecidos, y también 
a los pacientes, como si fuesen objetos. 
Por cierto, esto 
no es válido sólo para los médicos. Lo mismo se aplica a mucha gente en muchas 
áreas de la vida. Por ejemplo, cuando a una persona que vive en medio de 
dificultades se le concede una forma de vida muy confortable, comprende que todo 
lo que posee es una bendición: la cama muy cómoda donde duerme, la vista hermosa 
que observa desde su vivienda, la facilidad de comprarse todo lo que quiera, la 
posibilidad de caldear la morada en invierno, el automóvil con el que se 
desplaza fácilmente a cualquier parte, y así de seguido. Al acordarse de la 
situación en la que se encontraba, se regocija por cada una de las cosas con que 
cuenta ahora. En cambio, el que poseyó desde que nació todas las comodidades del 
caso, puede no darle el valor que tienen. En consecuencia, si no medita sobre 
ello no puede apreciar dichas bendiciones. 
Pero al que 
sopesa todo de manera apropiada le es indiferente si esas cosas las tuvo desde 
la cuna o las consiguió después. Nunca las considera como algo “ordinario”. Sabe 
que cada cosa a la que echa mano ha sido creada por Dios y que El las tomará de 
vuelta si lo desea. Por ejemplo, al montar sus bestias de carga, es decir, sus 
vehículos, los creyentes recitan a conciencia el siguiente versículo: 
para que os 
instaléis en ellos y, luego, cuando lo hayáis hecho, recordéis la gracia de 
vuestro Señor y digáis: “¡Gloria a Quien ha sujetado esto a nuestro servicio! 
¡Nosotros no lo hubiéramos logrado! ¡Sí, volveremos a nuestro Señor!” (Corán, 
43:13-14). 
En otro 
versículo se dice que al entrar los creyentes a sus huertas recuerdan a Dios y 
dicen: ...“Que sea lo que Dios quiera. La fuerza reside sólo en Dios”... 
Corán, 18:39). Al momento de entrar allí piensan que Dios los ha creado y El 
los sustenta. Por otra parte, una persona que no medita puede impresionarse la 
primera vez que ve una huerta hermosa, pero después se le vuelve un lugar común, 
vulgar. La admiración se desvanece. Algunos no se dan cuenta para nada de esas 
bendiciones porque no meditan. Las toman como algo “ordinario”, “habitual”, como 
algo que “tenía que ser así”. En consecuencia, no pueden deleitarse con su 
belleza. 
  
Conclusión: 
Es Imperativo Que el Ser Humano se Desprenda  
de Todo Aquello que le Impide 
Meditar 
Como dijimos 
antes, que la mayoría de la gente no medite porque vive desatenta de la verdad 
no puede ser una excusa suficiente. Cada individuo es responsable ante Dios 
únicamente de sí mismo. Es muy importante tener en cuenta que la prueba de Dios 
es en la vida de este mundo. La indiferencia de quienes no meditan, razonan y 
buscan la verdad es, en la mayoría de los casos, parte de dicha prueba. El que 
piensa con sinceridad no dice “si la mayoría no reflexiona y es inconsciente de 
todo esto, ¿por qué yo debería actuar así?”. Por el contrario, saca lección de 
esa desatención de la gente y se refugia en Dios con el objeto de no ser uno del 
montón. Queda en claro que para el creyente la actitud de los que se equivocan 
no le sirve de excusa para hacer lo mismo. Dios nos informa en el Corán en 
muchos de sus versículos que la mayoría de la gente es desatenta y no cree: 
La mayoría de 
los hombres, a pesar de tu celo, no creen (Corán, 12:103). 
Alif Lam Mim Ra. 
Estos son los signos del Libro. Lo 
que se te ha revelado, de parte de tu Señor, es la Verdad, pero la mayoría de 
los hombres no creen (Corán, 13:1). 
Han jurado 
solemnemente por Dios: “Dios no resucitará a quien haya muerto”. Claro que sí. 
Es una promesa que Le obliga, verdad. Pero la mayoría de los hombres no sabe 
(Corán, 16:38). 
La hemos 
distribuido entre ellos (el 
agua que baja del cielo) para que se dejen amonestar, pero la mayoría de los 
hombres no quieren sino ser infieles (Corán, 25:50). 
Dios anuncia en 
otro versículo cuál es el fin que encontrarán los que se extraviaron por seguir 
a la mayoría y desobedecer las órdenes de Dios al olvidar el propósito de la 
creación: 
Gritarán (los 
réprobos) allí: “¡Señor! 
¡Sácanos y obraremos bien, no como solíamos hacer!”. “¿Es que no os dimos una 
vida suficientemente larga como para que se dejara amonestar quien quisiera? El 
monitor vino a vosotros... ¡Gustad, pues! Los impíos no tendrán quien les 
auxilie” (Corán, 35:37). 
Debido a ello, 
cada uno debería dejar a un lado los argumentos que le impiden meditar sincera y 
honestamente sobre cada acontecimiento y existencia que Dios crea. Así podrá 
extraer de allí las enseñanzas y advertencias del caso. 
En el próximo 
capítulo discutiremos sobre ciertos sucesos y criaturas dignos de reflexión, con 
los que el ser humano se puede cruzar en la vida diaria. Con ello buscamos 
proporcionar a nuestros lectores una guía y ayuda para que el resto de sus vidas 
sean gente que “piensa y extrae advertencias y enseñanzas de lo que reflexiona”.
 
Desde el inicio 
de este libro nos referimos a la importancia de la meditación y el beneficio que 
produce, a la vez que remarcamos que la facultad de reflexión diferencia al ser 
humano de otros seres vivientes. También mencionamos las causas que llevan a no 
meditar. El propósito principal que nos anima es, como se dijo, impulsar a la 
gente a hacerlo, a tener en claro para qué fueron creadas y honrar la 
omnisapiencia y omnipotencia de Dios. 
En las páginas 
que siguen intentaremos describir lo que debería pensar el creyente en Dios de 
las cosas con las que se encuentra a lo largo del día, las lecciones que debería 
extraer y cómo debería agradecerle y aproximarse a El por permitirle observar Su 
arte y conocimiento en todo. 
Por cierto, lo 
que se mencionará aquí como reflexiones provechosas, es apenas un ejemplo 
diminuto de la capacidad del ser humano para proceder así en todo instante de su 
vida. Es tan amplio el campo para la meditación, que prácticamente no tiene 
límite. A lo que apuntamos en lo que trataremos a continuación es a abrir una 
puerta para aquellos que no hacen un uso apropiado de la facultad de reflexión. 
Se deberá tener 
presente que sólo quienes recapacitan pueden asumir una posición distinta a la 
de la mayoría. En los versículos de Dios se relata la situación de los que son 
incapaces de observar los sucesos milagrosos en su entorno y en consecuencia no 
pueden cavilar sobre los mismos: 
Los incrédulos 
son como cuando uno grita al ganado, que no percibe más que una llamada, un 
grito: son sordos, mudos, ciegos, no razonan (Corán, 2:171). 
Hemos creado 
para la gehena (el 
infierno) a muchos de los genios y de los hombres. Tienen corazones con los 
que no comprenden, ojos con los que no ven, oídos con los que no oyen. Son como 
rebaños. No, aún más extraviados. Esos tales son los que no se preocupan (Corán, 
7:179). 
¿Crees que la 
mayoría oyen o entienden? No son sino como rebaños. No, más extraviados aún del 
Camino (Corán, 25:44). 
Quienes son 
capaces de ver los signos de Dios, los aspectos prodigiosos de las existencias y 
sucesos que El crea, es decir, quienes pueden comprender, son esos que 
reflexionan y pueden extraer conclusiones de todo lo que les rodea, sea grande o 
pequeño. 
  
Al Despertarse a la Mañana... 
Para empezar a 
meditar no hace falta ninguna condición en especial. Desde el momento en que nos 
despertamos a la mañana tenemos ante nosotros muchísimas oportunidades para 
hacerlo a lo largo del día que se inicia. Descansados y bien dormidos retomamos 
las tareas diarias y recordamos un versículo de Dios: 
El es Quien ha 
hecho para vosotros de la noche vestidura, del sueño descanso, del día 
resurrección (Corán, 25:47). 
Nos lavamos la 
cara, nos damos una ducha y con todos nuestros sentidos alerta ya podemos 
meditar sobre gran cantidad de cosas provechosas. Hay cosas mucho más 
importantes que lo que vamos a desayunar o el tiempo libre que nos queda antes 
de ir al trabajo. Entonces, tenemos que ocuparnos primero de esos asuntos de 
mayor significación. 
En primer lugar, 
el despertarnos a la mañana es un gran milagro. Aunque durante el sueño 
permanecemos totalmente desconectados, a la mañana recobramos nuestra lucidez y 
personalidad. El corazón sigue palpitando, seguimos respirando, somos capaces de 
hablar y ver. En verdad, al irnos a dormir nadie nos garantiza que al otro día 
seguiremos gozando de esos favores. Generalmente tampoco enfrentamos un desastre 
al dormirnos, como ser una explosión debido a que algún vecino dejó abierta la 
llave del gas o una catástrofe de otro tipo que nos mataría. 
Nuestros 
organismos también podrían haber sufrido algún cambio durante el sueño y 
entonces nos despertaríamos, por ejemplo, con fuertes dolores renales o de 
cabeza. Sin embargo, en general, nos despertamos a salvo e incólumes. Si 
meditamos sobre esto, agradeceremos a Dios Su misericordia y protección. 
Comenzar un 
nuevo día con la salud íntegra significa que Dios nos da otra posibilidad para 
alcanzar mayores logros en el más allá. 
En consecuencia, 
la mejor actitud a tomar es pasar nuestros días de manera tal que sean del 
agrado de Dios. Antes que nada deberíamos abocarnos a este objetivo y ocupar la 
mente con pensamientos dirigidos a dicho logro. El punto de partida para agradar 
a Dios es pedir a El que nos ayude en esto. La súplica del profeta Salomón 
establece un buen ejemplo para los creyentes: 
  
...“Señor, 
permíteme que Te agradezca la gracia que nos has dispensado, a mí y a mi padre. 
Haz que haga obras buenas que Te plazcan. Haz que entre a formar parte, por Tu 
misericordia, de Tus siervos justos” Corán, 27:19).   
En Qué Pensamos Debido a 
Nuestra Endeblez 
Tan pronto como 
salimos de la cama, al darnos cuenta de nuestras incapacidades empezamos a 
meditar. Por ejemplo, al lavarnos la cara y cepillarnos los dientes, empezamos a 
pensar en nuestras ineptitudes físicas que se manifiestan en que prácticamente 
tenemos que bañarnos todos los días para mantenernos adecuadamente saludables, 
en que nuestro cuerpo está tan expuesto a las infecciones y en que no es posible 
estar bien dispuestos si tenemos sueño, hambre y sed. Y todas ellas son signos 
de nuestra endeblez. 
Si la persona 
que se mira en el espejo a la mañana es anciana, puede meditar sobre otras 
cosas. El primer signo de que los años se nos vienen encima se manifiesta en el 
rostro alrededor de los treinta años. Empiezan a aparecer arrugas por debajo de 
los ojos y alrededor de la boca. La piel deja de ser rojiza (encarnada) como 
antes y se puede observar el inicio del deterioro en distintas partes del 
cuerpo. Más adelante el cabello se pone blanco y las manos exhiben el paso de 
los años. 
Para quien 
medita acerca de esto, la edad madura es una de las situaciones que expresa con 
mayor vigor la naturaleza temporaria de la vida en este mundo. Esta comprobación 
debería refrenar la codicia por las cosas mundanales. La persona entrada en años 
comprende que ya le empezó la cuenta regresiva en la vida terrestre. En 
realidad, el que percibe y sufre la cuenta regresiva es el cuerpo, que se va 
desmejorando gradualmente, pero no el alma. En muchas personas ejerce una gran 
influencia ser de buena apariencia en la juventud. Los que se ven atrayentes a 
menudo son arrogantes, en tanto que los que se ven feos se sienten infelices e 
inferiores. La vejez exhibe lo pasajero que son la belleza o fealdad corporal y 
que lo meritorio del ser humano se encuentra en las obras correctas que realiza, 
las buenas cualidades personales y el compromiso con Dios. Estas son las únicas 
cosas aceptables para El. 
Cada vez que 
enfrentamos nuestras falencias, comprobamos que el único Perfecto y Exaltadísimo 
es Dios, a Quién las imperfecciones no Le alcanzan. Entonces corresponde que 
Glorifiquemos Su Grandeza. 
Dios ha creado 
con un propósito cada falencia humana. Algunas tienen como objetivo ayudar a los 
individuos a no atarse a la vida de este mundo y a no extraviarse, debido a los 
goces que producen. Quien por medio de la meditación llega a comprender esto, 
quiere que Dios lo recree en el más allá libre de todos sus defectos. 
Nuestras 
falencias nos recuerdan otro factor importante: mientras la rosa que crece en un 
suelo sucio huele a limpio, nuestros cuerpos exhalan un olor insoportable cuando 
no nos aseamos. Las personas vanidosas y arrogantes, en particular, tienen que 
pensar acerca de esto y extraer las conclusiones y advertencias del caso. 
  
