El
Corán y su Sabiduría
El Corán es el
mayor don otorgado por Dios a la humanidad, y su sabiduría es única. En pocas
palabras, el propósito de la Escritura es conservar las revelaciones anteriores
y restaurar la verdad eterna de Dios, guiar a la humanidad por el camino recto y
estimular el alma humana, despertar la conciencia e iluminar la mente de los
hombres.
El Corán es la
palabra de Dios revelada a Muhammad a través del Santo Espíritu Gabriel, y está
fuera de la inauguración humana producir nada semejante. Los contemporáneos de
Muhammad han sido considerados como los mayores maestros de la lengua árabe,
reconociéndoles motivos poderosos para poder crear un texto rival. Pero no
pudieron producir nada similar al Corán, en contenido o estilo. Muhammad carecía
de estudios formales y nunca lo ocultó. Su mayor mérito estriba en que fue un
analfabeto, que se elevó entre analfabetos para enseñar a todos los hombres,
intuidos y no instruidos, el auténtico mensaje de Dios. Este es el primer hecho
que confirma que el Corán es la palabra de Dios.
El segundo hecho
relativo a este Libro único es la indudable autenticidad de su orden y
contenido, cualidad que no ha tenido, ni es posible tenga, ningún otro libro de
ninguna clase. La autenticidad del Corán no ofrece dudas en cuanto a la pureza,
originalidad y totalidad de su texto. Serios eruditos, musulmanes y no
musulmanes, han llegado a la infalible conclusión de que el Corán que empleamos
hoy es el mismo libro que recibió y enseñó Muhammad, por el que vivió y dono a
la humanidad hace más de catorce siglos. Podemos ilustrar la autenticidad del
Corán con estas observaciones.
1.
El Corán fue revelado en porciones, gradualmente, pero nunca sin orden ni
concierto. El nombre de Corán indica que fue un Libro desde sus comienzos
(Corán, 2:2; 4:41‑42). Las disposiciones del Corán y la revelación gradual de
sus pasajes responden a los planes y la voluntad de Dios, una voluntad a la que
se sometieron Muhammad y sus compañeros (25:32; cf. 75:17).
2.
Los árabes se distinguieron por su gusto literario, extremadamente
refinado, que les permitió gozar y apreciar las buenas obras literarias. El
Corán fue proclamado, por ellos, la obra maestra más sobresaliente de la
literatura. Se emocionaron con su tono conmovedor y les atrajo su extraordinaria
belleza. Encontraron en él la mayor satisfacción y el más profundo gozo, y se
comprometieron a recitar y aprender de memoria la Escritura. Fue y sigue siendo
admirado, citado, y apreciado por todos los musulmanes y por muchos no
musulmanes.
3.
Es obligado para cada musulmán, hombre y mujer, recitar una porción del
Corán todos los días en la oración y durante la vela nocturna. La recitación del
Corán constituye para los musulmanes una elevada forma de adoración y una
práctica diaria.
4.
Los árabes eran generalmente iletrados Así, tuvieron que confiar
completamente en su memoria, para conservar los poemas y pasajes más apreciados.
Se distinguieron por su extraordinaria memoria, en la que almacenaron su legado
literario. El Corán fue reconocido por todos los pueblos de gusto literario como
inimitable. Por ello se apresuraron a grabarlo en su memoria, pero solo del modo
más notable y respetuoso.
5.
Durante la vida de Muhammad, hubo expertos escribas y autorizados
registradores de las Revelaciones. Cuando recibía un versículo o un pasaje
ordenaba, inmediatamente, a sus escribas que los registraran, bajo su
supervisión. Todo cuanto registraban era objeto de comprobación y autentificado
por el propio Profeta. Se revisaba cada obra y se ponía en orden cada pasaje.
6.
Cuando terminaron las Revelaciones, los musulmanes poseían muchos
registros completos del Corán. Eran recitados, memorizados, estudiados y
utilizados en cualquiera de los usos y costumbres diarios. Cuando surgía una
diferencia, la duda era sometida al profeta para que resolviera el asunto, tanto
si guardaba relación con el texto, con el sentido, o con la entonación.
7.
Después de la muerte de Muhammad, el Corán había ya sido registrado en
muchas memorias musulmanas, y en numerosas tablas. Pero esto no satisfizo a Abu
Bakr, el primer Califa, que temía que la muerte, en el campo de batalla, de gran
número de memorizadores, podía dar lugar a serias confusiones sobre el Corán.
