Antes de Lamentarse
Dijo (el profeta): ¡Señor!
¡Auxíliame, que me desmienten!”.
Dijo (Dios): “Un poco más y se
arrepentirán”
(Corán, 23:39-40)
HARUN YAHYA
Fuente: www.harunyahya.com
Primera edición
en turco: Julio de 1999.-
Primera edición
en inglés: Febrero de 2001.-
Segunda edición
en inglés: Noviembre de 2002.-
Traducción del
inglés al castellano:
Abu Dharr
Manzolillo – Julio de 2003 – Buenos Aires – Argentina
INDICE
EL
REMORDIMIENTO QUE SIENTEN LOS SERES HUMANOS EN EL MUNDO
EL COMIENZO DEL
LAMENTO DE LOS INCREDULOS: LA MUERTE
LA AFLICCION
QUE SE SENTIRA EL DIA DEL JUICIO UNIVERSAL
LA AFLICCION QUE SE
SENTIRA EN EL INFIERNO
PARA NO TENER QUE LAMENTARSE EN LA OTRA VIDA
APENDICE: EL COLAPSO DEL
DARWINISMO
AL LECTOR
El motivo por el
cual se dedica un capítulo especial al colapso de la teoría de la evolución es
que ésta constituye la base de todas las filosofías antiespirituales. Dado que
el darwinismo rechaza el hecho de la creación, y por lo tanto la existencia de
Dios, ha provocado que durante los últimos ciento cuarenta años mucha gente
abandone su fe o se vea invadida por la duda. Por lo tanto, se transforma en una
obligación importante relacionada muy estrechamente con el din (modo de
vida islámico) mostrar que esta teoría es un engaño. Resulta imperativo que ese
importante servicio sea puesto a disposición de todos. Y como es posible que
algunos de nuestros lectores puedan leer solamente uno de nuestros libros,
pensamos apropiado dedicar un capítulo al tema, aunque de manera resumida.
Otro punto que
tiene que ser enfatizado se refiere al contenido del libro. Las cuestiones
relacionadas con la fe se tratan, en todas las obras del autor, a la luz de los
versículos coránicos, y se invita a la gente a aprender de ellos y vivirlos. Los
temas referidos a las palabras de Dios se explican de una manera tal que no
dejan ningún lugar a la duda o al cuestionamiento en el pensamiento del lector.
El estilo
empleado, llano, abierto y fluido, asegura que todos, de cualquier edad o grupo
social, puedan comprender los escritos de Harun Yahya fácilmente. Esta manera
lúcida y efectiva del relato lo hace de rápida lectura. Incluso algunos que
rechazan la espiritualidad con rigor son influenciados por la veracidad de los
hechos a los que se hace referencia en los libros de Harun Yahya, y no pueden
refutar sus contenidos.
Este y los demás
trabajos del autor pueden ser leídos por una persona sola o por grupos de
estudio, para debatirlos. Esto último será más beneficioso gracias al
intercambio de reflexiones y experiencias.
Además, será un
gran servicio al din contribuir a la presentación y lectura de este
libro, el cual está escrito solamente para el agrado de Dios. Todos los escritos
de Harun Yahya son muy convincentes. Por esta razón, uno de los métodos más
efectivos de comunicar el din a otras personas es impulsar a su lectura.
ACERCA DEL AUTOR
Bajo el
seudónimo de HARUN YAHYA, el autor ha publicado muchos libros sobre cuestiones
políticas y relacionadas con la fe. Una parte importante de su obra se ocupa de
la visión materialista del mundo y su impacto en la historia y los
acontecimientos políticos de todo el planeta. (El seudónimo está formado por los
nombres "Harún" (Aarón) y "Yahya" (Juan), en memoria de ambos profetas, muy
estimados por su lucha contra la infidelidad).
Sus obras
incluyen: Judaísmo y Masonería, Masonería Mundial, Terrorismo: El Ritual del
Mal, Cábala y Masonería, El Nuevo Orden Masónico, Los Caballeros Templarios, El
Islam Denuncia el Terrorismo, La 'Mano Secreta' en Bosnia, Los Kurdos la Carta
Secreta de Israel, El Comunismo al Acecho, Fascismo: La Ideología Sangrienta del
Darwinismo, Los Desastres Que Produjo el Darwinismo a la Humanidad (disponible
en castellano), Entre Bastidores del Terrorismo, Entre Bastidores del
Holocausto, La Política Opresiva de China Comunista y la Situación en Turkestán
Oriental, Palestina: La Solución, Las Normas Eticas del Corán, El Invierno del
Islam y la Primavera Esperada, Declaración de Fe (1, 2 y 3), Un Arma de Satanás:
el Romanticismo, La Luz del Corán Destruyó el Satanismo, Los Ultimos Tiempos y
Sus Signos en el Capítulo del Corán “La Vaca”, Signos del Ultimo Día y la Bestia
de la Tierra, Realidades (1 y 2), El Mundo Occidental se Vuelve Hacia Dios, El
Engaño del Evolucionismo (disponible en castellano), Respuestas Precisas a los
Evolucionistas, Las Equivocaciones de los Evolucionistas, El Corán se Opone al
Darwinismo, La Epoca de Oro, Pueblos Desaparecidos (disponible en castellano),
El Arte del Color de Dios, La Verdad de la Vida en Este Mundo, Signos en los
Cielos y en la Tierra Para las Personas de Entendimiento (disponible en
castellano), El Profeta Moisés, El Profeta Yusuf, El Profeta Muhammad (BP), El
Profeta Salomón, La Gloria Está por Todas Partes, La Importancia de las
Evidencias de la Creación, La Pesadilla del Incrédulo, Conocimiento de la
Verdad, La Eternidad Ya Ha Comenzado, La Eternidad y la Realidad del Destino,
Materia: Otro Nombre de la Ilusión, El Hombrecito en la Torre, El Islam y la
Filosofía del Karma, La Magia Negra del Darwinsimo, La Religión del Darwinismo,
El Colapso de la Teoría de la Evolución en 20 Preguntas, La Ingeniería de la
Naturaleza, La Tecnología Copia a la Naturaleza, El Atolladero del Evolucionismo
I (Enciclopédico), El Atolladero del Evolucionismo II (Enciclopédico), Dios es
Conocido a Través de la Razón, El Corán Guía el Camino de la Ciencia, El
Verdadero Origen de la Vida, Conciencia en la Célula, La Tecnología Imita a la
Naturaleza, Una Retahíla de Milagros, La Creación del Universo (disponible en
castellano), Los Milagros en el Corán, El Designio de la Naturaleza,
Autosacrificio y Modelos Inteligentes de Comportamiento entre los Animales,
¡Chicos, Darwin Mentía!, El Fin del Darwinismo, Nunca Defienda la Ignorancia, El
Milagro Verde: La Fotosíntesis, El Milagro del Atomo, El Milagro en la Célula,
El Milagro del Sistema Inmune, El Milagro en el Ojo, El Milagro de la Creación
en los Vegetales, El Milagro en la Araña, El Milagro en el Mosquito, El Milagro
en la Abeja, El Milagro en la Hormiga, El Milagro de la Semilla, El Milagro en
la Termita, El Milagro de la Hormona, El Milagro del Cuerpo Humano, El Milagro
de la Creación del Ser Humano, El Milagro de la Proteína, El Milagro del Olfato
y del Gusto, El Milagro del Micromundo, Los Secretos del ADN.
Los libros para
niños del autor son: Maravillas en la Creación de Dios, El Mundo de los
Animales, La Gloria en los Cielos, Criaturas Asombrosas, Aprendamos Nuestro
Islam, Los Milagros en Nuestros Cuerpos, El Mundo de Nuestras Amiguitas: Las
Hormigas, Los Panales Perfectos de las Abejas, Constructores Hábiles de Diques:
Los Castores.
Otros trabajos
del autor sobre temas coránicos incluyen: ¿Nunca
Pensaron Acerca de la Verdad?; Devotos de Dios; Abandono de la Sociedad de la
Ignorancia; La Real Morada de los Creyentes, El Paraíso; Valores Morales en el
Corán; Conocimiento del Corán; Index del Corán; La Emigración por la Causa de
Dios; Referencia a los Hipócritas en el Corán; Los Secretos del Hipócrita; Los
Nombres de Dios; La Comunicación del Mensaje y la Discusión en el Corán;
Conceptos Básicos en el Corán; Respuestas Desde el Corán; Muerte, Resurrección,
Infierno; La Lucha de los Mensajeros; El Enemigo Jurado del Ser Humano: Satanás;
La Mayor Difamación; La Teoría de la Evolución; Idolatría, la Religión del
Ignorante; La Arrogancia de Satanás; El Rezo en el Corán; La Importancia de la
Consciencia en el Corán; El Día de la Resurrección; No Olvidar Nunca; Desprecio
de los Dictámenes Coránicos; Abandono de la Sociedad de la Ignorancia; La
Importancia de la Paciencia en el Corán; Conocimiento General a Partir del
Corán; Rápida Adhesión a la Fe (partes 1, 2 y 3); Razonamiento Imperfecto del
Incrédulo; La Fe Perfeccionada; Lo Que Dicen Nuestros Mensajeros;
La Compasión de los Creyentes; El Temor a Dios; La Pesadilla del Incrédulo; El
Profeta 'Isa (Jesucristo) Vendrá; Las Bellezas de la Vida Presentadas por el
Corán; Un Conjunto de las Bellezas de Dios (partes 1, 2, 3 y 4), La Iniquidad
Llamada "Burla"; El Secreto de la Prueba; La Verdadera Sabiduría Según el Corán;
El Combate con la Religión de la Irreligión; La Escuela de Yusuf; La Alianza de
Dios; La Difamación Contra los Musulmanes A lo Largo de la Historia; La
Importancia de Seguir la Buena Palabra; ¿Por Qué Te Autoengañas?; El Islam: La
Religión de la Tranquilidad; El Entusiasmo y el Vigor Según el Corán; El Ver el
Bien en Todo; ¿Cómo Interpreta el Corán el Ignorante?; Algunos Secretos del
Corán; El Valor de los Creyentes, Confiados en el Corán, La Justicia y la
Tolerancia en el Corán, Pilares Fundamentales del Islam, Los Que Desatienden el
Corán, El Corán Como Guía, Una Amenaza al Acecho: La Negligencia, La Sinceridad
en el Corán, La Religión de las Personas Devotas, Los Procedimientos del
Mentiroso Según el Corán.
Ocasionalmente el individuo enfrenta distintas
desgracias y molestias entre las que se encuentran sensaciones que afligen tanto
que no se pueden comparar con ningún otro dolor físico. Ese sentimiento se llama
“remordimiento”.
Pero hay dos formas
de remordimiento totalmente distintas: una es la que siente el creyente y otra
es la que experimenta el incrédulo. Entre ambas hay una gran diferencia. Los
creyentes son quienes tienen una fe absoluta en que todo lo que sucede es porque
Dios lo quiere así. Por lo tanto poseen el atributo de confiar de modo
incontrovertible en Dios, tanto en momentos de bonanza como cuando hay problemas
o comete errores. El Profeta Muhammad (PB)señaló en una tradición, mediante una
comparación, la índole firme del creyente: “El creyente es como un sembrado
sacudido por un viento pero que vuelve a su posición erguida original, firme
sobre sus raíces (Muslim).
El creyente, al cometer un
error, se arrepiente de inmediato y sinceramente, esperanzado en el perdón de
Dios. En consecuencia, no se siente acongojado ni vive lamentándose. El
remordimiento que siente el creyente lo impulsa a arrepentirse, purificarse y
evitar repetir el error del caso. Es decir, le ayuda a rectificar los equívocos
y a no hundirse en el pesimismo y la congoja. Además, no le reduce el
entusiasmo, devoción o celo religioso ni le arrastra a un remolino de depresión
y recelo.
El remordimiento
sentido por los incrédulos, por otra parte, es muy angustiante y duradero,
puesto que no confían en Dios cuando se encuentran en dificultades o cometen
alguna transgresión. A lo largo de sus vidas usan expresiones como estas: “Nunca
hubiese querido hacer esto”, “Nunca hubiese querido decir eso”, etc.
Lo más importante
es que en la otra vida sufrirán un remordimiento mucho mayor. Quienes en esta
vida transcurren sus días alejados de la religión (din), se lamentarán de
ello. Porque en este mundo reciben la advertencia, se los invita al sendero
recto y tienen tiempo suficiente para meditar y encauzarse en la vía correcta.
Pero no escuchan lo que se les dice y pasan por alto la existencia del Más Allá
como si nunca fueran a morir. Pero cuando partan de este mundo ya no tendrán
ninguna posibilidad de retornar para corregir sus errores. Dios relata en el
Corán esa situación penosa:
Os hemos prevenido contra un
castigo cercano, el Día que el hombre medite en sus obras pasadas y diga el
infiel: “¡OjAllah fuera yo tierra!” (Corán, 78:40).
Si pudieras ver cuando,
puestos de pie ante el Fuego, digan: “¡OjAllah se nos devolviera (a la vida
terrenal)! No desmentiríamos los Signos de nuestro Señor, sino que seríamos de
los creyentes” (Corán, 6:27).
Y dirán: “Si hubiéramos oído
o comprendido, no habríamos sido Compañeros del Fuego” (Corán, 67:10).
El objetivo de este libro es
advertir a la gente de ese momento, cuando al lamentarse dirán: “Si hubiésemos
entendido...”, “Si no hubiésemos rechazado los signos de nuestro Señor...”, “Si
hubiésemos seguido a los que trajeron el mensaje...”, “Si nos hubiésemos
comportado de tal y tal modo...”, etc. Y en consecuencia, invitarlos a vivir
para Dios cuando aún tienen tiempo de corregir sus equivocaciones.
Hay que tener presente que el
lamento de ese día no salvará a nadie de la cólera de Dios. La única manera de
evitar caer en esa situación es someterse a El mientras aún hay tiempo y obrar
de acuerdo con Sus órdenes.
Este libro es una invitación
al camino de Dios y un recordatorio de las penalidades inevitables en el otro
mundo, donde no habrá ninguna posibilidad de ocultarse o salvarse. Dios nos
recuerda en el Corán:
Escuchad a vuestro Señor
antes de que llegue un Día que Dios no evitará. Ese Día no encontraréis refugio,
ni podréis negar (la culpa) (Corán, 42:47).
EL
REMORDIMIENTO QUE SIENTEN LOS SERES HUMANOS EN EL MUNDO
Volveos a vuestro Señor
arrepentidos. Someteos a El antes de que os alcance el castigo, porque luego no
seréis auxiliados. Seguid lo mejor que vuestro Señor os ha revelado (es decir,
el Corán), antes de que os venga el castigo de repente, sin presentirlo (Corán,
39:54-55).
Cuando una persona está en
peligro mortal, su “conciencia” recorre y justiprecia rápidamente todo lo
vivido. Si no se ajustó a lo que marca la religión de Dios (din) como pautas y
criterios a desarrollar y no se ocupó en realizar buenas acciones, se verá
abrumada por la aflicción y la pena. Muchas cosas que descuidó en el tiempo
vivido se le presentarán con toda claridad ante sus ojos. Quizás sea la primera
vez que se dé cuenta de lo cerca que se encuentra la muerte. Seguramente
reconocerá que la forma en que vivió no le acredita para el Paraíso. Toma
conciencia de que no fue agradecida con Dios y percibe que eso tendrá
consecuencia. Se siente atrapada por un temor espantoso que nunca había
experimentado y comprende que sólo Dios puede salvarla de la situación en la que
se halla. Entonces se compromete a ser agradecida y correcta con Dios y recordar
siempre lo sucedido. Le implora con ardor que le salve y que le dé la
posibilidad de seguir viviendo...
De todos modos, hay personas
que después de sobrevivir a un peligro mortal no cumplen con lo prometido a
Dios. Apenas se sienten a salvo, vuelven a su anterior estilo de vida. El
sentimiento de remordimiento es reemplazado por la ingratitud. Olvidan lo que
pensaban y percibían en el momento en que enfrentaban la desolación. Confiadas
en haber superado el peligro, se alejan de Dios como si antes no hubieran
experimentado el pesar ni Le hubieran implorado con ahínco. Al sentirse a salvo
se ligan a lo mundanal más que antes, desconociendo la situación vulnerable en
la que se encontraban. En el Corán se describe el estado psicológico de gente
así.
El es Quien os hace viajar
por tierra o por mar. Cuando, navegando con viento favorable, contentos con él,
se levanta un viento tempestuoso, azotan la olas por todas partes y creen
llegada la hora de la muerte, invocan a Dios rindiéndole culto sincero: “Si nos
salvas de ésta, seremos, ciertamente, de los agradecidos”. Y apenas les salva,
ya en tierra, al punto se insolentan injustamente. “Hombres. Vuestra rebelión se
volverá contra vosotros. Tendréis breve disfrute de la vida de acá. Luego,
volveréis a Nosotros y ya os informaremos de lo que hacíais” (Corán, 10:22-23).
Si sufrís una desgracia en el
mar, los (falsos dioses) que invocáis se esfuman, El no. Pero, en cuanto os
salva llevándoos a tierra firme, os apartáis. El hombre es muy desagradecido...
