Meditación Profunda
que recuerdan a Dios de pie,
sentados o echados,
y que meditan en la creación de los
cielos y de la tierra:
“¡Señor! No has creado todo esto en
vano. ¡Gloria a Ti!
“¡Presérvanos del castigo del
Fuego!”
(Corán, 3:191)
HARUN YAHYA
Fuente: www.harunyahya.com
Primera Publicación en turco:
Septiembre de 1999 - Estambul - Turquía.
Primera Publicación en inglés:
Abril de 2000 - Londres - Gran Bretaña.
Traducción del inglés al español:
Abu Dharr Manzolillo - Junio de 2003 - Buenos Aires - Argentina.
AL LECTOR
El motivo por el cual se dedica un
capítulo especial al colapso de la teoría de la evolución es que ésta constituye
la base de todas las filosofías antiespirituales. Que el darwinismo rechace el
hecho de la creación, y por lo tanto la existencia de Dios, ha provocado que
durante los últimos ciento cuarenta años mucha gente haya abandonado su fe o se
vea invadida por la duda. Por lo tanto, se transforma en una obligación
importante, relacionada muy estrechamente con el din (modo de vida
islámico), mostrar que esta teoría es un engaño. Resulta imperativo que ese
importante servicio sea puesto a disposición de todos. Posiblemente algunos de
nuestros lectores puedan leer solamente uno de nuestros libros, de ahí que
pensamos apropiado dedicar un capítulo al tema, aunque de manera resumida.
Otro punto que tiene que ser
enfatizado se refiere al contenido del libro. Las cuestiones relacionadas con la
fe se tratan, en todas las obras del autor, a la luz de los versículos
coránicos, y se invita a la gente a aprender de ellos y vivirlos. Todos esos
temas referidos a los versículos de Dios se explican de una manera tal que no
dejan ningún lugar a la duda o al cuestionamiento en el pensamiento del lector.
El estilo empleado, llano, abierto
y fluido, asegura que todos, de cualquier edad o grupo social, puedan comprender
los escritos de Harun Yahya fácilmente. Esta manera lúcida y efectiva de los
relatos los hace de rápida lectura. Incluso algunos que rechazan la
espiritualidad con rigor son influenciados por la veracidad de los hechos a los
que se hace referencia en los libros de Harun Yahya, y no pueden refutar sus
contenidos.
Este libro y todos los otros
trabajos del autor pueden ser leídos por una persona sola o por grupos de
estudio, para debatirlos. Esto último será más beneficioso gracias al
intercambio de reflexiones y experiencias.
Además, será un gran servicio al
din contribuir a la presentación y lectura de este libro, el cual está
escrito solamente para el agrado de Dios. Todos los escritos de Harun Yahya son
muy convincentes. Por esta razón, uno de los métodos más efectivos de comunicar
el din a otras personas, es impulsarlas a leerlos.
ACERCA DEL AUTOR
El autor, quien escribe
bajo el seudónimo de HARUN YAHYA, nació en Ankara en 1956. Completó sus estudios
primario y secundario en esa ciudad y luego cursó Bellas Artes en la Universidad
Mimar Sinan de Estambul y Filosofía en la Universidad de Estambul. A partir del
decenio de 1980 ha publicado muchos libros sobre política, temas relacionados
con la fe y con las ciencias. El haber escrito obras muy importantes que ponen
al descubierto la impostura de los evolucionistas, la invalidez de sus
suposiciones y la tenebrosa vinculación entre el darwinismo y las ideologías
sanguinarias como el fascismo y el comunismo, lo han hecho una persona muy
conocida.
El seudónimo del autor está
constituido por los nombres ‘Harun’ –Aarón-- y ‘Yahya’ –Juan--, en memoria de
ambos Profetas, quienes lucharon contra la infidelidad. El sello sobre la
cubierta de los libros tiene un carácter simbólico y está vinculado a sus
contenidos: representa al Corán (la última escritura) y al Profeta Muhammad, el
último de los profetas. El propósito que anima al autor, bajo la guía del Corán
y de la sunnah (literalmente significa: costumbre, práctica, uso,
tradición), es refutar cada uno de los pilares fundamentales de las ideologías
ateas, al punto que quienes argumentan en contra de la religión se queden mudos,
sin saber qué decir. El sello del último de los profetas, quién obtuvo la
sabiduría en su más elevado nivel y la perfección moral, es usado por Harun
Yahya como un signo de la intención que lo anima frente a los que repudian la
creencia religiosa.
Todos los trabajos del
autor se centran en un objetivo: comunicar el mensaje del Corán, animar a pensar
sobre las cuestiones básicas relacionadas con la fe (como la presencia de Dios,
Dios Uno y el Más Allá) y poner al descubierto los fundamentos endebles de las
ideologías pervertidas de los sistemas ateos.
Los lectores que disfrutan
de los escritos de Harun Yahya son muchos y están en todo el mundo: desde la
India a USA, desde Inglaterra a Indonesia, desde Polonia a Bosnia, desde España
a Brasil. Algunos de sus libros están disponibles en inglés, francés, alemán,
castellano, italiano, portugués, urdú, árabe, albanés, ruso, serbo-croata
(bosnio), polaco, malayo, uygur, turco e indonesio.
Esos libros han servido
como un instrumento para que muchas personas recuperen su fe en Dios y para que
otras profundicen el discernimiento sobre su certidumbre religiosa. La lógica
que poseen, junto a su fácil comprensión y bello estilo, dan a estos trabajos un
toque de distinción que conmueve a cualquiera que los lea o estudie. Dado que
sus planteos son inobjetables, los escritos se caracterizan por su efectividad
inmediata, los resultados definidos y la imposibilidad de refutarlos. Es muy
difícil que quienes los lean con atención puedan seguir defendiendo con
sinceridad la filosofía materialista, el ateísmo o cualquier otra ideología o
doctrina pervertida. Y aunque sigan en alguna de esas posiciones negativas, lo
harán solamente por motivos sentimentales, puesto que el autor las destruye
desde sus mismas raíces. Todos los movimientos que niegan la religión quedan
desde ahora derrotados ideológicamente gracias al conjunto de trabajos escritos
por Harun Yahya.
No cabe ninguna duda de que
las características de esos libros son el producto de la sabiduría y lucidez del
Corán. El autor sólo intenta servir como un modesto medio en la búsqueda, por
parte de la gente, del sendero recto de Dios. Con la publicación de estos
trabajos no se persigue ningún beneficio material.
Considerando lo dicho,
quienes animan a otros a leerlos prestan un servicio muy importante, pues “abren
los ojos” y guían para ser más devotos servidores de Dios.
Asimismo, sería injusto
perder el tiempo y energía difundiendo otras obras que confunden, conducen al
caos ideológico y no sirven para remover las dudas del corazón de los
individuos.
Está claro que un libro que
se dedica a hacer sobresalir la capacidad literaria del autor antes que apuntar
a impedir que la gente pierda la fe religiosa, no podrá tener un gran efecto.
Quienes dudan de que eso
sea así, pueden ver fácilmente que el único objetivo que persiguen los libros de
Harun Yahya es superar la incredulidad y diseminar los valores morales del
Corán. El éxito e impacto de este servicio se manifiesta en la convicción que
adquieren los lectores.
Hay algo que debería
tenerse en cuenta: la principal razón para que continúen la crueldad, los
conflictos y los grandes atropellos que sufre la mayoría de la población,
estriba en el dominio ideológico de la incredulidad. Dicha situación puede
finalizar solamente con la derrota ideológica de la misma, haciendo conocer las
maravillas de la creación y la moralidad coránica de modo que se viva según
ésta. Teniendo en cuenta la situación del mundo de hoy día, que conduce a la
gente a una espiral de violencia, corrupción y enfrentamientos, la tarea de
moralización indicada debe hacerse con premura y de manera efectiva, pues de
otro modo puede ser demasiado tarde.
No es exagerado decir que
el conjunto de escritos de Harun Yahya ha asumido esa tarea primordial. Si Dios
quiere, estos libros serán un medio a través de los cuales los seres humanos del
siglo veintiuno obtendrán la paz, la justicia y la felicidad prometidas en el
Corán.
Sus obras incluyen: Judaísmo y
Masonería, Masonería Mundial, Terrorismo: El Ritual del Mal, Cábala y Masonería,
El Nuevo Orden Masónico, Los Caballeros Templarios, El Islam Denuncia el
Terrorismo, La 'Mano Secreta' en Bosnia, Los Kurdos la Carta Secreta de Israel,
El Comunismo al Acecho, Fascismo: La Ideología Sangrienta del Darwinismo, Los
Desastres Que Produjo el Darwinismo a la Humanidad (disponible versión en
castellano), Entre Bastidores del Terrorismo, Entre Bastidores del Holocausto,
La Política Opresiva de China Comunista y la Situación en Turkestán Oriental,
Palestina: La Solución, Las Normas Eticas del Corán, El Invierno del Islam y la
Primavera Esperada, Declaración de Fe (1, 2 y 3), Un Arma de Satanás: el
Romanticismo, La Luz del Corán Destruyó el Satanismo, Los Ultimos Tiempos y Sus
Signos en el Capítulo del Corán “La Vaca”, Signos del Ultimo Día y la Bestia de
la Tierra, Realidades (1 y 2), El Mundo Occidental se Vuelve Hacia Dios, El
Engaño del Evolucionismo (disponible versión en castellano), Respuestas Precisas
a los Evolucionistas, Las Equivocaciones de los Evolucionistas, El Corán se
Opone al Darwinismo, La Epoca de Oro, Pueblos Desaparecidos (disponible versión
en castellano), El Arte del Color de Dios, La Verdad de la Vida en Este Mundo,
Signos en los Cielos y en la Tierra Para las Personas de Entendimiento
(disponible versión en castellano), El Profeta Moisés, El Profeta Yusuf, El
Profeta Muhammad (BP), El Profeta Salomón, La Gloria Está por Todas Partes, La
Importancia de las Evidencias de la Creación, La Pesadilla del Incrédulo,
Conocimiento de la Verdad, La Eternidad Ya Ha Comenzado, La Eternidad y la
Realidad del Destino, Materia: Otro Nombre de la Ilusión, El Hombrecito en la
Torre, El Islam y la Filosofía del Karma, La Magia Negra del Darwinsimo, La
Religión del Darwinismo, El Colapso de la Teoría de la Evolución en 20
Preguntas, La Ingeniería de la Naturaleza, La Tecnología Copia a la Naturaleza,
El Atolladero del Evolucionismo I (Enciclopédico), El Atolladero del
Evolucionismo II (Enciclopédico), Dios es Conocido a Través de la Razón, El
Corán Guía el Camino de la Ciencia, El Verdadero Origen de la Vida, Conciencia
en la Célula, La Tecnología Imita a la Naturaleza, Una Retahíla de Milagros, La
Creación del Universo (disponible versión en castellano), Los Milagros en el
Corán, El Designio de la Naturaleza, Autosacrificio y Modelos Inteligentes de
Comportamiento entre los Animales, ¡Chicos, Darwin Mentía!, El Fin del
Darwinismo, Nunca Defienda la Ignorancia, El Milagro Verde: La Fotosíntesis, El
Milagro del Atomo, El Milagro en la Célula, El Milagro del Sistema Inmune, El
Milagro en el Ojo, El Milagro de la Creación en los Vegetales, El Milagro en la
Araña, El Milagro en el Mosquito, El Milagro en la Abeja, El Milagro en la
Hormiga, El Milagro de la Semilla, El Milagro en la Termita, El Milagro de la
Hormona, El Milagro del Cuerpo Humano, El Milagro de la Creación del Ser Humano,
El Milagro de la Proteína, El Milagro del Olfato y del Gusto, El Milagro del
Micromundo, Los Secretos del ADN.
Los libros para niños del autor
son: Maravillas en la Creación de Dios, El Mundo de los Animales, La Gloria
en los Cielos, Criaturas Asombrosas, Aprendamos Nuestro Islam, Los Milagros en
Nuestros Cuerpos, El Mundo de Nuestras Amiguitas: Las Hormigas, Los Panales
Perfectos de las Abejas, Constructores Hábiles de Diques: Los Castores.
Otros
trabajos del autor sobre temas coránicos incluyen:
¿Nunca Pensaron Acerca de la Verdad?; Devotos de Dios; Abandono de la Sociedad
de la Ignorancia; La Real Morada de los Creyentes, El Paraíso; Valores Morales
en el Corán; Conocimiento del Corán; Index del Corán; La Emigración por la Causa
de Dios; Referencia a los Hipócritas en el Corán; Los Secretos del Hipócrita;
Los Nombres de Dios; La Comunicación del Mensaje y la Discusión en el Corán;
Conceptos Básicos en el Corán; Respuestas Desde el Corán; Muerte, Resurrección,
Infierno; La Lucha de los Mensajeros; El Enemigo Jurado del Ser Humano: Satanás;
La Mayor Difamación, La Teoría de la Evolución; Idolatría, la Religión del
Ignorante; La Arrogancia de Satanás; El Rezo en el Corán; La Importancia de la
Consciencia en el Corán; El Día de la Resurrección; No Olvidar Nunca; Desprecio
de los Dictámenes Coránicos; Abandono de la Sociedad de la Ignorancia; La
Importancia de la Paciencia en el Corán; Conocimiento General a Partir del
Corán; Rápida Adhesión a la Fe (partes 1, 2 y 3); Razonamiento Imperfecto del
Incrédulo; La Fe Perfeccionada; Lo Que Dicen Nuestros Mensajeros;
La Compasión de los Creyentes; El Temor a Dios; La Pesadilla del Incrédulo; El
Profeta 'Isa (Jesucristo) Vendrá; Las Bellezas de la Vida Presentadas por el
Corán; Un Conjunto de las Bellezas de Dios (partes 1, 2, 3 y 4), La Iniquidad
Llamada "Burla"; El Secreto de la Prueba; La Verdadera Sabiduría Según el Corán;
El Combate con la Religión de la Irreligión; La Escuela de Yusuf; La Alianza de
Dios; La Difamación Contra los Musulmanes A lo Largo de la Historia; La
Importancia de Seguir la Buena Palabra; ¿Por Qué Te Autoengañas?; El Islam: La
Religión de la Tranquilidad; el Entusiasmo y el Vigor Según el Corán; El Ver el
Bien en Todo; ¿Cómo Interpreta el Corán el Ignorante?; Algunos Secretos del
Corán; El Valor de los Creyentes, Confiados en el Corán, La Justicia y la
Tolerancia en el Corán, Pilares Fundamentales del Islam, Los Que Desatienden el
Corán, El Corán Como Guía, Una Amenaza al Acecho: La Negligencia, La Sinceridad
en el Corán, La Religión de las Personas Devotas, Los Procedimientos del
Mentiroso Según el Corán.
INDICE
Introducción
Meditación Profunda
¿En Qué Piensa la Gente
Normalmente?
¿Cuáles Son los Motivos
Que Impiden Meditar?
Cosas Sobre las Que
Es Necesario Meditar
Meditemos Sobre los
Versículos del Corán
¿Ha pensado
alguna vez que usted no existía antes de ser concebido y luego vino al mundo,
pasando a existir, simplemente, de la nada?
¿Ha pensado
alguna vez que esas flores coloridas y de buena fragancia que ve en su
departamento todos los días provienen de un suelo sucio, oscuro?
¿Ha pensado
alguna vez en los mosquitos que nos molestan a la noche y agitan las alas tan
velozmente que no las podemos ver?
¿Ha pensado
alguna vez en frutas como la banana, la sandía, el melón y la naranja, cuyas
cáscaras cumplen el papel de envoltura de alta calidad para que mantengan su
gusto y fragancia?
¿Ha pensado
alguna vez en que, mientras duerme, un terremoto repentino puede destruir su
vivienda, su oficina o su ciudad hasta los cimientos y de ese modo perder todas
sus pertenencias en pocos segundos?
¿Ha pensado
alguna vez en lo rápido que transcurre su vida y que en poco tiempo se
convertirá en viejo y débil mientras va perdiendo la belleza, la salud y la
fortaleza física día a día?
¿Ha pensado
alguna vez que un día encontrará ante usted los ángeles de la muerte enviados
por Dios y que entonces deberá abandonar este mundo?
Bien, ¿ha
pensado alguna vez por qué la gente se liga tanto al mundo del que muy pronto
partirá, cuando lo que en realidad y básicamente necesita es esforzarse por
alcanzar lo que le favorecerá en la otra vida?
Dios provee al
ser humano con la facultad de pensar. No obstante, la mayoría de las personas no
la usan como deberían. En realidad, la mayoría casi nunca piensan.
Todos los seres
humanos poseen una capacidad de reflexión de la que la mayoría es inconsciente.
Al empezar a usarla se presentan hechos que hasta ese momento no se habían
tenido en cuenta. Cuanto más se reflexiona más se desarrolla la capacidad de
razonamiento. Esta posibilidad la tienen todos las personas. Hace falta darse
cuenta de que es necesario reflexionar y luego esforzarse en tal sentido.
El propósito de
este libro es invitar a la gente a pensar “de la manera apropiada” y mostrarle
la forma de hacerlo. Quienes no reflexionen permanecerán totalmente alejados de
la verdad y conducirán su vida por el camino del autoengaño y el error. En
consecuencia, no comprenderán el propósito que hay en la creación de nuestro
planeta y la razón de ser de todo lo que existe en él. Dios ha creado todo con
un propósito, como lo comunica el Corán:
No hemos creado
los cielos, la tierra y lo que entre ellos está por puro juego. No lo creamos
sino con un fin, pero la mayoría no saben (Corán, 44:38-39).
¿Os figurabais
que os habíamos creado para pasar el rato y que no ibais a ser devueltos a
Nosotros? (Corán, 23:115).
Por lo tanto,
cada persona necesita ponderar el propósito de la creación, primero en lo que le
atañe a sí mismo y luego en relación con todo lo que ve en el mundo y todo lo
que experimenta a lo largo de la vida. Quien no reflexiona comprenderá esto sólo
después de morir, cuando rinda cuentas frente a Dios. Pero ya no le servirá de
nada. Dios dice en el Corán que el día del Ajuste de Cuentas todos reflexionarán
y verán la verdad:
ese día se
traerá el Infierno, ese día el hombre recordará; pero ¿de qué le servirá
entonces el recordar? Y dirá: “¡OjAllah hubiera enviado por delante (buenas
obras) para mi (otra)
vida!” (Corán, 89:23-24).
