El
Corán Indica el Camino a la Ciencia
HARUN YAHYA
Fuente: www.harunyahya.com
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reservados. Se prohíbe la reproducción total o parcial, por cualquier medio
electrónico o mecánico, incluidos fotocopia, grabación magnetofónica y cualquier
otro sistema de archivo de información, sin autorización previa y por escrito
del editor.
Primera
publicación en turco: Noviembre de 2000, Estambul, Turquía.
Primera
traducción al inglés: Enero de 2002, Singapur.
Primera
traducción al español: Enero de 2003, España.
Traductor al español: Marcelo
Serio
Primera
corrección versión en español: Noviembre de 2003, Buenos Aires, Argentina.
Corrector de la
versión en español: Abu Dharr Manzolillo, Buenos Aires, Argentina.
INDICE
INTRODUCCION
LIBRO UNO
LA RELIGION
ALIENTA A LA CIENCIA
LA RELIGION AYUDA
A QUE LA CIENCIA SE ENCAMINE DE MANERA CORRECTA
EXISTE UNA
CONCORDANCIA PERMANENTE ENTRE LA RELIGION Y LA CIENCIA
A MODO DE MILAGRO EL
CORAN COMUNICA REALIDADES QUE
LA CIENCIA DESCUBRIO
CON POSTERIORIDAD
LIBRO DOS
LOS CIENTIFICOS
RELIGIOSOS
CONCLUSION
AL LECTOR
El motivo por
el cual se dedica un capítulo especial al colapso de la teoría de la evolución
es que ésta constituye la base de todas las filosofías antiespirituales. Dado
que el darwinismo rechaza el hecho de la creación, y por lo tanto la existencia
de Dios, ha provocado que durante los últimos ciento cuarenta años mucha gente
abandone su fe o se vea invadida por la duda. Por lo tanto, se transforma en una
obligación importante relacionada muy estrechamente con el din (modo de
vida islámico) mostrar que esta teoría es un engaño. Resulta imperativo que ese
importante servicio sea puesto a disposición de todos. Y como es posible que
algunos de nuestros lectores puedan leer solamente uno de nuestros libros,
pensamos apropiado dedicar un capítulo al tema, aunque de manera resumida.
Otro punto que
tiene que ser enfatizado se refiere al contenido del libro. Las cuestiones
relacionadas con la fe se tratan, en todas las obras del autor, a la luz de los
versículos coránicos, y se invita a la gente a aprender de ellos y vivirlos. Los
temas referidos a las palabras de Dios se explican de una manera tal que no
dejan ningún lugar a la duda o al cuestionamiento en el pensamiento del lector.
El estilo
empleado, llano, abierto y fluido, asegura que todos, de cualquier edad o grupo
social, puedan comprender los escritos de Harun Yahya fácilmente. Esta manera
lúcida y efectiva del relato lo hace de rápida lectura. Incluso algunos que
rechazan la espiritualidad con rigor son influenciados por la veracidad de los
hechos a los que se hace referencia en los libros de Harun Yahya, y no pueden
refutar sus contenidos.
Este y los demás
trabajos del autor pueden ser leídos por una persona sola o por grupos de
estudio, para debatirlos. Esto último será más beneficioso gracias al
intercambio de reflexiones y experiencias.
Además, será un
gran servicio al din contribuir a la presentación y lectura de este
libro, el cual está escrito solamente para el agrado de Dios. Todos los escritos
de Harun Yahya son muy convincentes. Por esta razón, uno de los métodos más
efectivos de comunicar el din a otras personas es impulsar a su lectura.
ACERCA DEL AUTOR
El
autor, quien escribe bajo el seudónimo de HARUN YAHYA, nació en Ankara en 1956.
Completó sus estudios primario y secundario en esa ciudad y luego cursó Bellas
Artes en la Universidad Mimar Sinan de Estambul y Filosofía en la Universidad de
Estambul. A partir del decenio de 1980 ha publicado muchos libros sobre
política, temas relacionados con la fe y con las ciencias. El haber escrito
obras muy importantes que ponen al descubierto la impostura de los
evolucionistas, la invalidez de sus suposiciones y la tenebrosa vinculación
entre el darwinismo y las ideologías sanguinarias como el fascismo y el
comunismo, lo han hecho una persona muy conocida.
El
seudónimo del autor está constituido por los nombres ‘Harun’ –Aarón-- y ‘Yahya’
–Juan--, en memoria de ambos Profetas, quienes lucharon contra la infidelidad.
El sello sobre la cubierta de los libros tiene un carácter simbólico y está
vinculado a sus contenidos: representa al Corán (la última escritura) y al
Profeta Muhammad, el último de los profetas. El propósito que anima al autor,
bajo la guía del Corán y de la sunnah (literalmente significa: costumbre,
práctica, uso, tradición), es refutar cada uno de los pilares fundamentales de
las ideologías ateas, al punto que quienes argumentan en contra de la religión
se queden mudos, sin saber qué decir. El sello del último de los profetas, quién
obtuvo la sabiduría en su más elevado nivel y la perfección moral, es usado por
Harun Yahya como un signo de la intención que lo anima frente a los que repudian
la creencia religiosa.
Todos
los trabajos del autor se centran en un objetivo: comunicar el mensaje del
Corán, animar a pensar sobre las cuestiones básicas relacionadas con la fe (como
la presencia de Dios, Dios Uno y el Más Allá) y poner al descubierto los
fundamentos endebles de las ideologías pervertidas de los sistemas ateos.
Los
lectores que disfrutan de los escritos de Harun Yahya son muchos y están en todo
el mundo: desde la India a USA, desde Inglaterra a Indonesia, desde Polonia a
Bosnia, desde España a Brasil. Algunos de sus libros están disponibles en
inglés, francés, alemán, castellano, italiano, portugués, urdú, árabe, albanés,
ruso, serbo-croata (bosnio), polaco, malayo, uygur, turco e indonesio.
Esos
libros han servido como un instrumento para que muchas personas recuperen su fe
en Dios y para que otras profundicen el discernimiento sobre su certidumbre
religiosa. La lógica que poseen, junto a su fácil comprensión y bello estilo,
dan a estos trabajos un toque de distinción que conmueve a cualquiera que los
lea o estudie. Dado que sus planteos son inobjetables, los escritos se
caracterizan por su efectividad inmediata, los resultados definidos y la
imposibilidad de refutarlos. Es muy difícil que quienes los lean con atención
puedan seguir defendiendo con sinceridad la filosofía materialista, el ateísmo o
cualquier otra ideología o doctrina pervertida. Y aunque sigan en alguna de esas
posiciones negativas, lo harán solamente por motivos sentimentales, puesto que
el autor las destruye desde sus mismas raíces. Todos los movimientos que niegan
la religión quedan desde ahora derrotados ideológicamente gracias al conjunto de
trabajos escritos por Harun Yahya.
No
cabe ninguna duda de que las características de esos libros son el producto de
la sabiduría y lucidez del Corán. El autor sólo intenta servir como un modesto
medio en la búsqueda, por parte de la gente, del sendero recto de Dios. Con la
publicación de estos trabajos no se persigue ningún beneficio material.
Considerando lo dicho, quienes animan a otros a leerlos prestan un servicio muy
importante, pues “abren los ojos” y guían para ser más devotos servidores de
Dios.
Asimismo, sería injusto perder el tiempo y energía difundiendo otras obras que
confunden, conducen al caos ideológico y no sirven para remover las dudas del
corazón de los individuos.
Está
claro que un libro que se dedica a hacer sobresalir la capacidad literaria del
autor antes que apuntar a impedir que la gente pierda la fe religiosa, no podrá
tener un gran efecto.
Quienes dudan de que eso sea así, pueden ver fácilmente que el único objetivo
que persiguen los libros de Harun Yahya es superar la incredulidad y diseminar
los valores morales del Corán. El éxito e impacto de este servicio se manifiesta
en la convicción que adquieren los lectores.
Hay
algo que debería tenerse en cuenta: la principal razón para que continúen la
crueldad, los conflictos y los grandes atropellos que sufre la mayoría de la
población, estriba en el dominio ideológico de la incredulidad. Dicha situación
puede finalizar solamente con la derrota ideológica de la misma, haciendo
conocer las maravillas de la creación y la moralidad coránica de modo que se
viva según ésta. Teniendo en cuenta la situación del mundo de hoy día, que
conduce a la gente a una espiral de violencia, corrupción y enfrentamientos, la
tarea de moralización indicada debe hacerse con premura y de manera efectiva,
pues de otro modo puede ser demasiado tarde.
No es
exagerado decir que el conjunto de escritos de Harun Yahya ha asumido esa tarea
primordial. Si Dios quiere, estos libros serán un medio a través de los cuales
los seres humanos del siglo veintiuno obtendrán la paz, la justicia y la
felicidad prometidas en el Corán.
Sus obras
incluyen: Judaísmo y Masonería, Masonería Mundial, Terrorismo: El Ritual del
Mal, Cábala y Masonería, El Nuevo Orden Masónico, Los Caballeros Templarios, El
Islam Denuncia el Terrorismo, La 'Mano Secreta' en Bosnia, Los Kurdos la Carta
Secreta de Israel, El Comunismo al Acecho, Fascismo: La Ideología Sangrienta del
Darwinismo, Los Desastres Que Produjo el Darwinismo a la Humanidad (disponible
versión en castellano), Entre Bastidores del Terrorismo, Entre Bastidores del
Holocausto, La Política Opresiva de China Comunista y la Situación en Turkestán
Oriental, Palestina: La Solución, Las Normas Eticas del Corán, El Invierno del
Islam y la Primavera Esperada, Declaración de Fe (1, 2 y 3), Un Arma de Satanás:
el Romanticismo, La Luz del Corán Destruyó el Satanismo, Los Ultimos Tiempos y
Sus Signos en el Capítulo del Corán “La Vaca”, Signos del Ultimo Día y la Bestia
de la Tierra, Realidades (1 y 2), El Mundo Occidental se Vuelve Hacia Dios, El
Engaño del Evolucionismo (disponible versión en castellano), Respuestas Precisas
a los Evolucionistas, Las Equivocaciones de los Evolucionistas, El Corán se
Opone al Darwinismo, La Epoca de Oro, Pueblos Desaparecidos (disponible versión
en castellano), El Arte del Color de Dios, La Verdad de la Vida en Este Mundo,
Signos en los Cielos y en la Tierra Para las Personas de Entendimiento
(disponible versión en castellano), El Profeta Moisés, El Profeta Yusuf, El
Profeta Muhammad (BP), El Profeta Salomón, La Gloria Está por Todas Partes, La
Importancia de las Evidencias de la Creación, La Pesadilla del Incrédulo,
Conocimiento de la Verdad, La Eternidad Ya Ha Comenzado, La Eternidad y la
Realidad del Destino, Materia: Otro Nombre de la Ilusión, El Hombrecito en la
Torre, El Islam y la Filosofía del Karma, La Magia Negra del Darwinsimo, La
Religión del Darwinismo, El Colapso de la Teoría de la Evolución en 20
Preguntas, La Ingeniería de la Naturaleza, La Tecnología Copia a la Naturaleza,
El Atolladero del Evolucionismo I (Enciclopédico), El Atolladero del
Evolucionismo II (Enciclopédico), Dios es Conocido a Través de la Razón, El
Corán Guía el Camino de la Ciencia, El Verdadero Origen de la Vida, Conciencia
en la Célula, La Tecnología Imita a la Naturaleza, Una Retahíla de Milagros, La
Creación del Universo (disponible versión en castellano), Los Milagros en el
Corán, El Designio de la Naturaleza, Autosacrificio y Modelos Inteligentes de
Comportamiento entre los Animales, El Fin del Darwinismo, Nunca Defienda la
Ignorancia, El Milagro Verde: La Fotosíntesis, El Milagro del Atomo, El Milagro
en la Célula, El Milagro del Sistema Inmune, El Milagro en el Ojo, El Milagro de
la Creación en los Vegetales, El Milagro en la Araña, El Milagro en el Mosquito,
El Milagro en la Abeja, El Milagro en la Hormiga, El Milagro de la Semilla, El
Milagro en la Termita, El Milagro de la Hormona, El Milagro del Cuerpo Humano,
El Milagro de la Creación del Ser Humano, El Milagro de la Proteína, El Milagro
del Olfato y del Gusto, El Milagro del Micromundo, Los Secretos del ADN.
Los libros para
niños del autor son: Maravillas en la Creación de Dios, El Mundo de los
Animales, La Gloria en los Cielos, Criaturas Asombrosas, Aprendamos Nuestro
Islam, Los Milagros en Nuestros Cuerpos, El Mundo de Nuestras Amiguitas: Las
Hormigas, Los Panales Perfectos de las Abejas, Constructores Hábiles de Diques:
Los Castores, ¡Chicos, Darwin Mentía!.
Otros trabajos
del autor sobre temas coránicos incluyen: ¿Nunca
Pensaron Acerca de la Verdad?; Devotos de Dios; Abandono de la Sociedad de la
Ignorancia; La Real Morada de los Creyentes, El Paraíso; Valores Morales en el
Corán; Conocimiento del Corán; Index del Corán; La Emigración por la Causa de
Dios; Referencia a los Hipócritas en el Corán; Los Secretos del Hipócrita; Los
Nombres de Dios; La Comunicación del Mensaje y la Discusión en el Corán;
Conceptos Básicos en el Corán; Respuestas Desde el Corán; Muerte, Resurrección,
Infierno; La Lucha de los Mensajeros; El Enemigo Jurado del Ser Humano: Satanás;
La Mayor Difamación, La Teoría de la Evolución; Idolatría, la Religión del
Ignorante; La Arrogancia de Satanás; El Rezo en el Corán; La Importancia de la
Conciencia en el Corán; El Día de la Resurrección; No Olvidar Nunca; Desprecio
de los Dictámenes Coránicos; Abandono de la Sociedad de la Ignorancia; La
Importancia de la Paciencia en el Corán; Conocimiento General a Partir del
Corán; Rápida Adhesión a la Fe (partes 1, 2 y 3); Razonamiento Imperfecto del
Incrédulo; La Fe Perfeccionada; Lo Que Dicen Nuestros Mensajeros;
La Compasión de los Creyentes; El Temor a Dios; La Pesadilla del Incrédulo; El
Profeta 'Isa (Jesucristo) Vendrá; Las Bellezas de la Vida Presentadas por el
Corán; Un Conjunto de las Bellezas de Dios (partes 1, 2, 3 y 4), La Iniquidad
Llamada "Burla"; El Secreto de la Prueba; La Verdadera Sabiduría Según el Corán;
El Combate con la Religión de la Irreligión; La Escuela de Yusuf; La Alianza de
Dios; La Difamación Contra los Musulmanes a lo Largo de la Historia; La
Importancia de Seguir la Buena Palabra; ¿Por Qué Te Autoengañas?; El Islam: La
Religión de la Tranquilidad; el Entusiasmo y el Vigor Según el Corán; El Ver el
Bien en Todo; ¿Cómo Interpreta el Corán el Ignorante?; Algunos Secretos del
Corán; El Valor de los Creyentes, Confiados en el Corán, La Justicia y la
Tolerancia en el Corán, Pilares Fundamentales del Islam, Los Que Desatienden el
Corán, El Corán Como Guía, Una Amenaza al Acecho: La Negligencia, La Sinceridad
en el Corán, La Religión de las Personas Devotas, Los Procedimientos del
Mentiroso Según el Corán.
Dios emplaza a
la humanidad a investigar y reflexionar acerca de los cielos, la tierra, las
montañas, las estrellas, las semillas, las plantas, los animales, la alternancia
del día y la noche, la creación del ser humano, la lluvia, etc., es decir, sobre
todo lo creado. Al hacerlo, dentro del pensamiento lógico, reconocemos el arte
de Dios en la creación de todo lo que nos rodea y, en definitiva, que El creó el
universo de la nada.
“La ciencia”
ofrece un método por medio del cual se puede examinar todo lo que contiene el
universo para descubrir el arte en la creación de Dios y de ese modo hacerlo
conocer a la humanidad. La religión, por lo tanto,
alienta a la ciencia a la vez que la adopta como un instrumento para dilucidar
la sutileza de la creación de Dios.
La religión no
sólo impulsa el estudio científico, sino que también permite que, asistido por
la verdad revelada, sea concluyente y expeditivo. El motivo de ello reside en
que la religión es la única fuente que provee respuestas precisas y definidas
con respecto a cómo pasaron a existir el universo en general y la vida en
particular.
Por lo tanto, si
la investigación se realiza sobre fundamentos apropiados, evidenciará de la
manera más directa y sencilla las verdades que tienen que ver con el origen del
universo y la estructuración de la vida. Como dijo Alberto Einstein, considerado
uno de los científicos más grandes del siglo XX, La ciencia sin la religión
renquea. Es decir, si la ciencia no es guiada por la religión, no puede dimanar
correctamente sino que pierde el tiempo o, lo que es aún peor, no convence.
La ciencia
encarada por los científicos materialistas incapaces de ver la verdad, condujo a
que en los dos últimos siglos se desperdicie una inmensa cantidad de tiempo, de
trabajo y de dinero.
Existe un hecho
que debe ser reconocido con toda claridad: la ciencia puede alcanzar resultados
satisfactorios solamente si adopta como su principal objetivo la investigación
de los signos de la creación en el universo y si en ello pone todo el esfuerzo.
Solamente puede alcanzar su fin último, en el menor tiempo posible, si apunta en
la dirección correcta, es decir, si es guiada de la manera apropiada.
LIBRO UNO
LA
RELIGION ALIENTA A LA CIENCIA
El Islam es la
religión de la razón y la conciencia. Es decir, es por medio del discernimiento
que reconocemos la verdad que proclama la religión y establecemos las
conclusiones del caso. Quien se vale de la razón y de la conciencia cada vez que
debe averiguar el origen de algo, puede comprender, aunque no sea un experto en
la materia, que fue creado al igual que todo lo que hay en el universo por el
Poseedor de una Sabiduría, Conocimiento y Poder sin par. Con sólo descubrir
algunos de los millones de factores que posibilitan la vida en la Tierra, ya
puede entender que el universo fue diseñado para sustentarla. Por consiguiente,
quien hace uso de la razón y sigue lo que la conciencia le dicta, puede
constatar de inmediato lo absurdo de la suposición de que el mundo pasó a
existir por casualidad. En resumen, quien recurre a la razón y a la conciencia
puede reconocer los Signos de Dios con toda claridad. Un versículo del Corán se
refiere a este tipo de gente:
que recuerdan
a Dios de pie, sentados o echados, y que meditan en la creación de los cielos y
de la tierra: “¡Señor! No has creado todo esto en vano. ¡Gloria Ti! ¡Presérvanos
del castigo del Fuego!”
(Corán, 3:191).
En el Corán Dios
llama a la gente a reflexionar y a examinar los signos de la creación que le
circundan. El Profeta Muhammad, Mensajero de Dios (la bendición y la paz sean
con él –BP--), también ordenó a la gente la búsqueda del conocimiento. Incluso
remarcó que es nuestra obligación. Dicen dos hadices (tradiciones)
auténticos:
La búsqueda del
conocimiento es una obligación de todo musulmán1.
Adquiere
conocimiento y compártelo con la gente2.
Cualquiera que
indague respecto de la forma en que operan el universo y las cosas vivientes y
considere e investigue lo que ve en su entorno, llegará a percatarse de la
Sabiduría, Conocimiento y Poder sin igual y sin fin de Dios. El Corán nos señala
algunas de las cuestiones que El nos invita a sopesar:
¿No ven el cielo que tienen encima,
cómo lo hemos edificado y engalanado y no se ha agrietado? Hemos extendido la
tierra, colocado en ella firmes montañas y hecho crecer en ella toda especie
primorosa, como ilustración y amonestación para todo siervo (de Dios)
arrepentido. Hemos hecho bajar del cielo agua bendita, mediante la cual hacemos
que crezcan jardines y el grano de la cosecha, esbeltas palmeras de apretados
racimos, (Corán, 50:6-10).
Es Quien ha creado siete cielos
superpuestos. No ves ninguna contradicción en la creación del Compasivo. ¡Mira
otra vez! ¿Adviertes alguna falla? (Corán, 67:3).
¡Que considere el hombre de qué ha
sido creado! (Corán, 86:5).
¿Es que no consideran (los
infieles) cómo han sido creados los camélidos, cómo alzado el cielo, cómo
erigidas las montañas, cómo extendida la tierra? (Corán, 88:17-20).
Vemos pues que
los versículos mencionados determinan claramente que Dios convoca a la humanidad
a estudiar y examinar los distintos elementos de la naturaleza, tal como los
cielos, la lluvia, las plantas, los animales, la procreación y los rasgos
geográficos sobresalientes. Y como ya lo indicamos, es por medio de la ciencia
que debemos llevar adelante esta tarea. La observación científica introduce al
ser humano en los misterios de la creación y, en última instancia, en la
Sabiduría, Conocimiento y poder eternos de Dios. La
ciencia es un camino para alcanzar la justa estima de Dios, razón por
la cual, a través de la historia, un gran número de científicos que han prestado
importantísimos servicios a la humanidad, fueron devotos creyentes en Dios.
Como mencionamos
antes, la religión anima a la ciencia y hace que los científicos guiados por la
lógica fortalezcan su fe al captar los signos de la creación de Dios de manera
consciente. En cada campo de investigación del que se ocupan y en cada
descubrimiento que hacen, se confrontan con sistemas perfectos creados con una
gran sutileza y precisión. Como expresó el Profeta Muhammad, Mensajero de Dios
(BP): Quien investiga para obtener conocimiento es un devoto de Dios3.
El científico
que investiga un sistema tan complejo y perfecto como el ocular, descubrirá que
algo así nunca podría haberse desarrollado a través de un proceso o cadena de
casualidades. Por el contrario, se dará cuenta de que cada detalle de la
estructura del ojo es un milagro de la creación. Al constatar que dicho órgano
está compuesto por docenas de componentes que operan en armonía, incrementará su
admiración por Dios, Quien lo creó.
De manera
similar, el científico que investiga el cosmos se encontrará con miles de
equilibrios admirables y aumentará su sed de conocimiento al descubrir que miles
de millones de galaxias y miles de millones de
estrellas dentro de las mismas, continúan su existencia armónica en un espacio
ilimitado.
El ser humano de
fe tendrá siempre el acicate y la inspiración para conducir estudios científicos
que lleven a descubrir los misterios del universo. Alberto Einstein, considerado
el mayor genio del siglo pasado, se refiere en uno de sus artículos a la
inspiración que obtienen los científicos de la religión: ... Sostengo que el
sentimiento religioso que inspira el cosmos es el motivo más fuerte y noble para
la investigación científica. Sólo aquellos que comprenden los inmensos esfuerzos
que hay que invertir al efecto y, especialmente, la ineludible devoción que
exige el trabajo de pionero en ciencia teórica, son capaces de entender la
fuerza emotiva que dicho trabajo llega a hacer fluir, puesto que se trata de
algo que tiene muy poco que ver con las realidades inmediatas de la vida. ¡Sin
una profunda convicción en la racionalidad del universo y un deseo ardiente de
entenderla, Kepler y Newton no habrían podido invertir tantos años de trabajo en
soledad para elucidar los principios de la mecánica celeste!
Quienes sólo
entienden como conocimiento científico la búsqueda de resultados prácticos,
desarrollan una idea totalmente falsa de la mentalidad de las personas que,
inmersas en un mundo de escépticos, han mostrado el camino a los espíritus
afines ampliamente diseminados por el mundo a lo largo de los siglos. Sólo
quienes han consagrado su vida a objetivos similares pueden lograr una vívida
percepción de lo que ha inspirado a esas personas y les ha dado la fuerza para
mantenerse fieles a sus propósitos a pesar de sus incontables fracasos.
Es el sentimiento religioso cósmico lo que les da
semejante fuerza. Un contemporáneo ha dicho, con razón, que en esta
era materialista los trabajadores más serios son los profundamente religiosos4.
Johannes Kepler
contó que se comprometió en el camino de la ciencia para
ahondar en el conocimiento de los trabajos del Creador, en tanto
que Isaac Newton, otro gran científico, manifestó que lo que más impulsó su
interés por la ciencia fue su deseo de un mejor
conocimiento y una mejor percepción de Dios.
Estas son las
observaciones de sólo algunos de los más eminentes científicos del pasado. Al
igual que otros centenares que veremos en las próximas páginas, su creencia en
la existencia de Dios a través del estudio de distintas cuestiones del universo
e impresionados por las leyes y los fenómenos que Dios ha creado de forma tan
magnífica, anhelaban seguir adelante sus investigaciones.
Como vemos, el
deseo de enterarse de qué forma Dios creó el universo, ha sido el factor más
motivador para muchos científicos a lo largo de la historia. Esto es esencial,
porque quien percibe que el universo, y todo lo viviente en particular, ha sido
creado, también percibe que dicha creación tiene un propósito. La aspiración de
comprender ese sentido, de descubrir sus señales y sus detalles, es lo que puede
acelerar en gran medida la investigación científica.
Sin embargo, si
se niega la creación del universo, y de lo viviente en particular, sucede que
también desaparece el sentido más profundo de la investigación. El científico
que acepta la filosofía materialista y el darwinismo, parte de la idea de que el
universo no tiene un fin determinado y que todo es fruto de la simple
casualidad. Por consiguiente, su investigación no tendrá un sentido categórico.
Acerca de esto dijo Einstein: No he encontrado ninguna
forma de expresar con más certeza la naturaleza racional de la realidad, hasta
donde es accesible a la mente humana, que definiéndola como religiosa. En
cualquier caso que este sentimiento esté ausente, la ciencia degenera en un
empirismo desalentador5.
De ser así, el
científico apuntará sólo a alcanzar la fama personal a través de un
descubrimiento sorprendente, a ser recordado por la historia o a hacerse rico,
cosas que pueden alejarlo de la sinceridad y la integridad en su disciplina. Por
ejemplo, si la conclusión a la que llega se revela en contradicción con la
visión existente en la comunidad científica, puede verse forzado a mantenerla
como un secreto para no verse privado de la fama, calumniado o degradado.
La aceptación de
la teoría de la evolución durante tanto tiempo en el mundo científico, es una
prueba de esa falta de sinceridad. Gran cantidad de estudiosos son conscientes
de que la teoría de la evolución dista mucho de explicar el origen de la vida
pero no lo pueden manifestar abiertamente por miedo a una reacción negativa. El
físico británico H. D. Lipson hace la siguiente confesión en esta línea de
pensamiento: De la materia viviente conocemos mucho más que lo que sabía Darwin.
Sabemos cómo funcionan los nervios y considero que cada uno de ellos es una obra
maestra de ingeniería eléctrica. En el cuerpo tenemos millones...
Cuando pienso en este tema, la palabra que me viene a
la mente es “diseño”, cosa que no les gusta a mis colegas biólogos6.
La palabra
“diseño” o “designio” es descartada en la literatura científica porque,
simplemente, disgusta. Muchos estudiosos sucumben ante ese dogmatismo. Dijo
Lipson en este sentido: En realidad, el evolucionismo se convirtió en una
especie de religión científica. Casi todos los científicos lo han aceptado y
muchos están dispuestos a “forzar” sus observaciones para que se ajusten al
mismo7.
Esta situación
indeseable es el resultado del engaño que representa una “ciencia sin Dios”
impuesta de manera generalizada sobre la comunidad científica desde mediados del
siglo XIX. Sin embargo, como afirmó Einstein, la
ciencia sin la religión renquea8. Esto no sólo ha
conducido a algunos científicos hacia objetivos equivocados sino que también ha
dado lugar a la aparición de esos que, si bien reconocen el error, permanecen
indiferentes o silenciosos respecto del mismo.
Nos ocuparemos
más de este tema en las próximas páginas.
El “Ansia por Servir” de los Científicos
Creyentes
Debido a que
los científicos que creen en la unicidad de Dios y su Omnipotencia no desean de
modo especial las cosas mundanales (buena posición material, rango, reputación,
dinero), encaran con total sinceridad la investigación a la que se dedican.
Saben que cada misterio del universo que develen incrementará el conocimiento de
Dios de toda la humanidad y ayudará a aumentar la consciencia de Su poder y
conocimiento infinitos.
Un acto muy
importante y verdadero de adoración por parte del creyente es confirmar a los
seres humanos la existencia de Dios y exhibirles la realidad de la creación.
Los científicos
creyentes, guiados por ese tipo de preocupaciones, llevan a cabo sus
investigaciones con gran entusiasmo para descubrir los sistemas maravillosos y
mecanismos perfectos que operan en la naturaleza, las leyes del universo y los
comportamientos de los seres vivientes. Logran grandes resultados y hacen
importantes progresos. Nunca se desalientan frente a los problemas que
encuentran ni se descorazonan al no ser tenidos en cuenta por otros. Sólo buscan
la aprobación de Dios por el trabajo que realizan.
Se esfuerzan sin
límites y sinceramente con el objeto de servir a otros de la mejor forma
posible, para agrado de Dios, lo cual los lleva a ser muy prolíficos y obtener
resultados positivos.
Caen en un gran
error quienes sostienen que la ciencia debe diferenciarse de la religión. Antes
que nada, los que no creen en Dios no pueden experimentar el crecimiento
espiritual que brinda la práctica religiosa. En consecuencia, los proyectos
científicos que inician con ardor caen pronto en la monotonía y el desaliento.
Lo único que les queda entonces es la búsqueda de beneficios mundanos. Por
consiguiente, el interés en la investigación quedará condicionado a la obtención
de riqueza, prestigio, etc. Por ejemplo, si un científico quiere tener renombre,
desarrollará su investigación sólo en esos campos que le permitan alcanzarlo. No
trabajará de manera gratuita en proyectos que sean de beneficio para la
humanidad, salvo si sirven a su interés personal. De tener que elegir entre dos
campos de investigación, se encaminará por el que le pueda proporcionar mayores
réditos y descartará el otro, aunque sea más útil para la humanidad. En resumen,
es muy raro que este tipo de científicos sea de provecho para todos los
pobladores del mundo porque no sirven al bien común, al menos que les represente
gratificaciones inmediatas. En la medida que desaparece la posibilidad del
provecho individual, desaparece su disposición de servicio.
El Profeta
Muhammad, Mensajero de Dios (PB), también se refirió al daño que puede ocasionar
esa forma de pensar: No adquieran conocimiento sólo para polemizar con otros
estudiosos y demostrar superioridad sobre ellos o para discutir con el ignorante
o para atraer la atención de la gente9.
