Tras los pasos del Bien-amado
Episodio 15: El juramento de fidelidad de Al-'Aqaba
En el nombre de Al·lâh, El Más
Compasivo, El Muy Misericordioso y que los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre Su Profeta Mohammad.
Ayer explicamos que el Profeta, que los
Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, aprovechaba que
los peregrinos llegaban a La Meca para presentarles el
Islam, con la esperanza de que encontraría una tribu que
le apoyaría para llevar a cabo su Misión.
Después de veintiséis fracasos
consecutivos, finalmente el Profeta encontró a seis
jóvenes de la tribu del Jasrayy provenientes de Yazrib
(Medina) que se comprometieron a aceptarle a él como
profeta y su Mensaje y ello por diversas razones. En
primer lugar, los judíos que habitaban Yazrib en aquel
tiempo no cesaban de recordarles que el último de los
Profetas estaba a punto de venir. En segundo lugar, las
sucesivas guerras que habían tenido lugar entre dicha
tribu y la de los Aus habían causado muchísimas muertes
y por eso estaban dispuestos a probar un cambio.
Finalmente, el hecho de que los tozudos jefes de ambas
tribus hubieran muerto, daba pie a una nueva generación
abierta a comenzar desde un nuevo punto de partida.
Estamos ahora en el año 10 después de la
Revelación. Los jóvenes se comprometieron con el
Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él,
a volver al año siguiente trayendo consigo a gente
representante de la tribu de los Aus, después de
haberles transmitido el Mensaje. A pesar del hecho de
que eran enemigos en aquella época, se mostraron
honestos y legales con la tribu con la que compartían la
misma ciudad. El mayor de esos seis jóvenes era Asa’ad
Ibn Sorara que contaba con 21 años… Su casa se puede ver
todavía hoy en Medina.
Durante el año siguiente, puesto que
habían aprendido que el Islam era una religión destinada
a toda la Humanidad, estos jóvenes hicieron todo lo que
estaba en su mano para reconciliarse con la tribu de los
Aus, con el fin de hacer reinar la paz en la ciudad que
estaba destinada a acoger al Profeta, que los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre él. De este modo, los seis
jóvenes consiguieron convencer a otros seis: dos
provenientes de la tribu de los Jasrayy y los otros
cuatro de la tribu de los Aus. En total eran doce: ocho
de los Jasrayy, cuatro de los Aus.
Decidme: ¿Estáis vosotros preparados
para dejar de lado viejas enemistades y conflictos
surgidos entre vosotros y algunos de vuestros amigos o
familiares por el bien del Islam? ¿Podrías hacerlo para
ganar la complacencia de Al·lâh y el Paraíso?
Y éste es el tema principal del episodio
de hoy: el pacto entre los musulmanes o, mejor dicho,
entre el Profeta y Los auxiliadores (Ansar) de Medina,
con el que se comprometían a ayudar al Islam y a
prepararse para la inminente emigración de los
musulmanes a Medina.
En el undécimo año después de la
revelación, un grupo de doce personas se dirigió a La
Meca y el Profeta -que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean
sobre él– realizó con ellos un juramento de lealtad,
conocido como El Primer juramento de Al ‘Aqaba.
Consistía en:
-
Adorar a Al·lâh, Glorificado y
Enaltecido Sea, exclusivamente.
-
No cometer nunca adulterio.
-
No robar nunca nada a nadie.
-
No matar nunca a sus hijos.
-
No acusar falsamente a alguien de
algo.
-
Obedecer siempre al Profeta –que los
Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él– para hacer
obras buenas.
El Profeta –que los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él– además envió con ellos a Mosa'ab
Ibn Umayr, en calidad de representante del Profeta,
siendo así el primer embajador del Islam. Al llegar a
Medina, Mosa'ab empezó llevar a cabo su papel de
transmitir el Islam hasta que Sa'ad Ibn Moaz, el líder
de la tribu de los Aus y Usayd Ibn Hubayb abrazaron el
Islam. Poco después, al final de ese mismo año, no
quedaba ni una sola casa en Medina que no tuviera al
menos uno o dos musulmanes. De este modo, el Islam se
propagó.