¿Estáis, pues, a salvo de que Dios haga que la tierra os trague o de que envíe
contra vosotros una tempestad de arena? No podríais encontrar protector (Corán,
17:67-68).
Como se enfatiza en el
versículo de arriba, ¿quién que haya salido indemne de una situación de riesgo
puede estar seguro de que no enfrentará nuevamente un peligro igual u otro
distinto? De la misma manera, ¿quién puede estar seguro de que saldrá indemne
nuevamente? Está claro que nadie puede garantizar que no atravesará otros
momentos de zozobra. También hay que tener presente que zafar de un peligro no
cambia en nada el destino final de la persona. En definitiva, morirá exactamente
cuando se le termine el período de vida que le corresponde. Si se lamenta
entonces, ya no le servirá de nada.
Dios explica el estado
psicológico de quienes viven alejados de la religión (din):
Cuando el hombre sufre una
desgracia, Nos invoca, lo mismo si está echado que si está sentado o de pie.
Pero, en cuanto le libramos de su desgracia, continúa su camino como si no Nos
hubiera invocado por la desgracia que sufría. Así es como son engalanadas las
obras de los inmoderados (Corán, 10:12).
Cuando los hombres sufren una
desgracia, invocan a su Señor, volviéndose a El arrepentidos. Luego, cuando les
ha hecho gustar una misericordia venida de El, algunos de ellos asocian otros
dioses a su Señor (Corán, 30:33).
La gente descrita en estos
versículos se vuelven hacia Dios al enfrentar dificultades. Pero apenas las
superan olvidan las promesas hechas a El y se muestran ingratas. Esta actitud
explica que el remordimiento que sentían surgía solamente de la impotencia que
les invadía al enfrentar la dificultad.
Sin embargo, el remordimiento
del creyente es muy distinto puesto que produce el mayor beneficio. Una
compunción verdadera no se desconoce o descarta enseguida sino que impulsa a la
persona a cambios fundamentales en su carácter. Quien se arrepiente sinceramente
pasa el resto de la vida en consonancia con el beneplácito de Dios, en la
esperanza de Su misericordia y perdón. Cuando las circunstancias cambian o se le
concede una nueva posibilidad, nunca se atreve a volver a su forma de vida
anterior porque es consciente que esa ingratitud irá en su desmedro.
Dios se refiere en el Corán
al estado psicológico de la gente que enfrenta la muerte a bordo de una nave, de
modo que pueda servir de advertencia a la humanidad en su conjunto, puesto que
esa disposición está presente en el “yo” de todas las personas. Del ejemplo
descrito en el versículo antes citado habría que extraer una lección: es muy
importante evitar ese aspecto negativo del alma y realizar un serio examen de
conciencia. Luego habría que hacerse las siguientes preguntas:
1) Si hubiese estado en una
situación similar, ¿cuál hubiese sido mi estado psicológico?
2) ¿De qué me lamentaría?
3) ¿Qué cambios radicales me
prometería a mí mismo respecto de mi conducta, debido a que fui salvado del
peligro?
4) ¿A qué renunciaría y qué
decisiones pondría en práctica con sinceridad?
Para considerar esto y actuar
en consecuencia no es necesario para nada correr un peligro físico. Lo más
probable es que quien no considere de manera apropiada que le puede acontecer
algo así, podría experimentarlo en cualquier momento. O puede que nunca. Sin
embargo, en ambos casos hay algo que es cierto: cuando a una persona le llega la
hora de partir de este mundo, encuentra a los ángeles de la muerte frente a ella
de manera instantánea. Si llevó una vida apartada de lo recomendado por Dios, en
ese instante reconocerá que hay cosas de las que lamentarse.
Lo único que se debe hacer
para evitar los pesares de este mundo y del otro, es volverse hacia Dios, ser
cuidadoso de las obligaciones propias de los seres humanos frente a El y cumplir
Sus órdenes comunicadas mediante el Corán. La muerte está demasiado cerca, por
lo que el ser humano no debería demorarse en cumplir con sus responsabilidades.
Debería volcarse a la acción con decisión, sinceridad, paciencia y
determinación. La sinceridad y cercanía a Dios debería ser igual o superior a la
que se siente en momentos de peligro e impotencia.
El hecho más importante a
recordar es el siguiente: el principal propósito de la existencia del ser humano
en este mundo es servir a Dios y ser un siervo que anhela Su agrado. Excepto
esto, todo lo demás, es decir, el éxito personal, las posesiones mundanas, la
familia, la profesión, etc., son solamente los medios por los cuales se puede
lograr una mayor cercanía a El. Quien se esfuerza por alcanzar solamente esos
medios, olvidando o ignorando que son favores concedidos por Dios para que se
pueda volver a El y agradecerle, descubrirá que el empeño puesto no le reditúa
nada bueno, que sus esfuerzos resultaron vanos, improductivos para el bienestar
trascendente, a menos que el Todopoderoso desee otra cosa. Es decir, el
beneficio temporario que se obtiene en este mundo puede no servir para nada en
el otro mundo. Esto último enfatiza Dios en un versículo y exhibe el agobio que
producirá la aflicción que se sentirá entonces:
Di: “¿Os daré a conocer
quiénes son los que más pierden por sus obras, aquéllos cuyo celo se pierde en
la vida de acá mientras creen obrar bien?”. Son ellos los que no creen en los
Signos de su Señor, ni en que Le encontrarán. Vanas habrán sido sus obras y el
Día de la Resurrección no les reconoceremos peso (Corán, 18:103-105).
Siempre que la persona
obtiene la complacencia de Dios a través de sus principios éticos y conducta, El
la protegerá tanto en este mundo como en el otro. Sin embargo, si pierde la
oportunidad en esta vida, se arrepentirá de ese error tan terrible en el momento
en que se le presenten los ángeles de la muerte. Dicho error, difícil de ser
igualado, provocará una pena eterna, a menos que Dios quiera otra cosa. El
Todopoderoso describe en el Corán el pesar que gente así siente en Su presencia:
y dirá: “¡OjAllah hubiera
enviado por delante (buenas obras) para mi (otra) vida!” (Corán, 89:24).
....y decía: “¡OjAllah no
hubiera asociado nadie a mi Señor!” (Corán, 18:42).
el día que el impío se muerda
las manos (de pesar) diciendo: “¡OjAllah hubiera seguido un mismo camino que el
Enviado!” (Corán, 25:27).
La persona a la que de ningún
modo le gustaría pronunciar esas palabras, debería someterse a nuestro Señor
ahora mismo y vivir según los principios establecidos por su Creador.
El Arrepentimiento
Que Se Siente En Este Mundo
Debería Servir De Advertencia
La vida
en este mundo es una oportunidad importante concedida al ser humano para que
pueda ganarse la vida perfecta y eterna en el otro mundo.
Quienes
no aprovechan esta oportunidad y viven alejados de la religión de sumisión a
Dios, lamentarán cada instante desperdiciado al ver los tormentos en el Más
Allá. Y esto será así porque aquí se les informa y advierte varias veces de la
existencia de las dos moradas: el Infierno y el Paraíso. También se les informa
que su conducta en la Tierra determinará la morada que obtendrán, como lo dijo
el Profeta (BP): “El mundo es campo de cultivo del Más Allá”. (Es decir, lo que
se siembra en este mundo se recoge en el otro) (Ihya’ al-ulum, iv, 14).
Dios
misericordioso nos prepara para que podamos hacer la mejor elección en este
mundo a través de la enseñanza obtenida del remordimiento que sentimos. De ese
modo en el otro mundo evitaremos llegar a sentir lo mismo y caer en una
situación ominosa irreversible. Además, Dios da a la gente cierta cantidad de
tiempo para autopurificarse de sus errores y actitudes ultrajantes. A todo ser
humano se le ofrece, mientras vive, la posibilidad de arrepentirse y transcurrir
el resto de su existencia en el camino de Dios.
Visto
desde este punto, el remordimiento es realmente una gran oportunidad que Dios
concede al ser humano. Porque si después se vuelve hacia Dios, El le concede la
salvación eterna en respuesta a su sinceridad. Por el contrario, si se ignoran
esas oportunidades o advertencias, entonces el castigo será la compunción y
aflicción, a menos que Dios desee otra cosa.
Dios da
en el Corán varios ejemplos de personas que se lamentaron de sus errores. El
remordimiento animó a un grupo de gente a volverse hacia Dios y se cuidaron de
repetirlos por el resto de sus vidas. Pero otro grupo se olvidó totalmente de
las situaciones deplorables que atravesó, por lo que además de recaer en la
ignorancia, volvió a su anterior rebelión:
Dios se
ha vuelto al Profeta, a los emigrados y a los auxiliares, que le siguieron en
una hora de apuro, luego de haberse casi desviado los corazones de algunos de
ellos. Se ha vuelto, después, a ellos. Dios es con ellos manso, misericordioso.
Y (Dios
se ha vuelto también)
a los tres (auxiliares)
que fueron dejados detrás hasta que la tierra, a pesar de su vastedad, les
resultó angosta, y sus espíritus se angustiaron también, y creyeron que no había
más refugio contra Dios que El mismo. Luego, se volvió a ellos para que se
arrepintieran. Dios es el Indulgente, el Misericordioso (Corán, 9:117-118).
Como
aprendemos de los versículos mencionados, las tres personas que quedaron
rezagadas sufrieron un gran remordimiento en sus corazones. En consecuencia,
comprobaron que la única manera de salvarse de ese pesar era arrepentirse y
buscar refugio en Dios. Este es el remordimiento sincero que moviliza a la
gente, la cambia y la impulsa a corregir sus errores. Gente así llevará una vida
en consonancia con la aquiescencia de Dios, esperanzada en Su compasión y
misericordia. El Corán nos informa que seguramente El aceptará el
arrepentimiento de Sus siervos y les perdonará:
No así
quien se arrepienta, crea y obre bien. A éstos Dios les cambiará sus malas obras
en buenas. Dios es indulgente, misericordioso. Quien se arrepienta y obre bien
dará muestras de un arrepentimiento sincero (Corán, 25:70-71).
Con
quienes, habiendo obrado mal, luego se arrepientan y crean, tu Señor será, sí,
indulgente, misericordioso (Corán, 7:153).
Yo soy,
ciertamente, indulgente con quien se arrepiente, cree, obra bien y, luego, se
deja dirigir bien (Corán, 20:82).
En el
Corán también se habla de esos pueblos a los que fueron enviados los profetas y
que tuvieron que lamentarse de sus acciones incorrectas. Menciona al pueblo del
profeta Moisés que no pudo esperar su regreso del Monte Sinaí con el mensaje de
Dios, se olvidó de El y recayó en la idolatría. Dios describe el gran pesar de
este pueblo por sus pecados de la siguiente manera:
Y el
pueblo de Moisés, ido éste, hizo un ternero de sus aderezos, un cuerpo que
mugía. ¿Es que no vieron que no hablaba ni les dirigía? Lo tomaron (como
ídolo)
y obraron impíamente. Y, cuando se arrepintieron y vieron que se habían
extraviado, dijeron: “Si nuestro Señor no se apiada de nosotros y nos perdona,
seremos, ciertamente, de los que pierden” (Corán, 7:148-149).
Dios
enfatiza otra vez en el Corán la compunción en el relato de los propietarios de
la huerta. Se la concedió como un favor. Pero se tornaron arrogantes, la
poseyeron de modo egoísta y se olvidaron de ser agradecidos con Dios. En
consecuencia, el castigo que recibieron les causó un gran pesar y se volvieron
hacia El:
Les
hemos probado (a
los infieles mecanos)
como probamos a los dueños de la huerta. Cuando juraron que recogerían sus
frutos por la mañana, sin hacer salvedad (es
decir, sin añadir, “si Dios quiere”).
Mientras dormían, cayó sobre ella (la
huerta)
un azote enviado por tu Señor y amaneció como si hubiera sido arrasada. Por la
mañana (cuando
aún no sospechaban nada),
se llamaron unos a otros: “¡Vamos temprano a nuestro campo, si queremos recoger
los frutos!”. Y se pusieron en camino, cuchicheando. “¡Ciertamente, hoy no
admitiremos a ningún pobre!”. Marcharon, pues, temprano, convencidos de que
serían capaces de llevar a cabo su propósito. Cuando la vieron dijeron: “¡Seguro
que nos hemos extraviado! ¡No, se nos ha despojado!”. El más moderado de ellos
dijo: “¿No os lo había dicho? ¿Por qué no glorificáis (a
Dios)?”.
Dijeron: “¡Gloria a nuestro Señor! ¡Hemos obrado impíamente!”. Y pusiéronse a
recriminarse. Dijeron: “¡Ay de nosotros, que hemos sido rebeldes (a
Dios)!
Quizá nos dé nuestro Señor, a cambio, algo mejor que esta (huerta). Deseamos
ardientemente a nuestro Señor” (Corán, 68:17-32).
En vez
de arrepentirse, deplorar lo hecho y encaminarse con ánimo renovado a obrar
correctamente, la mayoría de las personas olvidan las advertencias cuando las
condiciones cambian o se les da una nueva posibilidad. Quienes ignoran las
advertencias y vuelven a su forma de proceder anterior, seguramente recibirán el
castigo apropiado --a menos que se arrepientan a tiempo-- como fue el caso con
Tamud, el pueblo del profeta Salih. Ese pueblo rechazó estentóreamente las
advertencias del profeta Salih, a pesar de que sabía que se arrepentiría por la
condena a la que estaría destinado inevitablemente. Ciertamente, Dios nunca
rompe Su promesa. De eso es de lo que nos informa en el Corán para que sirva de
lección a todos los seres humanos:
Dijo (Salih):
“He aquí una camella. Un día le tocará beber a ella y otro día a vosotros. No le
hagáis mal. Si no, os sorprenderá el castigo de un día terrible”. Pero ellos la
desjarretaron... y se arrepintieron. Y les sorprendió el Castigo. Ciertamente,
hay en ello un Signo, pero la mayoría no creen. En verdad, tu Señor es el
Poderoso, el Misericordioso (Corán, 26:155-159).
Hay que
recordar que Dios es justo. No deja sin atender ninguna falta. Pero es generoso
y premia las buenas acciones que se hacen en Su nombre. De Su misericordia y el
Paraíso da buenas nuevas a quienes se vuelven hacia El con arrepentimiento
sincero. En consideración de lo dicho habría que preguntarse: si uno es
consciente de las intensas tribulaciones que provoca una aflicción temporaria en
este mundo, ¿vale la pena arriesgarse a una congoja que puede ser eterna? No hay
que olvidar que se trata de una pesadumbre sin fin en el Infierno después de
morir...
Por
cierto, nadie debería exponerse a un dolor así en el Más Allá. Está claro lo que
se debería hacer: cada individuo que habita este mundo aún dispone de su
oportunidad. Quien es capaz de capitalizar ese favor de Dios, no sólo se salvará
del fuego sino que también obtendrá las bendiciones de este mundo temporario y
las del otro, que serán eternas.
En
consecuencia, cada persona que se disponga a hacer el esfuerzo por obtenerlas y
evitar así el lamento de los Compañeros del Fuego, debe dedicarse
incondicionalmente a agradar a Dios para seguir el camino que lleva al ser
humano de la oscuridad a la luz. Dios estableció ese camino en algunos
versículos:
El es
Quien, con Sus ángeles, os bendice para sacaros de las tinieblas a la luz. Es
misericordioso con los creyentes. El día que Le encuentren, serán saludados con:
“¡Paz!”. Les habrá preparado una recompensa generosa (Corán, 33:43-44).
EL COMIENZO DEL LAMENTO DE LOS INCREDULOS: LA
MUERTE
Cada uno
gustará la muerte. Os probamos tentándoos con el mal y con el bien. Y a Nosotros
seréis devueltos (Corán, 21:35).
Quienes
no creen en la otra vida consideran que con la muerte termina todo, llega la
destrucción definitiva. Sin embargo, los creyentes consideran equivocada la
percepción mencionada. Entienden que la muerte conlleva otra vida. Es decir, no
se trata de un fin sin más: los obedientes a Dios comenzarán una existencia
perfecta y eterna en el Paraíso, donde no hay nada malo ni defectuoso; los
incrédulos sufrirán la condena del Infierno, donde se sufren grandes
penalidades.
Quienes comprenden esta realidad, en general transcurren sus últimos días en el
mundo de manera agradable hasta que la muerte los conduce al inicio de la
existencia en el Más Allá. Ambas cosas suceden simultáneamente. Pero los
incrédulos chocarán con el irreparable pesar de no haber tenido en cuenta dicha
realidad, que siempre se les informa con antelación. Sufrirán ese pesar en todo
momento, en tanto Dios lo quiera, y nunca encontrarán tregua.
Aunque la mayoría de la población nunca piensa profunda y seriamente en la
muerte, se trata de una posta inevitable. Dios la ha creado como la conclusión
definida de esta vida. Hasta ahora no hubo ninguna excepción. Por cierto, todos
la encontrarán. Dios se refiere a esto en muchos versículos:
Dondequiera que
os encontréis, la muerte os alcanzará, aun si estáis en torres elevadas...