Por otra parte,
el Profeta Muhammad (BP) alabó la difusión del conocimiento útil: Dios bendice a
aquellos que instruyen a la gente con conocimientos
provechosos10.
Al estudioso que
cree en Dios, tiene motivaciones buenas y sinceras y es consciente de las
bendiciones que recibirá, se le abren nuevas perspectivas no sólo en el campo de
la ciencia sino en muchas otras esferas de la vida, como la del arte, la
cultura, etc. Nunca siente decaer su espíritu elevado sino que se incrementa en
gran medida.
LA
RELIGION AYUDA A QUE LA CIENCIA SE ENCAMINE DE MANERA CORRECTA
La ciencia es
la investigación del mundo material en el que vivimos por medio de la
observación y la prueba. En consecuencia, conducirá a conclusiones diversas en
función de los resultados de los análisis y experimentos realizados. Además,
cada disciplina científica posee un cierto número de normas aceptadas como
verdaderas aunque no se hayan verificado exhaustivamente. En la literatura
científica se denomina “paradigma” a ese conjunto de normas.
Estos criterios
iniciales marcan el curso de toda la investigación y el primer paso es la
formulación de una “hipótesis”. Eso que se supone o postula debe pasar la prueba
de la experimentación científica. Si la hipótesis se verifica, pasa a ser un
“principio establecido o ley”. Si por el contrario, se desaprueba, deberá
presentarse otra hipótesis y ponérsela a prueba nuevamente.
En la
formulación de la hipótesis lo que más pesa, normalmente, es el punto de vista
general de los científicos. Por ejemplo, si éstos adhieren a una visión
espontaneísta, pueden basar su trabajo en una hipótesis que sostenga que “la
materia tiene una tendencia a organizarse a sí misma sin la intervención de un
agente consciente”. En consecuencia, durante muchos años llevarán a cabo
investigaciones para intentar demostrar que dicha hipótesis se confirma en la
práctica. Sin embargo, debido a que la materia no posee dicha capacidad, todos
los esfuerzos que se hagan para verificarla estarán condenados al fracaso. Pero
si se obstinan en su intento, la resultante será un
gran gasto de tiempo y recursos.
Si el punto de
partida se hubiese fundado en la idea de que “es imposible que la materia pueda
organizarse sin un plan consciente”, la investigación habría seguido un camino
más productivo y satisfactorio. El problema reside en que para establecer esta
hipótesis se requiere una fuente de información decisiva que está en un plano
más allá de lo científico. Dicha fuente es decisiva para no incurrir en
esfuerzos inútiles durante años, decenios o siglos.
Esa fuente de la que hablamos es la
revelación de Dios a la humanidad.
Si Dios es el creador del universo, el conocimiento exacto e indiscutible de los
temas científicos que abordemos derivan de El y, por lo tanto, de la información
que nos suministra Su palabra, es decir, el Corán. Los datos principales son los
siguientes:
1)
Dios creó el universo de la nada, por lo que nada pasó a existir como resultado
de sucesos azarosos o por propia determinación. De esto se desprende que en el
universo o la naturaleza no hay un caos de acontecimientos casuales sino
un orden perfecto creado por una determinación
inteligente.
2)
El universo material y en especial la Tierra en la que vivimos, están diseñados
para permitir la vida humana. En el movimiento de las estrellas y planetas, en
los rasgos geográficos sobresalientes, en las propiedades del agua y de la
atmósfera, hay un propósito que hace posible
la vida.
3)
Todo lo que existe ha tomado forma porque Dios lo ha
creado. Por consiguiente, las criaturas actúan por inspiración de
Dios, como dice el Corán en el ejemplo de las abejas: Tu Señor ha inspirado a
las abejas... (Corán, 16:68).
Estas son verdades
absolutas que Dios nos ha comunicado a través del Corán. Si a la ciencia
accedemos basados en dichas verdades, nos conducirá inevitablemente a un gran
progreso y la humanidad obtendrá los mejores réditos de ella. Son muchos los
ejemplos en la historia, de esto que decimos aquí. Los científicos musulmanes,
al colocar a la ciencia en el lugar correcto, consiguieron forjar la más grande
civilización mundial y los mayores logros en los siglos IX y X. Asimismo, los
pioneros en todos los campos de la ciencia en occidente fueron grandes personas
que creían en Dios e hicieron sus investigaciones para develar lo que El creó.
Einstein también
sostenía que los científicos debían atenerse a las fuentes religiosas al
establecer sus objetivos: La ciencia contribuirá, en el sentido más amplio, al
logro de los objetivos determinados por la religión. Es decir, la ciencia sólo
puede ser creada por quienes estén plenamente compenetrados de la aspiración por
la verdad y el conocimiento. Y este sentimiento proviene de la esfera
religiosa... No puedo concebir un científico genuino sin una fe profunda11.
Sin embargo,
desde mediados del siglo XIX la comunidad científica se ha divorciado de dicha
fuente divina y quedó bajo la influencia de la filosofía materialista.
El materialismo,
una idea que la podemos remontar a la Grecia antigua, sostiene la existencia
absoluta de la materia y niega a Dios. Esta visión penetró gradualmente en la
comunidad científica y desde mediados del siglo XIX una parte considerable del
conocimiento proveniente de allí se dedicó a respaldarla. Con ese propósito se
formularon muchas teorías, como la llamada “modelo de universo infinito” que
sugiere que el universo tiene una existencia infinita, o como la evolucionista
de Darwin que supone que la vida es producto de la casualidad, o como la de
Freud que sostiene que la mente humana se ubica exclusivamente en el cerebro.
Hoy día vemos,
retrospectivamente, que las suposiciones presentadas
por el materialismo fueron una pérdida de tiempo y energía para la ciencia.
Durante decenios un gran número de científicos han derrochado sus mejores
esfuerzos por intentar demostrar cada una de esas suposiciones, aunque los
resultados las exhibieron siempre erradas. Los descubrimientos confirmaron lo
proclamado por el Corán: el universo fue creado de la nada, fue preparado para
albergar la vida humana y es imposible que la vida pasase a existir y se
desarrollase por casualidad. Consideremos ahora estos puntos uno por uno.
El Tiempo Malgastado por la Ciencia Debido a la
Obsesión
de los Materialistas con el “Universo Infinito”
Hasta
principios del siglo XX y bajo la influencia del materialismo, la opinión
aceptada por la comunidad científica era la de un universo infinito, en sus
dimensiones espacio-temporales, de existencia infinita. De acuerdo con este
punto de vista --llamado “modelo de universo estático”-- el universo no tiene
principio ni fin y es, simplemente, un conglomerado ilimitado de materia. El
objetivo de esta teoría era demostrar que el universo no fue creado y así
establecer la aceptación de la filosofía materialista.
Muchos
científicos que profesaban el materialismo o eran influenciados por su
filosofía, colocaron como fundamento de sus investigaciones el modelo de
“universo infinito”. En consecuencia, todo el estudio en el campo de la física y
astronomía se basó en la hipótesis de que la materia es eterna y durante algún
tiempo muchos investigadores se afanaron por demostrar ese supuesto, pero la
ciencia rápidamente hizo pedazos ese concepto erróneo.
El científico
belga Georges Lemaitre fue el primero en
reconocer la inexactitud del modelo de “universo infinito” y presentó una
alternativa científica. Basándose en los cálculos del científico ruso Alexandre
Friedmann declaró que el universo en realidad tuvo un
comienzo y que se expande desde ese momento.
Afirmó también que debía ser posible detectar la radiación residual del momento
en que se originó. Debemos advertir que G. Lemaitre era sacerdote y creía
firmemente en que el universo fue creado por Dios de la nada. Por lo tanto, su
enfoque de la ciencia discrepaba del de los materialistas.
Con el paso de
los años se confirmó la exactitud de las afirmaciones de Lemaitre. En primer
lugar, el astrónomo norteamericano Edwin Hubble descubrió con su gran telescopio
que las estrellas se movían alejándose de nosotros y una de otra. Esto
significaba que el universo se estaba expandiendo y por consiguiente no era
estático como suponían los materialistas.
En realidad,
Einstein había calculado teóricamente poco antes que el universo no podía ser
estático. Pero no insistió con esa teoría debido a la aceptación general de que
sí lo era. Es decir, hasta esta personalidad considerada la más genial de su
siglo, fue intimidada por el dogmatismo de la visión materialista y prefirió
poner sordina a esa comprobación tan importante. Posteriormente se refirió a ese
incidente como “el mayor error de su carrera”.
La expansión del
universo señalaba otra importante verdad: si retrocedemos lo suficiente en el
tiempo, todo se irá acotando hasta convergir en un solo punto. Los cálculos
demostraron que ese punto tenía volumen cero y nuestro universo pasó a existir
como resultado de la explosión del mismo, llamada “Big
Bang”.
La afirmación de
que el punto que explotó tenía volumen cero no es más que una expresión teórica
que sugiere la carencia absoluta de todo. Es decir, el universo fue creado de la
nada, como lo demuestra claramente el Big
Bang. Sin embargo, aún se requirió más evidencia científica para que ello fuese
aceptado ampliamente. George Gamow opinó en 1948 que si el universo se formó
como resultante de una explosión espontánea y repentina, como sugirió Lemaitre,
todavía debía existir una cantidad definida de radiación proveniente de la misma
y debería ser uniforme en todo el universo.
La comprobación
científica del postulado de Gamow estaba a punto de producirse. Los
investigadores Arno Penzias y Robert Wilson descubrieron en 1965 los restos de
dicha radiación. Se la denominó “radiación cósmica de
fondo”, estaba distribuida de manera uniforme en todo el universo y
reverberaba desde el momento de la gran explosión o Big Bang. Penzias y Wilson
recibieron el premio Nobel por su descubrimiento.
La NASA
(Administración Nacional del Espacio y la Aeronáutica de los EEUU) lanzó al
espacio el satélite COBE (Explorador Cósmico Ambiental) con el propósito de
investigar la radiación mencionada. Los sensibles equipos del satélite
confirmaron en minutos los niveles de radiación informados por ambos
científicos.
Semejante
hallazgo, que confirmaba la creación del universo de la nada con el Big Bang,
hizo vacilar a los estudiosos materialistas. Eran testigos del colapso de todos
sus trabajos de investigación, de todas sus hipótesis y teorías insubstanciales,
una tras otra. El conocido filósofo ateo Anthony Flew comentó lo siguiente
acerca de esta situación: La confesión, notoriamente, es buena para el alma. Por
lo tanto, empiezo por confesar que el ateísmo Stratoniciano tiene que
encontrarse turbado por el consenso cosmológico contemporáneo. Parece que los
cosmólogos están suministrando la prueba científica de lo que Santo Tomás no
pudo probar filosóficamente. Es decir, que el universo tuvo un inicio. En tanto
que se pueda pensar como consuelo que el universo existe no sólo sin final sino
también sin comienzo, es fácil argumentar que su existencia ilimitada y todo lo
encontrado como rasgos fundamentales, debería aceptarse como la explicación
última. Aunque creo que esto que digo es correcto, no resulta fácil ni
consolador mantener esa posición frente a los argumentos del Big Bang12.
Como demuestra
lo dicho, si una persona es ciegamente devota del materialismo, es difícil que
acepte alguna evidencia en contrario. Aunque admita que la situación cambió, no
se modifica su compromiso con el materialismo.
Por otra parte,
muchos científicos que no se empecinan en sostener la inexistencia de Dios,
aceptan actualmente que El creó el universo. Así lo hace William Lane Craig,
conocido por sus investigaciones sobre el Big Bang: En realidad, dada la verdad
de la máxima ex nihilo nihil fit (nada proviene de la nada), el Big Bang
requiere una causa física sobrenatural. Puesto que la singularidad cosmológica
inicial representa el límite de todas las trayectorias espacio-tiempo, no puede
existir ninguna causa física (natural) para el Big Bang. La causa debe
trascender los límites físicos del espacio y el tiempo: debe ser independiente
del universo e increíblemente poderosa, además de ser una existencia dotada de
una voluntad sin restricciones... La causa del origen
del universo debe ser, por lo tanto, un
Creador , Quien hace una determinada cantidad de tiempo hizo existir
el universo por su libre decisión13.
Otra importante
conclusión a extraer de la teoría del Big Bang es que, como ya mencionamos, el
trabajo científico alcanza el éxito en su esfuerzo por descifrar los misterios
del universo si se fundamenta en el conocimiento divino. Los científicos que
provienen de una filosofía materialista fueron incapaces, a pesar del esfuerzo
empeñado, de verificar la teoría del “universo infinito”. Sin embargo, la teoría
del Big Bang que desarrolló Georges Lamaitre basándose en fuentes divinas,
contribuyó al progreso científico y ayudó a develar el verdadero origen del
universo. La ciencia está proveyendo prueba científica de aquello que fue
sostenido primero por fuentes religiosas.
El repaso de la
historia de la ciencia en el siglo XX nos llevará a encontrar casos similares a
este del Big Bang en otros campos.
El
Atraso Científico que Produjo la Suposición de que
“En la Naturaleza no Existe Ningún Diseño”
Los
materialistas manifiestan que el universo existió y existirá siempre y suponen
que su existencia no implica ningún tipo de diseño o propósito. Sostuvieron y
sostienen que el equilibrio, armonía y orden universal es únicamente el
resultado de la casualidad. Esta pretensión dominó el mundo de la ciencia desde
la segunda mitad del siglo XIX y dictó el curso de toda la investigación
científica.
Algunos
estudiosos presentaron la llamada “teoría del caos” para demostrar la ausencia
de diseño o designio en el universo. Es decir, se les ocurrió que el orden puede
presentarse espontáneamente en lo caótico. Para dar una respuesta a la pregunta
“¿cómo se puede demostrar que el universo es producto del caos?”, desarrollaron
cálculos matemáticos, trabajos en física teórica, pruebas físicas y experimentos
químicos.
Pero cada nuevo
descubrimiento negaba más aún la posibilidad de un orden a partir del caos y la
creación del cosmos debido a la casualidad. Es decir, cada paso que daban
revelaba la existencia de un designio que todo lo abarcaba.
Un conjunto de
investigaciones que se llevaron a cabo a partir de 1960 demostraron que todos
los equilibrios físicos en el universo han sido diseñados para hacer posible la
vida. En la medida que avanzaban los estudios, se descubrió que cada una de las
leyes de la física, la química, la biología y de las fuerzas fundamentales, como
la de la gravedad o la electromagnética, así como las particularidades de la
estructura de los átomos, han sido hechas a medida, de modo que el ser humano
pudiese existir. Los científicos denominaron a ese designio extraordinario
“Principio Antrópico”.
Quedaba así
demostrado que era una falacia contraria a ciencia el dictamen impuesto con
bombos y platillos a la comunidad científica por la filosofía materialista, que
se sintetiza de la siguiente manera: “el universo es un montón de materia sin
sentido ni propósito que de un modo totalmente azaroso elabora cosas con un
orden o lógica determinados”. El conocido biólogo molecular Michael Denton hace
el siguiente comentario en su libro EL DESTINO DE LA NATURALEZA : Cómo las
Leyes de la Biología Revelan un Propósito en el Universo: El nuevo cuadro
que ha emergido en la astronomía del siglo XX presenta desafíos dramáticos a la
presunción dominante en la comunidad científica durante la mayor parte de los
últimos cuatro siglos, es decir, que la vida es una contingencia, un fenómeno
periférico en el esquema cósmico... La evidencia dada
por la cosmología y física modernas es exactamente la del tipo que buscaron y no
encontraron en la ciencia de su época los teólogos de la naturaleza en el siglo
XVII14.
Los “teólogos de
la naturaleza” a los que se refiere Denton, son los estudiosos religiosos de los
siglos XVII y XVIII que se esforzaron por demostrar la invalidez del ateísmo y
la existencia de Dios en base a fundamentos científicos. Como afirma este
biólogo molecular, el nivel de la ciencia de aquellos momentos no posibilitaba
el logro de pruebas concluyentes para lo que se entendía como verdad. En
consecuencia, se dio la paradoja de que creció la autoridad del materialismo
porque se apoyaba en un nivel de conocimiento primitivo. Pero la ciencia del
siglo XX modificó los criterios hasta poco antes en boga y proveyó evidencias
concluyentes respecto de que el universo fue creado por Dios.
Un punto que es
importante tener en cuenta es la extraordinaria cantidad de tiempo que se ha
perdido en demostrar la ilusión materialista que sostiene que “el universo
carece de todo tipo de designio”. Todas las teorías, fórmulas, estudios en
física teórica, ecuaciones matemáticas, etc., que supuestamente confirmaban esa
hipótesis, se exhibieron como esfuerzos inútiles. De la misma manera que las
teorías racistas condujeron a desastres en la humanidad y a la segunda guerra
mundial, la ideología materialista llevó al mundo de la ciencia hacia el
oscurantismo.
Si la comunidad
científica no hubiese centrado sus esfuerzos en la errada concepción
materialista sino en la realidad de que el universo fue creado por Dios, la
investigación científica hubiera tomado un camino más apropiado y prolífico.
Los
Esfuerzos de la Ciencia por Demostrar que la Teoría
de la Evolución es Correcta Causaron un Gran Daño
La aceptación de
la teoría de la evolución de Darwin es el mejor ejemplo de cómo la ciencia puede
ser guiada incorrectamente. Fue introducida en el orden del día del estudio
científico hace unos 140 años y demostró ser la mayor falacia, aunque por mucho
tiempo se consideró “correcta”.
La teoría de la
evolución sostiene que la vida proviene de la configuración de la materia
inanimada por medio de la casualidad y que los organismos que se formaron así
evolucionaron y se convirtieron en otras criaturas, también por casualidad. El
escenario central de los últimos 150 años ha sido el esfuerzo concertado por
hallar una justificación científica al libreto evolucionista. Pero ese esfuerzo,
irónicamente, probó exactamente lo contrario. La
evidencia científica ha demostrado que el evolucionismo nunca tuvo
lugar, que la posibilidad de la transformación gradual de una especie en otra es
algo imposible y que cada una de las especies fue
creada de modo singular sin que haya cambiado nunca su forma.
Sin embargo, a
pesar de todas esas evidencias, los evolucionistas realizan estudios y
experimentos incontables, escriben libros llenos de falacias y errores,
establecen instituciones, dan conferencias y emiten innumerables programas de
televisión para “demostrar” que la teoría darwinista es valedera. El haber
utilizado a miles de científicos y abultados bienes para afirmar como cierto lo
que no lo es, ha causado un gran daño a la humanidad. Si esos recursos hubiesen
sido usados correctamente, se habrían dado grandes pasos y obtenido resultados
positivos en las áreas más conducentes del estudio científico.
Por otra parte,
un importante número de pensadores científicos se han percatado del grave error
que se ha cometido al aceptarse la teoría de la evolución. Por ejemplo, el
filósofo británico Malcom Muggeridge comentó: Personalmente estoy convencido de
que la teoría de la evolución, especialmente en el grado en que ha sido
aplicada, servirá para hacer uno de las mayores chistes en los libros de
historia del futuro. Las generaciones por venir se maravillarán de que una
hipótesis tan débil y tambaleante haya sido aceptada con la increíble credulidad
en que lo es actualmente15.
El científico
escandinavo Søren Løvtrup hace la siguiente observación en su libro
Darwinismo: La Refutación de un Mito: Supongo que nadie negará que es una
gran desgracia que una rama completa de la ciencia adhiera a una teoría falsa.
Esto es lo que ha sucedido con la biología: durante un tiempo prolongado e
incluso hoy día, se discuten, en el peculiar lenguaje darwinista, los conceptos
de “adaptación”, “presión selectiva”, “selección natural”, etc., pensando que
así se contribuye a la explicación de eventos naturales. Pero no es así... Creo
que algún día el mito darwinista será considerado la mayor falacia en la
historia de la ciencia16.
Una importante
cantidad de científicos han reconocido que la teoría que defienden no se ajusta
a la realidad y se sienten incómodos por eso.
El científico
evolucionista Paul R. Ehrlich admitió en una entrevista con la revista
Science, de manera indirecta, que la creencia ciega en la teoría de la
evolución causa un gran daño a la ciencia: La
perpetuación de la actual teoría (de la evolución) como dogma, no alentará el
progreso hacia otras explicaciones más satisfactorias de los fenómenos
observados17.
Ocupémonos ahora
de todos los esfuerzos inútiles realizados para sostener la suposición no
científica de la teoría evolucionista, lo cual ha costado a la ciencia un gran
desperdicio de tiempo y recursos.
El Atraso
que Ha Causado a la Ciencia la Creencia de que
“La Materia Inanimada Puede Originar Vida Por Sí Misma”
¿Cuál es el
origen de la vida? ¿Qué es lo que distingue a un ave o a una jirafa de una
piedra, del agua, de la tierra, es decir, de la materia inanimada?
La respuesta a
estas preguntas ha sido objeto de curiosidad desde la antigüedad. Las visiones
predominantes son dos: una de ellas es de la opinión de que entre la materia
animada e inanimada existe una delgadísima línea divisoria que puede ser
traspasada fácilmente y entonces la vida puede originarse de modo espontáneo de
lo inanimado. Esta posición es llamada “abiogénesis” en la literatura
científica.
La otra sostiene
que hay una línea divisoria inviolable entre la materia viva y la inerte. De
acuerdo a esta posición es imposible que los organismos animados se desarrollen
a partir de la materia inanimada. Es decir, lo viviente puede desarrollarse
solamente a partir de otro organismo viviente. Este punto de vista es llamado
“biogénesis” y se lo puede resumir en la expresión “la vida proviene sólo de la
vida”.
Significativamente, la idea de “abiogénesis” está conectada a la filosofía
materialista, mientras que la idea de “biogénesis” proviene de fuentes
religiosas. La filosofía materialista ha sostenido siempre que la materia
inanimada puede dar lugar a organismos vivos. Los filósofos griegos creían que
las formas simples de vida surgían continuamente de la materia inanimada.
Las fuentes
divinas dicen, por el contrario, que el único que posee poder para dar vida a la
materia inanimada es Dios. Leemos en el Corán:
Dios hace que germinen el grano y
el hueso del dátil, saca al vivo del muerto y al muerto del vivo. ¡Ese es Dios!
¡Cómo podéis, pues, ser tan desviados! (Corán, 6:95).
Suyo es el dominio de los cielos y
de la tierra. El da la vida y la muerte. Y es omnipotente (Corán, 57:2).
En la Edad
Media, época en que la gente poseía un conocimiento muy limitado de la
naturaleza, prevalecía el punto de vista de la “abiogénesis” debido a ciertas
observaciones o consideraciones erróneas. Quienes vieron que los gusanos se
desarrollaban en un pedazo de carne al aire libre, pensaron que aparecían de
modo espontáneo. La misma explicación le daban a la existencia de las ratas. Es
decir, suponían que se originaban en los granos de trigo almacenados. Esta
creencia se denominó también “generación espontánea” y fue ampliamente aceptada
hasta el siglo XVII.
Esa suposición
pasó al basurero de la historia gracias a los experimentos realizados por dos
científicos de renombre. Uno fue Francisco Redi, quien demostró en 1668 que los
gusanos que aparecían en el pedazo de carne expuesta al aire libre no se
formaban espontáneamente sino que provenían de los huevos depositados por las
moscas que se posaban allí. Con este descubrimiento los defensores de la
“abiogénesis” aceptaron que si bien eso era lo que sucedía con los organismos
grandes, como los gusanos o las ranas, los microorganismos invisibles sí surgían
espontáneamente de la materia inerte. El debate continuó dos siglos hasta que el
biólogo Luis Pasteur demostró que los microbios tampoco podían formarse de lo
inanimado. El sabio francés resumió sus conclusiones así: ¿Puede organizarse la
materia por sí misma? En otras palabras, ¿pueden pasar a existir sin padres o
ancestros los organismos vivos? Es a esto a lo que hay que dar respuesta... Nada
permite afirmar que los seres microscópicos no se originaron de otros que les
antecedieron18.
Redi y Pasteur
tenían algo en común: ambos creían en la existencia de Dios y que la vida fue
creada por El. Esta creencia jugó un papel central en la determinación de lo
absurdo que resultaba la idea de la “abiogénesis”. En efecto, mientras una serie
de científicos influenciados por el materialismo suscribían ese punto de vista
(Darwin, Haeckel, etc), otros que enfocaban la ciencia con un entendimiento
distinto comprobaban la verdad de la “biogénesis”.
Pero los
evolucionistas resistieron dicha realidad evidente y defendieron de modo
obcecado la filosofía materialista, lo que dio lugar a una disputa inútil que
duraría un siglo. Los científicos materialistas Alexander Oparin y J. B. Haldane
establecieron la idea de “evolución química”: la “abiogénesis” no tuvo lugar en
un tiempo breve sino en un período largo. Lo dicho condujo al mundo de la
ciencia a un callejón sin salida y contribuyó a una gran pérdida de tiempo,
además de estar en conflicto con ciertos principios científicos, especialmente
con la Segunda Ley de la Termodinámica.
Una serie de
investigadores se dedicaron a lo largo del siglo XX a realizar experimentos para
comprobar la hipótesis de la “evolución química” o desarrollaron nuevas teorías
para darle un fuerte respaldo. Grandes laboratorios, institutos de investigación
y universidades se volcaron a esa tarea. Pero todos sus esfuerzos culminaron en
el fracaso. El conocido evolucionista Klause Dose, director del Instituto de
Bioquímica de la Universidad Johannes – Gutenberg, confesó que se vieron
frustrados todos los intentos por producir evidencias a favor de la hipótesis
que sostiene que la materia inerte produce materia viva: Más de treinta años de
experimentos en los campos de la evolución química y molecular para determinar
el origen de la vida en la Tierra, han conducido a una mejor percepción de lo
inmensamente problemático que resulta, antes que a lograr resultados positivos.
Todas las discusiones actuales sobre las teorías y experimentos principales en
la materia, terminaron en un atolladero o en la confesión de ignorancia19.
Si el mundo de la
ciencia no se hubiese obsesionado con la idea de la abiogénesis, que es una
falacia materialista, todos los esfuerzos hechos en el nombre de la “evolución
química” podrían haber sido canalizados hacia áreas más productivas.
Si la comunidad científica hubiese partido del
reconocimiento de que la vida es creada por Dios y que sólo El posee el poder
para dar vida, todo ese tiempo y recursos desperdiciados se habrían ahorrado.
En ese caso, la ciencia se hubiese concentrado en investigaciones y
descubrimientos provechosos para la humanidad, en vez de intentar probar la
veracidad de mitos de la Grecia Antigua.
Hoy día la
comunidad científica está demostrando que la materia no viviente no puede
autoorganizarse a través de sucesos casuales para luego juntarse con otras
materias inertes y formar células muy complejas y perfectas. También es obvio
que las millones de formas de vida que vemos alrededor de nosotros no pudieron
formarse de modo accidental como suponen los evolucionistas. Por cierto,
ni una rosa, ni un pavo real, ni una hormiga, ni un
tigre, en otras palabras, ningún ser viviente puede pasar a existir por medio de
la voluntad de células inconscientes construidas por la combinación de átomos
inconscientes.
El propio
científico que realiza amplios estudios en estos temas no es, en su constitución
física y mental, de ninguna manera, el producto de la decisión tomada por átomos
inconscientes.
Hay que tener en
cuenta que en el Corán está escrito hace cientos de años que la vida fue creada
por Dios de la “nada” y que sólo El “da vida”. Si la ciencia hubiese descubierto
las implicancias de las verdades que Dios transmitió a la humanidad, no se
habría “encaprichado” en investigaciones imprecisas durante un período de tiempo
tan largo.
Los Esfuerzos
que Derrochó la Ciencia para Intentar
Demostrar la Supuesta “Evolución de las Especies”
En
la Tierra existen miles de especies vivientes que difieren entre ellas de las
más distintas maneras. Consideremos, por ejemplo, los caballos, las aves, las
serpientes, las mariposas, los peces, los gatos, los murciélagos, los gusanos,
las hormigas, los elefantes, los mosquitos, las abejas, los delfines, las
estrellas de mar, las medusas, los camellos... Todas las formas de vida difieren
entre sí en sus características físicas, particularidades del lugar donde
habitan, técnicas de caza, técnicas de defensa, hábitos de alimentación, formas
de reproducción, etc.
¿Cómo pasaron a
existir criaturas con tantas diferencias?
Quien reflexione
acerca de esta pregunta recurriendo a su facultad de razonamiento, descubrirá
que todas han sido diseñadas así, es decir, han sido creadas. Cada diseño prueba
la existencia de un diseñador inteligente. Es decir, lo viviente, como la
naturaleza en su conjunto, demuestra la existencia de Dios.
Esta verdad nos ha
sido revelada a través de la religión. En el Corán se nos informa cómo pasaron a
existir las criaturas: todas fueron creadas por Dios, Quien con Su poder y
conocimiento infinitos las equipó con características distintas, haciendo de ese
modo que la humanidad se entere de Su potestad y sapiencia. Algunos versículos
coránicos se refieren a la creación de lo viviente:
Entre Sus signos figuran la creación
de los cielos y de la tierra, los seres vivos que en ellos (es decir, en los
cielos y en la tierra) ha diseminado y que, cuando quiere, puede reunir (Corán,
42:29).
Dios ha creado a todos los animales del agua: de ellos unos se arrastran, otros
caminan a dos patas, otros a cuatro. Dios crea lo que quiere. Dios es
omnipotente (Corán, 24:45).
Ha creado los cielos sin pilares visibles. Ha fijado en la tierra las montañas
para que ella y vosotros no vaciléis. Ha diseminado por ella toda clase de
bestias. Hemos hecho bajar agua del cielo y crecer en ella toda especie
generosa. Esta es la creación de Dios. ¡Mostradme, pues, qué han creado los
otros dioses que hay fuera de El! Sí, los impíos están evidentemente extraviados
(Corán, 31:10-11).
Hay, en verdad, en los cielos y en la tierra signos para los creyentes. En
vuestra creación (es decir, en la creación de los seres humanos) y en las
bestias que El esparce hay signos para gente que está convencida (de la Verdad)
(Corán, 45:3-4).
Después de
reconocer la realidad de la creación los científicos establecieron diversas
disciplinas, como la biología, la anatomía y la paleontología,
plenamente conscientes de que todo lo viviente fue
creado por Dios. Entre esos estudiosos destacados tenemos a: Carl von
Linneo, conocido como “el padre de la taxonomía vegetal” y en consecuencia el
pionero en la clasificación definida de las plantas; Georges Cuvier, fundador de
la ciencia de los fósiles y de la anatomía comparada; Gregory Mendel, quien dio
inicio a la ciencia de la genética y descubrió las leyes de la herencia; Louis
Agassiz, considerado el principal biólogo del siglo XIX.