Dios nos da la
posibilidad de que meditemos sobre la vida de este mundo y derivemos de ello las
conclusiones correctas. Si lo hacemos, obtendremos un gran beneficio en el otra
vida. Este es el motivo por el que Dios ha convocado a todos los seres humanos a
través de Sus profetas y Libros a que reflexionen sobre su creación y la
creación del universo:
¿Es que no
reflexionan en su interior? Dios no ha creado los cielos, la tierra y lo que
entre ellos está sino con un fin y por un período determinado. Pero muchos
hombres se niegan, sí, a creer en el encuentro de su Señor. (Corán, 30:8).
La mayoría de la
gente cree que para “pensar en profundidad” hay que acomodarse en una sala
vacía, aislarse de las demás personas y asuntos y colocar la cabeza entre las
manos. Pero como eso les parece demasiado difícil, concluyen que se trata de una
cualidad exclusiva de los “filósofos”.
Sin embargo,
como dijimos en la Introducción, Dios convoca a todos a meditar y dice
que reveló el Corán para gente que reflexiona: Una Escritura que te hemos
revelado, bendita, para que mediten en sus versículos y para que los dotados de
intelecto ponderen sus signos y los tomen en cuenta (Corán, 38:29).
Lo importante es que la actitud sincera del individuo mejore y profundice la
capacidad de la meditación.
Por otra parte,
la gente que no invierte tiempo y esfuerzo en ese logro, continuará sumergida en
un grave “descuido”. Este término connota con “negligencia”, “abandono”,
“equivocación”, “indiferencia”, “desatención”. El estado de descuido de quienes
no reflexionan es consecuencia de la desatención o despreocupación deliberada
respecto al propósito de su creación y las realidades que enseña la religión.
Ese es un curso de acción extremadamente peligroso que puede conducir al
infierno. En consecuencia, Dios ha advertido a los individuos para que no se
ubiquen entre los desatentos o descuidados:
Invoca a tu
Señor en tu interior, humilde y temerosamente, a media voz, mañana y tarde, y no
seas de los despreocupados (Corán, 7:205).
Prevénles
contra el día de la Lamentación, cuando se decida la cosa. Y ellos, entre tanto,
están despreocupados y no creen (Corán, 19:39).
Dios se refiere
en el Corán a la gente que reflexiona y se vuelve consciente de la verdad: es
aquella que Le reverencia y obedece sumisamente. Dios dice que están en el error
quienes sigan a sus padres como ciegos y sin mayor discernimiento. Si se les
pregunta, dicen que son religiosos y creen en Dios. Pero como no razonan no
rectifican sus conductas y no obedecen a Dios. En los versículos que siguen se
expone la mentalidad de gente así:
Di: “¿De quién
es la tierra y quien en ella hay? Si es que lo sabéis...”
Dirán: “De
Dios”. Di: “¿Es que no os dejaréis amonestar?”. Di: “¿Quién es el Señor de los
Siete Cielos, el Señor del Trono Augusto?”. Dirán: “Dios”. Di: “¿Y no Le tendrás
taqwa?
(Taqwa:
Conciencia o temor de Dios que inspira a la persona a estar en guardia frente a
los errores y anhelar cumplir acciones que Le agraden)
Di: “¿Quién
tiene en Sus manos la realeza de todo, protegiendo sin que nadie pueda proteger
contra El? Si es que lo sabéis...” Dirán: “Dios”. Di: “Y ¿cómo podéis estar tan
sugestionados?”. Vinimos a ellos con la Verdad, pero mienten, sí. (Corán,
23:84-90).
Dios dice en el
versículo anterior, ¿cómo
podéis estar tan sugestionados?
El término “sugestionados” implica en
el versículo un estado de torpeza que se apodera normalmente de las personas. La
mente que no razona se encuentra entorpecida, con una visión enturbiada, no
tiene en cuenta los hechos ante sus ojos y la facultad de comprensión se
presenta debilitada. Se vuelve incapaz de comprender incluso una verdad
sencilla. No puede ser consciente de los hechos extraordinarios que suceden
frente a él. No advierte los intrincados detalles de los sucesos. La razón por
la que generación tras generación de individuos llevan una vida desatenta
durante miles de años y en general no reflexionan nunca, copiando todo como si
fuese, simplemente, una “herencia cultural”, es en realidad ese embotamiento
mental.
Con un ejemplo
podemos explicar una de las consecuencias de este hechizo.
Por debajo de la
superficie de la Tierra existe un “estrato en ebullición” llamado “magma”. La
corteza del planeta es muy delgada, lo cual implica que esa masa incandescente
está muy cerca de nosotros, bajo nuestros pies. Con el objeto de comprender
mejor el espesor de la misma, podemos hacer una comparación: la relación de la
corteza con el diámetro del planeta es la que existe entre la cáscara de la
manzana y el diámetro de la fruta.
Todos saben que
ese estrato en ebullición debajo de la superficie posee una temperatura muy
elevada, pero casi nadie se preocupa por ello, lo tiene en cuenta o se interroga
respecto de su existencia. Eso se debe a que sus padres, hermanos, parientes,
amigos, vecinos, periodistas, programas televisivos y profesores universitarios
no se ocupan de ello tampoco.
Vamos a intentar
que el lector reflexione un poco sobre esto. Supongamos que una persona después
de perder la memoria intenta saber qué tiene a su alrededor y entonces se lo
pregunta a quien está en su entorno. Primero buscará saber en qué lugar se
encuentra. ¿Qué pensaría si se le dice que por debajo del lugar en el que está
parado existe una masa ígnea que en cualquier momento podría hacer brotar llamas
en la superficie terrestre, como consecuencia de un terremoto o una erupción
volcánica?
Avancemos un
poco más y supongamos que a dicha persona se le dijo que este mundo,
simplemente, es un pequeño planeta flotando en un universo oscuro e infinito
llamado “espacio”, en el que los peligros son mayores a los del substrato
terrestre. Por ejemplo, los meteoritos, que pesan muchas toneladas, se mueven
libremente por las amplitudes celestiales. Nada impide que en algún momento
puedan alterar sus cursos debido a diversos motivos y entrar en colisión con la
Tierra.
Seguramente la
persona a la que nos referimos tendrá permanentemente en cuenta la situación
insegura en la que se encuentra y tratará de enterarse cómo se mueven los demás
en ese medio tan crítico. Comprobará que en realidad es partícipe de un sistema
perfectamente apropiado.
El interior del
planeta en el que vive entraña una gran amenaza. Pero la existencia de un
equilibrio muy delicado impide que llegue a dañar a la gente, con la excepción
de circunstancias extraordinarias. Quien comprende esto, sabe que la Tierra y
todas las criaturas en ella continuarán subsistiendo de modo seguro sólo por
voluntad de Dios, debido al equilibrio adecuado que El ha creado.
Este es sólo un
ejemplo de entre los millones o miles de millones sobre los que la gente
necesita reflexionar. Otra anécdota nos ayudará a comprender cómo la desatención
afecta la facultad de reflexión y limita la capacidad intelectual.
Todos saben que
la vida en este mundo se disipa y acaba rápidamente. Pero, no obstante, los
individuos se comportan como si nunca abandonarán este mundo, como si nunca se
morirán. En verdad, esta concepción es una especie de “hechizo” que pasa de
generación en generación. El efecto de esta forma de pensar es tan fuerte, que
al hablarse de la muerte la mayoría cambia de tema de inmediato por miedo a que
se rompa el hechizo y haya que enfrentar la realidad. Quienes toda la vida se
ocupan de comprar buenas casas, residencias de verano, automóviles y enviar a
los hijos a buenos colegios, no quieren pensar que un día morirán y no podrán
llevarse todas esas cosas con ellos. Pero en vez de empezar a hacer algo para la
verdadera vida después de la muerte, prefieren no cavilar sobre el tema.
Sin embargo,
todos moriremos, más temprano o más tarde. Y después de muerto, créase o no,
comenzará la vida eterna sin excepción. Que a esta existencia se la transcurra
en el Paraíso o en el Infierno depende de lo que se haya hecho en la corta vida
en este mundo. Aunque esta es la sencilla verdad, la única razón por la que la
gente se comporta como si la muerte no existiese es ese hechizo que la atrapa
debido a que no reflexionan.
Los hechizados,
inmersos en un estado de desatención, comprenderán la realidad al verla con sus
ojos después de muertos. Dios comunica esto en el Corán:
“Estas cosas te
traían sin cuidado. Te hemos quitado el velo y, hoy, tu vista es penetrante”
(Corán, 50:22).
Como dice Dios
en el versículo, la visión que aquí está empañada debido a la falta de
reflexión, será “penetrante” cuando tenga que rendir cuenta en la otra vida.
Es de señalar
que la gente se autoimpone ese hechizo. Suponen que de ese modo vivirán
relajados y tranquilos. Sin embargo, para cualquiera es muy fácil tomar la
decisión de sacarse de encima ese embotamiento y empezar a vivir con una
conciencia lúcida. Dios ha presentado la solución. Quienes reflexionan pueden
disipar ese encantamiento mientras aún están en este mundo. Entonces pasarán a
comprender que todo lo que ocurre tiene un propósito y un sentido medular o
espiritual y que son capaces de aprehender la sapiencia existente en los
acontecimientos que Dios genera a cada instante.
Se Puede
Reflexionar en Cualquier Lugar y Momento
Para reflexionar
no se requiere ningún momento, lugar o condición especial. Cualquiera puede
meditar caminando en la calle, dirigiéndose a la oficina, conduciendo el
automóvil, operando la computadora, participando de una reunión de amigos,
viendo la TV o merendando.
Por ejemplo, al
conducir el automóvil es posible que nos crucemos con cientos de personas y
entonces ponderemos muchas cosas. Podemos considerar las apariencias físicas de
las mismas y sorprendernos, puesto que si bien comparten órganos básicos
similares, como ojos, cejas, pestañas, manos, brazos piernas, bocas y narices,
son todas distintas. Cavilando un poco más se llega a recordar lo siguiente:
Dios ha creado miles de millones de personas a lo largo de miles de años, todas
distintas entre sí. Por cierto, esto es parte de la evidencia de que Dios es un
Creador superior y eficaz.
El que observa a
los demás yendo de un lado a otro, puede imaginarse distintas cosas. En una
primera observación a cada uno se lo ve como un individuo “distinto”. Cada uno
tiene su propio mundo, deseos, planes, gustos y forma de vida, cosas que lo
hacen feliz o infeliz. No obstante, esas diferencias son engañosas. En general,
todo ser humano nace, crece, va a la escuela, busca trabajo, trabaja, contrae
matrimonio, tiene hijos, envejece, se convierte en abuelo/a y por último
fallece. Desde este punto de vista no hay diferencias entre las vidas de las
distintas personas. Que alguien viva en un barrio de Estambul o en una ciudad de
México no modifica para nada la cuestión. Todos mueren en definitiva.
Posiblemente dentro de un siglo ya no vivirá ninguna de esas personas con las
que nos cruzamos. Quien se da cuenta de esto y sigue reflexionando se plantea
los siguientes interrogantes: puesto que todos moriremos algún día, ¿por qué
actuamos como si nunca nos fuéramos de este mundo? Si se sabe con certeza que
algún día hay que morirse y lo lógico sería esforzarse por una buena vida
después de la muerte, ¿por qué casi todos se comportan como si nunca finalizara
la vida en este mundo?
Quien medita así
llega a una conclusión muy decisiva.
La gran mayoría
de la gente no piensa acerca de estas cuestiones. Si se les preguntase de
improviso, “¿qué están pensando en este momento?”, se referirán seguramente a
cosas totalmente triviales que nos les sirve prácticamente para nada. De todos
modos, el ser humano es capaz de pensar permanentemente en “cosas
significativas”, “sabias” e “importantes” desde que se despierta hasta que se va
a dormir y derivar de ello conclusiones apropiadas.
Dios nos informa
en el Corán que los creyentes deben reflexionar y obtener decisiones
beneficiosas de lo que medita:
En la creación
de los cielos y de la tierra y en la sucesión de la noche y el día hay,
ciertamente, signos para los dotados de intelecto, que recuerdan a Dios de pie,
sentados o echados, y que meditan en la creación de los cielos y de la tierra:
“¡Señor! No has creado todo esto en vano. ¡Gloria a Ti! Presérvanos del castigo
del Fuego” (Corán, 3:190-191).
Como informa el
versículo, los creyentes son personas reflexivas, capaces de ver el aspecto
milagroso de la creación y el conocimiento, sapiencia y exaltada potestad de
Dios.
El
Individuo Obtiene el Juicio Correcto Volviéndose a Dios
Para que la
meditación sea beneficiosa y conduzca a una conclusión correcta, hay que pensar
siempre de manera positiva. Por ejemplo, si alguien se siente inferior
físicamente porque envidia la buena presencia y elegancia de otra persona, cae
en algo que Dios no aprueba. Por el contrario, quien anhela obtener la
aprobación de Dios, considera que el ser apuesto y elegante es una manifestación
de la creación perfecta de Dios, perfección que se la da a quien El quiere.
Entonces le produce un gran deleite verla como una belleza creada por Dios y
pide a El que en el más allá acreciente su hermosura. Y también pide para sí un
esplendor auténtico en el otro mundo. Se da cuenta que la generalidad de los
seres humanos han sido creados con imperfecciones porque es en este mundo donde
se los prueba. Entonces anhela con mayor intensidad el Paraíso. Lo expresado es
sólo un ejemplo de pensamiento noble y sincero. El ser humano se cruza a lo
largo de la vida con muchos ejemplos como el dado par ver si se manifiesta
convenientemente y con una forma de pensar que sea del agrado de Dios.
El éxito en la
prueba y una meditación favorable en el más allá dependen de las lecciones y
advertencias que deduce de lo que reflexiona. Es por eso que resulta imperativo
que el ser humano piense continuamente de manera correcta. Dice Dios en el
Corán:
El es Quien os
muestra Sus signos, Quien hace bajar del cielo sustento. Pero no se deja
amonestar sino quien vuelve a El arrepentido (Corán, 40:13).
¿En Qué Piensa la Gente
Normalmente?
Como vimos
antes, las personas no piensan como deberían y eso les impide desarrollar la
facultad del entendimiento. Pero debe hacerse una aclaración.
En todo momento
se nos pasan cosas por la mente y casi nunca la tenemos en blanco, excepto en
ciertos momentos al dormir. Con todo, muchos de esos pensamientos son
improductivos, “fútiles” e “innecesarios”, no nos sirven para nada en la otra
vida y no nos llevan a buen puerto.
Si alguien hace
la prueba de recordar lo que pensó durante todo el día y lo anota, verá que la
mayoría de lo registrado son cosas insustanciales. Y si encuentra algo que le
parece digno de elogio, es probable que después se dé cuenta de que estaba
equivocado. Ello es así porque, en términos generales, las conclusiones que nos
parecen correctas no sirven de nada en la otra vida.
La gente no sólo
gasta el tiempo en cosas triviales a lo largo de la vida, sino que procede de la
misma manera con aquello que discurre mentalmente. Dios aconseja tener una gran
fuerza de voluntad para no caer en las trivialidades: Bienaventurados los
creyentes... que evitan el vaniloquio, (Corán, 23:1 y 3). Esto se aplica
también a lo que uno medita. Eso se debe a que las ideas, a menos que las
controlemos convenientemente, fluyen de modo permanente en la mente. Si no
sabemos qué queremos, la mente salta de un tema frívolo a otro. Al dirigirnos a
nuestro hogar podemos estar pensando lo que necesitamos comprar y en seguida
recordar, repentinamente, lo que nos dijo un amigo hace bastante tiempo. Esa
forma incontrolada de pensar puede mantenerse todo el día.
Pero es algo
posible de manejar. Todos tenemos la capacidad de cavilar sobre las cosas que
mejorarán nuestra fe, nuestro intelecto, nuestra cortesía y lo que nos rodea.
En este capítulo
haremos mención al tipo de cosas sin importancia que se tiende a pensar. Y nos
referiremos a esto porque si a los lectores de este libro les pasa por la cabeza
algo similar, sabrán que la están ocupando con cosas inservibles. De ese modo
podrán controlar el discernimiento y volcarlo a algo que sea realmente
provechoso.
Cuando una
persona no logra controlar las ideas y orientarlas de manera provechosa, puede
verse invadida por el temor, la angustia y la preocupación en función de cosas
que podrían suceder pero que aún no acontecieron.
Por ejemplo, el
padre de un joven que debe dar un examen en la universidad podría suponer cuál
sería el destino del hijo: “Si no se recibe no encontrará trabajo y no podrá
ganar lo suficiente como para casarse. Pero si se casa no me imagino cómo hará
frente a los gastos de la boda. Además, se habrá derrochado todo el dinero que
gastó hasta ese momento para que estudie y la gente nos mirará con desdén. Para
peor, ¿qué hago si el hijo de mi amigo se recibe y el mío no...?”.
Esa forma de
pensar errónea puede seguir desarrollándose, pero en realidad el hijo no ha
rendido el examen aún. Es difícil resistir ese tipo de temores infundados a lo
largo de la vida si se está alejado de la religión. Seguramente hay una razón
que lleva a ello. En el Corán se dice que el motivo por el cual la gente no
puede enfrentar esas ansiedades sin sentido reside en que se deja influenciar
por los susurros de Satanás:
(El Demonio ha
dicho: “...) he de extraviarles, he de inspirarles vanos deseos...” (Corán,
4:119).
Como lo expresa
el versículo, quien se deja invadir por ansiedades triviales siempre se
encuentra predispuesto a los susurros de Satanás, pues olvida a Dios (se
extravía) y no piensa con propiedad. En otras palabras, si el ser humano
engañado por la vida mundanal no actúa como corresponde, valiéndose de su fuerza
de voluntad, y se deja llevar por los acontecimientos vulgares de todos los
días, queda bajo el completo control de Satanás. Uno de los principales patrones
de comportamiento de Satanás es fomentar la ansiedad. Por lo tanto, todos los
conceptos erróneos, pesimismo y ansiedades urdidos en la mente --como cuando
alguien se plantea, “¡qué haré si tal cosa sucede!”--, tienen su origen en los
susurros de Satanás.
Dios nos enseña
la forma de no caer en esa trampa. Nos dice en el Corán que cuando
experimentemos una instigación perniciosa de Satanás deberíamos buscar refugio
en El y recordarle:
Cuando los
que tienen taqwa (es
decir, los que reverencian a Dios) sufren una aparición del Demonio, se dejan
amonestar y ven claro. En cuanto a sus hermanos, en cambio, (los demonios)
persisten en mantenerles descarriados (Corán, 7:201-202).