(Corán, 4:78).
Di: “La muerte,
de la que huís, os saldrá al encuentro. Luego, se os devolverá al Conocedor de
lo oculto y de lo patente y ya os informará El de lo que hacíais” (Corán, 62:8).
Cuando le vence a
uno su plazo, Dios no le concede prórroga. Dios está bien informado de lo que
hacéis (Corán, 63:11).
Pero si se elude meditar sobre la muerte y la vida después de la muerte, ¿no
será posible evitar esa realidad que se plantea? Por cierto que la respuesta a
esta pregunta es “No”. Si el ser humano se desespera frente a la muerte, lo más
racional que puede hacer es meditar permanentemente sobre la misma y estar
preparado para la otra vida, como lo dijo el Profeta Muhammad (BP): “Examinen
mucho el tema de la muerte. Dios abre el corazón de la persona que piensa mucho
en la muerte y se la hace agradable” (Narrado por Abu Huraira).
La muerte toma por sorpresa a quienes descuidan pensar en el Más Allá, porque
esta vida efímera les distrae. Los que dicen, “Mientras seamos jóvenes podremos
hacer todo lo que queremos y recién en los últimos años de vida pensaremos en la
muerte”, saben que nunca tendrán esa oportunidad, es decir, se autoengañan. Y es
así porque Dios determina el período de vida terrenal de cada uno de nosotros.
Hay personas que mueren antes de llegar a ser ancianas. En ese caso, si se
dedicaron a hacer planes para el futuro y pospusieron cumplir con lo que Dios
ordena, se verán inmersas en un lamento espantoso.
Dicha situación es la que atraviesan quienes pasan la vida alejados de Dios y
solamente se arrepienten al darse cuenta de que están por morirse. Pero el
arrepentimiento que se presenta debido al temor que produce el acecho de la
muerte, sin que haya una intensión sincera de corregirse y purificarse, no puede
ser aceptado por Dios. Los que se aferran tanto a la existencia mundanal a pesar
de que la muerte es una realidad, se esfuerzan con desesperación por salvarse
solamente cuando comprueban que la parca está muy cerca. Pero esa actitud ya no
les reditúa ningún beneficio. Dios sabe que es una hipocresía puesto que El está
más cerca del ser humano que su propia vena yugular. Sabe todo lo que el ser
humano encierra, incluso sus pensamientos más íntimos y sus secretos mejor
guardados. Dios nos informa en el Corán que no aceptará el arrepentimiento
basado en el temor a la muerte a último momento:
Que no espere
perdón quien sigue obrando mal hasta que, en el artículo de la muerte, dice:
“Ahora me arrepiento”. Ni tampoco quienes mueren siendo infieles. A éstos les
hemos preparado un castigo doloroso (Corán, 4:18).
En muchos versículos se dice que al concederse otra posibilidad de seguir con
vida a la gente mentirosa, se exhiben enseguida desagradecidas:
Si pudieras ver
cuando, puestos de pie ante el Fuego, digan: “OjAllah se nos devolviera (a
la Tierra).
No desmentiríamos los Signos de nuestro Señor, sino que seríamos de los
creyentes”. Pero no. Se les mostrará claramente lo que antes ocultaban. Si se
les devolviera, volverían a lo que se les prohibió. Mienten, ciertamente (Corán,
6:27-28).
Por este motivo sería erróneo considerar algo racional decir “Me arrepentiré en
el momento apropiado”. Esa forma de pensar no salvará a nadie de los tormentos
del Infierno. En consecuencia, si no se quiere sufrir atroces penalidades
eternas después de la muerte, habría que vivir con un propósito, sabiendo que el
encuentro con Dios es ineludible y que hay que rendir cuentas con El de todo lo
hecho en el mundo.
El Pesar De Los Incrédulos En El Momento De La
Muerte
A la gente se le recuerda muchas veces a lo largo de sus vidas la existencia del
Jardín y del Infierno y que tienen que estar preparadas para la vida en el otro
mundo. Pero los incrédulos son sordos a ese recordatorio o advertencia. En
consecuencia, una de las cosas que más les abate al enfrentar la muerte, es
saber que la desolación que tienen por delante la forjaron ellos mismos. Nadie
los forzó. Por propia voluntad eligieron ese fin horrendo. Y comienzan a sufrir
la aflicción al momento de morir. El horroroso temor que se siente entonces, es
la congoja inicial del tormento que les espera, el cual Dios ejemplifica en el
Corán:
y se junte una
pierna con otra (como
preludio de la muerte),
ese día la marcha será hacia tu Señor. No creyó, ni oró, antes bien, desmintió y
se desvió. Luego se volvió a los suyos con andar altanero. ¡Ay de ti! ¡Ay! ¡Sí!
¡Ay de ti! ¡Ay! (Corán, 75:29-35).
Hay que tener presente que sólo los incrédulos sufren este temor. Los creyentes
se pasan toda la vida trabajando para obtener el agrado y amor de Dios. Es por
eso que siempre están esperanzados en la salvación. Los incrédulos, en cambio,
experimentan un remordimiento tardío al percibir que tienen la muerte encima.
Pero esa compunción de ninguna manera los coloca a salvo del castigo porque ya
es demasiado tarde. En el Corán se dice que en el momento de la muerte las almas
de los incrédulos son tomadas en medio de un gran sufrimiento y obstáculos:
...Si pudieras
ver cuando estén los impíos en su agonía y los ángeles extiendan las manos:
“¡Entregad vuestras almas! Hoy se os va a retribuir con un castigo degradante,
por haber dicho falsedades contra Dios y por haberos desviado altivamente de Sus
signos”... (Corán, 6:93).
¿Qué pasará
cuando los ángeles les llamen, golpeándoles en el rostro y en la espalda?
(Corán, 47:27).
Sin duda, no es posible comprender totalmente lo que experimentan los
incrédulos en el momento de la muerte. Pero Dios describe dicha situación de
modo que el ser humano pueda reflexionar y no terminar su vida en este mundo con
esa perspectiva estremecedora. Los ángeles de la muerte, como indican los
versículos, tomarán las almas de los incrédulos al mismo tiempo que les
golpearán en el rostro y en la espalda. Entonces sufrirán dolores físicos
acompañados de una profunda aflicción, puesto que sabrán que no tienen ninguna
oportunidad de retornar a la vida perdida.
En el trance de expirar, el ser humano es perfectamente consciente de lo que
tiene por delante. Se trata del comienzo de su vida eterna, porque la muerte es
solamente una fase de transición. En realidad, es la separación del alma del
cuerpo físico.
Los incrédulos al fallecer comprenderán, en consonancia con el tormento que
sufrirán, que serán sometidos a una gran penalidad eterna, a menos que Dios
quiera otra cosa. Quienes vivieron alejados de la religión de Dios, empezarán a
implorar ardientemente Su perdón y protección. Rogarán ser enviados a este mundo
nuevamente para realizar buenas acciones y compensar lo que han dejado de hacer.
Pero esos deseos no serán aceptados porque ya se les habrá dicho,
¿Es que no dimos
una vida suficientemente larga como para que se dejara amonestar quien
quisiera?... (Corán, 35:37).
Se les había dado buenas nuevas del Paraíso y también se les había advertido
sobre el Fuego del Infierno, pero desconocieron esas verdades a conciencia. Dios
nos dice en el Corán que esa gente tendería nuevamente a negarlas si se les da
otra oportunidad:
Cuando, al fin,
viene la muerte a uno de ellos, dice: “¡Señor! ¡Hazme volver (a
la Tierra)!
Quizás, así, pueda hacer el bien que dejé de hacer”. ¡No! No son sino meras
palabras... (Corán, 23:99-100).
Es de manera consciente que los incrédulos no se prosternan ante Dios, no
cumplen Sus órdenes, no acatan su moralidad sublime. Dios dice en el Corán que
cuando les llegue la muerte no serán capaces ni siquiera de prosternarse:
El Día que las
cosas se pongan mal y sean invitados a prosternarse, no podrán. Abatida la
mirada, cubiertos de humillación, porque fueron invitados a prosternarse cuando
aún estaban en seguridad (y
no lo hicieron)...
(Corán, 68:42-43).
Hay otro punto que agregar al lamento de quienes en el momento de la muerte
comprenden que todo lo prometido por Dios es cierto: el de no haber tenido
confianza a los creyentes ni tomarlos en serio hasta el punto de reírseles en
este mundo. Los que resultan del agrado de Dios no sufrirán ninguna de las
aflicciones por las que pasarán los rebeldes a El. Los creyentes serán premiados
eternamente con el mejor de los premios porque invirtieron toda su vida en
obtener el consentimiento de Dios. Sus almas serán extraídas suavemente, sin
dolor, cosa que no sucede con las de los incrédulos (Corán, 79:2). Como describe
Dios en el versículo, los ángeles saludan a los creyentes y les dan la buena
nueva del Jardín:
a quienes,
buenos, llaman los ángeles diciendo: “¡Paz sobre vosotros! Entrad en el Jardín
como premio a vuestras obras” (Corán, 16:32).
Este será otro tormento mental para los incrédulos, pues mientras estuvieron en
el mundo se les ofrecieron las mismas oportunidades que tuvieron los creyentes.
No obstante, canjean voluntariamente las bendiciones eternas del Jardín por los
escasos beneficios de la vida mundanal. Aunque se les recuerda que el mundo es
simplemente un lugar de prueba para el ser humano y que la morada verdadera está
en el Más Allá, pretenden ignorarlo. Por lo tanto no se ocupan en hacer buenas
obras para alcanzar el Paraíso. Pero el vivir por medio de las normas morales
coránicas y ser un creyente sincero es posible para cualquiera que tenga una
intención comprometida. Los incrédulos verán incrementado su pesar cuando
sopesen todo esto. Dice Dios en un versículo:
Quienes obran mal
¿creen que les trataremos igual que a quienes creen y obran bien, como si fueran
iguales en vida y luego de muertos? ¡Qué mal juzgan! (Corán, 45:21).
En otras palabras, cada alma será premiada apropiadamente: las buenas con
magníficas novedades y la malas con un castigo colérico.
Además, el pesar de los incrédulos aumentará al saber que les espera el
Infierno. Hasta ese momento lo único que habrán experimentado es el sufrimiento
por la extirpación de su almas. De cualquier modo ese sufrimiento les hará tomar
consciencia de la inminente perdición o condena eterna.
Esa aflicción de los incrédulos comienza con la muerte y dura tanto como Dios
quiere. En todo instante, a toda hora y todos los días, sufrirán penalidades de
las que no se salvarán por más que lo lamenten.
Sin embargo, está en manos del ser humano no sufrir esa situación deplorable. No
es necesario llegar al momento de fallecer para comprender la realidad de la
muerte y el Más Allá. Para los creyentes es suficiente la promesa e información
de Dios. Por cierto, en la otra vida prevalece la justicia de El: los que Le
rechazan son castigados con el fuego y los que Le veneran sinceramente premiados
con los Jardines del Paraíso.
En consecuencia, lo más sabio, lo más atinado, es buscar refugio en Dios y
anhelar Su perdón antes de encontrarse con la muerte. Además, hace falta
estudiar con atención el Corán --la única guía que tiene la humanidad hacia el
sendero recto-- y la tradición del Profeta Muhammad (BP), para llegar a una
comprensión acabada de todo lo que aquí tratamos y vivir según sus órdenes. En
vez de rehuir pensar en la muerte deberíamos beneficiarnos por medio de sopesar
apropiadamente su realidad, significado y cercanía, para obrar en consecuencia.
Quien se vuelve hacia Dios y anhela Su beneplácito, tanto en este mundo como en
el otro, entrará al Jardín complacido con su Señor y su Señor complacido con él.
En el Corán se da la buena nueva de esto:
“¡Alma sosegada!
¡Vuelve a tu Señor, satisfecha, acepta! ¡Y entra con Mis siervos, entra en Mi
Jardín!” (Corán, 89:27-30).
Para salvarse de la congoja eterna y ganarse la bienaventuranza eterna hay que
reflexionar sobre la muerte y la otra vida y conducirnos según nos lo determina
Dios, el creador del ser humano y de todo.
LA AFLICCION
QUE SE SENTIRA EL DIA DEL JUICIO UNIVERSAL
Se tocará la
Trompeta y los que estén en los cielos y en la tierra caerán fulminados, excepto
los que Dios quiera. Se tocará la Trompeta otra vez y he aquí que se pondrán en
pie, mirando. La tierra brillará con la luz de su Señor. Se sacará la Escritura.
Se hará venir a los profetas y a los testigos. Se decidirá entre ellos según
justicia y no serán tratados injustamente. Cada uno recibirá conforme a sus
obras. El sabe bien lo que hacen (Corán, 39-68-70).
Todos
los que han vivido en la Tierra serán resucitados el Día del Juicio. Para los
incrédulos resultará un instante intrincado. Dios nos informa en el Corán sobre
la conversación azorada entre ellos en el momento de la resurrección:
Dirán: “¡Ay de
nosotros! ¿Quién nos ha despertado de nuestro lecho (es
decir, la tumba)?
Esto es aquello con que el Compasivo nos había amenazado. Los enviados decían
verdad” (Corán, 36:52).
Se acerca la
amenaza verdadera. Los infieles, desorbitados los ojos (de
terror):
“¡Ay de nosotros, que no sólo nos traía esto sin cuidado, sino que obrábamos
impíamente!” (Corán, 21:97).
La expresión
¡Ay de nosotros!
exhibe el gran pánico, temor y aflicción de los incrédulos, pues comprueban que
lo advertido respecto a la otra vida era cierto y correcto. Muy a su pesar, les
quedará en claro que las otras advertencias se concretarán una tras otra. Sin
ninguna posibilidad de escapar, serán arrastrados a ese tormento que nunca
consideraron real.
Después de levantarse de la muerte serán puestos ante Dios. Se les pedirá cuenta
de lo que hicieron en el mundo y se los juzgará en consecuencia:
Día en que se
tocará la Trompeta y acudiréis en masa (Corán, 78:18).
El Día del Juicio Universal los incrédulos comprenderán que ninguna otra acción
es más importante que ganarse el beneplácito de Dios y evitar Su cólera. Esto se
comunica también en una tradición del Profeta (BP) en la que presenta como
ejemplo lo que se le preguntará al no creyente el Día de la Resurrección:
“Supón que tenías tanto oro como para cubrir la Tierra. ¿Lo ofrecerías como
rescate?”. Responderá: “Si”. Entonces se le dirá: “Se te pidió algo más fácil
que eso pero te negaste (es decir, se le pidió que acepte el Islam y por lo
tanto que no asocie nada ni nadie a Dios)” (Bujari)
El no haber comprendido esto en la vida terrenal, donde los Signos de la
potestad y existencia de Dios son obvios, intensificará su aflicción. Ese día
verán con toda claridad que perdieron una gran oportunidad. El pesar que
padecerán será manifiesto por la forma en que hablarán:
el día que el
impío se muerda las manos (de
pesar)
diciendo: “¡OjAllah hubiera seguido un mismo camino que el Enviado! ¡Ay de mí! ¡OjAllah
no hubiera tomado a fulano como amigo! Me he desviado de la Amonestación,
después de haber venido a mí”. El Demonio siempre deja colgado al hombre (Corán,
25:27:29).
El Día del Juicio los incrédulos estarán tan ocupados con sus propias
tribulaciones que no escucharán el llamado de sus hijos, esposas, madres y
padres. En el Corán se describe así esa situación:
Pero, cuando
venga el Estruendo, el Día que el hombre huya de su hermano, de su madre y de su
padre, de su compañera y de sus hijos varones, ese Día, cada cual tendrá
bastante consigo mismo (Corán, 80:33-37).
El concepto de linaje pierde categoría. Desde entonces en adelante lo único que
interesa es salvarse del castigo de Dios. Y esto es tan importante, que con el
objeto de poder lograrlo los incrédulos ofrecerán en sacrificio sus propios
hijos, esposas, hermanos, etc:
El Día que el
cielo parezca metal fundido, y las montañas, copos de lana, y nadie pregunte por
su amigo ferviente. (A
los infieles)
Les será dado verles. El pecador querrá librarse del castigo de ese Día
ofreciendo como rescate a sus hijos varones, a su compañera, a su hermano, al
clan que le cobijó, a todos los de la tierra. Eso le salvaría (Corán, 70:8-14).
Seguramente esos esfuerzos de los incrédulos no tendrán ningún resultado
positivo, pues su principal objetivo en la vida mundanal es amasar fortunas,
conseguir una graduación académica o tener descendencia. Emplean toda la vida en
eso o cosas parecidas. Pero el Día del Juicio entenderán que esas aspiraciones,
por sí solas, no son de gran valor y querrán hacerse humo, desaparecer. Para los
creyentes, en cambio, es el instante esperado con pasión y regocijo. Dios
describe esa circunstancia:
Ese Día, unos
rostros estarán radiantes, risueños, alegres, mientras que otros, ese Día,
tendrán polvo encima, los cubrirá una negrura: ésos serán los infieles, los
pecadores (Corán, 80:38-42).
