El
Mundo de Nuestras Pequeñas Amigas "Las Hormigas"
HARUN YAHYA
Fuente: www.harunyahya.com
Primera publicación en inglés:
2001, Nueva Delhi, India.
Primera publicación en castellano: Noviembre de
2003, Buenos Aires, Argentina
Traductor al castellano: Abu Dharr Manzolillo
Omar sale de su casa todos los días
para ir a la escuela y antes de llegar a la calle pasa por el jardín, donde se
queda un rato, porque allí vive una amiga muy especial. Nadie le da importancia
pero él la quiere mucho. Nunca se olvida de visitarla y disfruta mucho con esa
relación. Después de todo, se trata de una amiga más inteligente que muchos
otros. Aunque tiene un cuerpo pequeño hace bastantes cosas importantes y es una
gran trabajadora. Su tarea la realiza con toda corrección y en el tiempo
apropiado, como si fuera un soldado en el ejército. Si bien no va a la escuela
como Omar, conoce perfectamente como llevar a cabo su labor.
Seguramente te estarás preguntando
quién es esta amiga, ¿no?
Esa amiguita de Omar, que nadie
sabe que la tiene, es una pequeña hormiga que hace muchas cosas maravillosas.
Puede ser que tú, mi querido
lector, no te hayas enterado de lo hábiles e inteligentes que son estos
animalitos. Incluso alguien pueden pensar que son simples bichitos que andan de
aquí para allá sin hacer nada. Pero no es así porque, al igual que otros seres
vivientes, tienen una vida bastante ocupada.
Omar tuvo la posibilidad de
enterarse de algunas características de su amiga, motivo por el que siempre la
visita y habla con ella, pues está entusiasmado por todo lo que aprende del
mundo de las hormigas y quiere compartir ese conocimiento con otros chicos.
¿Qué es lo que excita tanto a Omar?
¿Por qué está tan fascinado con todo lo que tiene que ver con ese bichito? Para
saberlo, querido lector, continúa leyendo...
La hormiga es una de las criaturas
más numerosas de nuestro planeta. Por cada cuarenta seres humanos que nacen,
nacen setecientos millones de hormigas. En otras palabras, son muchísimas más
que todos los humanos del mundo.
Forman familias muy grandes. Por
ejemplo, los humanos podemos tener una familia de cuatro o cinco miembros entre
padres y hermanos. Pero la familia de las hormigas está formada por millones de
ellas..
¿Podrías tú que estás leyendo vivir
en la misma casa con millones de hermanos? ¡Seguramente que no!
Las características sorprendentes
de las hormigas son muchísimas. Aunque son millones y viven juntas, no tienen
ningún problema entre ellas, no arman líos, no cometen desarreglos. Viven de una
manera muy bien organizada y todas obedecen las órdenes que se dan.
Algunas son costureras, otras
cultivan su alimento como labradoras, otras más controlan pequeñas granjas donde
alimentan a ciertos animalitos. Así como los humanos crían vacas para
ordeñarlas, las hormigas hacen lo mismo con pulgones y usan su leche.
Veamos ahora que nos puede contar
Omar de las hormigas.
OMAR:
Me di cuenta de que estaba allí un día que la vi sacando su cabezota de debajo
de la tierra. Me llamó la atención que la cabeza era bastante más grande que el
cuerpo y me pregunté a qué se debería eso. Entonces empecé a observarla y
entendí que le servía para proteger el nido. ¿Saben de qué manera? Controlaba si
las otras hormigas que querían entrar allí eran de su familia o no. Si no lo
eran, no las dejaba pasar tapando las entrada con su cabeza.
Lo que más me llamaba la atención
hasta ese momento era cómo reconocía a sus familiares y los dejaba pasar pero
impedía el ingreso de extraños. Después de ver eso me acerqué al animalito, nos
hicimos amigos y le pedí que me cuente lo que sucedía adentro. Ella comprendió
enseguida mi curiosidad y empezó a contarme lo que pasaba.
LA
HORMIGA: Omar,
antes que nada debo decirte que a nuestra familia la llamamos “colonia”. Es
decir, vivimos en comunidades y a cada una de éstas le llamamos colonia. Una
hormiga puede saber fácilmente si otra es o no un familiar. Se entera tocándole
el cuerpo con sus antenas (unos pequeños bastones que surgen de la parte de
arriba de la cabeza) con las que detecta una “esencia” u “olor” propio de cada
comunidad. Si es una extraña no podemos permitirle ingresar a nuestra casa. A
veces debemos hacer uso de la fuerza para expulsarle.