Como se expresa
en el versículo, quien reflexiona ve qué es lo correcto y no se deja arrastrar
por Satanás a cualquier parte.
Lo importante es
saber que ese tipo de pensamiento que mueve al miedo no sirve para nada. Por el
contrario, impide meditar sobre la realidad, reflexionar sobre temas importantes
y, en consecuencia, purificar la mente de las concepciones inútiles. Sólo se
puede meditar apropiadamente si se libera la mente de pensamientos ramplones,
prosaicos. Esa es la manera de mantenerse “alejado de lo vano”, como ordena Dios
en el Corán.
¿Cuáles Son los Motivos
que Impiden Meditar?
Son muchos los
factores que obstaculizan la reflexión apropiada. Uno sólo de ellos, algunos o
todos, pueden impedir discernir la verdad. Por lo tanto es necesario que cada
persona identifique los factores que le afectan negativamente y se los saque de
encima. De otro modo no será capaz de ver el verdadero rostro de la vida en este
mundo, lo que podría causarle una gran pérdida en el otro mundo.
Dios nos informa
en el Corán sobre la situación de esa gente acostumbrada a pensar de manera
superficial:
Conocen lo
externo de la vida de acá, pero no se preocupan por la otra vida. ¿Es que no
reflexionan en su interior? Dios no ha creado los cielos, la tierra y lo que
entre ellos está sino con un fin y por un período determinado. Pero muchos
hombres se niegan, sí, a creer en el encuentro de su Señor (Corán, 30:7-8).
Una de las cosas
que más descarría a la gente es creer que la actitud correcta pasa por hacer lo
que hace la “mayoría”. Uno tiende a pensar normalmente que lo correcto se
aprende del entorno, en vez de buscar la verdad a través de la reflexión.
Observamos que las cosas que a primera vista nos parecen extraordinarias, la
mayoría de las personas las considera ordinarias y ni siquiera les prestan
atención. En consecuencia, después de un tiempo, casi todos proceden así.
Por ejemplo,
gran parte del grupo que uno integra, no reconoce que algún día morirá. Ni
siquiera dejan que alguien hable de eso, para que no se les recuerde la muerte.
Entonces uno se plantea: “Dado que todos piensan de ese modo, no debe estar mal
que me comporte de la misma manera”. Es así como se pasa a vivir sin recordar
para nada la muerte. Pero si quienes nos rodean reverenciasen a Dios y se
esforzaran como es debido para la buena vida en el más allá, lo más probable es
que también nosotros actuaremos así.
Veamos otro
ejemplo. En la TV, periódicos y revistas, aparecen cientos de noticias sobre
desastres, injusticias, opresiones, suicidios, homicidios, robos, estafas y
deslealtades, a la vez que se hace conocer las necesidades de miles de personas
todos los días. No obstante, mucha gente que ve o lee esas noticias, cambia de
canal o da vuelta la página del periódico sin inmutarse. Casi nadie se pregunta
porqué abunda ese tipo de información o qué se hizo o se piensa hacer con el
objeto de remediar dichas situaciones tan feas y evitar que continúen
sucediendo. De la misma manera, casi nadie cavila en lo que puede hacer por su
cuenta respecto de esos problemas. La mayoría de las personas piensan que los
responsables son “otros” y razonan así: “¿depende de mí la salvación del
mundo?”.
La indolencia es
un factor que mantiene a la mayoría de la gente alejada del razonamiento. Debido
a la indolencia mental se repite lo que se ha visto y aquello a lo que uno está
acostumbrado. Si tomamos un ejemplo de todos los días, vemos que las amas de
casa limpian el hogar de la misma manera que se lo vieron hacer a sus madres.
Generalmente no piensan: “¿Cómo podría hacer para que la limpieza sea más
práctica y mejor?”, ni ensayan métodos nuevos. Del mismo modo, cuando hay que
reparar algo, se usa el mismo método aprendido desde la infancia. Normalmente se
es remiso a la innovación y a prácticas más eficientes. La forma de hablar de la
gente también cae en la general de la ley. Los miembros de cada profesión tienen
un estilo de dicción particular. Imitan los estilos de sus respectivos colegas
antes que buscar una manera de expresarse con más propiedad, mejor.
La forma en que
se resuelven los problemas también pone de manifiesto esa indolencia. Por
ejemplo, el actual administrador de un edificio encara los inconvenientes del
caso de la misma manera que lo hicieron los anteriores. Así procede también el
intendente de una ciudad respecto a los problemas de tránsito. Muchas veces se
es incapaz de encontrar soluciones porque no se recurre a otros criterios.
Por cierto, las
situaciones que se crean en cada caso de los ejemplos dados, son las que sufren
las personas en la vida cotidiana. Pero hay cuestiones mucho más importantes que
esas. Quienes no las tomen en cuenta y reflexionen, pueden llegar a sufrir
graves pérdidas permanentes. Los motivos principales que llevan a esa situación
es el no meditar acerca del propósito de la existencia, perder de vista que la
muerte es inevitable y que en definitiva nos enfrentaremos con el Día del
Reconocimiento después de morirnos.
En el Corán Dios
invita a la gente a reflexionar sobre estos temas cruciales:
Esos son los que
se han perdido a sí mismos. Se han esfumado sus invenciones... En verdad, en la
otra vida serán los que más pierdan. Pero quienes crean, obren bien y se
muestren humildes para con su Señor, esos morarán en el Jardín eternamente.
Estas dos clases de personas son como uno ciego y sordo y otro que ve y oye.
¿Son similares? ¿Es que no os dejaréis amonestar? (Corán, 11:21-24).
¿Acaso Quien
crea es como quien no crea? ¿Es que no os dejaréis amonestar? (Corán, 16:17).
El Prejuicio de
Creer Que “No es Bueno Pensar Mucho”
En la sociedad
prevalece la idea de que la meditación intensa no es buena. Se dice con bastante
frecuencia que puede dañar la mente. Pero seguramente es un concepto
supersticioso inventado por quienes están alejados de la religión. Lo que hay
que hacer es meditar siempre y evitar poner la atención en cosas negativas así
como en ciertos miedos y conceptos erróneos exagerados.
Quienes no
tienen una fe firme en Dios y en la otra vida no piensan en la benevolencia de
Dios sino, por el contrario, especulan negativamente porque generalmente sus
ideas les lleva a logros no completamente beneficiosos. Por ejemplo, se vuelven
muy pesimistas porque piensan que la vida en este mundo es temporaria y que un
día morirán. Algunos son conscientes de que vivir sin seguir los cánones
establecidos por Dios les prepara la infelicidad en la otra vida. Otros se ven
invadidos por el pesimismo porque creen que al morir desaparecen totalmente, no
queda nada de ellos.
Pero quien cree
en Dios y en el más allá extrae conclusiones totalmente distintas al reflexionar
sobre el hecho de que la vida en este mundo es pasajera. Antes que nada, se
preocupa y esfuerza por su vida eterna y real en el otro mundo. Al saber que la
existencia terrena se acaba más temprano o más tarde, no le entusiasma las
pasiones o intereses mundanales. Se encuentra muy conforme con lo que logra de
buena manera. No le molesta o incomoda nada de esta vida temporaria. Abriga
siempre la esperanza de obtener una vida eterna agradable. Goza mucho de las
bendiciones y atractivos propios de este mundo, al que Dios lo creó con una
serie de limitaciones para probar a la gente. La persona inteligente piensa que
en esta vida hay tanta belleza que resulta atrayente a pesar de esas
limitaciones, por lo que le resulta inimaginable la hermosura del Paraíso.
Espera ver en la otra vida “el original” de cada cosa encantadora vista aquí. Y
todo eso lo concibe por medio de la meditación profunda.
Por lo tanto,
sería muy contraproducente inquietarse y negarse a reflexionar convenientemente
“por temor a volverse pesimista si descubre la verdad” después de pensar con
agudeza. Nada conduce al pesimismo a la persona que siempre mantiene su fe en
Dios y un pensamiento favorable.
El no Meditar
no Evita ni Anula las Responsabilidades
La mayoría de la
gente piensa que se pueden evadir distintas responsabilidades si no se
reflexiona sobre ciertas cuestiones. Esta forma de actuar le puede reportar
algunas beneficios ya que le mantendría apartada de algunas cosas. Pero cae en
un gran engaño si piensa que de ese modo puede escapar a las responsabilidades
que tiene ante su Señor. Esta idea es la razón principal para no meditar
respecto de la vida y la muerte. Si lo hiciera y concluyese que hay una vida
eterna después de la muerte, necesariamente tendría que esforzarse con todas sus
energías para alcanzar una buena existencia en el otro mundo. Sin embargo, se
autoengaña al suponer que al no pensar queda exceptuada de toda responsabilidad
en ese plano. Es el propio ser humano el que se entrampa, pues si no alcanza la
verdad en este mundo a través de la meditación, al morir comprenderá que no
tiene forma de escapar del error:
La agonía del
moribundo traerá la Verdad: “¡Ahí tienes lo que rehuías!”. Se tocará la
trompeta. Ese es el día de la Amenaza (Corán, 50:19-20).
La Completa
Falta de Meditación Debido a Que se Está
Totalmente Sumergido en
el Ajetreo Cotidiano
La mayoría de
las personas transcurren toda la vida de manera precipitada, acelerada. Al
llegar a cierta edad se ponen a trabajar y a cuidar sus familias. A eso lo
denominan “lucha por la vida”, se quejan de que no les queda tiempo para nada
más y sostienen que el poco del que disponen no pueden perderlo en la
meditación. Por lo tanto, de lo único que se ocupan es de algunas de esas cosas
que las tiene inmersas en el torrente de lo cotidiano. Como consecuencia de ello
se vuelven insensibles a todo lo que ocurre a su alrededor.
Sin embargo, ese
mero consumo de tiempo, persiguiendo fines mundanales corriendo de aquí para
allá, no es lo que debería caracterizar al ser humano. Lo más importante es
tener la capacidad de ver el rostro verdadero de este mundo y asumir una forma
de vida en función de ello. Nadie tiene como único propósito ganar dinero, ir al
trabajo, estudiar en la universidad o conseguir una vivienda. Seguramente son
cosas que se pueden necesitar a lo largo de la vida. Así y todo, lo que se
debería tener presente cuando se busca concretar algo de lo dicho, es que el
propósito de nuestra existencia aquí es ser siervos de Dios, es decir, trabajar
para Su agrado, por Su misericordia y el Paraíso. Todo lo demás que se haga sólo
puede servir como “medios” que ayudan a obtener el puro y genuino propósito
mencionado. Pero adoptar esos medios como fines en sí mismos es un engaño del
que se vale Satanás para extraviar al ser humano.
Quienes viven
sin meditar adecuadamente, pueden equivocarse con gran facilidad y tomar los
medios como objetivos finales.
Podemos citar un
ejemplo de la vida diaria. Indudablemente significa algo bueno producir cosas
beneficiosas para la sociedad. Quien cree en Dios lo hace con fervor y espera Su
premio en este mundo y en el más allá. Pero quien hace lo mismo sin recordar a
Dios y solamente por los beneficios mundanales del caso --una buena posición
social o el aprecio de los demás--, comete una equivocación. Ha hecho un uso
inapropiado de algo que debería servirle para lograr el agrado de Dios. Se
lamentará de ello cuando enfrente la realidad en el más allá. Dios se refiere en
un versículo a los que se comportan de esa manera:
Lo mismo les
pasó a los que os precedieron. Eran más fuertes que vosotros, más ricos y tenían
más hijos. Disfrutaron de su parte. Disfrutad vosotros también de vuestra parte,
como vuestros antecesores disfrutaron de la suya. Habéis parloteado igual que
ellos. Vanas fueron sus obras en la vida de acá y vanas lo serán en la otra.
Esos son los que pierden (Corán, 9:69).
El Ver Todo de Manera
Rutinaria Lleva
a Considerar
Que la Reflexión no Hace Falta Para Nada
Cuando las
personas se encuentran con algo por primera vez, pueden llegar a considerarlo un
suceso extraordinario y servirle de acicate para profundizar sobre su realidad.
Pero después de cierto tiempo se desarrolla una resistencia habitual a esa forma
de proceder, por lo que pierde su atractivo. Entonces, el objeto o suceso
considerado extraordinario en un primer momento, se convierte en “común”,
“vulgar”.
Por ejemplo, a
algunos futuros médicos les causa una gran impresión la primera vez que trabajan
sobre un cadáver o se les muere un paciente. En consecuencia, meditan sobre ello
intensamente. Puede ser que se enfrenten de improviso con el cuerpo inerme de
una persona que hasta unos minutos antes estaba llena de vida, risueña, haciendo
planes para el futuro, conversando, divirtiéndose, con los ojos chispeantes de
vida. La primera vez que se coloca ante ellos un cadáver para la autopsia
piensan en un montón de cosas: cómo se deteriora el cuerpo tan rápido, el olor
repugnante que proviene del mismo, lo desagradable que resulta ese cabello que
una vez fue tan atractivo al punto que no se lo quiere tocar. Después piensan
que todos los cuerpos están compuestos de los mismos elementos y que todos
encontraremos el mismo final, es decir, que todos seremos como ese cadáver que
está allí.
No obstante, al
ver una y otra vez cadáveres, de extraños o de parientes, desarrollan un
acostumbramiento a ciertas cosas. Empiezan a tratar a los fallecidos, y también
a los pacientes, como si fuesen objetos.
Por cierto, esto
no es válido sólo para los médicos. Lo mismo se aplica a mucha gente en muchas
áreas de la vida. Por ejemplo, cuando a una persona que vive en medio de
dificultades se le concede una forma de vida muy confortable, comprende que todo
lo que posee es una bendición: la cama muy cómoda donde duerme, la vista hermosa
que observa desde su vivienda, la facilidad de comprarse todo lo que quiera, la
posibilidad de caldear la morada en invierno, el automóvil con el que se
desplaza fácilmente a cualquier parte, y así de seguido. Al acordarse de la
situación en la que se encontraba, se regocija por cada una de las cosas con que
cuenta ahora. En cambio, el que poseyó desde que nació todas las comodidades del
caso, puede no darle el valor que tienen. En consecuencia, si no medita sobre
ello no puede apreciar dichas bendiciones.
Pero al que
sopesa todo de manera apropiada le es indiferente si esas cosas las tuvo desde
la cuna o las consiguió después. Nunca las considera como algo “ordinario”. Sabe
que cada cosa a la que echa mano ha sido creada por Dios y que El las tomará de
vuelta si lo desea. Por ejemplo, al montar sus bestias de carga, es decir, sus
vehículos, los creyentes recitan a conciencia el siguiente versículo:
para que os
instaléis en ellos y, luego, cuando lo hayáis hecho, recordéis la gracia de
vuestro Señor y digáis: “¡Gloria a Quien ha sujetado esto a nuestro servicio!
¡Nosotros no lo hubiéramos logrado! ¡Sí, volveremos a nuestro Señor!” (Corán,
43:13-14).
En otro
versículo se dice que al entrar los creyentes a sus huertas recuerdan a Dios y
dicen: ...“Que sea lo que Dios quiera. La fuerza reside sólo en Dios”...
Corán, 18:39). Al momento de entrar allí piensan que Dios los ha creado y El
los sustenta. Por otra parte, una persona que no medita puede impresionarse la
primera vez que ve una huerta hermosa, pero después se le vuelve un lugar común,
vulgar. La admiración se desvanece. Algunos no se dan cuenta para nada de esas
bendiciones porque no meditan. Las toman como algo “ordinario”, “habitual”, como
algo que “tenía que ser así”. En consecuencia, no pueden deleitarse con su
belleza.
Conclusión:
Es Imperativo Que el Ser Humano se Desprenda
de Todo Aquello que le Impide
Meditar
Como dijimos
antes, que la mayoría de la gente no medite porque vive desatenta de la verdad
no puede ser una excusa suficiente. Cada individuo es responsable ante Dios
únicamente de sí mismo. Es muy importante tener en cuenta que la prueba de Dios
es en la vida de este mundo. La indiferencia de quienes no meditan, razonan y
buscan la verdad es, en la mayoría de los casos, parte de dicha prueba. El que
piensa con sinceridad no dice “si la mayoría no reflexiona y es inconsciente de
todo esto, ¿por qué yo debería actuar así?”. Por el contrario, saca lección de
esa desatención de la gente y se refugia en Dios con el objeto de no ser uno del
montón. Queda en claro que para el creyente la actitud de los que se equivocan
no le sirve de excusa para hacer lo mismo. Dios nos informa en el Corán en
muchos de sus versículos que la mayoría de la gente es desatenta y no cree:
La mayoría de
los hombres, a pesar de tu celo, no creen (Corán, 12:103).
Alif Lam Mim Ra.
Estos son los signos del Libro. Lo
que se te ha revelado, de parte de tu Señor, es la Verdad, pero la mayoría de
los hombres no creen (Corán, 13:1).
Han jurado
solemnemente por Dios: “Dios no resucitará a quien haya muerto”. Claro que sí.
Es una promesa que Le obliga, verdad. Pero la mayoría de los hombres no sabe
(Corán, 16:38).
La hemos
distribuido entre ellos (el
agua que baja del cielo) para que se dejen amonestar, pero la mayoría de los
hombres no quieren sino ser infieles (Corán, 25:50).
Dios anuncia en
otro versículo cuál es el fin que encontrarán los que se extraviaron por seguir
a la mayoría y desobedecer las órdenes de Dios al olvidar el propósito de la
creación:
Gritarán (los
réprobos) allí: “¡Señor!
¡Sácanos y obraremos bien, no como solíamos hacer!”. “¿Es que no os dimos una
vida suficientemente larga como para que se dejara amonestar quien quisiera? El
monitor vino a vosotros... ¡Gustad, pues! Los impíos no tendrán quien les
auxilie” (Corán, 35:37).
Debido a ello,
cada uno debería dejar a un lado los argumentos que le impiden meditar sincera y
honestamente sobre cada acontecimiento y existencia que Dios crea. Así podrá
extraer de allí las enseñanzas y advertencias del caso.
En el próximo
capítulo discutiremos sobre ciertos sucesos y criaturas dignos de reflexión, con
los que el ser humano se puede cruzar en la vida diaria. Con ello buscamos
proporcionar a nuestros lectores una guía y ayuda para que el resto de sus vidas
sean gente que “piensa y extrae advertencias y enseñanzas de lo que reflexiona”.
