Tras los pasos del Bien-amado
Episodio 4: la preparación divina del profeta,
que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él.
En El Nombre de Al·lâh, El
Más compasivo, el Muy Misericordioso.
Que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean
sobre nuestro profeta Mohammad.
Continuamos con la biografía
(sira) de nuestro amado Profeta Mohammad y me gustaría
empezar renovando nuestro agradecimiento a Al·lâh por
ofrecernos tan preciados dones en Ramadán: el perdón y
la salvación del fuego del infierno.
Además,
debemos apreciar el hecho de que Al·lâh nos ha permitido
vivir la experiencia de este Ramadán y en concreto
Lailat el Qadr (La noche del Gran Prestigio) mientras
que otras personas han muerto antes de que incluso
empezara. Estos dones exigen un hondo y sincero
agradecimiento a Al•lâh de modo que volvamos a Al·lâh
completamente sumisos.
Ciertamente,
es un gran honor para nosotros el poder retransmitir los
episodios este año desde este lugar. Nos encontramos a
pocos pasos de la Mezquita del Profeta y sentimos que
somos huéspedes en su casa.
Otra
bendición más, que debo agradecer a Al·lâh, es tener una
audiencia tan multicultural. Se encuentran hoy conmigo
personas provenientes de varios países islámicos, entre
los cuales hay profesores de universidades de Sudán,
Egipto y Medina, así como también de Siria y Palestina.
Me hace sentir muy orgulloso el tener a estos nietos del
Profeta asistiendo cada día.
Me han pasado
una nota acerca del horario de difusión de estos
episodios. Mucha gente ha pedido que se retransmitan por
la tarde, porque les resulta muy difícil seguir el
episodio en directo por la noche. Por eso, gracias a
Al·lâh, además de retransmitirse cada día a las 6:00 de
la tarde para contentar al público de Estados Unidos, a
partir de ahora también se retransmitirá diariamente
desde el canal televisivo Iqra a las 3:45 de la tarde,
horario local de Arabia Saudita (2:45 de la tarde,
horario de El Cairo).
Vamos a
empezar, pues, con el episodio de hoy, que tratará sobre
la juventud del Profeta, su boda y las preparaciones
divinas esenciales que permitirán que el profeta esté
preparado para recibir el mensaje del Islam. En otras
palabras, el final de este episodio coincidirá con el
incidente de La Cueva Hirá.
A modo de
introducción haremos un repaso rápido de los
acontecimientos que influyeron en la vida del Profeta,
que los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre él.
*
Circunstancias sociales: Era huérfano, perdió a su madre
y a su padre siendo muy pequeño (su padre murió antes de
que él naciera).
Además, fue hijo único. Este hecho le
enseñó que esta vida mundanal es corta y temporal.
* Hogar: Fue
criado en las casas de cinco personas:
1- La casa de su madre (al nacer).
2- Su primera amamantadora Halima
As-Sa’adía, en el desierto (del nacimiento hasta
la edad de dos años).
3- Su madre (de los dos a los seis
años).
4- Su abuelo Abdul-Muttalib (de los seis
a los ocho años, tras la muerte de su madre).
5- Su tío Abu-Taleb (cuando tenía ocho
años, después de la
muerte de su abuelo).
Esta
movilidad continua le enseña la seriedad, la
responsabilidad, la flexibilidad y la habilidad de
adaptarse a nuevas situaciones.
* El trabajo:
Trabajó como pastor entre las edades de 8 y 15 años.
Durante estos siete años, aprendió la
paciencia y la habilidad de reunir a la gente. Después,
trabajó en el comercio entre las edades de 15 y 35. En
esos veinte años, adquirió la habilidad de juzgar los
diferentes caracteres de la gente.
* Situación
económica: Aunque descendía de una de las familias
árabes más honorables, era pobre. Esto le permitía
relacionarse fácilmente con ambos: pobres y ricos.
*
Participación en la sociedad: Tomó parte activamente en
los acontecimientos sociales y políticos. De los 15 a
los 18 años, participó en la Guerra de los Fuyyar con
Quraysh, lo cual le enseñó el arte de la guerra. A los
18 años, formó parte de la Federación Tribal de los
Fudul, que le enseñó el arte de la paz y la negociación.