Luego, con la
introducción de la teoría de la evolución de Charles Darwin, el mundo de la
ciencia se esforzó por demostrar que “las especies evolucionaron una de otra”.
Eso llevó a los científicos a investigaciones largas e infructuosas. Se pasó a
buscar fósiles en todo el mundo con la idea de encontrar los restos de
existencias constituidas por partes de dos especies distintas, es decir,
criaturas intermedias entre una especie y otra, que justifiquen lo aseverado.
Además se fabricaron escenarios imaginarios para explicar cómo se habría
producido esa evolución. Y esto que era una simple especulación empezó a
aparecer en publicaciones científicas y eventualmente fue enseñado en las
escuelas como algo real y comprobado.
Conviene repasar
algunos de esos escenarios para demostrar cómo los evolucionistas
ligaron a la ciencia con sus propias fantasías alocadas.
Por ejemplo, la historia que transcribimos a continuación fue publicada en un
artículo evolucionista que se ocupa de la supuesta transición de los reptiles a
los mamíferos: Algunos de los reptiles de las regiones más frías comenzaron a
desarrollar un método para mantener caliente sus cuerpos. Consiguieron producir
un aumento del calor corporal en la medida en que el clima era más frío y evitar
su pérdida achicando las escamas, haciéndolas más puntiagudas y, por último,
convirtiéndolas en piel. Otra adaptación para regular la temperatura del cuerpo
fue incorporar a éste la transpiración, es decir, un mecanismo que enfría todo
el organismo por medio de la evaporación de agua. Además, accidental o
casualmente, las crías pasaron a lamer el sudor de la madre para alimentarse. En
consecuencia algunas glándulas comenzaron a producir una secreción cada vez más
rica, la que eventualmente se convirtió en leche. De ese modo las crías de los
primeros mamíferos comenzaron a llevar un mejor tipo de vida20.
Para sustentar la
hipótesis evolucionista era necesario probar de modo científico acontecimientos
imposibles, como la transición del sudor a leche y de las escamas a la piel.
Ello hizo que miles de estudiosos desperdiciasen su tiempo intentando verificar
semejantes supuestos. En realidad, ninguna de dichas transiciones es posible. Es
absolutamente imposible que el sudor haya evolucionado hasta convertirse en
leche, la cual contiene todo lo necesario para el desarrollo del bebé. Se trata
de una sustancia que se regula especialmente, en concordancia con las
necesidades y con cada fase de la criatura que la toma. Es decir, lo que
encuentra la criatura en la leche de la madre es exactamente lo requerido para
cada momento de su desarrollo.
Por ejemplo, en el
momento en que el bebé necesita potasio, la leche es más rica en potasio. Lo
mismo sucede con todos los demás componentes que vaya a necesitar en sus
primeros años de desarrollo. Por supuesto, es imposible que esa concordancia se
dé como producto de la casualidad.
Por otra parte, es
imposible la evolución de las escamas de los reptiles hasta convertirse en el
pelaje de los mamíferos, pues ambos elementos poseen estructuras completamente
distintas:
1) El pelaje es
folicular, es decir, crece de un saco (folículo piloso), a diferencia de las
escamas, que son estructuras planas dentro de la piel. Además, las escamas se
desarrollan, crecen y se desprenden de un modo absolutamente distinto de como lo
hace el pelaje. No tienen nada en común.
2) No hay ninguna
evidencia científica que sugiera que el pelaje sea el producto de una evolución
a partir de las escamas. Los evolucionistas no poseen evidencia fósil alguna que
demuestre esa suposición, de la misma manera que no pueden presentar ningún
mecanismo lógico que haga posible esa transformación.
Es decir, todas las
suposiciones como estas dos mencionadas colisionan claramente con la realidad
científica.
Lo dicho respecto
de la conversión de reptiles en mamíferos no es la única fábula anticientífica.
Cada evolucionista elabora su propio “libreto”. Así se inventaron muchos
escenarios para hacer creer que los dinosaurios evolucionaron en aves, como el
que relata que dichos reptiles comenzaron a volar mientras cazaban moscas. Otro
cuento nos dice que desarrollaron alas mientras saltaban de un árbol a otro.
Finalmente la ciencia se fue acostumbrando a “demostrar” esos escenarios creados
por la imaginación de los evolucionistas. Hasta ahora muchos científicos han
llevado a cabo investigaciones para “comprobar” cómo los dinosaurios pudieron
haber comenzado a volar mientras corrían o saltaban de las ramas de los árboles,
e invirtieron años para “evidenciar” cómo las escamas se convirtieron en las
plumas de las aves. Uno de ellos, el conocido científico ornitólogo Alan
Feduccia, se pasó la vida trabajando en este tema. Después de 25 años de
investigación buscando una conexión entre dinosaurios y aves, hace la siguiente
confesión: Bien, he estudiado cráneos de aves durante 25 años y no encuentro
similitudes de ningún tipo. No las veo... El origen de las aves terópodas, en mi
opinión, será la más grande dificultad de la paleontología del siglo XX21.
Los escenarios
evolucionistas no se limitan a lo dicho. Como admitió el paleontólogo
evolucionista Dr. Colin Patterson, Existe una tremenda
cantidad de fábulas, una más imaginativa que otra, sobre la
naturaleza de esas historias de vida22.
Los darwinistas
proponen también la fantástica suposición de que los mamíferos marinos
--ballenas, focas, delfines-- llegaron a ser tales después de evolucionar a
partir de osos nadadores. Incluso, para dar fundamento a ese escenario,
produjeron teorías acerca de criaturas semiballenas y hasta de “ballenas
caminantes”.
El problema no está
en que los evolucionistas sueñen y crean en los escenarios que se les ocurran
sino en que derrochan los recursos científicos y el tiempo en todo el mundo
esperanzados en encontrar pruebas que justifiquen sus pretensiones. Dijo el
conocido científico evolucionista Pierre Paul Grassé acerca de esos escenarios:
No existe ninguna ley que prohiba soñar despierto, pero la ciencia no debe
entregarse a esa práctica23.
La ciencia
continuará dándose la cabeza contra la pared en sus intentos por demostrar esos
mitos en la medida en que los científicos sigan fundamentándose en hipótesis
incorrectas como las del darwinismo. Sólo el reconocimiento de la verdad de que
todo ha sido creado pondrá fin a esos esfuerzos vanos que inhiben el progreso de
la ciencia. Como mencionamos antes, todas las criaturas
fueron creadas por Dios, una por una. Sus características físicas,
hábitos de alimentación, técnicas de caza y defensa, la forma en que nutren a
sus vástagos, etc., reflejan compatibilidades perfectas. No tiene sentido
investigar cómo la casualidad dio lugar a esos procedimientos tan armoniosos. La
perfección que exhiben no pudo pasar a existir de modo fortuito sino, solamente,
a través del poder y control de nuestro Señor, el Creador Supremo. Por
consiguiente, sería mucho más valioso investigar lo posible de verificar y sus
particularidades, antes que producir escenarios completamente imaginarios. Lo
importante es que esa investigación nos ayudará a conocer mejor a Dios, el
Todopoderoso, Quien creó a los seres humanos y a todo el universo de la nada.
El
Atolladero de las Mutaciones
Otra aseveración de
los evolucionistas que provocó una gran pérdida de tiempo a la ciencia, fue la
ilusoria búsqueda de “mutaciones benéficas”.
Las mutaciones son
cambios que ocurren en el código genético de un organismo por efectos de las
radiaciones, sustancias químicas, etc. Aunque los darwinistas suponen que lo
viviente evolucionó a través de mutaciones, estas son casi siempre dañinas
porque causan desórdenes orgánicos. El escape de radiación en Chernobyl
constató, desgraciadamente, los efectos nocivos de las mutaciones. Luego de ese
desastre muchas personas empezaron a padecer de leucemia y distintos tipos de
anormalidades muy serias, como las deformaciones físicas en los recién nacidos.
El neodarwinismo
les dio el carácter de “mecanismo evolutivo” a dos procesos negativos. Uno de
ellos es el de la mutaciones. Por lo tanto se vieron obligados a demostrar que
podían dar lugar a efectos beneficiosos en lo que a la evolución concierne. Sin
embargo, como explicamos antes, las mutaciones son siempre dañinas y nunca se ha
observado que conlleven a la evolución.
Con una tenacidad
sorprendente proyectaron modelos de mutaciones artificiales y trabajaron durante
decenios con miras a lograr una beneficiosa. Por ejemplo, numerosas veces
provocaron mutaciones en la moscas de la frutas esperanzados en “llegar a
mejorar el código genético”. El resultado fue un fracaso total. El evolucionista
Michael Pitman hizo la siguiente observación acerca de estos dilatados
experimentos en el campo de las mutaciones, realizados con el objeto de que
conduzcan a algo concluyente: Morgan, Goldschmit, Muller y otros genetistas han
sometido varias generaciones de moscas de la fruta a condiciones extremas de
calor, frío, luz, oscuridad, radiaciones y exposición a agentes químicos. Se
produjeron diversos tipos de mutaciones, prácticamente todas irrelevantes o
abiertamente nocivas. ¿Consiguió el ser humano reproducir la evolución? En
realidad, no. Pocos de los monstruos creados podrían haber sobrevivido fuera de
las probetas en las que fueron engendrados. En la práctica, los mutantes mueren,
son estériles o tienden a volver al tipo original24.
También Gordon
Taylor, otro conocido evolucionista, dijo que se perdieron cincuenta años con
los experimentos sobre mutaciones: En los miles de experimentos de reproducción
de moscas llevados a cabo en todo el mundo durante más de cincuenta años, nunca
hemos visto que aparezca una especie nueva o, aunque más no sea, una enzima
nueva25.
Las experiencias de
los evolucionistas en otras áreas de la ciencia no han sido diferentes. No
obstante, a pesar de toda la evidencia científica en contra, consideran que esa
persistencia (irracional) en el error es “perseverancia científica”. Pero su
comportamiento no es tal sino resistencia u oposición a
los principios de la ciencia.
El Atolladero en el Campo de los Fósiles
Otro ejemplo de la
pérdida de tiempo de la que es responsable la teoría de la evolución lo
encontramos en el callejón sin salida al que fue empujada la paleontología.
Nadie duda de que los estudios paleontológicos son fundamentales para la
comprensión de la historia de la vida en la Tierra. Sin embargo, los
preconceptos erróneos de la teoría de la evolución tuvieron un efecto negativo
en los mismos y llevaron a los científicos a conclusiones equivocadas. Los
paleontólogos que investigan “el origen del ser humano” se ven en apuros: todas
las investigaciones llevadas a cabo para encontrar una criatura semisimia,
semihumana, han sido una completa pérdida de tiempo.
Debemos mencionar
que la búsqueda de fósiles se hace bajo condiciones muy difíciles y requiere
presupuestos elevados. Las excavaciones realizadas por numerosos investigadores
en los últimos ciento cincuenta años en regiones como las de los desiertos
africanos y en campamentos bajo el sol ardiente, con presupuestos de millones de
dólares, no han brindado resultados concretos. El conocido paleontólogo Richard
Leakey y el renombrado escritor científico Roger Lewin, hicieron la siguiente
confesión acerca de la carencia de resultados de esos estudios: Si alguien se
toma el trabajo de coleccionar en una habitación todos los fósiles encontrados
de nuestros ancestros (y sus parientes biológicos) que vivieron, digamos, entre
cinco millones y un millón de años atrás, para exponerlos necesitará solamente
un par de caballetes y dos tablones grandes. ¡Y como si esto no fuese bastante
lamentable, una simple caja de zapatos sería más que suficiente para acomodar
los fósiles de homínidos con una antigüedad de entre quince y seis millones de
años!26.
Todas esas tareas
fueron un desperdicio de tiempo, conocimiento, trabajo, dinero y recursos,
consideradas equivocadamente “en función de la ciencia”. En todo el mundo, miles
de universidades, instituciones y organizaciones científicas, millones de
científicos, instructores y estudiantes, laboratorios, expertos, equipos
técnicos e incontables recursos, han sido consagrados al servicio de un
argumento falso. El resultado concreto de todo esto es “nada”, pero así y todo
se sigue en esa línea de acción aunque los nuevos descubrimientos siguen
exponiendo la falacia de la hipótesis evolucionista.
El científico
darwinista S. J. Jones explica en un artículo publicado en la revista Nature
las dificultades de la paleoantropología, del estudio de los fósiles y de la
investigación sobre el origen del ser humano: Parece que los paleoantropólogos
cubren la falta de fósiles con un exceso de entusiasmo y esta debe ser ahora la
única ciencia en la que aún es posible hacerse famoso sólo por tener una
opinión. Como dijo un cínico, en paleontología humana el consenso lo tiene quien
grita más fuerte27.
Los Daños que Causan a la Ciencia Quienes Niegan
la Existencia de un “Diseño Perfecto en la Naturaleza”
Negar
el hecho de la creación, es decir, la existencia del “diseño” en la naturaleza,
significa impedir la investigación científica. El estudioso que es consciente de
esa existencia emprende sus estudios con el objeto de investigarlo y llegar a
conocer cuál es su propósito. Pero un evolucionista no tendrá la misma meta
debido a que considera que la naturaleza es un amontonamiento de materia sin
ninguna intención.
El físico y
filósofo norteamericano William Dembski, es otro de los que sostiene que en la
naturaleza hay un “diseño” y dice que el punto de vista evolucionista, al negar
la existencia de un propósito en la misma, detiene el progreso científico.
Ejemplifica esto valiéndose del término “ADN chatarra” usado por los darwinistas.
(Denominan así a los elementos del ADN que según ellos no contienen información
genética y por lo tanto no cumplen una función en lo que hace a la herencia
biológica). Dice Dembski: El diseño no es una barrera infranqueable para la
ciencia. Por el contrario, puede promover la investigación que el enfoque
evolucionista obstruye. Consideremos el término “ADN chatarra”. Lleva implícito
que debido a que el genoma de un organismo ha sido formado a través de un
proceso evolutivo largo y caótico se trata de un compuesto integrado con partes
de cualquier cosa, de las cuales sólo algunas son esenciales para el organismo.
Por consiguiente, según los evolucionistas es de suponer que hay una gran
cantidad de ADN inútil.
Pero si
consideramos que los organismos han sido diseñados, contamos con descubrir la
función de cada parte del ADN. Y justamente los últimos hallazgos sugieren que
decir que cuenta con componentes que son “basura”, no hace más que esconder
nuestra ignorancia actual de la función que cumplen. Por ejemplo, en un reciente
ejemplar de Revista de Biología Teórica, John Bodnar describe cómo “el
ADN no codificado en el genoma contiene un lenguaje que programa el crecimiento
y desarrollo del organismo”. El diseño alienta a los científicos a descubrir
nuevas funciones allí donde los evolucionistas pierden el interés...
Admitir el diseño
en el mundo de la ciencia sólo puede enriquecer el emprendimiento científico.
Todos los elementos e instrumentos verdaderos de la ciencia quedan intactos,
pero el diseño suma una nueva herramienta al arca de las que ya disponen los
científicos. Además, una vez que admitimos el diseño, se abre a la investigación
un conjunto de cosas al querer saber cómo fueron producidas, su grado de
optimización y el propósito que tienen28.
Obviamente, ser
consciente de que lo viviente ha sido creado por Dios abre nuevos caminos a la
ciencia y también contribuye a un mejor entendimiento de la naturaleza.
Sin embargo, los
científicos materialistas que niegan el poder creativo de Dios, suponen que
todas las formas de vida sobre la Tierra pasaron a existir debido a eventos
casuales. Para esa gente, la existencia de “diseños aberrantes” o “elementos
innecesarios” es absolutamente natural en un universo que es producto de la
casualidad. Este punto de vista anómalo, mantenido a lo largo de los años,
motivó que muchos estudiosos interpreten la realidad de modo incorrecto e
impidió nuevos descubrimientos. Por ejemplo, un científico materialista que
examina una pluma de ave y observa su estructura asimétrica, determina que esa
configuración es producto del azar. Por consiguiente, no se ve motivado a
estudiarla. En cambio, el científico que acepta que Dios es el creador de cada
forma de vida con el diseño absolutamente adecuado a un propósito específico,
entiende que las características asimétricas de las plumas son una cualidad
importante digna de investigarse. Al iniciar el trabajo con dicha premisa,
descubrirá enseguida que esa forma asimétrica es necesaria para el vuelo y que
las aves con plumas simétricas son incapaces de volar.
Este tipo de
situación es común en el mundo de la ciencia. Los que estudiaron a las abejas
tuvieron una experiencia similar. Por ejemplo, al calcular los ángulos que
forman las uniones de las celdillas del panal, determinaron que dos de ellos
diferían de lo óptimo en dos minutos de grado (las medidas indicaban que esos
ángulos eran de 109º 28’ y 70º 32’, en tanto que por medio de un cálculo muy
complicado el matemático Konig determinó que los ángulos óptimos debían ser 109º
26’ y 70º 34’). Los científicos que trabajaban en el tema llegaron a la
conclusión de que las abejas cometían ese desliz mínimo. No obstante, el
matemático escocés Colin Maclaurin (1698-1746) no quedó satisfecho con esa
explicación, estudió de nuevo el tema y demostró que las tablas de logaritmos
usadas estaban mal impresas y eran las responsables de esa diferencia29.
¡De esta forma se supo que los cálculos hechos por las abejas eran los correctos
y que los ángulos que determinaron eran los óptimos!
Una persona
consciente de que Dios crea todo lo viviente de modo perfecto, nunca supone que
exista una aberración en el diseño de cualquier objeto de la naturaleza. Sabe
que cada detalle es creado por Dios con un propósito específico.
Otro concepto
erróneo al que adhieren los científicos que no admiten la creación perfecta de
Dios, también está relacionado con las abejas. El ejemplar de la revista New
Scientist del 12 de octubre de 1996 contiene un artículo en el que Ben
Crystall sostiene que las abejas baten las alas excesivamente y por consiguiente
su vuelo es deficiente. Manifiesta que el aleteo unas veces es más rápido que
otras, pero siempre vuelan a la misma velocidad, por lo que en determinados
momentos derrochan energía sin sentido. Para el autor de la nota se trata de una
falla en el diseño.
El tema fue
estudiado por un equipo conducido por Jon Harrison de la Universidad Estatal de
Arizona y sus resultados publicados en la revista Science (1996, vol.
274, p. 88). Allí sugiere que hay buenas razones para explicar las diferencias
en las frecuencias del aleteo de las abejas. Se les controló la temperatura
corporal, la velocidad con que movían las alas y la tasa metabólica cada vez que
cambiaba la temperatura ambiente. Se observó que al aumentar ésta de 20°C a
40°C, la frecuencia del aleteo decrecía. La investigación reveló que las abejas
baten las alas con una frecuencia menor en ambientes cálidos y con una mayor en
los fríos, manteniendo siempre la misma velocidad de vuelo. Se descubrió
entonces que el aleteo con una mayor frecuencia en los ambientes fríos se
realiza para generar calor y mantener el cuerpo y la colmena a las temperaturas
adecuadas. Es decir, hace poco se supo que las alas de las abejas cumplen dos
funciones: sirven para el vuelo y para producir calor.
Otra falacia
presentada por los evolucionistas que no admiten que Dios creó todo lo viviente
de modo perfecto y en las formas que conocemos, es la teoría de los “órganos
atrofiados”. Puesto que suponen que todas las criaturas evolucionan de un
predecesor por casualidad, creen en la existencia de “órganos no funcionales”
heredados de ancestros y que con el paso del tiempo se atrofiaron debido a que
no se los usaba. En la medida en que la ciencia progresó, se comprendió que esos
órganos resultaban vitales para el cuerpo. La mejor demostración de lo
incorrecto de la premisa inicial, que obstaculizó el progreso de la ciencia, se
encuentra en la gradual reducción de la larga lista de los supuestos “órganos
atrofiados”. El evolucionista S. R. Scadding concuerda con esa realidad en un
artículo publicado en la revista Evolutionary Theory, titulado ¿Pueden
los Organos Atrofiados Constituir una Evidencia de la Evolución? Dice allí:
Puesto que no es posible aceptar una interpretación ambigua de estructuras
inútiles y que la estructura del argumento usado no es válida científicamente,
concluyo que los “órganos atrofiados” no proveen ninguna evidencia sustantiva
para la teoría de la evolución30.
La lista de los
“órganos atrofiados” compilada por el anatomista alemán R. Wiedersheim en 1895
comprendía alrededor de cien, incluidos el apéndice y el coxis. Con el avance de
la ciencia esa lista empezó a disminuir, además de descubrirse que los mismos
cumplían funciones muy importantes. Por ejemplo, se descubrió que el apéndice,
considerado un “órgano atrofiado”, en realidad es un órgano linfóideo que
combate las infecciones. También se descubrió que las amígdalas, incluidas en la
misma lista, cumplen un papel importante en la protección de la garganta de las
infecciones, especialmente hasta la adolescencia. Se descubrió asimismo que el
coxis, ubicado en el extremo inferior de la columna vertebral, sostiene los
huesos alrededor de la pelvis a la vez que es punto de convergencia de algunos
músculos pequeños. Más adelante se llegó a comprender que el timo incentiva el
sistema inmunológico del cuerpo humano activando las células T; que la glándula
pineal es la encargada de segregar hormonas importantes; etc. De ese modo, poco
a poco se descubrieron las funciones de los supuestos “órganos no funcionales”.
Darwin consideraba que el pliegue semicircular en el ojo era un “órgano
atrofiado”, pero resultó ser el encargado de limpiar y lubricar las cejas.
Todos los ejemplos
dados apuntan a una realidad: para que la investigación científica sea efectiva
y expeditiva, se debe cimentar en premisas correctas. Dios creó todo con un
propósito y con un diseño perfecto e inimitable. Por consiguiente, el objetivo
último del estudioso de la naturaleza debería ser descubrir las particularidades
de esa perfección en todo lo analizado y averiguar el sentido oculto en cada
fenómeno que percibe.
Los Efectos Negativos que Sufren los Científicos
Ateos
y Evolucionistas al Saber que Realizan Esfuerzos Vanos
En
realidad, el conducir investigaciones y estudios dilatados de hipótesis
inciertas y falaces, es emocionalmente agotador para los evolucionistas. Cuando
llegan a comprender que esos trabajos a los que dedicaron sus vidas son
insubstanciales e inservibles, les invade la desesperación. La investigación
científica requiere una gran disciplina y disposición al sacrificio. Realizar
prolongados experimentos de laboratorio en función de premisas que se sabe no
llevan a ninguna parte y descubrir en definitiva que lo único correcto es
exactamente lo opuesto a la hipótesis que se quiere demostrar, es algo que
realmente trastorna a cualquiera.
El conocido
bioquímico norteamericano Michael Behe sostiene la invalidez científica del
darwinismo en su libro La Caja Negra de Darwin y describe la psicología
de los científicos evolucionistas confrontados con la realidad del “diseño” de
la célula: La bioquímica moderna ha descubierto los secretos de la célula en las
últimas cuatro décadas. El progreso ha sido ganado a un alto costo, pues
requirió decenas de miles de personas que dedicasen la mejor parte de sus vidas
al trabajo tedioso de laboratorio... El corolario de esos esfuerzos acumulados
para investigar la célula, es decir, para estudiar la vida a nivel molecular, es
una clara y penetrante exclamación: “¡diseño!”. Dicho resultado es tan
indiscutible y significativo que puede ser considerado uno de los más grandes
logros en la historia de la ciencia, triunfo que debería evocar la exclamación
de “¡Eureka!” en decenas de miles de gargantas. Pero no se ha destapado ninguna
botella ni las manos han aplaudido... Por el contrario, un silencio
desconcertante, curioso e incómodo rodea la severa complejidad de la célula.
Cuando el tema se trata en público, la gente arrastra las suelas de los zapatos
por el piso y tiene una respiración agitada. En privado esas mismas personas se
muestran más relajadas y muchas admiten explícitamente
lo obvio, pero después bajan la mirada, sacuden la cabeza y siguen como antes.
¿Por qué la comunidad científica no abraza con orgullo su magnífico
descubrimiento? ¿Por qué la comprobación de una creación con un propósito o
intención es tratada con tantos miramientos intelectuales? El dilema es que si a
una parte del elefante se la etiqueta como creada por un designio inteligente,
la otra parte debe ser etiquetada (con el nombre del creador, es decir) Dios31.
Algunos
evolucionistas de la comunidad científica han reconocido la desesperación que
sufren. Por ejemplo, el paleontólogo Dr. Colin Patterson, Director del Museo
Británico de Historia Natural y autor del libro Evolución, hizo un
conocido comentario durante la inauguración del Museo de Historia Natural de
Nueva York: La pregunta es: ¿pueden decirme algo acerca de la evolución, aunque
más no sea una sola cosa, que sea verdad? Hice esta pregunta al grupo de
geólogos del Museo Field de Historia Natural y la única respuesta que obtuve fue
el silencio... Entones desperté y me di cuenta que viví engañado al tomar al
evolucionismo, de una u otra manera, como la verdad revelada32.
En otra parte del
mismo discurso también señaló: Una de las razones por la que comencé a tener
este criterio antievolucionista, o digamos, no evolucionista, fue que el año
pasado y de modo repentino, comprendí que si bien pensaba que durante veinte
años trabajé sobre el tema de la evolución, no era así. Algo sucedió una noche
pues al despertarme a la mañana siguiente percibí que en todo este tiempo no
llegué a conocer nada sobre la misma. Es una verdadera
conmoción enterarse de que uno puede estar tan extraviado33.
El doctor N.
Heribert-Nilsson, evolucionista y director del Instituto de Botánica de la
Universidad de Lund en Suecia, confesó haber derrochado más de cuarenta años
para nada: Mi intento por demostrar la evolución a través de un experimento
llevado a cabo durante más de cuarenta años,
ha fracasado completamente34.
Estos ejemplos
evidencian que la ciencia se ha perjudicado en la medida en que sus operadores
se enfrascaron en una teoría falsa. Con el objeto de apoyar el mito de la
evolución durante decenios, se han desperdiciado en una aventura espuria, el
conocimiento, el tiempo, las energías, el trabajo y las pruebas de laboratorio
de miles de científicos, así como la dedicación del personal auxiliar y los
recursos financieros.
Lo que es peor, no
sólo los científicos de hoy sino hasta el mismo Darwin, fundador de la teoría,
se lamentaron muchas veces por “perder el tiempo
inútilmente” en algo con lo que “finalmente
se verían decepcionados”. Darwin habló muchas veces de sus temores en
tal sentido en los artículos que escribía o en las cartas a sus amigos. En una
de esas notas confiesa que en la naturaleza no hay ninguna evidencia que
sustente su teoría: Toda la naturaleza es perversa y no se comportará como yo
deseo35.
Su falta de
seguridad se manifiesta también en otro párrafo: A pesar de todo, dudo de que
valga la pena consumir tanto tiempo en el trabajo (de escribir El Origen de
las Especies)36.
Obviamente, si una
teoría falaz es defendida solamente por razones ideológicas, también causa
angustia y desesperación en quienes la proponen. Estas son las consecuencias
inevitables de colocar a la ciencia en un curso erróneo.
Los Daños Que
Causaron a la
Ciencia los Fraudes Evolucionistas
Los evolucionistas,
incapaces de encontrar evidencias que respalden su teoría, de vez en cuando
engañaban a la humanidad distorsionando sus hallazgos. La más evidente de esas
falsificaciones fue la del “Hombre de Piltdown”.
Al no poder hallar fósiles semihumanos-semimonos, cuya existencia afirmaban,
decidieron fabricarlos. Montaron la mandíbula de un orangután en un cráneo
humano y le dieron apariencia antigua tratándolo con sustancias químicas.
Durante muchos años lo exhibieron en el museo más famoso del mundo como “un
antepasado del ser humano”. El evolucionista F. Clark Howell describe el
perjuicio que causó a la ciencia dicho engaño: Descubierto en 1953, Piltdown no
es otra cosa más que una mandíbula de simio montada en un cráneo humano. Se
trata de un engaño con una finalidad... Declararon que cada parte era intermedia
entre el ser humano y el mono y establecieron que tenía una antigüedad de
quinientos mil años. Se le dio un nombre (Eoanthropus Dawsoni u Hombre del
Amanecer) y se escribieron alrededor de quinientos
libros acerca del “hallazgo”, que engañaron a los paleontólogos durante cuarenta
y cinco años37.
Las palabras de
este científico son en verdad admirables. Una pieza falsa de algo llamado
“evidencia” engañó a los científicos de todo el mundo durante
cuarenta años. El hecho de que se
escribiesen quinientos libros sobre el tema
de un cráneo fraudulento habla acerca del gran esfuerzo sin sentido.
Ernest Haeckel,
perpetrador de otro fraude evolucionista, no sólo confesó su falsificación sino
que también se refirió a las distorsiones hechas por sus colegas para perpetuar
sus diversas ideologías: Después de esta comprometedora confesión de “fraude”
debería considerarme condenado y aniquilado si no tuviera la consolación de ver
en la lista de culpables junto a mí a cientos de mis colegas, entre ellos muchos
de los más confiables investigadores y estimados biólogos. La gran mayoría de
los diagramas en los mejores textos de biología, tratados y revistas incurrirían
en el mismo delito, porque todos ellos son inexactos y en una u otra medida
tratan temas adulterados, urdidos y fabricados38.
Los intentos de
realizar observaciones, experimentos e investigaciones que justifiquen el
evolucionismo, el encubrimiento de la verdad o su presentación distorsionada,
han sido, ciertamente, un gran obstáculo para el progreso de la ciencia. El
escritor evolucionista W. R. Thompson lo admitió, aunque de manera indirecta:
Para la ciencia es anormal e indeseable esta
situación en la que los estudiosos se unen para defender una doctrina que no
pueden definir y mucho menos demostrar con rigor científico, a la vez que
intentan mantener su reputación a través de la supresión de la crítica y la
eliminación de las realidades que les ponen en aprietos39.
Lo más interesante
es que todos los estudios y experimentos que hicieron los interesados en
demostrar el evolucionismo, resultaron en definitiva evidencias que respaldan la
Creación.
Los Descubrimientos Científicos Demuestran
Siempre el Hecho
de la
Creación Aunque a los Evolucionistas no les Guste
Como
mencionamos al comienzo de este capítulo, cuando la ciencia es guiada por
ideologías erróneas, el tiempo, el dinero y el trabajo se derrochan inútilmente.