Desde el inicio
de este libro nos referimos a la importancia de la meditación y el beneficio que
produce, a la vez que remarcamos que la facultad de reflexión diferencia al ser
humano de otros seres vivientes. También mencionamos las causas que llevan a no
meditar. El propósito principal que nos anima es, como se dijo, impulsar a la
gente a hacerlo, a tener en claro para qué fueron creadas y honrar la
omnisapiencia y omnipotencia de Dios.
En las páginas
que siguen intentaremos describir lo que debería pensar el creyente en Dios de
las cosas con las que se encuentra a lo largo del día, las lecciones que debería
extraer y cómo debería agradecerle y aproximarse a El por permitirle observar Su
arte y conocimiento en todo.
Por cierto, lo
que se mencionará aquí como reflexiones provechosas, es apenas un ejemplo
diminuto de la capacidad del ser humano para proceder así en todo instante de su
vida. Es tan amplio el campo para la meditación, que prácticamente no tiene
límite. A lo que apuntamos en lo que trataremos a continuación es a abrir una
puerta para aquellos que no hacen un uso apropiado de la facultad de reflexión.
Se deberá tener
presente que sólo quienes recapacitan pueden asumir una posición distinta a la
de la mayoría. En los versículos de Dios se relata la situación de los que son
incapaces de observar los sucesos milagrosos en su entorno y en consecuencia no
pueden cavilar sobre los mismos:
Los incrédulos
son como cuando uno grita al ganado, que no percibe más que una llamada, un
grito: son sordos, mudos, ciegos, no razonan (Corán, 2:171).
Hemos creado
para la gehena (el
infierno) a muchos de los genios y de los hombres. Tienen corazones con los
que no comprenden, ojos con los que no ven, oídos con los que no oyen. Son como
rebaños. No, aún más extraviados. Esos tales son los que no se preocupan (Corán,
7:179).
¿Crees que la
mayoría oyen o entienden? No son sino como rebaños. No, más extraviados aún del
Camino (Corán, 25:44).
Quienes son
capaces de ver los signos de Dios, los aspectos prodigiosos de las existencias y
sucesos que El crea, es decir, quienes pueden comprender, son esos que
reflexionan y pueden extraer conclusiones de todo lo que les rodea, sea grande o
pequeño.
Al Despertarse a la Mañana...
Para empezar a
meditar no hace falta ninguna condición en especial. Desde el momento en que nos
despertamos a la mañana tenemos ante nosotros muchísimas oportunidades para
hacerlo a lo largo del día que se inicia. Descansados y bien dormidos retomamos
las tareas diarias y recordamos un versículo de Dios:
El es Quien ha
hecho para vosotros de la noche vestidura, del sueño descanso, del día
resurrección (Corán, 25:47).
Nos lavamos la
cara, nos damos una ducha y con todos nuestros sentidos alerta ya podemos
meditar sobre gran cantidad de cosas provechosas. Hay cosas mucho más
importantes que lo que vamos a desayunar o el tiempo libre que nos queda antes
de ir al trabajo. Entonces, tenemos que ocuparnos primero de esos asuntos de
mayor significación.
En primer lugar,
el despertarnos a la mañana es un gran milagro. Aunque durante el sueño
permanecemos totalmente desconectados, a la mañana recobramos nuestra lucidez y
personalidad. El corazón sigue palpitando, seguimos respirando, somos capaces de
hablar y ver. En verdad, al irnos a dormir nadie nos garantiza que al otro día
seguiremos gozando de esos favores. Generalmente tampoco enfrentamos un desastre
al dormirnos, como ser una explosión debido a que algún vecino dejó abierta la
llave del gas o una catástrofe de otro tipo que nos mataría.
Nuestros
organismos también podrían haber sufrido algún cambio durante el sueño y
entonces nos despertaríamos, por ejemplo, con fuertes dolores renales o de
cabeza. Sin embargo, en general, nos despertamos a salvo e incólumes. Si
meditamos sobre esto, agradeceremos a Dios Su misericordia y protección.
Comenzar un
nuevo día con la salud íntegra significa que Dios nos da otra posibilidad para
alcanzar mayores logros en el más allá.
En consecuencia,
la mejor actitud a tomar es pasar nuestros días de manera tal que sean del
agrado de Dios. Antes que nada deberíamos abocarnos a este objetivo y ocupar la
mente con pensamientos dirigidos a dicho logro. El punto de partida para agradar
a Dios es pedir a El que nos ayude en esto. La súplica del profeta Salomón
establece un buen ejemplo para los creyentes:
...“Señor,
permíteme que Te agradezca la gracia que nos has dispensado, a mí y a mi padre.
Haz que haga obras buenas que Te plazcan. Haz que entre a formar parte, por Tu
misericordia, de Tus siervos justos” Corán, 27:19).
En Qué Pensamos Debido a
Nuestra Endeblez
Tan pronto como
salimos de la cama, al darnos cuenta de nuestras incapacidades empezamos a
meditar. Por ejemplo, al lavarnos la cara y cepillarnos los dientes, empezamos a
pensar en nuestras ineptitudes físicas que se manifiestan en que prácticamente
tenemos que bañarnos todos los días para mantenernos adecuadamente saludables,
en que nuestro cuerpo está tan expuesto a las infecciones y en que no es posible
estar bien dispuestos si tenemos sueño, hambre y sed. Y todas ellas son signos
de nuestra endeblez.
Si la persona
que se mira en el espejo a la mañana es anciana, puede meditar sobre otras
cosas. El primer signo de que los años se nos vienen encima se manifiesta en el
rostro alrededor de los treinta años. Empiezan a aparecer arrugas por debajo de
los ojos y alrededor de la boca. La piel deja de ser rojiza (encarnada) como
antes y se puede observar el inicio del deterioro en distintas partes del
cuerpo. Más adelante el cabello se pone blanco y las manos exhiben el paso de
los años.
Para quien
medita acerca de esto, la edad madura es una de las situaciones que expresa con
mayor vigor la naturaleza temporaria de la vida en este mundo. Esta comprobación
debería refrenar la codicia por las cosas mundanales. La persona entrada en años
comprende que ya le empezó la cuenta regresiva en la vida terrestre. En
realidad, el que percibe y sufre la cuenta regresiva es el cuerpo, que se va
desmejorando gradualmente, pero no el alma. En muchas personas ejerce una gran
influencia ser de buena apariencia en la juventud. Los que se ven atrayentes a
menudo son arrogantes, en tanto que los que se ven feos se sienten infelices e
inferiores. La vejez exhibe lo pasajero que son la belleza o fealdad corporal y
que lo meritorio del ser humano se encuentra en las obras correctas que realiza,
las buenas cualidades personales y el compromiso con Dios. Estas son las únicas
cosas aceptables para El.
Cada vez que
enfrentamos nuestras falencias, comprobamos que el único Perfecto y Exaltadísimo
es Dios, a Quién las imperfecciones no Le alcanzan. Entonces corresponde que
Glorifiquemos Su Grandeza.
Dios ha creado
con un propósito cada falencia humana. Algunas tienen como objetivo ayudar a los
individuos a no atarse a la vida de este mundo y a no extraviarse, debido a los
goces que producen. Quien por medio de la meditación llega a comprender esto,
quiere que Dios lo recree en el más allá libre de todos sus defectos.
Nuestras
falencias nos recuerdan otro factor importante: mientras la rosa que crece en un
suelo sucio huele a limpio, nuestros cuerpos exhalan un olor insoportable cuando
no nos aseamos. Las personas vanidosas y arrogantes, en particular, tienen que
pensar acerca de esto y extraer las conclusiones y advertencias del caso.
En Qué Nos Hacen
Meditar Algunos Rasgos Corporales
Al mirarnos en
el espejo a la mañana podemos reflexionar sobre muchas cosas que no tuvimos en
cuenta antes. Por ejemplo, las pestañas, cejas, huesos y dientes dejan de crecer
al llegar a cierta longitud. Sin embargo, el cabello no deja de extenderse. En
otras palabras, como pauta, la pilosidad no se desarrolla de manera semejante en
todo el cuerpo.
Además, hay una
perfecta armonía y proporción en el crecimiento de los huesos. Por ejemplo, en
los miembros superiores no crecen más de lo necesario para evitar una relativa
desproporción corporal. El desarrollo se detiene en el momento preciso, como si
supiesen el largo que deben tener.
Por cierto, todo
ello se produce como resultado de distintas reacciones que tienen lugar en
nuestro organismo. Así y todo, alguien que reflexiona también se pregunta:
¿Quién colocó en el cuerpo la cantidad y tipo de hormonas y enzimas necesarias
para determinar el crecimiento de cada parte de nuestra estructura física?
¿Quién controla esas cantidades y las secreciones?
Indudablemente,
es imposible suponer que todo eso se ha producido y se produce por casualidad.
Es imposible que las células por decisión propia formen un ser humano o que los
átomos sin conciencia constituyan las células. No cabe ninguna duda de que cada
una de esas cosas es parte del arte de Dios, Quien nos crea y crea todo como
mejor corresponda.
En el Camino....
La mayoría de la
gente, después de levantarse y realizar los aprestos del caso, se encamina a la
oficina, a la escuela o emprende un viaje de trabajo al exterior. Para el
creyente, ese desplazamiento de todos los días facilita la realización de
acciones del agrado de Dios. Apenas salimos de nuestras viviendas ya nos
encontramos con muchas cosas sobre las que deberíamos reflexionar. Vemos miles
de personas, automóviles y árboles de distintos tamaños. Todos con detalles
incontables. La perspectiva de un creyente es muy clara en ese contexto. Intenta
aprender lo más que puede de lo que le circunda y meditar sobre la causa de los
sucesos que observa, gracias a Dios que lo permite. Es decir, todo lo que se
hace y se piensa seguramente tiene un motivo. Desde el momento en que se
despierta agradece a Dios porque le dio otro día en este mundo para alcanzar
premios Suyos. Al ponerse en camino reinicia un viaje en el que puede lograr
esas gratificaciones. Quien es consciente de todo lo que dijimos aquí, debe
meditar sobre el versículo de Dios: del día (hicimos) medio de
subsistencia (Corán, 78:11). En consonancia con este versículo hacemos
planes para ver como vamos a invertir el día de modo de hacer cosas provechosas
con las que Dios esté satisfecho.
Al llegar a
nuestro automóvil o a cualquier otro vehículo de transporte con dicho proyecto
en mente, de nuevo damos gracias a Dios pues disponemos del medio para
dirigirnos al lugar del caso, independientemente de la distancia que haya que
recorrer. Dios ha creado muchos tipos de vehículos para que la gente los use
convenientemente. Los recientes desarrollos tecnológicos posibilitaron muchas y
nuevas oportunidades en automóviles, trenes, aeroplanos, barcos, helicópteros,
colectivos, etc. Si se cavila sobre esto, se recuerda otra cosa: es Dios Quien
puso la tecnología al servicio del género humano.
Los científicos
se presentan todos los días con nuevos descubrimientos e innovaciones logradas
con los medios que Dios creó en la Tierra y que facilitan nuestras vidas. Quien
medita continúa su viaje agradeciendo a Dios por haber dispuesto a su servicio
esos adelantos.
Mientras
seguimos la marcha y continuamos reflexionando, percibimos en las calles
montones de basuras, feos olores, lugares sucios y áreas restringidas que nos
hacen considerar otras cosas.
Dios ha creado
en este mundo lugares y escenas por medio de los cuales podemos hacernos una
idea tanto del paraíso como del infierno, o conjeturar por medio de la
comparación, cómo serán. Los montones de basuras, olores feos, etc, que
mencionamos, provocan en nuestras almas un desconsuelo considerable. Nunca
querríamos habitar en lugares que por sus características nos hicieran pensar en
el infierno y nos recordaran los versículos sobre el mismo. Dios describe el
infierno en el Corán como algo desagradable a la vista, tenebroso y sucio:
Los de la izquierda ¿qué son los de la izquierda? estarán expuestos a un
viento abrasador, en agua muy caliente. A la sombra de un humo negro, ni fresca
ni agradable (Corán, 56:41-44).
Cuando,
atados unos a otros, sean precipitados en un lugar estrecho de él (es
decir, del fuego), invocarán entonces la destrucción. “¡No invoquéis hoy una
sola destrucción sino muchas destrucciones!” (Corán, 25:13-14).
Al recordar
estos versículos coránicos rogamos a Dios que nos proteja de la furia del
infierno y que perdone nuestros errores.
En cambio,
quienes no piensan así, se pasan la vida rezongando e inquietos y ante cualquier
incidente buscan a quien acusar como si se tratase de un delincuente. Por
ejemplo, si el hecho que los ocupa es la eliminación de la basura ciudadana,
harán enfurecer tanto a los que arrojan los desperdicios como a los responsables
de la municipalidad que más tarde los recogen. Durante el día pensarán en muchas
cosas, como ser, los baches en las calles, los problemas del tráfico, los
inconvenientes debido a los incorrectos informes meteorológicos y por último en
el regaño de sus jefe, que consideran injusto. Pero todo eso no les sirve para
nada en la otra vida. Podrían detenerse a pensar si no deberían dejar a un lado
la actitud exhibida.
En realidad,
muchos suponen que el verdadero motivo por el que no pueden ponerse a
reflexionar, es la lucha que tienen por delante frente a problemas como el de la
alimentación, la salud y el alojamiento. Pero eso no es más que una excusa. Las
responsabilidades a enfrentar y las situaciones por las que se pasa, no tienen
nada que ver con lo que se medita. Quien busca reflexionar para obtener el
agrado de Dios, encontrará la ayuda de El. Comprobará que lo que ve como
problemas se va superando, uno a uno, y que cada vez tiene más tiempo para
meditar. Esto es algo que lo comprende y experimenta solamente el creyente.
En tanto
proseguimos nuestro viaje, intentamos captar los signos y milagros en la
creación de Dios que nos circundan y reflexionar sobre ellos, como una forma de
honrar Su gloria. Al mirar por la ventanilla del medio de transporte observamos
un mundo multicolor. Entonces pensamos: ¿cómo serían las cosas si el mundo no
fuese multicolor?
Miremos la fotos
de abajo y reflexionemos. ¿Obtendríamos el mismo placer de ahora al ver
solamente en blanco y negro el mar, las faldas de las montañas o una flor?
¿Sentiríamos el mismo agrado con las imágenes del cielo, las frutas, las
mariposas, las ropas y el rostro de la gente en blanco y negro? Es un favor de
nuestro Señor el que vivamos en un mundo vibrante de colorido. Los colores y su
armonía en todo lo existente, son signos de la creación singular y del arte
incomparable de la creación de Dios. Los colores de una flor o de un pájaro, la
armonía o graduación de los mismos, el hecho de que ninguno de ellos en la
naturaleza molesta o perturba la visión, o que los colores de los mares, del
cielo y de los árboles poseen tonos que nos dan paz y no violentan el mecanismo
de la visión, exhiben la precisa intención con la que Dios crea lo que desea. Al
reflexionar llegamos a comprender que todo lo que observamos a nuestro alrededor
es el producto del conocimiento y omnipotencia sin límites de Dios. En
recompensa por todos los favores que nos concedió Le reverenciamos y buscamos
que nos proteja para no caer en la ingratitud. Dios nos recuerda en el Corán la
existencia de los colores y dice que sólo los dotados de conocimiento Le
reverencian. En otra parte Dios deja en claro que los creyentes reflexionan
permanentemente, se valen del discernimiento, exploran por medio de la
meditación y extraen conclusiones:
¿No ves cómo ha
hecho Dios bajar agua del cielo, mediante la cual hemos sacado frutos de
diferente clases? En las montañas hay vetas de diferentes colores: blancas,
rojas y de un negro intenso. Los hombres, bestias y rebaños son también de
diferentes clases. Sólo tienen miedo de Dios aquéllos de Sus siervos que saben.
Dios es poderoso, indulgente (Corán, 35:27-28).
¿Qué Debería Pensarse
al Ver un Coche Fúnebre?
La persona que
va de prisa a alguna parte puede encontrarse de modo repentino con un coche
fúnebre. Es una oportunidad muy buena para superar ciertas ideas o imágenes
perturbadoras. El cuadro con el que se topa le recuerda la muerte. Se acuerda
que algún día también ella irá en un ataúd. Sabe que por más que intente
evitarlo, se encontrará con la muerte, más temprano o más tarde, en la cama, en
la calle o de vacaciones. Por cierto, tendrá que abandonar este mundo porque la
muerte es algo inevitable.
El creyente
recuerda entonces los siguientes versículos de Dios:
Cada uno gustará
la muerte. Luego, seréis devueltos a Nosotros. A quienes hayan creído y hecho el
bien hemos de alojarles en el Jardín, eternamente, en cámaras altas, a cuyos
pies fluyen arroyos. ¡Qué grata es la recompensa de los que obran bien, que
tienen paciencia y confían en su Señor! (Corán, 29:57-59).
En verdad, al
considerar que el cuerpo de uno también será amortajado, cubierto con tierra por
sus parientes y su nombre grabado en la lápida, apartamos o diluimos el vínculo
con el mundo. Quien piensa sinceramente y de veras en esto, considera como algo
sin sentido pretender aferrarse a un cuerpo que se pudrirá en la tierra.
En el versículo
antes citado, Dios da las buenas nuevas del paraíso después de la muerte, a
quienes son pacientes y confían en El. En consecuencia, los creyentes buscan que
su vida esté encauzada sinceramente hacia Dios de la manera correcta y
testimoniar la conducta ordenada por Dios, con el objeto de alcanzar el paraíso.
Cada vez que se acuerdan que la muerte puede presentarse en cualquier momento,
aumentan la determinación por lo que se propusieron, intentan adoptar los
valores más elevados y buscan expandirlos permanentemente a lo largo de sus
vidas.
En cambio, otro
tipo de personas colocan en primer lugar concepciones distintas y transcurren la
vida tras ansiedades vanas sin pensar que un día morirán. No les sirve de nada
ver un coche fúnebre, pasar todos los días por un cementerio o que se muera ante
ellos una persona querida.
A lo Largo del Día...
El creyente
siempre piensa en los versículos de Dios al ir encontrándose en distintas
situaciones a lo largo de la jornada e intenta comprender las sutilezas de los
acontecimientos.