El Día del Reconocimiento, los valores más preciosos serán las acciones
correctas hechas con el único objetivo de obtener el agrado de Dios. Pero los no
creyentes nunca se mostraron tenaces por alcanzar ese tesoro que permite la
salvación eterna. Ese día no tendrán ninguna bendición o acción buena para
presentar ante Dios. Y al no tener fe en El, los esfuerzos correctos que
pudieron haber hecho habrán sido desperdiciados. Dios comunica esto:
Di: “¿Os daré a
conocer quiénes son los que más pierden por sus obras, aquéllos cuyo celo se
pierde en la vida de acá mientras creen obrar bien?”. Son ellos los que no creen
en los Signos de su Señor, ni en que Le encontrarán. Vanas habrán sido sus obras
y el Día de la Resurrección no les reconoceremos peso (Corán, 18:103-105).
Quienes niegan la religión (din) y albergan dudas acerca de la
existencia del Día del Juicio, no sentirán ninguna necesidad de estar preparados
para esa ocasión cercana. Durante toda la vida en lo único que se ocupan es en
acumular riquezas y seguir sus deseos vanos. Pero a la hora de rendir cuentas
harán frente a una aflicción de la que nunca se librarán. Dios lo comunica así
en el Corán:
Dirán: “¡Ay de
nosotros! ¡Este es el Día del Juicio!”. (A
los infieles se les dirá:)“Este
es el Día del Fallo, que vosotros desmentíais” (Corán, 37:20-21).
Además, ese Día los no creyentes verán que quedan expuestas ante Dios todas sus
acciones inescrupulosas, desagradables y aciagas. Cada uno de ellos testimoniará
los pecados cometidos. Dios describe esa situación en el Corán:
y sean
presentados en fila ante tu Señor. “Venís a Nosotros como os creamos por vez
primera. Y ¿pretendíais que no íbamos a citaros?”. Se expondrá la Escritura y
oirás decir a los pecadores, temiendo por su contenido: “¡Ay de nosotros! ¿Qué
clase de Escritura es ésta, que no deja de enumerar nada, ni grande ni
pequeño?”. Allí encontrarán ante ellos lo que han hecho. Y tu Señor no será
injusto con nadie (Corán, 18:48-49).
Ese Día los
hombres surgirán (de
las sepulturas)
en grupos, para que se les muestren sus obras. Quien haya hecho el peso de un
átomo de bien, lo verá. Y quien haya hecho el peso de un átomo de mal, lo verá
(Corán, 99:6-8).
Como expresa Dios en el Corán, llegará el momento en que los incrédulos verán
el registro de sus conductas.
Los creyentes recibirán el registro por el lado derecho, en tanto que los
incrédulos por el lado izquierdo. Desde el instante en que los ángeles de la
muerte tomen las almas de los incrédulos, quedarán sometidos a un sufrimiento
sin fin. Padecerán más sufrimientos al recibir la anotación de sus acciones.
Evitarán leer los crímenes que cometieron contra Dios y desearán desaparecer.
Dios caracteriza esa situación:
Aquél que recibe
su Escritura en la siniestra, dirá: “¡OjAllah no se me hubiera entregado mi
Escritura y no hubiera conocido el resultado de mi Reconocimiento! ¡OjAllah
hubiera sido (mi
muerte)
definitiva! De nada me ha servido mi hacienda. Mi poder me ha abandonado”
(Corán, 69:25-29).
Os hemos
prevenido contra un castigo cercano, el Día que el hombre medite en sus obras
pasadas y diga el infiel: “¡OjAllah fuera yo tierra!” (Corán, 78:40).
Pero aquél que
reciba su Escritura detrás de la espalda invocará la destrucción (para
que le libere del tormento),
pero arderá en el fuego de la Hoguera que Chamusca. Vivía (en
la Tierra)
alegre con los suyos, creyendo que no iba a volver (a
Dios)
¡Claro que sí! Su Señor le veía bien (Corán, 84:10-15).
Ese Día, unos
rostros estarán radiantes, risueños, alegres, mientras que otros, ese Día,
tendrán polvo encima, los cubrirá una negrura: ésos serán los infieles, los
pecadores (Corán, 80:38-42).
Los incrédulos, al ser espectadores de esas escenas, comprenderán la
oportunidad que perdieron en el mundo, lo cual aumentará su angustia. Y además
observarán la vida dichosa de los creyentes en el Paraíso. Si bien éstos les
habían invitado a la verdad, la rechazaron con arrogancia y se hicieron los
sordos.
Pero habrá llegado la hora de la “balanza justiciera”. La gente será conducida
al Paraíso o al Infierno según sus antecedentes. El Día del Juicio los
incrédulos verán a donde se dirigirán. Entonces les invadirá el temor:
Verás a los
impíos temer por lo que han merecido, que recaerá en ellos, mientras que los que
hayan creído y obrado bien estarán en los prados de los jardines y tendrán junto
a su Señor lo que deseen. Ese es el gran favor (Corán, 42:22)
Prevalecerá la justicia de Dios, lo que asegura el premio y el castigo más
perfecto:
Para el Día de la
Resurrección dispondremos balanzas que den el peso justo y nadie será tratado
injustamente en nada. Aunque se trate de algo del peso de un grano de mostaza,
lo tendremos en cuenta. Bastamos Nosotros para ajustar cuentas (Corán, 21:47).
Los creyentes transcurrirán este proceso con tranquilidad. Sin embargo, para
los incrédulos resultará difícil y penoso porque serán interrogados por cada una
de las bendiciones que Dios les concedió en el mundo. Rendirán cuenta de cada
instante de sus vidas: del rechazo a obrar según las órdenes de Dios, de sus
acciones desagradables, de su insubordinación e insultos ocultos, de las
advertencias que ignoraron. Por otra parte, ya no serán para nada aceptables las
excusas hipócritas que usan en este mundo. Dios grafica la posición en la que se
encontrarán ese día:
Ese Día, ¡ay de
los desmentidores! Ese será un Día en que (los
réprobos)
no tendrán qué decir ni se les permitirá excusarse. Ese Día, ¡ay de los
desmentidores! “Este es el Día del Fallo. Os hemos reunido, a vosotros y a los
antiguos. Si disponéis de alguna artimaña, empleadla contra Mí!”. Ese día, ¡ay
de los desmentidores! (Corán, 77:34-40).
Cada incrédulo que no tenga ninguna acción buena para presentar ante Dios
sabrá lo
que se ha preparado (Corán, 81:14),
es decir, la morada en el Infierno. Dios describe en el Corán ese lugar de
tormento como
“un abismo”:
Entonces, el
autor de obras de peso gozará de una vida agradable (en
el Paraíso),
mientras que el autor de obras ligeras tendrá un abismo por morada. Y ¿cómo
sabrás qué es (ese
abismo)?
¡Un fuego ardiente! (Corán, 101:6-11).
Es importante comprender la intensidad del dolor y angustia que experimentarán
los incrédulos el Día del Juicio. Cuando éste llegue ya será demasiado tarde
para arrepentirse. Si se capta lo que decimos aquí y no se pierde ni un solo
segundo en comprometerse a realizar buenas obras, se podrá esperar que resulten
en obras de
peso
para una
vida agradable (en
el Paraíso).
Unicamente ese esfuerzo puede salvar al ser humano del gran lamento en el Más
Allá.
LA AFLICCION QUE SE
SENTIRA EN EL INFIERNO
Cuando alcancen a
ver (el
fuego del Infierno)
desde un lugar lejano, oirán su furor y bramido (Corán, 25:12).
El Remordimiento Que Sentirán Los Incrédulos
Al Ver El Infierno
El Día del Juicio, luego de que los no creyentes rindan cuentas, serán reunidos
y conducidos al Infierno en “grupos”. Entre esa multitud estarán todos los que
negaron la religión y la existencia de Dios a lo largo de la historia y quienes
se desviaron con arrogancia de los signos de El. También se encontrarán allí los
que gozaron de riqueza y fama. Para su desengaño, se darán cuenta de que todas
esas cosas a las que dieron importancia en la vida mundanal, no les salvarán del
castigo eterno. Dios nos informa en el Corán que todos los incrédulos serán
arrojados de manera denigrante al Infierno. Los guardianes les harán confesar
sus crímenes por última vez frente a las puertas del Averno y luego les darán
ingreso. A continuación se cerrarán las puertas detrás de ellos por toda la
eternidad. Dios refiere en el Corán la manera en que los impíos son conducidos
al Infierno:
Los infieles
serán conducidos en grupo a la gehena. Hasta que, llegados a ella, se abrirán
las puertas y sus guardianes les dirán: “¿No vinieron a vosotros enviados,
salidos de vosotros, para recitaros los Signos (versículos)
de vuestro Señor y preveniros contra el encuentro de éste vuestro Día?”. Dirán:
“¡Claro que sí!”. Pero se cumplirá la sentencia del castigo contra los infieles.
Se dirá: “¡Entrad por las puertas de la gehena, para estar en ella
eternamente!”. ¡Qué mala es la morada de los soberbios! (Corán, 39:71-72).
“Eso es por
haberos regocijado en la tierra sin razón y por haberos conducido
insolentemente. ¡Entrad por las puertas de la gehena, para estar en ella
eternamente! ¡Qué mala es la morada de los soberbios!” (Corán, 40:75-76).
Ninguna persona de esa multitud podrá decir que no fue advertida de la llegada
de ese día. Porque Dios, Quien es Justo, ha enviado mensajeros a todos los
individuos para recordarles Su existencia, el Día del Juicio, el Paraíso y el
Infierno.
Es decir, quedará en claro que al advertírseles sobre lo que significaba el Día
del Reconocimiento, se mostraron arrogantes y evitaron servir a Dios, el Uno Que
los creó. El Corán nos informa que gente así será humillada en el Infierno:
Vuestro Señor ha
dicho: “Invocadme y os escucharé. Los que, llevados de su altivez, no Me sirvan
entrarán, humillados, en la gehena” (Corán, 40:60).
El Mensajero de Dios (BP) subraya en una tradición el mismo punto:
“...¿Quieren que les informe acerca de la gente del Fuego? Incluye a todas las
personas crueles, violentas, orgullosas y engreídas” (Bujari)
Algunos de esos individuos, al considerarse superhombres en el mundo, se revelan
con insolencia en contra de su Señor. Suponen que el poder con que cuentan les
proveerá la salvación. Cuando se les recuerda la existencia del Paraíso, del
Infierno y que Dios es al-Qahhar (El Que Somete), ofreciéndoseles la guía
a Su camino preferido, contestan:
...“¿Cómo es que
Dios no nos castiga por lo que decimos?”. Les bastará con la gehena, en la que
arderán. ¡Qué mal fin...! (Corán, 58:8).
En respuesta a su rebelión serán llevados al Infierno, del que no se les
permitirá salir nunca, a menos que Dios desee otra cosa. Debido a sus extravíos,
al ver el Fuego sentirán una congoja insoportable. Dios revela que ese es el
momento preciso en el que comprobarán que no hay ninguna manera de salir de
allí:
Los pecadores
verán el Fuego y creerán que se precipitan en él, sin encontrar modo de escapar
(Corán, 18:53).
La comprensión será muy aguda en el Infierno. Todo lo que los incrédulos fingen
ignorar en el mundo, se les presentará muy claramente. Comprobarán que se
pasaron la vida tras propósitos vanos e intrascendentes. En definitiva
entenderán que a cambio de beneficios pequeños y temporarios, logrados en unos
pocos decenios transcurridos en el mundo sin pensar nunca en la otra vida,
deberán permanecer en el tormento eternamente. Descubrirán que prefirieron este
mundo donde la insatisfacción es permanente, antes que una vida dichosa donde no
habrá ningún tipo de achaques físicos, como el hambre y la postración. Apenas
pasen las puertas del Averno advertirán que no hay forma de escapar. Como último
recurso, para evitar el tormento, buscarán la salvación ofreciendo rescate:
querrán entregar todo lo que poseen en este mundo. Pero será un intento inútil
que se describe así:
...A los que no Le
escuchen, aunque posean todo lo que hay en la tierra y otro tanto y lo ofrezcan
como rescate, les irá mal al ajustar cuentas. Su morada será la gehena. ¡Qué mal
lecho...! (Corán, 13:18).
Dios remarca que ese empeño no les sirve de nada:
Hoy no se aceptará
ningún rescate por parte vuestra ni por parte de los que no creyeron. Vuestra
morada será el Fuego, que es vuestro lugar apropiado” ¡Qué mal fin...! (Corán,
57:15).
Existe una razón importante para que dicha pretensión sea rechazada: Dios les
había advertido del Infierno cuando aún estaban en el mundo; les había explicado
con claridad absolutamente todo; les había dicho que los condenados no podrían
ayudarse uno al otro y que de nada valdría el rescate ofrecido porque no sería
aceptado:
Temed un Día en
que nadie puede satisfacer nada por otro, ni se acepte la intercesión ajena,
compensación ni auxilio (Corán, 2:48).
Pero a pesar de todas esas advertencias insistirán en desmentir la realidad y se
prepararán a conciencia para ese triste final. El día en que se los mande al
Infierno reconocerán algo importante: fueron sus propias acciones las que los
condujeron allí. A eso se debe que descubrirán algo significativo: si se
hubiesen dedicado a ganarse el favor de Dios en vez de perseguir objetivos
fútiles, no estarían a las puertas del Infierno sino en el Paraíso. Debido al
fracaso en obrar en consonancia con el sendero recto, sufrirán pérdidas
terribles.
Como comunica Dios en el versículo veinte del capítulo noventa,
Se cerrará un
Fuego sobre ellos.
Una vez que atraviesen las puertas del Infierno, éstas se cerrarán a sus
espaldas. Una vez allí adentro, padecerán los tormentos del fuego infernal
permanentes, en tanto Dios quiera. No tendrán ninguna posibilidad de rehuir esa
situación. A ese fuego Dios lo denomina “La Trituradora”, como lo leemos en el
capítulo Humazah (“El Difamador”):
Y ¿cómo sabrás que
es la hutama (la
trituradora)?
Es el Fuego de Dios, encendido, que se eleva hasta los corazones. Se cerrará
sobre ellos en extensas columnas (de
llamas)
(Corán, 104:5-9).
El Tormento Al Que
Harán Frente Los Incrédulos
Previo a seguir hablando de la aflicción que enfrentarán los incrédulos en la
otra vida, será provechoso describir el tormento en el Infierno, porque si no se
es consciente del mismo podría no llegar a comprenderse la dimensión de la
congoja que se sufrirá allí.
Como dijimos antes, el pesar de los incrédulos comenzará en el mismo instante en
que visualicen el Infierno y continuará luego eternamente. Sus moradores
dialogarán así:
Quienes no hayan
creído en su Señor tendrán el castigo de la gehena. ¡Qué mal fin...! Cuando sean
arrojados a ella, oirán su fragor, en plena ebullición, a punto de estallar de
furor. Siempre que se le arroje una oleada (de
réprobos),
sus guardianes les preguntarán: “¿Es que no vino a vosotros un monitor?”.
“¡Claro que sí!”, dirán. “Vino a nosotros un monitor, pero desmentimos, y
dijimos: ‘Dios no ha revelado nada. No estáis sino muy extraviados’ ”. Y dirán:
“Si hubiéramos oído o comprendido, no moraríamos ahora en el fuego de la
gehena”. Confesarán su pecado. ¡Que Dios aleje (de
Su misericordia)
a los Compañeros del Fuego! (Corán, 67:6-11).
Dios nos cuenta en los versículos que al ser arrojados al Infierno oirán un
ruido terrible, al que describe como
fragor, en plena ebullición.
Ese sonido les producirá una zozobra y temor espantosos. Dios también describe
el fuego del Infierno como una combustión
a punto de estallar de furor.
Cuando los que niegan todo eso sean testigos de dichos sucesos, se verán
invadidos por la desesperación pues deducirán el castigo que afrontarán. Según
comunicó nuestro Señor y vimos antes, hablarán acerca de la ansiedad y congoja
que sienten debido a que no habían comprendido todo eso mientras estaban en el
mundo.
Esa angustia es comprensible porque la penalidad que arrostrarán será
extremadamente horrible y dolorosa. En los versículos que siguen se comunica que
el Infierno es el peor lugar en donde permanecer:
...¡Qué mal
fin...! (Corán, 3:162).
...¡Mal fin...!
(Corán, 4:115).
...¡Qué mala es la
mansión de los impíos! (Corán, 3:151).
...¡Qué mala
morada...! (Corán, 14:29).
De modo similar se describe el Infierno en las tradiciones del Profeta (BP):
“De la gente del Infierno, algunas serán sumergidas en el fuego hasta los
tobillos, algunas más hasta las rodillas, otras hasta la cintura y otras más
hasta el cuello” (Muslim).
A ese mal refugio serán arrojados montones de seres humanos. Dios dice en un
versículo,
Ellos y los descarriados serán precipitados en él. (en
el fuego del infierno)
(Corán, 26:94).
De aquí se comprende que todos los incrédulos, incluidos los altaneros, ricos y
de reputación, serán arrojados al fuego como cosas inservibles. En respuesta a
la arrogancia exhibida en este mundo, serán despreciados y humillados.