En Qué Nos Hacen 
Meditar Algunos Rasgos Corporales 
Al mirarnos en 
el espejo a la mañana podemos reflexionar sobre muchas cosas que no tuvimos en 
cuenta antes. Por ejemplo, las pestañas, cejas, huesos y dientes dejan de crecer 
al llegar a cierta longitud. Sin embargo, el cabello no deja de extenderse. En 
otras palabras, como pauta, la pilosidad no se desarrolla de manera semejante en 
todo el cuerpo. 
Además, hay una 
perfecta armonía y proporción en el crecimiento de los huesos. Por ejemplo, en 
los miembros superiores no crecen más de lo necesario para evitar una relativa 
desproporción corporal. El desarrollo se detiene en el momento preciso, como si 
supiesen el largo que deben tener. 
Por cierto, todo 
ello se produce como resultado de distintas reacciones que tienen lugar en 
nuestro organismo. Así y todo, alguien que reflexiona también se pregunta: 
¿Quién colocó en el cuerpo la cantidad y tipo de hormonas y enzimas necesarias 
para determinar el crecimiento de cada parte de nuestra estructura física? 
¿Quién controla esas cantidades y las secreciones? 
Indudablemente, 
es imposible suponer que todo eso se ha producido y se produce por casualidad. 
Es imposible que las células por decisión propia formen un ser humano o que los 
átomos sin conciencia constituyan las células. No cabe ninguna duda de que cada 
una de esas cosas es parte del arte de Dios, Quien nos crea y crea todo como 
mejor corresponda. 
  
En el Camino.... 
La mayoría de la 
gente, después de levantarse y realizar los aprestos del caso, se encamina a la 
oficina, a la escuela o emprende un viaje de trabajo al exterior. Para el 
creyente, ese desplazamiento de todos los días facilita la realización de 
acciones del agrado de Dios. Apenas salimos de nuestras viviendas ya nos 
encontramos con muchas cosas sobre las que deberíamos reflexionar. Vemos miles 
de personas, automóviles y árboles de distintos tamaños. Todos con detalles 
incontables. La perspectiva de un creyente es muy clara en ese contexto. Intenta 
aprender lo más que puede de lo que le circunda y meditar sobre la causa de los 
sucesos que observa, gracias a Dios que lo permite. Es decir, todo lo que se 
hace y se piensa seguramente tiene un motivo. Desde el momento en que se 
despierta agradece a Dios porque le dio otro día en este mundo para alcanzar 
premios Suyos. Al ponerse en camino reinicia un viaje en el que puede lograr 
esas gratificaciones. Quien es consciente de todo lo que dijimos aquí, debe 
meditar sobre el versículo de Dios: del día (hicimos) medio de 
subsistencia (Corán, 78:11). En consonancia con este versículo hacemos 
planes para ver como vamos a invertir el día de modo de hacer cosas provechosas 
con las que Dios esté satisfecho. 
Al llegar a 
nuestro automóvil o a cualquier otro vehículo de transporte con dicho proyecto 
en mente, de nuevo damos gracias a Dios pues disponemos del medio para 
dirigirnos al lugar del caso, independientemente de la distancia que haya que 
recorrer. Dios ha creado muchos tipos de vehículos para que la gente los use 
convenientemente. Los recientes desarrollos tecnológicos posibilitaron muchas y 
nuevas oportunidades en automóviles, trenes, aeroplanos, barcos, helicópteros, 
colectivos, etc. Si se cavila sobre esto, se recuerda otra cosa: es Dios Quien 
puso la tecnología al servicio del género humano. 
Los científicos 
se presentan todos los días con nuevos descubrimientos e innovaciones logradas 
con los medios que Dios creó en la Tierra y que facilitan nuestras vidas. Quien 
medita continúa su viaje agradeciendo a Dios por haber dispuesto a su servicio 
esos adelantos. 
Mientras 
seguimos la marcha y continuamos reflexionando, percibimos en las calles 
montones de basuras, feos olores, lugares sucios y áreas restringidas que nos 
hacen considerar otras cosas. 
Dios ha creado 
en este mundo lugares y escenas por medio de los cuales podemos hacernos una 
idea tanto del paraíso como del infierno, o conjeturar por medio de la 
comparación, cómo serán. Los montones de basuras, olores feos, etc, que 
mencionamos, provocan en nuestras almas un desconsuelo considerable. Nunca 
querríamos habitar en lugares que por sus características nos hicieran pensar en 
el infierno y nos recordaran los versículos sobre el mismo. Dios describe el 
infierno en el Corán como algo desagradable a la vista, tenebroso y sucio: 
Los de la izquierda ¿qué son los de la izquierda? estarán expuestos a un 
viento abrasador, en agua muy caliente. A la sombra de un humo negro, ni fresca 
ni agradable (Corán, 56:41-44). 
Cuando, 
atados unos a otros, sean precipitados en un lugar estrecho de él (es 
decir, del fuego), invocarán entonces la destrucción. “¡No invoquéis hoy una 
sola destrucción sino muchas destrucciones!” (Corán, 25:13-14). 
Al recordar 
estos versículos coránicos rogamos a Dios que nos proteja de la furia del 
infierno y que perdone nuestros errores. 
En cambio, 
quienes no piensan así, se pasan la vida rezongando e inquietos y ante cualquier 
incidente buscan a quien acusar como si se tratase de un delincuente. Por 
ejemplo, si el hecho que los ocupa es la eliminación de la basura ciudadana, 
harán enfurecer tanto a los que arrojan los desperdicios como a los responsables 
de la municipalidad que más tarde los recogen. Durante el día pensarán en muchas 
cosas, como ser, los baches en las calles, los problemas del tráfico, los 
inconvenientes debido a los incorrectos informes meteorológicos y por último en 
el regaño de sus jefe, que consideran injusto. Pero todo eso no les sirve para 
nada en la otra vida. Podrían detenerse a pensar si no deberían dejar a un lado 
la actitud exhibida. 
En realidad, 
muchos suponen que el verdadero motivo por el que no pueden ponerse a 
reflexionar, es la lucha que tienen por delante frente a problemas como el de la 
alimentación, la salud y el alojamiento. Pero eso no es más que una excusa. Las 
responsabilidades a enfrentar y las situaciones por las que se pasa, no tienen 
nada que ver con lo que se medita. Quien busca reflexionar para obtener el 
agrado de Dios, encontrará la ayuda de El. Comprobará que lo que ve como 
problemas se va superando, uno a uno, y que cada vez tiene más tiempo para 
meditar. Esto es algo que lo comprende y experimenta solamente el creyente. 
 
En tanto 
proseguimos nuestro viaje, intentamos captar los signos y milagros en la 
creación de Dios que nos circundan y reflexionar sobre ellos, como una forma de 
honrar Su gloria. Al mirar por la ventanilla del medio de transporte observamos 
un mundo multicolor. Entonces pensamos: ¿cómo serían las cosas si el mundo no 
fuese multicolor? 
Miremos la fotos 
de abajo y reflexionemos. ¿Obtendríamos el mismo placer de ahora al ver 
solamente en blanco y negro el mar, las faldas de las montañas o una flor? 
¿Sentiríamos el mismo agrado con las imágenes del cielo, las frutas, las 
mariposas, las ropas y el rostro de la gente en blanco y negro? Es un favor de 
nuestro Señor el que vivamos en un mundo vibrante de colorido. Los colores y su 
armonía en todo lo existente, son signos de la creación singular y del arte 
incomparable de la creación de Dios. Los colores de una flor o de un pájaro, la 
armonía o graduación de los mismos, el hecho de que ninguno de ellos en la 
naturaleza molesta o perturba la visión, o que los colores de los mares, del 
cielo y de los árboles poseen tonos que nos dan paz y no violentan el mecanismo 
de la visión, exhiben la precisa intención con la que Dios crea lo que desea. Al 
reflexionar llegamos a comprender que todo lo que observamos a nuestro alrededor 
es el producto del conocimiento y omnipotencia sin límites de Dios. En 
recompensa por todos los favores que nos concedió Le reverenciamos y buscamos 
que nos proteja para no caer en la ingratitud. Dios nos recuerda en el Corán la 
existencia de los colores y dice que sólo los dotados de conocimiento Le 
reverencian. En otra parte Dios deja en claro que los creyentes reflexionan 
permanentemente, se valen del discernimiento, exploran por medio de la 
meditación y extraen conclusiones: 
¿No ves cómo ha 
hecho Dios bajar agua del cielo, mediante la cual hemos sacado frutos de 
diferente clases? En las montañas hay vetas de diferentes colores: blancas, 
rojas y de un negro intenso. Los hombres, bestias y rebaños son también de 
diferentes clases. Sólo tienen miedo de Dios aquéllos de Sus siervos que saben. 
Dios es poderoso, indulgente (Corán, 35:27-28). 
  
¿Qué Debería Pensarse 
al Ver un Coche Fúnebre? 
La persona que 
va de prisa a alguna parte puede encontrarse de modo repentino con un coche 
fúnebre. Es una oportunidad muy buena para superar ciertas ideas o imágenes 
perturbadoras. El cuadro con el que se topa le recuerda la muerte. Se acuerda 
que algún día también ella irá en un ataúd. Sabe que por más que intente 
evitarlo, se encontrará con la muerte, más temprano o más tarde, en la cama, en 
la calle o de vacaciones. Por cierto, tendrá que abandonar este mundo porque la 
muerte es algo inevitable. 
El creyente 
recuerda entonces los siguientes versículos de Dios: 
Cada uno gustará 
la muerte. Luego, seréis devueltos a Nosotros. A quienes hayan creído y hecho el 
bien hemos de alojarles en el Jardín, eternamente, en cámaras altas, a cuyos 
pies fluyen arroyos. ¡Qué grata es la recompensa de los que obran bien, que 
tienen paciencia y confían en su Señor! (Corán, 29:57-59). 
En verdad, al 
considerar que el cuerpo de uno también será amortajado, cubierto con tierra por 
sus parientes y su nombre grabado en la lápida, apartamos o diluimos el vínculo 
con el mundo. Quien piensa sinceramente y de veras en esto, considera como algo 
sin sentido pretender aferrarse a un cuerpo que se pudrirá en la tierra. 
En el versículo 
antes citado, Dios da las buenas nuevas del paraíso después de la muerte, a 
quienes son pacientes y confían en El. En consecuencia, los creyentes buscan que 
su vida esté encauzada sinceramente hacia Dios de la manera correcta y 
testimoniar la conducta ordenada por Dios, con el objeto de alcanzar el paraíso. 
Cada vez que se acuerdan que la muerte puede presentarse en cualquier momento, 
aumentan la determinación por lo que se propusieron, intentan adoptar los 
valores más elevados y buscan expandirlos permanentemente a lo largo de sus 
vidas. 
En cambio, otro 
tipo de personas colocan en primer lugar concepciones distintas y transcurren la 
vida tras ansiedades vanas sin pensar que un día morirán. No les sirve de nada 
ver un coche fúnebre, pasar todos los días por un cementerio o que se muera ante 
ellos una persona querida.   
A lo Largo del Día... 
El creyente 
siempre piensa en los versículos de Dios al ir encontrándose en distintas 
situaciones a lo largo de la jornada e intenta comprender las sutilezas de los 
acontecimientos. 
Ante cada favor 
o prueba de Dios reacciona de un modo que El aprobará. Para el creyente tiene 
poca importancia la posición social que ocupa. Al reflexionar sobre el hecho de 
que Dios es el creador de todo, lo que intenta es ver el propósito oculto en los 
acontecimientos y la belleza que El genera, ya sea en la escuela, en el trabajo 
o al ir de compras. Eso le hace llevar una vida sujeta a los versículos de su 
Señor. En el Corán se relata así algunas de las actitudes de los creyentes: 
Hombres a 
quienes ni los negocios ni el comercio les distraen del recuerdo de Dios, de 
hacer la azAllah (el 
rezo regular) y de dar el 
azaque (la 
limosna regular). Temen un 
día en que los corazones y las miradas sean puestas del revés. Para que Dios les 
retribuya por sus mejores obras y les dé más de Su favor. Dios provee sin medida 
a quien El quiere (Corán, 24:37-38). 
  