Ante cada favor
o prueba de Dios reacciona de un modo que El aprobará. Para el creyente tiene
poca importancia la posición social que ocupa. Al reflexionar sobre el hecho de
que Dios es el creador de todo, lo que intenta es ver el propósito oculto en los
acontecimientos y la belleza que El genera, ya sea en la escuela, en el trabajo
o al ir de compras. Eso le hace llevar una vida sujeta a los versículos de su
Señor. En el Corán se relata así algunas de las actitudes de los creyentes:
Hombres a
quienes ni los negocios ni el comercio les distraen del recuerdo de Dios, de
hacer la azAllah (el
rezo regular) y de dar el
azaque (la
limosna regular). Temen un
día en que los corazones y las miradas sean puestas del revés. Para que Dios les
retribuya por sus mejores obras y les dé más de Su favor. Dios provee sin medida
a quien El quiere (Corán, 24:37-38).
En Qué Se Medita
al Encontrarse Algunas Dificultades
El ser humano
puede tropezar con distintas dificultades a lo largo del día. Pero cualesquiera
sean ellas, necesita confiar en Dios y pensar algo semejante a esto: “No
debemos perder de vista ni por un instante que Dios nos prueba con todo lo que
hacemos y pensamos. En consecuencia, al enfrentar cualquier tipo de dificultad o
pensar que las cosas no van por el camino adecuado, nunca deberíamos olvidar que
todos esos acontecimientos se nos presentan como pruebas frente a nuestras
formas de proceder”. Sucesos como el pagar a alguien de más por haber
entendido algo mal o estar desatento, el perder en la computadora debido al
corte de la energía eléctrica un archivo que nos dio mucho trabajo, el ser
reprobado en un examen para el que se estudió con ahínco, el pasarse días en una
cola para conseguir un trabajo que se demora debido a las trabas burocráticas,
el peligro de hacer mal una labor debido al extravío de documentación, el perder
el avión o el colectivo cuando tenemos que llegar urgentemente a un lugar, etc,
son los que por lo general dan origen a los pensamientos que nos pasan por la
mente. Y son incidentes del tipo mencionado los que normalmente se encuentran a
lo largo de la vida y se los considera un “inconveniente” y una “molestia”.
En todos esos
trances la persona con fe piensa de inmediato que Dios está poniendo a prueba su
conducta y paciencia, que no tiene sentido que alguien que va a morir y deberá
rendir cuenta en el más allá se desvíe del comportamiento adecuado y pierda el
tiempo angustiándose. Sabe que en todo lo que ocurre hay ventajas. Nunca
exclama, “¡Ay!” o “¡Qué desgracia!” frente a cualquier cosa que le acontece,
sino que le pide a Dios que le facilite la tarea y que a todas las cosas les dé
un giro conveniente.
Y cuando a la
dificultad sigue el alivio, nos damos cuenta que es una respuesta de Dios a
nuestro pedido, que Dios es el Oyente de las súplicas y que las satisface. Por
lo tanto, Le agradecemos una vez más.
Si durante el
día se piensa de esa manera, nunca aparece la desesperanza, la angustia, la
pesadumbre o la cólera, propias de la desesperación, independientemente de lo
que se trate aquello con lo que se choca o tropieza. Sabemos que Dios ha puesto
bendiciones en todo eso, es decir, que son cosas o situaciones que encierran un
provecho. Es decir, nos damos cuenta de que esas bendiciones se nos presentan en
todo tipo de acontecimiento que nos afecta, tanto en los grandes como en los
pequeños.
Meditemos sobre
la actitud de una persona que no puede resolver un negocio importante como lo
desea y que al momento de estar cerca de lograrlo se le presentan graves
problemas. Seguramente se pondrá colérica, se sentirá desdichada, angustiada y,
en resumen, experimentará todo tipo de sensaciones negativas. Sin embargo, quien
piensa que en todo hay algo provechoso, intenta descubrir el propósito no
visible en lo que Dios permite que le acontezca. Por ejemplo, piensa que Dios
pudo haberle llamado la atención para que tome medidas más definidas en el tema
en cuestión. Entonces procede así y da gracias a Dios diciendo: “puede ser que
esto que me sucedió haya ayudado a evitar un daño mayor”.
Alguien que
pierde el medio de transporte puede pensar: “posiblemente mi demora y el hecho
de no ir en ese autobús me haya salvado de un accidente o de otro perjuicio”.
También se puede pensar: “posiblemente hayan muchos otros propósitos ocultos”.
Este tipo de ejemplos puede aplicarse a todas las situaciones por las que se
atraviesa a lo largo de la vida. Lo importante es saber que nuestros planes no
siempre se pueden resolver como queremos. De forma imprevista podemos
encontrarnos ante una situación totalmente distinta de la que teníamos planeada.
En esa circunstancia, el que prospera es quien asume con calma lo que le sucede
e intenta descubrir lo que hay de provechoso en lo que sería una contrariedad.
Dios comunica en su versículo:
Se os ha
prescrito que combatáis, aunque os disguste. Puede que os disguste algo que os
conviene y améis algo que no os conviene. Dios sabe, mientras que vosotros no
sabéis (Corán, 2:216).
Como se
manifiesta en el versículo, nosotros no podemos saber pero El sí sabe. Por lo
tanto, es Dios Quien sabe lo que es bueno o malo para nosotros. Lo que le resta
hacer al ser humano es, simplemente, tomar a Dios el Amabilísimo, el
Misericordiosísimo como Amigo y someterse a El con total acatamiento.
Las Cosas en las Que Pensamos
Mientras Realizamos un Trabajo...
Es importante
que al trabajar no dejemos la mente en blanco y pensemos siempre sobre lo que es
legítimo y digno. La mente humana tiene la capacidad de pensar en más de una
cosa a la vez. Quien conduce un automóvil, limpia la vivienda, realiza algún
otro trabajo o camina por la calle, también puede pensar al mismo tiempo en
acciones bondadosas.
Por ejemplo,
mientras acicala la vivienda, agradece a Dios por cosas como el agua y el
detergente del que se dispone todos los días. Además, al saber que Dios ama la
higiene, lo pulcro y la gente aseada, considera lo que realiza un acto de
adoración y espera obtener por ese medio Su agrado. La casa también se limpia
porque resulta placentero ofrecer un lugar confortable a sus congéneres.
Otros, mientras
trabajan, ruegan a Dios permanentemente y en silencio pidiéndole que facilite
sus tareas pues creen que no pueden obtener el éxito en nada a menos que Dios lo
quiera. En el Corán vemos que los profetas quienes son un ejemplo para
nosotros se vuelven hacia Dios constantemente de manera reservada y Le tienen
presente al cumplir con sus tareas y en todo momento. Uno de ellos, de gran
valor, fue el profeta Moisés. Después de ayudar a dos mujeres que encontró en el
camino para que puedan dar de beber a su rebaño, se volvió a Dios con las
siguiente palabras:
Cuando llegó a
la aguada de Madián, encontró allí un grupo de gente que abrevaba sus rebaños.
Encontró, además, a dos mujeres que mantenían alejado el de ellas. Dijo: “¿Qué
os pasa?” Dijeron ellas: “No podemos abrevar el rebaño mientras estos pastores
no se lleven los suyos. Y nuestro padre es muy anciano”. Y abrevó su rebaño (es,
decir, el de ellas). Luego
se retiró a la sombra. Y dijo: “¡Señor! Me hace mucha falta cualquier bien que
quieras hacerme” (Corán, 28:23-24).
Otro ejemplo que
vemos en el Corán sobre este asunto es el de los profetas Abraham e Ismael. Dios
dice que ambos deseaban cosas buenas para los demás creyentes mientras
trabajaban juntos, a la vez que se volvían a El y le suplicaban por la
aceptación de lo que realizaban:
Y cuando Abraham
e Ismael levantaban los cimientos de la Casa: “¡Señor, acéptanoslo! Tú eres
Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe! ¡Y haz, Señor, que nos sometamos a Ti,
haz de nuestra descendencia una comunidad sumisa a Ti, muéstranos nuestros ritos
y vuélvete a nosotros! ¡Tú eres, ciertamente, el Indulgente, el Misericordioso!
¡Señor! Suscita entre ellos a un Enviado de su estirpe que les recite Tus
versículos y les enseñe la Escritura y la Sabiduría y les purifique! Tú eres,
ciertamente, el Poderoso, el Sabio” (Corán, 2:127-129).
En Qué Pensamos al Ver Una
Telaraña
La persona que
pasa mucho tiempo en su casa puede pensar en gran cantidad de cosas. Por
ejemplo, mientras limpia puede ver una araña que teje su red en un rincón de la
vivienda. Si se da cuenta que vale la pena meditar sobre esta criatura a la que
normalmente nadie le presta atención, verá que se le abren muchas puertas a su
entendimiento. Ese pequeño insecto al que observa es un milagro en su
delineación. La red que teje posee una simetría perfecta. Si se pregunta cómo
una pequeña araña puede lograr un diseño perfecto tan asombroso, a poco de
investigar descubrirá algunos hechos extraordinarios: la fibra que usa la araña
es treinta por ciento más flexible que una de goma del mismo grosor. El producto
de la araña es de una calidad tan superior que el ser humano lo usa de modelo
como elemento esencial en la confección de chalecos a prueba de balas. Por
cierto, la sustancia que mucha gente considera “una simple telaraña”, es en
realidad equivalente a uno de los materiales industriales más ideales.
En tanto el ser
humano testimonia la delineación perfecta en las cosas que existen a su
alrededor, si sigue meditando se encontrará con realidades aún más
sorprendentes. Al examinar la mosca, un bichito que se ve habitualmente y
produce irritación, pero al que nunca se le presta la atención debida aunque se
lo combata hasta el cansancio, veremos que tiene por costumbre asearse minuciosa
y meticulosamente. Se posa con frecuencia en algún lugar para limpiarse sus
partes anteriores y posteriores de manera separada. Después se saca el polvo que
hay sobre las alas y la cabeza con los miembros anteriores y posteriores, los
cuales son permanentemente higienizados. Continúa así hasta asegurarse que la
limpieza sea total. Todos los demás tipos de insectos y dípteros se asean de un
modo similar, con la misma atención y esmero. Esto indica que el Creador Unico
les enseñó cómo hacerlo.
Esa misma mosca
también bate sus alas quinientas veces por segundo mientras vuela. Por cierto,
ninguna máquina hecha por el ser humano podría operar con esa frecuencia puesto
que se destrozaría y quemaría debido a la fricción. Sin embargo, la mosca no
sufre ningún daño en las alas, músculos o coyunturas. La mosca puede volar sin
desviarse teniendo en cuenta la dirección y velocidad del viento. Nosotros en
cambio, con toda la tecnología moderna que disponemos, estamos muy lejos de
producir un ingenio con esas propiedades y técnicas de vuelo. Es imposible que
una criatura tan insignificante, a la que apenas prestamos atención, logre esas
características por capacidades e inteligencia propias. Es Dios quien le ha dado
esas habilidades sorprendentes que posee.
En nuestro
entorno hay vida tanto visible como invisible por todas partes, a la que
observamos, a veces, de manera casual. En la Tierra no hay un solo centímetro
cuadrado sin la existencia de algún tipo de vida. Podemos ver a otras personas,
las plantas y animales pero hay otras criaturas a las que no podemos visualizar
pero de cuya existencia somos conscientes. Por ejemplo, la casa en que vivimos
está llena de criaturas microscópicas llamadas “ácaros”. En el aire que
respiramos, asimismo, hay incontables virus. La cantidad de bacterias que viven
en el suelo de nuestro jardín, por otra parte, es asombrosamente grande.
Quien reflexiona
sobre la increíble diversidad de vida en el planeta, también lo hace respecto de
los sistemas perfectos de dichas criaturas. Todas las que vemos son signos
claros del arte de Dios y hasta en las microscópicas se ocultan grandes
milagros. Los virus, las bacterias y los ácaros, invisibles a simple vista,
poseen sus propios mecanismos corporales. Dios creó el medio en el que viven, el
modo en que se alimentan y sus sistemas de defensa y reproducción. Quien
reflexiona sobre esto recuerda el versículo de Dios:
¡Cuántas bestias
hay que no pueden proveerse del sustento! Dios se encarga de él y del vuestro.
El es Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe (Corán, 29:60).
Las Cosas
Sobre las Que Meditamos Cuando Estamos Enfermos
Los seres
humanos somos débiles en muchos aspectos y nos esforzamos permanentemente por
contrarrestar esa situación. Las enfermedades exponen más explícitamente
nuestras debilidades. En consecuencia, cuando algún amigo o nosotros mismos nos
enfermamos, tenemos que preguntarnos acerca del propósito oculto que existe en
ello. Al meditar entendemos que la gripe, considerada una enfermedad simple,
ofrece lecciones de las que podemos extraer advertencias. Al engriparnos
consideramos a un virus, invisible a simple vista, el responsable principal. Sin
embargo, es capaz de hacerle perder el vigor a una persona de sesenta/setenta
kilogramos y agotarla al punto de que carezca de fuerza para caminar o hablar.
En general, los remedios que ingerimos para combatirla no nos favorecen. Lo
único que podemos hacer es descansar y esperar. En el cuerpo tiene lugar una
guerra en la que no podemos intervenir. Un organismo microscópico nos tiene
atados de pies y manos. En una situación así lo primero que debemos recordar es
el versículo de Dios en el que el profeta Abraham dice:
Que me ha creado
y me dirige, que me da de comer y de beber, me cura cuando enfermo, me hará
morir y, luego, me volverá a la vida, de Quien anhelo el perdón de mis faltas el
Día del Reconocimiento. Señor, regálame juicio y reúneme con los justos (Corán,
26:78-83).
Una persona con
cualquier tipo de enfermedad, debería pensar y comparar los comportamientos y
actitudes que exhibe mientras está afectado por la misma y mientras está sano.
Debería hacer consciencia de la situación de postración en que lo coloca la
afección, cómo aumenta la necesidad de la ayuda de Dios y cómo le ruega a Dios
sincera y ardientemente frente a la posibilidad de tener que ir al quirófano.
Al ver a otra
persona enferma debemos agradecer a Dios inmediatamente el hecho de estar sanos.
Cuando el creyente ve a otra persona con la pierna tullida, enseguida piensa el
inmenso e importante favor que representa el tenerla ilesa e íntegra. Comprende
lo que significa poder ir caminando a donde uno quiera, levantarse de la cama
sin problemas apenas se despierta, correr cuando es necesario, cuidarse uno
mismo sin la ayuda de otra persona o animal. Se da cuenta que lo mencionado son
favores de Dios. Al pensar en todo eso y hacer las comparaciones del caso,
comprende mejor el valor de las bendiciones que se le han concedido.
Lo Que Se Piensa al
Encontrarse con una Persona
de Mal
Temperamento, Arrogante, Ofensiva y Corrompida
A lo largo del
día uno se encuentra con muchas personas de distintas características en la
oficina, en el trabajo y en otros lugares. Puede tratarse de gente para nada
ecuánime, que no venera a Dios. El creyente que alterna con la misma nunca es
influenciado por sus actitudes. Por el contrario, se mantiene firme en el tipo
de comportamiento ordenado por Dios. Sabe que el motivo del mal carácter de esa
gente reside en el no acatamiento de las órdenes de Dios y su incredulidad en el
más allá. El creyente piensa así: “Dios advierte sobre la agonía del infierno
y nos pide que pensemos en sus tormentos interminables, que enmendemos nuestras
conductas en esta vida, que nos volvamos con humildad hacia El y vivamos de
manera franca por medio de la religión. Si nos damos cuenta de que estamos
frente a una amenaza tan seria, por cierto que tomaremos precauciones para que
no nos afecte. Así y todo, hay quienes no piensan acerca de ello y por lo tanto
no comprenden su seriedad, actúan como si no existiese y no estuviese preparado
para ellos ese lugar con fuego y tormentos”.
Quien es
consciente de toda esa realidad recuerda otros asuntos muy importantes: la
actitud de cada uno de los que esperan al borde del fuego del infierno será
totalmente distinta; la persona que no vacila en exhibir maneras arrogantes,
impúdicas, corruptas y que no cree en Dios, será colocada ante la boca del
infierno el Día del Reconocimiento y sometida a distintas privaciones. Ya no
tendrá en el rostro la misma expresión que ahora, ni las mismas actitudes, forma
de hablar o palabras que usaba en esta vida.
El incrédulo
insolente y agresivo que peca habitualmente y carece de un comportamiento
humano, se lamentará eternamente cuando vea el tormento que le espera.
Quien inventa
cualquier tipo de excusas para no vivir como ordena la religión y no adora a
Dios en este mundo, no podrá dar las mismas excusas mientras espera frente a las
puertas del infierno. En ese momento ya no le será posible prosternarse aunque
lo quiera hacer y el rezo no le será respondido aunque lo realice con ahínco.
Pero quien
reverencia a Dios nunca olvida esas cosas. Al meditar sobre el fuego del
infierno comprende lo que representan la cordialidad, las palabras correctas y
la buena conducta. Al creer y pensar intensa y constantemente en la existencia
del infierno, actúa siempre de manera tal que cuando se le pida cuenta de todo
lo que hizo en su vida terrenal la resultante no sea verse arrojado al fuego.
Dios llama a la
gente a pensar en el infierno y en el Día del Reconocimiento:
El día que cada
uno se encuentre frente al bien y el mal que ha hecho, deseará tener bien lejos
ese día. Dios advierte que tengáis cuidado con El. Dios es manso con sus siervos
(Corán, 3:30).
Mientras Comemos....
Dios es Quien
os ha estabilizado la tierra y hecho del cielo un edificio, os ha formado
armoniosamente y os ha proveído de cosas buenas. Ese es Dios, vuestro Señor.
Bendito sea pues Dios, Señor de los mundos (Corán, 40:64).
Dios ha dado a
los individuos una gran cantidad de alimentos y bebidas puros y deliciosos. Por
cierto, todos ellos son manifestaciones de la gracia y misericordia infinitas de
Dios. La gente podría vivir con sólo un tipo de comida y bebida, pero Dios ha
derramado sobre nosotros favores incontables: distintos tipos de nutrientes
líquidos y sólidos, animales y vegetales...
Un creyente que
sabe que todos esos favores provienen de Dios, medita sobre ello y Le agradece
cada vez que ingiere alguno de ellos.
¿Qué Pensamos al Ver los
Frutos Servidos
a la Hora de Alimentarnos?