El episodio de hoy trata del año 12.
Los musulmanes habían soportado doce años llenos de
penurias, miedos, fatigas, persecuciones, derramamiento
de sangre y muerte. Sin embargo, los compañeros del
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –
se mantuvieron firmes en sus creencias, defendiendo la
Verdad. Sus éxitos no eran debidos a un milagro sino que
eran el resultado de una planificación exhaustiva, una
fe profunda, y un gran amor por Al·lâh, Glorificado y
Enaltecido Sea. Por lo tanto, como cualquier experiencia
humana, sus intentos estaban sujetos a una fluctuación
de resultados y sus éxitos se daban gradualmente.
Personalmente, creo que los episodios de
"Tras los pasos del Bienamado" están dirigidos a
toda la Humanidad y no sólo a los musulmanes. Se trata
del relato de una experiencia humana excepcional que
puede ser útil para abogados, médicos, líderes
políticos, amas de casa y padres, por daros sólo unos
cuantos ejemplos. Si eres director de una empresa, por
ejemplo, encontrarás un estupendo modelo para seguir al
aprender las estrategias y las tácticas usadas en una de
las más importantes reuniones habidas en el Islam: El
juramento de fidelidad de Al-Aqaba.
Estamos ahora en la temporada del Hayy o
peregrinación mayor del duodécimo año, cuando Musa'ab
Ibn Umayr regresó a La Meca con un grupo de jóvenes que
representaba a los musulmanes de Medina. El Profeta –que
los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él– intentó
aprovechar esa temporada, aunque lo que venían a hacer
los incrédulos era adorar a sus dioses. Entonces, lo que
hizo fue aprovechar un punto en contra y convertirlo en
un punto a favor.
Esto se conoce en ciencias
administrativas como SWOT (Strengths, Weaknesses,
Opportunities and Threats), que es el
método por el cual se miden puntos fuertes,
puntos débiles, oportunidades y amenazas. Eso
era exactamente lo que hizo el Profeta –que los Rezos y
la Paz de Al·lâh sean sobre él– cuando decidió hacer
uso de la temporada en que las tribus árabes se reunían
en el lugar donde él vivía, para llevar a cabo su
Misión.
La victoria del Profeta– los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre él – tuvo su inicio en el
momento en que decidió aprovechar esta ocasión: pura
ciencia administrativa.
El Profeta –que los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él – tuvo que planificar
cuidadosamente la reunión para garantizar la seguridad
del grupo, que constaba ahora de 73 personas, y para
evitar que Quraysh sospechara algo, ya que eso supondría
el aborto de la reunión y, por ende, de la emigración.
No obstante, el Profeta –los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre él– estaba muy decidido a
encontrarse con ellos en persona y escucharlos. El
Profeta (SAAWS) [1] podía haberse establecido de una
manera muy sencilla y sin riesgos: simplemente
enviándoles mensajes a través de Musa’ab en los que el
Profeta les especificara su plan. Pero no era así como
el Profeta trataba a sus compañeros: todos los puntos
debían ser estudiados y analizados en presencia de ese
grupo de personas para que cada uno pudiera asumir su
responsabilidad con plena voluntad. Además, los
musulmanes de Medina todavía no se habían encontrado con
el Profeta. El Profeta (SAAWS) quería reunirse con este
valiente grupo de personas que habían creído en él sin
haberle visto y que estaban arriesgándolo todo por
encontrarse con él. Realmente eran muy valientes, y la
valentía es un rasgo humano que, cuando se combina con
la fe, se multiplica enriqueciéndose.