En Qué Se Medita 
al Encontrarse Algunas Dificultades 
El ser humano 
puede tropezar con distintas dificultades a lo largo del día. Pero cualesquiera 
sean ellas, necesita confiar en Dios y pensar algo semejante a esto: “No 
debemos perder de vista ni por un instante que Dios nos prueba con todo lo que 
hacemos y pensamos. En consecuencia, al enfrentar cualquier tipo de dificultad o 
pensar que las cosas no van por el camino adecuado, nunca deberíamos olvidar que 
todos esos acontecimientos se nos presentan como pruebas frente a nuestras 
formas de proceder”. Sucesos como el pagar a alguien de más por haber 
entendido algo mal o estar desatento, el perder en la computadora debido al 
corte de la energía eléctrica un archivo que nos dio mucho trabajo, el ser 
reprobado en un examen para el que se estudió con ahínco, el pasarse días en una 
cola para conseguir un trabajo que se demora debido a las trabas burocráticas, 
el peligro de hacer mal una labor debido al extravío de documentación, el perder 
el avión o el colectivo cuando tenemos que llegar urgentemente a un lugar, etc, 
son los que por lo general dan origen a los pensamientos que nos pasan por la 
mente. Y son incidentes del tipo mencionado los que normalmente se encuentran a 
lo largo de la vida y se los considera un “inconveniente” y una “molestia”. 
En todos esos 
trances la persona con fe piensa de inmediato que Dios está poniendo a prueba su 
conducta y paciencia, que no tiene sentido que alguien que va a morir y deberá 
rendir cuenta en el más allá se desvíe del comportamiento adecuado y pierda el 
tiempo angustiándose. Sabe que en todo lo que ocurre hay ventajas. Nunca 
exclama, “¡Ay!” o “¡Qué desgracia!” frente a cualquier cosa que le acontece, 
sino que le pide a Dios que le facilite la tarea y que a todas las cosas les dé 
un giro conveniente. 
Y cuando a la 
dificultad sigue el alivio, nos damos cuenta que es una respuesta de Dios a 
nuestro pedido, que Dios es el Oyente de las súplicas y que las satisface. Por 
lo tanto, Le agradecemos una vez más. 
Si durante el 
día se piensa de esa manera, nunca aparece la desesperanza, la angustia, la 
pesadumbre o la cólera, propias de la desesperación, independientemente de lo 
que se trate aquello con lo que se choca o tropieza. Sabemos que Dios ha puesto 
bendiciones en todo eso, es decir, que son cosas o situaciones que encierran un 
provecho. Es decir, nos damos cuenta de que esas bendiciones se nos presentan en 
todo tipo de acontecimiento que nos afecta, tanto en los grandes como en los 
pequeños. 
Meditemos sobre 
la actitud de una persona que no puede resolver un negocio importante como lo 
desea y que al momento de estar cerca de lograrlo se le presentan graves 
problemas. Seguramente se pondrá colérica, se sentirá desdichada, angustiada y, 
en resumen, experimentará todo tipo de sensaciones negativas. Sin embargo, quien 
piensa que en todo hay algo provechoso, intenta descubrir el propósito no 
visible en lo que Dios permite que le acontezca. Por ejemplo, piensa que Dios 
pudo haberle llamado la atención para que tome medidas más definidas en el tema 
en cuestión. Entonces procede así y da gracias a Dios diciendo: “puede ser que 
esto que me sucedió haya ayudado a evitar un daño mayor”. 
Alguien que 
pierde el medio de transporte puede pensar: “posiblemente mi demora y el hecho 
de no ir en ese autobús me haya salvado de un accidente o de otro perjuicio”. 
También se puede pensar: “posiblemente hayan muchos otros propósitos ocultos”. 
Este tipo de ejemplos puede aplicarse a todas las situaciones por las que se 
atraviesa a lo largo de la vida. Lo importante es saber que nuestros planes no 
siempre se pueden resolver como queremos. De forma imprevista podemos 
encontrarnos ante una situación totalmente distinta de la que teníamos planeada. 
En esa circunstancia, el que prospera es quien asume con calma lo que le sucede 
e intenta descubrir lo que hay de provechoso en lo que sería una contrariedad. 
Dios comunica en su versículo: 
Se os ha 
prescrito que combatáis, aunque os disguste. Puede que os disguste algo que os 
conviene y améis algo que no os conviene. Dios sabe, mientras que vosotros no 
sabéis (Corán, 2:216). 
Como se 
manifiesta en el versículo, nosotros no podemos saber pero El sí sabe. Por lo 
tanto, es Dios Quien sabe lo que es bueno o malo para nosotros. Lo que le resta 
hacer al ser humano es, simplemente, tomar a Dios el Amabilísimo, el 
Misericordiosísimo como Amigo y someterse a El con total acatamiento.
 
Las Cosas en las Que Pensamos 
 
Mientras Realizamos un Trabajo... 
Es importante 
que al trabajar no dejemos la mente en blanco y pensemos siempre sobre lo que es 
legítimo y digno. La mente humana tiene la capacidad de pensar en más de una 
cosa a la vez. Quien conduce un automóvil, limpia la vivienda, realiza algún 
otro trabajo o camina por la calle, también puede pensar al mismo tiempo en 
acciones bondadosas. 
Por ejemplo, 
mientras acicala la vivienda, agradece a Dios por cosas como el agua y el 
detergente del que se dispone todos los días. Además, al saber que Dios ama la 
higiene, lo pulcro y la gente aseada, considera lo que realiza un acto de 
adoración y espera obtener por ese medio Su agrado. La casa también se limpia 
porque resulta placentero ofrecer un lugar confortable a sus congéneres. 
Otros, mientras 
trabajan, ruegan a Dios permanentemente y en silencio pidiéndole que facilite 
sus tareas pues creen que no pueden obtener el éxito en nada a menos que Dios lo 
quiera. En el Corán vemos que los profetas quienes son un ejemplo para 
nosotros se vuelven hacia Dios constantemente de manera reservada y Le tienen 
presente al cumplir con sus tareas y en todo momento. Uno de ellos, de gran 
valor, fue el profeta Moisés. Después de ayudar a dos mujeres que encontró en el 
camino para que puedan dar de beber a su rebaño, se volvió a Dios con las 
siguiente palabras: 
Cuando llegó a 
la aguada de Madián, encontró allí un grupo de gente que abrevaba sus rebaños. 
Encontró, además, a dos mujeres que mantenían alejado el de ellas. Dijo: “¿Qué 
os pasa?” Dijeron ellas: “No podemos abrevar el rebaño mientras estos pastores 
no se lleven los suyos. Y nuestro padre es muy anciano”. Y abrevó su rebaño (es, 
decir, el de ellas). Luego 
se retiró a la sombra. Y dijo: “¡Señor! Me hace mucha falta cualquier bien que 
quieras hacerme” (Corán, 28:23-24). 
Otro ejemplo que 
vemos en el Corán sobre este asunto es el de los profetas Abraham e Ismael. Dios 
dice que ambos deseaban cosas buenas para los demás creyentes mientras 
trabajaban juntos, a la vez que se volvían a El y le suplicaban por la 
aceptación de lo que realizaban: 
Y cuando Abraham 
e Ismael levantaban los cimientos de la Casa: “¡Señor, acéptanoslo! Tú eres 
Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe! ¡Y haz, Señor, que nos sometamos a Ti, 
haz de nuestra descendencia una comunidad sumisa a Ti, muéstranos nuestros ritos 
y vuélvete a nosotros! ¡Tú eres, ciertamente, el Indulgente, el Misericordioso! 
¡Señor! Suscita entre ellos a un Enviado de su estirpe que les recite Tus 
versículos y les enseñe la Escritura y la Sabiduría y les purifique! Tú eres, 
ciertamente, el Poderoso, el Sabio” (Corán, 2:127-129). 
  
En Qué Pensamos al Ver Una 
Telaraña 
La persona que 
pasa mucho tiempo en su casa puede pensar en gran cantidad de cosas. Por 
ejemplo, mientras limpia puede ver una araña que teje su red en un rincón de la 
vivienda. Si se da cuenta que vale la pena meditar sobre esta criatura a la que 
normalmente nadie le presta atención, verá que se le abren muchas puertas a su 
entendimiento. Ese pequeño insecto al que observa es un milagro en su 
delineación. La red que teje posee una simetría perfecta. Si se pregunta cómo 
una pequeña araña puede lograr un diseño perfecto tan asombroso, a poco de 
investigar descubrirá algunos hechos extraordinarios: la fibra que usa la araña 
es treinta por ciento más flexible que una de goma del mismo grosor. El producto 
de la araña es de una calidad tan superior que el ser humano lo usa de modelo 
como elemento esencial en la confección de chalecos a prueba de balas. Por 
cierto, la sustancia que mucha gente considera “una simple telaraña”, es en 
realidad equivalente a uno de los materiales industriales más ideales. 
En tanto el ser 
humano testimonia la delineación perfecta en las cosas que existen a su 
alrededor, si sigue meditando se encontrará con realidades aún más 
sorprendentes. Al examinar la mosca, un bichito que se ve habitualmente y 
produce irritación, pero al que nunca se le presta la atención debida aunque se 
lo combata hasta el cansancio, veremos que tiene por costumbre asearse minuciosa 
y meticulosamente. Se posa con frecuencia en algún lugar para limpiarse sus 
partes anteriores y posteriores de manera separada. Después se saca el polvo que 
hay sobre las alas y la cabeza con los miembros anteriores y posteriores, los 
cuales son permanentemente higienizados. Continúa así hasta asegurarse que la 
limpieza sea total. Todos los demás tipos de insectos y dípteros se asean de un 
modo similar, con la misma atención y esmero. Esto indica que el Creador Unico 
les enseñó cómo hacerlo. 
Esa misma mosca 
también bate sus alas quinientas veces por segundo mientras vuela. Por cierto, 
ninguna máquina hecha por el ser humano podría operar con esa frecuencia puesto 
que se destrozaría y quemaría debido a la fricción. Sin embargo, la mosca no 
sufre ningún daño en las alas, músculos o coyunturas. La mosca puede volar sin 
desviarse teniendo en cuenta la dirección y velocidad del viento. Nosotros en 
cambio, con toda la tecnología moderna que disponemos, estamos muy lejos de 
producir un ingenio con esas propiedades y técnicas de vuelo. Es imposible que 
una criatura tan insignificante, a la que apenas prestamos atención, logre esas 
características por capacidades e inteligencia propias. Es Dios quien le ha dado 
esas habilidades sorprendentes que posee. 
En nuestro 
entorno hay vida tanto visible como invisible por todas partes, a la que 
observamos, a veces, de manera casual. En la Tierra no hay un solo centímetro 
cuadrado sin la existencia de algún tipo de vida. Podemos ver a otras personas, 
las plantas y animales pero hay otras criaturas a las que no podemos visualizar 
pero de cuya existencia somos conscientes. Por ejemplo, la casa en que vivimos 
está llena de criaturas microscópicas llamadas “ácaros”. En el aire que 
respiramos, asimismo, hay incontables virus. La cantidad de bacterias que viven 
en el suelo de nuestro jardín, por otra parte, es asombrosamente grande. 
Quien reflexiona 
sobre la increíble diversidad de vida en el planeta, también lo hace respecto de 
los sistemas perfectos de dichas criaturas. Todas las que vemos son signos 
claros del arte de Dios y hasta en las microscópicas se ocultan grandes 
milagros. Los virus, las bacterias y los ácaros, invisibles a simple vista, 
poseen sus propios mecanismos corporales. Dios creó el medio en el que viven, el 
modo en que se alimentan y sus sistemas de defensa y reproducción. Quien 
reflexiona sobre esto recuerda el versículo de Dios: 
¡Cuántas bestias 
hay que no pueden proveerse del sustento! Dios se encarga de él y del vuestro. 
El es Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe (Corán, 29:60).
 