En muchos
versículos coránicos Dios comunica que bendice a la gente con variados tipos de
sustentos, los cuales los tenemos frente a nosotros al sentarnos a comer. La
mesa se cubre con distintos productos alimenticios. Por naturaleza, el ser
humano es creado para que encuentre disfrute en ellos. Cada uno resulta más
delicioso que los otros y todos son necesarios para la supervivencia adecuada.
Pensemos cómo procederíamos si los mismos fuesen sin sabor o de un sabor feo,
dañinos aunque sean agradables al paladar y muy pocos en cantidad. La única
razón por la que no tenemos alimentos insípidos y bebidas desagradables sino los
innumerables, deliciosos y nutritivos que conocemos, es la misericordia de Dios.
Si solamente tenemos en cuenta una de las tantas frutas, reconoceremos el
tremendo favor que nos concede Dios. La persona consciente que ve una gran
variedad de las mismas a disposición del ser humano, piensa lo siguiente:
▪ Que de un
suelo más bien sucio provengan frutas de distintos colores y fragancias
albergando un contenido extremadamente limpio y de gusto muy agradable, es un
gran favor que nos concede Dios.
▪ La banana, la
naranja, el melón, la sandía, la mandarina, en resumen, todas las frutas, son
creadas con sus cáscaras o piel respectivas. Esa capa o piel protectora impide
que el fruto se deteriore y arruine, a la vez que preserva la fragancia. Tan
pronto como se lo pela, se oxida y se echa a perder.
▪ Al examinar
con cuidado cada fruta, vemos que tienen muchas cualidades delicadas
significativas. La mandarina y la naranja, por ejemplo, se componen de trozos o
gajos. Si fuesen de una sola pieza, al abrirlas se oxidarían más rápido. Pero
Dios las ha hecho así para conveniencia de los seres humanos. Indiscutiblemente,
ese diseño extremadamente estético, apropiado perfectamente a nuestras
necesidades, es uno de los signos de la creación de Dios, el Omnisciente.
▪ La fresa o
frutilla, por ejemplo, es un fruto muy especial, con su gusto y diseño
particulares. El conjunto de sus formas se presentan delineadas con un primor
especial: una traza que la caracteriza, el color rojo placentero y las hojas
verdes que la coronan, la convierte en una de las obras de arte sin par de Dios.
Su dulzura y fragancia y el no poseer cáscara ni semilla, la hace fácil de comer
y nos hace presente algunas delicias del paraíso. Que un fruto que se desarrolla
en la tierra posea un color vívido es un signo muy fuerte de nuestro Señor,
Quien lo crea y Quien pone de manifiesto Su arte, sabiduría y conocimiento en lo
que origina.
▪ La presencia
de distinta frutas en cada estación es otro elemento sobre el que meditar. Por
ejemplo, el invierno es un período en que la gente necesita muchas vitaminas,
especialmente la C. Precisamente es ésta la que está disponible en las naranjas,
mandarinas y pomelos en esa época. En verano, en cambio, disponemos en
abundancia de cerezas y otras que calman la sed, como sandías, melones y peras.
▪
Dios nos presenta el encantador cuadro de las frutas en las matas o troncos que
las portan o en la forma en que son cultivadas. La imagen de cientos de ellas en
ramas aparentemente secas y firmemente unidas a éstas, con un delicioso jugo en
su interior, o el verlas con sus cáscaras que parecen especialmente lustradas,
son todas evidencias de que cada una fue creada por Dios. Por ejemplo, al
observarse los racimos de cereza parecería que fueron colocados sobre las ramas
uno por uno. Dios los ha creado a todos como una creación singular. La forma en
que se presentan llama la atención de la gente. Debido a eso, al describirse el
paraíso en el Corán, Dios manifiesta que esos frutos están allí para ser
recogidos:
Cerca de
ellos les cubrirán sus sombras (es
decir, las del Jardín); sus frutos podrán ser agarrados muy fácilmente
(Corán, 76:14).
Por cierto, aquí
sólo damos unos pocos ejemplos. Las gracias que derrama Dios son muy diversas
como para contabilizarlas. El que se da cuenta de esto al ir a comer, recuerda
otro versículo de Dios:
¿Acaso Quien
crea es como quien no crea? ¿Es que no os dejaréis amonestar? Si os pusierais a
contar las gracias de Dios, no podríais enumerarlas. Dios es, en verdad,
indulgente, misericordioso (Corán, 16:17-18).
Qué Cosas nos
Hacen Pensar los Sabores y los Aromas
Si seguimos
meditando nos percatamos aún más de las bellezas y sutilezas que hay en la
creación de Dios. La persona consciente, al ponderarlas, piensa que es un gran
favor de su Señor el hecho de que pueda deleitarse con las bendiciones o gracias
que le concede. Recuerda que, en particular, los sentidos del olfato y del gusto
ayudan a percibir muchas de la cosas hermosas del mundo. Y avanzando en la
meditación se da cuenta de que si no tuviera el sentido del olfato no podría
deleitarse como lo hace ahora con la fragancia de la rosa, de las frutas que
come e incluso de un asado. Si careciese del sentido del gusto no reconocería
los que son propios del chocolate, la carne, las frutillas, los bombones y otras
gracias de Dios.
No deberíamos
olvidar que podríamos haber estado viviendo en un mundo incoloro, insípido e
inodoro. Y si Dios no nos hubiese dado los colores, los sabores y los olores
como bendiciones, no los hubiésemos adquirido por ningún medio. De todos modos,
Dios ha derramado sobre la humanidad Sus favores al crearlos, como así también
los sistemas sensoriales para percibirlos.
Mientras Paseamos en el Jardín...
En Qué Nos Hacen Meditar las
Cosas
Hermosas Que Vemos en la
Naturaleza
Quien cree en
Dios alaba a su Señor por la bellezas que percibe en la naturaleza. Es
consciente de que El creó todo lo hermoso. Sabe que todas esas cosas primorosas
pertenecen a Dios y son manifestaciones de Su atributo de jamal
(belleza).
Al caminar en
medio de la naturaleza se descubre su esplendor. Desde una simple hierba u
hojarasca a una flor de margarita, desde un pájaro a una hormiga, todo está
lleno de detalles que deberían mover a la reflexión. Si se procede así, se llega
a comprender la potestad y autoridad de Dios.
Las mariposas,
por ejemplo, son criaturas agradables muy estéticas. Con la simetría y diseño de
sus alas similares a un encaje primoroso, como si hubiesen sido dibujadas
meticulosamente a mano, su armonía y colores fosforescentes, son evidencia del
arte y potestad superior de la creación de Dios.
Del mismo modo,
entre las innumerables bellezas que crea Dios encontramos una gran variedad de
matorrales y árboles. Los distintos colores de las flores y las diferentes
formas de dichos vegetales, son todas creaciones de Dios y, entre los propósitos
que persiguen, está el de deleitar a los seres humanos.
Quien tiene fe
medita acerca de cómo las flores rosas, violetas, margaritas, jacintos,
orquídeas, claveles y otras con sus superficies tan suaves, generadas a partir
de una semilla totalmente chata y rugosa, se presentan sin un solo pliegue, como
si hubiesen sido planchadas.
Otra maravilla
que crea Dios es la fragancia de las mismas. Por ejemplo, la rosa tiene un aroma
fuerte siempre cambiante. Los científicos y laboratorios aún no han podido
desarrollar un aroma igual o resultados satisfactorios, a pesar de los avances
tecnológicos.
La esencia
artificial de rosa resulta muy intensa y a veces poco agradable, cosa que no
sucede con la esencia natural.
Cualquiera que
tenga fe sabe que cada una de ellas es creada para que el ser humano alabe a
Dios, para presentar el arte y conocimiento de Dios en las delicadezas que El
crea. Por eso mismo, quien observa algo tan encantador mientras pasea por el
jardín, glorifica a Dios diciendo:
Que sea lo
que Dios quiera. La fuerza reside sólo en Dios (Corán, 18:39).
Recuerda que Dios ha puesto ese
atractivo al servicio del género humano y que dará a los creyentes bendiciones
extraordinarias en el más allá. Y debido a esa consideración aumenta aún más su
amor por El.
¿Ha
Reflexionado Alguna Vez Sobre la Hormiga Que Ha Visto
Mientras Caminaba por el Jardín?
En general la
gente no percibe ningún sentido en ciertas criaturas que ve a su alrededor todos
los días. No imagina que pueden poseer características muy interesantes. Para
quien tiene fe, en cambio, todo testimonia los signos de la creación perfecta de
Dios. La hormiga es una de esas criaturas. El examen de su andar, aunque más no
sea, es algo excitante. Mueve sus pequeñísimas patas muy rápidamente de modo muy
coordinado, con una secuencia perfecta y sin equivocarse.
Este pequeño
insecto levanta cosas más grandes que su volumen y las lleva al nido en cuerpo y
en alma. Viaja distancias muy largas en proporción a su dimensión física. En una
zona llana, sin nada que le sirva de guía, ubica muy fácilmente el nido, aunque
para nosotros resulta una tarea muy dificultosa. Pero ella lo encuentra sin
confundirse, cualquiera sea el lugar donde se halle.
Cuando las vemos
en el jardín, alineadas una tras otra, atareadas con gran ardor para llevar
materiales nutrientes al hormiguero, no podemos dejar de preguntarnos cuál es el
propósito que las mueve a trabajar tan duro. Luego nos damos cuenta de que cada
una no sólo acarrea los nutrientes para ella sino también para otros miembros de
la colonia, para la reina y para las crías. Se debe reflexionar sobre lo
siguiente: cómo es que una pequeña hormiga, que no ha desarrollado el cerebro,
actúa de modo disciplinado, con gran sacrificio y comportamiento atento y
esmerado. Después de ponderar los hechos mencionados se llega a la siguiente
conclusión: las hormigas, al igual que los demás seres vivientes inconscientes,
actúan por inspiración de Dios y obedecen sólo Sus órdenes.
En Qué Pensamos al Ver el
Movimiento
“Consciente” de la
Campanilla y la Hiedra
El creyente que
pasea por el jardín también medita sobre la campanilla que ve en su recorrido,
una de las tantas cosas hermosas que crea Dios. Por cierto, todo lo viviente
tiene signos para quien reflexiona.
Por ejemplo, el
movimiento espiralado de la campanilla, con el cual rodea una rama o cualquier
otro objeto, es un suceso sobre el que hay que meditar cuidadosamente. Si
filmásemos el crecimiento de la campanilla y luego lo pasásemos a una velocidad
mayor, la veríamos moverse como una criatura consciente. Actúa como si viese la
rama que tiene enfrente y se extiende hacia allí para aferrarse, enlazándose a
la misma. A veces rodea a la rama varias veces para prenderse mejor. De ese modo
trepa y de ese modo se dirige de nuevo hacia abajo después de haber llegado al
extremo superior. El creyente que es testigo de todo esto, una vez más, confirma
que Dios ha creado todos los sistemas vivientes con singularidades específicas.
Y si observamos
los movimientos de la hiedra, vemos otra característica importante: se fija
firmemente a la superficie en la que se apoya extendiendo “brazos” hacia
distintos lados. La substancia viscosa que produce esta planta “inconsciente” es
un pegamento tan potente que al intentar desprender la rama adherida a una
pared, puede arrastrar parte de la pintura e incluso del revoque o del ladrillo.
La existencia de
este tipo de plantas revela al creyente reflexivo la omnipotencia de Dios, el
Creador de las mismas.
Los observamos
todos los días en todas partes. Sin embargo, ¿ha pensado alguna vez cómo hace el
agua para llegar a las hojas más elevadas de árboles muy altos? Por medio de una
comparación podemos tener una mejor comprensión del extraordinario proceso que
encierra esa función natural.
Es imposible que
el agua dentro de un tanque que se encuentra apoyado en el suelo se eleve por sí
misma a los pisos más altos de un edificio sin un mecanismo hidrofórico o algún
motor potente. Una persona no puede bombear agua manualmente ni siquiera al
primer piso de un edificio. En consecuencia, los árboles seguramente disponen
también de un sistema de elevación del agua similar al mecanismo hidrofórico. De
no ser así, el agua no podría subir por el tronco y las ramas, debido a lo cual
moriría enseguida.
Dios creó cada
árbol con el equipamiento necesario para su funcionamiento. Además, muchos
poseen un sistema hidráulico superior al de los edificios en donde vivimos.
Estas son las cosas sobre las que cavila quien observa todo con “un ojo que
realmente ve” al contemplar los árboles.
Otro aspecto a
considerar es algo relacionado con las hojas. Y sólo piensan en eso aquéllos que
reflexionan. Las hojas son estructuras muy delicadas pero no se secan bajo el
sol abrasador. Si el ser humano estuviese sometido a 40°C durante un plazo
relativamente breve, modificaría el color de la piel y se deshidrataría. Las
hojas, en cambio, permanecen verdes bajo el sol ardiente sin quemarse a lo largo
de días e incluso de meses, a pesar de que la cantidad de agua que pasa por sus
conductos semejantes a venas es muy escasa. Se trata de un milagro de la
creación que demuestra que Dios crea todo con un conocimiento sin igual. El
creyente, al pensar sobre todo esto, una vez más hace conciencia de la
supremacía de Dios y Le tiene presente.
Mientras Vemos la TV o
Leemos un Periódico...
Hay gente que
lee el periódico diariamente y presta atención a los noticieros de la TV a
ciertas horas o cuando regresa a su casa al anochecer. La persona consciente y
reflexiva medita seriamente sobre las informaciones así obtenidas, pues ve en
ellas los signos de Dios.
En Qué Nos Hacen Pensar
los Frecuentes Casos
de Violencia, Hurto y Homicidio
En las páginas
de los periódicos y los informativos de la TV encontramos permanentemente muchos
relatos de homicidios, lesiones, robos, estafas y suicidios. La frecuencia con
que ocurren y la cantidad de gente propensa a realizar algo de esto, indica el
daño que causa no vivir ligados a la religión de Dios. El secuestro de un niño
para pedir rescate que puede culminar en su asesinato, el apuntarle con un arma
en la cara a alguien y disparar sin vacilar, la aceptación de una coima, el
quitarse la vida, el fraude, etc., son todos indicios de que la gente que lo
hace no considera a Dios para nada y no cree en el más allá. Pero quien
reverencia a Dios y sabe que tendrá que rendir cuentas en la otra vida, nunca
hará alguna de esas cosas porque sabe que la contraparte de ello es el infierno,
a menos que se arrepienta y que Dios le perdone y le conceda Su misericordia.
Alguien puede
decir: “Yo soy ateo y no creo en Dios pero tampoco acepto coimas”. De todos
modos, no es para nada convincente lo que dice quien no reverencia a Dios. Es
muy probable que en condiciones distintas dejase de mantener esa posición. Por
ejemplo, si necesita reunir cierta cantidad de dinero para algo muy urgente y de
la única manera que lo puede hacer es robando o aceptando una coima, podría no
mantener su promesa. Tampoco es de esperar que mantenga su palabra cuando esté
en riesgo su vida. Y aunque pueda no aceptar coimas en una situación difícil, es
posible que cometa otros actos prohibidos. Sin embargo, el creyente nunca hace
ningún tipo de cosa que le resulte contraproducente cuando vaya a rendir cuentas
en el más allá.
En consecuencia,
es la irreligiosidad la raíz de todos los sucesos que aparecen en los
periódicos, TV y vida social y que nos llevan a protestar y decir: “¿qué le ha
sucedido a esta sociedad?”. El creyente que ve esas noticias no las pasa por
alto o las acepta de modo formal sino que reflexiona y concluye que la única
solución es hablarle a la gente sobre la religión y revivir sus valores. En una
sociedad estructurada por gente que reverencia a Dios y sabe que tendrá que
rendir cuentas en el más allá, es imposible que sucedan esas cosas en el grado
que acontecen actualmente. En una sociedad de creyentes la paz y la seguridad
serán vividas en su más alto nivel.
Qué Pensamos Sobre los Programas
Televisivos con Debates
Interminables
La persona que
sigue meditando sobre las cosas que ve en su entorno también lo hará al ver los
programas de debates emitidos por la TV. Participan de los mismos especialmente
los que más saben sobre temas de la actualidad. Discuten durante horas sin que
ninguno sea capaz de encontrar una solución a lo que se plantea o llegar a una
conclusión terminante. Sin embargo, quienes presencian esos programas se
consideran calificados para resolver las cuestiones que allí se tratan.
En realidad, la
respuesta a la mayoría de esas cuestiones es totalmente clara. Sin embargo, el
interés egoísta, el permanecer bajo la influencia del círculo social en el que
se mueve, los esfuerzos por lograr la promoción personal antes que la búsqueda
sincera de soluciones, lleva a la gente a un estancamiento o atolladero
insuperable.
La persona
consciente ve todo esto de modo diáfano y piensa que esas cosas suceden porque
la sociedad está alejada de la religión de Dios. Quien cree en Dios nunca actúa
de manera irresponsable, desatenta y estéril. Sabe que en cada suceso hay algo
conveniente, motivo por el cual Dios se lo presenta; sabe que está siendo
constantemente probado en este mundo y que tiene que hacer uso de la razón,
capacidades y conocimiento, de manera tal que sea del agrado de Dios.
Además, el
creyente recuerda un versículo de Dios mientras observa esos programas:
...pero el
hombre es, de todos los seres, el más discutidor (Corán, 18:54).
En esas
audiciones televisivas existe un clima que revela la naturaleza polémica y
argumentadora de los seres humanos. La mayoría de los que participan en ellas ni
siquiera llegan a comprender el sentido de lo que se les pregunta, porque lo
único que les obsesiona es lo que dirán o intentarán decir. A la vez, eso les
lleva a interrumpirse mutuamente, a levantar la voz, a perder la compostura casi
de inmediato. Estos son aspectos negativos de quienes aparentemente son educados
y muy preparados, aunque carentes de la religión de Dios. Si la gente fuese cien
por ciento honesta y respetuosa de Dios, esos debates prolongados y sin sentido
no tendrían lugar nunca. Con el objetivo de encontrar la solución que más agrade
a Dios y más sirva a la gente, se pondría en práctica sin pérdida de tiempo el
método más apropiado y concienzudo de razonamiento. Como la decisión final
seguramente será del agrado de todos (los creyentes), la discusión perderá
sentido.
Si alguien
presentase objeciones con fundamentos razonables que exhibieran una mejor manera
de hacer las cosas, se las aplicaría. A diferencia de otros, los que reverencian
a Dios no exponen una actitud obstinada y arrogante. Al recordar que Dios dice
en el Corán: ...Por encima de todo el que posee ciencia hay Uno Que todo lo
sabe (Corán, 12:76), emplearán las mejores opciones que puedan.