En cualquier caso, el grupo de nuevos
musulmanes se unió al convoy de asociadores que salían
de Medina con dirección a La Meca para llevar a cabo el
Hayy. Éste fue un verdadero ejemplo de integración en la
sociedad. Aislarte de los demás y vivir recluido no
tiene nada que ver con el Islam. Por ejemplo, el Profeta
(SAAWS) vivió durante 13 años en La Meca rodeado de
asociadores, haciendo da’wa (llamamiento al
camino recto de Al·lâh). Él tuvo que
mezclarse con ellos y conmoverlos con su extraordinaria
moral, lo cual era de sentido común teniendo en cuenta
la naturaleza de su misión. Si una persona que hace
da’wa se siente superior a los demás no podrá
ganarse su aceptación y confianza. Se puede convivir con
las personas que no son creyentes mientras te aferres a
tus creencias y no caigas en las tentaciones y actos
pecaminosos en que caen los demás.
Así pues, el grupo de musulmanes se
mantuvo junto a los no musulmanes durante el largo viaje
de 500 quilómetros y su benevolencia y equidad influyó
en muchos de los no creyentes hasta el punto de que
algunos se convirtieron al Islam. Y no eran personas
ordinarias. El primero fue Al Bara’a Ibn Ma’arur, jefe
de la tribu y que tenía más de 70 años. El segundo fue
‘Abdul·lâh Ibn Hirâm, que después se convertiría en un
Compañero relevante cuya historia en la Batalla de Ohod
nos conmoverá profundamente.
Antes de encontrarse con el grupo, el
Profeta –los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él – se
reunió con Musa'ab Ibn Umayr que le dio un informe
detallado sobre la vida en Medina: clases sociales,
situación política, situación económica, situación
geográfica, fuerza militar, la posición de los judíos,
etc. Por otra parte, antes de iniciar la reunión, el
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –
se quiso encontrar con Al-Bara’a Ibn Ma'arur, el líder
del grupo que se dirigía al Hayy. Al-Bara’a estaba
acompañado por Sa'ad Ibn Malik, un poeta que hoy en día
representaría el papel de los medios de comunicación y
la cultura. El profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh
sean sobre él – dio la mano a Al-Bara’a y cuando le
presentó a Sa'ad el Profeta (SAAWS) dijo: "¿el poeta?”
Este hecho indica claramente que el Profeta (SAAWS)
apreciaba el arte y la cultura. El arte en sí mismo no
debería ser considerado haram (acto
pecaminoso) mientras que no sirva para propagar ningún
acto pecaminoso. Esto debería quedar bien
claro a los medios de comunicación, que deberían
utilizar su enorme influencia en la gente de un modo
que promovieran la virtud y propagaran la benevolencia.
El plan que el Profeta – los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre él– ideó para la reunión estaba
muy bien pensado: La reunión tendría lugar en la
temporada del Hayy, cuando La Meca está más ocupada con
los grupos que vienen a hacer el Hayy; Por otra parte,
la cita exacta sería a la medianoche del último día de
Mena, puesto que éste es el último día del Hayy y, así,
si Quraysh se enteraba de la reunión, no tendría tiempo
para alcanzarles; Además,
el lugar de encuentro era en Aqaba, donde se realiza
uno de los rituales de Hayy, y así nadie podría
sospechar de su presencia;
Tres condiciones más eran que tenían que dormir
en sus tiendas entre los incrédulos, que nadie
despertara a otro, y que solamente vinieran de dos en
dos; Abu-Bakr y Omar no debían asistir a esta reunión
puesto que debían estar situados en las cimas de sendas
montañas vigilando el lugar.
Así, todos salieron esa noche a
hurtadillas, como el pajarillo que avanza a saltos,
hasta que se reunieron en el lugar señalado por el
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él.