En el Infierno no merecerán ninguna estima y nunca recibirán misericordia.
Vivirán la pesadumbre y el dolor eternamente. Dios lo revela así:
Vosotros y lo que
servís en lugar de servir a Dios, seréis combustible para la gehena. Bajaréis a
ella (Corán, 21:98).
...Esos servirán
de combustible para el Fuego (Corán, 3:10).
El Corán nos informa de varios tipos de castigo en el Infierno. La mayoría de
sus moradores estarán allí, como lo dice el versículo, “eternamente”
(Corán,
21:99).
En otras palabras, el tormento será permanente. Algunos de esos castigos se
pueden describir como sigue:
a) Cuando,
atados unos a otros, sean precipitados en un lugar estrecho de él (de
ése fuego)...
(Corán, 25:13).
Quienes son dejados en un espacio estrecho, aunque más no sea unos pocos
minutos, quedan tiesos. Incluso el sólo pensar que se permanecerá rodeado por
paredes elevadas resulta algo insoportable. Sin embargo, el tormento del
Infierno es incomparablemente peor que cualquier situación sufrida y tortuosa en
este mundo. Pero además de estar confinados en un espacio estrecho, también
estarán sometidos al fuego. Y no podrán moverse ni escapar por estar amarrados
entre ellos con cadenas. Resulta inaguantable el sólo pensar una escena así.
b) a la
sombra de un humo negro, (Corán, 56:43).
En general, la palabra “sombra” nos recuerda la “frescura”. Sin embargo, no es
ese el caso en lo que respecta al Infierno, puesto que Dios nos informa que allí
la “sombra” no es refrescante ni tibia.
c) Otra forma de castigo en el Infierno es la inmortalidad. Después de todo, el
deceso es una forma de liberación. Por eso es que Dios no permite que la gente
del Averno fallezca:
...La muerte
vendrá a él por todas partes, sin que llegue a morir... (Corán, 14:17).
Experimentarán todo tipo de ataques que, en condiciones terrenales, les
ocasionaría la muerte. Pero en la otra vida no perecerán sino que continuarán
sufriendo más tormentos, tanto como Dios quiera.
El Profeta Muhammad (PB) también nos hizo saber que en el Más Allá no habrá otra
muerte: “Cuando en el Jardín moren sus habitantes y en el Fuego los suyos, se
llamará a la muerte y se la colocará entre el Paraíso y el Infierno. A
continuación se anunciará lo siguiente: ‘¡Habitantes del Jardín! ¡No hay más
muerte! ¡Habitantes del Fuego! ¡No hay más muerte!’ Lo oído aumentará el deleite
de los habitantes del Jardín y la angustia de los habitantes del Fuego” (Muslim).
ch) En este mundo las quemaduras severas conducen en gran medida a la muerte en
un tiempo breve. Es muy difícil resistir el fuego o calor muy intensos sin los
medios necesarios. Y aunque alguien no se muera y sólo quede herido, la
recuperación lleva un tiempo muy prolongado. Pero en el Infierno el tormento del
fuego será inconmensurablemente mayor a las peores quemaduras que podamos
recibir en la Tierra. En el Averno la piel se irá renovando a medida que se
quema, de modo que el condenado experimentará una zozobra sin fin
(Corán, 4:56).
En resumen, el dolor que se sufrirá en el Infierno, causado por el fuego, no
finalizará nunca, a menos que Dios desee otra cosa.
d) Otro tipo de tormento causado por la combustión se describe en el versículo
51:13, donde Dios dice que los Compañeros del Fuego serán torturados por éste.
Es difícil comprender el dolor que causará esa situación. Si tenemos en cuenta
el padecimiento que en este mundo motiva una pequeña quemadura, podríamos llegar
a discernir el grado de sufrimiento que provocará ese tormento en la otra vida.
En tanto sucede todo lo antedicho, allí el ser humano conocerá también lo
siguiente:
e)
Sujetadle, luego, a una cadena de setenta codos (Corán, 69:32).
Para los infieles
hemos preparado cadenas, argollas y fuego de gehena (Corán, 76:4).
se emplearán en
ellos focinos de hierro (Corán, 22:21).
...y sus frentes,
costados y espaldas sean marcados con ellos (con
el oro y la plata que atesoraron en la vida de este mundo)
(Corán, 9:35).
f) ...A los
infieles se les cortarán trajes de fuego y se les derramará en la cabeza agua
muy caliente (Corán, 22:19).
sus indumentos
hechos de alquitrán, cubiertos de fuego sus rostros (Corán, 14:50).
g) sin
probar frescor ni bebida, fuera de agua muy caliente ... (Corán, 78:24-25).
h) ni más
alimento que de guisilin (sangre
y pus)
(Corán, 69:36).
i) Para alimentarse los habitantes del Averno dispondrán solamente de espinas
amargas y del árbol de zaqqum. Dios nos informa que dicho árbol se
convertirá en un tormento para ellos:
El árbol de az-Zaqqum
es el alimento del pecador. Es como metal fundido, hierve (es
decir, sus frutos hierven)
en las entrañas como agua hirviente. “¡Agarradle y llevadle en medio del fuego
de la gehena. Castigadle, luego, derramando en su cabeza agua muy caliente”.
“¡Gusta! ¡Tú eres ‘el poderoso’, ‘el generoso’! Esto es aquello de que dudabais”
(Corán, 44:43-50).
A partir de las descripciones que da el Corán, sabemos que los alimentos en el
Infierno tendrán un efecto sofocante. Los condenados intentarán sorber la bebida
purulenta a tragos, pero no podrán. Nunca serán capaces de tragarla. El pus, que
es una de las cosas más repugnantes en este mundo debido a su apariencia,
condición y olor, también estará entre las cosas que comerán la gente del
Infierno. Esas cosas les infligirá una gran aflicción. Pero fuera de padecer
hambre no tendrán ninguna alternativa más que comerlas. De todos modos, lo que
coman no satisfará su hambre. Es decir, sufrirán el padecimiento del hambre
eternamente:
No tendrán más
alimento que de dari (planta
espinosa y amarga del desierto),
que no engorda ni sacia (Corán, 88:6-7).
Dios brinda en el Corán otras descripciones sobre los tormentos en el Infierno:
j) Gemirán
en él (en
el Infierno),
pero no podrán oír en él (Corán, 21:100).
k) que
permanecerán allí durante generaciones (Corán, 78:23).
l) Eternos
en él (en
el Infierno),
no se les mitigará el castigo, ni les será dado esperar (Corán, 3:88).
ll) Querrán
salir del Fuego, pero no podrán... (Corán, 5:37).
Los tormentos mencionados infligirán a los incrédulos sufrimientos y congojas
imposibles de imaginar. Rogarán por su salvación muchas veces e incluso
aceptarán que se les saquen sus almas. Dios relata en el Corán la conversación
de esas personas en el Averno:
Llamarán: “¡Malik!
¡Que tu Señor acabe con nosotros!” El dirá: “¡Os quedaréis ahí!”. “Os trajimos
la Verdad, pero la mayoría sentisteis aversión a la Verdad” (Corán, 43:77-78).
Apartarse de la religión (din) y no prestar atención a las advertencias
llevará a esa situación, como lo comunica el Corán. A la vez, Dios no responderá
al llamado de esa gente, a la que mantendrá en el tormento tanto como desee.
Los mencionados son sólo algunos de los padecimientos que soportarán quienes
negaron a Dios y la existencia del Más Allá e ignoraron las advertencias acerca
del Paraíso y el Infierno. Además, hay otro tormento que siempre afligirá a los
incrédulos. Se trata del sentimiento de arrepentimiento, del que no se podrán
apartar en ningún momento. Incluso aumentará en intensidad debido a la aflicción
que produce el ser enviado al Infierno, el lugar más terrible que se podrá
llegar a ver. Como dijimos antes, mientras experimenten el sufrimiento
recordarán que si hubiesen obrado de acuerdo con la orientación correcta no les
habría acontecido ninguna desgracia. Les será imposible evitar esa compunción y
pesar.
La Congoja Que
Sentirán Los Incrédulos En El Infierno
Después de experimentar la severidad del castigo, los incrédulos se verán
atrapados por la aflicción de no haber tenido fe en Dios mientras estaban en el
mundo. Pero esa congoja no cambiará su situación. Habrán sido muchas las
oportunidades ofrecidas y rechazadas en esta vida, por uno u otro motivo. Al
comprender lo que hicieron se lamentarán por cada una y todas las cosas que en
este mundo les distrajeron de Dios y del Más Allá y les llevó a los caprichos o
irracionalidad en los asuntos mundanales.
Dios nos explica en el Corán que el lamento de los incrédulos estará lleno de
cólera:
El Día que, en el
Fuego, se desencajen sus rostros de dolor, dirán: “¡OjAllah hubiéramos obedecido a
Dios! ¡OjAllah hubiéramos obedecido al Enviado!”. Y dirán: “¡Señor! Hemos
obedecido a nuestros señores y a nuestros grandes y nos han extraviado del
Camino! ¡Dóblales, Señor, el castigo y échales una gran maldición!” (Corán,
33:66-68).
Hasta que, al
comparecer ante Nosotros, diga (el
infiel al demonio):
“¡OjAllah nos hubiera separado, a mí y a ti, la misma distancia que separa al
Oriente del Occidente!”. ¡Qué mal compañero...! Hoy no os aprovechará compartir
el castigo por haber sido impíos (Corán, 43:38-39).
Como sugieren los versículos, esperan salvarse de la situación en que están por
medio de condenar a quienes les desviaron del sendero recto. Pero Dios concede
conciencia a todos los seres humanos para que puedan ser guiados en la dirección
adecuada. También nos dotó con voluntad para llevar a cabo las decisiones
pertinentes. Es decir, al ser humano se lo capacita con ambas cualidades como
así también con el conocimiento de lo justo y lo injusto. En consecuencia,
depende de cada persona la decisión a tomar. Además Dios sabe si en lo más
profundo del corazón la persona cree o no en El y su doctrina. Por lo tanto,
quienes conducen al Infierno y quienes los siguen serán debidamente castigados.
Ese día nadie será responsable de los pecados de otros.
Mientras cierta gente se induce una a otra a cometer maldades, probablemente
piensen muchas veces que tendrán que rendir cuentas en el Más Allá. Pero así y
todo consideran algo menor, insignificante, las perversidades que cometen.
Animan a otros a rechazar a Dios diciendo, por ejemplo, “Haz lo que te digo. Yo
me hago cargo”. Satanás también hace promesas tentadoras con el objeto de llevar
por el camino equivocado. Pero Dios, al decirnos,
...y vendrá, solo,
a Nosotros (Corán, 19:80),
nos informa que esas promesas no servirán para nada.
Ese día los incrédulos verán con toda claridad que están solos. Comprenderán
algo importante: fuera de Dios no tienen amigo ni protector. Sus amigos y
mentores en este mundo, les dejarán solo en el Averno. También Satanás --a quien
Dios abandonó y los incrédulos toman como protector-- les será desleal y les
hablará así:
El Demonio dirá
cuando se decida la cosa (mediante
el Juicio):
“Dios os hizo una promesa de verdad, pero yo os hice una que no he cumplido. No
tenía más poder sobre vosotros que para llamaros y me escuchasteis. No me
censuréis, pues, a mí, sino censuraros a vosotros mismos, Ni yo puedo
socorreros, ni vosotros podéis socorrerme. Niego que me hayáis asociado antes a
Dios”. Los impíos tendrán un castigo doloroso, (Corán, 14:22).
Otra fuente de pesar será ver la deslealtad de los que consideraban sus amigos.
Comprenderán claramente que aparte de Dios no pueden protegerse en nadie más.
Sin embargo, el comprobar todo eso no servirá de alivio a sus tribulaciones. Ese
día reñirán entre sí, a la vez que confesarán sus pecados. Dios describe esa
situación:
Ya en él (en
el Infierno),
dirán mientras disputan: “¡Por Dios, que estábamos, sí, evidentemente
extraviados cuando os equiparábamos al Señor del universo! Nadie sino los
pecadores nos extraviaron y, ahora, no tenemos a nadie que interceda, a ningún
amigo ferviente. Si pudiéramos volver (a
la Tierra)
para ser creyentes...” (Corán, 26:96-102).
Como se relata en los versículos anteriores, al estar los incrédulos inmersos en
una congoja profunda, desearán retornar al mundo con el objeto de realizar
buenas obras que les serían provechosas en el Más Allá. Sin embargo, será un
deseo inaceptable. Comprobarán que todo lo que persiguieron con tanto afán en
este mundo --riqueza, títulos académicos, belleza, etc.--, no tiene ningún valor
en la otra vida. Dios describe en el Corán algunas de sus expresiones de pesar:
Aquél que reciba
su Escritura en la siniestra, dirá: “¡OjAllah no se me hubiera entregado mi
Escritura y no hubiera conocido el resultado de mi juicio! ¡OjAllah hubiera sido
definitiva (mi
muerte)! De
nada me ha servido mi hacienda. Mi poder me ha abandonado”. “¡Agarradle y
ponedle una argolla al cuello! ¡Que arda, luego, en el fuego del Infierno!
¡Sujetadle, luego, a una cadena de setenta codos!”. No creía en Dios, el
Grandioso, ni animaba a dar de comer al pobre. Hoy no tiene aquí amigo ferviente
(Corán, 69:25-35).
Ese Día se traerá
el Infierno, ese Día el hombre se dejará amonestar --y ¿de qué le servirá
entonces la amonestación?-- y dirá: “¡OjAllah hubiera enviado por delante (buenas
obras) para
mi (otra)
vida!” (Corán, 89:23-24).
Además, el ser testigos del goce y felicidad de los Compañeros del Jardín
profundizará su aflicción. Verán las notables diferencias entre la vida de los
Compañeros del Jardín y la de ellos. Dios llama la atención sobre esa disparidad
y describe en el Corán el aspecto de los Compañeros de Fuego:
Abatida la mirada,
cubiertos de humillación, (Corán, 68:43).
mientras que
otros, ese Día, estarán tristes, (Corán, 75:24).
Por otra parte, describe los rostros de los Compañeros del Jardín:
Ese Día, unos
rostros estarán radiantes, risueños, alegres, (Corán, 80:38-39).
Los incrédulos, como dijimos, no encontrarán ningún otro alimento además de agua
hirviente, pus, espinas amargas y el árbol de zaqqum. Los creyentes, en cambio,
serán premiados con ríos de leche y miel, bebidas deliciosas servidas en copas,
todo tipo de frutas y cualquier cosa que deseen. Dios describe el alimento de
los Compañeros del Jardín:
Imagen del Jardín
prometido a quienes temen a Dios: habrá en él arroyos de agua incorruptible,
arroyos de leche de gusto inalterable, arroyos de vino, delicia de los
bebedores, arroyos de depurada miel. Tendrán en él toda clase de frutas y perdón
de su Señor. ¿Serán como quienes estén en el Fuego por toda la eternidad, a los
que se dará de beber un agua muy caliente que les roerá las entrañas? (Corán,
47:15).
Por cierto, no hay ningún paralelo entre los favores que se les concederá a los
creyentes y el alimento de los incrédulos, el cual de ninguna manera satisfará
el hambre que sienten y se convertirá en una fuente más de suplicio permanente.
Además, serán expuestos al fuego durante siglos. La piel les crecerá de nuevo
luego de quemarse y ese proceso se repetirá una y otra vez. Pedirán a gritos
algún alivio y frescor. Anhelarán los favores concedidos a los Compañeros del
Jardín, quienes reposan a la sombra, y los pedirán para ellos. Dios narra esta
situación en el Corán:
Los moradores del
Fuego gritarán a los moradores del Jardín: “¡Derramad sobre nosotros algo de
agua o algo de lo que Dios os ha proveído!”. Dirán: “Dios ha prohibido ambas
cosas a los infieles, (Corán, 7:50).
El pedido de los incrédulos nunca será respondido. Dios afirma lo siguiente en
un versículo:
...Hemos preparado
para los impíos un fuego cuyas llamas les cercarán. Si piden socorro, se les
socorrerá con un líquido como de metal fundido, que les abrasará el rostro.
¡Mala bebida! ¡Y mal lugar de descanso! (Corán, 18:29).
Además, Dios regalará a los Compañeros del Jardín ropa verde, fina seda, rico
brocado y brazaletes de plata y oro. Los Compañeros del Fuego, en cambio,
tendrán vestimenta de alquitrán especialmente preparada. Los creyentes morarán
en agradables habitaciones y camas elevadas, reclinados sobre exquisitos tapetes
y sofás forrados con rico brocado. Los incrédulos, por el contrario,
tendrán el
Infierno por lecho y, por encima, cobertores... (Corán, 7:41).
Dios nos informa que los creyentes tendrán todo lo que deseen y serán honrados
con una vida pacífica y placentera en el Jardín:
...y tendrán junto
a su Señor lo que deseen... (Corán, 42:22).
Dios les
preservará del mal de ese Día y les llenará de esplendor y alegría (Corán,
76:11).