Esas discusiones
televisivas que se extienden interminablemente sirven para considerar lo que
puede suceder en un ambiente donde no se viven las cualidades y valores elevados
de la religión.
En Qué Nos Hacen
Pensar el Hambre y la Pobreza
Que Azota Cada Rincón del Mundo
Una de las cosas
que con frecuencia se trata en los medios de comunicación es el de la injusticia
en la sociedad. Por un lado están los países prósperos del mundo con un nivel de
vida muy elevado, y por otro lado esos donde la gente se muere abandonada, pues
carece prácticamente de alimentos, medicina para el tratamiento de las
enfermedades más simples, etc. Lo primero que revela esto es la existencia de
sistemas perversos. Para uno o más de los países ricos sería muy fácil impedir
toda esa desgracia. Por ejemplo, muy cerca de países africanos donde la gente se
muere de hambre, hay comunidades tecnológicamente avanzadas, desarrolladas y
“civilizadas” que han acumulado capitales inmensos como producto de las minas de
diamantes. Es muy fácil reubicar en áreas más pródigas a quienes viven en la
pobreza, a los que están a punto de morirse de inanición o simplemente
abandonados para que fallezcan. También es posible proveerles de medios para
cubrir sus necesidades en las mismas áreas donde viven. Pero la verdad es que
durante decenios no se buscó ninguna solución efectiva a la situación de todos
esos seres humanos.
De cualquier
manera, la ayuda a dichas poblaciones no es algo que puedan encarar unas pocas
personas. Con el objeto de encontrar soluciones reales es necesario el esfuerzo
combinado de muchísimos habitantes del planeta. Pero son muy pocos, como
individuos y como organismos, los que lo intentan. En todas partes del mundo, en
cambio, se gastan trillones de dólares para otras cosas.
Además, que
algunos arrojen a la basura su comida debido a motivos banales, mientras que en
otros lados hay gente que se muere por no encontrar con qué alimentarse, es una
clara evidencia de que estamos frente a un orden mundial inicuo que existe por
el hecho de que la humanidad no vive los valores de la religión.
Quien cavila al
observar todo esto llega a la conclusión de que lo único que eliminará esta
iniquidad es la adopción de los valores y virtudes que ordena Dios. El que
reverencia a Dios y actúa según su recto discernimiento, nunca permitirá dichas
infamias e injusticias. Ayudará al necesitado de inmediato y con soluciones
definidas y duraderas, sin permitirse ni permitir ninguna ostentación, y si
fuese necesario, echando mano a todos los recursos del planeta.
Dios nos dice en
el Corán que la ayuda al pobre y al necesitado es una característica de quienes
reverencian a Dios y son conscientes del Día del Juicio:
(Se exceptúa a
quienes)...parte de cuyos bienes es de derecho para el mendigo y el indigente,
que tienen por auténtico el Día del Juicio, que temen el castigo de su Señor
(Corán, 70:24-27).
Por mucho amor
que tuvieran al alimento, se lo daban al pobre, al huérfano y al cautivo: “Os
damos de comer sólo por agradar a Dios. No queremos de vosotros retribución ni
gratitud. Tememos, de nuestro Señor, un día terrible, calamitoso” (Corán,
76:8-10).
No alimentar al
pobre es propio de la gente irreligiosa que no considera para nada a Dios:
(Dios ordena)
“Cogedle y ponedle una argolla al cuello. Que arda luego en el fuego de gehena (el
infierno). Sujetadle luego a
una cadena de setenta codos”. No creía en Dios, el Grandioso, ni animaba a dar
de comer al pobre. Hoy no tiene aquí amigo ferviente, ni más alimento que un
exudado de pus, que sólo los pecadores comen (Corán, 69:30-37).
En Qué
Nos Hacen Pensar los Desastres Que Ocurren en el Mundo
Algunas de las
informaciones que se ven con frecuencia en los medios de comunicación se
refieren a distintos tipos de desastres. La gente puede encontrarse con alguno
de ellos en cualquier momento. Puede ocurrir un poderoso terremoto, un incendio
de grandes proporciones o una inundación. Son los creyentes los que al enterarse
de esas calamidades recuerdan que Dios tiene potestad sobre todas las cosas y
puede arrasar una ciudad hasta los cimientos si lo desea. Al meditar sobre esto
se comprende que al único que se puede pedir ayuda es a Dios, único lugar de
refugio sin par. Ni los edificios más resistentes ni las ciudades mejor
equipadas pueden enfrentar la potestad y autoridad de Dios. Todo puede perecer
de modo súbito si así El lo determina.
Estas y otras
son escenas sobre las que algunos seres humanos meditan, para concluir que Dios
envía las catástrofes con un propósito. Dios comunica en el Corán que castiga a
los pueblos desobedientes para que se den cuenta de lo que hacen y cambien o se
hagan cargo de las consecuencias. Entonces, si una comunidad lleva adelante
conceptos y prácticas que son del desagrado de Dios, El puede castigarla. O
puede hacer que una comunidad sufra alguna penuria para probarla en este mundo.
El creyente, al
meditar sobre todo esto, teme que ese castigo también le alcance y pide el
perdón de Dios por su propia conducta.
Ninguna persona
y ningún pueblo puede evitar que ocurra un desastre, a menos que así Dios lo
desee. No importa si el pueblo en cuestión es el país más rico y poderoso o si
la zona donde se producirá la hecatombe es considerada por su ubicación
geográfica la más segura y alejada de todo riesgo. Dios dice que ningún pueblo
puede evitar la devastación que tiene asignada:
¿Es que los
habitantes de las ciudades están a salvo de que Nuestro rigor les alcance de
noche, mientras duermen? ¿O están a salvo los habitantes de las ciudades de que
Nuestro rigor les alcance de día, mientras juegan? ¿Es que están a salvo de lo
que Dios intrigue? Nadie cree estar a salvo de lo que Dios intriga, sino los que
se pierden. ¿No hemos indicado a los que han heredado la tierra después de sus
anteriores ocupantes que, si Nosotros quisiéramos, les afligiríamos por sus
pecados, sellando sus corazones de modo que no pudieran oír? (Corán, 7:97-100).
En
Qué Pensamos Cuando Nos Enteramos de la Práctica de la Usura
Otro tópico que
las noticias tratan con frecuencia es el de la corrupción en las transacciones
económicas. En particular, todos los días nos enteramos de prácticas usurarias.
Al informarnos por la prensa que la usura está fuera de control y que provoca
una recesión importante en la economía, nos damos cuenta de que, en respuesta a
los actos aborrecibles y prohibidos, Dios hace que la gente pierda interés en la
productividad. Pero al eliminar Dios el beneficio devengado a través de la
usura, ésta decrece: Dios hace que se malogre la usura, pero hace fructificar
la limosna. Dios no ama a nadie que sea infiel pertinaz, pecador (Corán, 2:276).
Otro versículo nos informa también respecto de la resultante de la usura en el
otro mundo:
Lo que prestáis
con usura para que os produzca a costa de la hacienda ajena no os produce ante
Dios. En cambio, lo que dais de azaque (limosna)
por deseo de agradar a Dios... Esos son los que recibirán el doble (Corán,
30:39).
El que
reflexiona se da cuenta de que los versículos de Dios se hacen patentes entre la
gente en este mundo.
La Meditación Sobre los
Lugares Placenteros
Es posible ver
también en los programas de TV, periódicos y revistas, las bellezas creadas por
Dios. Contemplar o visitar una casa, un jardín o una playa muy lindos, es algo
que seguramente agrada a todos. El creyente relaciona la observación de esas
cosas, antes que nada, con el paraíso. Y recuerda, una vez más, que si es Dios
Quien concede estas enormes bendiciones o exhibe a todos semejantes primores de
la creación, por cierto creará en el paraíso lugares de una belleza
incomparable.
Alguien que
aprecia cosas terrenales tan hermosas también piensa: todas lo bello creado en
el mundo tiene una medida, es decir, su belleza es relativa, con ciertas
“anomalías”, porque el mundo es limitado. Quien pasa algún tiempo en un lugar de
diversión o paseo es testigo de esas “anomalías”: la extrema humedad ambiental,
el elevado tenor de sal en el mar que resulta bastante molesto, el calor que
produce ampollas y que lleva a que luego la piel se descame, son algunos pocos
ejemplos. También se exhiben otras imperfecciones, como ser los problemas de
organización de la agencia de viajes o el mal carácter de algunos compañeros de
viaje. Tales cosas se deben a que el mundo es un lugar de prueba: aquí Dios
prueba al ser humano y para ello lo enfrenta a obstáculos y/o contradicciones,
como así también al goce de muchísimos y variados bienes, para ver hasta qué
punto actúa frente a todo ello según Sus órdenes y mandamientos.
Pero en el
paraíso sí encontraremos los “originales”, sin tacha, de la bellezas que
observamos aquí, sin la interferencia de ningún tipo de limitaciones o
anomalías. Además, no habrá ninguna conversación o diálogo desagradable o banal:
la perfección será plena en todo sentido para el ser humano. Por eso el
creyente, frente a cada belleza observada en este mundo, siente que crece su
anhelo por el paraíso. Siempre le agradece a Dios las bendiciones otorgadas y
está contento con ellas al reflexionar que son parte de Su gracia. Y justamente
porque sabe que el “original” de todo lo que aquí percibe como hermoso está en
el paraíso, no se olvida del otro mundo, es decir, no se deja extraviar por las
cosas hermosas en este mundo y vive de manera tal como para que pueda merecer
entrar al paraíso de Dios y gozar allí de la belleza plena y eterna que El le
concede.
¿En Qué Se Piensa al Leer
en las Revistas
Científicas
Que el “Ladrillo” de la Materia es el Atomo?
Si el ser humano
no medita sobre las cosas que observa, no puede captar las sutilezas que hay en
ellas y darse cuenta del entorno extraordinario en el que vive.
El creyente, en
cambio, sí medita y extrae conclusiones, distintas a las de otros.
Por ejemplo, es
un hecho muy bien conocido que el componente básico de cada existencia en el
universo, animada o inanimada, es el átomo. Es decir, la mayoría de la gente
sabe que el libro que lee, el sillón donde se sienta, el agua que bebe y todo lo
que llega a ver en su entorno material, está compuesto de átomos. Pero sólo los
creyentes expanden su meditación y testimonian la potestad exaltada de Dios.
Cuando esa
mayoría se compenetra del tema en cuestión, piensa lo siguiente: si los átomos
son existencias inanimadas, ¿cómo pueden reunirse y dar lugar a organismos
capaces de ver, oír, interpretar lo que oyen, gozar de la música que escuchan,
pensar, tomar decisiones, ser feliz o infeliz? ¿Cómo ha adquirido el ser humano
los rasgos que le caracterizan y le hacen distinto a otros conglomerados de
átomos? Pero no va más allá en su razonamiento.
Por cierto, los
átomos inconscientes e inanimados no pueden dar al ser humano las cualidades con
las que cuenta. Está claro que Dios nos creó con un espíritu y dotados de las
particularidades que poseemos, lo que nos recuerda un versículo de Dios:
Que ha hecho
bien todo cuanto ha creado y ha comenzado la creación del hombre de arcilla
luego, ha establecido su descendencia de una gota de líquido vil, luego, le ha
dado forma armoniosa e infundido en él de Su Espíritu. Os ha dado el oído, la
vista y el intelecto. ¡Qué poco agradecidos sois! (Corán, 32:7-9).
Algunas Realidades Que se Captan
Mediante Una Meditación Profunda
¿Ha pensado
alguna vez que todas las cosas son creadas solamente para el ser humano?
Cuando el
creyente en Dios investiga con atención las existencias animadas e inanimadas y
los sistemas presentes en el universo, recapacita que todo es creado para el ser
humano. Comprende que nada pasó a existir de manera casual sino que Dios crea
todo del modo más preciso para provecho del ser humano.
Por ejemplo, el
ser humano normal puede respirar sin esfuerzo permanentemente. El aire que
inhala no le quema la fosas nasales, no le produce vértigos o dolores de cabeza.
La proporción de gases en el aire es la más apropiada para el cuerpo humano.
Quien medita en esto considera otro tema crucial: si la concentración de oxígeno
en la atmósfera fuese un poco mayor o menor que la existente, la vida
desaparecería. Eso hace recordar lo difícil que resulta respirar en lugares muy
cerrados, poco ventilados. El creyente, mientras sigue meditando sobre todo
esto, agradece constantemente a su Señor, ya que entiende que El pudo haber
hecho nuestra atmósfera como la de otros planetas y entonces sería imposible
respirar. Nosotros en cambio tenemos una atmósfera con un orden y equilibrio
absolutamente apropiados, que capacita a miles de millones de personas a
respirar sin esfuerzo.
La persona que
sigue meditando sobre el planeta en que vive, tiene en cuenta lo importante que
es el agua, creada por Dios, para la vida. Entonces reflexiona: En general la
gente hace conciencia de la importancia del agua cuando le falta durante un
tiempo más o menos prolongado. Se da cuenta de que es una sustancia que necesita
en todo momento mientras vive. Una considerable parte de las células y de la
sangre que llega a todos los puntos del cuerpo consiste en agua. Si no fuese
así, la fluidez de la sangre disminuiría y su flujo en los vasos se volvería muy
difícil. La fluidez del agua es importante no sólo para el cuerpo humano y
animal sino también para las plantas. El agua llega a las hojas más alejadas del
suelo mediante un sistema vascular.
Por otra parte,
la gran cantidad de agua en el mar hace habitable el planeta. Si las superficies
marítimas fuesen menores a las existentes, las áreas de tierra firme se
convertirían en desiertos y la vida sería imposible.
La persona que
medita sobre estas cosas se convence totalmente de que no es una casualidad la
existencia de un equilibrio tan apropiado en la Tierra. El hecho de constatar
todo esto y reflexionar, le permite concluir que un Creador Exaltado y
propietario del poder eterno, creó todo con un propósito.
También tiene en
cuenta que los ejemplos sobre los que ha reflexionado son muy limitados en
cantidad y que son incontables los que se pueden dar respecto de los delicados
equilibrios existentes en el planeta. Pero puede percatarse fácilmente del
orden, adecuación y armonía que prevalece en cada rincón del universo. Llega así
a la conclusión de que Dios ha creado todo para el ser humano. El Todopoderoso
comunica en el Corán:
Y ha sujetado a
vuestro servicio lo que está en los cielos y en la tierra. Todo procede de El.
Ciertamente, hay en ello signos para gente que reflexiona (Corán, 45:13).
Todos estamos
familiarizados con el concepto de “eternidad”. Pero, ¿ha pensado usted siempre
en la eternidad? Este es un tema sobre el que reflexiona el creyente en Dios.
La creación de
la vida eterna en el paraíso y en el infierno es un tema muy importante sobre el
cual todos deben meditar. Quien lo hace, presenta algunas proposiciones: la
naturaleza eterna del paraíso es una de las bendiciones y premio más grande
concedido a la vida después de la muerte; la vida gloriosa en el paraíso no
finalizará nunca. El ser humano puede vivir en este mundo cien años o algo más.
Pero en el paraíso la vida no tiene límite temporal, por lo que un cuatrillón de
veces un cuatrillón de años es algo breve.
Quien recuerda
esto, también tiene en cuenta que es absolutamente imposible que el ser humano
abarque en su comprensión la eternidad. Trataremos de entenderlo mejor con una
comparación. Si un cuatrillón de personas ha estado fabricando un cuatrillón de
escobas cada cinco minutos y trabajando sin parar noche y día durante un
cuatrillón de años a ese solo objeto, la cifra total de escobas fabricadas sería
igual a “cero” en comparación con la cantidad de años que se transcurrirían en
la vida eterna.
Al pensarse en
todo esto se llega a la siguiente conclusión: Dios posee un conocimiento tan
inmenso, que a lo que al ser humano le resulta “eterno”, en la visión de El ya
ha finalizado. Es decir, cada incidente y cada pensamiento que ha tenido lugar
desde que se inició el “tiempo” y que ocurrirán hasta que el “tiempo” finalice,
con sus períodos y condiciones, se determinan y finalizan dentro de Su
conocimiento.
También hay que
tener en cuenta que el infierno es un lugar donde los incrédulos morarán
eternamente y donde hay distintos tipos de aflicciones, suplicios y angustias.
Estarán sometidos a tormentos físicos y espirituales ininterrumpidos, por lo que
será imposible descansar o dormir. Si la vida en el infierno finalizaría, sus
moradores tendrían alguna esperanza de superar ese trance, aunque sea después de
un cautrillón de años. Pero lo que reciben los que inventaron socios a Dios o no
creían, es el suplicio eterno:
Pero quienes
hayan desmentido Nuestros signos y se hayan apartado altivamente de ellos, ésos
morarán en el Fuego eternamente (Corán, 7:36).
Es de la máxima
importancia que cada individuo intente comprender la eternidad por medio de la
reflexión, pues eso aumenta el empeño por el más allá venturoso y refuerza su
sumisión (a Dios) y su esperanza. En tanto sienta una gran aprensión por la
aflicción eterna, abriga la esperanza de obtener la felicidad eterna.
¿Qué Pensamos Acerca de los
Sueños?
Los sueños
encierran determinaciones importantes para el que reflexiona. Cavila sobre lo
“reales” que son las cosas que ve mientras duerme, es decir, en nada distintas a
las que observa en vigilia. Se puede estar tendido y durmiendo sobre una cama y
verse en el sueño en un viaje de negocios conversando con personas desconocidas
y almorzando mientras se oye música. Se aprecia el sabor de las comidas, se
baila, se experimenta la excitación debido a distintos incidentes, se percibe
feliz o infeliz, se siente temor o cansancio. Incluso se puede conducir un
vehículo desconocido aunque tampoco se sepa cómo hacerlo.