Omar quedó sorprendido al enterarse
de ese sistema de seguridad tan bueno y se preguntó cómo era posible que quienes
no vivían allí se atreviesen a querer entrar. Se lo comentó a su amiga pero ésta
se sonrió y le dijo que había otras cosas que también le iban a llamar la
atención.
Entonces la hormiga dijo: Te voy a
contar algo que tenías ganas de saber. La colonia está compuesta por la reina,
las hormigas macho, las soldados y las trabajadoras.
La reina es la más grande de todas
y junto con las hormigas macho son las que permiten que nuestra especie siga
existiendo porque se ocupan de que nazcan las nuevas hormiguitas.
Las soldados son las responsables
de proteger a la colonia, cazar y encontrar nuevos lugares para nidos.
Las trabajadoras son hembras
estériles. Es decir, no pueden tener hijos. Son las encargadas de cuidar a la
reina, limpiar, alimentar a las bebés, construir corredores y de los demás
trabajos en la colonia.
Junto con las soldados se dividen
en pequeños grupos para distintas tareas: proteger a la comunidad, criar el
“ganado” (pulgones) y cazar lo que hace falta para la subsistencia de la
colonia. Es así que mientras un grupo expulsa a algunos enemigos o caza, otro
construye el nido y otro más lo limpia o repara.
Mientras la pequeña amiga le
explicaba todo eso, Omar escuchaba maravillado. Después le preguntó: ¿No te
cansas nunca parada siempre a la entrada del nido? ¿Cuál es tu tarea específica?
La amiguita respondió: Yo también soy unas trabajadora y mi tarea es servir aquí
como guardián. Como ves, mi cabeza es bastante grande para cubrir el hueco de
entrada al nido. Estoy satisfecha de tener esta capacidad y cumplo mi deber con
gran placer. Nunca me canso. Por el contrario, estoy contenta de proteger a mis
familiares de las amenazas.
Omar quedó más sorprendido con esa
respuesta. Se dio cuenta de que las hormigas trabajan sin parar y ayudándose
entre ellas, sin actitudes egoístas y sin ningún tipo de problemas, cosas que a
los humanos nos cuesta mucho conseguir. De lo que le contó su amiga pudo
entender fácilmente que el trabajo de la colonia estaba perfectamente repartido
entre sus miembros. Era obvio que estaban muy bien organizadas y que todo lo
hacían de manera solidaria. Eso le llevó a preguntar si en algún momento podría
surgir alguna disputa en caso de que alguna, por ejemplo, se considerase mejor o
más fuerte que otras. La amiga le contestó que nunca había sucedido algo así y
agregó: Omar, somos una gran familia. Entre nosotras no hay competencia, celos o
ambiciones. Siempre nos ayudamos unas a otras y nos esforzamos al máximo por
servir a la colonia, por la que todas nos sacrificamos. Cada una piensa primero
en el bien de las demás y sólo después en sí misma. Te daré un ejemplo. Cuando
el alimento escasea, cada trabajadora se convierte en “alimentadora” y de
inmediato empieza a nutrir a otras con la reserva que tiene en el estómago. En
el momento en que vuelve a haber suficientes provisiones, retoma sus tareas de
trabajadora.
A menudo escucho decir a la gente
que en la naturaleza hay competencia o lucha por la subsistencia entre las
criaturas de cada especie. Nunca les creas a los que dicen eso. Nosotros sabemos
muy bien que tenemos que cooperar para alcanzar el éxito.
Omar le contestó que lo que ella le
había contado de su colonia era un buen ejemplo de eso y que estaba muy contento
de saber que Dios las había creado tan entregadas unas a otras, solidarias y
cariñosas. Después le comentó que por lo menos quería ser tan considerado con
los humanos como lo eran las hormigas entre sí, y también ser una buena persona
a quien Dios aprecie.
Se había hecho tarde y Omar tenía
que ir a la escuela. Se lo dijo a su amiga pero le prometió volver a visitarla
al día siguiente.
Efectivamente, Omar regresó al
mismo lugar la mañana siguiente y esperó a que llegue su amiga, lo que sucedió a
los pocos minutos. Le contó que pasó toda la noche impaciente por verla de nuevo
y le recordó su promesa de contarle otras novedades de lo que sucedía en el
interior del nido. En consecuencia, la hormiga empezó su relato:
Aunque somos pequeñas, nuestro nido
es sorprendentemente grande, como el cuartel general de un gran ejército. Si no
eres de las nuestras no puedes entrar porque, como ya sabes, hay guardianes como
yo en las puertas.
Tenemos un orden muy grande y la
actividad no cesa ni un instante. Miles e incluso millones de soldados y
trabajadoras llevan a cabo su labores de modo organizado. Nuestra edificación es
muy apropiada para el trabajo que desarrollamos puertas adentro. Cada tarea o
función cuenta con lugares especializados diseñados de tal manera que las
trabajadoras y las soldados hagan todo de la mejor forma posible.