Para ellos, este incidente sería el más importante de
sus vidas, más incluso que la batalla de Badr. ¿Y cómo
no? Esta reunión dio pie a la victoria de Badr y a la
conquista de La Meca más tarde. Kaab Ibn Malik dice en
un hadiz (dicho) auténtico narrado por Al-Bujari:
"Estuve presente en el Juramento de Fidelidad de Al
'Aqaba aquella noche con el Profeta, cuando
acordamos en común apoyar al Islam con todas nuestras
fuerzas, y no hubiera preferido asistir a la Batalla de
Badr en vez de a ese juramento, aunque Badr es más
conocido entre la gente".
Generalmente, en cada episodio
analizamos un período aproximado de tres años, sin
embargo hoy hablaremos exclusivamente de esa noche.
Dos de las 75 personas que asistieron a
la reunión eran mujeres: Nusaiba Bint Ka'ab y Asmaa Bint
Amr. A pesar del riesgo que tal reunión entrañaba, el
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –
insistió en que dos mujeres tenían que asistir para
representar a las mujeres de Medina.
Cuando el Profeta – los Rezos y la Paz
de Al·lâh sean sobre él – llegó al punto de encuentro
venía acompañado por su tío Al-‘Abbas. Aunque Al ‘Abbas
no era musulmán en aquel momento, desempeñó el papel de
AbuTalib, el difunto tío del Profeta que siempre le
había protegido. Al
‘Abbas ahora representaba a la familia para dar un
mensaje claro a los Ansâr: la familia del Profeta
todavía le apoya y le protege. Así, cuando todos se
sentaron, Al Abbas comenzó la reunión diciendo: "Gente
de Aus y de Jazrayy, sabíamos que hoy veníais. Vosotros
también debéis saber que nosotros, los hijos de Bani
Hashim, hemos protegido a Mohammad hasta este día. Por
tanto, si queréis que vaya al lugar donde vivís tenéis
que prometer que le protegeréis, en caso contrario somos
capaces de protegerlo nosotros mismos". Los Ansâr (los
auxiliadores de Medina) escucharon a Al-‘Abbas y
pidieron que el Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh
sean sobre él- hablara.
El
profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –
comenzó su discurso recitando aleyas del Corán y
suplicando a Al·lâh, Glorificado y Enaltecido Sea. Quiso
conmover sus corazones antes de dirigirse a sus mentes.
Entonces, les pidió hacer un juramento sobre cinco
puntos principales:
-
Obedecerlo completamente.
-
Gastar el dinero por la senda de
Al·lâh tanto en los buenos como en los malos
tiempos..
-
Ordenar hacer el bien y prohibir lo
reprobable.
-
Defender el Islam en cualquier
situación.
-
Proteger al Profeta, que los Rezos y
la paz de Al·lâh sean sobre él, cuando emigre a su
ciudad tal como protegen a sus mujeres y niños.
Contestaron, "¿Qué obtendremos a cambio
si te juramos hacer todo eso?" El Profeta – los Rezos y
la Paz de Al·lâh sean sobre él – los miró y dijo sólo
una palabra: "El Paraíso". A pesar de que la vida
mejoró y prosperó después de la emigración del Profeta a
Medina, no les prometió ninguna retribución mundanal.
El profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él
– nunca les prometió que les daría poder político, y
ciertamente su papel en la historia del Islam se mantuvo
simbólico, y ninguno de ellos se convirtió en Califa de
los musulmanes, ni condujo un ejército. Sin embargo,
se les había prometido el Paraíso.
Anas Ibn Malek narra el siguiente
incidente en un dicho auténtico de Muslim: "En el día de
Hunain... los politeístas sufrieron una derrota, y el
Mensajero de Al·lâh – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean
sobre él – se apoderó de un gran botín, y lo distribuyó
entre los refugiados y los musulmanes recién liberados
de La Meca, pero no dio nada a Los Ansâr.