La ciencia ha estado bajo la influencia de los materialistas desde el siglo
XVIII y casi todas las investigaciones tenían por objeto proveerle de
fundamentos científicos a su filosofía. Por consiguiente, resultaba casi
obligatorio ocultar la verdadera evidencia científica o presentarla
distorsionada.
Lo que resulta más
interesante aún es que cada estudio y experimento hecho por los evolucionistas
para demostrar la validez de su teoría, brindó más evidencias a favor de la
Creación. La ciencia resulta relativamente simple y sin problemas para quienes
creen en la existencia de Dios. Investigar un fenómeno conocido y desentrañar
cómo se produce no es conflictivo para los científicos aunque sea muy laborioso
y absorbente. Pero si lo que hay que hacer, como ellos mismos certifican, es
buscar evidencia que no existe, se enfrentan a algo “tedioso”
y “aburrido”.
Uno de los ejemplos
más evidentes de esto se encuentra en los descubrimientos paleontológicos que
corresponden al Período Cámbrico, acontecido hace 550 millones de años. De allí
no sólo provienen las primeras formas de vida en la Tierra, sino que las mismas
aparecen completamente desarrolladas y con sistemas complejos. Por ejemplo, una
criatura ya extinta llamada Trilobite, poseía una estructura ocular complicada
compuesta de cien lentes, similar a la de la libélula. Lo que resulta
“traumático” para los evolucionistas es que esas formas de vida aparecen en
dicha época de improviso y sin ancestros, cosa que apunta claramente a la
Creación como su generadora. Lo expresado por el investigador evolucionista y
conocido zoólogo británico Richard Dawkins, confirma que los descubrimientos
científicos respaldan el creacionismo: Por ejemplo, los estratos del Cámbrico,
con una antigüedad de 600 millones de años, son los primeros en albergar la
mayoría de los grupos invertebrados más grandes. Y encontramos que muchos de
ellos, que surgen por primera vez, ya lo hacen en una etapa de evolución
avanzada, como si hubiesen sido plantados allí, sin una historia evolutiva. No
hace falta decir que esa apariencia de haber sido
instalados allí de modo repentino ha puesto contentísimos a los creacionistas40.
Este estado de
“incertidumbre” en el campo de la paleontología es uno de los atolladeros más
graves que entrampa a la teoría evolucionista. Como venimos repitiendo, los
investigadores darwinistas han invertido durante decenios sus mejores esfuerzos
en la búsqueda de formas transitorias (es decir, supuestas criaturas con
características de dos especies distintas) que evidenciarían la existencia de la
evolución. No obstante, nunca han logrado resultados concretos porque ese tipo
de criaturas nunca existieron en la Tierra. El paleontólogo evolucionista Mark
Czarnecki hizo el siguiente comentario acerca de esa búsqueda infructuosa: El
mayor problema en lo que hace a la comprobación de la teoría de la evolución se
ubica en los registros fósiles, es decir, los restos de especies extintas
preservadas en las formaciones geológicas de la Tierra. Esos registros nunca han
revelado indicios de las hipotéticas variantes intermedias sino que, por el
contrario, las especies aparecen y desaparecen
abruptamente. Se trata de una anomalía que ha alimentado el argumento
creacionista que sostiene que cada especie ha sido creada por Dios41.
Al leer entre
líneas manifestaciones como las arriba expresadas, se nos revela que todos los
esfuerzos por encontrar alguna justificación científica al evolucionismo no sólo
han sido vanos, sino que cada estudio emprendido con el objetivo de demostrar
que todo pasó a existir por casualidad apunta a una verdad irrefrenable:
todo lo viviente es creado sin tacha por Dios, el Señor
de los cielos y de la tierra.
Conclusión
Nuestro entorno
inmediato y el universo en el que vivimos rebosa de signos de la Creación, los
cuales, indicativos de la existencia de Dios y de Su conocimiento supremo, están
implícitos en la fascinante estructura de un mosquito, en el arte glorioso del
plumaje de un pavo real, en los sistemas complejos y perfectos de órganos como
el de la vista y en millones de otras formas presentes.
El científico que
sostiene que la Creación es una realidad, ve la naturaleza desde esta
perspectiva y obtiene una gran satisfacción en cada observación que realiza y en
cada experimento que conduce y le sirve de inspiración para profundizar sus
estudios.
Por otra parte,
creer en un mito como el de la evolución y adherir al mismo, a pesar de los
descubrimientos de la ciencia, concluye en un estado emocional de desesperanza:
la armonía del universo y el diseño de las criaturas vivientes se convierten,
más bien, en una fuente de problemas. Las siguientes palabras de Darwin nos
brindan una muestra de los sentimientos de la mayoría de los evolucionistas:
Recuerdo bien el tiempo cuando el pensar en la estructura del ojo me daba
escalofríos. Pero he ido más lejos en la desazón... y ahora particularidades
pequeñísimas de su estructura me ponen a menudo muy incómodo. ¡Me enfermo cada
vez que miro una pluma en la cola del pavo real!42.
Las plumas del pavo
real, como así también otros incontables signos de la creación en la naturaleza,
continúan desconcertando a los evolucionistas. Tratando de ignorar estas
verdades, desarrollan ideas ambivalentes acompañados por un estado mental de
negación. Un buen ejemplo de esto es el caso del prominente evolucionista
Richard Dawkins, quien llamó a los cristianos a que no supusieran haber sido
testigos de un milagro aunque viesen que la estatua de la Virgen María moviese
las manos. Según Dawkins, quizás todos los átomos de los brazos de la estatua se
movieron en la misma dirección al mismo tiempo, algo que es poco probable pero
no imposible43.
Si se quiere
ayudar al progreso de la ciencia hay que dejar a un lado a quienes sostienen
esas ideas superadas del siglo XIX y hacer que ocupen su lugar las realidades
que se constatan.
EXISTE
UNA CONCORDANCIA PERMANENTE
ENTRE LA
RELIGION Y LA CIENCIA
Los materialistas,
en un intento por ocultar sus fracasos científicos, recurren a menudo a
distintos métodos propagandísticos. La mayoría se basan en la utilización hasta
el hartazgo, generalmente en las publicaciones materialistas, del supuesto
conflicto entre religión y ciencia. Son historietas que buscan meter en el
lector desprevenido la idea de que a lo largo de los siglos la religión a estado
siempre en contra de la ciencia y que ésta puede progresar solamente si la
primera es desechada.
Sin embargo, un
rápido repaso de la historia de la ciencia será suficiente para poner de relieve
la falsedad de dicha afirmación.
Al observar la
historia del Islam vemos que la ciencia se introduce en el Medio Oriente junto
con el Corán. Los árabes preislámicos creían en todo tipo de supersticiones y
rumores, pero jamás investigaron el universo y/o la naturaleza. A partir del
Islam esta comunidad se civilizó y empezó a considerar valioso el conocimiento
científico. El acatamiento los mandamientos coránicos dio inicio a la
observación del mundo circundante. No sólo los árabes sino muchos otros pueblos,
como los persas, turcos y norafricanos, se convirtieron en cultos e instruidos
después de abrazar el Islam. El recurrir a la razón y a la observación, como
aconseja el Corán, fue lo que dio nacimiento a la gran civilización de los
siglos IX y X. Muchos científicos musulmanes que vivieron en ese período
hicieron descubrimientos significativos en una serie de disciplinas, como la
astronomía, las matemáticas, la geometría y la medicina.
La importancia que
el Islam da al saber también es obvia en los hadices (tradiciones) del
Profeta, el Mensajero de Dios (BP). Un gran número de ellos alientan a los
musulmanes a buscar el conocimiento y diseminarlo. Veamos algunos.
A quien transite el
sendero de la búsqueda del saber, Dios lo conduce luego al sendero que lleva al
Jardín (el Paraíso)... Los sabios son los herederos de los profetas, porque
cuando éstos parten al otro mundo no dejan como herencia caudales (de oro y
plata) sino de conocimiento. En consecuencia, cualquiera que adquiera algo de
erudición logrará un beneficio abundante44.
El creyente nunca
se sacia del saber provechoso y seguramente continuará adquiriéndolo hasta que
muera y se dirija al Paraíso45.
Se narra que el
Profeta (BP) tenía por costumbre decir antes de la oración del amanecer: ¡Oh
Dios!, Te pido conocimiento beneficioso, acciones aceptables (por Ti) y buena
disposición46.
Andalucía jugó un
papel importante en la transmisión del conocimiento científico a Europa, como
así también en dar a luz a un gran número de investigadores. Además fue un
crisol de descubrimientos revolucionarios y progreso en la materia, en
particular en el campo de la medicina. Los médicos musulmanes de aquella época
no se centraban en una sola materia o asunto sino que llevaban a cabo estudios
en un gran número de especialidades, incluidas la farmacología, la cirugía, la
oftalmología, la ginecología, la fisiología, la bacteriología y la higiene.
Recordemos a algunos de los galenos más conocidos de aquel tiempo.
Ibn Juljul
(¿-992) realizó estudios intensivos sobre hierbas medicinales y escribió mucho
sobre la historia de las mismas y de la medicina. Abu
Ja’far ibn al-Jazzar (¿-1009) de Túnez, dominaba la ciencia de la
terapia con drogas para el tratamiento de enfermedades y síntomas específicos.
Es autor de más de treinta libros. Abd
al-Latif al-Baghdadi (1162-1231) es conocido
por sus estudios de anatomía. Corrigió los errores cometidos en los estudios de
anatomía anteriores respecto de muchos huesos, como la mandíbula y el esternón.
Su libro Al-Ifade ve’l Itibar fue reimpreso en 1788 y traducido al latín,
alemán y francés. Otra obra suya, Makalatun fi’l Havas es un tratado
sobre los cinco sentidos.
Los anatomistas
musulmanes determinaron correctamente el número de huesos del cráneo humano y
descubrieron los tres huesecillos del oído medio. Uno de los líderes en el
estudio de la anatomía fue Ibn Sina (980-1037), conocido como Avicena en
occidente. Era una persona muy conocida desde joven no sólo en oriente sino
también en occidente e instruida en literatura, matemáticas, geometría, física,
ciencias naturales, filosofía y lógica. Su trabajo más popular y escrito en
árabe, al-Qann fi al-Tibb (El Canon, para los occidentales), trata
de enfermedades y drogas de manera sistemática. Luego de ser traducido al latín
en el siglo XII, se convirtió en el libro de texto de las escuelas de Europa
hasta el siglo XVII y aún es válida una gran parte del conocimiento médico allí
expuesto. También escribió unos cien libros más de filosofía y ciencias
naturales.
Zakariya Qazwini
se opuso a muchas creencias erradas acerca del corazón y el cerebro que
venían siendo aceptadas desde la época de Aristóteles. Lo que brindó como
conocimiento de ambos órganos es bastante parecido a lo que se sabe hoy día.
Los estudios de
anatomía de Zakariya Qazwini, Hamdullah al-Mustaufi
al-Qazwini (1281-1350) e Ibn al-Nafis,
establecieron los fundamentos de la medicina moderna. Estos científicos
demostraron en los siglos XIII y XIV una serie de cosas: las conexiones
existentes entre el corazón y los pulmones, que las arterias transportan sangre
oxigenada y las venas sangre sin oxígeno, que la sangre se oxigena en los
pulmones y es transportada del corazón al cerebro y otros órganos del cuerpo a
través de la aorta.
Ali Bin Isa
(¿-1038) escribió Tezkiratu’l Kahhalin fi’l Ayn y Emraziha en tres
tomos, los cuales se ocupan de enfermedades oftalmológicas. El primero está
dedicado totalmente a la anatomía del ojo e incluye información muy detallada.
Toda la obra fue traducida al latín y al alemán.
Muhammad ibn Zakariyya ar-Razi
(Rhazes) (865-925), Burhan al-din Nafis
(¿-1438), Ismail Jurjani (¿-1136),
Qutb al-Din al-Shirazi (1236-1310),
Mansur ibn Muhammad y Abu al-Qasim al-Zahrawi
(Albucasis), fueron otros de los científicos musulmanes distinguidos por sus
aportes a la medicina y a la anatomía en particular.
A los citados se
suman bastantes más que hicieron grandes contribuciones a diversas disciplinas.
Por ejemplo, al-Biruni descubrió 600 años
antes que Galileo que la Tierra rotaba sobre su propio eje y determinó su
circunferencia 700 años antes que Newton. Fue Ali
Kushchu, un científico del siglo XV, el primero en hacer un mapa de
la Luna. Por este motivo una región de nuestro satélite lleva su nombre.
Thabit ibn Qurrah (Thebit), del siglo IX,
inventó mucho antes que Newton el cálculo diferencial.
Battani, estudioso del siglo X, desarrolló por primera vez la
trigonometría. Abul Wafa Muhammad al-Buzjani
introdujo en la trigonometría el concepto de “tangente-cotangente,
secante-cosecante”. Al-Khwarizimi escribió
el primer libro de álgebra en el siglo IX. Al-Maghribi
determinó la ecuación conocida en la actualidad como triángulo de Pascal,
600 años antes que éste. Ibn al-Haitham (Alhazen)
fue el fundador de la ciencia óptica y vivió en el siglo XI. Roger Bacon y
Kepler utilizaron sus trabajos y Galileo inventó el telescopio gracias a sus
contribuciones. Al-Kindi (Alkindus)
introdujo la física relativa y desarrolló la teoría que Einstein denominó de la
relatividad, pero 1100 años antes. Shams al-Din,
que vivió 400 años antes que Pasteur, fue el primero en descubrir la existencia
de los gérmenes. Ali ibn al-Abbas, del siglo
X, fue el primero en realizar una cirugía en un paciente oncológico. En el mismo
siglo Ibn el Jessar presentó las causas y
método de tratamiento de la lepra.
En resumen, los
científicos musulmanes, algunos de los cuales mencionamos aquí, hicieron
descubrimientos y aportes importantes que pusieron los cimientos de la ciencia
moderna. Y al observar a ésta en la civilización occidental, vemos que sus
promotores tenían una profunda fe en Dios. En el siglo XVII --conocido como la
Epoca de la Revolución Científica-- abundan los estudiosos
cuyo objetivo principal era explorar el universo y la naturaleza creados por
Dios. Todos los institutos en la materia establecidos en distintos
países, como Inglaterra y Francia, tenían como objetivo principal “acercarse a
Dios a través del conocimiento de Sus leyes”. La misma línea de pensamiento se
observó en el siglo XVIII. Los científicos occidentales devotos de Dios que
hicieron contribuciones significativas son muchos y entre ellos podemos
mencionar a Newton, Kepler, Copérnico, Bacon, Galileo, Pascal, Boyle, Paley y
Cuvier. (Para mayor información ver el capítulo CIENTIFICOS DE FE).
Los antes
mencionados creían en Dios y realizaban sus trabajos con la inspiración que les
daba la fe. Uno de los mejores indicios de esto lo encontramos en Los
Tratados de Bridgewater, una serie de publicaciones inglesas de principios
del siglo XIX. Un grupo de investigadores desarrolló sus estudios en varias
disciplinas puntualizando que su objetivo era analizar
“los signos de la armonía y el orden con los que Dios creó el universo en
general y la naturaleza en particular”. Esa gente empleó el método al
que se denominó “Teología Natural”, es decir, aquel por el cual “a Dios se
conoce a través de la naturaleza”.
El trabajo
precursor de Los Tratados de Bridgewater fue el libro de William Paley
Teología Natural: Evidencia de la Existencia y Atributos de Dios Reunidos de lo
Que se Presenta en la Naturaleza. Se lo publicó en 1802 y Paley aporta
ejemplos que demuestran que lo viviente obedece a un diseño consciente, a la vez
que exhibe un amplio conocimiento de anatomía.
Tomando como
ejemplo el trabajo de Paley, se convocó a todos los miembros nominados de la
Sociedad Real de Londres para redactar, imprimir y distribuir un trabajo que
debía titularse Acerca de Cómo se Manifiesta en la Creación el Poder,
Sabiduría y Bondad de Dios. A ese objeto deben valerse de todo argumento
razonable, como ser la variedad y disposición de lo que Dios creó en los reinos
animal, vegetal y mineral; los efectos de la digestión y de la transformación
(de lo ingerido); las cosas que construyen las manos humanas; etc. También
pueden echar mano a los descubrimientos antiguos y modernos en las artes y la
ciencia y a toda la literatura moderna.
Fueron muchos los
científicos que se presentaron a esa convocatoria para explorar los signos de la
existencia de Dios, lo que dio como resultado estudios muy valiosos, que
mencionamos a continuación:
1)
La Adaptación de la Naturaleza a la
Constitución Moral e Intelectual del Ser Humano,
de Thomas Chalmers, 1833.
2)
Química, Meteorología y Absorción,
de William Prout, (Médico), 1834.
3)
Historia, Hábitos e Instintos Animales,
de William Kirby, 1835.
4)
La Mano, Demostración de un Diseño,
de Sir Charles Bell, 1837.
5)
Geología y Mineralogía, de
Dean Buckland, 1837.
6)
La Adaptación de la Naturaleza a la Condición Física del Ser Humano,
de J. Kidd (Médico), 1837.
7)
Astronomía y Física Generales,
por el Doctor William Whewell (Médico), 1839.
8)
Fisiología Animal y Vegetal,
de P. M. Roget (Médico), 1840.
La publicación
Los Tratados de Bridgewater es sólo un ejemplo del encuentro entre religión
y ciencia. El mayor incentivo, antes y después de este tipo de trabajo, era
conocer el universo que Dios creó, con lo que a la vez se percibía mejor su
Omnipotencia.
La desviación de la
comunidad científica de dicho curso inicial reside en la predominancia de la
filosofía materialista en la cultura occidental en el siglo XIX, debido a
ciertas condiciones políticas y sociales. Ese proceso alcanza su más plena
expresión en la teoría de la evolución de Darwin, lo que culminó en una abierta
contradicción con la visión precedente en lo que hace a la presentación de la
ciencia y de la religión como dos fuentes de conocimiento en conflicto acerbo.
Los investigadores
británicos Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln comentaron al
respecto: Para Isaac Newton, un siglo y medio antes que
Darwin, la ciencia no estaba divorciada de la religión. Por el contrario, en
última instancia era un aspecto de la religión al servicio de ella...
Pero la ciencia de la época de Darwin sí se divorció del contexto en el que
funcionaba y se estableció como rival absoluta de la religión: pasó a ser una
alternativa de ésta con criterios de nuevo cuño. Como resultado, ambas ya no
trabajaron más al unísono sino confrontando, y la humanidad se vio forzada a
tomar partido por una u otra47.
Hoy día, sin
embargo, ese conflicto inventado entre religión y ciencia es contradictorio con
los descubrimientos científicos: en tanto que la religión nos enseña que lo
viviente fue creado por Dios, la ciencia halla las pruebas de ello. La religión
enseña que Dios creó todo lo existente y los investigadores proveen las
evidencias cuando analizan el diseño sin par de cada criatura, cosa o proceso.
Señala Michael Denton al final de su libro El Destino de la Naturaleza:
La ciencia, gran aliada del materialismo y del escepticismo durante siglos, ha
resultado finalmente, en los últimos días del segundo milenio, lo que Newton y
muchos de sus primeros patrocinadores habían deseado con fervor, es decir,
defensora de la fe en Dios, tomando al ser humano como Su creación superior48.
El restablecimiento
del criterio mencionado y del que la ciencia se había apartado, ayudó a un
creciente número de científicos a fortalecer su creencia en Dios. De esto se
ocupa el conocido químico Michael Behe cuando dice: Dicho sea de paso, los
científicos que creen en Dios o en la existencia de una realidad más allá de la
naturaleza, son muchos más de lo que los medios de comunicación nos quieren
hacer creer. No hay ninguna razón para no admitir que estos estudiosos son parte
del 90% de la población mundial que, según las estadísticas, acepta la
existencia de Dios49.
Al verse
confrontados los materialistas por la conclusión a la que llegó la ciencia, lo
único que pueden hacer es recurrir a ciertas tácticas e intimidar al resto de la
comunidad científica con el objeto de mantener sus puntos de vista: un
investigador debe cumplir ciertos requisitos para ser promovido, recibir el
doctorado o conseguir que le publiquen sus artículos en las revistas de ciencia.
El primero y más importante es aceptar de manera incondicional la teoría de la
evolución. Algunos se ven forzados a hacerlo, aunque en realidad rechazan ese
mito.
El sociólogo Rodney
Stark de la Universidad de Washington señala la presión que sufren los
científicos en un artículo titulado Los Científicos y la Religión en
Norteamérica, el cual apareció en setiembre de 1999 en la revista
Scientific American: Durante 200 años se ha divulgado que si uno quiere ser
científico tiene que mantener la mente libre de los grilletes de la religión...
La gente religiosa que se dedica a la investigación mantiene la boca cerrada en
el ambiente universitario. Pero la no religiosa discrimina a los creyentes. En
los rangos más altos existe un sistema de recompensas para los antirreligiosos50.
Otra faceta de esa
lucha sistemática promovida contra el pensamiento religioso es el uso de lemas
antitéticos, como ser, “la religión se opone a la ciencia” o “la ciencia debe
ser materialista”. Veamos ahora porqué estamos ante posturas ilógicas e
insostenibles.
La
Reacción de la Iglesia Medieval en Contra de los Científicos
Los círculos ateos
generalmente usan como un arma para atacar a la religión las prácticas erráticas
y retrógradas de la Iglesia Medieval. Dicen que ésta retardó el progreso de
Europa y la llevó a una miseria aguda. En esa afirmación está implícito el
esfuerzo artero por asociar una institución en particular con la religión en
general y por hacer creer que “si la religión prevalece nos veremos sepultados
en el oscurantismo de la Edad Media”. Pero lo real es que
la religión auténtica nunca se expresa en las prácticas u orden
retrógrado de las jerarquías de cualquier confesión.
Si el caso es que
la Iglesia Católica, gobernada por un clero que servía a los intereses de unos
pocos, adoptó algunas prácticas contrarias a la religión debido a que abandonó
la revelación auténtica proclamada por el Profeta Jesús, es indudable que la
ciencia habrá sufrido un gran daño al verse divorciada de la fuente divina. Pero
se tratará de un caso particular, es decir, no atribuible a la religión per
se. Por ejemplo, el Islam no se basa en la superstición de un clero sino
solamente en la Palabra de Dios expresada en el Corán, aunque haya musulmanes
supersticiosos.
Un ejemplo
interesante que evidencia que la intolerancia no tiene nada que ver con la fe,
es que científicos como Galileo, presionados o amedrentados por alguna
institución, eran personas devotas que no renunciaban para nada a su fe
religiosa. (En la segunda parte de este libro veremos con más detalles la
creencia de ciertos científicos). Es decir, la presión de las jerarquías
religiosas no es consecuencia de la fe sino, en todo caso, de la distorsión de
la religión.
La Crítica Basada en
la Torá y en el Evangelio
Una serie de
materialistas, interesados en presentar a la religión y a la ciencia como
enemigas, no sólo citan ejemplos de las prácticas de la Iglesia Católica, sino
también pasajes específicos de la Torá y del Evangelio para demostrar cómo
contradicen los descubrimientos científicos. No obstante, hay una realidad a la
que desprecian o pretenden ignorarla: ambos textos deben sus contradicciones a
que están alterados debido a que incluyen muchas supersticiones de los humanos.
Por consiguiente, no se los puede tomar como fuentes de referencia básica
respecto a una serie de cuestiones.
Pero el Corán, otra revelación de
Dios, no ha sido alterado ni siquiera en una sola letra,
motivo por el cual no hay ningún error o contradicción en él. Todos los
hechos que el Corán anuncia corren paralelos con los descubrimientos
científicos. Además, muchos datos producto de las investigaciones y
desentrañados en nuestros días, ya estaban hace 1400 años en el Libro de los
musulmanes. Esto se puede considerar un milagro, una prueba definida de que el
Corán es la palabra de Dios. (En los próximos capítulos describiremos algunos de
los descubrimientos científicos a los que el Corán ya se había referido).
Al ser los
materialistas conscientes de esto y no poder citar algún versículo coránico como
ejemplificación de sus críticas, se valen sólo de la Torá y el Evangelio para
dar rienda suelta a sus posiciones antirreligiosas.
La
Demanda de que “La Ciencia Debe Ser Materialista”
Otro elemento de
propaganda usado por ciertos círculos de la ciencia es algo repetido hasta el
cansancio: “como la investigación científica se ocupa sólo de la materia, debe
ser materialista”.
Pero lo dicho no se
trata más que de un juego de palabras, cosa que cualquiera que medite un poco lo
percibirá. Es verdad que los estudios científicos se ocupan sólo de la materia,
pero esto no implica que los involucrados en ella sean necesariamente
materialistas. “Estudiar la materia” y “ser materialista” son cosas muy
distintas.
Cuando estudiamos
la materia concluimos que involucra un diseño en base a un conocimiento
demasiado grande como para ser “autogenerada”. Podemos apreciar que ese
conocimiento y diseño corresponden a un agente inteligente, aunque no lo podamos
ver. Por ejemplo, consideremos una caverna a la que llegamos y no sabemos si
alguien la visitó antes. Si en sus paredes encontramos pinturas o grabados
magníficos, supondremos que efectivamente algún ser inteligente pasó por allí.
Quizás no lo conozcamos nunca pero reconocemos su existencia por sus obras.
La ciencia debería
estudiar la naturaleza con el mismo criterio y descubrir que tiene un orden que
por ningún medio puede ser explicado con las premisas materialistas. Es decir,
debe reconocer que el diseño que observa sólo puede ser obra de una Sabiduría
especial. En otras palabras, el mundo material rebosa de signos que evidencian
el poder y autoridad creadora de Dios.
La Actitud Fanática y Dogmática de los
Materialistas
Quien adhiere a un
determinado punto de vista tiene la libertad de querer verificarlo por la prueba
científica y en consecuencia realizar la investigación del caso. Por ejemplo,
alguien puede proclamar que el mundo es plano y llevar a cabo investigaciones
para respaldar su afirmación. Lo importante es cómo justiprecia los datos
científicos acumulados. Seguramente no encontrará evidencia alguna que le pruebe
que la Tierra es plana. Por el contrario, hallará muchas que le indicarán que es
redondeada. Lo que debe hacer entonces es admitir sin prejuicio lo comprobado y
descartar la creencia equivocada.
Lo dicho es
aplicable al materialismo. La ciencia ha comprobado que la materia no tiene una
existencia eterna sino que tuvo un comienzo. También ha comprobado que en la
naturaleza hay un diseño pasmoso. Por consiguiente, los científicos
materialistas que la estudian, que ven que sus teorías no son aplicables y que
la verdad es justamente lo opuesto a lo que sostienen, deberían reconocerlo.
Pero con lo que nos
encontramos, desgraciadamente, es con personas con una devoción ciega al
materialismo e increíblemente tenaces en la defensa de sus creencias. Así se
exhibe en sus manifestaciones el genetista, materialista y evolucionista Richard
Lewotin de la Universidad de Harvard: No es que los métodos e instituciones
científicas nos obligan de alguna manera a aceptar una explicación materialista
del mundo fenomenal, sino que, por el contrario, estamos forzados por nuestra
adhesión a priori a la causa materialista a crear un aparato de investigación y
un conjunto de conceptos que produzcan explicaciones materialistas, sin importar
lo desconcertante, lo contrario al conocimiento (que resulte) para el no
iniciado. Además, el materialismo es absoluto, por lo que no podemos permitir en
el umbral un Pie Divino51.
Lewotin describe
con un realismo total la disposición mental de los materialistas. Reconoce que
antes que nada adhieren a la ideología materialista y después buscan evidencias
que la respalden. Es decir, el materialismo no es una conclusión a la que
llegaron a través de la investigación científica, sino un prejuicio que le
imponen a la ciencia.
La misma concepción
aparece en las palabras de otro conocido evolucionista. En Guía de Un
Escéptico Respecto de la Creación de la Vida en la Tierra, Robert Shapiro
expresa su compromiso con la teoría de la evolución: Llegará el día en que todos
los experimentos químicos razonables y dirigidos a descubrir un origen probable
para la vida habrán fracasado de modo inequívoco. Podrá presentarse
posteriormente nueva evidencia geológica que indique la aparición de la vida en
la Tierra de manera sorpresiva. Por último, seguramente no encontraremos ningún
rastro de vida o proceso que conduzca a la misma en ninguna parte del universo.
En este caso, algunos científicos podrán elegir si se vuelven a la religión en
búsqueda de respuesta. Sin embargo, otro grupo en donde me incluyo, tratará de
sostener las aún poco probables explicaciones científicas con la esperanza de
seleccionar la más creíble52.
Lo que en realidad
quiere decir Shapiro con “explicaciones científicas” es “explicaciones
materialistas”. La devoción ciega al materialismo ha conducido a Shapiro y a
otros miles como él, a adherir a una incredulidad fanática. Lo que en verdad
dice gente así es: “no creeremos en Dios, independientemente de las evidencias
de su existencia que se nos presenten”.
Pero esta
enfermedad no es peculiar sólo de los materialistas. Dios revela en el Corán
algo importante acerca de la gente que ha decidido permanecer atea. Por ejemplo,
los egipcios demostraron la misma predisposición que los materialistas de hoy
cuando dijeron al Profeta Moisés “no creeremos por más
signos que nos presentes para embrujarnos”, después que éste exhibió
una serie de milagros. Dios se refiere a gente así:
Hay entre ellos quienes te escuchan, pero hemos velado sus corazones y
endurecido sus oídos para que no lo entiendan (es decir, que no entiendan el
Corán los infieles). Aunque vieran toda clase de signos, no creerían en ellos.
Hasta el punto de que, cuando vienen a disputar contigo, dicen los que no creen:
Estas no son sino patrañas de los antiguos” (Corán, 6:25)
Han jurado (los infieles) solemnemente por Dios que si les viene un signo
(milagroso) creerán, ciertamente, en él (es decir, en ese signo). Di: “Sólo Dios
dispone de los signos (es decir, Moisés le señala que no es cuestión de él obrar
signos)”. Y, ¿qué es lo que os hace prever que, si ocurre (ese signo), vayan a
creer? (Corán, 6:109).
A
MODO DE MILAGRO EL CORAN COMUNICA REALIDADES
QUE
LA CIENCIA DESCUBRIO CON POSTERIORIDAD
Hace catorce
siglos Dios envió un último libro llamado Corán, como orientación para todas las
personas, y las invitó a que sigan la verdad adhiriendo a él, pues permanecerá
como la única guía sin alteraciones hasta el día del Juicio.