* Educación:
Era analfabeto, lo cual constituye un milagro en sí
mismo ya que demostró ser el mejor maestro de la
humanidad de todos los tiempos. A pesar de no haber
estudiado, adquirió muchísima experiencia en sus
relaciones con la sociedad y su interacción con la gente
que le rodeaba. Esto enseña a los jóvenes que deben ser
sociales y que nunca deben aislarse de la sociedad
porque esta interacción social es esencial para formar
el carácter. El Profeta no adquirió su experiencia
gracias a un milagro de una noche; sino que estaba
establecido que obtuviera estas experiencias
gradualmente a través de los años. Por eso, aconsejo a
todos los jóvenes que participen en diferentes
compromisos sociales y políticos. No necesitamos ni
jóvenes irresponsables ni jóvenes que usan la religión
como excusa para mantenerse aislados de la sociedad.
Necesitamos jóvenes sociables que puedan construir y
desarrollar nuestras sociedades para evitar el error de
la generación anterior que no participó en la vida
pública. ¿Por qué no colaboramos con un orfanato u otra
institución benéfica? Este tipo de trabajo producirá
la juventud madura que necesitamos.
Pero volvamos
a la biografía de nuestro Profeta, que los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre él. A la edad de 25 años,
todavía necesitaba otro tipo de experiencias que le
permitiesen llegar a ser profeta del mundo entero. Como
todavía no había viajado, necesitaba viajar y tener
contacto con otras naciones para aprender cómo tratar
con todo tipo de gente, en vez de estar
restringido a la tribu de Quraysh. Esto me da pie a
resaltar la importancia de viajar a otros países porque
la experiencia que uno gana en un año de viaje es
equiparable a la que ganaría en 20 años viviendo en el
mismo sitio.
Anteriormente, nuestro Profeta, que los Rezos y la Paz
de Al·lâh sean sobre él, había estado trabajando para
Khadiya Bint-Joayled conduciendo su caravana hacia El
Sham (hoy día Siria, Palestina, Líbano y Jordania) y,
en dirección contraria, hacia El Yemen. Estos viajes
eran necesarios para ponerle en contacto con los dos
imperios más grandes de la época: el Romano y el Persa.
¿Comprendéis ahora como tuvo lugar su formación?
Por eso,
cuando su tío Abu Taleb le sugirió que trabajara para
Khadiya, él aceptó sin reparo ya que desde siempre había
sentido un gran respeto hacia las mujeres. Por eso, no
sintió ninguna vergüenza de trabajar para una mujer o
tratar con ella desde el punto de vista profesional.
Esto enseña a nuestros jóvenes que no deben avergonzarse
de tratar con mujeres cuando haya una razón estricta
para ello y siempre que mantengan mutuo respeto. Esto
es diferente de inventar excusas como algunos jóvenes
hacen hoy en día.
Fijaos que
Khadiya no era una mujer ordinaria; era una mujer de
negocios con mucho éxito que se había quedado viuda por
segunda vez y tenía casi 40 años de edad en esa época.
Por eso, cuando Abu Taleb le propuso que Mohammad, que
los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, trabajara
para ella, aceptó y lo probó dejándole una caravana
pequeña y enviando con él a uno de sus fieles
sirvientes, Maysara, para que le informase acerca de las
habilidades y la honradez de Muhammad, que los Rezos y
la Paz de Al·lâh sean sobre él.
Después de acompañarle en tres viajes al Yemen,
Maysara volvió a Khadiya diciéndole que él nunca había
visto a nadie tan honesto, fidedigno y trabajador como
Mohammad. Esto enseña a nuestros jóvenes el valor del
trabajo duro. A veces, me siento desilusionado cuando
veo a algunos jóvenes a quienes gustaría conseguir
muchas cosas en la vida pero no están dispuestos a
trabajar duro. De hecho, es vergonzoso que un hombre
joven trabaje dos o tres horas al día solamente y luego
afirme que ama a Mohammad, que los Rezos y la Paz de
Al•lâh sean sobre él, que pasaba largas horas en el
trabajo cada día.