Las Cosas 
Sobre las Que Meditamos Cuando Estamos Enfermos 
Los seres 
humanos somos débiles en muchos aspectos y nos esforzamos permanentemente por 
contrarrestar esa situación. Las enfermedades exponen más explícitamente 
nuestras debilidades. En consecuencia, cuando algún amigo o nosotros mismos nos 
enfermamos, tenemos que preguntarnos acerca del propósito oculto que existe en 
ello. Al meditar entendemos que la gripe, considerada una enfermedad simple, 
ofrece lecciones de las que podemos extraer advertencias. Al engriparnos 
consideramos a un virus, invisible a simple vista, el responsable principal. Sin 
embargo, es capaz de hacerle perder el vigor a una persona de sesenta/setenta 
kilogramos y agotarla al punto de que carezca de fuerza para caminar o hablar. 
En general, los remedios que ingerimos para combatirla no nos favorecen. Lo 
único que podemos hacer es descansar y esperar. En el cuerpo tiene lugar una 
guerra en la que no podemos intervenir. Un organismo microscópico nos tiene 
atados de pies y manos. En una situación así lo primero que debemos recordar es 
el versículo de Dios en el que el profeta Abraham dice: 
Que me ha creado 
y me dirige, que me da de comer y de beber, me cura cuando enfermo, me hará 
morir y, luego, me volverá a la vida, de Quien anhelo el perdón de mis faltas el 
Día del Reconocimiento. Señor, regálame juicio y reúneme con los justos (Corán, 
26:78-83). 
Una persona con 
cualquier tipo de enfermedad, debería pensar y comparar los comportamientos y 
actitudes que exhibe mientras está afectado por la misma y mientras está sano. 
Debería hacer consciencia de la situación de postración en que lo coloca la 
afección, cómo aumenta la necesidad de la ayuda de Dios y cómo le ruega a Dios 
sincera y ardientemente frente a la posibilidad de tener que ir al quirófano. 
Al ver a otra 
persona enferma debemos agradecer a Dios inmediatamente el hecho de estar sanos. 
Cuando el creyente ve a otra persona con la pierna tullida, enseguida piensa el 
inmenso e importante favor que representa el tenerla ilesa e íntegra. Comprende 
lo que significa poder ir caminando a donde uno quiera, levantarse de la cama 
sin problemas apenas se despierta, correr cuando es necesario, cuidarse uno 
mismo sin la ayuda de otra persona o animal. Se da cuenta que lo mencionado son 
favores de Dios. Al pensar en todo eso y hacer las comparaciones del caso, 
comprende mejor el valor de las bendiciones que se le han concedido. 
  
Lo Que Se Piensa al 
Encontrarse con una Persona  
de Mal 
Temperamento, Arrogante, Ofensiva y Corrompida 
A lo largo del 
día uno se encuentra con muchas personas de distintas características en la 
oficina, en el trabajo y en otros lugares. Puede tratarse de gente para nada 
ecuánime, que no venera a Dios. El creyente que alterna con la misma nunca es 
influenciado por sus actitudes. Por el contrario, se mantiene firme en el tipo 
de comportamiento ordenado por Dios. Sabe que el motivo del mal carácter de esa 
gente reside en el no acatamiento de las órdenes de Dios y su incredulidad en el 
más allá. El creyente piensa así: “Dios advierte sobre la agonía del infierno 
y nos pide que pensemos en sus tormentos interminables, que enmendemos nuestras 
conductas en esta vida, que nos volvamos con humildad hacia El y vivamos de 
manera franca por medio de la religión. Si nos damos cuenta de que estamos 
frente a una amenaza tan seria, por cierto que tomaremos precauciones para que 
no nos afecte. Así y todo, hay quienes no piensan acerca de ello y por lo tanto 
no comprenden su seriedad, actúan como si no existiese y no estuviese preparado 
para ellos ese lugar con fuego y tormentos”. 
Quien es 
consciente de toda esa realidad recuerda otros asuntos muy importantes: la 
actitud de cada uno de los que esperan al borde del fuego del infierno será 
totalmente distinta; la persona que no vacila en exhibir maneras arrogantes, 
impúdicas, corruptas y que no cree en Dios, será colocada ante la boca del 
infierno el Día del Reconocimiento y sometida a distintas privaciones. Ya no 
tendrá en el rostro la misma expresión que ahora, ni las mismas actitudes, forma 
de hablar o palabras que usaba en esta vida. 
El incrédulo 
insolente y agresivo que peca habitualmente y carece de un comportamiento 
humano, se lamentará eternamente cuando vea el tormento que le espera. 
Quien inventa 
cualquier tipo de excusas para no vivir como ordena la religión y no adora a 
Dios en este mundo, no podrá dar las mismas excusas mientras espera frente a las 
puertas del infierno. En ese momento ya no le será posible prosternarse aunque 
lo quiera hacer y el rezo no le será respondido aunque lo realice con ahínco. 
Pero quien 
reverencia a Dios nunca olvida esas cosas. Al meditar sobre el fuego del 
infierno comprende lo que representan la cordialidad, las palabras correctas y 
la buena conducta. Al creer y pensar intensa y constantemente en la existencia 
del infierno, actúa siempre de manera tal que cuando se le pida cuenta de todo 
lo que hizo en su vida terrenal la resultante no sea verse arrojado al fuego. 
Dios llama a la 
gente a pensar en el infierno y en el Día del Reconocimiento: 
El día que cada 
uno se encuentre frente al bien y el mal que ha hecho, deseará tener bien lejos 
ese día. Dios advierte que tengáis cuidado con El. Dios es manso con sus siervos 
(Corán, 3:30).   
Mientras Comemos.... 
Dios es Quien 
os ha estabilizado la tierra y hecho del cielo un edificio, os ha formado 
armoniosamente y os ha proveído de cosas buenas. Ese es Dios, vuestro Señor. 
Bendito sea pues Dios, Señor de los mundos (Corán, 40:64). 
Dios ha dado a 
los individuos una gran cantidad de alimentos y bebidas puros y deliciosos. Por 
cierto, todos ellos son manifestaciones de la gracia y misericordia infinitas de 
Dios. La gente podría vivir con sólo un tipo de comida y bebida, pero Dios ha 
derramado sobre nosotros favores incontables: distintos tipos de nutrientes 
líquidos y sólidos, animales y vegetales... 
Un creyente que 
sabe que todos esos favores provienen de Dios, medita sobre ello y Le agradece 
cada vez que ingiere alguno de ellos. 
  
¿Qué Pensamos al Ver los 
Frutos Servidos  
a la Hora de Alimentarnos? 
En muchos 
versículos coránicos Dios comunica que bendice a la gente con variados tipos de 
sustentos, los cuales los tenemos frente a nosotros al sentarnos a comer. La 
mesa se cubre con distintos productos alimenticios. Por naturaleza, el ser 
humano es creado para que encuentre disfrute en ellos. Cada uno resulta más 
delicioso que los otros y todos son necesarios para la supervivencia adecuada. 
Pensemos cómo procederíamos si los mismos fuesen sin sabor o de un sabor feo, 
dañinos aunque sean agradables al paladar y muy pocos en cantidad. La única 
razón por la que no tenemos alimentos insípidos y bebidas desagradables sino los 
innumerables, deliciosos y nutritivos que conocemos, es la misericordia de Dios. 
Si solamente tenemos en cuenta una de las tantas frutas, reconoceremos el 
tremendo favor que nos concede Dios. La persona consciente que ve una gran 
variedad de las mismas a disposición del ser humano, piensa lo siguiente: 
▪ Que de un 
suelo más bien sucio provengan frutas de distintos colores y fragancias 
albergando un contenido extremadamente limpio y de gusto muy agradable, es un 
gran favor que nos concede Dios. 
▪ La banana, la 
naranja, el melón, la sandía, la mandarina, en resumen, todas las frutas, son 
creadas con sus cáscaras o piel respectivas. Esa capa o piel protectora impide 
que el fruto se deteriore y arruine, a la vez que preserva la fragancia. Tan 
pronto como se lo pela, se oxida y se echa a perder. 
▪ Al examinar 
con cuidado cada fruta, vemos que tienen muchas cualidades delicadas 
significativas. La mandarina y la naranja, por ejemplo, se componen de trozos o 
gajos. Si fuesen de una sola pieza, al abrirlas se oxidarían más rápido. Pero 
Dios las ha hecho así para conveniencia de los seres humanos. Indiscutiblemente, 
ese diseño extremadamente estético, apropiado perfectamente a nuestras 
necesidades, es uno de los signos de la creación de Dios, el Omnisciente. 
▪ La fresa o 
frutilla, por ejemplo, es un fruto muy especial, con su gusto y diseño 
particulares. El conjunto de sus formas se presentan delineadas con un primor 
especial: una traza que la caracteriza, el color rojo placentero y las hojas 
verdes que la coronan, la convierte en una de las obras de arte sin par de Dios. 
Su dulzura y fragancia y el no poseer cáscara ni semilla, la hace fácil de comer 
y nos hace presente algunas delicias del paraíso. Que un fruto que se desarrolla 
en la tierra posea un color vívido es un signo muy fuerte de nuestro Señor, 
Quien lo crea y Quien pone de manifiesto Su arte, sabiduría y conocimiento en lo 
que origina. 
▪ La presencia 
de distinta frutas en cada estación es otro elemento sobre el que meditar. Por 
ejemplo, el invierno es un período en que la gente necesita muchas vitaminas, 
especialmente la C. Precisamente es ésta la que está disponible en las naranjas, 
mandarinas y pomelos en esa época. En verano, en cambio, disponemos en 
abundancia de cerezas y otras que calman la sed, como sandías, melones y peras. 
▪ 
Dios nos presenta el encantador cuadro de las frutas en las matas o troncos que 
las portan o en la forma en que son cultivadas. La imagen de cientos de ellas en 
ramas aparentemente secas y firmemente unidas a éstas, con un delicioso jugo en 
su interior, o el verlas con sus cáscaras que parecen especialmente lustradas, 
son todas evidencias de que cada una fue creada por Dios. Por ejemplo, al 
observarse los racimos de cereza parecería que fueron colocados sobre las ramas 
uno por uno. Dios los ha creado a todos como una creación singular. La forma en 
que se presentan llama la atención de la gente. Debido a eso, al describirse el 
paraíso en el Corán, Dios manifiesta que esos frutos están allí para ser 
recogidos: 
Cerca de 
ellos les cubrirán sus sombras (es 
decir, las del Jardín); sus frutos podrán ser agarrados muy fácilmente 
(Corán, 76:14). 
Por cierto, aquí 
sólo damos unos pocos ejemplos. Las gracias que derrama Dios son muy diversas 
como para contabilizarlas. El que se da cuenta de esto al ir a comer, recuerda 
otro versículo de Dios: 
¿Acaso Quien 
crea es como quien no crea? ¿Es que no os dejaréis amonestar? Si os pusierais a 
contar las gracias de Dios, no podríais enumerarlas. Dios es, en verdad, 
indulgente, misericordioso (Corán, 16:17-18). 
  
Qué Cosas nos 
Hacen Pensar los Sabores y los Aromas 
Si seguimos 
meditando nos percatamos aún más de las bellezas y sutilezas que hay en la 
creación de Dios. La persona consciente, al ponderarlas, piensa que es un gran 
favor de su Señor el hecho de que pueda deleitarse con las bendiciones o gracias 
que le concede. Recuerda que, en particular, los sentidos del olfato y del gusto 
ayudan a percibir muchas de la cosas hermosas del mundo. Y avanzando en la 
meditación se da cuenta de que si no tuviera el sentido del olfato no podría 
deleitarse como lo hace ahora con la fragancia de la rosa, de las frutas que 
come e incluso de un asado. Si careciese del sentido del gusto no reconocería 
los que son propios del chocolate, la carne, las frutillas, los bombones y otras 
gracias de Dios. 
No deberíamos 
olvidar que podríamos haber estado viviendo en un mundo incoloro, insípido e 
inodoro. Y si Dios no nos hubiese dado los colores, los sabores y los olores 
como bendiciones, no los hubiésemos adquirido por ningún medio. De todos modos, 
Dios ha derramado sobre la humanidad Sus favores al crearlos, como así también 
los sistemas sensoriales para percibirlos. 
  
Mientras Paseamos en el Jardín... 
En Qué Nos Hacen Meditar las 
Cosas  
Hermosas Que Vemos en la 
Naturaleza 
Quien cree en 
Dios alaba a su Señor por la bellezas que percibe en la naturaleza. Es 
consciente de que El creó todo lo hermoso. Sabe que todas esas cosas primorosas 
pertenecen a Dios y son manifestaciones de Su atributo de jamal 
(belleza). 
Al caminar en 
medio de la naturaleza se descubre su esplendor. Desde una simple hierba u 
hojarasca a una flor de margarita, desde un pájaro a una hormiga, todo está 
lleno de detalles que deberían mover a la reflexión. Si se procede así, se llega 
a comprender la potestad y autoridad de Dios. 
Las mariposas, 
por ejemplo, son criaturas agradables muy estéticas. Con la simetría y diseño de 
sus alas similares a un encaje primoroso, como si hubiesen sido dibujadas 
meticulosamente a mano, su armonía y colores fosforescentes, son evidencia del 
arte y potestad superior de la creación de Dios. 
Del mismo modo, 
entre las innumerables bellezas que crea Dios encontramos una gran variedad de 
matorrales y árboles. Los distintos colores de las flores y las diferentes 
formas de dichos vegetales, son todas creaciones de Dios y, entre los propósitos 
que persiguen, está el de deleitar a los seres humanos. 
Quien tiene fe 
medita acerca de cómo las flores rosas, violetas, margaritas, jacintos, 
orquídeas, claveles y otras con sus superficies tan suaves, generadas a partir 
de una semilla totalmente chata y rugosa, se presentan sin un solo pliegue, como 
si hubiesen sido planchadas. 
Otra maravilla 
que crea Dios es la fragancia de las mismas. Por ejemplo, la rosa tiene un aroma 
fuerte siempre cambiante. Los científicos y laboratorios aún no han podido 
desarrollar un aroma igual o resultados satisfactorios, a pesar de los avances 
tecnológicos. 
La esencia 
artificial de rosa resulta muy intensa y a veces poco agradable, cosa que no 
sucede con la esencia natural. 
Cualquiera que 
tenga fe sabe que cada una de ellas es creada para que el ser humano alabe a 
Dios, para presentar el arte y conocimiento de Dios en las delicadezas que El 
crea. Por eso mismo, quien observa algo tan encantador mientras pasea por el 
jardín, glorifica a Dios diciendo: 
Que sea lo 
que Dios quiera. La fuerza reside sólo en Dios (Corán, 18:39). 
Recuerda que Dios ha puesto ese 
atractivo al servicio del género humano y que dará a los creyentes bendiciones 
extraordinarias en el más allá. Y debido a esa consideración aumenta aún más su 
amor por El. 
  