Consultó el caso con las principales autoridades y confió a Zayd Ibn Thabit,
Primer Escriba de las Revelaciones de Muhammad, que recopilara un ejemplar
ordinario y completo de la Escritura, en el mismo orden que autorizó Muhammad.
Lo hizo bajo la supervisión y con la ayuda de los compañeros del Profeta. La
versión final completa fue comprobada y aprobada por todos los musulmanes, que
habían escuchado el Corán en los propios labios de Muhammad, y lo grabaron en
sus memorias y corazones. Esto se hizo poco después de transcurrir dos años
desde la muerte de Muhammad. Las Revelaciones estaban aún frescas y vivas en las
mentes de los escribas, memorizadores y demás compañeros musulmanes del Profeta.
8.
Durante el Califato de "Uthman", unos quince años después de Muhammad, se
distribuyeron'.en abundancia ejemplares recopilados del Corán, en los nuevos
territorios que entraron en contacto con el Islam. La mayoría de los habitantes
no habían visto ni oído a Muhammad. A causa de factores regionales y geográficos
leían el Corán con acentos ligeramente diferentes. Empezaron a surgir
diferencias en la recitación y entonación que produjeron las disputas entre los
musulmanes. "Uthman" intervino rápidamente para resolver la situación. Tras
consultar con las principales autoridades, constituyó un comité de cuatro
hombres, formado por los primeros escribas de las Revelaciones. Todos los
ejemplares en uso fueron recogidos y sustituidos por una copia común, que se
utilizaría con arreglo al acento y dialecto de Quraysh, el mismo dialecto y
acento de Muhammad. Aquel dialecto fue adoptado y normalizado, porque era el
mejor de todos y en el que fue revelado el Corán. Por ello, el Corán quedó, de
nuevo, circunscrito al acento y dialecto del hombre que los recibió. Y a partir
de aquel momento se ha venido utilizando la misma versión normalizada, sin el
menor cambio de palabras o de orden, ni siquiera de signos de puntuación.
Basándose en
estas observaciones, los eruditos han llegado a la conclusión de que el Corán
permanece hoy en la forma original y así seguirá. jamás se han introducido en él
adiciones y omisiones, ni ha sufrido corrupción alguna. Su historia es tan clara
como la luz del día, su autenticidad es incuestionable, y su conservación
completa está fuera de dudas.
El Corán está
lleno de sabiduría sin igual, en cuanto a su fuente., sus características y
dimensiones. La sabiduría del Corán emana de la sabiduría del autor, que no pudo
ser otro que el propio Dios. Emana asimismo del irresistible poder de la
Escritura, que es inimitable y que desafía a todos los hombres de letras y de
saber. El enfoque realista del Corán, las soluciones prácticas que ofrece a los
problemas humanos y los nobles objetivos que fija el hombre, marcan la sabiduría
coránica como poseedora de características y naturaleza incomparables.
Dinamismo
Uno de los
principales rasgos de la sabiduría coránica es que no se corresponde a algo
estático o muerto, Es una clase de sabiduría dinámica que incita la mente y
estimula el corazón. Su sabiduría posee un dinamismo excitante y una fuerza
motriz, atestiguados por la evidencia histórica y por el propio Corán. Cuando
Muhammad esparció por primera vez la llamada de Dios. su único poder era el
Corán y su única sabiduría la sabiduría coránica. El penetrante dinamismo del
Corán es tremendo e irresistible.
Existen
numerosos ejemplos que confirman que la personalidades más dinámicas y los
argumentos más decisivos no podrían alcanzar el reino de la sabiduría dinámica
del Corán. Dios habla del Corán como un Rooh espíritu o vida, y como una luz por
la que se guían los siervos de Dios en el camino recto (42:52). Dios dice: Si
hubiéramos hecho descender este Corán sobre una montaña, la habrías visto
humillarse y hendirse por temor a Dios. Tales ejemplos proponemos al hombre para
que reflexione. (59:21). Las palabras clave en este caso con Rooh y Sad, que
significan que el Corán origina la vida, aviva el espíritu, irradia luz guiadora
y mueve los objetos aparentemente inmóviles. Esta es la clase de dinamismo
espiritual de la que habla el Corán.