Si bien el
cuerpo yace en la cama con los ojos cerrados, ve distintas imágenes de los
lugares que visita. Eso significa que lo que ve no es con los ojos. También
escucha voces aunque en el cuarto en donde está no haya nadie más. Es decir, se
escucha pero no por medio de los oídos. Todo esto sucede en el cerebro. Así y
todo, cada cosa resulta muy real como si fuese corpórea. ¿Qué es entonces lo que
forma esas imágenes tan reales en el cerebro, las cuales no tienen existencia
efectiva en el mundo? El ser humano no puede plasmarlas consciente e
intencionalmente mientras duerme. Ni el cerebro puede producirlas por sí mismo,
ya que es un montón de carne constituido por moléculas de proteínas. Sería
extremadamente irrazonable suponer que esa substancia forma imágenes por sí
misma, e incluso rostros humanos, lugares y sonidos nunca vistos y escuchados
antes. ¿Quién es entonces el que presenta esas imágenes mientras se duerme? Al
reflexionarse sobre esto se advertirá, una vez más, la verdad obvia: Es Dios
Quien hace que el ser humano duerma. En ese período le muestra lo que “sueña” y
le devuelve el alma cuando va a despertarse.
Y quien sabe que
esto es así, también reflexiona sobre el propósito que ello encierra y las
razones para que se produzca. Puesto que la persona que sueña está tan segura de
los sucesos y de la gente percibida como cuando está despierta, si alguien se le
acercara y le dijese: “Estas soñando; ahora despierta”, no le creería. El que es
consciente de lo que estamos hablando piensa entonces lo siguiente: “¿Quién
puede decir que la vida de este mundo no es también temporaria y se parece a un
sueño? Así como nos despertamos en algún momento después de soñar, también en
algún momento nos despertaremos de la vida de este mundo y veremos imágenes
totalmente distintas, como por ejemplo, las imágenes de la otra vida...”.
El Corán es el
último libro que Dios envió a todos los seres humanos. Cada uno es responsable
de conocerlo y cumplimentar las órdenes que allí se comunican. Sin embargo, la
mayoría de la gente no lo estudia ni cumple con las órdenes que Dios da en el
Corán, aunque lo acepten como un libro divino. Eso se debe a que no meditan,
sino que se enteran de lo que supuestamente dice por medio de información
recogida en distintos lugares, de manera poco o nada ordenada. Para quien
reflexiona, en cambio, la importancia del Corán y su lugar en la vida del ser
humano es muy grande.
Antes que nada,
quien “reflexiona” quiere conocer a su Creador, Quien lo creó a él y el universo
en el que vive, le dio vida a partir de la nada y le concedió incontables
bendiciones y cosas magníficas. Esa persona también quiere saber cuál es el tipo
de conducta que resultaría del agrado del Creador. El Corán, que Dios envió a
través de Su Mensajero, da la respuesta. Es por ello que resulta necesario que
se conozca el libro que Dios reveló al género humano como guía y en donde El
distingue el bien del mal. El ser humano necesita sopesar cada versículo y
cumplir lo que Dios ordena de la manera más apropiada y complaciente.
Dios comunica el
propósito por el cual el Corán fue revelado a los seres humanos:
Una Escritura
que te hemos revelado, bendita, para que mediten en sus versículos y para que
los dotados de intelecto se dejen amonestar (Corán, 38:29).
¡No! (El
Corán) Es un Recuerdo, que recordará quien quiera. Pero no lo tendrán en
cuenta, a menos que Dios quiera. (Dios) Es digno de ser temido y digno de
perdonar (Corán, 74:54-56).
Muchos leen el
Corán. Pero lo importante es, como lo dice Dios en Sus versículos, la forma en
que los interpretan y extraen de cada uno de ellos la enseñanza que mejore su
conductas. Por ejemplo, quien lee los versículos, Por cierto, la dificultad y
la facilidad van a una. La dificultad y la facilidad van a una (Corán, 94:5-6),
reflexiona sobre los mismos. Comprende que Dios crea la facilidad para cada
dificultad. Por lo tanto, lo único que se debe hacer al toparse con las
privaciones o injusticias es confiar en Dios y buscar el alivio correspondiente.
Al ser esa la promesa de Dios, es una debilidad en nuestra fe perder la
esperanza o entrar en pánico en momento de dificultades. Después de leer esos
versículos y reflexionar sobre ellos, nuestra conducta se encaminará de acuerdo
a esa lógica a lo largo de la vida.
Dios relata en
el Corán historias sobre la vida de los profetas y mensajeros que vivieron en el
pasado para que la gente sepa como eran sus formas de proceder y de vivir con
las que Dios estaba complacido y en consecuencia las tomen como ejemplos. Dios
dice en algunos de sus versículos que la gente debe meditar sobre las historias
de los mensajeros y extraer enseñanzas de allí:
Hay en sus
historias motivo de reflexión para los dotados de intelecto (Corán, 12:111).
Y (Nosotros
dejamos un signo) en Moisés. Cuando le enviamos a Faraón con una autoridad
manifiesta (Corán, 51:38).
Les salvamos
a él (a Noé), y a los
de la nave, e hicimos de ella un Signo para todos los mundos (Corán, 29:15).
En el Corán se
mencionan características de algunos pueblos desaparecidos, como ser las
costumbres y los desastres que les acontecieron. Sería un gran error leer esos
versículos como simples narraciones de sucesos históricos en los que se relata
lo sucedido. El motivo por el que Dios revela esos versículos, al igual que
todos los demás, es el de hacernos meditar para que enmendemos nuestras
conductas equivocadas por medio de extraer enseñanzas de lo que les pasó a los
pueblos en cuestión:
Hemos hecho
perecer a vuestros semejantes. Pero ¿hay alguien que se deje amonestar? (Corán,
54:51).
Le embarcamos
en aquello de planchas y de fibras, que navegó bajo Nuestra mirada como
retribución de aquél que había sido negado. La dejamos como signo. Pero ¿hay
alguien que se deje amonestar? Y ¡cuáles no fueron Mi castigo y Mis
advertencias! Hemos facilitado el Corán para que pueda servir de amonestación.
Pero ¿hay alguien que se deje amonestar? (Corán, 54:13-17).
Dios ha revelado
el Corán como una guía para todos los seres humanos. En consecuencia,
reflexionar sobre cada versículo y vivir en consonancia con las lecciones y
advertencias que se derivan de allí, es la única manera de obtener la
aprobación, la misericordia y el paraíso de Dios.
¿Para Qué Emplaza Dios a los Seres Humanos a Meditar Sobre el Corán?
...A ti también
te hemos revelado la Amonestación para que expliques a los hombres lo que se les
ha revelado. Quizás, así, reflexionen (Corán, 16:44).
Tanto en el
versículo de arriba como en otros, Dios convoca a los seres humanos a
reflexionar. Meditar sobre eso que El nos pide y descubrir los propósitos que
encierra y los milagros que nuestro Señor ha creado, es un acto de adoración.
Cada tema o cuestión sobre el que reflexionemos acrecienta nuestra capacidad de
comprensión y apreciación de la omnipotencia, sabiduría, conocimiento, arte y
otros atributos de Dios.
Dios
Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre Cómo Fue Creado
El hombre
dice: “Cuando muera, ¿se me resucitará? Pero ¿es que no recuerda el hombre que
ya antes, cuando no era nada, le creamos? (Corán, 19:66-67).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre la Creación del Universo
En la
creación de los cielos y de la tierra, en la sucesión de la noche y del día, en
la naves que surcan el mar con lo que aprovecha a los hombres, en el agua que
Dios hace bajar del cielo, vivificando con ella la tierra después de muerta,
diseminando por ella toda clase de bestias, en la variación de los vientos, en
las nubes, sujetas entre el cielo y la tierra, hay, ciertamente, signos para
los que razonan (Corán, 2:164).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre la Naturaleza
Temporaria de la Vida en Este Mundo
La vida de
acá es como agua que hacemos bajar del cielo. Las plantas de la tierra se
empapan de ella y alimentan a los hombres y a los rebaños, hasta que, cuando la
tierra se ha adornado y engalanado, y creen los hombres que ya la dominan, llega
a ella Nuestra orden, de noche o de día, y la dejamos cual rastrojo, como si, la
víspera, no hubiera estado floreciente. Así explicamos los Signos a gente que
reflexiona (Corán, 10:24).
¿Desearía
alguno de vosotros poseer un jardín de palmeras y vides por cuyo bajo fluyeran
arroyos, con toda clase de frutos, y envejecer mientras sus hijos son aún
débiles y que un torbellino de fuego cayera sobre el jardín y éste se
incendiara? Así os explica Dios los versículos. Quizás, así, meditéis
(Corán, 2:266).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre las Bendiciones Que Posee
El es Quien
ha extendido la tierra y puesto en ella montañas firmes, ríos y una pareja en
cada fruto. Cubre el día con la noche. Ciertamente, hay en ello Signos para
gente que reflexiona. En la tierra hay parcelas de terreno colindantes,
viñedos, cereales, palmeras de tronco simple o múltiple. Todo lo riega una misma
agua, pero hacemos que unos frutos sean mejores que otros. Ciertamente, hay en
ello Signos para gente que razona (Corán, 13:3-4).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre el Hecho
de Que Todo en el Universo Fue Creado Para él
Y ha sujetado
a vuestro servicio lo que está en los cielos y en la tierra. Todo procede de El.
Ciertamente, hay en ello Signos para gente que reflexiona (Corán, 45:13).
Gracias a
ella, hace crecer para vosotros los cereales, los olivos, las palmeras, las
vides y toda clase de frutos. Ciertamente, hay en ello un Signo para gente
que reflexiona. Y ha sujetado a vuestro servicio la noche y el día, el sol y
la luna. Las estrellas están sujetas por Su orden. Ciertamente, hay en ello
Signos para gente que razona. Las criaturas que El ha puesto en la tierra
para vosotros son de clases diversas. Ciertamente, hay en ello un Signo para
gente que se deja amonestar. El es Quien ha sujetado el mar para que comáis
de él carne fresca y obtengáis de él adornos que poneros. Y ves que las naves lo
surcan. Para que busquéis Su favor. Quizás, así, seáis agradecidos. Y ha fijado
en tierra las montañas para que ellas y vosotros no vaciléis, ríos, caminos
quizás, así, seáis bien dirigidos y mojones. Y se guían por los astros. ¿Acaso
Quien crea es como quien no crea? ¿Es que no os dejaréis amonestar?
(Corán, 16:11-17).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre Sí Mismo
¿Es que no
reflexionan en su interior?... (Corán, 30:8).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre las
Acciones y Valores Genuinos
No toquéis la
hacienda del huérfano, sino de manera conveniente, hasta que sea mayor de edad.
Dad con equidad la medida y el peso justos. No pedimos a nadie sino según su
posibilidades. Sed justos cuando declaréis, aun si se trata de un pariente. Sed
fieles a la alianza con Dios. Esto os ha ordenado El.
Quizás, así,
os dejéis amonestar
(Corán, 6:152).
Dios prescribe
la justicia, la beneficencia y la liberalidad con los parientes. Prohíbe la
deshonestidad, lo reprobable y la opresión. Os exhorta.
Quizás, así, os dejéis amonestar
(Corán, 16:90).
¡Creyentes! No
entréis en casa ajena sin daros a conocer y saludar a sus moradores. Es mejor
para vosotros. Quizás, así,
os dejéis amonestar
(Corán, 24:27).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre la Otra Vida,
la Hora y el Día del Juicio
El día que
cada uno se encuentre frente al bien y el mal que ha hecho, deseará tener bien
lejos ese día. Dios advierte que tengáis cuidado con El. Dios es manso con Sus
siervos (Corán, 3:30).
Y recuerda a
Nuestros siervos Abraham, Isaac y Jacob, fuertes y clarividentes. Les hicimos
objeto de bendición al
recordarles
la Morada (Corán, 38:45-46).
¿Qué pueden
esperar, sino que les llegue la hora de repente? Ya se han manifestado síntomas
de la misma. Pero ¿de qué les servirá que se les amoneste cuando ella les
llegue? (Corán, 47:18).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre los Seres
Animados Que El Crea
Tu Señor ha
inspirado a las abejas: “Estableced habitación en las montañas, en los árboles y
en las construcciones humanas. Comed de todos los frutos y caminad dócilmente
por los caminos de vuestro Señor”. De su abdomen sale un líquido de diferentes
clases, que contiene un remedio para los hombres. Ciertamente, hay en ello un
Signo para gente que
reflexiona
(Corán, 16:68-69).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre los
Castigos Que Podrían Acontecerles
Di: “¿Qué
crees
que iba a ser de vosotros si os viniera el castigo de Dios u os viniera la Hora?
¿Invocaríais a otros diferentes de Dios? Sinceramente...” (Corán, 6:40).
Di: “¿Qué
os parece?
Si Dios os privara del oído y de la vista y sellara vuestros corazones, qué dios
otro que Dios podría devolvéroslos?”. Mira como exponemos los versículos. Aún
así, ellos se apartan (Corán, 6:46).
Di: “¿Qué
crees
que iba a ser de vosotros si os sorprendiera el castigo de Dios repentina o
visiblemente? ¿Quién iba ser destruido sino el pueblo impío?” (Corán, 6:47).
Di: “¿Qué
os parece?
Si os sorprendiera Su castigo de noche o de día, ¿querrían los pecadores aún
adelantarlo?” (Corán, 10:50).
¿Es que no ven
que se les prueba una o dos veces al año?
Pero ni se arrepienten
ni se dejan amonestar (Corán, 9:126).
...dimos a
Moisés la Escritura como argumento evidente para los hombres, como dirección y
misericordia. Quizás, así,
se dejarán amonestar
(Corán, 28:43).
Hemos hecho
perecer a vuestros semejantes. Pero ¿hay
alguien que se deje amonestar?
(Corán, 54:51).
Infligimos al
pueblo de Faraón años (de
sequía) y escasez de frutos.
Quizás, así, se dejaran amonestar
(Corán, 7:130).
Dios Solicita al Ser Humano Que Medite Sobre el Corán
¿No
meditan
en el Corán? Si hubiera sido de otro que de Dios, habrían encontrado en él
numerosas contradicciones (Corán, 4:82).
¿Es
que no ponderan
lo que se dice (en
el Corán) para ver si han recibido lo que sus antepasados no recibieron?
(Corán, 23:68).
Una Escritura
(es
decir, el Corán) que te hemos revelado, bendita,
para que mediten en sus Signos
y para que los dotados de intelecto se dejen amonestar (Corán, 38:29).
En verdad, lo
hemos hecho fácil en tu lengua.
Quizás, así, se dejen amonestar
(Corán, 44:58).
¡No! (El
Corán) Es un Recuerdo,
que recordará quien quiera
(Corán, 74:54-55).
Así la hemos
revelado como Corán árabe. Hemos expuesto en él amenazas. Quizás, así, Nos teman
o les sirva de amonestación
(Corán, 20:113).
Los Mensajeros de Dios Solicitan a Sus Pueblos Carentes
de Comprensión Que Reflexionen
Di: “Yo no
pretendo poseer los tesoros de Dios, ni conozco lo oculto, ni pretendo ser un
ángel. No hago sino seguir lo que se me ha revelado”. Di: “¿Son iguales el ciego
y el vidente? ¿Es que no
reflexionáis?
(Corán, 6:50).
Su pueblo
disputó con él. Dijo: “¿Disputáis conmigo sobre Dios, a pesar de haberme El
dirigido? No temo lo que Le asociáis, a menos que mi Señor quiera algo. Mi Señor
lo abarca todo en Su ciencia. ¿Es
que no os dejaréis amonestar?
(Corán, 6:80).
Dios Solicita a las Personas Que Resistan la Influencia de Satanás
Si el Demonio
te incita al mal, busca refugio en Dios. El todo lo oye, todo lo sabe. Cuando
los que temen a Dios sufren una aparición del Demonio,
se dejan amonestar
y ven claro. A sus hermanos, en cambio, persisten en mantenerles descarriados
(Corán, 7:200-202).
Dios Anima a Meditar Profundamente a los Que Reciben el Mensaje del Corán
Ve, acompañado
de tu hermano, con Mis Signos, y no descuidéis el recordarme. Id a Faraón. Se
muestra rebelde. Hablad con él amablemente.
Quizás, así, se deje amonestar
o tenga miedo de Dios” (Corán, 20:42-44).
Dios Invita a las Personas a Meditar Sobre la Muerte y los Sueños
Dios llama a
las almas cuando mueren y cuando, sin haber muerto, duermen. Retiene aquéllas
cuya muerte ha decretado y remite las otras a un plazo fijo. Ciertamente, hay en
ello Signos para gente que
reflexiona
(Corán, 39:42).
Conclusión
El propósito
de este libro es “un requerimiento a meditar”. La verdad se puede comunicar a
una persona de muy distintas maneras: por medio de detalles, de determinadas
evidencias o de otras formas. No obstante, si quien recibe la comunicación no
medita por sí misma sincera y honestamente, con el propósito de captar la
verdad, cualquier esfuerzo para hacérsela comprender será sin sentido. Por eso
mismo, cuando los mensajeros de Dios comunicaban el mensaje a sus pueblos, les
hablaban con toda claridad y luego les demandaban que mediten.
Quien
reflexiona capta los secretos de la creación de Dios, la verdad de la vida en
este mundo, la existencia del paraíso y del infierno y la realidad interior de
las cosas. Adquiere una comprensión profunda de la importancia de ser una
persona con quien Dios está complacido porque vive la religión como corresponde,
reconoce los atributos de Dios en todo lo que ve y medita o considera todo, no
como lo demanda la mayoría de la gente, sino como lo ordena Dios. En
consecuencia, se complace de la belleza mucho más que otros y no sufre angustias
debido a concepciones erróneas sin fundamentos y a la codicia por lo mundano.
Estas son
solamente algunas de las cosas bellas que obtendrá en este mundo quien medite.
Pero el beneficio en el otro mundo para quien siempre busca la verdad por medio
de la meditación, es el amor, la aprobación, la misericordia y el paraíso de
nuestro Señor.
Por otra
parte, está cerca el día en que los que no quieran buscar ahora la verdad de la
forma señalada, ineludiblemente verán muy claro sin que nadie les obligue: se
les presentará intensamente por sí misma. Pero ya no les servirá de nada sino
que les producirá una gran aflicción. Dios nos informa en el Corán sobre ese
momento:
Pero cuando
venga la tan grande Calamidad, el día que recuerde el hombre sus esfuerzos y se
haga aparecer el fuego de la gehena (del
infierno) a quien pueda ver
(Corán, 79:34-36).
A quienes
suponen que pueden escapar de sus responsabilidades evitando reflexionar, el
versículo les emplaza a que mediten sobre lo que finalmente se les hará patente.
Por lo tanto, hay una invitación a retornar a la religión de Dios, lo cual es un
acto de adoración para el creyente. No obstante, como dice nuestro Señor en el
Corán:
(El
Corán es un Recuerdo) que
recordará quien quiera (Corán, 74:55).
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