El estilo sin par
del Corán y la sabiduría superior que encierra, son evidencias definidas de que
se trata de la palabra de Dios. Además, posee muchos atributos milagrosos que
prueban que es una revelación de Dios. Uno de esos atributos es que un gran
número de verdades científicas que fueron recién descubiertas con la tecnología
del siglo XX ya aparecen informadas en sus páginas hace 1400 años.
Por supuesto, el
Corán no es un libro de ciencia. No obstante, muchos sucesos de los que el
estudio científico informaría bastante tiempo después gracias a un desarrollo
superlativo de los instrumentos de investigación, ya están comunicados allí de
una manera en extremo precisa. Se trata de una prueba más de que es la palabra
de Dios.
Para entender ese
milagro debemos considerar primero el nivel de la ciencia en la época en que fue
revelado este libro santo.
La revelación se
produce en el siglo VII de la era cristiana, época en que la sociedad árabe
estaba empapada de muchas supersticiones y creencias sin fundamentos
científicos. Al carecer de la tecnología y la disposición mental adecuada para
observar el universo en general y la naturaleza en particular, creía en las
leyendas transmitidas una generación tras otra. Por ejemplo, suponía que la
Tierra era plana y que montañas elevadas en los dos extremos servían de columnas
para sostener la bóveda celeste.
Todo ese tipo de
supersticiones fueron eliminadas de la sociedad árabe con el Corán. Se dice en
13:2: Dios es quien elevó los cielos sin pilares visibles, y eso invalida
la creencia de que los cielos estaban sostenidos por las montañas. También se
revelan otras cosas importantes que en aquella época nadie podía conocerlas. El
Corán aparece cuando la gente sabía muy poco de astronomía, física o biología.
Contiene información clave sobre una gran variedad de temas, como ser la
creación del universo, la creación del ser humano, la estructura de la
atmósfera, los delicados equilibrios que permiten que haya vida en la Tierra,
etc.
Veamos a
continuación algunas de esas realidades comprobadas por la ciencia y reveladas
con anterioridad por el Corán.
En el Corán se
describe cómo se da comienzo al universo:
(Dios
es el ) Creador de los cielos y de la tierra... (Corán, 6:101).
Esta información
concuerda totalmente con los descubrimientos de la ciencia contemporánea. La
conclusión a la que ha llegado la astrofísica de nuestros días es que todo el
universo, incluidas las dimensiones de tiempo y espacio, se originaron como
resultado de una gran explosión conocida como Big Bang de “algo” singular sin
dimensiones. Y se admite que el universo fue creado de la nada en ese acto. Los
círculos científicos modernos concuerdan en afirmar que es la única explicación
racional y probable de cómo pasó a existir el universo.
En consecuencia,
antes del Big Bang no existía algo que pudiésemos llamar materia. La materia, la
energía y el tiempo fueron creados cuando lo único que se “manifestaba” era la
no existencia, lo cual sólo admite una descripción metafísica. Lo dicho,
descubierto recientemente por la física moderna, nos fue anunciado por el Corán
hace 1400 años.
Cuando la ciencia
de la astronomía era aún primitiva, el Corán describió la expansión del universo
así:
Y el cielo, lo construimos con fuerza. Y, Nosotros somos los hacedores de las
cosas amplias (Corán, 51:47).
El término “cielo”
tiene varias acepciones en el Corán. Aquí se lo usa con el sentido de espacio y
universo. En otras palabras, en el Corán se revela que el universo se “expande”,
conclusión a la que llegó la ciencia actual.
La única visión que
prevalecía en el mundo científico hasta los albores del siglo XX era la de que
el universo poseía “una naturaleza constante y una existencia infinita”. Pero
las investigaciones, observaciones y cálculos llevados a cabo con la tecnología
moderna revelaron que tuvo un comienzo y que actualmente se expande de manera
constante.
El físico ruso
Alexander Friedmann y el cosmólogo belga Georges Lemaitre calcularon
teóricamente el continuo movimiento y expansión del universo en los primeros
años del siglo XX. La constatación práctica de ello ocurrió cuando el astrónomo
norteamericano Edwin Hubble observó el cielo con un telescopio en 1929 y
descubrió que tanto las estrellas entre sí como las galaxias entre sí se
alejaban continuamente unas de otras. Un universo en el que todo se aparta de
todo significa un universo en constante expansión. Observaciones posteriores lo
confirmaron. Se trata de algo que fue explicado en el Corán cuando aún era
absolutamente desconocido para todos. Y ello confirma que el Corán es la palabra
de Dios, Creador y Gobernante de todo el universo.
Al referirse el
Corán a la Luna y al Sol, remarca que cada uno se mueve en una órbita definida:
El es Quien ha creado la noche y el día, el sol y la luna. Cada uno (de los
astros) navega en una órbita (Corán, 21:33).
En otro versículo
se menciona que el sol no es estático sino que se mueve en una órbita
determinada:
Y el sol. Corre a una parada suya por
decreto del Poderoso, del Omnisciente (Corán, 36:38).
Dichas realidades
comunicadas por el Corán han sido constatadas a través de la observación
astronómica contemporánea. Según los cálculos de los especialistas, el sol viaja
a la enorme velocidad de 720 mil kilómetros por hora en dirección a su ápice, la
estrella Vega. Esto significa que el sol viaja aproximadamente 17.280.000 km/día,
al igual que todos los planetas y satélites de su sistema. El conjunto de las
estrellas del universo viajan de manera similar. El Corán se refiere a que todo
el cosmos está lleno de senderos y órbitas:
¡Por el cielo surcado de órbitas! (Corán, 51:7).
En el universo
existen alrededor de 250 mil millones de galaxias y cada una tiene unas 200
millones de estrellas. Muchas de éstas poseen planetas y la mayoría de éstos
satélites. Todos los cuerpos celestes, e incluso conjunto de cuerpos, como las
galaxias, se mueven en órbitas precisas. Durante millones de años cada uno ha
estado navegando en su propia órbita con un orden y armonía perfectos, sin que
se produzca una colisión entre ellos.
No cabe ninguna
duda de que cuando fue revelado el Corán la humanidad no poseía los telescopios
y las técnicas de observación de hoy, capaces de abarcar millones de kilómetros,
ni los conocimientos actuales de física o astronomía. Por consiguiente, es
imposible que en esa época se pudiese determinar que el espacio “está lleno de
senderos y órbitas”, como lo expresa el versículo. Evidentemente, es una prueba
más de que el Corán es la palabra de Dios.
Dios llama en el
Corán nuestra atención sobre un atributo del cielo muy interesante:
Hemos hecho del cielo una techumbre protegida (contra los demonios). Pero ellos
se desvían de sus signos (es decir, de los signos del cielo) (Corán, 21:32).
Ese atributo del
cielo o atmósfera ha sido comprobado por las investigaciones científicas del
siglo XX. La atmósfera que rodea la Tierra cumple funciones cruciales para la
continuidad de la vida. Destruye los meteoros grandes y pequeños que se
aproximan al planeta, con lo que se impide colisiones que dañarían la vida en su
superficie; filtra la luz solar, con lo que evita el paso de las radiaciones
perjudiciales y admite el de las imprescindibles para la vida, como ser la
ultravioleta cercana necesaria para la fotosíntesis, la infrarroja y las de
radio; permite la formación de nubes y la lluvia; retiene estratos
indispensables, como el de ozono que filtra la mayor parte de la radiación
ultravioleta proveniente del sol; ampara al globo terráqueo del frío gélido del
espacio en el que la temperatura es de -270°C; etc.
En esa protección
interviene asimismo el Cinturón de Van Allen,
generado por el campo magnético terrestre. Sirve como un escudo que también
impide la entrada de radiaciones muy nocivas provenientes del sol y de otras
estrellas. Si no existiese, las explosiones masivas llamadas “llamas solares”,
que se producen con frecuencia, destruirían toda la vida terrestre. La energía
que libera una de esas explosiones detectada hace unos pocos años, resultó
equivalente a cien mil millones de bombas atómicas similares a la arrojada en
Hiroshima. Cincuenta y ocho horas después de la explosión se observó que las
agujas magnéticas de las brújulas realizaban movimientos inusuales y que a 250
kilómetros por encima de la atmósfera la temperatura llegaba a los 2500°C.
En resumen, a una
gran altura por encima de la atmósfera opera un sistema perfecto que rodea y
protege a nuestro mundo de las amenazas externas. Los científicos descubrieron
hace poco lo que Dios nos informó hace siglos por medio del Corán: la atmósfera
cumple el papel de escudo protector de la Tierra.
El versículo once
del capítulo at-Tariq en el Corán se refiere a la función que cumple el
cielo al “devolver” al espacio mucho de lo que a él llega:
¡Por el cielo periódico! (Corán, 86:11).
La palabra
“periódico” en las traducciones del Corán también significa
“enviar de vuelta” o “de retorno”.
Como se sabe, la
atmósfera que envuelve a la Tierra se compone de varios estratos y cada uno de
ellos cumple un importante papel en beneficio de la vida. La investigación ha
revelado que los mismos tienen la función de reflejar los materiales y
radiaciones que les llegan, enviándolos hacia el espacio si provienen del
exterior o hacia la superficie del planeta si provienen de allí. Examinemos más
detalladamente esta función “reflectora” de los estratos que rodean la Tierra.
La troposfera está
ubicada a una altura de entre 13 y 15 kilómetros y permite que el vapor de agua
se eleve desde la superficie terráquea para luego condensarse y retornar en
forma de lluvia.
La capa de ozono, a
una altura de 25 kilómetros, refleja la radiación dañina y los rayos
ultravioletas, enviándolos de nuevo al espacio.
La ionosfera
refleja las ondas de radio emitidas desde la superficie terrestre, a la manera
de un satélite de comunicación pasivo, permitiendo que la transmisión de
distintos tipos de señales inAllahmbricas cubran grandes distancias.
El estrato
correspondiente a la magnetosfera devuelve al espacio las partículas radiactivas
dañinas emitidas por el sol y otras estrellas.
El hecho de que
estas propiedades de las distintas capas de la atmósfera, descubiertas y
demostradas hace poco, fueran anunciadas hace siglos en el Corán, demuestra una
vez más que éste es la palabra de Dios.
Una realidad del
universo revelada en el Corán es que el cielo está compuesto de siete estratos:
El es Quien creó para vosotros cuanto hay en la tierra. Y subió el cielo e hizo
de él siete cielos. Es omnisciente (Corán, 2:29).
“Decretó que fueran siete cielos, en dos días (es decir, los creó en dos días),
e inspiró a cada cielo su cometido... (Corán, 41:12).
Aquí el término
“cielos” se refiere a la atmósfera de la Tierra, compuesta de siete estratos,
como se ha comprobado por medio de las investigaciones pertinentes.
Expresa una fuente
autorizada: Los científicos han descubierto que la atmósfera consta de siete
estratos... Difieren en sus propiedades físicas, como la presión y los tipos de
gases... El estrato más cercano a la Tierra se llama
troposfera. Contiene alrededor del 90% de la masa total de la
atmósfera... Por encima de la troposfera está la
estratosfera... La capa de ozono
es la parte de la estratosfera donde se absorben las radiaciones ultravioletas.
El que sigue por encima es el de la mesosfera...
Por encima de ésta se encuentra la termosfera...
Los gases ionizados forman una capa dentro de la termosfera que se llama
ionosfera... La última parte de la atmósfera
se extiende entre los 480 y los 960 kilómetros por encima de la Tierra y se
llama exosfera...53
Si contamos el
número de estratos citados en esta fuente, vemos que la atmósfera consta
exactamente de siete, como comunica el versículo.
Troposfera.
Estratosfera.
Ozonosfera.
Mesosfera.
Termosfera.
Ionosfera.
Exosfera.
En el versículo se
menciona otra importante cuestión referida a este tema: ...e inspiró a cada
cielo su cometido... (Corán, 41:12). En otras palabras, Dios afirma en el
versículo que El asigna una función a cada cielo. Y como hemos visto, cada
estrato cumple un papel vital para beneficio de toda la humanidad y el resto de
las criaturas vivientes. Esas funciones particulares van desde la formación de
la lluvia a evitar la entrada de las radiaciones dañinas; de reflejar las ondas
radiales a impedir el impacto perjudicial de los meteoritos.
Es un gran milagro
que estas realidades, imposibles de descubrir sin la tecnología del siglo XX,
fuesen expresadas explícitamente por medio del Corán hace 1400 años.
El Corán llama la
atención sobre una función geológica muy importante de las montañas:
Hemos colocado en la tierra montañas firmes para que ellas y sus habitantes no
vacilen... (Corán, 21:31).
Como vemos en este
versículo, se comunica que las montañas poseen la función de prevenir sacudidas
en la Tierra. Esto que la geología moderna lo descubrió hace poco, era
desconocido para todos en el momento en que el Corán fue revelado.
Sucede que las
montañas emergieron como consecuencia de los movimientos y colisiones de las
placas tectónicas que forman la corteza terrestre. Cuando dos placas chocaban,
la más fuerte se deslizaba debajo de la otra, que se curvaba, y daba lugar a la
formación de colinas y montañas. El estrato inferior continuaba su movimiento
subterráneo y se extendía hacia abajo. En consecuencia, una parte se proyectaba
en dirección descendente y era tan grande como la parte visible sobre la
superficie de la Tierra.
Y las montañas
fueron y son las encargadas de fijar o retener esas dos placas, por lo que las
podemos considerar como clavos que mantienen unidos dos pedazos de madera. Es
decir, cumplen el papel de impedir en gran medida el deslizamiento de una
sección de la corteza terrestre sobre otra y el de evitar así determinado
movimiento de las mismas..
En un versículo se
señala ese papel de las montañas y se las compara con “estacas”:
¿No hemos hecho de la tierra lecho y de las montañas estacas? (Corán, 78:6-7).
Esa función vital
de las montañas descubierta recientemente por la geología moderna y la
investigación sísmica, fue revelada en el Corán hace siglos, como un ejemplo de
sabiduría suprema de Dios en la creación. En otro versículo se dice también:
...Ha fijado en la tierra las montañas para que ellas y vosotros no vaciléis...
(Corán, 31:10).
Al comunicarse en
el Corán que para Dios es fácil volver a la vida al ser humano después de
muerto, se subraya en particular la cuestión de las huellas digitales:
¿Es que el hombre (impío) cree que Nosotros no recompondremos sus huesos (para
el Día de la Resurrección)? ¡Sin duda que sí!, somos Poderosos hasta para
restablecer sus yemas (digitales y huellas dactilares, ¿cómo no haremos algo de
menos precisión?) (Corán, 75:3-4).
El énfasis puesto
sobre las huellas dactilares tiene un sentido muy especial. Eso se debe a que no
se repiten y cada persona tiene sus propias huellas digitales, distintas de
cualquier otra, motivo por el que se las acepta como prueba de identidad en todo
el mundo.
Pero lo notable es
que dicha característica la descubrimos al estudiar el cuerpo humano a fines del
siglo XIX. Con anterioridad se las consideraba simples líneas curvadas sin
sentido. Si bien Dios nos instruye sobre las mismas en el Corán, recién se
entendió su importancia hace poco más de un siglo.
Se nos informa en
un versículo que las montañas no son inmóviles aunque lo parezcan:
Verás pasar las montañas, que tú creías inmóviles, como pasan las nubes...
(Corán, 27:88).
Las montañas se
apoyan sobre la corteza terrestre y se mueven porque ésta última “flota” sobre
un estrato (magma) que es más denso.
El científico
alemán Alfred Wegener (1880-1930) propuso por primera vez en la historia a
comienzos del siglo XX que al principio hubo una sola masa de tierra formando un
único continente y que luego se dividió en partes que se desplazaron en
direcciones diferentes, con lo que se constituyeron varios continentes.
En un artículo
publicado en 1915, Wegener señaló que hace unos 500 millones de años toda la
tierra firme del planeta formaba un único continente --denominado Pangaea-- que
se ubicaba en el polo Sur. Después de 320 millones de años ese continente único
se separó en dos partes: a) Gondwana, incluyendo lo que hoy día es Africa,
Australia, la Antártida e India; b) Laurasia, incluyendo lo que hoy día es
Europa, la parte norte del continente americano y Asia (con excepción de la
India). En los 150 millones de años subsiguientes, Gondwana y Laurasia se
dividieron en partes más pequeñas.
Los continentes
resultantes de la división de Pangaea se han estado moviendo permanentemente
algunos centímetros por año, con lo que se va modificando poco a poco la
ubicación relativa de los mares y de las tierras firmes.
Este movimiento de
la corteza terrestre se descubrió gracias a la investigación geológica en los
albores del siglo XX: La corteza y la parte más elevada del estrato, en un
grosor de unos cien kilómetros, se divide en segmentos llamados placas. Existen
seis placas mayores y varias menores. De acuerdo con la teoría llamada de las
placas tectónicas, éstas poseen un movimiento de traslación y arrastran con
ellas a los continentes y fondos oceánicos... El movimiento de los continentes
ha sido medido y es de uno a cinco centímetros por año. En la geografía
terrestre habrá lentos cambios mientras las placas continúen moviéndose. Por
ejemplo, el Océano Atlántico se ensancha levemente cada año55.
Aquí debemos decir
algo importante. Dios se ha referido en el versículo al movimiento de las
montañas como algo que va a la deriva al igual que las nubes. En la explicación
del fenómeno los científicos también usan ese término al decir “continentes
llevados a la deriva por una corriente”56.
Sin dudas es un
verdadero milagro que un hecho descubierto por la ciencia recientemente haya
sido comunicado por el Corán hace tanto tiempo.
El hierro es uno de
los elementos puesto de relieve en el Corán. En el capítulo al-Hadid (que
significa “el Hierro”) se nos informa:
...Hemos hecho descender el hierro, que encierra una gran fuerza y ventajas para
los hombres... (Corán, 57:25).
Se podría pensar
que la expresión “hecho descender”, que se
usa en particular para el hierro en este versículo, sirve como alegoría para
explicar que en la naturaleza se encuentra como algo beneficioso. Pero al
considerar esa mención literalmente, es decir que lo
que se hace descender del cielo es directamente el mineral, nos damos
cuenta de que el versículo está revelando otro hecho extraordinario muy
significativo.
Efectivamente, los
últimos descubrimientos en el campo de la astronomía han develado que el hierro
que se encuentra en la Tierra proviene del espacio exterior.
Una serie de
metales del universo, entre los que se encuentra el hierro, se producen en el
núcleo de estrellas donde las temperaturas alcanzan los suficientes millones de
grados a los que no llega nuestro sol. Cuando en una estrella la cantidad de
hierro excede determinado nivel y ya no puede acumularlo, eventualmente explota
y se llama “supernova”, debido al brillo extraordinario que emite al hacerlo.
Como resultado de la explosión se dispersan meteoritos que contienen hierro y
que viajan por el espacio hasta que son atraídos por el campo gravitatorio del
algún cuerpo celeste.
Lo mencionado nos
enseña que el hierro no se formó en la Tierra sino que ha sido hecho
descender por medio de meteoritos, exactamente como lo relata el versículo
coránico. No cabe ninguna duda que este proceso no podía ser conocido de ninguna
manera en el siglo VII, es decir, cuando fue revelado el Corán.
Además, el
versículo antes mencionado incluye códigos matemáticos interesantes. El valor
numérico de las palabras árabes al Hadid (el Hierro) es igual al número
del capítulo: cincuenta y siete. Por otra parte, el valor numérico de sólo la
palabra Hadid (Hierro) es veintiséis, es decir, el número atómico del
hierro.
En un versículo
del Corán se menciona la característica “fecundadora” de los vientos y la
formación de la lluvia:
Hemos enviado los vientos que fecundan (las nubes), y hacemos bajar del cielo
agua, de la que os damos a beber y que no sabéis conservar (Corán, 15:22).
Aquí se señala que
el primer paso para la formación de la lluvia son los vientos. Hasta principios
del siglo XX, la única relación que se establecía entre los vientos y la lluvia
era que las primeros arrastraban las nubes. Pero los descubrimientos
meteorológicos modernos han demostrado la función “fecundadora” de los vientos
al intervenir en la formación de las lluvias. Dicha función opera como sigue. En
la superficie de los mares y de los océanos se forman incontables burbujas de
aire debido a la espuma que genera el movimiento del agua. Esas burbujas
estallan y son arrojadas al espacio en la forma de miles de pequeñas partículas
con un diámetro de una centésima de milímetro, conocidas como “aerosoles”. Se
mezclan con el polvo arrastrado por los vientos y son transportadas a las capas
superiores de la atmósfera donde entran en contacto con el vapor de agua que se
condensa y las incluye. De ese modo se convierten en parte de pequeñas gotas que
se unen y forman nubes dispensadoras de lluvia.
Como vemos, los
vientos “fecundan” el vapor de agua existente en la atmósfera con partículas que
salen del mar y eventualmente ayudan a la formación de nubes de lluvia.
Si los vientos no
poseyesen dicha propiedad no se formarían las gotas de agua en la atmósfera
superior y no existiría algo que se llame lluvia.
Lo más importante a
tener en cuenta aquí es que el papel crítico de los vientos en la formación de
las precipitaciones fue comunicado hace siglos en un versículo coránico en una
época en que las personas conocían muy poco de este tipo de fenómenos
naturales...
La Medida en que se Producen las Precipitaciones
Otro detalle que
nos da el Corán acerca de la lluvia es la medida en la que desciende a la
Tierra:
Es El quien envía de la nube agua de acuerdo a una medida. Luego Nosotros
resucitamos por medio de ella un país muerto. Del mismo modo se os sacará (de la
sepultura) (Corán, 43:11).
Esa “medida” en la
cantidad de lluvia ha sido descubierta por la investigación científica moderna.
Se estima que en un segundo se evaporan de la superficie terrestre unas 16
millones de toneladas de agua, lo que representa unas 513 billones de toneladas
por año. Una cantidad similar es la que desciende en el mismo tiempo. Esto
significa que la evaporación y la precipitación se cumplen de acuerdo a una
“medida”. La vida sobre la Tierra depende de ese ciclo, al cual los humanos
nunca podríamos reproducirlo de manera artificial.
Una desviación
mínima en esa “medida” o equilibrio crearía un desastre ecológico capaz de
exterminar la vida sobre la Tierra. Sin embargo, bajo condiciones regulares, se
mantiene ese ciclo como ha revelado el Corán.
Una de las
propiedades de los mares comprobada recientemente, está relatada en un versículo
coránico:
(Dios) Ha dejado fluir las dos grandes masas de agua, que se encuentran, pero
les separa una barrera que no rebasan (Corán, 55:19-20).
Esta propiedad de
los mares, por la cual se juntan sin mezclarse, ha sido comprobada por la
oceanografía hace muy poco tiempo. Debido a la fuerza física llamada
“tensión superficial”, las aguas de dos
mares contiguos no se mezclan. La tensión superficial se produce por la
diferencia de las densidades de sus aguas e impide que se mezclen como si
hubiese una pared delgada entre ambas. Lo interesante de este fenómeno es que
fue revelado en el Corán en una época en que la gente no poseía ningún
conocimiento en la materia o de oceanografía.
Hasta hace no
mucho, se pensaba que el sexo de los bebés era determinado por las células
maternas o por éstas y las del padre. Pero el Corán nos informa otra cosa, pues
señala que esa diferencia proviene de una gota (de
esperma) cuando es eyaculada:
que El crea la pareja, varón y hembra, de una gota (de esperma) cuando es
eyaculada (Corán, 53:45-46).
El desarrollo de la
genética y de la biología molecular ha convalidado científicamente la exactitud
de lo afirmado por el Corán. Hoy día se sabe que el sexo queda determinado por
las células del esperma que proviene del hombre y que la madre no cumple ningún
papel en ello.
Los cromosomas son
los elementos más importantes en la determinación del sexo. Dos de los 46
cromosomas que disponen la estructura de un ser humano son identificados como
sexuales. El varón tiene un cromosoma que se llama “X” y otro que se llama “Y”
(o sea, es “XY”), mientras que la mujer tiene dos cromosomas “X” (o sea, es “XX”).
Se denominan así porque sus formas se asemejan a dichas letras. Los “Y” poseen
los genes que codifican el sexo masculino, mientras que los “X” los que
codifican el sexo femenino. La formación de un nuevo ser humano comienza con la
combinación de estos cromosomas y según el par que se una tendremos un hombre o
una mujer.
En otras palabras,
el sexo del bebé queda determinado por el tipo de cromosoma masculino (“X” o
“Y”) que se una al del óvulo femenino que siempre es “X”.
Nada de esto era
conocido en el mundo científico hasta que se descubrieron las leyes de la
herencia y se dio comienzo a la ciencia de la genética en el siglo XX. Hay que
tener en cuenta que en muchas culturas se creía que el sexo del bebé a nacer era
determinado por el organismo de las mujeres, por lo cual se las criticaba a
ellas cuando daban a luz sólo niñas.
El Corán reveló
información que rechazaba la superstición antedicha trece siglos antes de que
fueran descubiertos los genes, y se refiere a que el sexo de la criatura que se
forma en el vientre de la madre no es decidido por ésta sino por el
espermatozoide del padre.
Si seguimos
examinando lo anunciado por el Corán acerca de la formación del ser humano,
continuamos encontrando verdades científicas importantes.
Cuando el
espermatozoide se une al óvulo, se constituye lo esencial del bebé, es decir,
una célula llamada cigoto que se comienza a reproducir de inmediato por
división y eventualmente se convierte en un “pedazo de carne” llamado
embrión, observable sólo con la ayuda del microscopio.
El embrión no se
queda sin hacer nada mientras se desarrolla, sino que se prende al útero como la
raíz de una planta que se aferra a la tierra por medio de sus zarcillos. De esa
manera obtiene del cuerpo de la madre las sustancias esenciales para
desarrollarse.
En este punto y de
modo milagroso el Corán nos revela otra realidad al referirse al desarrollo del
embrión en el vientre materno:
¡Recita en el nombre de tu Señor, Que ha creado, ha creado al hombre de sangre
coagulada! ¡Recita! Tu Señor es el Munífico, (Corán, 96:1-3).
La palabra árabe
que se traduce por “sangre coagulada” es alaq
y tiene el sentido de “una cosa que se adhiere en algún
lugar”. Se la usa para describir literalmente a la sanguijuela que se
aferra al cuerpo para succionar la sangre. Por cierto, el uso de una palabra tan
apropiada para indicar al embrión que se desarrolla en el vientre materno,
demuestra nuevamente que el Corán es una revelación de Dios, el Señor de todos
los Mundos.
Otro dato
importante que nos brinda el Corán es el de las etapas por las que pasa el
desarrollo del ser humano en el vientre materno, pues nos hace saber que primero
crecen los huesos y luego los músculos:
Luego, creamos de la gota un coágulo de sangre, del coágulo un embrión y del
embrión huesos, que revestimos de carne. Luego hicimos de él otra criatura.
¡Bendito sea Dios, el Mejor de los creadores! (Corán, 23:14).
La embriología es
la rama de la ciencia que estudia el desarrollo del embrión en el vientre
materno. Hasta hace muy poco, los embriólogos sostenían que los músculos y los
huesos se desarrollaban juntos. Por esa razón y durante bastante tiempo algunos
pensaban que los versículos coránicos estaban en conflicto con la ciencia. No
obstante, el avance en la investigación microscópica gracias a los nuevos
desarrollos tecnológicos, reveló que lo que se dice en el Corán es correcto
palabra por palabra.
Dichos estudios a
nivel microscópico exhibieron que la nueva criatura se forma tal como se
describe en los versículos. En primer lugar se osifica el tejido cartilaginoso
del embrión. Luego las células musculares seleccionadas de entre el tejido que
rodea a los huesos, se unen y cubren a éstos. En la publicación científica
Desarrollo Humano se describe eso así: Durante la séptima semana, el
esqueleto comienza a expandirse y los huesos adquieren las formas familiares
para nosotros. Al finalizar esa semana y durante la octava, los músculos
empiezan a cubrir la estructura ósea57.
En resumen, las
fases del desarrollo del ser humano descriptas en el Corán coinciden totalmente
con los descubrimientos de la embriología moderna.
Las Tres Etapas del
Bebé en el Vientre Materno
Se relata en el
Corán que el ser humano es creado en un proceso de tres etapas en el vientre
materno:
Os ha creado de una sola persona (de Adán), de la que ha sacado a su cónyuge (a
Eva). Os ha dado, de los rebaños, cuatro parejas (es decir, macho y hembra de
camélido, bovino, ovino y caprino). Os ha creado en el seno de vuestras madres,
creación tras creación (es decir, en fases sucesivas), en triple oscuridad
(posiblemente se refiere a la pared abdominal, la matriz y el amnios). Tal es
Dios, vuestro Señor. Suyo es el dominio. No hay más dios que El. ¡Cómo, podéis
pues, ser tan desviados! (Corán, 39:6).
Esas tres etapas
fueron comprobadas por la biología moderna, es decir, que el ser humano se
desarrolla en tres regiones distintas del vientre materno. Hoy día se trata de
un tema que aparece en todos los libros de embriología que se estudian en las
facultades de medicina. Por ejemplo, en Embriología Humana Básica, un
texto de referencia, se dice: La vida en el útero pasa por tres etapas: desde la
fecundación hasta la segunda semana y media (etapa preembrionaria); desde el
momento antes mencionado hasta el principio de la octava semana (etapa
embrionaria); desde la octava semana hasta el parto (etapa fetal)58.
En resumen, las
características principales de esas etapas son:
Etapa preembrionaria
En esta primera
fase el cigoto crece por división y cuando la célula inicial se convierte en un
“racimo” de células, éstas se “entierran” en las paredes del útero. Luego se
organizan en tres estratos mientras siguen creciendo.
Etapa embrionaria
La segunda fase
dura aproximadamente cinco semanas y media, momentos en que el nuevo ser es
llamado “embrión”. Aquí empiezan a aparecer los órganos básicos a partir de los
estratos celulares.
Etapa fetal
Desde el comienzo
de la octava semana y hasta el parto el embrión se pasa a llamar “feto”. La
característica más distintiva es que al feto se lo ve parecido en sus rasgos
generales a un ser humano desarrollado, con su rostro, manos y pies. Aunque
inicialmente mide sólo tres centímetros, ya están delineados todos sus órganos.
Esta fase dura treinta semanas hasta que sale al mundo exterior.
Lo notable es que
toda esta información estuvo disponible para los investigadores científicos sólo
después de la aparición de instrumentales modernos, aunque, de manera milagrosa,
ya fue dada hace mucho tiempo por los versículos coránicos, lo cual es una clara
evidencia de que el Libro de los musulmanes no es un invento de los hombres sino
la palabra de Dios.