Los Ansâr dijeron: " En los tiempos difíciles se
requiere nuestra ayuda, pero las ganancias se reparten a
otros y nosotros no cogemos nada”. Estas palabras
llegaron a oídos del Profeta– los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él, que les reunió en una tienda y les
dijo: "¿Qué es lo que he escuchado de vosotros?" Nadie
respondió. Entonces dijo: " ¡Decidme, Ansâr!: ¿No os
complace que mientras que la gente se marcha con sus
ganancias, regresáis vosotros con Mohammad, llevándolo a
vuestras casas?". Dijeron: " Por supuesto, nos complace
muchísimo, Mensajero de Al·lâh." Después dijo " Si la
gente andara por un valle y Los Ansâr andaran por un
camino estrecho, yo tomaría el camino de Los Ansâr."
Volvamos a nuestra historia. Al Bara’a
Ibn Ma'arur, que se había convertido al Islam, dijo:
"¡Profeta de Al·lâh!, dame tu mano. Sí, juramos por
Aquél que te ha enviado con la Verdad que te
protegeremos como protegemos a nuestros niños y
mujeres. Continúa con tu Misión, Profeta de Al·lâh,
pues somos gente valiente en la guerra, lo heredamos de
nuestros grandes antepasados".
Entonces, un hombre guardó silencio y no
expresó su opinión hasta el final. Observaba cómo sus
mayores hablaban arrastrados por el entusiasmo. Asa'ad
Ibn Sorara – Al·lâh le bendiga– era consciente de lo que
pasaba con su gente. Observad que aunque Ibn Sorara era
el más joven de los delegados de Medina, tuvo en cuenta
cosas que los más viejos y más experimentados no
hicieron. Asa'ad Ibn Sorara consideró la importancia de
algo en concreto, pero debido a la seriedad de lo que
quería decir, prefirió no decirlo al principio para
evitar que cambiase el rumbo del discurso.
Esta maravillosa y excepcional reunión
duró aproximadamente de dos a tres horas. Tomó el curso
de una reunión moderna organizada: Primero, Al ‘Abbas
hizo una breve introducción de cinco minutos. Después,
el Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él
– expuso una concisa lista de condiciones. Y luego
comenzó el turno de opiniones.
Al Bara’a Ibn Ma'arur tomó la palabra
con una aceptación entusiasmada de las condiciones que
el Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él
– había expuesto.
Abul Hayzam Ibn Tayhan, un joven recién
convertido al Islam, pidió la palabra. Con una amplia
perspectiva y considerando los diez años venideros dijo:
"Tenemos fuertes relaciones con los judíos y tu llegada
podría poner en peligro esta relación. Ahora bien, si
Al·lâh te concede la victoria, ¿volverás a tu gente (a
La Meca) una vez que nuestra relación con los judíos
haya quedado destruida?"
El Profeta – los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él – sonrió y explicó que para
entonces su sangre sería la de ellos y que su tumba
estaría entre las suyas. Les prometió también mantener
la paz con sus aliados y luchar contra sus enemigos. Más
adelante, el Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean
sobre él – cumplió su promesa y no se trasladó a La Meca
después de conquistarla, sino que permaneció en Medina.
Al oír la respuesta elocuente del
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –,
los delegados se llenaron de fervor y pidieron al
Profeta que tendiera su mano para que le pudieran jurar
lealtad.
Solamente entonces, Asa'ad Ibn Sorara
decidió decir lo que tenía en mente antes de que su
gente aprobara un pacto tan comprometido. Quería
asegurarse de que eran concientes de lo que estaban
prometiendo. Dijo: " ¡Esperad! Poned atención a lo que
estáis prometiendo al hombre. Os estáis comprometiendo a
luchar contra árabes y persas, contra blancos y negros.