Después,
Maysara informó a Khadiya del éxito que Mohammad tenía,
que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él,
consiguiendo una ganancia honesta y cómo nunca se había
postrado ante ningun ídolo, igual que ella misma, y cómo
dijo a un cliente que nunca había adorado a Al-Lat y a
El-Ozza [ídolos de dioses] . Esto despertó su curiosidad
y quiso conocerlo mejor. Por ese motivo, decidió
confiar en él y enviarle con su caravana al gran viaje
hacia Al-Sham.
En vez de
tardar cinco o seis semanas en vender la mercancía, como
era usual entre los comerciantes, Mohammad, que los
Rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él, consiguió vender
su mercancía incluso antes de llegar a su destino y se
volvió con la ganancia. Esto nos enseña que la gente
religiosa, que tiene la responsabilidad de invitar a la
gente a acercarse a Al·lâh, nunca debería confinarse en
la mezquita, mientras que su vida mundanal es un
fracaso. Nuestro Profeta, que los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él, tuvo más habilidad en el comercio
que el famoso comerciante Abu Sufián, que en tan sólo
dos o tres semanas vendía su mercancía en Al-Sham.
Este éxito
gradual en todos los aspectos de la vida era necesario
para refinar el carácter de Mohammad, que los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre él, y no era un milagro. De
hecho, es muy posible que los jóvenes consigan este
éxito si se comprometen a aprender y a trabajar duro.
Incluso tomando en consideración que Al•lâh confirió
milagros a Muhammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh
sean sobre él, debemos tener presente que dichos
milagros no interfirieron con la secuencia de los
acontecimientos. En vez de eso, él mejoró gradualmente:
primero, como un pastor de éxito, después, como un
comerciante joven que demostró ser honesto y con la
suficiente habilidad para salir airoso de las diferentes
pruebas durante otro año entero; y finalmente, como un
comerciante con mucho éxito y bien establecido.
La idea de
adquirir el éxito gradualmente con el tiempo es un
principio básico en el Islam y la Sunnah (la tradición
del Profeta), lo cual debería enseñar a los jóvenes a
tener paciencia mientras que trabajan duro para
conseguir sus sueños.
Una vez que
Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre
él, había alcanzado dicho nivel de éxito en su vida
profesional y había tratado con diferentes gentes y
naciones, estuvo listo para dar el paso final de su
preparación: formar una familia. Era necesario que
contrajese matrimonio y llevara una vida familiar con
éxito para poder enseñar a los demás cómo hacer lo
mismo.
¿Cómo empezó
la idea de la boda? Mohammad, que los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él, había mantenido una cara alegre y
había demostrado tener flexibilidad en todos sus tratos,
incluso durante los momentos de desacuerdo. Esta alegría
es un requisito básico para tener éxito en el negocio,
como Occidente comprendió más tarde. Como consecuencia,
habiendo quedado profundamente impresionada por la
incomparable amabilidad de Mohammad, que los Rezos y la
Paz de Al•lâh sean sobre él, su honestidad y carácter
alegre, Khadiya decidió dar el primer paso.
Khadiya había
rechazado varias proposiciones de matrimonio que le
habían hecho algunos de los hombres más influyentes de
Quraysh, que habían sido atraídos por su belleza o su
riqueza. Esto continuó durante mucho tiempo hasta que
Khadiya abrió su corazón a una de sus amigas, Nafisah
Bint Al-Munabbih, y admitió su admiración hacia Mohammad
(RP), y dio permiso a Nafisah para que hablara con él
acerca de la boda.
En este
punto, es necesario que analicemos la situación y nos
preguntemos si es apropiado que una mujer inicie una
proposición de boda. Según este matrimonio ejemplar
entre Khadiya y Mohammad (RP)… sí, una mujer puede tomar
la iniciativa. Lo importante es cómo lo hace. En la
actualidad, es realmente complicado llegar a casarse y
las chicas deben vigilar de no hacer algo que las
deshonre o que las haga parecer fáciles a los ojos de
los posibles maridos. En lugar de eso, vamos a aprender
de nuestra señora Khadiya, cómo planeó llevar a cabo su
iniciativa.