La leche materna
es un compuesto sin parangón, creado por Dios como una fuente de alimentación
excelente para el bebé y como sustancia que incrementa la resistencia a las
enfermedades. Los nutrientes producidos con tecnología moderna no son capaces de
reemplazar este sustento milagroso.
Cada día se halla
una nueva propiedad benéfica para el bebé en la leche materna. Algo comprobado
hace poco por los estudiosos es que la lactancia hasta los dos años resulta lo
mejor para la criatura59. Lo sorprendente es que el Corán nos lo
comunicó hace catorce siglos:
Hemos ordenado al hombre con respecto a sus padres --su madre le llevó (dentro)
sufriendo pena tras pena y le destetó a los dos años--: “Sé agradecido conmigo
(es decir, con Dios) y con tus padres. ¡Soy Yo el fin de todo! (Corán, 31:14).
Conclusión
Lo que hemos visto
hasta ahora nos exhibe algo de modo muy claro: todas las noticias que nos
suministra el Corán se han probado ciertas. En sus versículos se anuncian
cuestiones sobre temas científicos y novedades para el futuro que nadie podía
conocer en aquella época debido al nivel de los estudios y la tecnología
existentes. Está claro que esto proporciona suficiente evidencia de que el Corán
no es la palabra del ser humano sino la de Dios Todopoderoso, el Originador de
todo, Quien todo lo abarca en su Conocimiento. Dice Dios en un versículo: ¿No
meditan en el Corán? Si hubiera sido de otro que de Dios, habrían encontrado en
él numerosas contradicciones (Corán, 4:82). Pero no sólo que allí no existe
ninguna incoherencia, sino que cada información que contiene revela día a día
que se trata de un libro divino y milagroso.
Lo
que deberían hacer todos los seres humanos es aceptarlo como lo que es, es
decir, revelación de Dios, y tomarlo como su única guía. Dios nos lo sugiere en
un versículo:
Es
ésta (el Corán) una Escritura bendita que hemos revelado. ¡Seguidla, pues, y
temed a Dios! Quizás, así, se os tenga piedad (Corán, 6:155).
LIBRO DOS
LOS CIENTIFICOS RELIGIOSOS
Independientemente
de lo obstinados y ateos que puedan ser los materialistas, hay una verdad que
sigue siendo evidente: Dios creó todos los sistemas y formas de vida que la
ciencia estudia. Por consiguiente, la ciencia y la religión son compatibles en
la medida en que sean practicadas con honestidad y cordura. Un indicio de esa
concordancia son los científicos creyentes en Dios del pasado y del presente que
hicieron grandes contribuciones a la humanidad.
Quien realiza
nuevos descubrimientos y trabaja con el fin de develar los misterios del
universo tratando de llegar a comprender sus particularidades, es realmente un
investigador en profundidad del arte de Dios. Es por este motivo que religión y
ciencia están inseparablemente unidos. El científico es quien hace evidente el
poder infinito de Dios y el arte y la perfección únicas en Su creación. Por esta
razón y debido a que está inmerso en el estudio de distintos aspectos de la
creación, es quien percibe antes que otros la existencia y la Unicidad de Dios.
No sorprende para
nada que muchísimos científicos, inducidos por la religión, hayan realizado
importantes contribuciones en sus campos específicos por medio de elaboraciones
mentales sin trabas ni limitaciones. No sólo demostraron de esa manera que la
ciencia y la religión son totalmente compatibles, sino que también aportaron al
conocimiento y a la humanidad de la manera más amplia. Pioneros de la ciencia de
la talla de Newton, Kepler, Leonardo de Vinci y Einstein creían, como resultado
de sus observaciones e investigaciones, que el universo fue creado y ordenado
por Dios y Que también El lo gobierna. Además, fueron personas de fe las que
establecieron los principios sobre los que se fundamenta el saber, lo que indica
que la religión jugó un papel decisivo en su advenimiento.
Isaac Newton,
considerado el más grande científico de todos los tiempos, expresa su visión del
cosmos en las siguientes palabras: El sistema más hermoso formado por el sol,
los planetas y los cometas, pudo constituirse solamente debido a la capacidad,
determinación e inteligencia de un Ser poderoso. Ese Ser gobierna todo... como
Señor y Amo de todo. Está acostumbrado a que se Le llame Señor Dios, Gobernante
Universal60.
Es un hecho
conocido que los logros científicos de Kepler brotaban de su fe religiosa. Arno
Penzias, ganador del Premio Nobel de física de 1978, y codescubridor de la
radiación cósmica de fondo, se ha referido a Kepler: Esto no nos remonta al
triunfo de Copérnico sino en verdad al de Kepler. Porque, después de todo, la
noción de epiciclos y cosas por el estilo, se remonta a los días en que los
científicos intercambiaban pareceres. Todo esto siguió así hasta que tuvimos un
creyente verdadero, que fue Kepler. Creía realmente en Dios, el Legislador.... Y
sostenía que tenía que haber algo más simple y poderoso.... por lo que fue
premiado con las leyes de la naturaleza que él definió. Desde ese día en
adelante se produjo una lucha terrible (en el campo de las ideas), pero esas
leyes tan sencillas son valederas hasta la fecha. Y los científicos aún las
mantienen. Provienen esencialmente de Kepler y éste las obtuvo de su fe61.
En esta parte del
libro nos ocuparemos de los científicos del pasado y del presente creyentes en
Dios, fundadores y constructores de la ciencia moderna, como así también de sus
contribuciones a la misma. Todos los que citaremos admitían y admiten que el
cosmos y el conjunto de las formas de vida fueron creados por Dios. Las palabras
de Francis Bacon grafican cómo considera el científico religioso lo que se
observa en la creación: Todos los trabajos exponen la capacidad y destreza del
que lo hace... y lo mismo ocurre con el de Dios, el cual luce la omnipotencia y
sabiduría del Hacedor62.
En sus versículos Dios comunica que una de las maneras de adquirir la capacidad
para meditar acerca de la creación, reconocer que Le pertenece, entender Su
omnisapiencia, Su omnipotencia y lo que significa “el temor a El”, es “conocer”
o “saber”:
Quienes toman amigos en lugar de tomar a Dios son semejantes a la araña que se
ha hecho una casa. Y la casa más frágil es la de la araña. Si supieran... Dios
sabe todo lo que invocan en lugar de invocarle a El. Es el Poderoso, el Sabio.
Proponemos estas parábolas a los hombres, pero no las comprenden sino los que
saben. Dios ha creado con un fin los cielos y la tierra. Ciertamente, hay en
ello un signo para los creyentes (Corán, 29:41-44).
Y entre Sus signos está la creación de los cielos y de la tierra, la diversidad
de vuestras lenguas y de vuestros colores. Ciertamente, hay en ello signos para
los que saben (Corán, 30:22).
Dios atestigua (por medio de la Revelación), y con El los ángeles y los hombres
dotados de ciencia, que no hay más dios que El, Que vela por la equidad. No hay
más Dios que El, el Poderoso, el Sabio (Corán, 3:18).
Pero a los que, de ellos, están arraigados en la Ciencia, a los creyentes, que
creen en lo que se te ha revelado a ti y a otros antes de ti, a los hacen la
azAllah (a los que rezan), a los que dan el azaque (la limosna), a los que creen
en Dios y en el último Día, a ésos les daremos una magnífica recompensa (Corán,
4:162).
CIENTÍFICOS CREYENTES DEL PASADO
Roger Bacon (1220 – 1292)
La gracia de la fe
nos ilumina con magnanimidad63.
Llamado
Doctor Mirabiles (el Doctor Maravilloso) por
sus contemporáneos, fue un científico y teólogo británico que puso gran énfasis
sobre el método experimental y terminó con muchas costumbres arcaicas de la
ciencia de su tiempo. Pronosticó una serie de avances tecnológicos sensacionales
que iban a producirse cientos de años después y difíciles de imaginar en su
época. Algunos de sus anticipos en el siglo XIII fueron el barco de vapor, el
tren, el automóvil, la grúa y los puentes colgantes. Dice en una carta a un
amigo: En primer lugar y por medio de la creatividad artística, tomarán forma
instrumentos de navegación sin hombres que remen, grandes barcos cruzarán los
mares con un solo hombre que los guíe y navegarán más rápido que con el impulso
de muchos remeros. También se crearán carros que se moverán con una eficacia
indescriptible sin que ningún viviente los ponga en movimiento (con su esfuerzo
físico)64.
Puesto que creía que la luz fue creada por Dios para que los seres humanos vean,
realizó observaciones en dicho campo. Definió las características de las lentes
ópticas y sus aplicaciones. Fue el primero en advertir que la luz emitida por
una estrella demora cierto tiempo en su viaje hasta la Tierra. También sostuvo
doscientos años antes que Colón que nuestro planeta no era plano sino redondo y
que se podría llegar a la India viajando hacia el oeste desde Europa.
Convencido de que
las conclusiones a las que llegaba serían útiles para los creyentes, dijo:
Entonces, como vimos, esta ciencia es provechosa en lo que respecta a la
comunidad de creyentes debido al conocimiento especial que aporta del futuro,
del presente y del pasado65.
Sostuvo como
estudioso que la ciencia no estaba en conflicto con la religión sino que más
bien podía servir como un instrumento importante para ayudar a persuadir a los
incrédulos. Declaró: Esta ciencia es de gran utilidad
para persuadir a los hombres a aceptar la fe66.
Francis Bacon (1561 – 1626)
Reputado estudioso
y uno de los fundadores del método científico, es conocido por ser un devoto
creyente en Dios. En Novum Organum expresa que la filosofía natural (la
ciencia) es, después de la palabra de Dios, el mejor remedio contra la
superstición y el respaldo más aceptado por la fe67.
Galileo Galilei (1564 – 1642)
Se trata de la
primera persona que utilizó un telescopio para observar el cielo. Sostenía que
la Tierra era redonda y fue el primero en detectar las regiones oscuras,
cráteres y colinas de la Luna. Conocido por su inmensa contribución a la
ciencia, creía que los sentidos, la capacidad del habla y la inteligencia, eran
dones concedidos por Dios a las personas y que los mismos debían ser usados de
la mejor manera posible. Dijo que la naturaleza se trataba, simplemente, de otro
libro escrito por Dios, y sostuvo que las verdades de la ciencia y las verdades
de la religión no pueden impugnarse mutuamente debido a que El es el autor de
toda la verdad68.
Johannes Kepler (1571 – 1630)
Dado que los
astrónomos somos sacerdotes de Dios elevadísimo con respecto al libro de la
naturaleza, debemos ser reflexivos no para gloria de nuestras inteligencias sino
para Gloria de Dios68.
Fundó la astronomía
moderna, descubrió el movimiento elíptico de los planetas, estableció una
fórmula para relacionar el período orbital de cada planeta con su distancia
media del sol y completó las tablas astronómicas que permiten el cálculo de la
posición de cada planeta en cada momento del pasado o del futuro.
Estaba convencido
de que el universo lo originó un Creador. Cuando se le preguntó porqué se
dedicaba a la ciencia, dijo: Mi intención era ser teólogo... pero ahora, por
medio de mis esfuerzos, veo como Dios es glorificado también en la astronomía,
porque “los cielos declaran la Gloria de Dios”70.
Precisamente por
considerar que dicha Gloria se manifestaba en todo lo creado, su vida es un
ejemplo de la amplitud de pensamiento y el éxito que puede alcanzar el
científico que admite que en la naturaleza hay un propósito divino. Kepler
preguntó, ¿Quién puso osos y zorros blancos en las nevadas zonas del norte?
¿Quién puso como comida de los osos a las ballenas y como comida de los zorros
los huevos de las aves?, y luego respondió: Nuestro Dios Grande. Y grande es Su
virtud y Su sabiduría ilimitada: Alabadle, vosotros cielos; alabadle, vosotros
sol, luna y planetas; usen cada sentido para percibir a El y cada lengua para
declarar a El vuestro Creador. Alabadle vosotros Armonías celestiales; alabadles
vosotros jueces de las Armonías reveladas: y tú mi alma, alaba al Señor tu
Creador mientras yo viva. Porque a través de El, por El y en El son todas las
cosas, tanto las perceptibles como las inteligibles, de las que somos totalmente
ignorantes. Y lo que sabemos es una parte mínima de ello, porque más allá aún
hay más. Para El sea la alabanza, el honor, la gloria, hasta la eternidad71.
Johannes
Baptista von Helmont (1579 – 1644)
Inventor del
termómetro y del barómetro, es quien también dio comienzo al estudio de la
química de los gases y de los procesos químicos en el organismo humano. En un
libro de Walter Pagels sobre los estudios científicos de Helmont, se dice que la
inspiración para sus investigaciones las tomaba de sus creencias religiosas72.
Blaise Pascal (1623 – 1662)
Fue un científico
distinguido que realizó importantes descubrimientos a partir de su temprana
juventud. Aportó las principales innovaciones en la geometría desde la época de
los griegos de la antigüedad, contribuyó significativamente en el campo de las
matemáticas, realizó hallazgos monumentales en el campo de la física y llevó a
cabo una serie de estudios sobre la mecánica de los fluidos y las presiones,
demostrando que la presión atmosférica varía según la altura.
Eminencia
científica profundamente espiritual, afirmó rotundamente que Dios es el Creador
de todo, desde las matemáticas hasta el orden de los elementos73.
John Ray (1627 – 1705)
Este conocido
botánico británico fue una persona creyente. Percibió que si el ser humano fue
colocado en la Tierra para reflejar la gloria de todas las obras de Dios,
entonces debería observar y llegar a conocer todo lo creado. Ese criterio le
estimuló a emprender la investigación científica ya en su juventud. En sus días
fue la mayor autoridad en el campo de la botánica y la zoología. Es el autor de
La Sabiduría de Dios en la Creación, obra que fue muy bien aceptada. Allí
presentó miles de especies de plantas, insectos, pájaros y peces y comunicó que
la naturaleza revela la existencia de un Creador. Dijo que la creación de Dios
es lo que El creó al principio y luego conservó hasta la actualidad en el mismo
estado y condición74. Siempre enfatizó que la ciencia y la religión
se entrecruzan de muchas maneras. La postura que mantenía es mejor comprendida
en sus propias palabras: Para una persona libre no existe mejor ocupación y
deleite que la de contemplar las bellas obras de la naturaleza y honrar la
sabiduría y bondad infinitas de Dios75.
Robert Boyle (1627 – 1691)
Conocido como el
padre de la química moderna, realizó una serie de descubrimientos científicos
revolucionarios. Estableció la relación entre la presión aplicada al aire y el
volumen que ocupa, conocida hoy como “ley Boyle de los gases”. Entre sus
invenciones se cuentan un tipo de papel tornasol y un refrigerador primitivo.
Demostró que el agua se expande cuando se congela, produjo la definición moderna
de “elemento” y contribuyó en la formulación de la teoría atómica al sostener
que si el aire se puede comprimir debía existir vacío entre sus componentes.
Además de ser un
científico extraordinario fue un devoto creyente en Dios. Sostenía la existencia
de un diseño inteligente en la naturaleza originado por un creador Todopoderoso.
Enseñó en sus clases y escritos que la ciencia y la creencia en Dios debían
marchar paralelas. Expresó: Recuerden glorificar a quien originó la
naturaleza... Usen el conocimiento para beneficiar a la humanidad76.
Comentó que la
perfección en lo viviente revela explícitamente la existencia de Dios: El
excelente plan del gran sistema propio del mundo, especialmente la curiosa
confección de los cuerpos de los animales, el uso de sus distintas partes y el
empleo de sus sentidos, han sido los grandes motivos en todas las épocas y en
todas las naciones que indujeron a los filósofos a reconocer una Deidad como la
autora de esas estructuras admirables77.
Antonie von Leeuwenhoek (1632 – 1723)
Con el objeto de
examinar los paños que vendía, aprendió a esmerilar sus propios lentes de
aumento y ello lo motivó a producir otros más potentes hasta convertirse en el
primer observador de las bacterias por medio de un microscopio. Por otra parte,
tratando de demostrar la existencia del Creador y en consecuencia rebatir la
idea de “generación espontánea”, examinó los espermatozoides, los glóbulos rojos
y los sistemas de nutrición de las plantas y de los animales. Fue el primero en
estudiar los capilares, ver pasar los glóbulos rojos a través de ellos y
determinar que los músculos están formados por fibras78.
Isaac Newton (1642 – 1727)
Matemático,
astrónomo y físico excepcional, es considerado el más grande científico de todos
los tiempos. Su mayor contribución fue el descubrimiento de la ley de la
gravedad. También agregó el concepto de “masa” a la relación entre la fuerza y
la aceleración, dio a conocer la ley de acción y reacción y presentó la tesis de
que un objeto en movimiento continuará moviéndose en línea recta a una velocidad
constante siempre que otra fuerza no incida sobre él. Todo ello se ha seguido
utilizando hasta hoy día en los más diversos cálculos de ingeniería. Una de sus
notables contribuciones fue la invención de un telescopio de reflexión mediante
el cual pudo analizar la composición de la luz blanca, con lo que estableció los
fundamentos para una nueva disciplina, es decir, la óptica.
Además de sus
innovaciones, escribió ensayos críticos en los que refuta el ateísmo y defiende
el creacionismo (Historia de la Creación, De Natura Acidorum, etc).
En ellos sostiene la idea de que la creación es la única explicación posible del
universo y que éste, al que compara con un reloj gigante permanente, puede ser
obra solamente de un Creador todopoderoso y omnisapiente.
Como trasfondo de
todos sus descubrimientos que cambiaron el mundo, estaba su deseo de acercarse a
Dios: en su conocido trabajo Principia Mathematica nos hace saber que esa
era la razón subyacente al ardor puesto en el esfuerzo científico: El (Dios) es
...eterno e infinito... Es Paciente y omnipresente; y por existir siempre y en
todas partes, constituye el tiempo y el espacio... Le conocemos solamente por
medio de sus artificios más excelentes y sensatos... Le adoramos y reverenciamos
como Sus siervos...79.
John Flamsteed (1646 – 1719)
Sacerdote devoto,
fue fundador del conocido observatorio astronómico de Greenwich y primer
astrónomo real de Inglaterra. Después de innumerables observaciones produjo el
primer gran mapa estelar en la época del telescopio.
John Woodward (1665 – 1728)
Fue uno de los
padres de la ciencia geológica. Entre sus contribuciones valiosas se encuentra
la construcción de un importante museo paleontológico en Cambridge en el cual se
incluyó el departamento de Geología.
Carolus Linnaeus (1707 – 1778)
Científico y muy
piadoso, dirigió importantes estudios en el campo de la botánica. Comprobó que
las plantas se reproducen sexualmente e introdujo en la ciencia la idea de
“taxonomía biológica” (clasificación de los organismos vegetales).
Jean Deluc (1727 – 1817)
Físico suizo que
acuñó el término “geología”. Con su padre desarrolló el termómetro de mercurio y
el higrómetro modernos. Es conocido por su convicción de la creación y por su
oposición a la idea de que el universo y la vida pasaron a existir por
casualidad.
Sir
William Herschel (1738 – 1822)
Hombre muy
religioso, fue uno de los astrónomos más consumados del siglo XVIII. Construyó
los telescopios de reflexión más avanzados de su época, a la vez que catalogó y
estudió las nebulosas y galaxias de un modo que nunca se había hecho antes. Dijo
en su momento: Hay que estar loco para ser astrónomo y
ateo. Es decir, enfatizó que le sorprendía que un científico dedicado
a la astronomía y testigo del orden perfecto en el universo pudiese no creer en
Dios80.
William Paley ( 1743 – 1805)
Convencido de la
creación, publicó Teología Natural, el cual fue muy vendido en su época.
Consideraba que si las obras de arte son producto de los seres humanos, lo
viviente debe ser producto de un ser muy superior a los humanos. Según Paley, el
hecho de que todas las criaturas vivientes estén equipadas con todo tipo de
características necesarias para sobrevivir, es una prueba de planeamiento, de
diseño y de un Creador que las diseñó81.
George Cuvier (1769 – 1832)
Fue anatomista y
paleontólogo, uno de los más grandes de ellos. Es considerado el fundador de la
anatomía comparada y uno de los principales generadores de la paleontología como
disciplina científica separada. Firme creacionista, participó en importantes
debates sobre “creación o evolución”82.
Humphrey Davy (1778 – 1829)
Conocido como
creyente en Dios, fue uno de los más grandes químicos de su tiempo y tuvo a
Faraday como aprendiz. Fue el primero en aislar muchos elementos químicos
importantes, en demostrar el fenómeno de la descomposición del agua por medio de
la electrólisis y en comprobar que los diamantes eran carbón puro. Inventó la
lámpara de seguridad para los mineros que lleva su nombre y realizó importantes
contribuciones en el campo de la química.
Adam Sedgwick (1785 – 1873)
Uno de los
principales geólogos ingleses del siglo XIX, conocido especialmente por
identificar y denominar como cámbrico y devónico dos de los principales sistemas
rocosos del planeta. Clérigo y amigo personal de Darwin, siempre se opuso a las
ideas evolucionistas de éste83.
Michael Faraday (1791 – 1867)
Reconocido
mundialmente como uno de los más grandes físicos de la historia, desarrolló en
particular las nuevas ciencias de la electricidad y el magnetismo. También
realizó contribuciones claves en el campo de la química. Fue un científico
convencido de la existencia de un Creador y de que la ciencia y la religión no
se contradicen. Estaba seguro de que toda la naturaleza
se encontraba interconectada y constituía un conjunto único porque Dios había
creado todo. Basándose en ese concepto concluyó que la electricidad y
el magnetismo debían estar estrechamente vinculados84.
Samuel Morse (1791 – 1872)
Figura notoria por
su invención del telégrafo, construyó también la primera cámara fotográfica en
los Estados Unidos. Sostenía la existencia de Uno Quien todo lo crea con un
propósito. Percibía que el mundo material y el mundo espiritual funcionaban en
armonía. Cuatro años antes de morir escribió: Cuanto más me acerco al fin de mi
peregrinación, más aprecio lo valioso que es como recurso de quienes caen en
desgracia el reconocimiento de la grandeza y sublimidad de Dios, porque así se
ilumina el futuro con esperanza y júbilo85.
Joseph Henry (1797 – 1878)
Este gran físico y
creyente norteamericano fue profesor en la Universidad de Princeton. Inventó el
motor electromagnético y el galvanómetro. Tenía por hábito adorar y rezar a Dios
y pedir la guía divina en cada momento crítico de cada uno de sus experimentos86.
Louis Agassiz (1807 – 1873)
Admitido
ampliamente como el más grande de los biólogos norteamericanos, era un
inveterado oponente del evolucionismo. Percibía la existencia de un plan divino
en la naturaleza y no podía aceptar una teoría incapaz de reconocer su diseño.
En Ensayo Sobre la Clasificación escribió: La combinación en el tiempo y
en el espacio de todas estas concepciones exhibe no sólo intención sino que
también demuestra premeditación, poder, sabiduría, grandeza, presciencia
(conocimiento que tiene Dios de los hechos antes de que sucedan), omnisciencia,
providencia. En una palabra, todas estas realidades proclaman en voz alta en su
encadenamiento natural al Dios Uno, a Quien el ser humano puede conocer, adorar
y amar87.
James
Prescott Joule (1818 – 1889)
Además de su
descubrimiento de la primera ley de la termodinámica, demostró cómo calcular el
calor que produce una corriente eléctrica al circular por un cable y fue el
primero en determinar la velocidad de una molécula de gas. Su principal aporte
fue la constante conocida como “equivalencia mecánica del calor”, lo cual
condujo a la formulación de la ley de conservación de la energía, la más básica
y universal de todas las leyes científicas.
Era un científico
convencido de que podía acercarse más a Dios en la medida que más conocía las
leyes de la naturaleza. Ese convencimiento lo impulsaba a realizar más
investigaciones. Fue uno de los 717 científicos que firmaron un manifiesto en
contra de Darwin en 1864. En referencia a la ciencia dijo: Después de conocer la
voluntad de Dios y obedecerle, el principal objetivo debe ser conocer algunos de
Sus atributos de sabiduría, poder y bondad que evidencian las obras de Sus
manos. Es evidente que el conocimiento de las leyes naturales significa nada
menos que una forma de relacionarse con la inteligencia o espíritu de Dios que
allí se expresan88.
George
Gabriel Stokes (1819 – 1903)
Fue un gran físico
y matemático británico que realizó grandes contribuciones en una serie de
campos. Expandió el conocimiento acerca de las diferencias en la gravitación o
atracción universal, la astrofísica, la química, los problemas acústicos y el
calor. Demostró que el cuarzo, a diferencia del vidrio, es transparente a la
radiación ultravioleta. Junto a Lord Kelvin estuvieron entre los primeros que
apreciaron convenientemente los estudios de Joule sobre la termodinámica. Stokes
demostró también que los rayos X eran parte del espectro electromagnético de
Maxwell. Fue presidente del Instituto Victoriano de Londres y activo miembro de
la Sociedad Filosófica de Cambridge.
Investigó la
naturaleza como obra de un Creador y puntualizó de manera resaltada su creencia
en Dios. En uno de sus trabajos dijo que las leyes de la naturaleza se concretan
según Su voluntad y que si El lo deseaba podía cancelarlas89.
Rudolph Virchow (1821 – 1902)
Sus mayores
contribuciones fueron en el campo de la medicina. Es considerado el padre de la
patología moderna y del estudio de las enfermedades celulares. Fue el primero en
describir la leucemia y muy activo en la investigación antropológica y
arqueológica. Se constituyó en uno de los científicos que más se opuso a la
difusión del evolucionismo de Darwin y Haeckel. También participó en política y
luchó con mucho vigor en contra de la autorización oficial para la enseñanza
evolucionista en las escuelas de Alemania90.
Gregory Mendel (1822 – 1884)
Pasó a la historia
como el fundador de la investigación sobre los principios de la herencia. Además
de haber refutado la teoría de la evolución con su enunciado de las tres leyes
de la genética, sostenía que Dios originó el mundo y que la casualidad no podía
ser la autora de la vida91.
Louis Pasteur (1822 – 1895)
Es una de las
grandes figuras de la historia de la ciencia y de la medicina, en especial por
haber establecido la relación entre los gérmenes y las enfermedades y por su
tenaz oposición a la teoría de la evolución. Fue el primero en explicar el
fundamento y mecanismo del proceso de fermentación. Gracias a los grandes
avances que realizó en el campo de la bacteriología, aisló una serie de
microorganismos causantes de enfermedades (especialmente los correspondientes a
la rabia, la difteria y el ántrax) y produjo vacunas para combatirlos. También
desarrolló los procedimientos de esterilización y pasteurización (eliminación de
microorganismos perjudiciales mediante el tratamiento a una temperatura inferior
al punto de ebullición).
Firme creyente en
Dios, sufrió una feroz oposición debido a su resistencia al darwinismo. Defendió
la compatibilidad entre ciencia y religión, cosa que enfatizó en sus escritos.
En uno de ellos dice: Cuanto más conozco, mi fe se acerca más a la de un
campesino bretón (es decir, a una fe sencilla, serena, abarcadora, sin
cuestionamientos)92.
Una ciencia escasa
te aleja de Dios pero su acrecentamiento te acerca a El93.
William
Thompson (Lord Kelvin) (1824 – 1907)
Es aceptado como el
físico más importante de su tiempo y conocido por su enérgica fe en Dios. La
comunidad científica lo tiene en elevada consideración por sus contribuciones en
la física y en las matemáticas, como así también por sus inventos. Desarrolló un
método para licuar el hidrógeno y el helio. Definió la temperatura absoluta por
medio de una escala independiente de todo cuerpo térmico, descubrió el cero
absoluto y estableció la “escala Kelvin”, en la que se mide en “grados Kelvin”.
Constituyó a la termodinámica en una disciplina científica formal y formuló la
primera y la segunda ley de la misma con una terminología precisa. Expresaba
abiertamente su creencia en Dios: No teman ser librepensadores. Si conjeturan
con suficiente firmeza y coherencia, la misma ciencia les hará creer en Dios94.
Con respecto al
origen de la vida, la ciencia... afirma positivamente la existencia de un poder
creador95.
J. J. Thomson
(1856 – 1940)
Fue profesor de
Física en la Universidad de Cambridge y descubridor del electrón en 1897. Como
persona religiosa, en una nota publicada en la revista Nature llama la
atención sobre el hecho de que las conclusiones a las que llegaba la ciencia
señalaban la existencia de Dios: Quienes asciendan a la cumbre de la ciencia,
tendrán allí señales más amplias y sentimientos más profundos respecto a la
verdad que es puesta de relieve con cada avance en su campo, lo que destaca la
majestuosidad de las obras del Señor96.
Sir
William Huggins (1824 – 1910)
Conocido como
científico creyente en Dios y astrónomo brillante, fue el primero en demostrar
que el principal componente de las estrellas es el hidrógeno además de pequeñas
cantidades de otros elementos que existen en la Tierra. También identificó por
primera vez el efecto Doppler (es decir, que la luz de las estrellas se corre
del rojo al azul en la medida que se alejan una de otra) en astronomía, efecto
que condujo a la idea de un universo en expansión.
Joseph
Clerk Maxwell (1831 – 1879)
Tuvo una vida corta
pero singularmente productiva. Reconocido como el padre de la física moderna,
demostró la unidad entre la luz y la electricidad y reunió a ambas junto al
magnetismo bajo un conjunto de ecuaciones célebres que llevan su nombre.
Einstein se basó en las mismas para formular la teoría de la relatividad y dijo
que sus logros eran los más profundos y fructíferos que ha experimentado la
física desde la época de Newton. Maxwell se opuso con determinación a la teoría
de la evolución y produjo una refutación matemática concienzuda a la denominada
“hipótesis nebular” del francés Laplace, quien era ateo. También impugnó con
ironía la filosofía evolucionista de Herbert Spencer, gran defensor del
darwinismo. En una carta vierte sus reflexiones sobre el papel de los
científicos creyentes en Dios y dice que tienen la obligación de llevar adelante
esos trabajos que beneficiarán (la comprensión de la idea) religiosa97.
John Strutt (1842 – 1919)
Estudió el
desplazamiento de las ondas electromagnéticas y realizó grandes contribuciones
en los campos de la óptica, la acústica y la dinámica de los gases, además de
ser codescubridor del argón y los gases raros. Abierto creyente en Dios,
encabezaba sus trabajos con la siguiente sentencia: Las obras de Dios son
excelentes98.