¿Ha 
Reflexionado Alguna Vez Sobre la Hormiga Que Ha Visto  
Mientras Caminaba por el Jardín? 
En general la 
gente no percibe ningún sentido en ciertas criaturas que ve a su alrededor todos 
los días. No imagina que pueden poseer características muy interesantes. Para 
quien tiene fe, en cambio, todo testimonia los signos de la creación perfecta de 
Dios. La hormiga es una de esas criaturas. El examen de su andar, aunque más no 
sea, es algo excitante. Mueve sus pequeñísimas patas muy rápidamente de modo muy 
coordinado, con una secuencia perfecta y sin equivocarse. 
Este pequeño 
insecto levanta cosas más grandes que su volumen y las lleva al nido en cuerpo y 
en alma. Viaja distancias muy largas en proporción a su dimensión física. En una 
zona llana, sin nada que le sirva de guía, ubica muy fácilmente el nido, aunque 
para nosotros resulta una tarea muy dificultosa. Pero ella lo encuentra sin 
confundirse, cualquiera sea el lugar donde se halle. 
Cuando las vemos 
en el jardín, alineadas una tras otra, atareadas con gran ardor para llevar 
materiales nutrientes al hormiguero, no podemos dejar de preguntarnos cuál es el 
propósito que las mueve a trabajar tan duro. Luego nos damos cuenta de que cada 
una no sólo acarrea los nutrientes para ella sino también para otros miembros de 
la colonia, para la reina y para las crías. Se debe reflexionar sobre lo 
siguiente: cómo es que una pequeña hormiga, que no ha desarrollado el cerebro, 
actúa de modo disciplinado, con gran sacrificio y comportamiento atento y 
esmerado. Después de ponderar los hechos mencionados se llega a la siguiente 
conclusión: las hormigas, al igual que los demás seres vivientes inconscientes, 
actúan por inspiración de Dios y obedecen sólo Sus órdenes. 
  
En Qué Pensamos al Ver el 
Movimiento  
“Consciente” de la 
Campanilla y la Hiedra 
El creyente que 
pasea por el jardín también medita sobre la campanilla que ve en su recorrido, 
una de las tantas cosas hermosas que crea Dios. Por cierto, todo lo viviente 
tiene signos para quien reflexiona. 
Por ejemplo, el 
movimiento espiralado de la campanilla, con el cual rodea una rama o cualquier 
otro objeto, es un suceso sobre el que hay que meditar cuidadosamente. Si 
filmásemos el crecimiento de la campanilla y luego lo pasásemos a una velocidad 
mayor, la veríamos moverse como una criatura consciente. Actúa como si viese la 
rama que tiene enfrente y se extiende hacia allí para aferrarse, enlazándose a 
la misma. A veces rodea a la rama varias veces para prenderse mejor. De ese modo 
trepa y de ese modo se dirige de nuevo hacia abajo después de haber llegado al 
extremo superior. El creyente que es testigo de todo esto, una vez más, confirma 
que Dios ha creado todos los sistemas vivientes con singularidades específicas. 
Y si observamos 
los movimientos de la hiedra, vemos otra característica importante: se fija 
firmemente a la superficie en la que se apoya extendiendo “brazos” hacia 
distintos lados. La substancia viscosa que produce esta planta “inconsciente” es 
un pegamento tan potente que al intentar desprender la rama adherida a una 
pared, puede arrastrar parte de la pintura e incluso del revoque o del ladrillo.
 
La existencia de 
este tipo de plantas revela al creyente reflexivo la omnipotencia de Dios, el 
Creador de las mismas. 
 
Los observamos 
todos los días en todas partes. Sin embargo, ¿ha pensado alguna vez cómo hace el 
agua para llegar a las hojas más elevadas de árboles muy altos? Por medio de una 
comparación podemos tener una mejor comprensión del extraordinario proceso que 
encierra esa función natural. 
Es imposible que 
el agua dentro de un tanque que se encuentra apoyado en el suelo se eleve por sí 
misma a los pisos más altos de un edificio sin un mecanismo hidrofórico o algún 
motor potente. Una persona no puede bombear agua manualmente ni siquiera al 
primer piso de un edificio. En consecuencia, los árboles seguramente disponen 
también de un sistema de elevación del agua similar al mecanismo hidrofórico. De 
no ser así, el agua no podría subir por el tronco y las ramas, debido a lo cual 
moriría enseguida. 
Dios creó cada 
árbol con el equipamiento necesario para su funcionamiento. Además, muchos 
poseen un sistema hidráulico superior al de los edificios en donde vivimos. 
Estas son las cosas sobre las que cavila quien observa todo con “un ojo que 
realmente ve” al contemplar los árboles. 
Otro aspecto a 
considerar es algo relacionado con las hojas. Y sólo piensan en eso aquéllos que 
reflexionan. Las hojas son estructuras muy delicadas pero no se secan bajo el 
sol abrasador. Si el ser humano estuviese sometido a 40°C durante un plazo 
relativamente breve, modificaría el color de la piel y se deshidrataría. Las 
hojas, en cambio, permanecen verdes bajo el sol ardiente sin quemarse a lo largo 
de días e incluso de meses, a pesar de que la cantidad de agua que pasa por sus 
conductos semejantes a venas es muy escasa. Se trata de un milagro de la 
creación que demuestra que Dios crea todo con un conocimiento sin igual. El 
creyente, al pensar sobre todo esto, una vez más hace conciencia de la 
supremacía de Dios y Le tiene presente. 
  
Mientras Vemos la TV o 
Leemos un Periódico... 
Hay gente que 
lee el periódico diariamente y presta atención a los noticieros de la TV a 
ciertas horas o cuando regresa a su casa al anochecer. La persona consciente y 
reflexiva medita seriamente sobre las informaciones así obtenidas, pues ve en 
ellas los signos de Dios. 
En Qué Nos Hacen Pensar 
los Frecuentes Casos  
de Violencia, Hurto y Homicidio 
En las páginas 
de los periódicos y los informativos de la TV encontramos permanentemente muchos 
relatos de homicidios, lesiones, robos, estafas y suicidios. La frecuencia con 
que ocurren y la cantidad de gente propensa a realizar algo de esto, indica el 
daño que causa no vivir ligados a la religión de Dios. El secuestro de un niño 
para pedir rescate que puede culminar en su asesinato, el apuntarle con un arma 
en la cara a alguien y disparar sin vacilar, la aceptación de una coima, el 
quitarse la vida, el fraude, etc., son todos indicios de que la gente que lo 
hace no considera a Dios para nada y no cree en el más allá. Pero quien 
reverencia a Dios y sabe que tendrá que rendir cuentas en la otra vida, nunca 
hará alguna de esas cosas porque sabe que la contraparte de ello es el infierno, 
a menos que se arrepienta y que Dios le perdone y le conceda Su misericordia. 
Alguien puede 
decir: “Yo soy ateo y no creo en Dios pero tampoco acepto coimas”. De todos 
modos, no es para nada convincente lo que dice quien no reverencia a Dios. Es 
muy probable que en condiciones distintas dejase de mantener esa posición. Por 
ejemplo, si necesita reunir cierta cantidad de dinero para algo muy urgente y de 
la única manera que lo puede hacer es robando o aceptando una coima, podría no 
mantener su promesa. Tampoco es de esperar que mantenga su palabra cuando esté 
en riesgo su vida. Y aunque pueda no aceptar coimas en una situación difícil, es 
posible que cometa otros actos prohibidos. Sin embargo, el creyente nunca hace 
ningún tipo de cosa que le resulte contraproducente cuando vaya a rendir cuentas 
en el más allá.  
En consecuencia, 
es la irreligiosidad la raíz de todos los sucesos que aparecen en los 
periódicos, TV y vida social y que nos llevan a protestar y decir: “¿qué le ha 
sucedido a esta sociedad?”. El creyente que ve esas noticias no las pasa por 
alto o las acepta de modo formal sino que reflexiona y concluye que la única 
solución es hablarle a la gente sobre la religión y revivir sus valores. En una 
sociedad estructurada por gente que reverencia a Dios y sabe que tendrá que 
rendir cuentas en el más allá, es imposible que sucedan esas cosas en el grado 
que acontecen actualmente. En una sociedad de creyentes la paz y la seguridad 
serán vividas en su más alto nivel. 
  
Qué Pensamos Sobre los Programas
 
Televisivos con Debates 
Interminables 
La persona que 
sigue meditando sobre las cosas que ve en su entorno también lo hará al ver los 
programas de debates emitidos por la TV. Participan de los mismos especialmente 
los que más saben sobre temas de la actualidad. Discuten durante horas sin que 
ninguno sea capaz de encontrar una solución a lo que se plantea o llegar a una 
conclusión terminante. Sin embargo, quienes presencian esos programas se 
consideran calificados para resolver las cuestiones que allí se tratan. 
En realidad, la 
respuesta a la mayoría de esas cuestiones es totalmente clara. Sin embargo, el 
interés egoísta, el permanecer bajo la influencia del círculo social en el que 
se mueve, los esfuerzos por lograr la promoción personal antes que la búsqueda 
sincera de soluciones, lleva a la gente a un estancamiento o atolladero 
insuperable. 
La persona 
consciente ve todo esto de modo diáfano y piensa que esas cosas suceden porque 
la sociedad está alejada de la religión de Dios. Quien cree en Dios nunca actúa 
de manera irresponsable, desatenta y estéril. Sabe que en cada suceso hay algo 
conveniente, motivo por el cual Dios se lo presenta; sabe que está siendo 
constantemente probado en este mundo y que tiene que hacer uso de la razón, 
capacidades y conocimiento, de manera tal que sea del agrado de Dios. 
Además, el 
creyente recuerda un versículo de Dios mientras observa esos programas: 
...pero el 
hombre es, de todos los seres, el más discutidor (Corán, 18:54). 
En esas 
audiciones televisivas existe un clima que revela la naturaleza polémica y 
argumentadora de los seres humanos. La mayoría de los que participan en ellas ni 
siquiera llegan a comprender el sentido de lo que se les pregunta, porque lo 
único que les obsesiona es lo que dirán o intentarán decir. A la vez, eso les 
lleva a interrumpirse mutuamente, a levantar la voz, a perder la compostura casi 
de inmediato. Estos son aspectos negativos de quienes aparentemente son educados 
y muy preparados, aunque carentes de la religión de Dios. Si la gente fuese cien 
por ciento honesta y respetuosa de Dios, esos debates prolongados y sin sentido 
no tendrían lugar nunca. Con el objetivo de encontrar la solución que más agrade 
a Dios y más sirva a la gente, se pondría en práctica sin pérdida de tiempo el 
método más apropiado y concienzudo de razonamiento. Como la decisión final 
seguramente será del agrado de todos (los creyentes), la discusión perderá 
sentido. 
Si alguien 
presentase objeciones con fundamentos razonables que exhibieran una mejor manera 
de hacer las cosas, se las aplicaría. A diferencia de otros, los que reverencian 
a Dios no exponen una actitud obstinada y arrogante. Al recordar que Dios dice 
en el Corán: ...Por encima de todo el que posee ciencia hay Uno Que todo lo 
sabe (Corán, 12:76), emplearán las mejores opciones que puedan. 
Esas discusiones 
televisivas que se extienden interminablemente sirven para considerar lo que 
puede suceder en un ambiente donde no se viven las cualidades y valores elevados 
de la religión. 
  