Nafisah, que
era una persona madura y elocuente, fue a ver a
Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre
él, y mantuvieron este diálogo:
Nafisah: Muhammad, ¿estás casado?
Muhammad; No.
Nafisha: ¿Por qué?
Muhammad: Con lo pobre que soy, ¿quién
querría casarse conmigo?
Nafishah: Khadiya.
Muhammad: ¿Me aceptaría ella?
Nafisah: Hablaré con ella sobre el
asunto.
Dos días más
tarde, Nafisah regresó para informarle de que Khadiya
había aceptado la proposición de boda y de la buena
opinión que tenía de él.
Aconsejo a
las chicas que nunca hagan nada que les haga parecer
fáciles o baratas a los ojos de los hombres, quienes
cuando pierden su respeto hacia una mujer, nunca se
casan con ella. Este aspecto no tiene tanto que ver con
la religión como con la naturaleza humana, que siempre
aprecia más lo que obtiene con dificultad. Por eso, el
Islam estableció la ley acerca de la dote obligatoria y
puso como condición esencial para consumar el matrimonio
que el tutor de la chica (el padre, o en su falta un tío
o un hermano mayor) apruebe dicho matrimonio.
La dificultad
que un hombre encuentra para conseguir a su mujer hace
que cuando la consigue, la trate como una joya. Por el
contrario, las chicas que aceptan el matrimonio orfi
(no registrado legalmente) siempre son abandonadas al
final. ¡Observáis cómo la sirah trata los temas
sensibles de nuestra vida actual!
Volvamos a
Mohammad, que los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre
él, y Khadiya, cuyo matrimonio duró 25 años contra
todas las expectativas.
* Es verdad
que Khadiya tenía 15 años más que Mohammad (RP), sin
embargo, el nivel de madurez de ambos caracteres, que es
el factor principal que determina si un matrimonio
tendrá éxito o no, era extraordinario. La madurez
ejemplar de Mohammad era bastante difícil de encontrar.
Khadiya era lo suficientemente madura como para no
hacerle sentir inferior a ella. Pero hay que tener en
cuenta el grado de madurez de los caracteres envueltos,
especialmente desde que los psicólogos afirman que una
mujer madura más rápidamente que un hombre, lo cual
puede crear desacuerdos en la pareja casada si son de la
misma edad o si la mujer es mayor que el hombre. Por
eso, es preferible que el hombre sea un poco mayor que
la mujer.
* En cuanto
al dinero, Khadiya era más rica que Mohammad, pero ese
no era un problema ya que su posición social era
parecida. De hecho, Mohammad, que los Rezos y la paz de
Al·lâh sean sobre él, descendía de la familia más
honorable de Quraysh.
* El Islam
no solamente se interesa por la semejanza del nivel
religioso entre los futuros cónyuges, sino que también
da importancia a la semejanza de la posición social.
De todos
modos, el esposo es el que debe llevar la
responsabilidad económica de la familia. Por eso, el
famoso comerciante Mohammad, que los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él, que incluso se había asociado con
otro comerciante llamado Al-Said Ibn Abi Al-Said, era el
que cubría enteramente los gastos de la familia. Esto
no solamente refuta una afirmación hecha por algunos
orientalistas de que se casó con Khadiya por su dinero,
sino que también enseña a nuestras chicas y a sus
tutores que examinen a sus pretendientes antes de
casarse para asegurarse de su honradez, tal como hizo
Khadiya.
Omar Ibn Al
Khattab en una ocasión preguntó a un hombre si conocía a
una persona en particular. El diálogo discurrió así:
El hombre: Sí, lo conozco.
Omar: ¿Has tenido con él algún trato en
el que hubiera dinero de por medio?
El hombre: No.
Omar: Entonces, ¿puede que lo conozcas
de verlo rezar y asintiendo con la cabeza?
El hombre:
Sí.
Omar: Entonces, no lo conoces.