George
Washington Carver (1865 – 1943)
Carver fue un
importante investigador de la agricultura cuando ésta se convirtió en una
disciplina importante, a fines del siglo XIX. Realizó una serie de
descubrimientos decisivos y en sus charlas y entrevistas se refería siempre a su
creencia en Dios. Respondió a un periodista del Atlanta Journal que le
interrogó sobre la estabilidad o durabilidad de las pinturas: Todo lo que hago
es elaborar lo que Dios ha creado para que los seres humanos puedan usarlo. El
trabajo es de Dios, no mío99.
Sir James
Jeans (1877 – 1946)
Este prominente
físico sostenía que el universo existía por obra de un Creador de Sabiduría
infinita. Entre otras cosas dijo: Descubrimos que el universo muestra evidencia
de un diseño o de un Poder controlador que tiene algo en común con nuestras
mentes100.
Un estudio
científico del universo ha sugerido la conclusión de que puede ser sintetizado
en la siguiente oración: parece que ha sido creado por un matemático perfecto101.
Albert Einstein (1879 – 1955)
Uno de los
científicos más importantes del siglo pasado era conocido también por su
creencia en Dios. No dudó en declarar que la ciencia no podía existir sin la
religión: No puedo concebir un científico genuino sin una fe en Dios profunda.
Esta situación puede expresarse por medio de una imagen: la ciencia sin la
religión renquea102.
Estaba convencido
de que el universo tenía un diseño demasiado perfecto para ser el producto de la
casualidad y que fue organizado por un Creador dueño de una Sabiduría Superior.
En sus escritos se
refería normalmente a Dios y consideraba muy importante preguntarse acerca del
orden existente en el universo. Expresa que en todo verdadero investigador de la
Naturaleza hay una especie de reverencia religiosa103.
En otra parte
escribió: Todo aquel que esté seriamente comprometido en la investigación
científica, adquiere el convencimiento de que en las leyes del universo se
manifiesta un espíritu muy superior al humano. Es así como la investigación
científica conduce a un sentimiento religioso de tipo especial...104.
Georges Lemaître (1894 – 1966)
Propuso la teoría
del Big Bang, la cual apunta a que el universo fue creado. Pensaba que era
evidente que éste tuvo un comienzo, tendrá un fin y que el reconocerlo juega un
papel decisivo en la creencia en Dios por parte de mucha gente. Además de
científico era sacerdote y creía que la ciencia y la religión conducen a la
misma verdad105.
Sir Alister
Hardy (1896 – 1985)
Instituyó la
ciencia oceanográfica moderna. La Fundación Templeton lo denominó en 1985 el
investigador del año por sus estudios empíricos sobre las experiencias
religiosas, realizados por primera vez de manera científica.
Wernher von
Braun (1912 – 1977)
Está considerado
uno de los principales científicos del mundo. Fue el principal ingeniero alemán
en materia de cohetes durante la segunda guerra mundial y desarrolló el conocido
como V2. Gran creyente en Dios, ocupó el cargo de director de la NASA en su
momento. En el prólogo a una antología sobre la creación y el diseño en la
naturaleza, ofreció el siguiente testimonio: Los vuelos espaciales tripulados
son un logro asombroso pero sólo han abierto una pequeña ventana a la pavorosa
amplitud espacial. Una mirada a través de esta mirilla a los vastos misterios
del universo debería confirmar nuestra fe en la certeza de su Creador. Me
resulta difícil entender que haya científicos que no reconozcan la presencia de
una racionalidad superior originadora del universo o que haya teólogos que
nieguen los avances de la ciencia106.
En mayo de 1974
expresó en un artículo: Nadie puede ser expuesto a la ley y el orden del
universo sin concluir que existe un diseño y un propósito que lo respalda...
Cuanto mejor entendamos los embrollos del universo y todo lo que él alberga, más
razón encontraremos para maravillarnos por el diseño inherente en el que se
basa... Verse forzado a admitir una única conclusión, es decir, que el universo
se produjo por casualidad, violaría la propia objetividad de la ciencia... ¿Qué
proceso azaroso podría llegar a producir el cerebro o el sistema de la vista
humanos?107.
Max Planck (1858 – 1947)
Profesor de física
en la Universidad de Berlín, elaboró en el decenio de 1900 una constante
referida a la radiación de energía que lleva su nombre. Sostuvo que dicha
radiación se parece más a una lluvia discontinua que a una corriente de agua que
fluye de manera constante. Estableció también que esa radiación se distribuye o
viaja en cantidades fijas o “cuantos”, a manera de “paquetes de energía”, y que
la cantidad mínima de energía o unidad de energía propia de las radiaciones es
una partícula subnuclear llamada fotón. Este concepto resultó un punto de viraje
en la historia de la física. De ese modo se llegaba a la conclusión de que la
luz no sólo viajaba por el espacio en forma de onda sino que también lo hacía
como partículas.
Esta persona,
responsable de semejantes descubrimientos, creía en una inteligencia omnipotente
que gobierna el universo y expresó que el Creador del orden universal es Dios.
Respecto a su creencia en Dios dijo: Cualquiera que realiza un trabajo
científico con plena responsabilidad comprueba que sobre el dintel de la puerta
del templo de la ciencia están escritas las siguientes palabras: “Debes tener
fe. Es una cualidad de la que el científico no puede prescindir”108.
Charles Coulson (1910 – 1974)
Profesor de
matemáticas en la Universidad de Oxford durante muchos años, a menudo hacía
mención de su creencia en Dios, de las súplicas que Le dirigía y de su
convicción de que el propósito para el que vivía era acercarse más a El109.
OTROS CIENTIFICOS DEL PASADO CREYENTES EN DIOS
Cada uno de los
investigadores cuyos nombres aparecen a continuación, hicieron importantes
contribuciones a la ciencia y creían firmemente en Dios. Son un ejemplo claro de
que adherir al creacionismo no está en pugna con el progreso científico. Por el
contrario, la religión alienta y fomenta la investigación en todos los campos de
la ciencia.
Leonardo de Vinci
(1452-1519) Georgias Agricola (1494-1555)
Arte, Ingeniería,
Arquitectura
Mineralogía
John Wilkins
(1614-1672) Walter Charleton (1619-1707)
Astronomía y
Mecánica Presidente del Colegio Real de
Físicos
Isaac Barrow
(1630-1677) Nicolas Steno (1631-1686)
Profesor de
Matemáticas Estratigrafía
Thomas Burnet
(1635-1715) Increase Mather (1639-1723)
Geología
Astronomía
Nehemiah Grew
(1641-1712) William Whiston (1667-1752)
Medicina
Física, Geología
John Hutchinson
(1674-1737) Jonathan Edwards (1703-1758)
Paleontología
Física, Meteorología
Richard Kirwan
(1733-1812) Timothy Dwight (1752-1817)
Mineralogía
Pedagogo
James Parkinson
(1755-1824) William Kirby (1759-1850)
Medicina
Entomología (estudio de los
insectos)
Benjamin Barton
(1766-1815) John Dalton (1766-1844)
Botánica, Zoología
Primero en enunciar la teoría
atómica moderna
Charles Bell
(1774-1842) John Kidd (1775-1851)
Anatomía Química
Johann Carl Friedrich Gauss
(1777-1855) Benjamin Silliman (1779-1864)
Geometría,
Geología, Magnetismo, Astronomía Mineralogía
Peter Mark Roget
(1779-1869) William Buckland (1784-1856)
Fisiología Geología
William Prout
(1785-1850) Edward Hitchcock (1793-1864)
Química Geología
William Whewell
(1794-1866) Richard Owen (1804-1892)
Astronomía y
Física Zoología, Paleontología
Matthew Maury
(1806-1873) Henry Rogers (1808-1866)
Oceanografía,
Hidrografía
Geología
James Glaisher
(1809-1903) Philip H. Gosse (1810-1888)
Meteorología
Ornitología (estudio de las aves),
Zoología
Sir Henry Rawlinson
(1810-1895) John Ambrose Fleming (1849-1945)
Arqueología Electrónica
Sir Joseph Henry
Gilbert (1817-1901) Thomas Anderson (1819-1874)
Química
Agrícola Química
Charles P. Smyth
(1819-1900) John W. Dawson (1820-1899)
Astronomía Geología
Henri Fabre
(1823-1915) Bernhard Riemann (1826-1866)
Entomología
Geometría
Joseph Lister
(1827-1912) John Bell Pettigrew (1834-1908)
Cirugía
Anatomía, Fisiología
Balfour Stewart
(1828-1887) P.G. Tait (1831-1901)
Electricidad de
la Ionosfera Física, Matemáticas
Edward William Morley
(1838-1923) Sir William Abney (1843-1920)
Premio Nobel de
Física
Astronomía
Alexander MacAlister
(1844-1919) A.H. Sayce (1845-1933)
Anatomía Arqueología
James Dana
(1813-1895) George Romanes (1848-1894)
Geología Biología y
Fisiología
William Mitchell Ramsay
(1851-1939) William Ramsay (1852-1916)
Arqueología
Química
Howard A. Kelly
(1858-1943) Douglas Dewar (1875-1957)
Ginecología
Ornitología
Paul Lemoine
(1878-1940) Charles Stine (1882-1954)
Geología Química
Orgánica
A. Rendle-Short
(1885-1955) L. Merson Davies (1890-1960)
Medicina
Geología, Paleontología
Sir Cecil P.G.
Wakeley (1892-1979)
Medicina
CIENTIFICOS
CONTEMPORANEOS CREYENTES EN DIOS
La ciencia ha dado
grandes pasos y se hicieron muchos descubrimientos en el siglo XX. Los progresos
han demostrado con toda claridad algo: La Realidad de
la Creación.
Cada descubrimiento
científico indica un diseño, un orden y un plan perfectos en cada cosa animada o
inanimada de la naturaleza. Muchos investigadores testigos de esa verdad
comprobaron que todo el universo es la obra de una Sabiduría superior, motivo
por el cual pasaron a defender la realidad de la Creación, es decir,
reconocieron que todo ha sido creado por Dios Todopoderoso.
En la actualidad
hay muchas organizaciones respetables en occidente establecidas por científicos
creyentes, especialmente en los Estados Unidos. Su objetivo es dejar en claro
que la evidencia científica confirma el diseño perfecto del universo.
A continuación
nombramos algunas de esas personalidades actuales, reconocidas por sus logros.
Dr. Henry
Fritz Schaefer
Profesor de química
en la Universidad Graham Perdue y Director del Centro de Computación de Química
Cuántica en la Universidad de Georgia, ha sido nominado para el Premio Nobel y
recientemente se lo consideró el tercer químico más citado del mundo.
Como creyente
aspira a conocer mejor a Dios a través de su trabajo científico. Escribió: La
motivación y la alegría que tengo en el trabajo científico procede de los
ocasionales momentos en que descubro algo nuevo y me digo, “¡fíjate, así es como
Dios lo hizo!”110.
Isaac Bashevis Singer
Uno de los más
notables físicos de nuestros días, rechaza la teoría de la evolución y cree en
Dios. En una conferencia criticó el darwinismo mediante un interesante relato a
modo de fábula: Algunos científicos descubrieron una isla desierta y se quedaron
fascinados por la jungla y los animales salvajes que veían. Escalaron los cerros
y observaron los alrededores pero no podían encontrar el más leve signo de
civilización. Al regresar a su nave hallaron en la playa un reloj de pulsera
nuevo que funcionaba correctamente, lo cual les intrigó. Se preguntaban cómo
habría llegado el reloj a ese lugar, porque estaban seguros de que nadie había
puesto los pies allí antes que ellos. Se les presentaba una sola explicación: el
reloj, con su malla de cuero, vidrio protector, batería y demás componentes,
llegó a la isla por casualidad y se asentó sobre la playa. No había ninguna otra
alternativa.
Para explicar la
decepción de los evolucionistas, Singer terminó su relato con esta oración: Cada
reloj, por cierto, ha sido fabricado por alguien111.
Todo lo animado o
inanimado posee un diseño superior y un orden perfecto. Por consiguiente, nada
puede ser atribuido a la casualidad. Es obvio que cada cosa es la obra de un
Creador supremo todopoderoso. Pero la mayor parte de los científicos modernos no
dan importancia a esa perfección y orden que lo demuestra.
Malcom
Duncan Winter, Jr.
Recibió su
doctorado en la Escuela de Medicina de la Universidad Northwestern. Sostiene que
el universo en general y los humanos en particular, fueron creados por un
Hacedor superior. Al desarrollar sus puntos de vista escribió: La Tierra y el
universo, con todas sus complejidades, sus diversas formas de vida y el propio
ser humano con su capacidad de pensamiento superior, son demasiado complicados
para ser el producto de la mera casualidad. Por lo tanto, tiene que existir una
Mente Magistral, un Creador que los hizo. Debe existir Dios112.
William Phillips
Es un científico
creyente que recibió el Premio Nobel antes de cumplir 50 años por su trabajo
sobre nuevos métodos para enfriar y atrapar átomos con luz laser. En una
conferencia de prensa después de haberse anunciado que se le otorgaba tan
eminente distinción, hizo la siguiente observación: Dios nos ha dado un mundo
increíblemente fascinante para vivir en él y explorarlo113.
Profesor Dale Swartzendruber
Su primer trabajo
fue como científico adjunto en estudios del suelo en la Universidad de
California y luego tuvo el cargo de profesor asociado de la cátedra de Suelos en
la Universidad Purdue. Es miembro de la Sociedad Americana de la Ciencia del
Suelo. Señaló que el universo no se pudo formar por casualidad y que es obra de
un Creador: En verdad, “en todas partes” hay
teleología, propósito, diseño. Uno no puede dejar de verlo en los
cielos o sobre la tierra. Negar un Gran Diseñador es tan totalmente ilógico como
admirar un magnífico campo de trigo y al mismo tiempo negar la existencia del
agricultor que lo sembró114.
William Dembski
Es uno de los
principales matemáticos de la actualidad y su área de investigación abarca un
gran número de disciplinas, desde la filosofía a la teología. Subraya que la
ciencia es una tarea que se realiza con el objeto de comprender el mundo y que
los científicos no son más que los que intentan llevar adelante ese trabajo: El
mundo es creación de Dios. Y los científicos, en su trabajo para entenderlo,
simplemente siguen los rastros del propósito de Dios. Los científicos no son
creadores sino descubridores... Lo importante del acto de la creación es que
revela al Creador. Ese acto lleva siempre la firma del creador115.
Profesor Stephen Meyer
Es profesor adjunto
de Filosofía en el Colegio Whitworth. Admite sin dudas el hecho de la Creación y
ha elaborado una serie de trabajos sobre el tema. En muchos de ellos sostiene
que el universo es producto de un diseño inteligente y que la naturaleza
testimonia esa realidad. En uno de sus artículos se refiere al diseño en las
células y dice: Sostengo que ni la casualidad ni la “selección natural
prebiótica”, ni la “necesidad” físico-química (de cualquier manera teórica que
se lo presente) pueden explicar el origen de la información que encierra la
primera célula116.
Profesor Walter L. Bradley
Profesor de
Ingeniería Mecánica en la Universidad A&M de Texas, es autor del libro El
Misterio del Origen de la Vida. Opina que el cosmos y todo lo animado e
inanimado es el resultado de un diseño, evidencias de lo cual se presentan por
todas partes. Sus palabras comunican su fe en la existencia del Creador: En la
primavera de 1987 acepté realizar una exposición sobre Cristianismo y Ciencia en
la Universidad de Cornell. Decidí experimentar en un nivel amplio y popular el
tema de la Evidencia Científica de la Existencia de Dios...
Las evidencias claras de la existencia de un creador
inteligente son abundantes117.
Earl Chester Rex
Primero fue
catedrático en matemáticas en la Universidad de Southern California y luego
profesor adjunto de física en el Colegio George Pepperdine. Al sostener que el
universo fue creado por Dios y que está bajo su control, subrayó que cualquier
teoría actual sobre su origen y conservación que lo ignore o niegue, no explica
todas las realidades del caso o resulta desesperanzadora y confusa118.
Dr.
Allan Sandage
Uno de los más
distinguidos astrónomos de nuestros días, aceptó a Dios a los 50 años. En una
entrevista publicada en la revista Newsweek titulada La Ciencia
Descubre a Dios, explica porqué aceptó la religión: Fue mi trabajo lo que me
condujo a la conclusión de que el mundo es mucho más complicado que lo que puede
explicar la ciencia. Sólo a través de lo sobrenatural puedo comprender el
misterio de la existencia119.
Profesor Cecil Boyce Hamann
Miembro de las
Facultades de la Universidad de Kentucky, de la Escuela de Medicina de la
Universidad de St. Louis y del Colegio de Greenville, enseña actualmente
biología en el Colegio Asbury. Es un científico con una firme fe en Dios, lo que
expresó así: Hacia cualquier parte que me vuelva en el
campo de la ciencia hay evidencias de diseño, ley y orden, (producto) de un Ser
Supremo... Sí, creo en Dios. Creo en un Dios que no es solamente una
Deidad todopoderosa que creó y sustenta este universo, sino en Uno que se
preocupa por la corona de su creación, el ser humano120.
Paul Ernest Adolph
Fue profesor
adjunto de anatomía en la Universidad St. John y ahora miembro del Consejo de
Dirección del Colegio de Cirujanos de Estados Unidos. Debe su firme fe a sus
estudios científicos y dijo una vez acerca de la misma: Podría decir que he
aceptado definidamente la existencia y realidad de Dios. Esa convicción no
proviene solamente de experiencias de naturaleza espiritual, sino de mi práctica
médica que ha ampliado y confirmado lo que había aceptado por medio de la fe...
¡Si, por cierto, Dios existe!121.
Lester John Zimmerman
Se doctoró en la
Universidad de Purdue y es profesor de agricultura y matemáticas en el Colegio
Goshen. Argumentó su fe en Dios de la siguiente manera: La naturaleza fue
originada por Dios, Quien la sustenta incesantemente. Mientras continúo
estudiando y observando como opera la Naturaleza en el suelo y en las plantas,
mi creencia en Dios aumenta constantemente y diariamente me inclino ante El,
alabándolo y admirándolo122.
Enrico Medi
Este investigador
italiano, habló en una conferencia internacional realizada en Roma en 1971 sobre
los milagros con los que se encuentra el científico en su trabajo: ...hay una
causa, más allá del espacio, más allá del tiempo, que es la dueña de la vida y
que hizo la existencia de esta manera. Se trata de Dios123.
Wayne U. Ault
Ganó un postgrado
en la Universidad de Columbia y fue investigador asociado del Laboratorio de
Geoquímica en Nueva York. Declaró que la investigación científica acrecienta el
compromiso con Dios: La búsqueda del conocimiento y la curiosidad acerca del
cómo y del porqué de la Naturaleza, son parte de las cualidades con las que está
dotada la mente. Una vez que el científico puso su fe en el Creador del
universo, la misma sólo puede crecer como resultado de los estudios, en el campo
que sea124.
Profesor Michael P. Girouard
Profesor de
Biología en la Universidad de Louisiana del Sur, cree que la vida no pudo
aparecer por casualidad y que la estructura muy compleja y perfecta de las
proteínas y células, las unidades básicas de la vida, fueron creadas por Dios.
En una alocución titulada ¿Es Posible Que La Vida Emerja Por Medio De Las
Casualidades?, realizada en la segunda conferencia internacional sobre El
Colapso de la Teoría de la Evolución: el Hecho de la Creación y organizada por
la Fundación para la Investigación de la Ciencia el 5 de julio de 1988 en
Estambul, el profesor Girouard sostuvo su opinión basado en pruebas científicas
y terminó su discurso así: La hechura de las cosas vivientes es muchísimo más
complicada que las pruebas y resultados de laboratorio. Cuando nos volvemos a
las leyes de la física y de la química en busca de algo que nos aclare esa
realidad, lo que aprendemos es que, definidamente, debe
existir una Inteligencia, un Creador, Quien ha ordenado estas leyes.
Esta es la explicación más científica. Dichas leyes nos revelan con certeza que
la formación de lo viviente y la evolución (de modo
espontáneo) a partir de la materia inanimada es imposible. En homenaje a estos
descubrimientos científicos, no sólo doy por terminado mi discurso
sino que también deja de existir el evolucionismo125.
Profesor Edward Boudreaux
Profesor de Química
en la Universidad de New Orleans, sostiene que los elementos químicos fueron
organizados por Dios deliberadamente para dar lugar a la vida. En su discurso
titulado El Diseño en la Química, pronunciado en la segunda conferencia
internacional sobre El Colapso de la Teoría de la Evolución: el Hecho de la
Creación, organizada en Estambul, dijo: El mundo en que
vivimos y sus leyes naturales los estableció con gran precisión el Creador para
nosotros, los humanos126.
Profesor Kenneth Cumming
Mundialmente
conocido y miembro del Instituto para la Investigación de la Creación de los
Estados Unidos, es una autoridad en bioquímica y paleontología. Expresó su
oposición a la teoría de la evolución y su fe en la existencia de Dios: Sostengo
que hay montones de evidencia que dicen que esa idea (de la evolución) ha
caducado. Deber ser puesta en tela de juicio, debe ser desenmascarada, luego de
su bancarrota frente a la perspectiva de la creación. Según ésta, un ser
superior, de intelecto, ha creado todo lo que vemos. Y las variaciones que
observamos son parte de esa creación. Este es el tipo de respuesta que
deberíamos dar en apoyo de nuestra comprensión de la realidad127.
Profesor Carl Fliermans
Muy conocido en los
Estados Unidos, es profesor de microbiología en la Universidad de Indiana.
Patrocinado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, estudia “la
neutralización de desechos químicos por medio de bacterias”. En la conferencia
internacional sobre El Colapso de la Teoría de la Evolución: el Hecho de la
Creación, organizada en Estambul, refutó las suposiciones de los evolucionistas
en el campo de la bioquímica y expresó su creencia en Dios: La biología moderna
prueba que las formas de vida no pasaron a existir por casualidad, lo cual
evidencia la creación superior por parte de Dios128.
Profesor David Menton
Profesor de
anatomía en la Universidad de Washington, afirmó su creencia en Dios al decir:
He estado examinando la anatomía de lo viviente durante
treinta años. En todos los casos me he encontrado con la realidad de la creación
perfecta de Dios129.
Profesor John Morris
Conocido geólogo,
es presidente del Instituto para la Investigación de la Creación, la
organización más prolífica de los Estados Unidos, constituida por científicos
que defienden el creacionismo. En su discurso se refirió a su fe en Dios y a su
convicción en que la teoría de la evolución ha sido refutada por la ciencia: Al
igual que muchos otros científicos distinguidos y cualificados, como devotos
creyentes en Dios sostenemos que El es el Creador. Es Dios Quien dirige nuestras
vidas y a Quien tenemos que volver. Le debemos nuestras vidas y tenemos la
responsabilidad de obtener Su contento130.
Arthur Peacocke
Su primera
disciplina fue la bioquímica física y actualmente es director del Centro Ian
Ramsey de la Universidad de Oxford. Así declara su fe: Dios crea y está presente
en cada instante de tiempo en todo lo creado; trasciende el tiempo: es eterno,
en el sentido de que no hay ningún tiempo pasado en el que no haya existido, ni
habrá tiempo en el futuro en el que no vaya a existir131.
Albert McCombs Winchester
Después de
completar sus estudios de postgrado en la Universidad de Texas, se desempeñó
como profesor de biología en la Universidad de Baylor y fue presidente de la
Academia de Ciencias de Florida. Afirmó que la investigación científica
fortifica su fe en Dios: Hoy día, después de muchos años en la investigación y
de trabajar como científico, me siento feliz de decir que mi fe en Dios no se ha
debilitado sino que se ha fortificado y ha adquirido un fundamento más firme que
antes. La ciencia da lugar a la comprensión de la majestad y omnipotencia del
Ser Supremo, la cual se fortalece con cada nuevo descubrimiento132.
Mehdi Golshani
Físico de la
Universidad Tecnológica Sharif de Teherán, concedió una entrevista a la revista
Newsweek y allí subrayó su creencia en Dios y que la investigación
científica complementa la religión: Los fenómenos naturales son los signos de
Dios en el universo y estudiarlos es casi una obligación religiosa. El Corán
pide a las personas que viajen por la Tierra para ver
cómo El ha iniciado la creación. La investigación es un acto de
adoración, en el sentido que revela las maravillas de Su creación133.
Profesor Edwin Fast
Completó su trabajo
de postgrado en la Universidad de Oklahoma y enseñó allí en el Departamento de
Física. Sostiene que es completamente imposible que los átomos, “los ladrillos”
formadores de la materia, se hayan unido espontáneamente para dar lugar al
universo en general y a lo viviente en particular. Expresó su adhesión al
creacionismo: Uno debe llegar finalmente a la conclusión de que la existencia de
las “leyes naturales” retratan la planificación que hay en el cosmos, evidencian
una Inteligencia que decide establecer la operatividad universal tal como la
vemos... La Causa que creó las partículas también determinó, lógicamente, sus
propiedades134.
Charles H. Townes
Actualmente se
desempeña en la Universidad de Berkeley y es el descubridor del principio del
laser. Su fe en Dios la expresó así: Como individuo religioso, siento con fuerza
la presencia y acción de una existencia creadora más allá de mí y no obstante
personal y muy cercana135.
John Polkinghorne
Investigador
distinguido de física corpuscular en la Universidad de Cambridge, hizo la
siguiente declaración a la revista Newsweek: Cuando uno se da cuenta de
que todas las leyes de la naturaleza debieron estar en una sintonía
increíblemente fina para producir el universo que vemos, es difícil sostener que
éste se formó por casualidad. Por el contrario, nos damos cuenta de que debe
haber un propósito que lo permitió. La razón fundamental por la cual creo en
Dios es que para mi hay una mente y un propósito por detrás del universo136.
Hugh Ross
Doctor en
astronomía de la Universidad de Toronto, es presidente del Instituto
creacionista de los Estados Unidos “Razones para Creer”. Escribió muchos libros
sobre la relación entre la cosmología y la creación. Algunos de ellos son: El
Creador y el Cosmos, Creación y Tiempo, Más Allá del Cosmos. En dos de sus
observaciones expresa: Si el comienzo del tiempo es concurrente con el comienzo
del universo, como afirma el teorema espacio-temporal, entonces la causa del
universo debe ser alguna entidad operando en una dimensión temporal
completamente independiente y preexistente a la del cosmos... Ello nos dice que
el Creador es trascendente, que opera más allá de los límites dimensionales del
universo137.
Un Creador
trascendente e inteligente debe haber hecho existir el universo. Un Creador
trascendente e inteligente debe haberlo diseñado. Un Creador trascendente e
inteligente debe haber diseñado el planeta Tierra. Un Creador trascendente e
inteligente debe haber diseñado la vida138.
Profesor Dr. Duane Gish
Doctorado en
Bioquímica en la Universidad de California (Berkeley), es conocido y respetado
por su convicción religiosa y su lucha antievolucionista. Dio numerosas
conferencias acerca de la invalidez de la teoría de la evolución y actualmente
es uno de los más sobresalientes polemistas en defensa del creacionismo.
Participó en la
conferencia internacional sobre El Colapso de la Teoría de la Evolución: el
Hecho de la Creación, organizada en 1988 en Turquía. Refiriéndose a ese colapso
y a su fuerte fe en la creación dijo: La teoría de la evolución está en una
crisis irremediable. Pero el creacionismo, por el contrario, está respaldado por
evidencias sólidas. En la actualidad miles de científicos encuentran la idea de
la creación cada vez más convincente139.
Dr.
Pierre Gunnar Jerlstrom
Recibió el
doctorado en biología molecular en la Universidad de Griffith, condujo numerosos
estudios en ese campo y fue honrado con diversos premios científicos. Sus
artículos son publicados en varias revistas de ciencia. También es conocido por
su creencia en Dios.
Dr.
Stephen Grocott
Posee un doctorado
en química organometálica --de los metales complejos ópticamente activos-- de la
Universidad de Western (Australia). Se dedicó muchos años a la purificación del
aluminio, a la química industrial y a la ambiental. Publicó muchos artículos
sobre esos temas. Después de bastante tiempo como evolucionista pasivo, fue
sacudido por la lógica, la integridad y la abrumadora masa de evidencia
científica de la Creación Extraordinaria.
Conferencista sobre
el creacionismo, tiene una capacidad especial para involucrar en el tema a todos
los presentes.
Dmitry Kouznetsov
Este investigador
ruso puntualiza que un gran número de estudiosos han comenzado a creer en Dios y
a aceptar la religión debido a los nuevos descubrimientos científicos. Es un
ardiente polemista con los evolucionistas140.
Dr.
Emil Silvestru
Trabajó como
profesor adjunto en la Universidad Babes-Bolyai de Rumania. Reconocido y
respetado internacionalmente como autoridad en la investigación de cavernas,
publicó numerosos artículos en revistas del todo el mundo. Hasta hace poco
dirigió el primer Instituto Mundial de Espeleología (la espeleología es el
estudio de las cavernas). Es un científico creacionista.
Dr.
Andre Eggen
Experto en genética
animal, ha trabajado recientemente para el gobierno francés como investigador.
También sostiene el creacionismo.
Dr.
Ian Macreadie
Biólogo molecular,
ha realizado investigaciones en microbiología y biología molecular. Autor de más
de sesenta artículos de investigación, es una de las autoridades del Instituto
de Investigación Biomolecular de la Organización de la Commonwealth Australiana
de Investigación Científica e Industral (CSIRO). El Dr. Macreadie repudia el
creacionismo y ganó el premio más importante de la Sociedad Australiana de
Microbiología por sus sobresalientes contribuciones en la investigación.
Profesor
Andrew Conway Ivy
Uno de los más
conocidos expertos en fisiología del mundo, fue director del Departamento de
Fisiología y Farmacología de la Escuela de Medicina de la Universidad de
Northwestern entre 1925 y 1946. Luego ocupó el cargo de vicepresidente de la
Universidad de Illinois desde 1946 hasta 1953. Posteriormente se desempeñó en la
misma como profesor emérito de fisiología y jefe del Departamento de Ciencia del
Colegio de Medicina. Cuando se le preguntó, ¿existe el Creador del universo?,
respondió: Si, estoy seguro de que hay un Dios de la misma manera que estoy
seguro de otras cosas.
Después dijo: La
creencia en la existencia de Dios es lo único que otorga a la existencia un
sentido completo, racional y esencial. La creencia en Dios es la razón
fundamental de la certeza absoluta de que el ser humano es algo más que un
paquete de materia y energía. La creencia en Dios es la fuente y el fundamento
primario de las ideas más estimulantes de la mente humana141.
Dr.
Raymond Jones
Se ha desempeñado
durante años en la estimada organización australiana CSIRO. Es conocido por
resolver el problema de la leguminosa guaje (un árbol semejante a la acacia), lo
que ahorró millones de dólares a la agricultura australiana. Es un científico
creacionista.