Viabilidad
Otra
característica significativa del Corán en su viabilidad. No se complace en
pensamientos ambiciosos. Ni sus enseñanzas piden lo imposible, o flotan sobre
optimistas corrientes de ideales inalcanzables. El Corán acepta al hombre como
es y le exhorta a convertirse en lo que puede ser. No estigmatiza al hombre como
criatura desamparada o sin esperanza, a la que condena del nacimiento a la
muerte, o sume en el pecado desde el útero a la tumba, sino que le muestra como
un ser noble, honorable y digno. La viabilidad de las enseñanzas coránicas queda
establecida por los ejemplos de Muhammad y de los musulmanes, a través de los
tiempos. La peculiaridad del Corán es que sus instrucciones se dirigen al
bienestar general del hombre y se basan en las posibilidades que éste tiene a su
alcance.
Moderación
Una tercera
característica es la moderación o armonía entre lo divino y lo humano, lo
espiritual y lo material, lo individual y lo colectivo y así sucesivamente. El
Corán presta la debida atención a todos los hechos de la vida y a todas las
necesidades del hombre, y los trata de tal manera que ayuda a éste a conseguir
los nobles objetivos de su ser. Por esta característica de moderación, el Corán
llama a los musulmanes una Nación justiciera (2:143) y con esta "moderación" los
considera la mejor nación que jamás haya surgido para la humanidad, porque
encomiendan el bien, prohíben lo ilícito y creen en Dios" (3:110).
La sabiduría
coránica actúa en tres dimensiones principales: hacia dentro, hacia fuera y
hacia arriba. Hacia dentro, penetra en los rincones más recónditos del corazón y
alcanza las mayores profundidades de la mente. Se dirige al saludable cultivo
del individuo desde su interior. Esta penetración hacia dentro es diferente y
llega mucho más lejos que cualquier otro sistema legal o ético, porque el Corán
habla en nombre de Dios y somete todas las cosas a El.
La función hacia
fuera del Corán abarca todos los caminos de la existencia y los principios de
todos los asuntos humanos, desde los puramente personales hasta las más
complejas relaciones internacionales. El Corán llega a áreas desconocidas para
cualquier sistema jurídico o código de moral laico; y, es inaccesible a
cualquier doctrina religiosa popular. Lo más destacado del Corán, a este
respecto, es que contempla las transacciones humanas de tal forma que les da un
sabor divino y un toque moral. Hace palpable la presencia de Dios en todas las
transacciones, y así le reconoce como la primera fuente de orientación y la meta
final de todas las transacciones. Es la guía espiritual del hombre, su sistema
jurídico, su código de moral y, sobre todo, su forma de vida.
En su función
hacia arriba el Corán se centra en el único y supremo Dios. Todo lo que fue, lo
que es o lo que será, debe analizarse y verse a través de este enfoque, la
presencia activa de Dios en el Universo. El hombre es sólo un depositario en el
vasto dominio de Dios, y el único objetivo de su creación es adorar a Dios. No
caben pretextos para el aislamiento o el retiro pasivo de la vida. Es una
abierta invitación al hombre para que incorpore realmente, en la tierra, las
excelentes cualidades de Dios. Cuando el Corán se centra en Dios, en su atención
ascendente, abre ante el hombre nuevos horizontes de pensamiento, le conduce a
niveles inigualados de elevada moralidad, y le pone en conocimiento con la
fuente eterna de la paz y la bondad. Entender que Dios es la única meta
definitiva del hombre supone una revolución contra las tendencias populares del
pensamiento humano y las doctrinas religiosas, una revolución cuyo objetivo es
liberar a la mente de la duda, al alma del pecado, y emancipar la conciencia de
la subyugación.
La sabiduría
coránica es concluyente, en todas sus dimensiones. Ni condena ni tortura la
carne, ni desatiende el alma. No "humaniza" a Dios, ni deifica al hombre. Todo
está cuidadosamente colocado, en el lugar que le corresponde, dentro del esquema
total de la creación. Existe una relación proporcionada entre las obras y las
recompensas, entre los medios y los fines. La sabiduría coránica no es neutral.
Es exigente, y sus demandas son recibidas con júbilo por todos los
bienaventurados que han recibido raciocinio y entendimiento.
La sabiduría del
Corán pide pensamientos sinceros y obras piadosas. unidad de propósitos y deseos
de buena voluntad. "He aquí el libro indudable que es la guía de los
timoratos...'' (2:2). "He aquí el Libro que te hemos revelado, para que saques a
los humanos de las tinieblas a la luz..." (14:1 ).
LUCES SOBRE EL
ISLAM
Hammudah
Abdalati
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