Por todas
estas razones, el matrimonio de Mohammad con Jadiya tuvo
éxito. Duró 25 años: los primeros 15 años antes de la
llamada profética, y los diez últimos, siendo ya
profeta. Además, tuvieron seis hijos: cuatro hijas
(Zeinab, Roqayia, Omm Kulzom, Fatima) y dos hijos
(Al-Qasem y Abdull·lâh). Esta fue una verdadera historia
de amor, no como la de Romeo y Julieta, que nunca
tuvieron la oportunidad de consumar su amor y ponerlo a
prueba verdaderamente mediante el matrimonio. El amor de
Mohammad y Khadiya fue puesto a prueba mediante el
matrimonio y se mantuvo impecable con el paso del
tiempo, y tengo dos pruebas:
1) Veinte
años después de la muerte de Khadiya, durante el regreso
victorioso a Meca y la toma del poder, el Profeta estaba
muy ocupado tratando de muchos temas y con mucha gente.
Sin embargo, en cuanto vio a una mujer anciana que se le
acercaba, se abrió paso hacia ella y pidió a todos que
los dejaran solos y no los molestaran durante una hora.
La gente lo vio extendiendo su capa en el suelo para que
ella se sentara. Luego, observaron cómo hablaban y reían
juntos, lo que les dejó llenos de curiosidad por saber
quién era aquella mujer. Cuando regresó, nuestra señora
Aisha le preguntó quién era aquella anciana. El diálogo
transcurrió así:
Mohammad: Una amiga de Khadiya.
Aisha: ¿De qué hablábais?
Muhammad: Estábamos recordando los
buenos tiempos junto a Khadiya.
Tras la
muerte de Khadiya, y después de haberse casado con
nuestra señora Aisha, cada vez que el Profeta oía que
llamaban a la puerta de una manera similar a como lo
hacía nuestra señora Khadiya, deseaba que fuese su
hermana Hala, para poder así recordarla.
Este gran
amor y la lealtad entre ambos duró 25 años, aunque vivió
un acontecimiento muy difícil: la muerte de los dos
hijos varones del profeta. El Profeta aprendía una y
otra vez que la vida es insignificante. A través de
estos acontecimientos, Al·lâh enseñaba al Profeta que
debía vivir por su objetivo, y no distraerse con los
adornos de la vida. Uno de ellos murió a la edad de
tres años y el otro a la edad de cuatro, a la edad en
que los padres son más próximos a sus hijos. En 35
años, el Profeta había sentido la muerte de gente muy
cercana a él: su padre, su madre, su abuelo y sus dos
hijos. Esto enseñaba al Profeta que la vida es corta e
insignificante, y que no merece que por ella perdamos la
otra vida.
Pero no
tenemos que sufrir todos esos acontecimientos difíciles
para comprender esto. No tenéis que perder a un ser
querido para daros cuenta de que la vida vale poco.
"Realmente en el Mensajero tenéis un hermoso ejemplo
para quien tenga esperanza en Al•lâh y en el Último Día
y recuerde mucho a Al·lâh.” Sura de los Coligados, aleya
21.
Vivid por
vuestros objetivos, vivid por la causa de Al·lâh. No
viváis con el único objetivo de criar a vuestros hijos.
Vosotros os moriréis o ellos se morirán. No merece la
pena. Otra lección que aprendemos de la muerte de los
hijos del Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean
sobre él, está dedicada a aquellos que han perdido un
hijo o una hija. A veces, Al·lâh toma una cosa de ti
para darte algo mejor. A veces, un hijo o una hija
está destinado a ir al infierno, pero cuando se mueren
jóvenes, sus padres empiezan a hacer buenas acciones
por ellos, y el hijo va al Paraíso gracias a estos
actos.
Ahora, el
próximo paso para preparar al Profeta para su misión era
demostrar su humanidad a todo el mundo, no solamente a
los musulmanes. Esto es algo que los musulmanes deben
aprender. Deben fijarse en cuan misericordioso era el
Profeta con las personas que no eran musulmanas, antes
de Islam. ¿El Profeta fue enviado a los musulmanes
solamente, o a toda la humanidad? Evidentemente, fue
enviado a todo el mundo. Por eso, el Profeta tenía que
experimentar todo tipo de situaciones para enseñar a los
demás cómo deben ser indulgentes con todos los seres
humanos. Algunos musulmanes limitan su misericordia a
los otros musulmanes, y así no actúan como lo hacía el
profeta.