En Qué Nos Hacen 
Pensar el Hambre y la Pobreza  
Que Azota Cada Rincón del Mundo 
Una de las cosas 
que con frecuencia se trata en los medios de comunicación es el de la injusticia 
en la sociedad. Por un lado están los países prósperos del mundo con un nivel de 
vida muy elevado, y por otro lado esos donde la gente se muere abandonada, pues 
carece prácticamente de alimentos, medicina para el tratamiento de las 
enfermedades más simples, etc. Lo primero que revela esto es la existencia de 
sistemas perversos. Para uno o más de los países ricos sería muy fácil impedir 
toda esa desgracia. Por ejemplo, muy cerca de países africanos donde la gente se 
muere de hambre, hay comunidades tecnológicamente avanzadas, desarrolladas y 
“civilizadas” que han acumulado capitales inmensos como producto de las minas de 
diamantes. Es muy fácil reubicar en áreas más pródigas a quienes viven en la 
pobreza, a los que están a punto de morirse de inanición o simplemente 
abandonados para que fallezcan. También es posible proveerles de medios para 
cubrir sus necesidades en las mismas áreas donde viven. Pero la verdad es que 
durante decenios no se buscó ninguna solución efectiva a la situación de todos 
esos seres humanos. 
De cualquier 
manera, la ayuda a dichas poblaciones no es algo que puedan encarar unas pocas 
personas. Con el objeto de encontrar soluciones reales es necesario el esfuerzo 
combinado de muchísimos habitantes del planeta. Pero son muy pocos, como 
individuos y como organismos, los que lo intentan. En todas partes del mundo, en 
cambio, se gastan trillones de dólares para otras cosas. 
Además, que 
algunos arrojen a la basura su comida debido a motivos banales, mientras que en 
otros lados hay gente que se muere por no encontrar con qué alimentarse, es una 
clara evidencia de que estamos frente a un orden mundial inicuo que existe por 
el hecho de que la humanidad no vive los valores de la religión. 
Quien cavila al 
observar todo esto llega a la conclusión de que lo único que eliminará esta 
iniquidad es la adopción de los valores y virtudes que ordena Dios. El que 
reverencia a Dios y actúa según su recto discernimiento, nunca permitirá dichas 
infamias e injusticias. Ayudará al necesitado de inmediato y con soluciones 
definidas y duraderas, sin permitirse ni permitir ninguna ostentación, y si 
fuese necesario, echando mano a todos los recursos del planeta. 
Dios nos dice en 
el Corán que la ayuda al pobre y al necesitado es una característica de quienes 
reverencian a Dios y son conscientes del Día del Juicio: 
(Se exceptúa a 
quienes)...parte de cuyos bienes es de derecho para el mendigo y el indigente, 
que tienen por auténtico el Día del Juicio, que temen el castigo de su Señor 
(Corán, 70:24-27). 
Por mucho amor 
que tuvieran al alimento, se lo daban al pobre, al huérfano y al cautivo: “Os 
damos de comer sólo por agradar a Dios. No queremos de vosotros retribución ni 
gratitud. Tememos, de nuestro Señor, un día terrible, calamitoso” (Corán, 
76:8-10). 
No alimentar al 
pobre es propio de la gente irreligiosa que no considera para nada a Dios: 
(Dios ordena) 
“Cogedle y ponedle una argolla al cuello. Que arda luego en el fuego de gehena (el 
infierno). Sujetadle luego a 
una cadena de setenta codos”. No creía en Dios, el Grandioso, ni animaba a dar 
de comer al pobre. Hoy no tiene aquí amigo ferviente, ni más alimento que un 
exudado de pus, que sólo los pecadores comen (Corán, 69:30-37). 
  
En Qué 
Nos Hacen Pensar los Desastres Que Ocurren en el Mundo 
Algunas de las 
informaciones que se ven con frecuencia en los medios de comunicación se 
refieren a distintos tipos de desastres. La gente puede encontrarse con alguno 
de ellos en cualquier momento. Puede ocurrir un poderoso terremoto, un incendio 
de grandes proporciones o una inundación. Son los creyentes los que al enterarse 
de esas calamidades recuerdan que Dios tiene potestad sobre todas las cosas y 
puede arrasar una ciudad hasta los cimientos si lo desea. Al meditar sobre esto 
se comprende que al único que se puede pedir ayuda es a Dios, único lugar de 
refugio sin par. Ni los edificios más resistentes ni las ciudades mejor 
equipadas pueden enfrentar la potestad y autoridad de Dios. Todo puede perecer 
de modo súbito si así El lo determina. 
Estas y otras 
son escenas sobre las que algunos seres humanos meditan, para concluir que Dios 
envía las catástrofes con un propósito. Dios comunica en el Corán que castiga a 
los pueblos desobedientes para que se den cuenta de lo que hacen y cambien o se 
hagan cargo de las consecuencias. Entonces, si una comunidad lleva adelante 
conceptos y prácticas que son del desagrado de Dios, El puede castigarla. O 
puede hacer que una comunidad sufra alguna penuria para probarla en este mundo. 
El creyente, al 
meditar sobre todo esto, teme que ese castigo también le alcance y pide el 
perdón de Dios por su propia conducta. 
Ninguna persona 
y ningún pueblo puede evitar que ocurra un desastre, a menos que así Dios lo 
desee. No importa si el pueblo en cuestión es el país más rico y poderoso o si 
la zona donde se producirá la hecatombe es considerada por su ubicación 
geográfica la más segura y alejada de todo riesgo. Dios dice que ningún pueblo 
puede evitar la devastación que tiene asignada: 
¿Es que los 
habitantes de las ciudades están a salvo de que Nuestro rigor les alcance de 
noche, mientras duermen? ¿O están a salvo los habitantes de las ciudades de que 
Nuestro rigor les alcance de día, mientras juegan? ¿Es que están a salvo de lo 
que Dios intrigue? Nadie cree estar a salvo de lo que Dios intriga, sino los que 
se pierden. ¿No hemos indicado a los que han heredado la tierra después de sus 
anteriores ocupantes que, si Nosotros quisiéramos, les afligiríamos por sus 
pecados, sellando sus corazones de modo que no pudieran oír? (Corán, 7:97-100). 
  
En 
Qué Pensamos Cuando Nos Enteramos de la Práctica de la Usura 
Otro tópico que 
las noticias tratan con frecuencia es el de la corrupción en las transacciones 
económicas. En particular, todos los días nos enteramos de prácticas usurarias. 
Al informarnos por la prensa que la usura está fuera de control y que provoca 
una recesión importante en la economía, nos damos cuenta de que, en respuesta a 
los actos aborrecibles y prohibidos, Dios hace que la gente pierda interés en la 
productividad. Pero al eliminar Dios el beneficio devengado a través de la 
usura, ésta decrece: Dios hace que se malogre la usura, pero hace fructificar 
la limosna. Dios no ama a nadie que sea infiel pertinaz, pecador (Corán, 2:276). 
Otro versículo nos informa también respecto de la resultante de la usura en el 
otro mundo: 
Lo que prestáis 
con usura para que os produzca a costa de la hacienda ajena no os produce ante 
Dios. En cambio, lo que dais de azaque (limosna) 
por deseo de agradar a Dios... Esos son los que recibirán el doble (Corán, 
30:39).  
El que 
reflexiona se da cuenta de que los versículos de Dios se hacen patentes entre la 
gente en este mundo. 
  
La Meditación Sobre los 
Lugares Placenteros 
Es posible ver 
también en los programas de TV, periódicos y revistas, las bellezas creadas por 
Dios. Contemplar o visitar una casa, un jardín o una playa muy lindos, es algo 
que seguramente agrada a todos. El creyente relaciona la observación de esas 
cosas, antes que nada, con el paraíso. Y recuerda, una vez más, que si es Dios 
Quien concede estas enormes bendiciones o exhibe a todos semejantes primores de 
la creación, por cierto creará en el paraíso lugares de una belleza 
incomparable. 
Alguien que 
aprecia cosas terrenales tan hermosas también piensa: todas lo bello creado en 
el mundo tiene una medida, es decir, su belleza es relativa, con ciertas 
“anomalías”, porque el mundo es limitado. Quien pasa algún tiempo en un lugar de 
diversión o paseo es testigo de esas “anomalías”: la extrema humedad ambiental, 
el elevado tenor de sal en el mar que resulta bastante molesto, el calor que 
produce ampollas y que lleva a que luego la piel se descame, son algunos pocos 
ejemplos. También se exhiben otras imperfecciones, como ser los problemas de 
organización de la agencia de viajes o el mal carácter de algunos compañeros de 
viaje. Tales cosas se deben a que el mundo es un lugar de prueba: aquí Dios 
prueba al ser humano y para ello lo enfrenta a obstáculos y/o contradicciones, 
como así también al goce de muchísimos y variados bienes, para ver hasta qué 
punto actúa frente a todo ello según Sus órdenes y mandamientos. 
Pero en el 
paraíso sí encontraremos los “originales”, sin tacha, de la bellezas que 
observamos aquí, sin la interferencia de ningún tipo de limitaciones o 
anomalías. Además, no habrá ninguna conversación o diálogo desagradable o banal: 
la perfección será plena en todo sentido para el ser humano. Por eso el 
creyente, frente a cada belleza observada en este mundo, siente que crece su 
anhelo por el paraíso. Siempre le agradece a Dios las bendiciones otorgadas y 
está contento con ellas al reflexionar que son parte de Su gracia. Y justamente 
porque sabe que el “original” de todo lo que aquí percibe como hermoso está en 
el paraíso, no se olvida del otro mundo, es decir, no se deja extraviar por las 
cosas hermosas en este mundo y vive de manera tal como para que pueda merecer 
entrar al paraíso de Dios y gozar allí de la belleza plena y eterna que El le 
concede. 
  
¿En Qué Se Piensa al Leer 
en las Revistas  
Científicas 
Que el “Ladrillo” de la Materia es el Atomo? 
Si el ser humano 
no medita sobre las cosas que observa, no puede captar las sutilezas que hay en 
ellas y darse cuenta del entorno extraordinario en el que vive. 
El creyente, en 
cambio, sí medita y extrae conclusiones, distintas a las de otros. 
Por ejemplo, es 
un hecho muy bien conocido que el componente básico de cada existencia en el 
universo, animada o inanimada, es el átomo. Es decir, la mayoría de la gente 
sabe que el libro que lee, el sillón donde se sienta, el agua que bebe y todo lo 
que llega a ver en su entorno material, está compuesto de átomos. Pero sólo los 
creyentes expanden su meditación y testimonian la potestad exaltada de Dios. 
Cuando esa 
mayoría se compenetra del tema en cuestión, piensa lo siguiente: si los átomos 
son existencias inanimadas, ¿cómo pueden reunirse y dar lugar a organismos 
capaces de ver, oír, interpretar lo que oyen, gozar de la música que escuchan, 
pensar, tomar decisiones, ser feliz o infeliz? ¿Cómo ha adquirido el ser humano 
los rasgos que le caracterizan y le hacen distinto a otros conglomerados de 
átomos? Pero no va más allá en su razonamiento. 
Por cierto, los 
átomos inconscientes e inanimados no pueden dar al ser humano las cualidades con 
las que cuenta. Está claro que Dios nos creó con un espíritu y dotados de las 
particularidades que poseemos, lo que nos recuerda un versículo de Dios: 
Que ha hecho 
bien todo cuanto ha creado y ha comenzado la creación del hombre de arcilla 
luego, ha establecido su descendencia de una gota de líquido vil, luego, le ha 
dado forma armoniosa e infundido en él de Su Espíritu. Os ha dado el oído, la 
vista y el intelecto. ¡Qué poco agradecidos sois! (Corán, 32:7-9). 
  