Al construir el nido tenemos en
cuenta cada una de nuestras necesidades. Por ejemplo, en determinada zona del
subsuelo sólo entra cierta cantidad de luz solar, en tanto que otras zonas
ubicadas en la parte superior la reciben en el ángulo más amplio posible.
También hay zonas intercomunicadas permanentemente para que estemos en contacto
sin ningún tipo de dificultad. El depósito donde ponemos el material sobrante se
ubica a un costado de la edificación. Las despensas en donde acumulamos las
provisiones son de fácil acceso. Y en el centro del complejo hay una gran
antecámara o salón donde nos reunimos en ciertas ocasiones.
Al escuchar ese relato Omar dijo:
¿Realmente hacen todo eso? No sabía que las hormigas podían trabajar como
arquitectas e ingenieras expertas. Cuando los humanos tienen que construir
edificios tan perfectos deben invertir antes muchos años de estudio y esfuerzos.
¿Reciben ustedes una preparación especial?
La hormiga le siguió agobiando con su respuesta:
No. La habilidad para hacer todo eso ya la tenemos en nosotras. No aprendimos
nada de ningún lado pero sabemos exactamente qué tenemos que hacer y cuándo.
Pero hay otros datos que te sorprenderán más aún.
Como te relaté antes, nuestro
edificio es muy grande en comparación con nuestro tamaño. No obstante, gracias a
un avanzado sistema de calefacción, lo mantenemos a una temperatura constante
todo el día. Para eso, entre otras cosas, cubrimos la superficie exterior del
nido con varios materiales aislantes. De ese modo no entra el aire frío durante
el invierno ni el aire recalentado durante el verano.
Si Omar no se hubiese enterado de
todo lo que oía gracias a los relatos de su amiga, hubiera sido difícil que lo
creyese. Entonces le dijo: Si algún otro me hubiese informado de todo esto y
luego me hubiese preguntado quién podría hacer semejante edificación, habría
dicho que sólo alguien que dispusiese de herramientas muy precisas y se valiese
de gente muy especializada. Pero nunca hubiera creído que las hormigas tenían la
capacidad para semejante trabajo.
Mientras la hormiga seguía
hablando, a Omar se le cruzaban muchas ideas por la mente. Pensaba que esos
animalitos eran más competentes que los humanos y comenzó a considerarlos de
otra manera. Comprendió que las hormigas fueron creadas por Dios y que en todo
momento obraban por medio de Su inspiración, pues de no ser así no podrían
llevar a cabo ese trabajo.
Como la hormiga le seguía relatando
cosas, Omar quiso seguir haciendo preguntas. Lo primero que se le ocurrió fue
averiguar la forma en que trabajaban la huerta. Entonces le preguntó cómo era
posible que siendo tan pequeñas pudiesen desempeñar la tarea de granjeras sin
herramientas, algo prácticamente imposible para los humanos.
La hormiga respondió: Primero te
voy a contar algo más sobre nosotras porque así me será más fácil responderte.
Aunque las hormigas nos vemos todas muy parecidas, hay unas ocho mil ochocientos
especies distintas, cada una con sus propias características. La granjera es una
de esas especies. Se las llama “attas”, es decir, “hormigas cortadoras de
hojas”. Su principal característica es que llevan sobre la cabeza los pedazos de
hojas que cortan. Pero antes de eso limpian muy bien el sendero que van a
recorrer para moverse sin dificultades. El camino por el que van y vienen luce
como una autopista. Primero recorren lentamente ese trecho y eliminan todos los
obstáculos: ramitas, vegetación inservible, pedacitos de tierra, etc.
Cuando la autopista queda sin
estorbos y lisa como si hubiese sido apisonada con una herramienta especial, la
empiezan a transitar ocultas bajo los pedazos de hojas que sostienen atenazados
firmemente con las mandíbulas.
OMAR:
¿Dijiste que las attas se ocultan bajo los pedazos de hoja? ¿Por qué?
LA
HORMIGA: Por
prudencia frente a posibles enemigos. Las attas de tamaño medio se pasan casi
todo el día fuera del nido acarreando hojas. Por lo general usan sus mandíbulas
para defenderse de algún enemigo, pero no se pueden valer de esa arma porque es
con lo que sostienen los pedazos de hojas que transportan.
OMAR:
¿Y cómo se defienden entonces en caso de un ataque?
LA
HORMIGA: Las
attas siempre van acompañadas de hormigas más pequeñas que se colocan en lo alto
de los pedazos de hojas transportados. Desde allí observan todo y frente a un
ataque enemigo son las que llevan a cabo la defensa de las cortadoras.