Si los incrédulos asumieran en el mundo una actitud sincera, honesta y
consciente, obrando según las órdenes de Dios, no se verían sometidos a
suplicios en el Infierno, donde la congoja se les multiplicará al pensar en la
situación favorable de los Compañeros del Jardín. Dios define la desgracia del
Infierno y el pesar que sentirán como “tribulación”, y dice que todos los
intentos por escapar del mismo concluirán en otro castigo:
Siempre que, de
atribulados, quieran salir de él (del
Infierno),
se les hará volver: “¡Gustad el castigo del Fuego!” (Corán, 22:22).
Es decir, el Infierno es un lugar del que no se sale, en donde la pena o
remordimiento no sirve para nada al ser humano, no tiene sentido. En el instante
en que los incrédulos mueren, los ángeles les dirán que nunca experimentarán
algo bueno, a menos que Dios desee otra cosa:
El Día que vean a
los ángeles, no habrá, ese Día, buenas nuevas para los pecadores. Dirán:
“¡Límite infranqueable!” Corán, 25:22).
Debido a todo eso los incrédulos descubrirán que la única salida que les queda a
esa situación es la destrucción total. Rogarán por la misma pero no les valdrá
de nada. Será así porque vivieron lo suficiente como para recibir la
amonestación pero prefirieron rechazarla a consciencia apartándose de la verdad.
En respuesta a esa actitud Dios les dirá:
“¡No invoquéis hoy
una sola destrucción sino muchas destrucciones!” (Corán, 25:14).
“¡Arde en él (en
el Fuego)!
Debe daros lo mismo que lo aguantéis o no. Sólo se os retribuye por vuestras
obras” (Corán, 52:16).
En el versículo 7:40 Dios explica que es imposible que los incrédulos abandonen
el Infierno y entren al Jardín al decir,
...ni entrarán en
el Jardín hasta que entre un camello en el ojo de una aguja...
También nos informa que por ser negligentes y descuidados en el mundo, se
apartaron del sendero recto y no dieron ninguna importancia al encuentro el Día
del Juicio. No recibirán ninguna respuesta o ayuda de Dios:
Dirá (Dios):
“Igual que tú recibiste Nuestros Signos y los olvidaste, así hoy eres olvidado”
(Corán, 20:126).
Se dirá: “Hoy os
olvidamos Nosotros, como vosotros olvidasteis que os llegaría este día. Tendréis
el Fuego por morada y no encontraréis quien os auxilie (Corán, 45:34).
que tomaron su
religión a distracción y juego, a quienes la vida de acá engañó”. Hoy les
olvidaremos, como ellos olvidaron que les llegaría este Día y negaron Nuestros
Signos (Corán, 7:51).
Implorarán a Dios para salvarse del Fuego y El les responderá:
“¡Señor! ¡Sácanos
de él (del
Infierno)!
Si reincidimos, seremos unos impíos”. Dirá (Dios):
“¡Quedaos en él y no Me habléis!” (Corán, 23:107-108).
Los incrédulos sobrellevarán un castigo terrible consistente en suplicios y en
no recibir ningún tipo de ayuda en ningún momento. Dios no derramará Su
misericordia sobre ellos, no les protegerá, y no perdonará sus pecados y culpas.
Si hubiesen buscado refugio en Dios cuando estaban en el mundo, habrían
descubierto que El es el Perdonador y el Misericordiosísimo con los sinceros. No
obstante, una vez que entren al Averno todo lo que piensen o razonen ya no les
servirá de nada.
Después de todo lo dicho, habría que ponderar ciertos hechos: Dios es
misericordioso y compasivísimo con Sus siervos y éstos deberían tomar a El como
único amigo y protector. De no proceder así, arriesgan terminar en el Infierno.
Y una vez que las puertas de éste se cierren ya no se abrirán y no tendrán
posibilidades como las que tuvieron en este mundo, a menos que Dios desee otra
cosa. Dios indica el camino de salvación:
salvo si se
arrepienten, se enmiendan, se aferran a Dios y rinden a Dios un culto sincero.
Estos estarán en compañía de los creyentes y Dios dará a los creyentes una
magnífica recompensa. ¿Por qué va Dios a castigaros si sois agradecidos y
creéis? Dios es agradecido, omnisciente (Corán, 4:146-147).
PARA NO TENER QUE LAMENTARSE
EN LA OTRA VIDA
Las personas son creadas con muchas debilidades e imperfecciones. A lo largo de
nuestras vidas nos olvidamos de muchas cosas y cometemos errores incontables.
Sin embargo, a través del arrepentimiento que Dios nos concede como un gran
favor, siempre es posible corregir nuestras equivocaciones en este mundo. En
realidad, el propósito con el que fue creado el mundo es ese: se trata del lugar
donde el ser humano se educa, purifica de sus errores y es puesto a prueba. Es
probable que nos lamentemos profundamente de nuestros equívocos o del rumbo que
le dimos a nuestras vidas. Pero siempre es posible compensar todos esos
desaciertos. Después de arrepentirnos sinceramente podemos buscar con mucha
esperanza el perdón de Dios.
El Todopoderoso nos da en el Corán las buenas nuevas de que perdonará todo
pecado a condición de un arrepentimiento sincero. Además, Dios sabe lo que
pensamos aunque no lo manifestemos. Sabe si somos veraces o no con El. En el
Corán menciona lo cerca que está de sus siervos:
Vuestro Señor
conoce bien vuestros pensamientos. Si sois justos... El es indulgente con los
que se arrepienten sinceramente (Corán, 17:25).
No obstante, aquí se presenta otro hecho importante. Después de la muerte no es
posible compensar los errores y pecados cometidos en este mundo, a menos que
Dios desee otra cosa. Por lo tanto no tenemos ni un solo segundo para perder.
Los minutos pasan en un abrir y cerrar de ojos y cada tic tac del reloj nos
aproxima más a la muerte. Por otra parte, nunca podemos pronosticar el momento
en que falleceremos. El día, la hora, el minuto y segundo en que ocurrirá,
escapa totalmente a nuestro conocimiento. Pero lo cierto es que moriremos y que
tendremos que rendir cuentas de nuestras acciones en presencia de Dios. En
consecuencia, debemos tener presente que podemos expirar en cualquier momento,
posiblemente bastante cercano. Si no queremos lamentarnos en la otra vida
debemos reconocer aquí los errores en nuestras conductas.
¿Qué pasaría si nos topamos ahora mismo con los ángeles de la muerte? ¿Seríamos
capaces de rendir cuentas de todos los años que vivimos en la Tierra?
¿Qué hemos hecho hasta ahora para ganarnos la aprobación de Dios?
¿Hemos sido lo suficientemente meticulosos en el cumplimiento de las órdenes de
Dios?
Habrá personas que no podrán responder de manera positiva algunas de esas
preguntas. Pero si se arrepienten sinceramente y se comprometen absolutamente a
vivir como para ganarse el agrado de Dios, entonces pueden esperar Su perdón,
algo que el Mensajero de Dios (PB) buscaba con frecuencia: Por Dios, busco el
perdón de Dios y me vuelvo a El arrepentido todos los días más de setenta veces
(Bujari)
Debemos refugiarnos en Dios, Quien es al-Ghaffar (El Perdonador), al-Halim
(El Indulgente, Clemente) y al-Tawwab (El Aceptador del Arrepentimiento).
Dios premiará sin reservas a quienes perseveran y se vuelven a El de seguido,
Quien ciertamente perdona a Sus siervos que Le dan testimonio de fidelidad y
premia las buenas obras de la mejor manera. Dios comunica esta buena nueva:
Lo que vosotros
tenéis se agota. En cambio, lo que Dios tiene perdura. A los que tengan
paciencia les retribuiremos, sí, con arreglo a sus mejores obras. Al creyente,
varón o hembra, que obre bien, le haremos, ciertamente, que viva una vida buena
y le retribuiremos, sí, con arreglo a sus mejores obras (Corán, 16:96-97).
El Mensajero de Dios (PB) también pidió a los creyentes que se mantengan firmes
en su buen obrar y les dio la buena nueva de que serían premiados por Dios si
proceden así. Dijo el Profeta (PB): “Continúen haciendo (buenas obras) porque
lo hallarán fácil (les llevará a su lugar de destino)”. Luego recitó: “En cuanto
a quien da en caridad y cumple con Dios y cree en el mejor premio de Dios (Este
le compensará por lo que gasta en Su camino). De esta manera, le allanaremos el
camino de tranquilidad. Pero el codicioso miserable.... para él el sendero del
mal” (Bujari)
Nunca olvidemos que en algún momento la muerte nos atrapará. Y aunque nuestro
pesar sea muy grande ya no tendremos oportunidad de corregir los errores
cometidos en la vida mundanal. Debido a ello deberíamos, sin perder tiempo
alguno, arrepentirnos ante Dios y vivir según Sus órdenes y las tradiciones del
Profeta (PB). Esa es la única manera de ser un siervo sobre quien Dios derrama
Su misericordia y amor. Repetimos, esta es la única manera de alcanzar el
Paraíso, la morada eterna que Dios dispone para Sus creyentes sinceros.
APENDICE: EL COLAPSO DEL DARWINISMO
Cada detalle de este universo en el que vivimos nos indica que es el producto de
una creación superior, es decir, hecho por un Creador sin par. En oposición al
criterio mencionado e intentando negar la realidad de la creación, tenemos al
materialismo, falacia sin ningún respaldo científico.
Pero si el materialismo queda invalidado, todas las demás teorías que se basan
en el mismo se convierten en infundadas.
La principal entre ellas es el darwinismo, es decir, la teoría de la evolución,
la cual argumenta que la vida se originó a partir de la materia inanimada por
medio de una serie de casualidades. Pero ha sufrido un golpe demoledor desde el
momento que se reconoció que el universo fue creado por Dios. El astrofísico
norteamericano Hugh Ross lo explica así:
El ateísmo, el darwinismo y virtualmente todos los “ismos” que emanan de las
filosofías de los siglos XVIII al XX, se construyen sobre el supuesto de que el
universo es infinito. La singularidad nos ha puesto frente a frente con la causa
--o causante-- más allá/detrás/primera del universo y todo lo que contiene,
incluida la vida 1.
Es Dios Quien creó el universo y Quien lo estableció hasta en sus más pequeños
detalles. Por lo tanto es imposible que sea cierta la teoría de la evolución, la
cual sostiene que los seres vivientes, entre otras cosas, no fueron creados por
Dios sino que son producto de una combinación de casualidades.
Al irse descubriendo que la delineación de la vida es demasiado compleja y
notable, se empezó a rechazar y denunciar la teoría de la evolución. Por
ejemplo, en el mundo inanimado podemos examinar cuán sensibles son los
equilibrios atómicos. Y en el mundo animado podemos observar la arquitectura
intrincada que une a los átomos, así como los mecanismos y estructuras
extraordinarios de las proteínas, enzimas, células, etc.
Esa composición espectacular que da lugar a la vida, invalidó el darwinismo a
principios del siglo XX.
Este tema lo hemos tratado en profundidad en otros de nuestros estudios, tarea
en la que continuaremos. De todos modos, pensamos que debido a su importancia
será provechoso ocuparnos aquí de ello, aunque de manera resumida.
El Colapso Científico Del Darwinismo
Si bien se trata de una doctrina que se remonta a la Grecia Antigua, la teoría
de la evolución fue expuesta ampliamente en el siglo XIX. El elemento más
importante que la convirtió en un tópico sobresaliente en el mundo de la
ciencia, fue el libro de Charles Darwin El Origen de las Especies,
publicado en 1859. El autor niega allí que las distintas especies del planeta
hayan sido creadas una por una por Dios. Según Darwin, todos los seres vivientes
tuvieron un ancestro común y se diversificaron con el paso del tiempo a través
de pequeños y numerosos cambios.
La teoría darwinista no se basa en ningún descubrimiento científico. El propio
autor reconoció que se trataba de “suposiciones”. Además, como confesó en un
largo capítulo de su libro bajo el epígrafe “Las Dificultades de la Teoría”,
esas suposiciones resultaban incompetentes, frustradas, frente a muchas
cuestiones decisivas.
Entonces puso todas sus esperanzas en nuevos descubrimientos científicos para la
resolución de las “dificultades de la teoría”. Sin embargo, contrariamente a sus
expectativas, los mismos ampliaron la dimensión de esas dificultades.
La derrota del darwinismo frente a la ciencia se puede reseñar bajo tres
cuestiones básicas.
1) La teoría no puede explicar de ninguna manera cómo se originó la vida en la
Tierra.
2) No existe ningún descubrimiento científico que demuestre que los “mecanismos
evolutivos” propuestos por la teoría, tuviesen la facultad o capacidad de
producir la evolución de algo.
3) Los registros fósiles demostraron lo contrario a lo sugerido por la teoría de
la evolución.
Aquí examinaremos en líneas generales estos tres puntos.
El Primer Escollo Insuperable: El Origen De La
Vida
La teoría de la evolución afirma que todas las especies vivientes evolucionaron
a partir de una sola célula viva que apareció en la Tierra primitiva hace tres
mil ochocientos millones años. Por supuesto, cómo es que una sola célula pudo
generar millones de especies vivas complejas y porqué, de haber ocurrido eso, no
se encuentra ningún rastro en los registros fósiles, son algunas de las cosas
para las que la teoría no tiene respuesta. Pero en primer lugar y antes que
nada, frente a este supuesto primer paso en el proceso evolutivo, corresponde
preguntar: ¿Cómo se originó esa “primera célula”?
Dado que la teoría de la evolución niega la creación y no acepta ningún tipo de
intervención sobrenatural, asegura que la “primera célula” se originó en
correspondencia con las leyes de la naturaleza, sin ningún plan, orden o medida.
Según la teoría, la materia inanimada debe haber producido una célula viviente
como resultado de diversas casualidades. Pero este es un supuesto incompatible
con casi todas las reglas incuestionables de la biología.
“La Vida Proviene De La Vida”
Darwin nunca se refirió al origen de la vida en su libro. La comprensión
científica primitiva de aquella época se apoyaba en el supuesto de que los seres
vivientes tenían una estructura muy simple. Desde la época medieval se aceptaba
ampliamente la teoría de la generación espontánea, es decir, que materia inerte
juntada de alguna manera da lugar a organismos vivos. Era algo común creer que
los insectos provenían de los desechos de los alimentos, en tanto que los
ratones del trigo. Para “demostrar” dicha teoría se realizaron algunos
experimentos muy peculiares. Por ejemplo, se volcó un poco de trigo sobre un
pedazo de ropa sucia pues se creía que allí se originaría un ratón después de
cierto tiempo.
De modo similar, se suponía que los gusanos que se veían en la carne eran una
evidencia de la generación espontánea. Pero en una época posterior se comprendió
que los gusanos no aparecían allí de manera espontánea sino que eran depositados
por las moscas en forma de larvas, invisibles a simple vista.
En el período en que Darwin escribió El Origen de las Especies se
aceptaba también de modo generalizado en el mundo científico que la bacteria
pasaba a existir de la materia inerte.
Sin embargo, cinco años después de su publicación, Luis Pasteur anunció los
resultados de sus prolongados estudios y experimentos, los cuales desaprobaban
la generación espontánea, piedra fundamental de la teoría de Darwin. Dijo
Pasteur en su discurso triunfal en la Sorbona en 1864: La doctrina de la
generación espontánea no se recuperará nunca del golpe mortal dado por este
simple experimento 2.
Los defensores de la teoría de la evolución se opusieron a los descubrimientos
de Pasteur durante un tiempo prolongado. No obstante, como el desarrollo de la
ciencia descifraba la estructura compleja de la célula, la idea de que la vida
pudo haber pasado a existir casualmente enfrentó un atolladero mayor.
Esfuerzos No Convincentes En El Siglo XX
El primer evolucionista que se ocupó del tema del origen de la vida en el siglo
XX fue el conocido biólogo ruso A. O. Oparin. Con distintas tesis presentadas en
el decenio de 1930, intentó demostrar que las células podían originarse de
manera fortuita. Sin embargo, los estudios estaban condenados al fracaso y
Oparin tuvo que hacer la siguiente confesión: Desgraciadamente el origen de
la vida sigue siendo un interrogante y el punto más oscuro de toda la teoría de
la evolución 3.
Los evolucionistas seguidores de Oparin llevaron a cabo experimentos para
intentar resolver el problema del origen de la vida. El más conocido fue
realizado por el químico norteamericano Stanley Miller en 1953. Al efecto se
combinaron los gases que según él habían existido en la atmósfera primitiva de
la Tierra, a lo que se agregó energía. Miller sintetizó varias moléculas
orgánicas (aminoácidos) presentes en la estructura de las proteínas.
A los pocos años se reveló que dicha prueba de laboratorio exhibida como un paso
importante en la demostración de la evolución era inválida: la atmósfera usada
distaba mucho de ser la pretendida 4.
Miller confesó, luego de un silencio prolongado, que el tipo de atmósfera que
recreó era irreal 5.
Todos los esfuerzos evolucionistas presentados a lo largo del siglo XX para
explicar el origen de la vida finalizaron en la frustración. El geoquímico
Jeffrey Bada del Instituto Scripps de San Diego, acepta dicha realidad en un
artículo publicado en la revista “Earth” en 1998: Hoy día, mientras
abandonamos el siglo XX, aún enfrentamos el problema irresuelto más grande que
ya teníamos al entrar a este siglo: ¿cómo se originó la vida en la Tierra?