Analicemos la
historia de Zaid Ibn Haretha. Este acontecimiento
ocurrió antes de que Mohammad recibiera el Mensaje
Divino. Había una mujer llamada Sa’da Bent Ta’laba, que
era la madre de nuestro señor Zaid. Cuando éste contaba
ocho años, su madre lo cogió y se dirigían a otra aldea,
cuando fue secuestrado y vendido en el mercado de Akadh
como esclavo. Un hombre llamado Hakim Ibn Hossam Ibn
Khwayled, el sobrino de Khadiya, lo compró y se lo
regaló a su tía Khadiya, que a su vez lo puso a
disposición de nuestro señor Muhammad, que los Rezos y
la Paz de Al·lâh sean sobre él. El chico vivía con el
Profeta mientras que sus padres lo buscaban. Entonces,
un día, el padre se enteró de que su hijo vivía en la
casa de Mohammad.
Empezó a
ahorrar dinero para recuperar a su hijo. Después, fue a
ver a Mohammad y le pidió que aceptara el dinero a
cambio de su hijo. Mohammad, que los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él, le dijo que tenía una solución
mejor, que era dejar que el hijo escogiera con quién
quería quedarse. Si el hijo escogía al padre, entonces
él podría llevárselo sin tener que pagarle nada a
cambio, pero si escogía al Profeta, se quedaría con él.
¿Observáis qué misericordioso era? El Profeta no era
musulmán en aquella época; solamente estaba tratándolos
con humanidad. Tampoco les dijo que se lo llevaran sin
tener en cuenta el deseo de Zaid, por tanto también era
misericordioso con el chico. Quería que él mismo
escogiera lo que creía que era mejor para él. Zaid
escogió quedarse con el Profeta. Su padre le preguntó
cómo podía escoger ser un esclavo en vez de vivir libre
junto a sus padres. Zaid respondió diciendo que el
Profeta tenía una misericordia que nunca
antes había conocido y por eso no quería abandonarlo y
no le importaba todo lo que podían ofrecerle. ¿Observáis
qué misericordioso era el Profeta?. La misericordia no
es algo que debamos tener solamente con los musulmanes.
Todos debemos aprender de esta situación.
El último
paso para preparar al Profeta para su misión era
examinar su capacidad de liderazgo. Tenía que poder
resolver los desacuerdos entre la gente y unirlos.
También era fundamental que antes del Islam, fuera
reconocido como una persona de honor entre su gente.
Esto es esencial para que después, siendo ya profeta,
quedase claro que los que no lo seguían no era debido a
que no confiaban en su honradez, sino a causa de otros
intereses que pudieran tener.
El Profeta
ahora tenía 35 años de edad. Quraysh (la tribu del
Profeta) decidió reconstruir el Ka’aba. La gente tenía
miedo de derribar el Ka’aba para construirlo de nuevo,
porque Abraha y su ejército habían sido aniquilados por
tratar de derribarlo. Entonces, Al-Walíd Ibn AlMoghira,
que era conocido por su valentía, dijo que lo haría.
Alegó que como ellos lo hacían por una buena causa,
Al·lâh no les causaría ningún daño. Éste es un punto
importante; Al·lâh acepta las intenciones buenas aún si
no provienen de musulmanes. Entonces, Al-Walíd empezó a
derribar el Ka’aba, y los demás esperaron hasta el día
siguiente. Cuando estuvieron seguros de que nada malo
pasaba, todos empezaron a trabajar.
Quraysh dijo
que para reconstruir el Ka’aba, debían asegurarse
completamente de que todo el dinero usado provenía de un
trabajo limpio y legal y no tenía un origen inmoral
(como por ejemplo, que no hubiera sido robado). Éste es
otro punto importante. Las personas aún no siendo
musulmanas sabían que Al·lâh no aceptaría el dinero con
orígenes poco éticos. Esto es algo que sabemos por
nuestra fitra (la
sabiduría original que tiene todo ser
humano). Entonces, ¿por qué lo ignoramos nosotros los
musulmanes? ¿Cómo pueden dar de comer unos musulmanes a
sus hijos con un dinero que proviene del haram
(pecado)? Lo que crece mediante el dinero proveniente
del haram está destinado al infierno. ¿Cómo
podéis hacer eso a vuestros hijos?