Si pensáis que podéis fallarle, mejor que le dejéis
ahora". Fíjate que Ibn Sorara utilizó la palabra
"hombre" para ser objetivo. Asa'ad Ibn Sorara debía
haber tenido mucha experiencia para ser tan profundo a
una edad tan joven. Les estaba diciendo que aunque el
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –
iba a vivir entre ellos, y aunque les había prometido el
Paraíso, también habría sufrimiento ya que transmitir el
Mensaje de Al·lâh suponía mucho sacrificio. Sus
predicciones ocurrieron en realidad más adelante; diez
mil guerreros rodeaban Medina durante la Batalla del
Foso (Al Jandaq), y también es verdad que la gente
de Medina tuvo que luchar contra los persas y los
romanos. Observa la sabiduría de Asa'ad; la reunión
podría haber fracasado completamente si hubiera dicho
esas palabras al principio.
A partir de ese momento todo estaba
claro y los delegados vieron con claridad de qué trataba
el asunto. Así, se apresuraron a alcanzar la mano del
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –
y dijeron: " ¡Qué trato tan ventajoso, qué trato tan
ventajoso!”, (realmente la retribución es más grande que
el sacrificio), “Nunca nos echaremos atrás”. Y
competían por alcanzar primero la mano del Profeta,
pensando que quien antes prometía, antes entraba en el
Paraíso.
¿Si fueras una de esas setenta y cinco
personas, pondrías tu mano sobre la mano del Profeta –
los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él?
Esta reunión significaba que la
emigración (Hijrah) de centenares de musulmanes estaba a
punto de empezar, así pues, era necesario poner los
fundamentos para que se hiciera bien. El Profeta – los
Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él – pidió que
nominaran a doce jefes de entre los presentes para
administrar Medina. Por lo tanto, el Profeta – los
Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él – comenzó a
gobernar Medina de una manera democrática incluso antes
de ir allí realmente, llevando a cabo elecciones,
eliminando así las acusaciones infundadas de Occidente
de que el Islam conlleva despotismo.
Los delegados eligieron a nueve jefes de
la tribu de los Jazrayy y a tres de los Aus. Entre
ellos estaba Asa'ad Ibn Sorara, Al Bara’a Ibn Ma'arur,
Sa'ad Ibn Moaz, Usayd Ibn Hudhayr, y Abdul·lâh Ibn Amr
Ibn Hiram, y el Profeta les encomendó que fueran
responsables de su ciudad.
Desafortunadamente, la reunión no
terminó así; un hombre desconocido que estaba situado
encima de una montaña gritó: "¡Quraysh, atrapad a
Mohammad y a sus aliados! ¡Están planeando la guerra
contra vosotros!”.
Este hecho simplemente significa que a
pesar de todas las precauciones que se habían tomado,
algo había salido mal y la noticia de la reunión se
había filtrado de una manera u otra. Otra vez, se trata
de una experiencia humana que podía terminar en éxito o
en fracaso. No obstante, Al·lâh, Glorificado y
Enaltecido Sea, no frustra algo que ha sido planeado
cuidadosamente, con buenas intenciones y sinceridad.
En algunas versiones de la historia se
dice que el Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean
sobre él – dijo que ese hombre era Satán (Es-shaytan).
En otras versiones se dice que era un hombre malvado,
que no se difiere de Satán. De todas formas, ‘Abbas Ibn
Fadhlah exclamó:
"¡Permite que matemos con nuestras
espadas a los habitantes de Mena esta noche!". El
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –
prohibió que se matara a nadie y, en lugar de eso, les
indicó que cada uno volviera a dormir a su tienda.
A la mañana siguiente, Quraysh fue a
cada campo y preguntó a su gente si habían visto al
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –
la noche anterior. Entonces, entraron en el campo de los
peregrinos de Medina y los musulmanes aguantaron su
respiración y no abrieron la boca mientras los
incrédulos de Medina juraban que nunca habían visto al
Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él –.
Tenemos que decir aquí que las relaciones mantenidas con
los incrédulos literalmente habían salvado las vidas de
los musulmanes.