6.
La
Estructura Compleja De La Vida
La razón primera por la que la teoría de la evolución finalizó en semejante
atolladero respecto al origen de la vida, es que incluso los organismos
vivientes considerados más simples tienen una estructura compleja increíble. La
célula es más intrincada que cualquier producto tecnológico producido por el ser
humano. Hoy día, incluso en los laboratorios más desarrollados del mundo, no se
puede producir una célula por medio de reunir materia inorgánica.
Las condiciones requeridas para la formación de una célula son muy grandes en
cantidad como para explicarlas por medio de las casualidades. La probabilidad de
que las proteínas --los ladrillos de la célula-- sean sintetizadas de modo
casual es de una entre 10950 posibilidades para una proteína promedio
constituida por 500 aminoácidos. En matemáticas, una probabilidad menor a 1/1050
es considerada en la práctica imposible.
La molécula de ADN, ubicada en el núcleo de la célula y que almacena la
información genética, es un banco de datos increíble. Se calcula que si la
información codificada en el ADN fuese puesta por escrito, se convertiría en una
inmensa biblioteca de 900 volúmenes enciclopédicos con 500 páginas cada uno.
Aquí se presenta un dilema muy interesante: el ADN puede replicarse únicamente
con la ayuda de algunas proteínas especializadas (enzimas). Sin embargo, la
síntesis de esas enzimas se puede realizar solamente por medio de la información
codificada en el ADN. Como ambos dependen uno del otro, tienen que existir
simultáneamente para la réplica. Esto determina que el supuesto de que la vida
se autogeneró queda eliminado sin alternativa. El profesor Leslie Orgel,
evolucionista muy estimado de la Universidad San Diego de California, confiesa
lo siguiente en la revista “Scientific American” de setiembre de 1994: Es
extremadamente improbable que las proteínas y los ácidos nucleicos, ambos
estructuralmente complejos, hayan aparecido espontáneamente en el mismo lugar y
al mismo tiempo. Además se presenta imposible tener a unas sin los otros. En
consecuencia, a primera vista, habría que concluir que, en realidad, la vida
nunca pudo haberse originado por medios químicos 7.
No cabe ninguna duda de que si es imposible que la vida se haya originado a
partir de causas naturales, hay que aceptar entonces que la vida fue “creada” de
manera sobrenatural. Esto invalida explícitamente la teoría de la evolución,
cuyo propósito principal es negar la creación.
Mecanismos Imaginarios De La Evolución
Con la comprensión de que lo presentado como “mecanismos evolutivos” no posee
para nada esa cualidad, tenemos el segundo punto importante que anula la teoría
de Darwin.
Darwin fundamentó todo el supuesto de la evolución en los mecanismos de
“selección natural”. La importancia que le dio a los mismos se evidencia en el
título de su publicación: El Origen de la Especies por Medio de la Selección
Natural...
El criterio de selección natural sostiene que los seres vivientes más fuertes y
mejor adaptados a las condiciones naturales en las que habitan, son los que
sobrevivirán en la lucha por la vida. Por ejemplo, en un rebaño de ciervos
amenazado por carnívoros depredadores, sobrevivirán los más veloces. Por lo
tanto el rebaño quedará integrado por los individuos más fuertes y ágiles. Pero
es incuestionable que dicho mecanismo no hará que los ciervos evolucionen y se
transformen en otro espécimen, por ejemplo, en caballos.
Por lo tanto, el mecanismo de selección natural no tiene ninguna capacidad
evolutiva. Darwin también era consciente de esta realidad y tuvo que reconocerlo
en su libro El Origen de las Especies: La selección natural no puede
hacer nada hasta que se produzcan variaciones favorables 8.
El Impacto De
Lamarck
Por lo tanto, ¿cómo podían ocurrir esas “variaciones favorables”? Darwin intentó
responder esta pregunta desde la perspectiva de comprensión simple que la
ciencia tenía en su época. Según el biólogo francés Lamarck, anterior a Darwin,
las criaturas pasaban a su descendencia los rasgos que adquirían en vida. La
acumulación de esas nuevas características a lo largo de una serie de
generaciones, concluiría en algún momento en la formación de una nueve especie.
Por ejemplo, según Lamarck, las jirafas son el producto de la evolución a partir
de los antílopes, pues éstos se esforzaban por comer las hojas más elevadas de
los árboles y entonces sus cuellos fueron alargándose generación tras
generación.
Darwin dio ejemplos similares en El Origen de las Especies. Por ejemplo,
manifestó que algunos osos que entraban al mar en búsqueda de alimento, después
de un determinado período se transformaban en ballenas 9.
Pero las leyes de la herencia descubiertas por Mandel y comprobadas por la
ciencia de la genética que floreció en el siglo XX, demolió totalmente la
leyenda o supuesto que sostenía que los rasgos adquiridos pasaban de una
generación a otra. En consecuencia, la selección natural dejó de ocupar un lugar
como mecanismo evolutivo.
El
Neodarwinismo Y Las Mutaciones
Con el objeto de encontrar una solución, los darwinistas presentaron la “Teoría
Sintética Moderna”, llamada comunmente “neodarwinismo”, a fines del decenio de
1930. A la mutación natural el neodarwinismo agregó como “causa de variaciones
favorables” las mutaciones producidas por factores externos como las radiaciones
o la réplica de errores, que producen distorsiones en los genes.
Hoy día el darwinismo defiende dicho modelo, cuya teoría sostiene que millones
de seres vivientes terráqueos se formaron como resultado de un proceso en el que
numerosos órganos complejos, como el auditivo, de la visión, respiratorio y de
vuelo, sufrieron mutaciones, es decir, desórdenes genéticos. No obstante, hay un
hecho científico que socava absolutamente esa teoría: las mutaciones no provocan
el desarrollo de los seres vivientes. Por el contrario, siempre les provoca
daños, les disminuye sus capacidades.
La razón de ello es muy simple: el ADN tiene una estructura muy compleja y los
efectos casuales lo único que pueden hacer es dañarlo. El genetista
norteamericano B. G. Ranganathan explica esto así: Ante que nada, las
mutaciones son muy raras en la naturaleza. En segundo lugar, la mayoría de ellas
son dañinas puesto que son azarosas antes que cambios ordenados en la estructura
de los genes. Cualquier cambio azaroso, en un sistema altamente ordenado, será
para peor, no para mejor. Por ejemplo, si un terremoto sacudiese una estructura
muy organizada, como la de un edificio, la única probabilidad sería que las
modificaciones que sufriría no serían para su mejoramiento 10.
No sorprende para nada que hasta ahora no se haya observado ningún caso de
mutación provechosa, es decir, que ayude al progreso del código genético. Por el
contrario, todas demostraron ser dañinas. Se ha comprendido que toda mutación
presentada como “mecanismo evolutivo”, es en realidad un incidente genético que
daña lo viviente y lo deja incapacitado. (El efecto más común de la mutación en
los seres humanos es el cáncer). Sin duda, un mecanismo destructivo no puede ser
un “mecanismo evolutivo”. La selección natural, por otra parte, “no puede hacer
nada por sí misma”, como lo aceptó también Darwin. Esto nos muestra que no
existe ningún “mecanismo evolutivo” en la naturaleza. Y puesto que no existe,
nunca pudo o puede tener lugar algún proceso imaginario llamado evolución.
Los Registros Fósiles: Ningún Rastro De Formas
Intermedias
Los registros fósiles son la más clara evidencia de que el escenario sugerido
por la teoría de la evolución no aconteció.
Según la suposición darwinista, cada viviente ha surgido de un antecesor. Una
especie que existió con anterioridad se transformó en otra con el paso del
tiempo. Y esa transformación se habría generado gradualmente a lo largo de
millones de años.
Si ese hubiese sido el caso, deberían haber existido numerosas especies
intermedias en tan prolongado período.
Por ejemplo, en el pasado deberían haber vivido criaturas mitad pez mitad
reptil, es decir, sumando a sus características de pez algunas de reptil. O
deberían haber existido otras de tipo reptil-pájaro, con las características de
pájaro incorporadas a las de reptil que ya poseían. Pero como según la teoría
esas criaturas estaban en una fase de transición, serían impotentes, defectuosas
y tullidas en cierto grado. Los evolucionistas denominan a esos seres
hipotéticos “formas transitorias”. Si hubiesen existido realmente, la cantidad
de los mismos habría alcanzado cifras millonarias o multimillonarias en número y
variedad. Darwin manifiesta en El Origen de las Especies: Si mi teoría
es correcta, innumerables variedades intermedias, que vincularían más
ajustadamente todas las especies del mismo grupo, deben haber existido con
seguridad... En consecuencia, evidencias de su existencia pasada podrían
encontrarse solamente entre los restos fósiles 11.
Las Esperanzas De Darwin Frustradas
Aunque los evolucionistas de todo el mundo se han esforzado en demasía por
encontrar esos fósiles desde mediados del siglo XIX, aún no se ha hallado
ninguna forma transitoria. Todos los restos desenterrados muestran, en oposición
a las expectativas de los evolucionistas, que la vida apareció sobre la Tierra
de modo repentino y totalmente modelada, es decir, cada criatura se presentó con
su estructura completa y la mantuvo siempre.
El conocido paleontólogo británico Derek V. Ager, admite este hecho, aunque él
es evolucionista: Lo que se presenta una y otra vez, si analizamos
pormenorizadamente los registros fósiles, ya sea a nivel de órdenes o especies,
no es una evolución gradual sino la repentina explosión o aparición de un grupo
a expensa de otro 12.
Ello significa que en los registros fósiles se advierte que todas las especies
surgieron súbitamente, sin formas intermedias en ningún momento. Esto es,
precisamente, lo opuesto a las suposiciones de Darwin. Asimismo, es una fuerte
evidencia de que los seres vivientes son creados. La única explicación que cabe
al hecho de que las especies han surgido de modo súbito y completas con todas
sus particularidades, sin que medie ningún proceso evolutivo, es que fueron
creadas. Esta realidad es admitida también por el muy conocido biólogo
evolucionista Douglas Futuyma: La creación y la evolución agotan entre ellas
las posibles explicaciones del origen de lo viviente. Los organismos vivos
aparecieron sobre la Tierra totalmente desarrollados o no. Si no aparecieron
totalmente desarrollados, deben haber evolucionado de especies preexistentes por
medio de algún proceso de modificación. Si aparecieron en un estado de total
desarrollo, en realidad deben haber sido creados por alguna inteligencia
omnipotente 13.
Los fósiles muestran que cada entidad viviente se presentó sobre la Tierra en un
estado perfecto y totalmente desarrollado. Esto significa que “el origen de las
especies”, contrariamente a lo que suponía Darwin, no es la evolución sino la
creación.
El
Embuste De La Evolución Humana
El tema traído a colación más a menudo por los defensores de la teoría de la
evolución es el del origen del ser humano. Los darwinistas reivindican que las
personas actuales son la resultante de la evolución a partir de un tipo de
criatura parecida al mono. Se barrunta que durante ese supuesto proceso
evolutivo --iniciado, según la creencia de algunos, hace 4-5 millones de años--,
existieron “formas transitorias”. De acuerdo a ese escenario totalmente
imaginario, se pueden determinar cuatro “categorías” fundamentales:
1. Australopiteco
2. Homo habilis
3. Homo erectus
4. Homo sapiens
Los evolucionistas llaman “Australopiteco” (es decir, “mono del Africa del sur”)
al supuesto primer ancestro de los seres humanos, el cual es parecido al mono.
Estos seres vivientes, en realidad, no son más que una vieja especie de mono ya
extinta. El inglés Lord Solly Zuckerman y el profesor norteamericano Charles
Oxnard, anatomistas conocidos mundialmente, llevaron a cabo amplias
investigaciones sobre varios ejemplares de Australopitecos. Concluyeron que
pertenecían a una especie de mono común que se extinguió, sin ninguna semejanza
con los humanos 14.
Los darwinistas denominaron “homo”, es decir, “hombre” el paso siguiente de “la
evolución humana”. Supusieron que esta especie era más desarrollada que los
Australopitecos. Inventaron un esquema evolutivo caprichoso por medio de
acomodar distintos fósiles de esas criaturas en un orden particular. Ese esquema
es imaginario porque nunca se demostró que existiera una relación evolutiva
entre dichas clases distintas. Ernst Myr, uno de los principales defensores de
la teoría de la evolución en el siglo XX, admite esta realidad al decir que
en verdad, la cadena que se extiende hasta el Homo sapiens está perdida 15.
Los evolucionistas ubican de la siguiente manera los eslabones de esa cadena:
Australopiteco > Homo habilis > Homo erectus > Homo sapiens. De ese modo
argumentan que cada una de estas especies es el ancestro de otra. Pero los
recientes descubrimientos paleoantropológicos han revelado que el
Australopiteco, el Homo habilis y el Homo erectus vivieron en distintas parte
del mundo en la misma época 16.
Además, cierto segmento de los humanos clasificados como Homo erectus han vivido
hasta hace muy poco. Los Homo sapiens neanderthalensis y los Homo sapiens
sapiens (el ser humano moderno) coexistieron en la misma región 17.
Esta situación indicaría que pierde todo valor el supuesto de que uno es
ancestro de otro. El paleontólogo evolucionista Stephen Jay Gould de la
Universidad de Harvard, explica dicho atolladero de la teoría de la evolución:
¿En qué queda nuestra escala si coexisten tres linajes de homínidos (el
Australopiteco africanus, el fornido australopitecino y el Homo habilis) sin que
ninguno de ellos derive claramente del otro? Además, ninguno de los tres pone de
manifiesto alguna inclinación evolucionista durante su estadía en la superficie
terrestre 18.
En resumen, el pretendido escenario de la evolución humana que se apoya en
diversos dibujos de criaturas “semihumanas – semimonos” que se presentan en los
medios de comunicación y en los libros de texto con un objetivo eminentemente
propagandístico, no es sino una fábula sin ningún fundamento científico.
Lord Solly Zuckerman, uno de los científicos más conocido y respetado en el
Reino Unido, llevó a cabo investigaciones sobre el tema durante mucho tiempo. En
particular estudió los fósiles de Australopitecos a lo largo de quince años.
Aunque evolucionista, llegó a la conclusión de que en realidad no existe ningún
árbol genealógico que emerja de criaturas parecidas al mono y llegue hasta el
ser humano moderno.
Zuckerman también hizo un “espectro de la ciencia” muy interesante. Las ubicó en
una escala que iba desde las que consideraba más científicas a las que entendía
menos científicas. Según Zuckerman, el campo más “científico” de la ciencia, en
base a datos concretos, lo ocupan la física y la química. A continuación ubica a
las ciencias biológicas y luego a las sociales. En la base del espectro, es
decir, en la parte considerada “menos científica”, ubica a la percepción
extrasensorial (telepatía, sexto sentido, etc.) y por último a la “evolución
humana”. Zuckerman explica su forma de razonar: Entramos inmediatamente al
registro de la verdad objetiva en esos campos que se suponen de la ciencia
biológica, como la percepción extrasensorial o la interpretación de la historia
fósil del ser humano, donde para el que cree en ello cualquier cosa es posible,
e incluso donde el creyente vehemente (en la evolución) es a veces capaz de
aceptar al mismo tiempo varias cosas contradictorias 19.
La fábula de la evolución humana se reduce a la nada. Pero las interpretaciones
prejuiciosas de algunos fósiles por parte de cierta gente que adhiere ciegamente
a su teoría, tiene como motivo el hecho de que si no deberían aceptar que el ser
humano fue creado por Dios.
La
Tecnología Del Ojo Y Del Oído
La teoría de la evolución aún no puede explicar cómo se ha llegado a una
percepción tan excelente con la visión y la audición.
Primero explicaremos brevemente “cómo vemos”.
Los rayos de luz que provienen de un objeto, impresionan de manera invertida en
la retina del ojo. Entonces esos rayos son transmitidos como señales eléctricas
por medio de células y llegan a un punto pequeño en la parte de atrás del
cerebro llamado centro de la visión. Esas señales eléctricas son percibidas en
dicho centro como una imagen después de una serie de procesos. Con este
antecedente técnico, consideremos algunas otras cosas.
El cerebro está
aislado de la luz. Eso significa que el cerebro está totalmente en la oscuridad
y la luz no llega allí, incluido el centro de la visión, el cual puede ser el
lugar más oscuro jamás conocido. Sin embargo, en esa oscuridad extrema usted
observa un mundo luminoso, brillante.