Jules H. Poirier
Estudió ingeniería
eléctrica, física y matemáticas en la Universidad de California (Berkeley) y
trabajó para la Marina de los Estados Unidos como ingeniero especialista en
diseños electrónicos de alta potencia para proyectos especiales y de defensa.
Durante su carrera profesional fue responsable de soluciones e innovaciones en
muchos diseños que ayudaron a las fuerzas de defensa y al programa espacial
norteamericanos. Al descubrir que los animales actuaban con cierto
discernimiento, concluyó que un Creador les deber haber dado vida. Es autor del
libro De la Oscuridad a la Luz para Volar: La Monarca, Mariposa Maravillosa,
donde discurre sobre la cuestión mencionada.
Michael J. Behe
Profesor de
bioquímica en la Universidad Lehigh de Pensylvania y uno de los científicos más
renombrados, cree que el cosmos y todo lo viviente es obra de un diseño
inteligente. Publicó muchos artículos en periódicos conocidos, como The New
York Times y Boston Review. Es autor del libro La Caja Negra de
Darwin, reimpreso más de ochenta veces en todo el mundo. Con el mismo
demostró mediante lo que él denomina “complejidad irreductible”, que la teoría
de la evolución no puede ser cierta desde el punto de vista biológico. Según ese
concepto, muchos órganos están compuestos de diversas partes interactivas
indispensables para su funcionamiento básico. Por consiguiente, la eliminación
de alguna de esas partes hace imposible la actividad de todo el sistema. Es por
eso que considera que el desarrollo gradual o la casualidad no tienen sentido,
no cabe para nada tenerlos en cuenta.
En el libro
mencionado escribió: No fueron diseñados por las leyes de la naturaleza ni por
la casualidad o la necesidad. Antes bien, fueron planificados. El diseñador
sabía como se verían los sistemas acabados y luego los produjo. La vida sobre la
tierra en su nivel más fundamental, en sus componentes más decisivos, es el
producto de una actividad inteligente. La conclusión del diseño inteligente
fluye naturalmente de los datos... Inferir que los sistemas bioquímicos fueron
diseñados por un agente inteligente es un proceso monótono que no requiere
ningún principio nuevo de la lógica y de la ciencia. Proviene simplemente del
duro trabajo que los bioquímicos llevaron a cabo a lo largo de los últimos
cuarenta años, combinado con la manera en la que llegamos a conclusiones sobre
el diseño todos los días142.
Philip Johnson
Profesor de derecho
en la Universidad de California (Berkeley), ha realizado dilatadas
investigaciones sobre el aspecto ideológico de la teoría de la evolución. Es
autor de tres libros sobre la materia, que se titulan Darwin Enjuiciado,
La Causa del Equilibrio y La Prueba de la Objeción. También
publicó sólidos trabajos sobre Derecho Penal y numerosos artículos. Conocido
creyente en Dios y fuerte opositor de la teoría de la evolución, escribió:
...Quiero recusar el evolucionismo materialista. Unámonos alrededor del Creador143.
Charles Birch
Profesor emérito de
la Universidad de Sydney (Australia) y conocido por su firme fe en la creación,
fue galardonado en 1990 con el Premio Templeton Para el Progreso de la Religión.
Su fe la expresa así: Como fuente de todos los valores, Dios está más cerca que
las manos y los pies, más cerca que la aspiración y espiración del aire que nos
mantiene vivos. La experiencia de Dios es real... Dios es causa en la creación
del mundo y efecto al experimentarlo144.
S. Jocelyn
Bell Burnell
Profesora y
directora del Departamento de Física de la Universidad Abierta de Inglaterra, en
su papel de astrónoma descubrió junto a otros las estrellas de neutrones en
rotación llamadas pulsars. Firme creyente en Dios escribió: Creo en un Dios que
es poderoso y omnisciente pero también solícito y perdonador. Estoy segura de
que Dios existe145.
Profesor Owen Gingerich
Profesor de
astronomía e historia de la ciencia en el Centro Smithsoniano de Harvard para la
Astrofísica (Cambridge, Massachusetts), expresó así su creencia en Dios: Creo en
Dios como la superinteligencia que planeó y guió la creación del universo...
Sostengo que la creación de la humanidad, el principal propósito del universo,
fue hecha a imagen de Dios, particularmente en lo que hace a la conciencia, el
conocimiento y la libertad moral para elegir entre lo correcto y lo equivocado146.
Profesor Carl
Friedrich von Weizsacker
Físico y filósofo,
es profesor en el Max-Planck-Gesellschaft de Alemania. Expresó su creencia en
Dios de la siguiente manera: Durante una magnífica noche estrellada en las
montañas Jura de Suiza, percibí dos certezas: Dios está presente aquí; las
estrellas son esferas de gas, como nos lo enseña la física hoy día147.
Profesor David Berlinski
Doctor en
matemáticas en la Universidad de Princeton, cree que lo viviente no evolucionó
sino que es el producto de un diseño inteligente. En sus trabajos se refiere
muchas veces a Dios denominándolo el autor de los diseños: Las complejas
estructuras de la vida, las humanas en particular, tuvieron existencia solamente
por medio de un proceso de diseño deliberado. Si para crear un simple dedal se
requiere un obrar inteligente, ¿por qué los elementos de las estructuras vivas
deberían pasar a existir de otro modo?148.
La biología
molecular ha revelado que cualquiera sea la criatura, ha sido creada por Dios149.
Profesor
William Lane Craig
Primero obtuvo el
doctorado de filosofía en la Universidad de Birmingham (Inglaterra) y luego el
de Teología en la Ludwig Maximiliens Universitat-Munchen (Alemania). Sostiene
que el universo fue creado por Dios con un propósito especial. Su pensamiento se
refleja en las dos observaciones que siguen: ...el universo es algo hecho.
Pienso que es razonable argumentar que la causa del universo debe ser un Creador
personal. ¿De qué otro modo podría provenir un efecto temporal de un origen
eterno?... Hemos visto, basándonos en argumentos filosóficos y pruebas
científicas, que es sensato admitir que el universo en algún momento comenzó a
existir. Considerando el principio obvio e intuitivo de que cualquier cosa que
exista debe a algo o a alguien su existencia, nos vemos conducidos a inferir la
conclusión de que con el universo pasa lo mismo. En función de nuestro
argumento, lo que motiva u origina lo existente debería no tener origen, ser
eterno, inmodificable e inmaterial. Además debería ser un agente personal que
decide libremente crear un efecto en el tiempo. Por lo tanto, sobre la base del
argumento cosmológico del kalam (teología dogmática y escolástica), infiero que
es racional creer que Dios existe150.
En verdad, dada la
máxima ex nihilo nihil fit (de la nada nada viene), el Big Bang requiere
una causa sobrenatural. Debido a que la singularidad cosmológica inicial
representa el fin de todas las trayectorias espacio-temporales, no puede existir
una causa física del Big Bang. Por el contrario, la causa debe trascender el
espacio y el tiempo físico: debe ser independiente del universo y con un poder
imposible de concebir. Además debe ser una existencia singular dotada de libre
albedrío. La causa del origen del universo debe ser un Creador personal que le
dio entidad mediante Su libre albedrío, hace una determinada cantidad de tiempo151.
Dr.
Kurt Wise
Es paleontólogo y
profesor adjunto de ciencia en el Departamento de Matemáticas y Ciencias
Naturales del Colegio Bryan. Conocido por su oposición a la teoría de la
evolución, dijo: La creación no es una teoría... La realidad de que Dios creó el
universo no es una teoría, es algo cierto152.
Siegrfid Hartwig Scherer
Doctora en
antropología física en la Universidad de Zurich, es autora del libro
Rampithecus-Vorfahr des Menschen? (¿Es el Rampithecus el Progenitor de
los Seres Humanos?). En sus trabajos demostró que la evidencia fósil refuta
la teoría de la evolución y que los simios no son los ancestros de los humanos.
Percibe que todas las criaturas son obra de un Creador.
J.
P. Moreland
Doctor en filosofía
de la Universidad de California del Sur, científico creyente en Dios y autor de
los libros La Cristiandad y la Naturaleza de la Ciencia y La Hipótesis
de la Creación.
Paul A. Nelson
Recibió su
doctorado en filosofía en la Universidad de Chicago. Es uno de los científicos
que cree que la vida es el producto de un diseño inteligente.
Profesor Jonathan Wells
Doctor en estudios
religiosos en Yale y biólogo investigador postdoctorado en el Departamento de
Biología Molecular y Celular de la Universidad de California (Berkeley), es el
autor de La Crítica de Charles Hodge al Darwinismo. Wells sostiene que
las últimas novedades en la ciencia exhiben que la vida es el producto de un
diseño.
Dr.
Don Batten
Ha realizado
investigaciones en el campo de la fisiología vegetal y ha ganado una serie de
premios por sus estudios Científico muy creyente en Dios, ha escrito un conjunto
de libros y numerosos artículos acerca de los signos de la creación en la
Tierra, además de los trabajos realizados en su especialidad. Viajó por todo el
mundo dando conferencias en las que explicaba los signos de Dios con un lenguaje
no académico. Este científico australiano llevó adelante su primera serie de
conferencias en Inglaterra en 1995.
Dr.
John Baumgardner
Doctor en geofísica
y física espacial de la Universidad de California (Los Angeles). Se dedicó a
investigar los atolladeros en que cae la teoría de la evolución para encontrarle
una explicación, pero eso le llevó a darse cuenta de su falsedad, a denunciarla
y a admitir la Creación, a pesar de haberse educado en el evolucionismo.
Profesor
Doctor Donald Chittick
Recibió su
doctorado en química física en la Universidad de Oregón. Ha sido honrado con
muchos premios por sus trabajos. Actualmente dicta conferencias acerca de temas
como “Evidencia de la Creación” y “La Creación y la Tierra al Comienzo”.
Dr. Werner Gitt
Es director y
profesor del Instituto Alemán de Física y Tecnología (Physikalisch-Technische
Bundesanstalt, Braunshweig). Compuso numerosos artículos referentes a la ciencia
de la información, las matemáticas y la ingeniería. Convencido de que el cosmos
fue creado, escribió también muchos libros en los que admite la existencia del
Creador y critica la teoría de la evolución. Algunos de ellos son: ¿Recurrió
Dios a la Evolución?, Al Comienzo Existía la Información, Las
Estrellas y su Propósito: Señales en el Espacio y Si los Animales
Hablaran.
Dr. Gary E.
Parker
Obtuvo varios
reconocimientos académicos antes de recibir su doctorado en biología y
fisiología en la Universidad de Ball. Comenzó su carrera como evolucionista,
pero frente a las evidencias científicas convincentes a favor de la creación,
abandonó la teoría de la evolución y admitió la existencia del Creador. Dictó
múltiples conferencias acerca del creacionismo y publicó una serie de libros
sobre biología y ciencia de la creación.
Dra. Margaret Helder
Doctora en Botánica
y vicepresidenta de la Asociación de la Ciencia de la Creación de Alberta
(Canadá), con toda probabilidad es la mujer más prominente en el tema del que se
ocupa dicha organización. Ha escrito numerosos artículos acerca de los signos de
la creación en nuestro entorno.
Profesor Doctor Jonathan D. Sarfati
Obtuvo su doctorado
en química en la Universidad Victoria de Wellington y es coautor de numerosos
artículos en las principales publicaciones científicas. Siempre se preocupó por
defender la creencia en Dios y actualmente es un activo investigador
creacionista.
Profesor Robert Matthews
Graduado en física
en la Universidad de Oxford y miembro de la Sociedad Real de Estadística y de la
Sociedad Real de Astronomía, describió los milagros de Dios en la creación en su
libro publicado en 1992: El desarrollo (humano) tiene lugar en perfecta armonía,
produce un feto, luego un bebé, un niño y finalmente un adulto. Todo el proceso
en su conjunto es aparentemente milagroso. ¿Cómo puede ser producido algo
sorprendentemente tan complejo a partir de un comienzo tan simple? En resumen,
¿cómo una sola célula mucho más pequeña que el punto de esta “i” puede producir
un ser consciente? La mayor parte del proceso es misterioso y constituye uno de
los Misterios Prominentes153.
Dr.
Claude Tresmontant
Miembro de la
Universidad de París describió su convicción en la creación y en que la Tierra
no pudo originarse por casualidad, en una entrevista que le hizo la revista
Realities: Ninguna teoría que contemple la casualidad como factor decisivo,
puede explicar la creación del mundo. No tiene ningún sentido decir que la
casualidad puede explicar la creación de las criaturas154.
Dr.
Don Page
Recibió su
doctorado en física en el Instituto Tecnológico de California en 1976 y ha
trabajado con notables científicos desde entonces. Cree que la comprensión del
universo ayuda al conocimiento del poderío y sabiduría de Dios, aunque no se Le
puede abarcar en toda Su amplitud.
Dr.
Andrew Snelling
Doctor en
geología, ha trabajado en proyectos para la CSIRO, para la Organización de
Ciencia y Tecnología Atómica de Australia (ANSTRO) y para la Agencia
Internacional de Energía Atómica, como así también con científicos de
universidades de Australia, de Estados Unidos, de Gran Bretaña, de Japón y de
Suecia.
Como resultado de
todos sus estudios publica artículos que aparecen en las revistas científicas
internacionales. También fue honrado con un gran número de premios por su
contribución a la ciencia de la creación y ha escrito numerosas notas acerca de
los signos de la creación en los seres vivos.
Dr.
Carl Wieland
Médico creacionista
muy requerido como orador sobre la evidencia científica que respalda el hecho de
la creación. También ha escrito numerosos artículos sobre la materia, los cuales
fueron publicados en todo el mundo.
OTROS CIENTIFICOS CONTEMPORANEOS CREYENTES EN
DIOS
Todos los
científicos exitosos de la actualidad que son nombrados en la lista que sigue,
se oponen a la idea de que lo viviente ha pasado a existir por casualidad y
están convencidos de que Dios creó el universo según un diseño inteligente.
John K.G. Kramer
Dr. Jerry Bergman
Bioquímica Psicología
Dr. Kimberly
Berrine Jay L. Wile
Microbiología e
Inmunología
Química Nuclear
Profesor
Vladimir Betina
Dr. Andrew Bosanquet
Bioquímica y
Biología Biología y Microbiología
Dr. David R. Boylan
Dr. Clifford Burdick
Ingeniería
Química
Geología
Robert Kaita
Alexander V. Lalomov
Física del
Plasma Geología
Profesor Dr. Steve
Austin Profesor Robert Newman
Geología
Astrofísica
Profesor
Siegfried Scherer Dr. Russell Humphreys
Biología
Física
Dr. Geoff Downes
Dr. Larry Butler
Fisiología
Vegetal
Bioquímica
Profesor Linn E.
Carothers Profesor Sung-Do Cha
Estadística
Física
David Dewitt
Profesor Dr. Eugene F. Chaffin
Neurociencia
Física
Dr. Choong-Kuk
Chang
Profesor Chung-Il Cho
Ingeniería
Genética Biología
Dr. Harold
Coffin
Dr. Jack W. Cuozzo
Palaeontología Medicina
Dr. Malcolm
Cutchins Dr. Lionel Dahmer
Ingeniería
Aeroespacial Química Orgánica
Dr. Raymond V. Damadian
Dr. Chris Darnbrough
Física
Bioquímica
Dr. S. E.
Aw Dr. Thomas Barnes
Bioquímica Física
Dr. Paul
Ackerman Dr. Douglas Dean
Psicología Bioquímica
Dr. Don DeYoung
Profesor Danny Faulkner
Astronomía,
Física Atmosférica Astronomía
Profesor Dennis L. Englin
Profesor Robert H. Franks
Geofísica Biología
Dr. Donald
Hamann Dr. Barry Harker
Bromatología
Filosofía
Dr. Charles W. Harrison
Dr. Harold R. Henry
Física
Aplicada Ingeniería
Dr. Joseph
Henson Robert A. Herrmann
Entomología Matemáticas
Dr. Russell
Humphreys Dr. Jonathan W. Jones
Física
Medicina
Dr. Valery Karpounin
Dr. Dean Kenyon
Matemáticas Biología
Dr. John W.
Klotz
Dr. Vladimir F. Kondalenko
Biología
Citología, Patología Celular
Dr. Leonid Korochkin
Profesor Jin-Hyouk Kwon
Genética,
Biología Molecular, Neurobiología Física
Profesor Myung-Sang Kwon
Profesor John Lennox
Inmunología
Matemáticas
Dr. John Leslie
Profesor Lane P. Lester
Bioquímica Biología,
Genética
Profesor George
D. Lindsey Dr. Alan Love
Ciencia de la
Educación Química
Profesor Marvin L.
Lubenow Dr. Andrew McIntosh
Antropología Aerodinámica
Dr. John Mann
Dr. Frank Marsh
Agricultura Biología
Dr. Ralph
Matthews
Dr. John Meyer
Química
radiactiva Fisiología
Dr. Henry M. Morris
Dr. Len Morris
Hidrología Fisiología
Dr. Graeme
Mortimer
Profesor Hee-Choon No
Geología Ingeniería
Nuclear
Dr. David Oderberg
Profesor John Oller
Filosofía
Lingüística
Profesor Chris D.
Osborne Dr. John Osgood
Biología Medicina
Dr. Charles
Pallaghy Profesor J. Rendle-Short
Botánica Pediatría
Dr. Jung-Goo
Roe Dr. David Rosevear
Biología Química
Dr. Young-Gi Shim
Dr. Mikhail Shulgin
Química Física
Dr. Roger
Simpson Dr. Harold Slusher
Ingeniería
Geofísica
Profesor Man-Suk Song
Profesor James Stark
Informática Ciencia de
la Educación
Profesor Brian Stone
Dra. Lyudmila Tonkonog
Ingeniería
Química, Bioquímica
Dr. Larry
Vardiman Dr. Joachim Vetter
Estudios de la
Atmósfera Biología
Dr. Noel Weeks
Dr. A. J. Monty White
Zoología Química,
Dinámica de los Gases
Profesor A. E. Wilder-Smith
Dr. Clifford Wilson
Química Orgánica
y Farmacología Arqueología
Profesor Verna Wright
Profesor Seoung-Hoon Yang
Medicina Física
Dr. Ick-Dong Yoo
Dr. Sung-Hee Yoon
Genética Biología
CONCLUSION
La religión es la
fuente primaria para proveer al ser humano del conocimiento más preciso acerca
de la creación del universo en general y de la vida en particular. Cuando
decimos “religión” nos referimos al “Corán”, pues lo consideramos la verdadera
fuente de información. Los libros sagrados de otras religiones han sido
alterados y ya no pueden ser considerados Libros Divinos.
El Corán, en
cambio, es definidamente la palabra de Dios y no contiene ninguna contradicción.
Es el libro que Dios envió a sus siervos como guía. Al decir, Somos Nosotros
Quienes hemos revelado la Amonestación y somos Nosotros sus custodios. Antes de
ti, mandamos a otros enviados... (Corán, 15:9-10), Dios comunica que el
Corán es la última revelación y que está bajo Su protección. Por consiguiente,
la ciencia avanzará con presteza sólo si es guiada por el Corán, aceptando sus
revelaciones. Solamente así la ciencia se pondrá en el sendero de Dios. En
cambio, cuando se adopta un camino opuesto al de la religión, los científicos
pierden tiempo y recursos e impiden el progreso de la ciencia.
Como en todo lo que exige esfuerzos, el camino que se debe seguir en el campo
científico es, ciertamente, el que Dios ordenó en el Corán, como El mismo lo
pregona: Este Corán dirige a lo que es más recto (Corán, 17:9).
FIN (The End)
NOTAS
1
Ibn Majah 1/224 y Tirmidhi 218, citado por Anas Ibn Malik.
2
Tirmidhi 279, Darimi y Daraqutni, citado por Abdullah ibn Mas`ud.
3
Tirmidhi 220
4
Albert Einstein, Ideas y Opiniones, Editorial Crown, New York, 1954
5
Carta a Maurice Solovine I, 1 de Enero de 1951; Archivo de Einstein
21-174, 80-871, publicado en Cartas a Solovine, p. 119.
6
H. S. Lipson, A Physicist's View of Darwin's Theory, Evolutionary Trends in
Plants, vol. 2, N° 1, 1988, p. 6
7
H. S. Lipson, A Physicist Looks at Evolution, “Physics Bulletin”, vol. 31
(1980), p. 138
8
Albert Einstein, Science, Philosophy, And Religion: A Symposium, 1941,
capítulo 1.3
9
Tirmidhi 225 e Ibn Majah, citado por Abdullâh Ibn Umar and Ka'b
ibn Malik.
10
Tirmidhi 1392
11
Albert Einstein, Science, Philosophy, And Religion: A Symposium, 1941,
capítulo 1.3
12
Henry Margenau, Roy Abraham Vargesse. Cosmos, Bios, Theos.
La Salle IL: Open Court Publishing, 1992, p. 241
13
William Lane Craig, Cosmos and Creator, “Origins & Design”, Primavera
1996, vol. 17, p. 18
14
Michael Denton, Nature's Destiny: How the Laws of Biology Reveal Purpose in
the Universe, The New York: The Free Press, 1998, pp. 14-15
15
Malcolm Muggeridge, The End of Christendom, Grand Rapids: Eerdmans, 1980,
p. 59
16
Søren Løvtrup , Darwinism: The Refutation of A Myth, New York: Croom
Helm, 1987, p. 422
17
Paul R. Ehrlich and Richard W. Holm, Patterns and Populations, “Science”,
vol. 137 (31 de Agosto de 1962), pp. 656-7
18
Sidney Fox, Klaus Dose, Molecular Evolution and The Origin of Life, New
York: Marcel Dekker, 1977, p. 2
19
Klaus Dose, The Origin Of Life: More Questions Than Answers,
“Interdisciplinary Science Reviews”, vol. 13, N° 4, 1988, p. 348
20
George Gamow, Martynas Ycas, Mr. Tompkins Inside Himself, Allen & Unwin,
Londra, 1966, p. 149
21
Pat Shipman, Birds Do It. Did Dinosaurs?, “New Scientist”, 1 de Febrero
de 1997, p. 28
22
Colin Patterson, “Harper's”, Febrero de 1984, p. 60
23
Pierre-P Grassé, Evolution of Living Organisms, New York, Academic Press,
1977, p. 103
24
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25
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1983, pp. 34-38
26
Leakey, R., & Lewin, R. People of the lake: Mankind and its beginnings.
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27
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1990, p. 395
28
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de 1998, p. 26
29
G. Mansfield, Creation or Chance! God's purpose with mankind proved by the
wonder of the universe, Logos Publications
30
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31
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pp.231-232
32
Colin Patterson, Evolución y Creacionismo, discurso en el Museo
Norteamericano de Historia Natural, Nueva York (5 de Noviembre de 1981)
33
Colin Patterson, Evolución y Creacionismo, discurso en el Museo
Norteamericano de Historia Natural, Nueva York (5 de Noviembre de 1981)
34
The Earth Before Man, p. 51
35
Francis Darwin, The Life and Letters of Charles Darwin, vol. I, New York:
D. Appleton and Company, 1888, p. 413
36
Francis Darwin, The Life and Letters of Charles Darwin, vol. I, New York:
D. Appleton and Company, 1888, p. 315
37
F. Clark Howell, Early Man, NY: Time Life Books, 1973, pp. 24-25
38
Francis Hitching, The Neck of the Giraffe: Where Darwin Went Wrong, New
York: Ticknor and Fields, 1982, p. 204
39
Introducción del libro El Origen de las Especies de Charles Darwin
(Dutton: Everyman's Library, 1956), p. xxii
40
Richard Dawkins, The Blind Watchmaker, London: W. W. Norton, 1986, p. 229
41
Mark Czarnecki, The Revival of the Creationist Crusade, MacLean's, 19 de
Enero de 1981, p. 56
42
Norman Macbeth, Darwin Retried: An Appeal to Reason, Boston, Gambit,
1971, p. 101
43
Richard Dawkins, The Blind Watchmaker, London: W. W. Norton, 1986, p. 159
44
Al-Kulayni, Usul al-Kafi, i, kitab fadl al-'ilm, bab thawab al-'alim wa
al-muta'allim, hadith 1
45
Tirmidhi, 222
46
Tirmidhi, 2487, Ahmad e Ibn Majah, narrado por Umm Salamah
47
Michael Baigent, Richard Leigh, Henry Lincoln, The Messianic Legacy,
Gorgi Books, London, 1991, pp.177-178
48
Michael Denton, Nature's Destiny: How the Laws of Biology Reveal Purpose in
the Universe, The New York: The Free Press, 1998, p. 389
49
Michael J.Behe, Darwin's Black Box, New York: Free Press, 1996, p. 239
50
Edward J. Larson y Larry Witham, Scientists and Religion in America,
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51
Richard Lewontin, The Demon-Haunted World, The New York Review of Books,
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52
Michael J.Behe, Darwin's Black Box, New York: Free Press, 1996, p. 234
53
General Science, Carolyn Sheets, Robert Gardner, Samuel F. Howe; Allyn
and Bacon Inc. Newton, Massachusetts, pp. 319-322
54
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55
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56
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57
Moore, Developing Human, 6a edición, 1998
58
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Principia, Newton, segunda edición; J. De Vries, “Essentials of Physical
Science”, B. Eerdmans Pub.Co., Grand Rapids, SD, 1958, p. 15
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62
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63
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65
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Primer Libro de Francis Bacon de la Pericia y el Progreso en el Aprendizaje
de lo Divino y Humano
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Science (Milford, Michigan: Mott Media, 1977), p. 197
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77
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Translated by Andrew Motte, Revised by Florian Cajore, Great Books of the
Western World 34, Robert Maynard Hutchins, Editor in chief, William Benton,
Chicago, 1952:273-74
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Attributes of the Deity Collected from the Appearances of Nature [Edinburgh,
1816], capítulo 5, sección 5, p. 61
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Jean Guitton, Dieu et La Science: Vers Le Métaréalisme, Paris: Grasset,
1991, p. 5
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97
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Henry M. Morris, Men of Science Men of God, Master Books, 1992, p. 79
99
Gene Adair, George Washington Carver, pp. 82-83
100
Sir James Jeans, in his Rede Lecture at Cambridge, reported in the “Times”,
London, 5 de Noviembre de 1930
101
Sir James Jeans, The Mysterious Universe, New York: Macmillan Co., 1932/
Cambridge, England: University Press, 1932, p. 140.
102
Simposio sobre Science, Philosophy and Religion, publicado por la
Conferencia sobre la Ciencia, la Filosofía y la Religión en su Relación con la
Forma de Vida Democrática, Inc., New York, 1941
103
Citado en Moszkowski, Conversaciones con Einstein, p. 46
104
Carta a un niño que preguntó si los científicos rezan, 24 de Enero de 1936;
Archivos de Einstein 42-601
105
Dan Graves, Scientists of Faith, Kregel Resources, 1996, p. 159
106
Henry M. Morris, Men of Science Men of God, Master Books, 1992, p. 85
107
Dennis R. Petersen, Unlocking the Mysteries of Creation, Creation
Resource Foundation: El Dorado, California, 1990, p. 63.
108
Max Planck, Where Is Science Going?, Allen & Unwin, 1933, p. 214.
109
Charles Coulson, Science and Christian Belief, pp. 72-73
110
US News & World Report, 23 de diciembre de 1991
111
Taskin Tuna, Sonsuz Uzaylar (Espacios eternos), p. 31
112
John Clover Monsma, The Evidence of God in an Expanding Universe, pp.
182-183
113
Página web: www.leaderu.com/offices/ schaefer/docs/scientists.html
114
John Clover Monsma, The Evidence of God in an Expanding Universe, p. 191
115
William Dembski, The Act of Creation, Bridging Transcendence and Immanence,
presentado en el foro Millstatt, Strasbourg, Francia, 10 de Agosto de 1998
116
Stephen C. Meyer, tomado de su disertación The Explanatory Power of Design:
DNA and the Origin of Information dictada en la Conferencia sobre el Diseño
y los Orígenes “Mere Creation: Reclaiming the Book of Nature”, Universidad de
Biola, 14-17 de Noviembre de 1996
117
http://www.leaderu.com/ real/ri9403/evidence.html
118
John Clover Monsma, The Evidence of God in an Expanding Universe, p. 181
119
Newsweek, 27 de Julio de 1998, p. 46
120
John Clover Monsma, The Evidence of God in an Expanding Universe, p. 219
121
John Clover Monsma, The Evidence of God in an Expanding Universe, p. 212
122
John Clover Monsma, The Evidence of God in an Expanding Universe, p. 196
123
John Clover Monsma, The Evidence of God in an Expanding Universe, p. 212
124
John Clover Monsma, The Evidence of God in an Expanding Universe, p. 211
125
Michael Girouard, conceptos vertidos en su disertación titulada "¿Es posible
que la vida surja por casualidad?", en el marco de la Conferencia
Internacional El Colapso de la Teoría de la Evolución: el Hecho de la Creación,
organizada por la Fundación para la Investigación de la Ciencia el 5 de julio de
1998 en Estambul.
126
Edward Boudreaux, de su disertación titulada El diseño en Química, en el
marco de la Conferencia Internacional El Colapso de la Teoría de la Evolución:
el Hecho de la Creación, organizada por la Fundación para la Investigación de la
Ciencia el 5 de julio de 1998 en Estambul.
127
Kenneth Cumming, conceptos expuestos en la Primera Conferencia Internacional El
Colapso de la Teoría de la Evolución: el Hecho de la Creación, organizada por la
Fundación para la Investigación de la Ciencia el 5 de julio de 1998 en Estambul
128
Carl Fliermans, concepto expuesto en la Segunda Conferencia Internacional El
Colapso de la Teoría de la Evolución: el Hecho de la Creación, organizada por la
Fundación para la Investigación de la Ciencia el 5 de julio de 1998 en Estambul
129
David Menton, parte de lo expuesto en la Segunda Conferencia Internacional El
Colapso de la Teoría de la Evolución: el Hecho de la Creación, organizada por la
Fundación para la Investigación de la Ciencia el 5 de julio de 1998 en Estambul
130
John Morris, parte de lo expuesto en la Segunda Conferencia Internacional El
Colapso de la Teoría de la Evolución: el Hecho de la Creación, organizada por la
Fundación para la Investigación de la Ciencia el 5 de julio de 1998 en Estambul
131
John Marks Templeton, Evidence of Purpose - Scientists Discover the Creator,
Continuum, New York, 1994, p. 103
132
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Fuente: www.harunyahya.com
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