Después de que casi todos los peregrinos
habían abandonado La Meca, los incrédulos de Quraysh
estaban seguros de que los "disidentes aliados de
Mohammad" provenían del grupo de Medina. En ese momento,
todos los compañeros de Medina se habían ido ya,
excepto dos; Sa'ad Ibn Ubadah y Al Mundher Ibn ‘Amr.
Los incrédulos les cogieron y les golpearon hasta que Al
‘Abbas vino y les sugirió que dijeran los nombres de los
comerciantes de La Meca que tenían negocios en Medina.
Abu Sufián, se preocupó por sus negocios e intereses
personales en Medina, y se apresuró a salvarlos y les
envió a sus casas sanos y salvos.
Luego, el Profeta – los Rezos y la Paz
de Al·lâh sean sobre él – celebró una reunión con los
Compañeros en La Meca para informarles sobre el
juramento que había tenido lugar en Aqaba, y les ordenó
que emigraran a Medina, como Al·lâh, Glorificado y
Enaltecido Sea, había decretado. A pesar de que el
propio Profeta estaba en gran peligro, no emigró hasta
asegurarse de que todos los musulmanes habían emigrado
sanos y salvos. El plan para la emigración estaba basado
en tres condiciones:
1)
Salir de La Meca
con garantías de seguridad.
2)
Proteger el
camino utilizado para emigrar a Medina.
3)
Preparar Medina
para la llegada del Profeta.
Una de las estrategias al planear la
emigración era mezclar a los ricos y los pobres, fuertes
y débiles en cada grupo que salía. Omar Ibn Al Jattab,
que Al·lâh esté complacido con él, por ejemplo, emigró
con veinte de los Compañeros pobres, para garantizarles
un viaje seguro a Medina y para tomar las medidas
necesarias con los doce jefes de Medina en cuanto al
alojamiento de los emigrantes.
Vamos a hablar ahora de algunas de las
grandes historias de los emigrantes. Mientras Umm
Salamah se disponía a abandonar La Meca, junto a su
marido e hijo, los incrédulos de entre su propia familia
la obligaron a detenerse, a separarse de su marido –que
tuvo que emigrar para evitar la persecución- y a volver
a La Meca junto con su hijo. Pero entonces, la familia
del marido rechazó abandonar a su nieto, y se lo
quitaron a la fuerza –hasta el punto de que desencajaron
el brazo del niño. Aunque más adelante le permitieron
ir en busca de su marido, no podía ir y dejar a su hijo
retenido en La Meca. De este modo, durante todo un año,
se dirigía diariamente al lugar donde perdió a su marido
e hijo y lloraba hasta la puesta de sol.
Un año después, un pariente de su marido
vio su llanto y se apiadó de ella, entonces pidió a la
familia de Abu Salamah que le devolvieran a su hijo y
así lo hicieron. Este año es significativo ya que
Al·lâh aumentó la recompensa para esta familia. Abu
Salamah murió poco después de que su familia se reuniera
con él y más adelante el Profeta – los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean sobre él – se casó con Umm Salamah. Se
puede interpretar su segundo matrimonio como una
recompensa de Al·lâh, Glorificado y Enaltecido Sea, por
su perseverancia durante ese año.
Tan pronto como le devolvieron a su
hijo, empezó su viaje planeado desde hacía tanto
tiempo. Cuando llegó a At-Tan'im, un ateo muy noble
llamado Ozmán Ibn Talhah la encontró, le ofreció su
camello y la acompañó todo el camino hasta Medina,
solamente para asegurarse de que llegaba bien. Este
hombre era el mismo que guardaba la llave del Ka'aba (La
Habitación Sagrada) y que un día había rechazado la
petición del Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean
sobre él – de que le permitiera rezar dentro. La
conclusión que sacamos de la historia de Ozmán Ibn
Talhah es que no debemos juzgar a la gente según sus
afiliaciones, religiones o nacionalidades; son seres
humanos que no pueden ser totalmente diabólicos, ni
angelicales. Por lo tanto, intenta ser objetivo al
juzgar a la gente y sus acciones.