Algunas Realidades Que se Captan
 
Mediante Una Meditación Profunda 
¿Ha pensado 
alguna vez que todas las cosas son creadas solamente para el ser humano? 
Cuando el 
creyente en Dios investiga con atención las existencias animadas e inanimadas y 
los sistemas presentes en el universo, recapacita que todo es creado para el ser 
humano. Comprende que nada pasó a existir de manera casual sino que Dios crea 
todo del modo más preciso para provecho del ser humano. 
Por ejemplo, el 
ser humano normal puede respirar sin esfuerzo permanentemente. El aire que 
inhala no le quema la fosas nasales, no le produce vértigos o dolores de cabeza. 
La proporción de gases en el aire es la más apropiada para el cuerpo humano. 
Quien medita en esto considera otro tema crucial: si la concentración de oxígeno 
en la atmósfera fuese un poco mayor o menor que la existente, la vida 
desaparecería. Eso hace recordar lo difícil que resulta respirar en lugares muy 
cerrados, poco ventilados. El creyente, mientras sigue meditando sobre todo 
esto, agradece constantemente a su Señor, ya que entiende que El pudo haber 
hecho nuestra atmósfera como la de otros planetas y entonces sería imposible 
respirar. Nosotros en cambio tenemos una atmósfera con un orden y equilibrio 
absolutamente apropiados, que capacita a miles de millones de personas a 
respirar sin esfuerzo. 
La persona que 
sigue meditando sobre el planeta en que vive, tiene en cuenta lo importante que 
es el agua, creada por Dios, para la vida. Entonces reflexiona: En general la 
gente hace conciencia de la importancia del agua cuando le falta durante un 
tiempo más o menos prolongado. Se da cuenta de que es una sustancia que necesita 
en todo momento mientras vive. Una considerable parte de las células y de la 
sangre que llega a todos los puntos del cuerpo consiste en agua. Si no fuese 
así, la fluidez de la sangre disminuiría y su flujo en los vasos se volvería muy 
difícil. La fluidez del agua es importante no sólo para el cuerpo humano y 
animal sino también para las plantas. El agua llega a las hojas más alejadas del 
suelo mediante un sistema vascular. 
Por otra parte, 
la gran cantidad de agua en el mar hace habitable el planeta. Si las superficies 
marítimas fuesen menores a las existentes, las áreas de tierra firme se 
convertirían en desiertos y la vida sería imposible. 
La persona que 
medita sobre estas cosas se convence totalmente de que no es una casualidad la 
existencia de un equilibrio tan apropiado en la Tierra. El hecho de constatar 
todo esto y reflexionar, le permite concluir que un Creador Exaltado y 
propietario del poder eterno, creó todo con un propósito. 
También tiene en 
cuenta que los ejemplos sobre los que ha reflexionado son muy limitados en 
cantidad y que son incontables los que se pueden dar respecto de los delicados 
equilibrios existentes en el planeta. Pero puede percatarse fácilmente del 
orden, adecuación y armonía que prevalece en cada rincón del universo. Llega así 
a la conclusión de que Dios ha creado todo para el ser humano. El Todopoderoso 
comunica en el Corán: 
Y ha sujetado a 
vuestro servicio lo que está en los cielos y en la tierra. Todo procede de El. 
Ciertamente, hay en ello signos para gente que reflexiona (Corán, 45:13). 
  
Todos estamos 
familiarizados con el concepto de “eternidad”. Pero, ¿ha pensado usted siempre 
en la eternidad? Este es un tema sobre el que reflexiona el creyente en Dios. 
La creación de 
la vida eterna en el paraíso y en el infierno es un tema muy importante sobre el 
cual todos deben meditar. Quien lo hace, presenta algunas proposiciones: la 
naturaleza eterna del paraíso es una de las bendiciones y premio más grande 
concedido a la vida después de la muerte; la vida gloriosa en el paraíso no 
finalizará nunca. El ser humano puede vivir en este mundo cien años o algo más. 
Pero en el paraíso la vida no tiene límite temporal, por lo que un cuatrillón de 
veces un cuatrillón de años es algo breve. 
Quien recuerda 
esto, también tiene en cuenta que es absolutamente imposible que el ser humano 
abarque en su comprensión la eternidad. Trataremos de entenderlo mejor con una 
comparación. Si un cuatrillón de personas ha estado fabricando un cuatrillón de 
escobas cada cinco minutos y trabajando sin parar noche y día durante un 
cuatrillón de años a ese solo objeto, la cifra total de escobas fabricadas sería 
igual a “cero” en comparación con la cantidad de años que se transcurrirían en 
la vida eterna. 
Al pensarse en 
todo esto se llega a la siguiente conclusión: Dios posee un conocimiento tan 
inmenso, que a lo que al ser humano le resulta “eterno”, en la visión de El ya 
ha finalizado. Es decir, cada incidente y cada pensamiento que ha tenido lugar 
desde que se inició el “tiempo” y que ocurrirán hasta que el “tiempo” finalice, 
con sus períodos y condiciones, se determinan y finalizan dentro de Su 
conocimiento. 
También hay que 
tener en cuenta que el infierno es un lugar donde los incrédulos morarán 
eternamente y donde hay distintos tipos de aflicciones, suplicios y angustias. 
Estarán sometidos a tormentos físicos y espirituales ininterrumpidos, por lo que 
será imposible descansar o dormir. Si la vida en el infierno finalizaría, sus 
moradores tendrían alguna esperanza de superar ese trance, aunque sea después de 
un cautrillón de años. Pero lo que reciben los que inventaron socios a Dios o no 
creían, es el suplicio eterno: 
Pero quienes 
hayan desmentido Nuestros signos y se hayan apartado altivamente de ellos, ésos 
morarán en el Fuego eternamente (Corán, 7:36). 
Es de la máxima 
importancia que cada individuo intente comprender la eternidad por medio de la 
reflexión, pues eso aumenta el empeño por el más allá venturoso y refuerza su 
sumisión (a Dios) y su esperanza. En tanto sienta una gran aprensión por la 
aflicción eterna, abriga la esperanza de obtener la felicidad eterna. 
  
¿Qué Pensamos Acerca de los 
Sueños? 
Los sueños 
encierran determinaciones importantes para el que reflexiona. Cavila sobre lo 
“reales” que son las cosas que ve mientras duerme, es decir, en nada distintas a 
las que observa en vigilia. Se puede estar tendido y durmiendo sobre una cama y 
verse en el sueño en un viaje de negocios conversando con personas desconocidas 
y almorzando mientras se oye música. Se aprecia el sabor de las comidas, se 
baila, se experimenta la excitación debido a distintos incidentes, se percibe 
feliz o infeliz, se siente temor o cansancio. Incluso se puede conducir un 
vehículo desconocido aunque tampoco se sepa cómo hacerlo. 
Si bien el 
cuerpo yace en la cama con los ojos cerrados, ve distintas imágenes de los 
lugares que visita. Eso significa que lo que ve no es con los ojos. También 
escucha voces aunque en el cuarto en donde está no haya nadie más. Es decir, se 
escucha pero no por medio de los oídos. Todo esto sucede en el cerebro. Así y 
todo, cada cosa resulta muy real como si fuese corpórea. ¿Qué es entonces lo que 
forma esas imágenes tan reales en el cerebro, las cuales no tienen existencia 
efectiva en el mundo? El ser humano no puede plasmarlas consciente e 
intencionalmente mientras duerme. Ni el cerebro puede producirlas por sí mismo, 
ya que es un montón de carne constituido por moléculas de proteínas. Sería 
extremadamente irrazonable suponer que esa substancia forma imágenes por sí 
misma, e incluso rostros humanos, lugares y sonidos nunca vistos y escuchados 
antes. ¿Quién es entonces el que presenta esas imágenes mientras se duerme? Al 
reflexionarse sobre esto se advertirá, una vez más, la verdad obvia: Es Dios 
Quien hace que el ser humano duerma. En ese período le muestra lo que “sueña” y 
le devuelve el alma cuando va a despertarse. 
Y quien sabe que 
esto es así, también reflexiona sobre el propósito que ello encierra y las 
razones para que se produzca. Puesto que la persona que sueña está tan segura de 
los sucesos y de la gente percibida como cuando está despierta, si alguien se le 
acercara y le dijese: “Estas soñando; ahora despierta”, no le creería. El que es 
consciente de lo que estamos hablando piensa entonces lo siguiente: “¿Quién 
puede decir que la vida de este mundo no es también temporaria y se parece a un 
sueño? Así como nos despertamos en algún momento después de soñar, también en 
algún momento nos despertaremos de la vida de este mundo y veremos imágenes 
totalmente distintas, como por ejemplo, las imágenes de la otra vida...”. 
 
El Corán es el 
último libro que Dios envió a todos los seres humanos. Cada uno es responsable 
de conocerlo y cumplimentar las órdenes que allí se comunican. Sin embargo, la 
mayoría de la gente no lo estudia ni cumple con las órdenes que Dios da en el 
Corán, aunque lo acepten como un libro divino. Eso se debe a que no meditan, 
sino que se enteran de lo que supuestamente dice por medio de información 
recogida en distintos lugares, de manera poco o nada ordenada. Para quien 
reflexiona, en cambio, la importancia del Corán y su lugar en la vida del ser 
humano es muy grande. 
Antes que nada, 
quien “reflexiona” quiere conocer a su Creador, Quien lo creó a él y el universo 
en el que vive, le dio vida a partir de la nada y le concedió incontables 
bendiciones y cosas magníficas. Esa persona también quiere saber cuál es el tipo 
de conducta que resultaría del agrado del Creador. El Corán, que Dios envió a 
través de Su Mensajero, da la respuesta. Es por ello que resulta necesario que 
se conozca el libro que Dios reveló al género humano como guía y en donde El 
distingue el bien del mal. El ser humano necesita sopesar cada versículo y 
cumplir lo que Dios ordena de la manera más apropiada y complaciente. 
Dios comunica el 
propósito por el cual el Corán fue revelado a los seres humanos: 
Una Escritura 
que te hemos revelado, bendita, para que mediten en sus versículos y para que 
los dotados de intelecto se dejen amonestar (Corán, 38:29). 
¡No! (El 
Corán) Es un Recuerdo, que recordará quien quiera. Pero no lo tendrán en 
cuenta, a menos que Dios quiera. (Dios) Es digno de ser temido y digno de 
perdonar (Corán, 74:54-56). 
Muchos leen el 
Corán. Pero lo importante es, como lo dice Dios en Sus versículos, la forma en 
que los interpretan y extraen de cada uno de ellos la enseñanza que mejore su 
conductas. Por ejemplo, quien lee los versículos, Por cierto, la dificultad y 
la facilidad van a una. La dificultad y la facilidad van a una (Corán, 94:5-6), 
reflexiona sobre los mismos. Comprende que Dios crea la facilidad para cada 
dificultad. Por lo tanto, lo único que se debe hacer al toparse con las 
privaciones o injusticias es confiar en Dios y buscar el alivio correspondiente. 
Al ser esa la promesa de Dios, es una debilidad en nuestra fe perder la 
esperanza o entrar en pánico en momento de dificultades. Después de leer esos 
versículos y reflexionar sobre ellos, nuestra conducta se encaminará de acuerdo 
a esa lógica a lo largo de la vida. 
Dios relata en 
el Corán historias sobre la vida de los profetas y mensajeros que vivieron en el 
pasado para que la gente sepa como eran sus formas de proceder y de vivir con 
las que Dios estaba complacido y en consecuencia las tomen como ejemplos. Dios 
dice en algunos de sus versículos que la gente debe meditar sobre las historias 
de los mensajeros y extraer enseñanzas de allí: 
Hay en sus 
historias motivo de reflexión para los dotados de intelecto (Corán, 12:111). 
Y (Nosotros 
dejamos un signo) en Moisés. Cuando le enviamos a Faraón con una autoridad 
manifiesta (Corán, 51:38). 
Les salvamos 
a él (a Noé), y a los 
de la nave, e hicimos de ella un Signo para todos los mundos (Corán, 29:15). 
En el Corán se 
mencionan características de algunos pueblos desaparecidos, como ser las 
costumbres y los desastres que les acontecieron. Sería un gran error leer esos 
versículos como simples narraciones de sucesos históricos en los que se relata 
lo sucedido. El motivo por el que Dios revela esos versículos, al igual que 
todos los demás, es el de hacernos meditar para que enmendemos nuestras 
conductas equivocadas por medio de extraer enseñanzas de lo que les pasó a los 
pueblos en cuestión: 
Hemos hecho 
perecer a vuestros semejantes. Pero ¿hay alguien que se deje amonestar? (Corán, 
54:51).  
Le embarcamos 
en aquello de planchas y de fibras, que navegó bajo Nuestra mirada como 
retribución de aquél que había sido negado. La dejamos como signo. Pero ¿hay 
alguien que se deje amonestar? Y ¡cuáles no fueron Mi castigo y Mis 
advertencias! Hemos facilitado el Corán para que pueda servir de amonestación. 
Pero ¿hay alguien que se deje amonestar? (Corán, 54:13-17). 
Dios ha revelado 
el Corán como una guía para todos los seres humanos. En consecuencia, 
reflexionar sobre cada versículo y vivir en consonancia con las lecciones y 
advertencias que se derivan de allí, es la única manera de obtener la 
aprobación, la misericordia y el paraíso de Dios. 
  
¿Para Qué Emplaza Dios a los Seres Humanos a Meditar Sobre el Corán? 
...A ti también 
te hemos revelado la Amonestación para que expliques a los hombres lo que se les 
ha revelado. Quizás, así, reflexionen (Corán, 16:44). 
Tanto en el 
versículo de arriba como en otros, Dios convoca a los seres humanos a 
reflexionar. Meditar sobre eso que El nos pide y descubrir los propósitos que 
encierra y los milagros que nuestro Señor ha creado, es un acto de adoración. 
Cada tema o cuestión sobre el que reflexionemos acrecienta nuestra capacidad de 
comprensión y apreciación de la omnipotencia, sabiduría, conocimiento, arte y 
otros atributos de Dios.   
Dios 
Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre Cómo Fue Creado 
El hombre 
dice: “Cuando muera, ¿se me resucitará? Pero ¿es que no recuerda el hombre que 
ya antes, cuando no era nada, le creamos? (Corán, 19:66-67). 
  