OMAR:
Ese es otro sorprendente ejemplo de solidaridad y autosacrificio. Pero quiero
saber algo más. ¿Por qué las attas acarrean esos pedazos de hojas todo el día?
LA
HORMIGA: Los
necesitan para desarrollar hongos en sus huertas. Es decir, no comen las hojas
sino que las mastican y hacen una parva que la depositan en las cámaras
subterráneas del nido. Los hongos crecen sobre los pedacitos de hoja y las attas
comen sus brotes.
Seguramente que ahora te
preguntarás cómo es que las hormigas llevan a cabo toda esa tarea sin haberla
aprendido.
OMAR:
Sí, estoy intrigado por enterarme de qué manera saben lo que tienen que hacer.
Porque si me pides que yo cultive esos hongos me resultaría algo muy difícil.
Como mínimo tendría que leer algunos libros o buscar quien me indique la
técnica. Pero ya sé que las attas no reciben ese tipo de enseñanza.
Sí, sí, ahora estoy entendiendo de
dónde sacan todo ese talento: están programadas para realizar sus labores. Nacen
sabiendo cómo se trabaja la huerta. Por cierto, es Dios, el Creador de todo,
Quien les dio esa pericia. Es Dios Quien las creó a ustedes con esas
características extraordinarias.
LA
HORMIGA: Así es
Omar. Todo eso lo sabemos de modo innato. Dios, nuestro Creador, nos bendijo con
ese conocimiento.
De nuevo se le hizo tarde a Omar.
Le agradeció a su amiguita todo lo que le explicó y se fue a la escuela.
Mientras caminaba le resonaba como un eco todo lo que había escuchado.
La destreza de las hormigas estaba
señalando la existencia de una gran sabiduría que no podía provenir de ellas
mismas porque, después de todo, no eran más que unas pequeñas criaturas. Por lo
tanto esa capacidad que exhiben debe servir para que los seres humanos
contemplen la sapiencia de Dios, lo portentoso que El es y el arte de Su
creación. Fue Dios Quien dio a esas pequeñas criaturas la aptitud para realizar
lo que por sí solas no podrían. Es decir, el discernimiento innato, la habilidad
y la disposición al sacrificio que exhiben, se debe a la inspiración de Dios.
Todo lo que hacen las hormigas no
nos manifiesta su talento y sabiduría sino el talento y la sabiduría de Dios.
Al cavilar Omar sobre la
experiencia vivida, se dio cuenta que estaba reemplazando ciertas cosas que
había pensado antes por otras más correctas. Comprobó una vez más que eran
mentiras todos esos cuentos que relatan que la vida pasó a existir por
casualidad y que las capacidades que tienen los seres vivos también son algo
accidental, fortuito, adquirido después del transcurso de muchísimo tiempo.
¿Cómo podían ser ciertas todas esas suposiciones? ¿Cómo sería posible que las
hormigas “hablasen” tan perfectamente entre ellas si hubieran surgido por
casualidad? ¿Cómo podían contactar entre ellas sin ningún inconveniente y
construir mancomunadamente nidos excelentes? Además, si pasaron a existir por
casualidad y para defender cada una y antes que nada su propia vida, ¿por qué
realizan sacrificios tan enormes para amparar a la comunidad?
En la escuela Omar se pasó pensando
todo el día en cosas como esas y al volver a la tarde a su casa decidió leer el
Corán, es decir, el Libro enviado por Dios a todas las personas. El primer
versículo que leyó fue el siguiente:
En la
creación de los cielos y de la tierra y en la sucesión de la noche y el día hay,
ciertamente, signos para los dotados de intelecto, que recuerdan a Dios de pie,
sentados o echados, y que meditan en la creación de los cielos y de la tierra:
“¡Señor! No has creado todo esto en vano. ¡Gloria a Ti! ¡Presérvanos del castigo
del Fuego!” (Corán, 3:190-191).
Se convenció totalmente de que Dios
es el Uno Que creó a las hormigas, lo creó a él, a su papá, a su mamá, a su
hermano y a todo lo que hay en el universo. Su pequeña amiga le había hecho
notar la realidad más importante: no había ningún otro creador fuera de Dios.
Pienso que cuando tú, querido
amiguito, leas estas líneas, también percibirás la verdad como Omar y sabrás que
es Dios Quien creó y crea todo.
Si al igual que Omar algún día te
encuentras con un buen amigo, no olvides que puedes aprender mucho de él.
Investiga y piensa acerca de la perfección en el arte de Dios, Quien lo creó.
FIN (the end)
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