Otro gran emigrante era Suhaib Ar-Rumi,
que Al·lâh esté complacido con él. Era un romano pobre
cuando llegó a La Meca, donde hizo una gran fortuna y
más adelante abrazó el Islam. En el día en que salió
hacia Medina, tomó con él diez camellos cargados con su
dinero y otras posesiones, pero los incrédulos lo
pararon y rechazaron dejarlo salir con toda esa
fortuna. Por la senda del Islam, dejó los diez camellos
cargados, el camello que montaba, e incluso el manto que
llevaba sobre sus ropas, a petición de los incrédulos.
Cuando el Profeta – los Rezos y la Paz de Al·lâh sean
sobre él – se enteró de ello, se apresuró a buscarle y
felicitarle por lo que había hecho. Al·lâh Dice sobre
este acontecimiento lo que se puede traducir como:
"Y entre los hombres, hay quien se
trueca a sí mismo buscando la satisfacción graciosa de
Al·lâh; y Al·lâh es siempre Compasivo con sus siervos"
( TSQ 2:207) [2]
Finalmente, narramos la historia de Omar
Ibn Al Jattab, que Al·lâh esté complacido con él. Omar
colocó su arco y flechas sobre su hombro y tomó su
espada, luego hizo tawaf (vuelta a La Habitación Sagrada
o Ka’aba), y rezó junto al Ka’aba, a los ojos de todo el
mundo. Después, dijo: "¡Quraysh! si alguien de vosotros
quiere que su madre pierda a un hijo, o que su esposa se
enviude y sus hijos se hagan huérfanos, me encontrará
mañana después de la oración del alba (Fajr) detrás de
ese valle, puesto que voy a emigrar". Nadie le siguió,
excepto los veinte musulmanes pobres a los que iba a
proteger.
Ese día, Ammar Ibn Yahya emigraba con
Omar. Abu Yahl los siguió y le dijo que su madre había
jurado que no comería ni se bañaría hasta que él
volviera. Entonces, fue corriendo en busca de su madre y
cuando estaba bien lejos de Omar, Abu Yahl le ató y le
encarceló durante dos años, hasta que la siguiente aleya
fue revelada:
"Di: ¡Siervos míos que os habéis
excedido en contra de vosotros mismos, no desesperéis de
la misericordia de Al·lâh, es verdad que Al·lâh perdona
todas las faltas, pues Él es el Perdonador, El
Compasivo!,” Sura de Los
Grupos, aleya 50.
Omar escribió esta aleya en un pedazo de
pergamino y la envió a su amigo 'Ammar a La Meca, quien
permaneció llorando al recibirla hasta que vio el
camello que Omar le había dado el día en que se
separaron. Lo montó inmediatamente y fue a reunirse con
los musulmanes.
Ahora alcanzamos el punto en que
prácticamente los únicos musulmanes que permanecían
todavía en La Meca eran el Profeta, que los Rezos y la
Paz de Al·lâh sean sobre él, Abu-Bakr y Alí , que Al·lâh
esté complacido con ellos y con sus familiares.
La pregunta con la que terminamos el
episodio de hoy es:
“¿Si hubieras estado presente en la
reunión que tuvo lugar en Aqaba, pondrías tu mano sobre
la del Profeta jurándole lealtad?”
Sé sincero contigo mismo y piensa mucho
antes de contestar.
[1] SAAWS = Sala
Al·lâhu Alihi Wa Salam = que
los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él.
[2]
TSQ =
Traducción del significado del Qor'an.
Esta traducción rige para el significado observado,
hasta ahora, relativo a la Surah o Ayah del Qor'an. La
lectura del significado traducido del Qur'an nunca puede
sustituir la lectura en árabe, la lengua en la cual fue
revelado.
Fuente:
www.amrkhaled.net