Un tema
importante hoy día es el tema de los derechos de
autores.
Mucha gente viola la ley que los
protege, destruyendo las oportunidades de los que hacen
cosas nuevas para ganarse la vida con su trabajo. Esto
es muy dañino para todo el país, y destruye nuestras
oportunidades de desarrollo.
Pero volvamos
al Ka’aba. Cada tribu reconstruía una parte del Ka’aba,
porque consideraban un honor hacerlo. Después de
reconstruir el edificio, lo único que quedaba por hacer
era colocar la piedra negra (que es una piedra del
Paraíso) otra vez en su sitio. Todas las tribus querían
tener el honor de volver a colocar la piedra en su
sitio, y no se ponían de acuerdo en quien lo haría. El
tema era tan delicado que una tribu dijo que declararían
la guerra si no eran ellos los designados para hacerlo.
Pasaron tres días y no se tomaba una determinación.
Entonces, Al-Walíd sugirió que la primera persona que
entrara por la puerta del lugar donde estaban reunidos,
sin importar quien era, sería la encargada de solucionar
el conflicto.
Entonces, el
Profeta Mohammad entró en ese momento. Fijaos cómo
Al·lâh hizo que fuera el Profeta la persona encargada de
solucionar el problema. Éste es un punto importante
también. Los milagros no pasaban al Profeta en un modo
que cambiara los acontecimientos, sino que Al·lâh
preparaba las cosas para que él actuara. Vosotros
también, si trabajáis y os esforzáis en hacer bien
vuestro trabajo, Al·lâh arreglará las cosas para que
podáis resolver vuestros problemas.
Cuando el
Profeta entró, todos ellos se alegraron y lo proclamaron
como honesto y se pusieron de acuerdo en que él sería el
juez que decidiría qué debían hacer. Esta proclamación
tuvo lugar antes de que le fuera enviado el Mensaje
Divino, lo que demuestra cómo la gente le honoraba con
anterioridad. Por eso, Al·lâh Dice: “Pero no es a ti a
quien niegan los injustos, son los signos de Al·lâh lo
que niegan”, Sura de Los Rebaños aleya 34.
La gente
entonces preguntó al Profeta qué debían hacer. El
Profeta con prontitud pensó en una solución muy
inteligente, característica típica de los líderes. Les
pidió que extendieran una capa en el suelo. Entonces
recogió la piedra negra y la colocó en la capa.
Después, pidió que un representante de cada tribu
agarrara la capa, y todos ellos llevaron la piedra al
Ka’aba, y él mismo la colocó en su lugar. Permitió que
todos ellos se juntaran, lo cual les hizo sentir que
todos ellos habían logrado algo.
El Profeta
tuvo misericordia con las personas que no eran
musulmanas aquel día cuando llevó la piedra negra para
prevenir la guerra. Y tuvo misericordia con los
musulmanes después, cuando durante el hayy, no tocó la
piedra, sino que sólo la señaló, de modo que la gente no
luchara para tocarla durante el hayy. De verdad, siento
un gran amor en mi corazón por el Profeta Mohammad, que
los Rezos y la Paz de Al•lâh sean sobre él.
Anas Ibn
Malik dijo que el Profeta Mohammad, que los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre él, entró en Medina un lunes y
todo se iluminó con su presencia, lo cual indica que era
agradable a todos. Y murió en Medina un lunes y todo se
oscureció. La gente entonces le preguntó qué quería.
Dijo: "No quiero nada de este mundo. Quiero encontrarme
con él el Día del Juicio Final y decirle: “Tu criado
Onays” (diminutivo cariñoso para Anas), y que él me
acompañe al Paraíso."
Después de
todo lo que le ocurrió, el Profeta Mohammad, que Los
Rezos y La Paz de Al·lâh sean sobre él, estaba preparado
para empezar a recibir el Mensaje Divino.
Estaba
totalmente preparado para ello en todos los aspectos y
el mundo estaba esperando que él empezara su misión de
arreglar el mundo. Eso es lo que el mundo necesita
ahora también: gente que arregle lo que va mal.