La imagen
formada en el ojo normal es tan precisa y bien definida que incluso la
tecnología del siglo XX no ha sido capaz de obtenerla. Por ejemplo, mire el
libro que está leyendo y las manos con las que lo sostiene y luego levante la
cabeza para mirar a su alrededor. ¿Ha visto alguna vez imágenes precisas y
definidas como esas en algún aparato? Ni la más elaborada pantalla de TV
producida por la mejor empresa del mundo puede proveer imágenes así, es decir,
tridimensionales con sus respectivos colores y sumamente definidas. Durante más
de 100 años miles de ingenieros han intentado alcanzar esa definición fijándose
pautas extremadamente elevadas, realizando innumerables investigaciones, planes
e invenciones y montando talleres al efecto. Si observa de nuevo la pantalla de
TV, el libro que lee y las manos en que lo apoya, verá que hay una gran
diferencia de definición y precisión entre lo que ve en la pantalla con respecto
al libro y sus manos. Además, en la pantalla se ve una imagen bidimensional, en
tanto que los ojos contemplan naturalmente de modo tridimensional, con
profundidad. También verá en la pantalla algún trazo borroso o una mancha que
seguramente no existe en la visión normal.
Miles de
ingenieros han intentado durante muchos años construir una TV tridimensional y
alcanzar la calidad de visión del ojo normal. Consiguieron diseñar un sistema
tridimensional, pero no es posible observarlo sin ponerse lentes al efecto.
Además, se trata solamente de un efecto tridimensional artificial. Por otra
parte, cuanto mayor es la formación de manchas o zonas borrosas de fondo, el
primer plano aparece más desencajado. Nunca ha sido posible producir una visión
precisa y definida como la del ojo normal. Tanto en la cámara (de filmación o de
fotografía) como en la TV existe una pérdida de calidad de imagen.
Los
evolucionistas suponen que el mecanismo que produce imágenes precisas y
definidas en la percepción humana, se ha constituido por casualidad. Pero si
alguien le dice a usted que el aparato de TV que tiene en su casa se formó
casualmente al reunirse todos los átomos con un orden determinado, lo más
probable es que se ría. Entonces, en el caso de la visión humana ¿cómo los
átomos pueden hacer algo que miles de personas no lo logran?
Si no puede
formarse de manera casual un dispositivo que produce una imagen más primitiva
que la captada por el ojo, es evidente que éste y su visión tampoco pueden ser
productos de la casualidad. El mismo criterio se aplica al oído. El oído
exterior recoge los sonidos disponibles por medio de la aurícula y los dirige al
oído medio, el cual transmite las vibraciones intensificándolas. El oído interno
envía dichas vibraciones al cerebro en la forma de señales eléctricas. Como
sucede con la vista, el acto de oír finaliza en el centro de la audición en el
cerebro.
Lo que sucede
con el ojo es también valedero para el oído. Es decir, el cerebro está aislado
del sonido externo como de la luz: en su interior no hay sonido. Por lo tanto,
no importa el tipo de ruido que haya en el exterior. En el interior del cerebro
hay un silencio completo. Sin embargo, el cerebro percibe sonidos
extraordinarios, como la sinfonía de una orquesta y todos los ruidos de una
plaza colmada de gente. Si con un dispositivo especial se midiese el nivel de
sonido en el cerebro, se comprobaría que allí existe un silencio completo.
Como en el caso
de las imágenes, se han invertido décadas de esfuerzos para reproducir sonidos
fieles al original. A pesar de todo lo hecho, hasta ahora no se ha logrado
ninguno con la misma definición y claridad como lo percibe el oído. Incluso en
los sistemas de más alta fidelidad hay una pérdida de definición o se oye un
silbido antes que comience la música. Sin embargo, los sonidos captados por la
tecnología del cuerpo humano son extremadamente definidos y claros. El oído
humano normal nunca lo capta acompañado de un silbido o con parásitos
atmosféricos, cosas que se presentan en equipos de alta fidelidad. Lo percibe
exactamente como es, preciso e impoluto. Así ha sido desde la creación del ser
humano.
Hasta ahora ningún aparato reproductor de sonidos o captador de imágenes
visuales, producido por el ser humano, ha llegado a tener la sensibilidad del
oído o del ojo.
¿A Quién Pertenece La Conciencia Que Ve
y Oye Dentro Del Cerebro?
¿Quién es el que observa un mundo seductor, oye el gorgojeo de los pájaros y
huele las rosas en su cerebro?
Los estímulos que provienen de los ojos, oídos y nariz del ser humano viajan al
cerebro como impulsos nerviosos electroquímicos. En los libros de biología,
fisiología y bioquímica podemos encontrar muchos detalles acerca de cómo se
forman las imágenes en el cerebro. Sin embargo, nunca veremos que se trate el
hecho más importante acerca de esto: ¿Quién es el que percibe en el cerebro esos
impulsos nerviosos electroquímicos bajo la forma de imágenes, sonidos, olores y
sucesos sensibles? ¿Hay en el cerebro una conciencia que percibe todo eso sin
que le hagan falta los ojos, los oídos y la nariz? ¿A quién pertenece esa
conciencia? Es indudable que no pertenece a los nervios, a la capa de grasa y a
las neuronas que constituyen el cerebro. A eso se debe que los darwinistas no
pueden responder las preguntas que hacemos, pues creen que todo se compone de
materia.
La conciencia de la que hablamos es el espíritu creado por Dios y no necesita de
los ojos para observar las imágenes ni los oídos para escuchar los sonidos. Por
otra parte, tampoco necesita el cerebro para pensar.
Cualquiera que lea esta realidad explícita y científica debería ponderar la
existencia de Dios todopoderoso, reverenciarle y buscar refugio en El, Quien
comprime todo el universo en un punto obscuro de unos pocos centímetros, bajo
una forma tridimensional, en colores, con sus luces y sombras.
Una Fe
Materialista
Las información brindada hasta ahora nos exhibe que la teoría de la evolución es
una pretensión en discrepancia con los descubrimientos científicos. La
suposición de la teoría respecto al origen de la vida es contradictoria con la
ciencia. Los mecanismos evolutivos que propone no poseen ninguna capacidad
evolutiva y los fósiles demuestran que las formas intermedias requeridas por la
teoría no existieron nunca. En consecuencia, la lógica indica que la teoría de
la evolución debería ser descartada por ser una idea sin fundamentos
científicos. Otras ocurrencias de esas características, como la que sostenía que
la Tierra era el centro del universo, han sido totalmente desechadas del orden
del día de la ciencia a lo largo de la historia.
Sin embargo, la teoría de la evolución es mantenida en la agenda del saber.
Algunos intentan presentar las críticas que se le hacen como “un ataque al
pensamiento científico”. ¿Por qué?
La razón estriba en que la teoría de la evolución es una creencia dogmática
indispensable para algunos círculos ciegamente devotos de la filosofía
materialista. Esos individuos adoptaron el darwinismo porque resulta la única
explicación materialista a la que pueden recurrir quienes se dedican al estudio
de la naturaleza.
Es bastante interesante saber que esas mismas personas, de vez en cuando,
confiesan la realidad que exponemos antes. Richard L. Lewontin, un conocido
genetista y vocero evolucionista de la Universidad de Harvard, confiesa que él
es “primero y antes que nada materialista y después científico”:
No es que los métodos e instituciones científicas nos obliguen de alguna manera
a aceptar una explicación material del mundo fenomenal, sino que, por el
contrario, estamos forzados por nuestra adhesión a priori a la causa
materialista a crear un aparato de investigación y un conjunto de conceptos que
produzcan explicaciones materialistas, sin importar lo desconcertante, lo
contrario al conocimiento (que resulte) para el no iniciado. Además, el
materialismo es absoluto, por lo que no nos podemos permitir en el umbral un Pie
Divino 20.
Se trata de una explícita manifestación de que el darwinismo es un dogma
mantenido vivo en consideración de su adhesión a la filosofía materialista. Este
dogma sostiene que no hay nada aparte de la materia. En consecuencia asegura que
la materia inanimada e inconsciente creó la vida y hace hincapié en que millones
de distintas especies vivientes --pájaros, peces, jirafas, tigres, insectos,
árboles, flores, ballenas, seres humanos-- se originaron como resultado de
interacciones entre las lluvias, los relámpagos y otros elementos de la materia
inanimada. Pero esto es un precepto contrario a la razón y a la ciencia. No
obstante, los darwinistas continúan defendiendo esa posición con el objeto de
“no permitir un Pie Divino en la puerta”.
A cualquiera que razona sobre el origen de la vida sin un prejuicio
materialista, se le presentará como una verdad evidente que todo lo viviente es
obra de un Creador, Todopoderoso, Omnisciente y Omnisapiente. Dicho Creador es
Dios, Quien creó todo lo existente de la no existencia, lo diseñó de la manera
más apropiada y dio forma a todo lo viviente.
La Teoría De La Evolución Resultó El Hechizo
Más
Eficaz En El Mundo
Es evidente que toda persona libre de prejuicios y de la influencia de cualquier
ideología, que se vale solamente de la lógica y de la razón, comprenderá
claramente que es totalmente imposible creer en la teoría de la evolución, pues
induce a aceptar las supersticiones de las sociedades totalmente incivilizadas y
carentes de todo conocimiento científico.
Como explicamos antes, quienes creen en la teoría de la evolución piensan que
con sólo arrojar átomos y moléculas en un gran tanque podrían producir
profesores, estudiantes universitarios y científicos del nivel de Einstein y
Galileo, artistas de la categoría de Humphrey Bogart, Frank Sinatra y Pavarotti,
como así también limoneros, antílopes y clavelinas.
Además, quienes creen en semejante sin sentido, son personas cultas, preparadas
intelectualmente, con nivel académico. Por eso mismo nos parece absolutamente
justificable considerar a la teoría de la evolución como el hechizo más
formidable en la historia del ser humano. Nunca antes otra creencia o idea, a
modo de venda sobre el entendimiento, había convertido en irracionales a tantas
personas velándoles la verdad e impidiéndoles un pensamiento lógico o
inteligente. Se trata de una ceguera de la comprensión increíble, peor incluso
que la de los egipcios adoradores del dios sol Ra, peor que la de algunos
africanos que veneran a los totems, peor que la del pueblo de Saba idólatra del
sol, peor que la de la tribu del profeta Abraham que reverenciaba a ídolos
hechos con sus propias manos o peor que la del pueblo de Moisés que se
prosternaba ante el Becerro de Oro.
En realidad, el encontrarse en esa situación es algo irracional. A ello se
refiere Dios en el Corán cuando en muchos versículos revela que el entendimiento
de diversas personas será velado y serán incapaces de ver la verdad:
Da lo mismo que
adviertas o no a los infieles: no creen. Dios ha sellado sus corazones y oídos;
una venda cubre sus ojos y tendrán un castigo terrible (Corán, 2:6-7).
...Tienen
corazones con los que no comprenden, ojos con los que no ven, oídos con los que
no oyen. Son como rebaños. No, aún más extraviados. Esos tales son los que no se
preocupan (Corán, 7:179).
Aun si les
abriéramos una puerta del cielo y pudieran ascender a él, dirían: “Nuestra vista
ha sido enturbiada nada más, o, más bien, se nos ha hechizado” (Corán,
15:14-15).
Las palabras no pueden expresar lo sorprendente que es que dicho hechizo se haya
mantenido sin poder romperse durante 150 años, manteniendo esclava y alejada de
la verdad a una parte tan amplia de la sociedad. Más incomprensible aún es que
unos pocos individuos, o uno solo, creasen e impusiesen escenarios imposibles y
suposiciones plagadas de estupideces y falta de lógica. Solamente se puede
explicar como “mágico” el hecho de que gente en todo el mundo crea que átomos
inconscientes e inanimados decidieron de modo repentino juntarse y formar un
universo que funciona con un sistema de organización y disciplina sin tacha,
constituir el planeta Tierra con todas sus características tan perfectamente
apropiadas para la vida, dar lugar a criaturas vivientes con incontables
sistemas complejos y a los seres humanos con razonamiento y conciencia.
En realidad, Dios revela en el Corán en el incidente del Profeta Moisés y
Faraón, que quienes respaldan filosofías ateas influencian sobre otras personas
mediante lo mágico. Cuando a Faraón se le habló de la religión verdadera, ordenó
que el profeta Moisés se reúna con sus magos. Al producirse ese encuentro el
profeta Moisés les dijo que demuestren sus capacidades. El versículo continúa:
Dijo (Moisés):
“¡Tirad vosotros!”. Y, cuando tiraron, fascinaron los ojos de la gente y les
aterrorizaron. Vinieron con un encantamiento poderoso (Corán, 7:116).
Como vemos, los magos de Faraón eran capaces de engañar a cualquiera pero no al
profeta Moisés y a quienes le seguían. De todos modos, la evidencia presentada
por el profeta Moisés rompió el hechizo o, como dice el versículo que sigue,
engulló sus mentiras:
E inspiramos a
Moisés: “¡Tira tu vara!”. Y he aquí que ésta engulló sus mentiras. Y se cumplió
la Verdad y resultó inútil lo que habían hecho. Fueron, así, vencidos y se
retiraron humillados (Corán, 7:117-119).
Es decir, cuando se comprobó que quienes habían arrojado primero un hechizo
sobre otros a lo único que dieron lugar fue a una situación ilusoria, perdieron
toda credibilidad. También en la actualidad, quienes caen bajo la influencia de
un hechizo semejante y creen en esas suposiciones ridículas disfrazadas de
científicas y se pasan la vida defendiéndolas, se sentirán mortificados cuando
se presente la verdad plena y el hechizo se rompa. Efectivamente, Malcom
Muggeridge, filósofo ateo y sostenedor del evolucionismo, admitió que era
temeroso de esa perspectiva:
Estoy convencido de que la teoría de la evolución, especialmente en el grado que
ha sido aplicada, servirá para hacer grandes bromas en los libros de historia
del futuro. La posteridad se maravillará de que hipótesis tan endebles e
inciertas pudieran ser aceptadas con la credulidad increíble demostrada 21.
Ese futuro no está muy lejos. Por el contrario, la gente verá enseguida que la
“casualidad” no es un dios y reflexionará sobre la teoría de la evolución para
llegar a considerarla el peor engaño y el hechizo más terrible acontecidos en el
mundo. Son muchos los que ya ven el verdadero rostro de la teoría de la
evolución y se preguntan asombrados cómo es posible que se hayan dejado atrapar
por la misma.
Dijeron (los
ángeles):
“¡Gloria a Ti! No sabemos más que lo que Tú nos has enseñado. Tú eres,
ciertamente, el Omnisciente, el Sabio” (Corán, 2:32).
NOTAS
1- Hugh Ross, The Fingerprint of God, p.
50
2- Sidney Fox, Klaus Dose, Molecular
Evolution and The Origin of Life, W.H. Freeman and Company, San Francisco,
1972, p. 4.
3- Alexander I. Oparin, Origin of Life,
Dover Publications, NewYork, 1936, 1953 (reprint), p. 196.
4- New Evidence on Evolution of Early
Atmosphere and Life, “Bulletin of the American Meteorological Society”, vol
63, November 1982, pp. 1328-1330.
5- Stanley Miller, Molecular Evolution of
Life: Current Status of the Prebiotic Synthesis of Small Molecules, 1986, p.
7.
6- Jeffrey Bada, “Earth”, February 1998, p. 40
7- Leslie E. Orgel, The Origin of Life on
Earth, “Scientific American”, vol. 271, October 1994, p. 78.
8- Charles Darwin, The Origin of Species by
Means of Natural Selection, The Modern Library, New York, p. 127.
9- Charles Darwin, The Origin of Species: A
Facsimile of the First Edition, Harvard University Press, 1964, p. 184.
10- B. G. Ranganathan, Origins?,
Pennsylvania: The Banner Of Truth Trust, 1988, p. 7.
11- Charles Darwin, The Origin of Species: A
Facsimile of the First Edition, Harvard University Press, 1964, p. 179.
12- Derek A. Ager, The Nature of the Fossil
Record, “Actas de la British Geological Association”, vol 87, 1976, p. 133.
13- Douglas J. Futuyma, Science on Trial,
Pantheon Books, New York, 1983. p. 197.
14- Solly Zuckerman, Beyond The Ivory Tower,
Toplinger Publications, New York, 1970, pp. 75-94; Charles E. Oxnard, The
Place of Australopithecines in Human Evolution: Grounds for Doubt, “Nature”,
vol 258, p. 389.
15- ¿Es posible que la ciencia
llegue a ser exterminada por los científicos que creen tener las respuestas
concluyentes o por la renuencia de la sociedad a pagar la cuentas?
“Scientific American”, December 1992, p. 20.
16- Alan Walker, “Science”, vol. 207, 7 March
1980, p. 1103; A. J. Kelso, Physical Antropology, 1st ed., J. B.
Lipincott Co., New York, 1970, p. 221; M. D. Leakey, Olduvai Gorge, vol.
3, Cambridge University Press, Cambridge, 1971, p. 272.
17- Jeffrey Kluger, No Tan
Extinto Después De Todo: El Homo Erectus Primitivo Pudo Haber Sobrevivido Lo
Suficiente Y Llegar a Coexistir Con Los Humanos Modernos, “Time”, 23
December 1996.
18- S. J. Gould, “Natural History”, vol. 85,
1976, p. 30.
19- Solly Zuckerman, Beyond The Ivory Tower,
p. 19.
20- Richard Lewontin, The Demon-Haunted
World, The New York Review of Books, January 9, 1997, p. 28.
21- Malcolm Muggeridge, The End of
Christendom, Grand Rapids: Eerdmans, 1980, p. 43.
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