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre la Creación del Universo 
En la 
creación de los cielos y de la tierra, en la sucesión de la noche y del día, en 
la naves que surcan el mar con lo que aprovecha a los hombres, en el agua que 
Dios hace bajar del cielo, vivificando con ella la tierra después de muerta, 
diseminando por ella toda clase de bestias, en la variación de los vientos, en 
las nubes, sujetas entre el cielo y la tierra, hay, ciertamente, signos para 
los que razonan (Corán, 2:164).   
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre la Naturaleza  
Temporaria de la Vida en Este Mundo 
La vida de 
acá es como agua que hacemos bajar del cielo. Las plantas de la tierra se 
empapan de ella y alimentan a los hombres y a los rebaños, hasta que, cuando la 
tierra se ha adornado y engalanado, y creen los hombres que ya la dominan, llega 
a ella Nuestra orden, de noche o de día, y la dejamos cual rastrojo, como si, la 
víspera, no hubiera estado floreciente. Así explicamos los Signos a gente que 
reflexiona (Corán, 10:24). 
¿Desearía 
alguno de vosotros poseer un jardín de palmeras y vides por cuyo bajo fluyeran 
arroyos, con toda clase de frutos, y envejecer mientras sus hijos son aún 
débiles y que un torbellino de fuego cayera sobre el jardín y éste se 
incendiara? Así os explica Dios los versículos. Quizás, así, meditéis 
(Corán, 2:266). 
  
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre las Bendiciones Que Posee 
El es Quien 
ha extendido la tierra y puesto en ella montañas firmes, ríos y una pareja en 
cada fruto. Cubre el día con la noche. Ciertamente, hay en ello Signos para 
gente que reflexiona. En la tierra hay parcelas de terreno colindantes, 
viñedos, cereales, palmeras de tronco simple o múltiple. Todo lo riega una misma 
agua, pero hacemos que unos frutos sean mejores que otros. Ciertamente, hay en 
ello Signos para gente que razona (Corán, 13:3-4). 
  
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre el Hecho  
de Que Todo en el Universo Fue Creado Para él 
Y ha sujetado 
a vuestro servicio lo que está en los cielos y en la tierra. Todo procede de El. 
Ciertamente, hay en ello Signos para gente que reflexiona (Corán, 45:13). 
Gracias a 
ella, hace crecer para vosotros los cereales, los olivos, las palmeras, las 
vides y toda clase de frutos. Ciertamente, hay en ello un Signo para gente 
que reflexiona. Y ha sujetado a vuestro servicio la noche y el día, el sol y 
la luna. Las estrellas están sujetas por Su orden. Ciertamente, hay en ello 
Signos para gente que razona. Las criaturas que El ha puesto en la tierra 
para vosotros son de clases diversas. Ciertamente, hay en ello un Signo para 
gente que se deja amonestar. El es Quien ha sujetado el mar para que comáis 
de él carne fresca y obtengáis de él adornos que poneros. Y ves que las naves lo 
surcan. Para que busquéis Su favor. Quizás, así, seáis agradecidos. Y ha fijado 
en tierra las montañas para que ellas y vosotros no vaciléis, ríos, caminos 
quizás, así, seáis bien dirigidos y mojones. Y se guían por los astros. ¿Acaso 
Quien crea es como quien no crea? ¿Es que no os dejaréis amonestar? 
(Corán, 16:11-17). 
  
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre Sí Mismo 
¿Es que no 
reflexionan en su interior?... (Corán, 30:8). 
  
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre las  
Acciones y Valores Genuinos  
No toquéis la 
hacienda del huérfano, sino de manera conveniente, hasta que sea mayor de edad. 
Dad con equidad la medida y el peso justos. No pedimos a nadie sino según su 
posibilidades. Sed justos cuando declaréis, aun si se trata de un pariente. Sed 
fieles a la alianza con Dios. Esto os ha ordenado El. 
Quizás, así,
os dejéis amonestar 
(Corán, 6:152). 
Dios prescribe 
la justicia, la beneficencia y la liberalidad con los parientes. Prohíbe la 
deshonestidad, lo reprobable y la opresión. Os exhorta. 
Quizás, así, os dejéis amonestar 
(Corán, 16:90). 
¡Creyentes! No 
entréis en casa ajena sin daros a conocer y saludar a sus moradores. Es mejor 
para vosotros. Quizás, así, 
os dejéis amonestar 
(Corán, 24:27). 
  
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre la Otra Vida,  
la Hora y el Día del Juicio 
El día que 
cada uno se encuentre frente al bien y el mal que ha hecho, deseará tener bien 
lejos ese día. Dios advierte que tengáis cuidado con El. Dios es manso con Sus 
siervos (Corán, 3:30). 
Y recuerda a 
Nuestros siervos Abraham, Isaac y Jacob, fuertes y clarividentes. Les hicimos 
objeto de bendición al 
recordarles 
la Morada (Corán, 38:45-46). 
¿Qué pueden 
esperar, sino que les llegue la hora de repente? Ya se han manifestado síntomas 
de la misma. Pero ¿de qué les servirá que se les amoneste cuando ella les 
llegue? (Corán, 47:18). 
  
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre los Seres  
Animados Que El Crea 
Tu Señor ha 
inspirado a las abejas: “Estableced habitación en las montañas, en los árboles y 
en las construcciones humanas. Comed de todos los frutos y caminad dócilmente 
por los caminos de vuestro Señor”. De su abdomen sale un líquido de diferentes 
clases, que contiene un remedio para los hombres. Ciertamente, hay en ello un 
Signo para gente que 
reflexiona 
(Corán, 16:68-69). 
  
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre los  
Castigos Que Podrían Acontecerles 
Di: “¿Qué 
crees 
que iba a ser de vosotros si os viniera el castigo de Dios u os viniera la Hora? 
¿Invocaríais a otros diferentes de Dios? Sinceramente...” (Corán, 6:40). 
Di: “¿Qué 
os parece? 
Si Dios os privara del oído y de la vista y sellara vuestros corazones, qué dios 
otro que Dios podría devolvéroslos?”. Mira como exponemos los versículos. Aún 
así, ellos se apartan (Corán, 6:46). 
Di: “¿Qué 
crees 
que iba a ser de vosotros si os sorprendiera el castigo de Dios repentina o 
visiblemente? ¿Quién iba ser destruido sino el pueblo impío?” (Corán, 6:47). 
Di: “¿Qué 
os parece? 
Si os sorprendiera Su castigo de noche o de día, ¿querrían los pecadores aún 
adelantarlo?” (Corán, 10:50). 
¿Es que no ven 
que se les prueba una o dos veces al año? 
Pero ni se arrepienten 
ni se dejan amonestar (Corán, 9:126). 
...dimos a 
Moisés la Escritura como argumento evidente para los hombres, como dirección y 
misericordia. Quizás, así, 
se dejarán amonestar 
(Corán, 28:43). 
Hemos hecho 
perecer a vuestros semejantes. Pero ¿hay 
alguien que se deje amonestar? 
(Corán, 54:51). 
Infligimos al 
pueblo de Faraón años (de 
sequía) y escasez de frutos. 
Quizás, así, se dejaran amonestar 
(Corán, 7:130). 
  
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre el Corán 
¿No 
meditan 
en el Corán? Si hubiera sido de otro que de Dios, habrían encontrado en él 
numerosas contradicciones (Corán, 4:82). 
¿Es 
que no ponderan 
lo que se dice (en 
el Corán) para ver si han recibido lo que sus antepasados no recibieron? 
(Corán, 23:68). 
Una Escritura 
(es 
decir, el Corán) que te hemos revelado, bendita, 
para que mediten en sus Signos 
y para que los dotados de intelecto se dejen amonestar (Corán, 38:29). 
En verdad, lo 
hemos hecho fácil en tu lengua. 
Quizás, así, se dejen amonestar 
(Corán, 44:58). 
¡No! (El 
Corán) Es un Recuerdo, 
que recordará quien quiera 
(Corán, 74:54-55). 
Así la hemos 
revelado como Corán árabe. Hemos expuesto en él amenazas. Quizás, así, Nos teman 
o les sirva de amonestación 
(Corán, 20:113). 
  
Los Mensajeros de Dios Solicitan a Sus Pueblos Carentes  
de Comprensión Que Reflexionen 
Di: “Yo no 
pretendo poseer los tesoros de Dios, ni conozco lo oculto, ni pretendo ser un 
ángel. No hago sino seguir lo que se me ha revelado”. Di: “¿Son iguales el ciego 
y el vidente? ¿Es que no 
reflexionáis? 
(Corán, 6:50). 
Su pueblo 
disputó con él. Dijo: “¿Disputáis conmigo sobre Dios, a pesar de haberme El 
dirigido? No temo lo que Le asociáis, a menos que mi Señor quiera algo. Mi Señor 
lo abarca todo en Su ciencia. ¿Es 
que no os dejaréis amonestar? 
(Corán, 6:80). 
  
Dios Solicita a las Personas Que Resistan la Influencia de Satanás 
Si el Demonio 
te incita al mal, busca refugio en Dios. El todo lo oye, todo lo sabe. Cuando 
los que temen a Dios sufren una aparición del Demonio, 
se dejan amonestar 
y ven claro. A sus hermanos, en cambio, persisten en mantenerles descarriados 
(Corán, 7:200-202). 
  
Dios Anima a Meditar Profundamente a los Que Reciben el Mensaje del Corán 
Ve, acompañado 
de tu hermano, con Mis Signos, y no descuidéis el recordarme. Id a Faraón. Se 
muestra rebelde. Hablad con él amablemente. 
Quizás, así, se deje amonestar 
o tenga miedo de Dios” (Corán, 20:42-44). 
  
Dios Invita a las Personas a Meditar Sobre la Muerte y los Sueños 
Dios llama a 
las almas cuando mueren y cuando, sin haber muerto, duermen. Retiene aquéllas 
cuya muerte ha decretado y remite las otras a un plazo fijo. Ciertamente, hay en 
ello Signos para gente que 
reflexiona 
(Corán, 39:42). 
  
Conclusión 
El propósito 
de este libro es “un requerimiento a meditar”. La verdad se puede comunicar a 
una persona de muy distintas maneras: por medio de detalles, de determinadas 
evidencias o de otras formas. No obstante, si quien recibe la comunicación no 
medita por sí misma sincera y honestamente, con el propósito de captar la 
verdad, cualquier esfuerzo para hacérsela comprender será sin sentido. Por eso 
mismo, cuando los mensajeros de Dios comunicaban el mensaje a sus pueblos, les 
hablaban con toda claridad y luego les demandaban que mediten. 
Quien 
reflexiona capta los secretos de la creación de Dios, la verdad de la vida en 
este mundo, la existencia del paraíso y del infierno y la realidad interior de 
las cosas. Adquiere una comprensión profunda de la importancia de ser una 
persona con quien Dios está complacido porque vive la religión como corresponde, 
reconoce los atributos de Dios en todo lo que ve y medita o considera todo, no 
como lo demanda la mayoría de la gente, sino como lo ordena Dios. En 
consecuencia, se complace de la belleza mucho más que otros y no sufre angustias 
debido a concepciones erróneas sin fundamentos y a la codicia por lo mundano. 
Estas son 
solamente algunas de las cosas bellas que obtendrá en este mundo quien medite. 
Pero el beneficio en el otro mundo para quien siempre busca la verdad por medio 
de la meditación, es el amor, la aprobación, la misericordia y el paraíso de 
nuestro Señor. 
Por otra 
parte, está cerca el día en que los que no quieran buscar ahora la verdad de la 
forma señalada, ineludiblemente verán muy claro sin que nadie les obligue: se 
les presentará intensamente por sí misma. Pero ya no les servirá de nada sino 
que les producirá una gran aflicción. Dios nos informa en el Corán sobre ese 
momento: 
Pero cuando 
venga la tan grande Calamidad, el día que recuerde el hombre sus esfuerzos y se 
haga aparecer el fuego de la gehena (del 
infierno) a quien pueda ver 
(Corán, 79:34-36). 
A quienes 
suponen que pueden escapar de sus responsabilidades evitando reflexionar, el 
versículo les emplaza a que mediten sobre lo que finalmente se les hará patente. 
Por lo tanto, hay una invitación a retornar a la religión de Dios, lo cual es un 
acto de adoración para el creyente. No obstante, como dice nuestro Señor en el 
Corán: 
(El 
Corán es un Recuerdo) que 
recordará quien quiera (Corán, 74:55). |